Hace ya tiempo que en los foros y reuniones de aficionados a la simulación se habla, se oye, se comenta, la necesidad de llevar esta actividad más allá de lo que es hoy. Por supuesto, en primer lugar tendríamos que definir qué es hoy la simulación, algo no tan sencillo. En todo caso, y en nuestro país, es una actividad menor, sin valor de interés para grupos de distribución y de desarrollo en su gran mayoría, con poca actividad, menor promoción, y que vive entre dos mundos, el del videojuego, que ya no le presta caso, y el de la aeronáutica, que en general considera no merece la pena tener en cuenta esta actividad. Sin embargo, un pequeño grupo de irreductibles galos, perdón, hispanos, resisten a las hordas de la actividad basada en los tiros del hyperlobby y del vuelo de veinte minutos empezando en el aire y con munición infinita.Se organizan actividades, pero son pocas, dispersas, y, en general, los diferentes grupos de simulación viven unos a espaldas de otros, en sus propios reinos de taifas, aislados del mundanal ruído, sin saber qué hace el de al lado, y sin importarle demasiado. Cada cual barre su casa y la fuerza del trabajo en equipo son sólo palabras al viento. Se establecen algunas asociaciones que realizan actividades de gran interés por su contenido y temática, pero a las que acuden cuatro gatos mal contados, que además no se publicitan por parte de terceros en general.También se organizan actividades oficiales legalmente regladas y que son y están a la altura de cualquier otra competición, pero en muchos casos estos campeonatos no son entendidos o compartidos, ni tienen imitación por parte de otros. Muchos lo ven como una vulneración del habitual sarao de tiros virtuales en cielos plagados de aviones en combates todos contra todos, donde ahora juegan al Quake, mañana al Age of Empires, y pasado al IL2. Otros se toman muy en serio sus actividades aeronáuticas, pero no disponen ni ofrecen de los mecanismos para ampliar su oferta a nuevos candidatos. Otros, simplemente pasan por la historia de la simulación ofreciendo medallas y premios y ascensos a aquellos que mejor obedecen órdenes.
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Seamos serios. Y seamos sinceros. La simulación en España es, en general, un auténtico desastre. Una continua guerra de guerrillas, alianzas, contraataques, y ataques por la espalda. Por supuesto, también se logran éxitos que se pueden considerar importantes, como por ejemplo el Área de Campus Party, que cada vez reúne a más aficionados. Es un ejemplo a seguir. Pero, como dice el viejo y sabio refrán, una flor no hace primavera. En España tendrían que aparecer muchos ejemplos similares, quizás no de tanto renombre, pero sí conocidos en la ciudad, en la provincia, en la comunidad... Otro ejemplo es interesante es la organización escrupulosa de los campeonatos de vuelo virtual de Cataluña, gestionados entre otros por la Federación de Aviación de Cataluña, que se ha tomado en serio esta disciplina, mucho más que muchos aficionados, y que a cambio recibe menos apoyo que la que tendría Groucho Marx en una reunión de filósofos, y la comparativa no es gratuita.¿Qué está pasando? El que escribe estas líneas ha visto, y ve, guerras constantemente y desde hace muchos años, entre diferentes ideas que tratan de imponerse, cuando, en la mayor parte de los casos, son válidas todas ellas. Absurdas guerras de influencias y de intereses que destrozan cualquier oportunidad de convertir la simulación, o como algunos la llamamos, el vuelo virtual, en algo serio, con proyección, con un futuro de actividades competentes y reconocidas. Guerras que han mermado la moral de personas muy comprometidas con este mundo de aviones virtuales, gente que se han dejado muchas veces la piel y la ilusión en crear un mundo virtual para los demás y que a cambio no han conseguido otra cosa que frustración y rechazo. Pérdidas irreparables en muchos casos que asfixian la posibilidad de crear un futuro para nuestro hobby que tanto nos gusta y con el que tanto hemos disfrutado.Se hace difícil trabajar en proyectos y nuevas ideas en estas condiciones. Se hace difícil pensar en cualquier futuro. Cada grupo, replegado en sus fronteras, sin contacto con el exterior, crea su propio mundo y es ajeno a todo lo que ocurre fuera. Hace poco se han llevado a cabo actividades de simulación en un hospital que hubiese merecido el reconocimiento de todos los aficionados. Pero nadie se ha enterado, excepto unos pocos, de esas actividades. Poco se puede aprender, y menos tratar de mejorar, las actividades de interés para el gran público, cuando no se conoce lo que hacen los demás, ni mucho menos importa.El gran público, esa masa de gente que quiere aprender a volar pero no sabe cómo, es la gran perjudicada. Muchos aficionados ni siquiera saben que existe un mundo de simulación en España, parece, casi, un secreto similar al Santo Grial, escondido entre millones de páginas en Internet. Casi como si fuese malo o peligroso darse a conocer. Como si el establecer nuevos contactos, desarrollar nuevas ideas, y crear nuevas oportunidades, fuese un Pecado Capital que debe ser evitado a toda costa.El que está quieto, está muerto. Esto se aplica a todo en la vida, y la afición de la simulación no lo es menos. El éxito de una página de simulación no se debe medir por sus visitas, ni por sus artículos, ni por su documentación técnica o vídeos maravillosos. Una página de simulación se mide, exactamente, por las mismas razones que dan éxito a cualquier otra actividad humana: personas, participación, ideas, y proyectos. Son estos cuatro elementos, estas cuatro bases, las que permiten que una web de simulación, o una cafetería, salgan adelante. No se trata de cantidad, no; se trata de calidad. No se trata de tener cien mil personas inscritas. No se trata de cien mil posts al día. No se trata de que cada cual escriba su idea. Y no se trata de montar proyectos faraónicos. Se trata, simple y llanamente, de crear e innovar cada día. Pueden ser tres o cuatro personas, nada más. Pueden crear un pequeño proyecto que involucre un pequeño esfuerzo. Donde reside el éxito es en la idea, y en la forma de llevarla a cabo. Ni los grandes números ni las grandes ideas hacen grande a nada ni a nadie. Lo que hace grande a un grupo es la colaboración diaria en llevar una idea adelante y convertirla en un proyecto de interés para todos, fomentando la participación, la innovación, y abriendo las puertas a los demás para que puedan entrar y hacer que el proyecto crezca un poco diariamente. Como dice aquel otro refrán, el hombre que crea una montaña, empieza apartando piedras.Puede que este discurso suene baldío a oídos de muchos, pero no hay más camino que el que se recorre, hablar no lleva a ningún lado, el esfuerzo, el interés, y la colaboración sí crean futuro. Y la unión crea un futuro más prometedor.Se suele decir que es la idiosincracia de los españoles. No tiene por qué ser así. Es romper con un estilo y una forma de hacer las cosas anticuada y obsoleta. Es abrir las puertas para que se despeje la habitación caduca y envejecida de la simulación en España, y dejar que nuevas corrientes y nuevas ideas reemplacen modelos totalmente pasados de moda y que no ofrecen nada ya hoy en día.Veremos. La esperanza es lo último que se pierde. Pero tienen que cambiar muchas cosas, demasiadas pérdidas hemos tenido ya en personas, en ideas, en imaginación, que se han ido por las absurdas guerras que han vaciado este mundo de la simulación de cualquier futuro prometedor. Hora es ya de dar paso a una nueva forma de ver y de hacer las cosas. Es posible. Es muy difícil sin duda, primero hay que enterrar bien hondo toda la basura del pasado, borrar y empezar de nuevo la cuenta. ¿Quién está dispuesto a hacerlo? Va por la simulación, que, al fin y al cabo, es lo que nos mueve a estar horas y horas disfrutando. Merece la pena intentarlo, aunque, como dijo aquel, "hazlo, o no lo hagas, pero no lo intentes". En nuestro caso, vamos a hacerlo. Y sin duda en ello pondremos todo nuestro empeño.
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