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El Pacífico en guerra; 1941-1945


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pacificfighters.jpgPresentación oficial del simulador Pacific Fighters

Pilotos europeos y pilotos del Pacífico

Muchos se preguntan por qué no se usaban de forma masiva aviones del Pacífico en el teatro europeo, y viceversa. Un ejemplo claro es el Grumman F6F Hellcat o el Vought F4U Corsair, aviones que en el Pacífico demostraron una calidad muy altas. La explicación es doble. Pero algo a considerar de forma indiscutible es que el mar del Pacífico conllevaba retos y situaciones que requerían soluciones muy distintas. Un ejemplo muy claro es el motor: en el mar, los motores refrigerados por aire eran tremendamente más eficaces que los refrigerados por agua. Si un motor recibía impactos, éste podía seguir funcionando varias horas sin problemas, aunque diese menos potencia de salida y tuviese detenidos varios cilindros. Además, no se requería agua para el mantenimiento, elemento imprescindible para otros menesteres en medio de un inmenso océano.
  • Por un lado, sí se usaron aviones en ambos teatros de operaciones, pero de una forma menor a la que podría haberse esperado. Los portaaviones ingleses que operaban en el Atlántico y en el Mediterráneo disponían de aviones americanos, como los Hellcat, y fueron usados con éxito.
  • Por otro lado, los aviones son más adecuados en cada escenario. Este aspecto, comentado más adelante en este mismo artículo, hace referencia a la estructura, comportamiento y características de vuelo de cada teatro, en las que ciertas especificaciones eran claramente necesarias en el teatro del Pacífico, y otras lo eran en Europa. Un ejemplo entre muchos es el caza Lockheed P38, que con sus motores Allison rindió excelentemente en el Pacífico, mientras que en Europa fue sustituido por el P47 Thunderbolt y el P51 Mustang, por estar mejor preparados para este escenario. Por supuesto, un ejemplo contrario es el propio Mustang, que sirvió muy bien en ambos teatros, pero que indudablemente tuvo un papel muy destacado en Europa como escolta de bombarderos.
  • Finalmente, lo único en que realmente estaban emparentadas las dos zonas era en los pilotos. Todos dependían de técnicas de combate adecuadas y de un buen entrenamiento y experiencia. Pero el combate sobre zonas de ciudad, montañas o valles, era inherentemente distinto al desarrollado sobre el mar, por razones obvias de tipo de superficie. El piloto que luchaba sobre su territorio o cerca del mismo podía caer en paracaídas, y volver a su base para reemprender acciones de combate, o si estaba herido, ser atendido. Un piloto que cayese al mar tenía serias dudas de si sería rescatado en aquel inmenso desierto de agua. En esta labor, los americanos tuvieron mucha más preocupación que los japoneses, ya que submarinos y aviones tipo PBY Catalina se dedicaban, tras las batallas, a recoger a gran cantidad de pilotos sobre el mar. Los pilotos japoneses no solían llevar siquiera paracaídas, ya que se entendía como un deshonor tirarse usando el mismo si se era derribado, tal era la deshonra por haber caído en combate a manos del enemigo, y por supuesto la opción de ser prisionero, simplemente no era una opción. En este sentido, los pilotos alemanes sí se preocuparon siempre por sobrevivir, ya que no tenían la fuerte influencia del sentido de la vida y la muerte, ni seguían la práctica del Bushido, conjunto de normas imperantes en el Japón que dictaminaban la vida y la muerte de todo individuo, incluidos, como es natural, los pilotos japoneses. Esa misma norma fue la que promulgó la idea del Kamikace.

 

Resumen de acciones de combate.

 
Podríamos escribir libros sobre las situaciones del Pacífico. Sin embargo, este texto pretende simplemente abrir al lector un conjunto de puntos que le permitan ver y conocer los aspectos principales de lo que fue la Guerra del Pacífico, atendiendo a la salida, el próximo otoño, del simulador Pacific Fighters de Oleg Maddox, padre de IL2 Sturmovik y Forgotten Battles. Por ello, y para que el lector pueda conocer el alcance de un trabajo como el que está desarrollando este diseñador ruso, vamos a comentar algunas de las principales batallas que posiblemente podamos encontrarnos en el simulador, y que ya fueron recreadas en otros simuladores con más o menos fortuna, como 1942: Pacific Air War, excelente título de Microprose, o Combat Flight Simulator 2 de Microsoft. No olvidemos Task Force 1942, también de Microprose, pero en esta caso ambientado en simular combates marítimos sin portaaviones.
  • Pearl Harbor, 7 de diciembre de 1941: el día de la infamia. El 7 de diciembre de 1941, los japoneses atacaron por sorpresa la base aeronaval de Pearl Harbor, en las islas Haway, concretamente en la isla de Oahu, donde se halla la capital, Honolulu (que nadie se pierda una visita al Memorial Museum si alguna vez va para allá, sin duda merece la pena). Estados Unidos era consciente de que un ataque japonés era inminente, y temía que ello ocurriese en aquellas fechas, por lo que había colocado en alerta a toda la flota y ejército del Pacífico. Pero no se consideró un ataque al corazón de las fuerzas navales en el Pacífico. Los portaaviones estaban realizando diferentes misiones, pero muchos barcos menores y algunos acorazados estaban atracados en aquella ratonera que era el puerto natural de Pearl Harbor. Grandes buques como el Nevada o el Arizona cayeron ante las bombas de los torpederos y los bombarderos japoneses Aichi DA3 Val, escoltados por los cazas Zero. También fueron atacadas otras bases de la USAAF que sólo consiguieron poner en el aire un par de P40 que se enfrentaron a los Zeros con un equilibrio de fuerzas totalmente ridículo. Sin embargo, el ataque, a pesar de tener éxito, no fue completo. Primero, porque los portaaviones americanos, principal objetivo, no se encontraban en el puerto. Segundo, porque la base pudo ser recuperada en breve tiempo gracias a que las infraestructuras casi no quedaron dañadas, y diques, depósitos de combustible, gruas, y otros elementos fundamentales, siguieron operativos, a pesar de las dos oleadas de ataques. Estos elementos deberían haber sido destruidos en una segunda fase, pero el Alto Mando Japonés decidió que, una vez la sorpresa había sido consumada, un segundo ataque podría ser peligroso. Los portaaviones americanos volvían a toda máquina a Pearl Harbor, pero un segundo ataque hubiese sido posible. Tan claro era, que cuando llegaron los primeros aviones americanos se desató el pánico y los antiaéreos dispararon indiscriminadamente. Además, se temía una invasión terrestre, y por la noche se llegó a afirmar que la isla estaba prácticamente llena de soldados japoneses, cuando en realidad no hubo ni uno, excepto algunos de un submarino espía que había varado, tal era la locura colectiva. Los Estados Unidos no volverían a ver un desastre como este hasta la destrucción de las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001.
bshiprow.gifPosición de los buques americanos en el momento del ataque japonés Nótese cómo los buques dispuestos en paralelo son un fácil objetivo para los torpedos Nótese también la ratonera que supone disponer los barcos en ese pequeño espacio
attack25.gifEsquema de las dos oleadas de ataque japonés a Oahu Como puede verse, se atacaron otros objetivos además de Pearl Harbor
  • La Batalla del Mar del Coral, 7 y 8 mayo de 1942: fue la primera batalla aeronaval en la que dos flotas lucharon sin verse físicamente. Para los americanos fue un empate, y para los japoneses una victoria. Ambas flotas perdieron un portaaviones. Pero como dijo el almirante norteamericano Chester Nimitz, "cambiando portaaviones por portaaviones no vamos a ganar esta guerra". Efectivamente, las fuerzas japonesas eran tremendamente superiores a las americanas, y mientras no se terminaran los nuevos portaaviones, sólo cuatro portaaviones eran una barrera entre el Imperio Japonés y la Costa Oeste de Estados Unidos, tres si se tiene en cuenta el perdido en esta batalla. Esta batalla se produjo gracias al servicio de inteligencia americano, que pudo descrifrar el interés japonés por atacar Port Moresby, una importante base en Australia. El éxito americano se explica porque se consiguió evitar dicha invasión, y las fuerzas japonesas tuvieron que retroceder a sus posiciones anteriores. Los portaaviones americanos CV-2 Lexington y el Yorktown tomaron parte en la batalla, perdiendo el primero y quedando gravemente dañado el segundo. Precisamente el Yorktown iba a ser una pieza clave en la posterior batalla de Midway. Los japoneses lo consideraban fuera de combate, pero se reparó en un tiempo record y pudo participar en la decisiva batalla posterior.
shogo.jpgEl portaaviones ligero japonés Shogo arde fuera de control
  • El ataque de Doolittle, 18 de abril de 1942:  cuando la moral americana estaba completamente por los suelos, y los éxitos japoneses eran constantes mientras Estados Unidos se mantenía a la defensiva, un teniente coronel, James H. Doolitte, lanzó un bombardeo a varios puntos del Japón desde los portaaviones Hornet y escoltado por el Enterprise, usando bombarderos medios B25, que podían despegar a duras penas desde la cubierta de un portaaviones, pero no aterrizar. Estos bombarderos lanzaron unas pocas bombas sobre sus objetivos. Tuvieron muy poco impacto como arma bélica, pero muy alto como elemento moral. También fueron el punto que permitió al almirante japonés Isoroku Yamamoto convencer al Alto Mando Japonés de que el Japón no era invulnerable, y desencadenó la operación para conquistar la isla de Midway y las Aleutianas, de tal modo que sirvieran de puente para atacar Haway y la costa oeste norteamericana. Fue una misión especialmente clave para los acontecimientos que luego se iban a desarrollar, y un ejemplo más de la potencialidad del portaaviones como arma ofensiva, cuando muchos lo veían como simple buque de escolta de acorazados.
h53420.jpgLos voluntarios suben a sus B25 Mitchell en el Hornet, en una misión de altísimo riesgo
  • La Batalla de Midway. 4 a 7 de junio de 1942: esta batalla aeronaval fue el punto por el cual la flota americana comenzó a plantar cara de forma seria a la flota japonesa. El Servicio de Inteligencia Americano logró descifrar el próximo objetivo japonés, conocido como AF, y averiguó que AF era el atolón de Midway, una isla clave para la invasión de Haway. Cuatro portaaviones japoneses se dirigieron para conquistarla al mando de Yamamoto, mientras el almirante Nagumo se dirigía a las islas Aleutianas. El almirante Nimitz se anticipó a la jugada japonesa, y colocó sus portaaviones en el noreste de Midway. De esta forma, quedaban a salvo de los aviones de observación japoneses, y si finalmente la intención de Nagumo era atacar la costa Oeste, estaría en posición de repeler el ataque. Con sólo tres portaaviones, uno de ellos el Yorktown en condiciones precarias, y gracias a una buena táctica y por supuesto a algo de suerte, la armada americana consiguió dejar fuera de combate los cuatro portaaviones japoneses, en una serie de batallas aeronavales que realmente merecen ellas solas un libro. Hay que decir que Estados Unidos realizó muy bien sus acciones estratégicas de combate, pero el conseguir atrapar a los portaaviones japoneses llenos de aviones en cubierta, teniendo a los aviones Zero a nivel de mar porque acababan de derribar varios torpederos, llevó a los aviones de ataque vertical a que pudieran atacar con pocos problemas a los portaaviones, consiguiendo un éxito que ha pasado a la historia. Esta historia, que se escribe con el arrojo de los oficiales al mando, tuvo en consideración la determinación y el cuidado americano para dar la victoria a estos, pero nadie debe engañarse: la superior fuerza japonesa hubiese podido barrer a los americanos si hubiesen sospechado por un momento que los portaaviones estaban en esa posición. Esta información no se consiguió hasta muy tarde, porque precisamente el avión japonés de reconocimiento que descubrió la flota americana tenía averiada la radio. Estas son las paradojas de la guerra, y en este caso, posiblemente cambió el curso de la contienda en el Pacífico de una forma que el Imperio Japonés no podría recuperar.
g451086.jpgEl atolón de Midway. Estas pequeñas islas del Pacífico, que se contaban por miles, eran muchas veces terribles campos de batalla en miniatura
g17054.jpgMuy conocida foto de unos bombarderos SBD Dauntless atacando a la flota japonesa
  • Guadalcanal, agosto de 1942 a febrero de 1943: la isla de Guadalcanal, dentro de las islas Salomon,  fue tomada por los japoneses, una vez más, como elemento estratégico para poder realizar acciones ofensivas. Fue luego recuperada por los marines, que terminaron de construir el vital aeropuerto de la isla, que serviría de base para distintas acciones aéreas. Las batallas aeronavales y terrestres en Guadalcanal fueron un preludio de los terribles combates isla por isla que se verían luego a lo largo de todo el Pacífico, con el almirante Nimitz y el general MacArthur recuperando cada trozo de tierra en pos del Japón. En Guadalcanal los japoneses invirtieron grandes masas de hombres y material, que fueron siempre rechazadas por los marines americanos, muchas veces con la ayuda de la fuerza áerea mediante novedosas tácticas de ataque llamadas CAS (Close Air Support), muy revolucionarias en aquellos días.
guadalcanal_map.gifEste mapa está sacado del juego Battlefield 1942, es un añadido para el mismo En el mismo pueden verse los puntos tácticos principales de la isla
  • Camino del Japón, de 1943 a 1945: en estos dos años, podemos destacar una largúisima serie de combates aéreos, navales, y terrestres, de los que los de Guam o Iwo Jima son claros ejemplos de la durísima lucha que tuvo que realizar el cuerpo de marines de los Estados Unidos, y la feroz resistencia japonesa, que se inmolaba con bombas adosadas al cuerpo cuando se ofrecían como prisioneros, ya que ser tomados como prisioneros era un concepto claramente vergonzoso. Las batallas aéreas, como el la "caza de patos" de las Marianas en 1944, fueron cada vez más sencillas para los pilotos americanos, ya que los nuevos pilotos disponían de aviones generalmente inferiores en capacidades, y su experiencia era muy corta, en ocasiones nula. Sin embargo, aún ser verían grandes batallas aéreas, si bien los bombardeos sistemáticos de los Boeing B29 fueron cerrando cualquier posibilidad para los japoneses, con aviones cuyos elementos de construcción cada vez escaseaban más y más. La toma del Golfo de Leyte y de Manila, en las islas Filipinas, por el general MacArthur, provocó que las líneas de abastecimiento japonesas quedaran totalmente cortadas. Los submarinos americanos realizaron la misión de destrucción masiva que habían tenido los UBoat alemanes y que no habían podido llevar a cabo, y las docenas de nuevos portaaviones americanos y sus nuevos aviones eran una fuerza imparable incluso para los kamikace japoneses. Sin embargo, era muy claro que tomar el Japón iba a costar un gran tiempo y un gran número de bajas, por lo que MacArthur y Nimitz organizaron el mayor desembarco de la historia, muy superior al del Normandía en Europa. En Julio de 1945, todo estaba listo para el comienzo de las operaciones.
iwojima.gifEsta foto de los marines alzando la bandera en el sangriento infierno de Iwo Jima es un clásico en la cultura americana del siglo XX
  • Las Bombas Atómicas, 6 y 9 de agosto de 1945: sin embargo, esa invasión largamente planeada y diseñada nunca se llevaría a cabo. El secreto proyecto llamado Manhattan, cuya finalidad era crear una bomba atómica para ser usada contra Alemania, se volvió inútil cuando este país cayó y se rindió. Sin embargo, el Imperio Japonés seguía ofreciendo una alta resistencia, y se decidió lanzar una bomba de Uranio, llamada Little Boy, y posteriormente otra de Plutonio, llamada Fat Man, sobre Hiroshima y Nagasaki, dos ciudades japonesas. El efecto de estas bombas es doble: por un lado, produjeron casi cien mil muertos en cada caso y secuelas que continúan hasta hoy en día por efectos de la radiación. Por otro lado, provocó la rendición del Imperio Japonés, en la bahía de Tokio, sobre el acorazado Missouri, y frente a delegados militares de todas las fuerzas del Pacífico y Europa, encabezados por el general MacArthur. Las connotaciones del lanzamiento de las bombas atómicas quedan fuera del objetivo de este texto, pero es de honor decir que, como dijo MacArthur, Armaggedon, el fin del mundo, estará cerca si estas armas se usan de forma masiva. Roguemos para que una monstruosidad así no vuelva a ocurrir nunca más en toda la historia de la humanidad.
 
Resumen: estas son algunas notas generales sobre lo que aconteció en el Pacífico. Por supuesto, Internet está lleno de páginas donde se dan toneladas de datos sobre cada uno de estos y otros puntos. Con esta visión general, podremos acercarnos con más información al simulador de Oleg Maddox Pacific Fighters, y entender mejor todas las operaciones que en este producto se narren. Esperamos impacientes su salida, seguros de que tendrá el nivel de calidad al que nos tiene acostumbrados esta desarrolladora.
Elementos fundamentales en la Guerra del Pacífico.
 
A continuación vamos a hacer un somero repaso a los elementos básicos que caracterizaron las diferentes batallas en el Pacífico, entre 1941 y 1945. Esta lista de puntos tiene como finalidad aproximar al lector a lo que fue la contienda en el Pacífico, con actores y escenarios tremendamente distintos de los conocidos en Europa. Téngase en cuenta que existen dos elementos absolutamente básicos, uno totalmente novedoso, y el segundo un clásico. Nos referimos, al mar, y al portaaviones. Pero no son los únicos. Veámoslo en detalle.
  • El mar. El mar ha sido un elemento común en las contiendas de la humanidad desde que se tiene memoria de la historia. La creación de barcos que permitieran el ataque a otros barcos, el abordaje, o el desembarco, son elementos comunes desde los tiempos del Antiguo Egipto. Sin embargo, en la Segunda Guerra Mundial el Océano Pacífico no era el Mediterráneo. Ni siquiera puede compararse la poca solvencia de las antiguas naves egipcias, griegas o romanas, en relación a los buques del siglo XX. El Pacífico es un océano terrible, con unas condiciones extremadamente duras durante muchas horas o días cuando se presentan tremendas borrascas, y la enorme extensión es comparable con un interminable desierto en el mar. Sólo la afortunada salpicadura de cientos de islas permiten una leve esperanza de encontrar tierra cuando un buque, o un avión, se encuentran en apuros. Hoy en día, no existe ese problema, gracias a las avanzadas tecnologías, GPS, radio, etc. Pero en 1941-1945 perderse lo más mínimo podía suponer todo un desastre. Muchos pilotos que no encontraron el rumbo correcto acabaron muriendo en el mar por falta de combustible. La orientación era fundamental, mantener un punto de referencia absolutamente prioritario, y disponer de una guía de algún tipo, la única forma de volver a casa. Precisamente, los pilotos japoneses se pudieron acercar perfectamente a Pearl Harbor y destruir la base americana gracias a las emisiones de una estación de radio de Honolulú, capital de las islas Hawai. Es cierto que los métodos de navegación eran mucho más modernos, y los buques más rápidos y seguros, pero en tiempos de guerra se debía buscar el camuflaje a base de no usar radios ni transitar ciertas rutas que pudieran descubrir una flota frente a un enemigo, por lo que se tomaban rutas poco conocidas y que podían ocasionar desastres por problemas de orientación.
japaneseflag.jpgEl Sol Naciente, el Estandarte de Batalla del Imperio Japonés
  • El portaaviones. El segundo elemento a tener en cuenta es un nuevo buque, propio e inimaginable antes del siglo XX. El portaaviones es en sus principios un crucero pesado o un acorazado al que no se le ha colocado la superestructura que se encuentra en otros buques, dejando prácticamente una cubierta plana, con un pequeño castillo en la parte derecha, donde se coloca el puente del portaaviones, y que recibe el nombre de "isla", ya que efectivamente se asemeja a una isla en un mar. Los primeros intentos de despegue y aterrizaje dan paso en los años veinte a los primeros desarrollos en los que ya no se trata de un barco reconvertido, sino de una estructura propia. Las dificultades de aterrizaje (el despegue era relativamente sencillo) fueron solucionadas con ingeniosas técnicas, incluyendo un gancho en la parte inferior para el apontaje (nombre que recibe el aterrizaje en un portaaviones). De hecho, el apontaje no es más que una colisión controlada en cubierta, y como tal se trata. El ángulo del avión en su descenso es mucho más acusado de lo normal, y el tren del avión debe estar especialmente reforzado. Las primeras cubiertas de madera tuvieron que dar paso a otras de acero para soportar la enorme presión del contacto de los aviones, así como evitar el peligro de incendios.
cv-6enterprise.jpgEl CV-6 Enterprise tuvo un papel destacado en las victorias aeronavales americanas
El portaaviones es hoy en día un elemento fundamental en una flota que tenga un marcado carácter ofensivo. Países que basan su estrategia en la defensa, como Alemania en la actualidad, disponen de una marina con aviones de combate, pero cuyos elementos se encuentran en tierra firme. Nadie duda que un par de portaaviones y su escolta son, actualmente, una temible fuerza disuasoria. Sin embargo, en 1940 y 1941 esto no estaba en absoluto tan claro. Hasta entonces, el rey del mar había sido, desde finales del siglo XIX, otro buque: el acorazado. Este buque, con cañones tremendamente poderosos, y con desplazamientos de 30000 ó 40000 toneladas, armados con cañones de hasta catorce, dieciséis, o incluso dieciocho pulgadas, podían barrer a otros barcos desde una distancia segura y con una grandísima precisión. Era evidente entonces que una flota de acorazados de este tipo, apoyados por cruceros pesados, cruceros ligeros, y destructores, además de algunos submarinos rápidos de escolta, podían significar un puño de acero en cualquier punto del mar. Los acorazados japoneses construidos a finales de los años treinta, como el Yamato, al que muchos japoneses consideraban insumergible, eran de una potencia brutal para la época. Estos acorazados contravenían por supuesto todas las normas sobre limitación de tonelaje en buques que se habían impuesto tras la Primera Guerra Mundial, y era un claro signo del aspecto ofensivo de la Armada Japonesa. Pero algunos altos oficiales no tenían tan claro que fuese el acorazado el punto vital de las flotas de los años cuarenta. Algunos, como el almirante japonés Isoroku Yamamoto, veían en el portaaviones el nuevo rey del mar. Así lo hizo constar en sus informes al Alto Mando del Imperio Japonés, y se granjeó por ello grandes enemigos que intentaron acabar incluso con su vida. La Armada Japonesa estaba dividida entre el concepto clásico del acorazado, frente al nuevo concepto de portaaviones como arma ofensiva. Sí se entendía que el portaaviones era necesario y útil, pero no como elemento ofensivo fundamental, sino como elemento de escolta del resto de buques, o para tareas secundarias de reconocimiento.
En la Marina Norteamericana, la sensación con el portaaviones era aproximadamente la misma. La Primera Guerra Mundial no permitió ver el potencial del portaaviones, y en 1940 las teorías sobre este nuevo arma eran eso, teorías, frente a la clara potencia ya demostrada de los acorazados. Sin embargo, la batalla en Europa comenzaba a dejar entrever el potencial del portaaviones en las tácticas del combate naval. En el mismo año de 1940, unos viejos biplanos ingleses Gloster Gladiator, armados con torpedos, atacaron el puerto italiano de Tarento, muy parecido en su estructura al de Pearl Harbor, produciendo graves daños en varias unidades allí fondeadas. Estos aviones habían atacado por sorpresa, lanzando sus torpedos modificados para no impactar en el fondo del puerto, y tuvieron un gran efecto destructor. Los japoneses que apoyaban la capacidad de las nuevas operaciones aeronavales, tomaron buena nota de este evento, y fue uno de los puntos en los que se basó el posterior ataque a Pearl Harbor, el 7 de diciembre de 1941. Este ataque sorpresa, además de meter de lleno a Estados Unidos en la guerra, demostró que el portaaviones era un arma ofensiva de un poder muy superior al de los acorazados. Mediante el envío de aviones, un portaaviones puede, fuera completamente de cualquier rango del mejor cañón, poner en aprietos a la mejor flota. Desde ese momento empezó a quedar claro que los portaaviones iban a ser los nuevos reyes del mar, y los Estados Unidos, casualmente, no perdieron ninguno en aquella acción japonesa del siete de diciembre, porque habían salido a alta mar en distintas operaciones, quedando en el puerto los acorazados, que por ser más lentos no se estimó conveniente que los acompañaran. Mucho se ha especulado sobre la verdadera intención de sacar los portaaviones y dejar otros barcos en aquel puerto, definido por muchos como una ratonera, pero nunca se ha podido demostrar que hubiese intencionalidad. En todo caso, el ataque japonés era conocido, pero el Alto Mando y el gobierno del presidente Roosvelt no podían imaginar que iba a ser en Hawai, siendo otros puntos mucho más probables. Con todo, se cometieron tremendos errores que provocaron ceses fulminantes, una reorganización completa, y un cambio de estrategia fundamental. En la batalla del Mar del Coral, en abril de 1942, se produjo el primer combate de la historia en que cada una de las flotas nunca vio físicamente a la otra, y en la Batalla de Midway, en junio de 1942, la balanza comenzó a inclinarse del lado americano, gracias a la astucia norteamericana, a haber descifrado el código japonés, y por supuesto, a una buena ración de suerte.
En esa época la construcción de portaaviones se convierte en un objetivo prioritario, siendo cada vez más grandes y mejor equipados, permitiendo el vuelo de aviones también más grandes y poderosos, como el impresionante Vought F4U Corsair, uno de los mejores aviones del Pacífico, sino el mejor. Hacia el final de la guerra, los japoneses lanzan voluntariamente sus aviones contra los portaaviones norteamericanos, en acciones llamadas Kamikace "viento divino", lo cual tiene un profundo impacto moral pero muy poco físico en la poderosa flota norteamericana. La evolución continuó hasta el día de hoy, donde portaaviones como el reciente Ronald Reagan, de 90.000 toneladas, son inmensas ciudades flotantes.

  • El avión de la marina. El tercer elemento a tener en cuenta es el avión, en todas sus variantes, caza, cazabombardero, bombardero en picado, bombardero a nivel con bombas (a baja o gran altura) y/o torpedos, y avión de observación y vigilancia. Las personas que comienzan a interesarse por la aviación, y en concreto por esta época, no suelen distinguir entre los aviones del Pacífico y los de Europa, y aparecen preguntas muy lógicas como por qué no se usaron indistintamente aviones de un teatro de operaciones en el otro, y viceversa. La explicación es bastante compleja. De hecho, los aviones del Pacífico sí intervinieron en las batallas en Europa, y también se dio el caso contrario. Pero ambos teatros eran radicalmente distintos, y como tal, ciertos tipos de aviones se adecuaban mejor a unos escenarios que a otros. Además, hay que tener en cuenta que la marina norteamericana y la japonesa disponían de sus propios aviones, distintos de los basados en tierra, y diseñados específicamente para operar en portaaviones. Estas características, que les aventajaban en escenarios marítimos, podían volverse en contra en escenarios terrestres. El caso del Zero japonés es un ejemplo de un tremendo caza de la Marina Imperial Japonesa, en su momento el mejor caza embarcado y probablemente el mejor caza japonés, que luego se vio superado por otros aviones japoneses basados en tierra. Llevar estos aviones diseñados para tierra a un portaaviones podría parecer sencillo, pero en realidad es considerablemente complejo. Otro caso es el F4U Corsair, que se diseñó para operar en portaaviones, pero tuvo que operar en tierra ya que no se adaptaba bien a las operaciones embarcadas de los primeros navíos, y no fue hasta que se diseñaron pistas más largas y mejor equipadas cuando el Corsair pudo operar en portaaviones de forma correcta. Otro ejemplo es el Spitfire inglés, que se adaptó específicamente a las operaciones embarcadas con un nuevo nombre, el Seafire, dejando bien claro que se trataba de un avión distinto, preparado para poder operar en el mar y sobre un navío. Y no podemos dejar de mencionar los aviones torpederos, que fueron devastadores contra las flotas. En este punto, los japoneses eran sin duda superiores en tácticas y en armamento a los americanos. Los torpedos japoneses tenían una tasa de fallos muy inferior a la de los americanos, los cuales veían cómo en muchas ocasiones sus torpedos simplemente no estallaban, o lo hacían mucho antes de impactar en el blanco. El problema del detonador magnético, clave del problema, tardó mucho tiempo en ser admitido por el Alto Mando de los Estados Unidos, y era muy común, en los primeros torpedos, desactivar manualmente el detonador magnético de los torpedos, dejando únicamente el detonador de contacto. Recordemos que este detonador magnético era un invento basado en detonar al detectar el campo magnético del casco de un barco, momento en el cual explotaba aunque no impactase directamente. Muy buena idea, pero mal llevada a cabo. Curiosamente, los americanos sufrieron este problema en 1942 y 1943, cuando ya a los alemanes y sus UBoat les había ocurrido lo mismo en 1940 y 1941, problema que era por todos conocido. Como suele decirse, no se escarmienta en cabeza ajena.
hellcat.jpgGrumman F4F Wildcat, inferior al japonés Zero, pero fuertemente blindado
  • La escolta y los combates navales. En todos estos aspectos, y una vez ha quedado claro el predominante papel del portaaviones en el Pacífico, cabría preguntarse qué papel nuevo iba a jugar el resto de buques. Simplemente, un papel fundamental, pero con actores cambiados. El portaaviones no solía ir escoltado de acorazados, ya que estos eran más lentos y no permitían al portaaviones desplazarse con su velocidad de crucero. Sí escoltaba al portaaviones una dotación de barcos con roles en general muy concretos. El crucero de escolta era normalmente un crucero pesado pero ágil, o bien ligero pero con armamento pesado. Estos cruceros eran la última barrera a cruzar antes de llegar a los desprotegidos portaaviones. La anterior barrera solía estar formada por un grupo de destructores y destructores de escolta, que en ocasiones eran verdaderas nubes de cañones antiaéreos, dispuestos a derribar cualquier avión que se atreviese a acercarse. En una línea más externa, los submarinos oteaban y estaban atentos a cualquier posibilidad de aparición de submarinos japoneses, papel que los destructores también realizaban si era necesario. Y la línea más externa estaba formada por los grupos de caza de los mismos portaaviones, dispuestos en cualquier momento a despegar para interceptar a los aviones enemigos, o bien dispuestos ya en el aire como patrullas. Una última línea podía consistir, además, en aviones de reconocimiento, que en aquella época no eran más que bombarderos cargados de combustible para otear las áreas por donde era previsible la llegada de la flota enemiga y sus aviones. Estos grupos de combate, conocidos en inglés como Task Force, eran agrupaciones completamente inseparables. Por supuesto, también se dieron casos de combinaciones de portaaviones y acorazados, pero más como elementos defensivos que ofensivos. El acorazado seguía siendo una poderosa arma, aunque su ocaso estaba cerca. Tras la guerra, nuevas embarcaciones ligeras pero poderosamente armadas, como las corbetas y las fragatas, iban a convertirse en elementos fundamentales de una flota. El famoso acorazado Missouri fue el último superviviente de aquella época. El buque que vio la firma de rendición del Imperio Japonés en su cubierta frente al General MacArthur, fue también el que primero abrió fuego en la Guerra del Golfo de 1991, para ser finalmente retirado en 1992. Ya no hay sitio para el acorazado. El buque que iba a ser la bandera del siglo XX, acabó convertido en un objeto de poder pero carente de calidad en combate. El portaaviones ha ocupado su lugar.
wildcat.jpgGrumman F6F Hellcat, evolución del Wildcat, y superior al Zero en muchos aspectos
  • Combate terrestre y fuerzas anfibias. Como complemento a las fuerzas terrestres, los Estados Unidos desarrollaron unidades anfibias, cuyos soldados se dieron a conocer como marines. Al contrario de lo que se cree, los marines no existían antes de la Segunda Guerra Mundial como cuerpo, y fueron preparados y entrenados específicamente para luchar en las durísimas condiciones del Pacífico. Realizaron su trabajo con mucha precisión, si bien se seguía usando mucho en aquella época el concepto de "masa" por el cual la conquista de un objetivo se lograba a base de insuflar tropas en ataques frontales, algo que actualmente está completamente en desuso. La combinación de fuerzas anfibias y fuerzas terrestres dieron a los americanos la flexibilidad suficiente para adaptarse a las situaciones que constantemente se les presentaban, siendo los marines los encargados de allanar el terreno a otras tropas. Fueron en muchos aspectos las primera tropas de élite.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En resumen, tenemos una nueva oportunidad, mediante el próximo simulador de Maddox, para acercarnos a todo lo que fue la Guerra del Pacífico. Operaciones embarcadas que darán mucho juego (nunca mejor dicho), y aviones muy distintos a sus homónimos europeos, garantizan disfrute y muy buenos ratos de diversión. Eso sí, que todo quede en el monitor de un PC, porque aquellos años fueron una experiencia monstruosa y terrible que esperemos nunca más se vuelva a producir, por el bien de todos, sean japoneses, americanos, o de cualquier otra parte del mundo. Puedes ver información sobre este simulador en su Web Oficial.

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