Fui de los afortunados en entrar en el rol de vuelo de última hora y decir que disfruté muuuuucho de la misión.
1.- Despegue desde una cubierta naval. Después de tres intentos, salí con el armamento rebajado a 2.000 libras de bombas nada más . De verdad, no es fácil incluso bajo los consejos de los más veteranos. La destreza del primer B-25 y con 3.000 de carga es digna de los mismísimos dioses aéreos.
2.- Vuelo a ras sobre el mar. Vuelo coordinado sobre una superficie uniforme, monótona, sin apenas referencias y visibilidad reducida por la bruma, con los compañeros de vuelo casi como único atractivo visual... Una delicia para fanáticos de la navegación aérea.
3.- Rigurosa gestión del motor. Llegar de regreso a los portaaviones de despegue requiere olvidarse de cabriolas y demás gracias aéreas. Tener tres galones menos de combustible que otro compañero es suficiente para que los motores se paren en plena senda de planeo y no se llegue a la cubierta con el bombardero controlado, como así ocurrió.
4.- Otro aspecto que me sorprendió y valoro enormemente, fue la disciplina de comunicaciones y de órdenes de vuelo de los líderes a las dos escuadrillas de la misión.
Se nota el trabajo en equipo. Como ya se ha dicho por aquí, no apto para los aficionados a las tanganas. Comparto mi enhorabuena a los creadores de la misión: Chula-chula.
Saludos y contad conmigo para la próxima.
PD: Para la siguiente, tendré configurado el estabilizador automático de profundidad para no estrellarme contra las olas mientras consulto en el listado de controles.