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El proyecto Constellation y la Caída del Imperio Romano


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Nota 1: este artículo no es de contenido político, sino histórico, científico y cultural.Nota 2: la acepción de la palabra Imperio usada en este texto tiene que ver, de  forma exclusiva, con la séptima acepción de la Real Academia de la Lengua:Imperio.7.  m. Potencia de alguna importancia, aunque su jefe no se titule emperador.

La caída del Imperio.

En una de las más famosas trilogías de ciencia ficción, conocida como la saga de la Fundación, Isaac Asimov, el genio literario del siglo XX, explicaba los primeros pasos de un Imperio Galáctico humano que dominaba la galaxia, en base a signos muy débiles que son un síntoma inequívoco de que la otrora unidad y fuerza que caracterizaba al Imperio empezaba a resquebrajarse. En la novela, un científico, Hari Seldon, se propone fundar una Fundación para que la inevitable caída no lleve a la barbarie demasiado tiempo, y pueda resurgir de nuevo. También se introduce una ciencia conocida como “psicohistoria”. La mejor la opción de recomendar al amable lector la lectura de tan afamada Trilogía, escrita ya hace más de 60 años.Asimov siempre dejó bien claro que sus tres novelas se habían inspirado en la Caída del Imperio Romano, y la posterior era oscura como conocida como Edad Media (algunos historiadores no gustan de llamarla “era oscura”, pero no entraremos ahora en ese debate).En general, en la Fundación se pueden observar de forma detallada varios signos que, sumados, dan una certeza relativamente alta del declive de un Imperio:1.- Debilidad económica perenne de tipo estructural sumada a una falta de propuestas e iniciativas claras para superarla.2.- Falta de riesgo en decisiones de alto nivel político, cultural, social, y científico: el Imperio no muestra interés en nuevas iniciativas. Los hombres y mujeres que impulsaban el avance y el descubrimiento, sea del tipo que sea, tienen en el pasado apoyos casi incondicionales. En un Imperio que comienza el declive, el apoyo desaparece o disminuye considerablemente.3.- Falta de visión en el futuro. El Imperio se “acomoda” a su estatus de imperio, y se deja llevar por su omnisciencia, su seguridad en sus cualidades, y en su doctrinas aunque éstas queden anticuadas.4.- Persecución de nuevas ideas: no sólo se cortan las nuevas ideas. Aquellos que se rebelan contra el statu quo y se proponen llevar adelante nuevas ideas, son incluso criticados, cuando no perseguidos, poniendo como justificación valores ya anticuados y que sólo sirven de freno para el progreso.5.- Por último, el Imperio en declive no es capaz de observar el nacimiento de nuevos imperios, que poco a poco toman el mando y el control de la que otrora fuera su esfera de influencia, y poco a poco van relegando al antiguo imperio a tareas secundarias, cada vez con menos poder de decisión y menos fuerza. Llegado un momento, el nuevo imperio se ve con fuerza suficiente para apartar, de forma paulatina o por la fuerza, al antiguo imperio, y éste se convierte en un satélite del nuevo. Todavía con fuerza, pero ya en un declive claro. Actuar ahora es demasiado tarde, si es que alguna vez quiso actuar.

El Imperio real.

De forma muy resumida, podríamos decir que esos cinco puntos son signos bastante claros de la caída de un Imperio. Y, de forma muy resumida, son todos ellos signos inequívocos de la caída del actual Imperio: Estados Unidos de América. Sin embargo, no vamos a entrar a valorar los detalles concretos de los cinco puntos y cómo estos se ven reflejados en dicho Imperio, sino en un aspecto muy concreto y que nos concierne: el proyecto Constellation.El proyecto Constellation.Ya hablamos anteriormente de este proyecto en el foro del E-69. En general, todos veíamos en este proyecto la posibilidad de que se siguiese adelante en el camino para la conquista del espacio. Habíamos criticado, creemos que no sin razón, que se partiese de un proyecto antiguo como es el proyecto Apollo de los años sesenta. Pero igualmente comprendíamos que, dadas las circunstancias, lo mejor era partir de algo conocido y sentarlo como base de un proyecto mejorado y adaptado al siglo XXI. Siempre se tiene la ilusión de ir a por más, pero, en las actuales circunstancias, no había otra posibilidad, y menos era eso que nada.Ahora, ni siquiera el proyecto Constellation sigue adelante. Al retiro de los transbordadores, se suma la cancelación de este proyecto para ir a la Luna. George Bush había anunciado este proyecto con las palabras “back to the Moon, but this time, back to stay” (volver a la Luna, pero esta vez, volver para quedarnos). ¿Dónde queda el espíritu emprendedor de Kennedy, cuando anunció la llegada del hombre a la Luna para antes de que acabara la década de los años sesenta? ¿Dónde han quedado las motivaciones de exploración y de conquista que antes daban forma a los Estados Unidos y conformaban su personalidad y su estilo? ¿Dónde ha quedado la NASA, otrora ejemplo de sede científica, de investigación, y de alta tecnología, al que todos los amantes de la ciencia soñábamos con ir algún día, y ahora convertido en un cementerio de proyectos, con un presupuesto menor del que cuesta mantener un solo portaaviones? Se argumenta que la carrera espacial de los años sesenta entre Estados Unidos y la Unión Soviética fue el acicate del proyecto Mercury, Gemini, y finalmente Apollo, que llevó a colocar una nave en la Luna en julio de 1969. Se argumenta que hoy en día no existe ese reto, que no hay competidores, que el proyecto del espacio ya no tiene una salida ni a nivel económico ni a nivel de superación y control del espacio.Esto es absolutamente falso. China se prepara para conquistar el espacio de una forma decidida. China sabe perfectamente que el espacio y su control son el futuro de un nuevo Imperio que pueda establecer bases en la Luna, controlarla, y dominar desde ahí todo el Sistema Solar, usando como base una estación lunar. Puede llevar décadas, pero eso no importa.Lo que importa es el espíritu. Lo que importa es el afán de superación. Podemos argumentar durante horas y semanas los aspectos económicos, tecnológicos, y científicos de la conquista de la Luna, y, por extensión, del Sistema Solar. Podemos hablar de carreras científicas, armamentísticas, y de control del espacio. Podemos hablar de la crisis económica, de la situación de dificultad de muchos países, de la complejidad de un proyecto así. Pero todo eso no importa nada, porque se ha perdido algo mucho más básico: el espíritu de conquista, el reto de ir más allá, el ansia de superación.Estados Unidos es un país sin proyectos de envergadura. Asentado en su autocomplacencia, mira sus logros del pasado y se apoya en ellos para regodearse en su trono. Pero ha perdido mucho, sino todo, de aquello que le dio forma, que le dio el poder, que hizo único su estilo. Ha perdido su condición de Imperio, porque los imperios lo son mientras trabajan diariamente por superarse, por ir más allá, por encontrar nuevas fronteras.

 

Proyecto Constellation cancelado

Más allá del idealismo.Es posible que estas palabras suenen a idealistas. Pero no queremos ser idealistas. Lo que queremos es remarcar el hecho innegable de que el futuro se escribe con esfuerzo y con inversión, pero sobre todo, con personas capaces de llevar adelante proyectos de gran envergadura. Ahora, se pretende que sea el sector privado el que lleve la carga y se haga responsable de ese avance. No es que el sector privado no pueda o no deba entrar, pero no lo hará como podría hacerlo un país entregado al desarrollo y a la investigación. Siempre, sin excepción, se ha tachado de idealistas a quienes han promovido nuevas ideas. Pero, en los lugares adecuados, esos idealistas han contado con el apoyo financiero de empresas e instituciones que han sabido ver las posibilidades económicas de una nueva idea. Así se fundó Estados Unidos, y así se desarrolló hasta lograr convertirse en un nuevo imperio. Ahora la luz de ese imperio declina y se pone, y aparecen signos inequívocos de que la fase máxima de brillo ha tenido su fin. No se trata de establecer unas premisas negativas sobre el futuro de Estados Unidos. Se trata, lisa y llanamente, de observar los signos crecientes que convierten al antaño Imperio en un país cada vez más esclavizado a su pasado, a sus ideas, y, sobre todo, a la pérdida de influencia. Una influencia perdida que otros comienzan ya a aprovechar en su propio beneficio.Los que hemos soñado desde niños con la conquista del espacio, y que incluso hemos seguido con detalle cada nuevo bit de información sobre esa gran etapa de la humanidad que fueron los años sesenta y también los setenta, los que recordamos cómo se posaba el módulo Eagle en la Luna, no podemos comprender qué ocurre, dónde ha quedado ese sueño. Y el problema no es que se entierre el sueño. El problema es que, junto al sueño, se entierra toda una etapa de progreso y de avances como nunca antes se había visto.

El futuro, si es que existe.Como conclusión, podemos decir que el sueño se acabó, pero esperamos que otros tomen el relevo. La humanidad no puede, ni debe, permanecer para siempre en la Tierra. Su lugar está entre las estrellas, y no sólo eso; también su única oportunidad real de supervivencia a largo plazo. Con qué medios se haga, públicos o privados, o quién lo lleve a cabo, el menguante Imperio o alguno de los nuevos que se asoman por el horizonte, no importa. Pero una cosa es cierta. Las primeras naves que aterricen sobre la Luna y Marte, si esta línea sigue su curso, no llevarán en su bandera las barras y las estrellas. Qué emblema lleven es indiferente, pero será, sin ninguna duda, el símbolo inequívoco del fin de una época para un país que lo dio todo por la ciencia. Quizás Estados Unidos deba, al fin y al cabo, empezar a dejar sitio a otros.

El tiempo aclarará el futuro del espacio. Pero una cosa es clara: sin espacio, no hay futuro.

 


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