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Prueba del simulador OVO-04 en la librería L´Aeroteca


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El pasado mes de febrero la librería aeronáutica L´Aeroteca invitó al E-69 a probar el nuevo simulador de vuelo OVO-04, un producto de fabricación nacional desarrollado en Barcelona, que permite volar aviones monomotor con gran realismo.

 

Aspecto exterior y hardware.

 

Al llegar, pudimos contemplar el aspecto de este simulador de cabina completamente cerrada, y dotado de tecnología muy moderna, tanto en las soluciones hardware como software. Dispone de todo el equipamiento para vuelo VFR/IFR, y además está soportado por un sistema de control eléctrico de seis ejes, con una variación máxima en alabeo y cabeceo de 60 grados. La estructura tiene forma de gota y dispone de una puerta lateral de apertura superior para permitir la entrada de un ocupante. Un segundo elemento que destaca junto a la plataforma es la estación de control y monitor del vuelo, donde un operador puede interactuar verbalmente con el piloto y modificar las condiciones de vuelo en tiempo real.

 

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Todo ello está soportado por una base software que ejecuta Microsoft Flight Simulator X, más un conjunto de herramientas para reproducir los movimientos del avión virtual en la cabina con una gran sensación de realismo.

 

Interior.

 

Interiormente, el simulador ha tenido el acierto de no modelar una cabina concreta. En su lugar, el único hardware es el clásico de muchos aparatos de motor a pistón, como son los cuernos, los interruptores de los magnetos, la llave, la palanca del tren, las tres palancas de gas, mezcla y paso, echándose a faltar de momento la rueda del trim. Todos los instrumentos son de carácter analógico mostrados en pantallas de forma virtual y con gran realismo. No se ha querido, aunque es posible, disponer de una simulación del panel de un Garmin 1000, ya que se estima mejor comenzar las pruebas y ejercicios con instrumentos clásicos. Estos instrumentos, al estar en una pantalla, pueden modificarse a gusto para simular distintos monomotores.

 

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Puesta en marcha y vuelo.

 

Una vez sentados en su interior, la cabina es sin duda ancha y cómoda, con los mandos y pedales accesibles a una persona de altura media. Las tres pantallas de 24 pulgadas muestran la imagen de un aeropuerto elegido previamente por el operador, pudiendo como es lógico comenzar en rampa o en pista. La puerta se cierra, y tenemos una extraña sensación de soledad en el interior. Recibimos el ok del operador, y conectamos el botón principal que pone en marcha todo el sistema, incluído el sistema de ejes. Sobre este botón se deberá actuar de nuevo para desactivar todo antes de terminar el vuelo.

 

En nuestro caso empezamos en pista con todo apagado, procediendo a hacer el startup, que como es sabido es muy sencillo en este tipo de monomotores de pistón. No hay comunicaciones con ATC porque estas se implementan con un operador externo. Procedemos a situar correctamente las palancas de gas, mezcla y paso a conectar la llave, actuar en los magnetos, arrancar motor, y poner un punto de paso en flaps. Probamos los cuernos y los pedales, que tienen un tacto agradable y cómodo.

 

Seguidamente, vamos dando gas y el avión comienza a moverse por la pista, y mientras va tomando velocidad ajustamos levemente con pedales. El avión traquetea y esto se traduce en un movimiento realista en la cabina gracias al control de seis ejes. Pasamos V1, VR y V2 y despegamos. Recogemos el tren, y nos vamos al aire.

 

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En vuelo, las sensaciones son muy buenas sin duda. El simulador es evidentemente limitado y no vamos a poder hacer las tonterías que se suelen hacer en un simulador casero con maniobras bruscas o directamente imposibles. Si se intenta, y para proteger el mecanismo de ejes eléctrico, este se desconecta y se enciende una luz roja de aviso. Eso sí, forzamos el desarrollo de maniobras que llevaban al límite al sistema, con maniobras de giro de 60 grados o más, y algún que otro picado llegando a la velocidad límite estructural. En estos casos, y siempre dentro de la envolvente de vuelo, el sistema respondió correctamente y las sensaciones eran muy buenas, teniendo en cuenta el sistema de ejes que permitía mejorar esas sensaciones de forma muy clara frente al clásico modelo de cabina fija. Nos estrellamos dos veces, y el avión capotó correctamente en la pista. Finalmente aterrizamos en una carretera comarcal, donde los coches pasaban por al lado, para regocijo de unos chavales que se encontraban fuera viendo el vuelo y que, sin saberlo, estaban viendo un aterrizaje muy poco ortodoxo sobre varios vehículos. Como suele decirse, no pruebe esto en casa, o, en este caso, en la carretera real.

 

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Conclusiones.

 

Sin duda merece la pena. A destacar que esto no es un juguete ni una diversión, aunque por supuesto sea divertido probarlo. El OVO-04 es un simulador serio y muy avanzado, que puede ayudar a la formación de pilotos nuevos, o a mejorar y poner a punto a pilotos más experimentados, siempre por supuesto en el rango de aviones monomotor de hélice. El precio, unos 40.000 euros, deja claro que no es para cualquiera, pero se ha de considerar el coste/beneficio que supone, claramente innovador en este tipo de productos. Hace diez años solamente pensar en algo así por este precio era simplemente una quimera.

 

Por último, agradecer a L´Aeroteca la invitación para probar este simulador, y recomendarlo a aquellos que deseen experimentar unas buenas sensaciones de vuelo en un simulador que sin duda va mucho más allá de las queridas y artesanas cabinas caseras que más o menos todos hemos probado y construído.


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