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Objetivo Spanair.


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Sí queremos llamar la atención sobre el patético circo mediático que, desde pocas horas después del accidente, se ha convertido en una de las mayores vergüenzas y en comportamientos absolutamente alejados del respeto que se debe dar a las familias de los fallecidos, así como a las investigaciones oficiales. Investigaciones que han servido, también, para generar todo tipo de filtraciones a la prensa, en un escándalo de proporciones bíblicas.Las opiniones gratuitas, absurdas, y muchas veces interesadas, de varios medios de comunicación, y los comentarios de personas en medios escritos y en televisión, en donde se han arrojado todo tipo de ideas sin ningún sentido y sin otro criterio que el sensacionalismo y el obtener ventas rápidas y un buen “share”, provocan la indignación de cualquier persona con un mínimo sentido común. Si además esos comentarios son escuchados por profesionales de la Aeronáutica, la sensación de bochorno y de vergüenza ajena es total y completa.En todo este maremagnum de despropósitos, información desvirtuada o directamente falsa, intereses de todo tipo, y mucha desinformación amplificada con datos absurdos, quisiéramos destacar los tremendos, injustos, y durísimos ataques a una compañía seria y de prestigio como es Spanair. Esta compañía, que lleva años realizando su trabajo de forma digna y profesional, y que, como todos sabemos, sufre desgraciadamente de problemas económicos y de gestión (como ocurre con otras en circunstancias similares), ha sido siempre y es en la actualidad un referente y modelo de cómo se ha de gestionar técnicamente una empresa. Y no es una opinión personal, ni interesada; Spanair ha obtenido siempre resultados muy positivos y muy buenas referencias en todo tipo de exámenes de sus procedimientos y actuaciones a lo largo de muchos años en exámenes a nivel nacional y europeo.Por ello, es lamentable que una empresa cuyas cotas de satisfacción, seriedad y trabajo sean ejemplares, esté en el punto de mira indiscriminado de unos cuantos medios de comunicación que, sin que se hubiesen ni siquiera las pruebas y exámenes del siniestro, comenzaran a cargar ya contra la compañía. Las excusas buscadas, como que la aeronave previamente había tenido que volver por un fallo menor, es una muestra del desconocimiento absoluto de las operaciones aéreas de una aeronave comercial. El problema de fondo es comparar un avión con un coche, como han hecho algunos, o hablar de la antigüedad de la nave, cuando estaba en la fase media de su vida operativa, o de que iba a ser retirado, cuando el motivo era el consumo excesivo frente a aviones más modernos. Estos, y otros despropósitos, han sido usados, manipulados, tergiversados, y utilizados contra Spanair de forma sistemática e inexorable, buscando un descrédito absurdo y que obedece a no sé sabe qué intereses. Todas las compañías aéreas tienen fallos en sus aeronaves. Todas las compañías tienen que volver al aeropuerto origen de vez en cuando con alguno de sus aviones. Todas las compañías tienen problemas técnicos y humanos. Y todas las compañías saben el riesgo que supone dejar de lado la seguridad en pos del beneficio.Ahora bien, es evidente que cada compañía afronta estos asuntos de muy distinta manera. Conocemos el caso de un comandante de Iberia que fue despedido por negarse a volar en un avión que, según su criterio como piloto profesional, no podía despegar. Es cierto, es un caso importante y que debe analizarse. También es cierto que, ante la menor duda de sobrepresión a los pilotos para que vuelen en aeronaves que quizás no han pasado todos los controles, debe denunciarse la situación, por muy grave, y actuarse sin demora. Todo eso es sin duda importante, y nadie va a negarlo.Pero aquí no se habla de una investigación de los sistemas de control y de seguridad de la aviación comercial española. En este asunto no se está tratando qué situaciones potencialmente peligrosas se puedan estar dando. Aquí se habla de un vuelo concreto, que ha terminado en un siniestro con la lamentable pérdida de 154 vidas humanas. Es importante tenerlo muy en cuenta.Y es importante porque, al parecer, Spanair es la única en el objetivo de una supuesta investigación sobre seguridad aérea. ¿Y el resto de compañías? ¿Y los fabricantes? ¿Y los procedimientos usados? ¿Quién va a investigar todos esos elementos de una forma firme, con expertos asesores profesionales, independientes, y con conocimientos contrastados, y, sobre todo, sin influencias externas políticas, comerciales, o, en general interesadas?Porque, al desastre del vuelo de Spanair, hay que sumar el desastre de la Comisión de Investigación y sus constantes filtraciones. ¿Quién se responsabiliza de ello? ¿Quién dimite por haberse dado tales filtraciones? ¿Quién da un paso al frente y reconoce que el proceso de fuga constante de información es un disparate que requiere su propia investigación y depuración de responsabilidades?Claro que aquí no son pilotos los presuntos implicados, y, por lo tanto, estamos hablando de “palabras mayores”. A un piloto se le puede machacar, exigir, y despedir sin problemas. Incluso a una línea aérea privada, aunque ello conlleve miles de despidos y un tremendo efecto económico y social. Pero, cuando elevamos el rango a otros niveles, entonces comienza a mirarse a otro lado, porque podrían comenzar a surgir implicaciones no carentes de importantes responsabilidades. ¿Quién va a investigar las fugas? El documento del informe preliminar ha sido publicado y no ha aportado prácticamente nada, porque prácticamente todo había sido ya conocido anteriormente. Ahora, de forma tímida, parece que empieza a intuirse que el responsable presunto del siniestro, si es que lo ha habido, no sería Spanair, sino el fabricante, McDonnell Douglas, y, por lo tanto, Boeing como actual propietaria. Si esto fuese así, el daño a Spanair ya estaría hecho. ¿Quién va a responder por haber hundido entonces el nombre de Spanair? Nadie, por supuesto. En este país, las acusaciones se disparan a la misma velocidad con la que se esconde la mano. Las ventas ya se han conseguido. Los accesos ya están en el contador. El share de pantalla ya está logrado. El objetivo se ha cubierto. Ahora, lo que pase con Spanair no importa, ha servido a los propósitos interesados y comerciales, y quizás presuntamente de otro tipo, de entidades que han usado este asunto para su propio beneficio.Pero, curiosamente, no pasa nada. Ahora toca la crisis, tema importante sin duda, y esto de Spanair ya está pasado de moda. Los aviones siguen volando y Spanair queda en la memoria colectiva como una compañía que no cumple sus obligaciones, bajando remarcadamente su nivel de ventas en un momento crítico de su historia. ¿A quién le importa? Al parecer a nadie. Se necesitaba, como ocurre siempre, un chivo expiatorio, y Spanair y su delicada situación eran perfectos. Un blanco fácil y sin defensas. En este país puede que la aviación comercial no sea perfecta, y si no lo es, debe mejorarse. Eso es indudable. Que puedan establecerse nuevos protocolos de seguridad para evitar que los pilotos vuelen en aeronaves que salen por imperativos económicos es muy importante, sin duda. Pero, una cosa es cierta: si una investigación que debe ser independiente, eficaz, y contrastada, se ve contaminada por los medios de comunicación, que en aras de la libertad de expresión liberan información distorsionada, llena de errores e interpretaciones sin ninguna base técnica, y si además se reconoce que las fugas en la preparación del informe vienen de estamentos de gran nivel que no hacen nada para evitarlo, contaminando más el panorama informativo y promoviendo más la especulación, estamos ante otro desastre de unas dimensiones importantísimas y muy preocupantes.Para finalizar, deseamos desde aquí que se depuren las presuntas responsabilidades de cada uno en este asunto, es evidente y es algo totalmente necesario para las familias que han perdido a sus seres queridos. Ellos no podrán recuperarlos, pero tienen al menos el derecho a saber la verdad y a conocer cada detalle de lo sucedido. Lamentablemente esto lleva tiempo, y requiere un trabajo serio y responsable. Esperemos que este trabajo de investigación pueda, de una forma definitiva, aportar todos los datos, conocer toda la verdad, y luego, si procede, asumir las consecuencias que pudieran derivarse de la investigación. Todo lo demás es una pérdida de tiempo y un daño a las familias totalmente innecesario y, además, muy cruel para con su dolor. Y, una vez terminadas las investigaciones y aclarados los por qués de todas las incongruencias habidas en este caso, no estaría mal abrir otra investigación para depurar presuntas responsabilidades en la tergiversación y manipulación de datos que ha habido con el vuelo de Spanair y con la propia compañía, así como con la investigación. ¿Quién va a responder por todo ello? Esperamos una respuesta.


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