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El superviviente del Pacífico (Le survivant du Pacifique)


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Unos 40 bombarderos bimotores japoneses, escoltados por cazas, llegaron encima de Guadalcanal a primera hora de la tarde del 8. Atacaron a baja altura y sufrieron duras pérdidas. Los transportes se había alejado de la orilla y maniobraban bajo el bombardeo. Uno fue hundido, otro incendiado. En el curso de este ataque, el destructor Jarvis recibió una bomba que atravesó su casco, pero sin dañar sus máquinas. Se decidió enviarle a Noumea para reparaciones, acompañado de otro destructor, el Hovey. Aquel navegó por el estrecho de Lengo, al norte de Guadalcanal y rodeó el cabo de Esperanza, y se perdió de vista. El Hovey seguía su estela. Cuando este hubo doblado el cabo a su vez, su tripulación no vió más que la superficie del mar. En un minuto, el Jarvis había desaparecido. Nunca se supo qué pasó.

 

 

El desembarco en Guadalcanal había costado: 1 transporte incendiado y hundido, 1 destructor hundido, 22 aviones derribados. El mando americano estimaba que las pérdidas en vidas humanas habían sido menos considerables de que lo que se temió. Aparte de los muertos de los aviones abatidos y de los barcos hundidos, los americanos no habían perdido sobre las playas y en la jungla más que 108 de los suyos (100 hombres, 8 oficiales); 140, de los cuales 7 oficiales, resultaron gravemente heridos. En efecto era muy poco, contemplanndo el salvajismo de los combates de la noche; pero estas matanzas feroces no habían sido llevadas a cabo más que por pequeños grupos de hombres, que aunque combatieron como demonios, no era menos verdad que habían sido atacados con una superioridad aplastante de medios materiales. Habían tenido alrededor de 1500 muertos, 23 capturados, de los cuales la mayoría, 20, heridos. Más las tripulaciones de los aviones abatidos.

 

"A pesar de las pesadas pérdidas sufridas por el enemigo, escribió el almirante Ernest J. King, se podían esperar nuevas operaciones contra nuestros barcos, sea por navíos de superficie, sea por aviones provenientes de la isla de Stª Isabel. En este momento bastante crítico, nuestros portaviones debieron retirarse para tomar combustible. Debimos tomar la decisión de retirar nuestros portaviones por dos razones además: los japoneses habían dado prueba de una considerable potencia aérea, por una parte; de la otra, sospechábamos la presencia de submarinos enemigos en los parajes y no teníamos ninguna gana de exponer a nuestros portaviones". Fue Fletcher quien tomó la decisión de retirar los portaviones. Telegrafió a Ghormley a Noumea de que "en razón del número considerable y creciente de bombarderos enemigos en los alrededores, recomendaba que la fuerza de sostén aéreo fuera retirada". Ghormley aprobó. Fletcher dió enseguida órden a los portaviones y sus "ecrans" de prepararse a zarpar. Un nuevo bombardeo hubiera provocado menos emoción. A medianoche, Turner, jefe de ls Task Force "TARE" (fuerza anfibia), reunió a bordo de un trasporte una conferenciaa la que asistían el almirante británico Crutchley y el gral. de los Marines Vandegrift. Lo poco que se filtró, deja comprender que el apellido de Fletcher no salió muy bien parado. Entonces los portaviones empezaron a zarpar con el acorazado y los 6 cruceros y sus 16 destructores; se sabía que una fuerza naval japonesa salida de Rabaul hacía ruta hacia Guadalcanal. Turner abrió la sesión declarando que en razón de la retirada de los portaviones, la fuerza anfibia quedaba peligrosamente expuesta a los ataques aéreos y que él debía retirar todos los navíos. Vandegrift saltó: las cantidades de material de guerra y de aprovisionamiento desembarcadas sobre las playas de Guadalcanal eran todavía grandemente insuficientes; era de locos re-enviar medio llenos los transportes traídos desde tan lejos con tan grandes esfuerzos. Chruchtley permanecía perplejo. Vandegrift declaró que debía ir a Tulagi para conferenciar con su subordinado, el gral. Rupertus, de los Marines, acerca de "el nuevo e inquietante aspecto de la cuestión". El aspecto era aún mucho más inquietante de lo que pensaba Vandegrift: mientras que se desarrollaba esta conferencia, la fuerza naval japonesa anunciada llegaba (con adelanto sobre el horario previsto) a las aguas de Guadalcanal.

 

 

 

(Veremos que ocurre cuando en noche cerrada llegue esta flota japonesa a las playas de Guadalcanal.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Un grave peligro se cierne sobre los Marines casi recien desembarcados, y prácticamente abandonados a su suerte (mala suerte). Y todo esto en su primer enfrentamiento con tropas aguerridas y temibles sobre todo en la lucha en la selva, assignatura casi desconocida por los hombres de Vandergrift. Veamos cómo se portan esta noche que va a ser muy, muy larga.

Punto y aparte doble.)

 

 

 

Desde la puesta del sol, los cruceros de Crutchley patrullaban como la vísperapara cubrir los trasportes. Se habían divivido en dos grupos: un Grupo Norte y un Grupo Sur; dos destructores patrullaban un poco aoartados. Todas estas patrullas cubrían el espacio situado entre las islas de Guadalcanal y Florida y extendiéndose al noreste de a ambos lados de un islote volcanico llamado Savo. El cielo, cubierto; la anoche, negra. Nadie me impediría consagrar numerosas páginas , con mapas y croquis, a conla descripcion de la batalla de la isla de Savo. Las minuciosas reconstituciones realizadas tras la acción no se correspon den en absoluto con la realidad. Una sola palabra caracteriza exactamente este enfrentamiento nocturno, y es: sorpresa. El lacónico relato del almirante King lo retrata de maravilla: "Hacia la 1h 45 de la mañana, un grupo de cruceros y contratorpederos enemigos penetró en la región sin ser sorprendidos, y ayudados por los cohetes lanzados por aviones, atacó nuestros grupos de protección con cañón y torpedo. Bajo la sorpresa, no pudimos más que responder que debilmente al tiro enemigo. " Algunas líneas del capaitán del capitán de navío japonés Toshikazu Oamae, jefe del estado mayor delcomandante de los cruceros asaltantes, permiitiendo de precisar ráapidamente, si no los detalles, al menos el aspecto del combate. "Poco después de haber pasado Savo, vimos vuestra fuerza Sur de cruceros. Unos dos minutos más tarde, lanzamos nuestros torpedos y abrimos fuego de cañón. Nada más lanzar, caímos sobre la izquierda y divisamos nuestra fuerza Norte. Llegando por la izquierda, nuestra columna se dividió: una división de cruceros pasó a la derecha de la fuerza americana, la otra a su izquierda. Nosotros atacamos enseguida con torpedo y cañón.

 

El Canberra fue alcanzado por 26 obuses y por uno o dos torpedos incluso antes de haber podido poner las piezas a punto. El puente en llamas estaba sembrado de cadáveres; el comandante fue uno de los primeros. En dos minutos la situación del navio fue desesperada. Se hundió en medio de la humareda de sus incendios.

 

El Chicago, justo detrás, iba a abrir fuego contra los aslaltantes del Caanberra cuando el vigía de estribor de la pasarela señaló una estela de torpedo. El Cmte. ordenó: "A la derecha toda¡" Dos torpedos estallaron a babor. Algunos segundos más tarde, otro torpedo alcanzó la proa levantando una columna de agua tan alta como el mástil y arrancando la proa. Un obús cortó la pierna de estribor del mástil antes de que se cayera. Los proyectores del Chicago buscaban aún al agresor invisible. Terriblemente dañado, el Chicago sin embargo no se hundió.

 

 

 

 

(No voy a seguir porque tengo dificultades con el Internet esta noche. A ve si puedo seguir por la mañana. Disculpas)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Arreglado, creo; sigamos con una batalla naval distinta, por lo nocturno, digo. Los japoneses al no estar muy al día en el asunto del Radar, perfeccionaron y mucho la instrucción para combatir por la noche. Cosa que descuidaron los norteamericanos, fiados en exceso , como he dicho, del uso del Radar. Y me da la impresión, que van a despertar precisamente en esta noche y siguientes, pues el "Tokyo Express" les espera. Veamos.

 

Tras un simple Punto y Aparte de anoche.)

 

 

 

El Astoria, atacado al cañón a menos de una milla, tuvo enseguida una torreta fuera de combate y varios incendios a bordo. Todas las conducciones de agua acabaron perforadas. Las municiones de la artillería secundaria explotaban bajo los efectos del calor, haciendo trizas a los hombres alrededor. La tripulación debió abandonar el navío que se hundía. El Quincy, iluminado de repente por varios reflectores japoneses, fue instantáneamente acribillado a obuses. "Se incendió enseguida, cuenta el Cmte. del Vincennes. Le veía quemarse, desde muy cerca, a nuestra izquierda. Viré forzado a la derecha, para alejarme de este brasero. En este momento uno de los destructores o cruceros japoneses nos envió un torpedo, que alcanzó a la sala de calderas nº 1. Un segundo torpedo estalló inmediatamente después en la sala de calderas nº 4. Los obuses caían alrededor del puente de mando. El bombardeo de artillería continuó mientras virábamos y aún recibimos otro torpedo, o puede ser dos al mismo tiempo. Todas las luces se apagaron. Como el Vincennes empezaba a inclinarse a babor, dí la órden de abandono. Las balsas salvavidas fueron desatadas y lanzadas al mar. A menos de una milla de allí, un crucero japonés continuaba a tirar con todas sus piezas sobre el Quincy trasformado en un brasero. El vapor se escapaba de la chimenea del navío moribundo con un rugido. El Quincy empezó a zozobrar lentamente a babor. En el resplandor del incendio, se vió su flanco desventrado por los torpedos surgir del agua, por encima de las cabezas de los hombres que nadaban sobre el agua negra y se aferraban a balsas o a restos.

 

Cuatro cruceros hundidos, un crucero y dos destructores gravemente dañados. ¿Qué había fallado? Horrible falta, los destructores cargados del "radar viejo" cerca de la isla de Savo no habían dado la alarma. Los primeros informes concluyeron que "deslizándose pegados al islote, los japoneses habían escapadao a la detección del radar, pues sus imágenes se confundían con la masa de la orilla; además en esta época el radar era todavía imperfecto". En un informe posterior, Nimitz atribuýó el fallo del viejo radar no al material, sino al entrenamiento insuficiente y a la fatiga del personal. Nadie había visto nada, y sin embargo todo el mundo sabía que los japoneses llegaban cuando hacía más de una hora que los aviones lo habían dicho. "La sorpresa, causa primordial de nuestra derrota, fue el resultado de una combinación de circustancias desgraciadas, concluyó el almirante King. Porque nos era urgente ocupar Guadalcanal, no habíamos podido establecer nuestros planes con el cuidado habitual. Ciertas deficiencias en nuestro sistema de comunicaciones empeoró nuestra situación ya desde el principio. Puede ser que la fatiga pudo relajar nuestra vigilancia. De una manera general, sobre todo, porque habíamos sido sorprendidos por nuestra falta de experiencia"

 

Por suerte, los japoneses se retiraron sin atacar a los transportes. Habían calculado, dijeron más tarde, que se encontrarían al empezar el día sin protección aérea, en el radio de acción de la aviación americana. Ignoraban la partida de los portaviones. Además, una salva del Vincennes había destruído la sala de mapas del crucero almirante. La navegación nocturna sin documentos en estos parajes poco conocidos ubiera sido peligrosa.

 

Los portaviones de Fletcher habían zarpado en la tarde/noche del 8. En la Tarde del 9, los cruceros escapados de la batalla de la isla de Savo y los transportes a medio descargar se alejaron a su vez. Dicho de otra forma, no quedaba ni un solo navío en Guadalcanal. La Marina se retiraba tras haber perdido 4 cruceros, dejando a los Marines con un material inssuficiente, pocas municiones y casi sin víveres, frente a una jungla malsana y desconocida donde se ocultaba el enemigo. "La necesidad militar de alejar la flota de Guadalcanal ni se le pasó por la cabeza a ningún Marine ordinario", ha anotado un historiador oficial. El soldado tiene a menudo alguna dificultad para comprender por qué tal manera de actuar, reputada poco honrosa a un escalón inferior, puede llegar a ser necesidad estratégica. Pasa así desde que existen militares y guerras. Los jefes que antes que arriesgar sus portaviones, estimaron pertinente arriesgar la vida de los soldados desembarcados (tal vez un poco pronto) en Guadalcanal no se extrañarían ciertamente de saber que los hombres tomaron a mal este abandono. Debieron pensar (estos jefes) que el tiempo haría su labor y que los Marines olvidarían. En efecto, los Marines olvidaron, pero no tan rápido.

 

Los primeros días, los hombres pensarían de buena fé que se les había dejado diez veces de más de alimento: no comían. La tensión nerviosa provocada por la guerra en la jungla les cortaba el apetito; los soldados encontraban a todo alimento sabor a serrín; sin embargo, se preguntaban por qué se sentían tan débiles. Los oficiales debieron suplicarles que comieran. Un poco más tarde, esta crispación vencida, los hombres se dieron cuenta de que sus raciones eran miserables. El arroz encontrado en los almacenes japoneses llegó a ser la base de su alimentación; intentaban recuperarse bebiendo un brebaje extraño contenido en pequeñas botellas que tenían esta etiqueta: Sidra achampanada Mitsubi.

 

 

 

(Aprovecho pausa para subir texto.)

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Los japoneses replegados al Oeste de Guadalcanal se estaban reorganizando. Lanzaban cada noche ataques, con escasos efectivos, pero tan furiosos como los primeros. Cada noche, cruceros y destructores venían a reavituallarlos; estos barcos bombardeban despuésel sector ocupado por los Marines. Los estadounidenses se aplastaban en los embudos, con la cara apretada contra el suelo. Las ramas de los cocoteros daban vueltas destrozadas, la tierra temblaba y resonaba como un gong; los obuses tejían el cielo negro. Había japoneses colgados de los árboles, indiferentes al riesgo de ser muertos por su propia artillería, intercambiaban golpes de silbato y tiroteaban toda la noche. Los Marines intentaron asaltar el pueblo Matanikau marchando por la playa: solo volvieron tres vivos de la expedición. Siguió una semana de escaramuzas, cada noche que tocaba bombardeo, las avalanchas repentinas de los japonese. El 18, Vandergrift dió la órden de avanzar y, primero, de apoderarse de Matanikau. Un grupo de algunas chozas miserables de salavajes se convertía en un objetivo táctico. El asalto y la defensiva fueron igual de feroces. Los americanos de Guadalcanal llegaron a detestar a los japoneses más allá de cualquier suposición. Un prisionero conducido a través de las líneas,desnudo salvo 1 slip, marchando brazos levantados delante de los fusiles, pasaba entre soldados que gritaban : "¡¡Matadle¡¡. ¡Dádle patadas en los c..."¡ Los japoneses no hacían nada por ser amables. Heridos, se ataban granadas al cuerpo y se hacían saltar con los que venían a capturarlos.

 

En la noche del 18, pequeños trasportes japoneses escoltados desembarcaron tropas en los dos extremoas del aerodromo y, la noche siguiente, los efectivos desembarcados en el lado este desencadenaron un ataque por el cauce de un rio llamado Tenaru. La oleada de asalto se abalanzó sobre una red de alambradas tendidas la víspera por los americanos y sufrió un fuego mortífero de armas automáticas. Los japoneses supervivientes que habían cavado una trinchera en el mismo sitio, fueron aniquilados la mañana siguiente por 3 carros ayudados por tiro de morteros. Se supo un poco más tarde que el río no era el Tenaru, sino el Ilu.

 

 

Hacia el 20, el conjunto de informaciones suministradas por los aviones de observación dió a conocer que los japoneses habían reunido en la zona de Rabaul 3 ó 4 portaviones, 2 acorazados, 12 cruceros, una veintena de destructores, más 12 grandes cargueros y petroleros, y 160 bombarderos y cazas terrestres. El 23, el almirante Fletcher fue informado que 3 portaviones escoltados acababan de ser vistos viniendo del sur de Truk (archipiélago de las Marianas)poniendo ruta sureste. Se dispuso enseguida al encuentro del enemigo. Su Escuadra comprendía 2 Task Force, cada una agrupada alrededor de un portaviones: el Saratoga que enarbolaba el pabellón de Fletcher, escoltado por 2 cruceros pesados y 5 destructores; (nuestro) "Gran E", escoltado por el acorazado North Carolina, 1 crucero pesado, uno ligero y 6 destructores. El 24, a 6h 30, el Enterprise hizo despegar su primera patrulla, que no encontró nada. A su vez, durante la mañana llegaron otrosinformes emanados del Comandante de las Fuerzas Aéreas del Pacífico Sur (COMAIRSOPAC) confirmando las informaciones anteriores. Fletcher dió órden al Enterprise de hacer despegar una segunda patrulla de búsqueda. Al acabar la tarde los aviones regresaron habiendo visto algo: a unas 200 millas al noroeste avanzaba una escuadra compuesta de 3 portaviones, 8 cruceros pesados, 6 cruceros ligeros, 16 destructores, varios grandes transportes. Esta armada navegaba en formación muy extendida sobre un arco de 60 a 80 millas. Dicho de otro modo, los japoneses estaban en camino para reconquistar Guadalcanal.

 

Los aviones exploradores habíaan lanzado bombas sobre los portaviones jaaponeses, pero sin alcanzarles. En el curso de este 1º y débil ataque, un avión americano fue derribado. El ametrallador trasero, llamado Delmar D. Wiley logró, aunque herido, salir del aparato e inflar su balsa. Derivó durante 15 días antes de abordar sobre una pequeña isla poblada de salvajes que le recogieron, le curaron y le procuraron los medios de volver a la isla de Florida, donde llegó el 11 de abril de 1943, 218 días después de su accidente.

 

Una segunda oleada, compuesta de bombarderos en picado y aviones torpederos, despegó de los portaviones americanos. Los aparatos del Saratoga llegaron los primeros encima del enemigo. Descubrieron al Ryuju, peqeños portaviones de 7500 toneladas, y le atacaron con torpedos, después con bombas, haciendo estallar su puente de vuelo. Le dejaron a la deriva, en llamas y escorando.

 

Mientras tanto, los japoneses habían, ellos también, lanzado sus aviones. Los aparatos del Enterprise y del Saratoga apenas acababan de despegar cuando el "viejo radar" señaló la aproximación de una formación aérea enemiga.

 

La ola de asalto nipona comprendía 36 bombarderos en picado y 12 aviones torpederos, escoltados por 24 cazas. Fue interceptada por la patrulla de protección, pero 30 bombarderos y numerosos cazas se zafaron de la melé. A bordo del Enterprise, el viejo radar seguía la progresión de los asaltantes. Sobre el puente, todo el mundo miraba en la dirección indicada por los altavoces. El cielo estaba con un azul intenso, el sol descendía sobre el horizonte. Un hombre gritó: "Allí estan, los cab..." Justo en el sol, aparecieron puntos brillantes.

 

 

 

(Mañana sabremos quién pudo más. Tras Midway era la batalla aeronaval más importante. Y las dos partes querían ganarla. Los japoneses lo necesitaban...)

 

Saludos

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Parece que me perdí por ahí.... :rolleyes:

....¿lo de "viejo radar" es literal de la traducción? o lo pones tú?

 

(....esto esta :dance2: )

 

Salutes Jenisais!!!

 

Afortunado tú, Racoon. ¡Cómo no, atiendo todos los mensajes¡ Y este te lo agradezco singularmente. Pues he repasado la traducción, y en efecto está mal empleado el adjetivo "vieja" las dos veces. Tras repasar ahora el texto, me supongo que por error de imprenta, la primera vez aparece en el libro la palabra vieille, que quiere decir "vieja", pero, y ahora lo veo más claro,la segunda vez viene bien escrita: "veille", que quiere decir "vela" en castellano, por ejemplo velar a un enfermo o a un difunto, y que es la traducción correcta.

Ya me pareció algo raro la 1ª vez, pero seguí. Y asi, que repetí automáticamente el error la 2ª vez que salió en el texto.

Resumiendo, la primera frase debe quedar así: "Horrible falta, los destructores encargados de la "vela radar" cerca de la isla de Savo no habían dado la alarma"

Y la segunda vez que aparece la doble palabra, justo anoche en la última traducción, debe quedar así el párrafo: "Mientras tanto, los japoneses habían, ellos también, lanzado sus aviones. Los aparatos del Saratoga acababan apenas de despegar cuando la "vela radar" (las dos veces escrito con comillas)(pienso ahora que también se podía traducir como la "vigilancia radar") señaló la aproximación de una formación aérea enemiga".

Y todo esto con el agravante de haber yo indicado ya anteriormente que los americanos ya llevaban tiempo utilizando, con todo éxito, el radar. Al contrario que los japoneses.

 

En resúmen, que, agradecido Racoon por tus desvelos. De todas formas, y no lo digo en mi descargo, a veces me extraña no salgan más picías mías: a ésas horas (intempestivas) de la noche en que abordo la traducción, solo me puede pasar lo que al "famoso" cubano Dinio: que la noche me confunde...

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Buenasss

 

(Estaba deseando empezar a traducir lo que viene. Hubiera dado media paga (incluso de la extra)por haber estado en el puente o en la pista del "Big E" de ese 24 de agosto del 42, mirando "como todo el mundo en la dirección indicada por los altavoces. El cielo azul intenso, el sol descendiendo sobre el horizonte. Oir a un marinero gritar: "Allí están, los ca...nallas". Y justo en el sol, puntos brillantes apareciendo". Eran los del Zuikaku. Claro, que luego quisiera haber sido piloto de un Wildcat (la otra media paga que quedaba) En fin, un sinsentido.

Vamos a vivirlo lo más realista posible. Seguido del desiderativo párrafo anterior)

 

 

 

El trueno de la DCA se hizo oir. Todos los barcos del écran (pantalla)tiraban. El cielo azul se rayó de centenares de trayectorias de proyectiles trazadores. A poca distancia del Enterprise, el North Carolina (recién llegado procedente de la Escuadra del Atlántico para venir a reforzar la Escuadra de Ghormley. N. del T.)vomitaba tal volúmen de fuego que parecía él mismo estar ardiendo. Los primeros aviones japoneses que se pusieron a tiro fueron literalmente desintegrados en el aire. Los que venían detrás seguían imperturbables su línea de vuelo. Se vió a uno, después a otro, y aún otros, que franqueaban el escudo de fuego. Picaron a 70º, lanzando sus bombas a menos de 500 metros, mientras que el portaviones evolucionaba. Algunos aviones fueron alcanzados sobre su trayectoria por la DCA del North Carolina. El ataque nipón estaba enteramente concentrado sobre el Enterprise. El rugido de un picado aún más profundo se oyó con claridad, los hombres vieron la bomba brillante caer oblícuamente sobre el puente. Debió ser una bomba a retardo de una décima de segundo, pues pasó a través del puente sin explotar. Estalló en el tercer puente, matando a 35 hombres y prendiendo un incendio. Los equipos de socorro y seguridad llegaron inmediatamente. En el entrepuente los tabiques estaban ennegrecidos y desgarrados como si fueran de papel; en medio, no se veía nada más que humo y cuerpos caídos por el suelo, en mitad de las llamas. El barco evolucionando a toda velocidad vibraba por entero; se oía por encima el estrépito de la DCA y el rugido de los aviones en picado. El agua brotaba de las mangas de los bomberos y se vaporizó silbando al contacto del puente.

 

La segunda bomba alcanzó al Enterprise un minuto después, a diez metros del rincón de estribor del ascensor trasero, es decir en medio de una zona en la que encontraban unos 60 hombres. Chispas anaranjadas brotaron, una luz cegadora. 38 hombres murieron de golpe. Los que se encontraban más cerca de la explosión fueron como cortados en tiras. Otros, un poco más lejos, tuvieron sus ropas volatilizadas y fueron instantáneamente calcinados y como petrificados en sus actitudes. Uno de los artilleros estaba todavía sentado en el asiento del apuntador inclinado sobre su mira; tenía su cañón apuntado hacia abajo, siguiendo al avión que picaba. Otro hacía el gesto de levantar penosamente un obús en sus brazos vacíos y ennegrecidos. El lugar en que explotó la bomba, el puente estaba color rojo cereza.

 

Una tercera bomba vino a arrancar un panel del puente de vuelo, iniciando un incendio más abajo. Casi a la vez una bomba fallando por poco al Enterprise levantó una columna de agua que cayó en la brecha abierta y apagó casi completamente el incendio. Los hombres que corrían sobre el puente para combatir las llamas notaron tras unos instantes que la DCA ya no tiraba. No había ya ningún avión en el cielo.

 

El ataque había durado en total 4 minutos. 74 marineros del Enterprise habían muerto y 95 heridos, de ellos 4 mortalmente. Una hora después de la acción, los incendios estaban apagados o controlados, el navío podía marchar a 24 nudos. Fletcher dió al portaviones órden de poner rumbo sur a Pearl Harbor, para reparaciones. Un crucero y 4 destructores le escoltaron. (Envié ayer a Rockofritz una foto, entre otras, en que se ve al "Gran E" en el mismo momento de recibir la 2ª bomba. No es un primer plano: la foto está tomada desde otro navío cercano. Espero suba la foto. N. del T.)

 

 

Las informaciones sobre las otras acciones aéreas del 24 de agosto permanecen confusas e inciertas. Aparatos procedentes del Ryuju y que atacaron el aerodromo de Henderson Fiel fueron rechazados y en su mayor parte destruídos por los cazas americanos recién llegados a Guadalcanal. Bombarderos en picado que despegaron de Henderson atacaron a los barcos nipones el 24 y el 25 por la mañana. Fortalezas Volantes del Ejército venidos de Espíritu Santo, participaron también en estos ataques. En suma, los japoneses perdieron, aparte del Ryuju, uno o dos transportes y tuvieron 1, 2 ó 3 cruceros dañados. Igual que ocurrió en Midway, renunciaron en su tentativa de desembarco y dieron media vuelta. Los enfrentamientos de 24 y 25 de agosto de 1942 son conocidos bajo el nombre de "Batalla de las Salomón Orientales".

 

La segunda oleada lanzada por la tarde del 24 por el Enterprise contra los navíos japoneses comprendía 11 bombarderos en picado mandados or el Tte. Turner F. Caldwell. Dificultado por el ataque nipón contra su portaviones, este grupo logró dificilmente su formación, partió en retraso hacia su objetivo, no lo encontró, y fue sorprendido por la noche corto de combustible. Finalmente, Caldwell decidió ir a posarse con su grupo en Guadalcanal. Cayendo ya la tarde, pudo entrar en relación con el aerodromo de Henderson y hacerse reconocer como amigo. El personal del campo encendió algunas luces de aterrizaje. Llegando cerca de suelo, los pilotos distinguieron, a cada lado de la pista, aviones girados en todas direcciones; algunos parecían demolidos. Mismamente la pista se parecía en tramos a una carretera precipitadamente acabada. Los visitantes se vieron enseguida rodeados por hombres de caras delgadas:

 

-¡Sed bienvenidos¡ ¿Cuántos sois? ¿Once aparatos? Al menos podremos doblar nuestros efectivos, es maravilloso¡ Por desgracia llegáis un poco tarde para compartir nuestra cena, pero haremos lo que podamos para arreglarlo. Por aquí, por favor.

El campo parecía pequeño, y miserable. El comedor de oficiales(?), era una barraca de madera bastante baja. Sentados ante una extraña cena mitad americana, mitada japonesa, los aviadores del Gran E se esforzaban en demostrar que estaban conmovidos por la cordialidad de la acogida. Debieron de contar lo que sabían de la batalla aeronaval, es decir bien poca cosa.

 

-Debéis estar cansados. Es tiempo de llevaros a vuestras camas. Por aquí.

El dormitorio era otra barraca de planchas. Las camas era camillas. Sobre la lona de estas camillas, grandes manchas oscuras: la sangre de los camaradas.

 

-Es necesario que sepáis también donde se encuentra la trinchera-abrigo. Mirad cómo es de cómoda: justo al lado.

Reconocido el abrigo, los aviadores volvieron para tumbarse en las camillas, un poco callados. Acababa de dormirse cuando los cañones de la Flota japonesa comenzaron el bombardeo.

 

En razón a los daños sufridos por el Enterprise, Caldwell recibió la órden de permanecer en Henderson Field con sus 11 aviones, que fueron añadidos a la escuadrilla 223 de los Marines. El pequeño grupo compartió durante varias semanas la suerte de los abandonados de Guadalcanal. Este período es descrito como sigue en estilo lacónico oficial: "Como consecuencia del enfrentamiento de las Salomon Orientales, ninguna acción de envergadura se desarrolló en el Pacífico Suroeste durante unas 6 semanas. Los submarino y los aviones japoneses permanecían muy activos en la región, y un cierto número de enfrentamientos secundarios tuvieron lugar en el curso de los cuales perdimos al portaviones Wasp y 5 destructores. Casi cada noche, barcos nipones atacaban Guadalcanal. Nuestros hombres habían acabado llamando a este ataque regular el Tokio Express. Igual de noche que de día aviones enemigos bombardeaban las posiciones tenidas por la Infantería de Marina. Por el día, estos barcos se disimulaban a las vistas de la aviación permaneciendo a lo largo de los ríos, bajo el cubierto de la jungla; por la noche venían a descargar sus cargamentos en Cabo Esperanza, al norte de Guadalcanal; avanzaban hasta los límites del aerodromo, lo cañoneaban y se marchaban a toda velocidad"

 

"Saltamos de nuestras camillas rápidamente hacia la trinchera-abrigo, cuenta uno de los aviadores del Enterprise. Había allí ya hombres alcanzados. Al menos nos llegaron a matar unos 5 cada noche. Pero lo peor era no poder dormir. Estar en Guadalcanal era 10 veces peor que estar en el aire". Al acabar este primer bombardeo, 3 pilotos del Enterprise, especialistas en vuelos nocturnos, se ofrecieron para ir a atacar a los barcos japoneses. Les arrojaron bombas y les ametrallaron. Uno de los aviadores llamado Brown, no volvió. Pero el Tokio Express estaba allí al día siguiente. Dos días más tarde, otro piloto localizó un avión americano roto en la playa de un islote vecino. Volando a baja altura, reconoció el aparato de Brown. Una cincuentena de nativos rodeaban los restos; sentado en el asiento se pavoneaba otro salvaje, vestido con el traje de vuelo del desparecido.

 

Cada mañana los aviadores se rellenaban ellos mismos (faltos de personal) los depósitos de combustible. Generalmente llovía. Los bidones de gasolina se encontraban, o todavía en las playas de desembarco, o en pequeños depósitos precarios diseminados por aquí y por allá. Era necesario transportarlos hasta el campo con ayuda de camiones abandonados allí por los japoneses. Los bidones eran enseguida descargados (a mano) y la gasolina bombeada (a mano) a los aviones. Cada bidón contenía 260 litros (185 kgs.). Después los aviadores transportaban las bombas, los carros especiales y los tractores ncesarios para el transporte de estos ingenios no habían sido desembarcados, fue preciso arrastar las bombas a brazo sobre carretas improvisadas. Luego, buscar en los aparatos fuera de uso las piezas de recambio que necesitaban los aviones en servicio. Los aviadores se acordaban de las tripulaciones tan maravillosamente organizadas del Enterprise que les tenían cada mañana sus aviones recién preparados.

 

 

 

(Mañana seguiremos con las cuitas (que son muchas), de este puñado de pilotos del Gran E, "destinados a su pesar" en la ruína de aerodromo que era a fin de agosto/primeros de setiembre de 1942 Henderson Field. Seguirá siendo un relato tan veraz como interesante y clarificador de estos meses, como el que acabo de traducir.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Había quedado en no volver a quejarme de mis contenciosos con el Internet. Pues eso, hoy ración doble.

 

Estábamos con los trastornos que sufrían esos pilotos navales de Enterprise destacados "a la fuerza" en Henderson Field. Nada de dormir a pierna suelta, nada de uniformes pulcros y recien planchados, nada de cuidados menús a horas regulares servidas por camareros negros pero con chaquetillas blancas, nada de aviones revisados a fondo, y en fin, nada de seguridad personal (solo cuestionada en el barco a la hora de volar.)Me contento con que a su vuelta al portaviones se acordaran de cómo mal-vivían los Marines (incluídos sus aviadores) en Guadalcanal.

Leamos, pues, lo que les queda de pasar en la isla todavía.)

 

 

 

El aerodormo era atacadopor bombarderos de alta cota escoltados por Zeros. Tan pronto la alerta sonaba, los Dauntlessdebían despegar lo más rápido posible y alejarse una treintena de kms, dejando a los cazas de los "Marines" la tarea de colocarse delante del enemigo y de defender el aerodromo. El primer día, dos tripulaciones se dejaron ssorprender a bordo de sus aviones todavía en tierra. Los hombres tuvieron el tiempo justo de saltar en una zanja cuando ya caían las primeras bombas. Quedaron sepultados bajo la tierra removida, pero no heridos. Cinco Marines fueron muertos a diez metros de ellos. Los nipones destruían cada día un depósito de obuses o de gasolina, incendiaban un barracón, sembraban de embudos la pista. Sus escuadrillas (japoneses) no eran nunca lo suficientemente numerosas paara que los daños fueran definitivos, pero poco les importaba, prueba de ello es que el acoso nunca se interrumpió. Por la noche, cuando por azar el Tokyo Express no llegaba, un submarino aislado emergía cerca de la orilla y cañoneaba el sector americano, luego se sumergía. A continuación, un avión japonés aislado se ponía a rondar, lanzando begalas luminosas. A veces este fuego de artificio no era seguido de ningún bombardeo, a veces sí. Nada permitiía nunca prever el fin de este guión. Los hombres llamaban al submarino "Oscar-el chinche", y al avión "Charlie" o "La lavadora eléctrica", y así se divertían; pero sufrían mucho por la falta de sueño. Durante los bombardeos por el Tokyo Express (cuya composición variaba entre algunos destructores, y uno o dos cruceros ligeros), contaban las detonaciones de los cañónes, luego esperaban las explosiones correspondientes. Los obuses estallaban de 25 a 30 segundos tras las partidas de las piezas. Se podía aprender a reconocer por el ruído su calaibre y su dirección. Los combatientes de Guadalcanal jamás ocultaron que no temían nada tanto como esos cañoneos nocturnos: "Por más que ocurra a menudo, es una cosa a la que uno no se acostumbra". Tras 7 u 8 semanas, se contaban entre los sanitarios tantos casos de postración nerviosa que de heridas.

 

Tengo a la vista (sigue diciendo Georges Blond)una foto tomada en Guadalcanal por un soldad, una escena banal que representa la vuelta de una patrulla al campo. Se ven las columnas altas y claras de los troncos de los cocoteros, no rigurosamente verticales ni rígidos. Entre estos troncos muy altos, con follaje solo en la copa, avanza un grupo de hombres por un camino, se podría también decir por una especie de río, pues estos hombres marchan sobre agua. Están formados en buen órden, pero se comprende por su marcha, que van lentamente; se notan las salpicaduras producidas por sus pasos. Se oye casi el chapoteode su marcha en el agua y el suelo empapado. Sus maneras de vestirson variadas, unos con el torso desnudo, otros en blusón o en mangas de camisa. Todsos miral al compañero que los fotografía; ninguno sonríe. Sus rostros están hundidos, comidos por la barba, los ojos hundidos. A cada lado del camino/río en el que avanza la patrulla existe un terreno anegado ligeramente más elevado donde están plantadas las barracas y las tiendas brillantes de lluvia, como aplastadas por esta decoración despiadadamente exótica. Algunos hombres del campo, inmóviles, ven pasar a los que llegan. Se ven aquí y alá cajas y bidones de gasolina volcados. En primer plano, un tronco de cocotero con base negra y cónica emerge del agua.

 

Hubiera sido sorprendente que, con tal decoración, el paludismo se hubiera hecho esperar. Los aviadores fueron particularmente atacados por los accesos de fiebre.Un piloto de los Marines encontró como paralizado en vuelo y cayó. (por contra, Brown, del Enterprise, al que se creía devorado por los caníbales, fuen encontrado vivo. Había distribuído su ropa a los salvajes para congraciarse) Tras el paludismo vino la disentería. Fué preciso, de todas necesidad, evacuar a los enfermos. Los americanos organizaron un pálidoreflejo del Tokyo Express, formado con viejos destructores de la otra guerra, reconvertidos en transportes rápidos. Estos barcos aseguraron el enlace con Noumea y Espíritu Santo (Nuevas Hébridas). En la espera de ser evacuados, los disentéricos, asustados por su propia delgadez, se esforzaban en comer: "No hacían más que comer y vomitar".

 

Mientras tanto , los aviadores atacaban constantemente al Tokyo Express. Un paquebote nipón de 20.ooo tn lleno de tropas fue incendiado y la formación que se dirigiía aquel día hacia Guadalcanal dió media vuelta.Al menos 3 destructores fueron destruídos, y uno o dos cruceros dañados. El corto número de aviones empeñados y la insuficiente comprobación vuelve dificil la evaluación de las pérdidas japonesas durante este período. Los bombarderos en picado de Enterprise hundieron también grandes lanchas de desembarco llenas de tropas, que los nipones habían llevado de noche y que intentaban escondar bajo los cocoteros. Como se ha dicho, 5 destructores americanos fueron hundidos así como el nuevo portaviones Wasp de 17.ooo toneladas, que fue torpedeado el 15 de setiembre por un submarino mientras se dirigía a socorrer un convoy.

 

 

 

(Voy a ssubir lo traducido...)

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Tres días antes, el 12, por la noche empezó un bombardeo que duró toda la noche sin parar. Solo al amanecer los cañones nipones se callaron. Los hombres levantaron entonces lentamente sus caras cubiertas de barro y se miraron los unos a los otros; entonces se pusieron de pie y empezaron a salir de sus agujeros. Más tarde nuevas explosiones volvieron a remover la tierra. Los japoneses habían lanzado un cierto número de obuses provistos de detonadores de retardo; estos proyectiles no estallaban más que once horas tras haberse clavado en el suelo. Durante toda la jornada del 13, los nervios de los americanos fueron así mantenidos habilmente a flor de piel por explosiones repentinas e imprevisibles. El bombardeo volvió a empezar por la media tarde, y a medianoche, las tropas japonesas atacaron. Rechazados en los flancos, los asaltantes hicieron ceder el centro americano alrededor de la arista divisoria de Punta Lunga (volver a mirar la foto que envié a Rocko y que subió, en donde se ve la pista de Henderson, el río Lunga y Punta Lunga perfectamente, y que muestra lo cerca de la pista que estaban los americano, prácticamente cercados. N. del T.) Un pequeño grupo de japoneses penetró hasta el P.C. del gral.(de Marines) Vandegrift y mató a un sargento en su tienda. Se luchó a la granada y con cuchillos en las tinieblas. El frente americano no fue mantenido más que por la intervención de la artillería de campaña, que detuvo una segunda oleada aplastando contra el suelo a más 500 japoneses.

 

La batalla de la cresta de Lunga Point fue seguida de una calma. Los aviadores del Enterprise habían perdido uno tras otro todos sus aparatos. Los menos débiles se ocupaban de diversas ocupaciones en el campo. Cuando no llovía iban a lavar sus uniformes en un río situado a poco más de 1 km. del Henderson Field. Desde su improvisado lavadero podían ver en la otra orilla a los nipones que se bañaban y lavaban utilizando un jabón cuyo violento perfume atravesaba el río. Los enemigos hacían también oir fonógrafos que tocaban "Hogar, dulce hogar" y, a veces, y para sorpresa de los americanos, les llamaban por sus nombres. Sus bombarderos de alta cota, que continuaban viniendo, pero de forma irregular, lanzaban a la vez que sus bombas, octavillas de propaganda ilustradas con bellas, rollizas y desnudas señoritas. Pero estas imágenes habían perdido cualquier poder en estos americanos palúdicos y vaciados por la disentería. Estas octavillas se quedaban sobre el suelo esponjoso, la lluvia las pegaba allí, y la jungla las pudría con más velocidad todavía que si fueran cuerpos reales. Por fin llegó el gran convoy por el que se perdió el Wasp. Traía víveres, medicamentos, cañones, municiones, y miles de Marines con uniformes nuevos. Los aviadores del Enterprise fueron evacuados. Al alejarse del aerodromo para ir a embarcar, se volvieron más de una vez para volver a ver el campamento miserable, sus barracones de planchas, las tiendas de tela plantadas sobre el lodo en medio de cajas y bidones volcados. Tantas veces habían deseado alejarse de esta miseria y, ahora que la dejaban, la vista del campamento les pinzaba el corazón y experimentaban una especie de vergüenza al alejarse. Tanta es la verdad que nos apegamos a los lugares en los que henos sufrido emociones profundas, tanto sea en el sufrimiento como en la felicidad.

 

 

A finales de setiembre, a pesar de los esfuerzos de los americanos, los nipones había logrado desembarcar en Guadalcanal los efectivos de una división. La situación se volvía muy inquietante. Sin medios suficientes para emprender una acción decisiva (demasiados grandes barcos en reparación), Ghormley decidió propinar un rudo golpe al Tokyo Express. Tres cruceros pesados, dos ligeros y cinco destructores bajo las órdenes del contralmirante Scott, fueron apostados en el sur de Guadalcanal. La aproximación del Express fue señalada el 11 de octubre, por la tarde. Excepcionalmente copioso, comprendía destructores navegando en cabeza, 4 ó 5 cruceros, y detrás 7 ú 8 transportes. Llegada la noche, la formación americana rodeó Guadalacanal por el noroeste y formó en línea de a uno a través del Cabo Esperanza. Acababa de virar hacia el oeste y navegaba a 25 nudos cuando el Express se presentó, llegando perpendicularmente. Dicho de otra forma, la línea americana se encontraba en la clásica formación favorable para el combate artillero. Los japoneses no habían visto nada, oído nada. Fueron tan sorprendidos como lo fueron los americanos en la batalla de la isla de Savo. El crucero pesado nipón tomado como primer objetivo se abrió de costado, totalmente iluminado por chispas centelleantes. Los japoneses no respondieron al fuego americano antes de 10 minutos. Y en menos de cinco, cuatro de sus barcos habían desaparecido. Al final, se oyó el ruído de sus cañones. Hundieron un destructor americano y dañaron seriamente a un crucero ligero, pero tuvieron que retirarse tras perder 3 ó 4 cruceros al menos, 4 destructores y un transporte. La misma noche, Halsey, curado de su enfermedad cutánea, llegó a Auckland (Nueva Zelanda) para relevar a Ghormley enfermo a su vez - y para conocer la buena nueva de la victoria naval de Cabo Esperanza.

 

 

 

(Lo dejamos así. Todo es un toma y daca; los japoneses, siempre de noche, hostigan el cada vez más exíguo contorno con centro en Henderosn Field, mientras que intentan interceptar el escurridizo y nocturno Tokyo Express. Ambos contendientes deberán preparar una acción decisoria. Y los americanos se van a adelantar, al menos en la preparación. El desenlace será otra cosa, y llevará un tiempo. ¿A quién favorecerá este impasse?)

 

Saludos

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Buenasss

 

(De momento los norteamericanos toman la iniciativa. Meten en Guadalcanal hombres y barcos (aunque pequeños). ¿Será suficiente, o continuará la pesadilla en torno a Henderson Field? Veremos.)

 

 

 

El 12 de octubre,(de 1942)desembarcan en Guadalcanal 6.000; cuatro lanchas torpederas (las famosas PT. N. del T.)puñales destinados al Tokyo Express, (¡si se atrevía a volver¡)atracaron en Tulagi. Los Marines respiraron. Era realmente demasiado pronto para respirar. Desde el día siguiente, pareció que los japoneses habían decidido considerar su derrota del Cabo Esperanza como un incidente totalmente sin importancia. La escolta del Tokyo Express comprendía aquella noche dos acorazados, un crucero y 8 destructores. El aerodromo fue cañoneado durante hora y media. Considero obvio decir que la mayor parte de los aviones fueron pulverizados.El número de los aviones americanos fue reducido a uno, mientras que el Express seguía viniendo, desembarcando tropas y artillería, volviendo con más audacia que nunca a sus terribles cañoneos nocturnos. La maquinaria japonesa parecía ahora remontada de tal suerte que nadie pudiera pararla. A pesar de la intervención de aviones americanos enviados con urgencia desde Espíiritu Santo y otros sitios, los raids aéreos nipones se intensificaban; se vió aparecer sus aviones torpederos y sus bombarderos en picado; un submarino torpedeó al crucero pesado Chester. A partir del 20, las tropas recien desembarcadas comenzaron a "ejercer una fuerte presión sobre las tropas norteamericanas", que desde los cañones instalados sobre el monte Kayo, tenían ahora bajo su fuego. El 23, desde que llegó la anoche, el Tokyo Express efectuó el más fuerte bombardeo sufrido por Guadalcanal desde el principio de la campaña. Los americanos comprendieron que no se trataba ya esta vez de acoso, sino de una "preparación" en regla. El ataque terrestre se desencadenó justo desde que acabó el machaqueo, a medianoche más un minuuto. Los cañones del monte Kayo abrieron el fuego y crearon una barrera de obuses tras la cual avanzaron los tanques nipones. La tropa seguía. Los japoneses subieron al asalto cuatro veces; las cuatro fueron rechazados. Al alba, con la jungla apestando por el humo de los carros destruídos, lo intentaron de nuevo. Vandegrift lanzó todos sus efectivos al combate, no solamente los Marines, sino a la infantería desembarcada el 12, incluído el abundante personal especialista y auxiliar que acompaña toda unidad combatiente anglo-sajona: mecánicos, chóferes, panaderos, cocineros, en fin, hasta el último hombre. Y se hizo traer, para sostener su acción terrestre, los aviones ocupados en bombardear las concentraciones de transportes y material japonés. El ataque fué repelido.

 

El 25 por la mañana, el Express volvió y comenzó por desembarcar tropas y pertrechos en Cabo Esperanza. El bombardeo artillero se reanudó por la tarde, tan violento como el de la víspera, sino más. Infantes americanos sollozaban. "¡Dios mío, Díos mío, es que no van a parar nunca¡". No hubo ningun paro, ningún intervalo entre la preparación y el ataque. Simplemente el intensísimo fuego artillero se trasformó en tiro de barrera para cubrir la progresión del ataque blindado. "En la noche del 25 al 26 de octubre, la ofensiva terrestre enemiga alcanzó su máxima intensidad". Los hombres que se consideraban veteranos no habían nunca soportado nada semejante. El frente americano se hundió, el asalto japonés obtuvo una parte del aerodromo. Al amanecer, la batalla se fragmentó en combates de pequeños grupos de hombres agotados. Algunos combatientes norteamericanos se encontraban en un estado próximo a la desesperación, pero la resistencia nerviosa de los japones no estaba menos puesta a prueba: "Grupos de hombres de pequeña estatura, todos amontonados, se levantaban y avanzaban vacilando bajo las ráfagas de nuestras ametralladoras y caían para no volverse a levantar". Ya de día, Vandegrift acortó su frente, exhortó a sus tropas y, con un regimiento de Marines en cabeza, desencadenó un contra-ataque. Quería limpiar el aerodromo empujando a los nipones al menos hasta el límite de la jungla. Los japoneses no retrocedieron ni una pulgada. Los 2.200 de entre ellos que aguantaban en el aerodromo fueron finalmente exterminados en el sitio. Henderson Field, "posición clave" de Guadalcanal, era reconquistada. Mientras tanto, la situación de las tropas de Vandegrift era casi desesperada: la infantería japonesa desembarcada el día anterior no había entrado en acción todavía, y una fuerza naval nipona comprendiendo 4 acorazados, 3 portaviones, cruceros pesados y ligeros, destructores, transportes y auxiliares, en tototal cuarenta barcos, se aproximaba a Guadalcanal.

 

 

 

(Aprovechando un Punto y Aparte doble; y por precaución, subo lo traducido)

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Los americanos habían adquirido una gran destreza en la reparación de barcos. Antes incluso de que el navío entrara en el puerto, tan pronto conocidos sus daños más graves, se elaboraba un plan de trabajo, era elaborado por los especialistas. Tras la Batalla de las Salomón Orientales, el Enterprise, llegado a Pearl Harbor fue tomado al asalto por los equipos de obreros exactamente como lo fue el Yorktown tras la Batalla del Mar del Coral. El 16 de octubre, estuvo presto para hacerse a la mar. Zarpó enseguida, bajo las órdenes de un nuevo Comandante, el capitán de navío Osborne B. Hardison, pero seguía enarbolando el pabellón del almirante Kinkaid, y escoltado, esta vez, por el acorazado South Dakota, 2 cruceros y 8 destructores. Las órdenes eran de poner rumbo a toda velocidad hacia el Pacífico Sur, donde cruzaba ya el Hornet con su "écran" de 4 cruceros y 6 destructores. Esta reunión se operó el 24 de octubre a mediodía, al noreste de las Nuevas Hébridas. Kinkaid tomó el mando de la Task Force "King", así constituída. Un nuevo destino le fué entonces indicado: doblar el archipiélago de Sta. Cruz por el norte y, desde allí, poner rumbo a S. Cristobal, la más meridional de las islas Salomón. Nimitz parecía tener informaciones bastante precisas sobre la posición del enemigo.

 

Al principio de la tarde del 26, el especialista en transcripciones telegráficas de navegación del Enterprise comunicó un informae de avión retrasmitido por el "Cinpac": dos acorazados enemigos, 4 cruceros pesados y 7 destructores a 600 millas al noroeste de la Task Force "King". Una hora más tarde otro informe de avión, misma retrasmisión: "dos portaviones japoneses con escolta; posición 08º51' Sur, 16º30' Este, rumbo 145, velocidad 25 nudos". O sea a menos de 360 millas de la Task Force. Kinkaid puso enseguida en el aire un primer grupo de búsqueda y ataque. Este grupo regresó sin haber encontrado nada. Los pilotos sin embargo se había empeñado tanto en la búsqueda, que varios aparatos habiendo sobrepasado en 80 millas su radio de acción , cayeron al mar en el retorno. Las tripulaciones fueron recogidas, 6 aviones se perdieron. El fracaso venía simplemente de que los portaviones japoneses simplemente habían cambiado de rumbo. Sin embargo los aviones de observación basados en tierra no habían perdido el contacto. Se supo que el enemigo había caído a la derecha, rumbo a Guadalcanal. Pero, cualquieran que fueran las intenciones japonesas, ahora eran faciles de calcular, que el contacto tendría lugar a la mañana siguiente, como más tarde. A bordo de los portaviones americanos, la noche fue bastante febril. El Cap. de fragata Crommelin, comandante de la aviación del Gran E, formó a los pilotos y los arengó. Dijo primero unas frases sobre la situación de los combatientes de Guadalcanal, y después les dió a conocer la composición de la fuerza naval japonesa, tres veces superior a la Task Force. "Pero, añadió, tenéis ahora mejores aviones , mas resistentes a los disparos que todos los aviones conocidos. Y habéis recibido el mejor entrenamiento posible, conocéis las nuevas tácticas del combate aéreo". Terminó con los consejos de costumbre. Los pilotos se fueron enseguida a tomar un corto reposo-

 

La batalla comenzó como previsto el 26 de octubre por la mañana. Y se desarrolló según los relatos de varios testigos oculares.

 

4h30. - Desayuno de los pilotos. Olor a café y huevos fritos, y tabaco americano. En la pared, sobre un tablero, se ven todavía cifras y notas inscritas por Crommelin durante su conferencia de medianoche. Las conversaciones tratan sobre los aparatos perdidos (falta de gasolina) de las patrullas de la víspera. Poca animación. La mayor parte de los pilotos parecen tener sueño. El capellán católico entra y dice que el South Dakota acaba de comunicar por medio de la Aldis (lámpara de luz)la lista de los aviadores recogidos. Gracias a Dios(...)están todos.Desde sus primeras palabras , los pilotos escuchan al capellán con una atención particular: simpatía, seguramente, y deferencia. Un buen número de ellos han comulgado la víspera. En el curso de la misa, el capellán pronunció una breve alocución sobre el tema de Jesús despertado sobre el lago Tiberiades por sus apóstoles asustados, diciéndoles: "Qué teméis?"

 

5h5'- Sobre el puente de vuelo. Está tan oscuro como si fuera medianoche. Los primeros aviones de reconocimiento están a popa, apretados unos contra otros. Ningún locutor de la radio tiene una voz tan musical como el air-officer que está hoy al micro: "Alejáos de las hélices... Motores en marcha." Pasan todavía algunos segundos entre esta órden y el trueno de los motores. Los aviones no tienen motor de arranque semejante al de los automóviles: les supondría demasiado peso. El mecanismo especial de arranque , colocado sobre el motor, comporta un cartucho de pólvora que un contacto eléctrico inflama. El motor tose un poco antes de arrancar. Después las llamas del escape salen por los tubos. Es dificil de imaginar lo azules que son, si nunca las hemos visto, de un azul puro y límpido. Los primeros aviones despegan.

 

Un poco más tarde llega el alba. La silueta de la isla se recorta sobre el cielo que palidece, después se distingue sobre el mar las siluetas de los barcos de escolta. El South Dakota que navega no lejos, a babor, parece un gran lucio negro. Su casco no está perforado por ninguna portilla, las superestructuras están reducidas al mínimo. El alba se convierte rápidamente en aurora. Los aviones siguen despegando del puente del Enterprise. El almirante Kinkaid está sobre el puente de mando; en camisa kaki, sin gorra. Está sentado sobre un taburete alto y mira al mar que, ahora, es verde. El cielo cada vez más claro. Primer rayo de sol y el astro está enseguida por entero por encima del horizonte. Esta rapidéz impresiona. A 8 millas al sur, se percibe al grupo del Hornet, que navega en paralelo al del Enterprise. Los últimos aviones de la patrulla del alba han despegado. Calma.

 

 

 

(Acabo aquí para no quebrar ésa calma que indica Georges Blond. Todos sabemos que es una calma ficticia. Las 360 millas que (entonces) separaban ambas escuadra no son nada para las velocidades de ambas aviaciones. La acción es inminente.

 

Lo que más me ha gustado de esta 2ª traducción es la minuciosidad, casi premiosa, del relato temporal de la vida en el Enterprise. Así como del ambiente que lo rodea. No hace falta mucha imaginación para "ver" a los pilotos, y a sus aviones, claro. ¡Cómo se nota que el autor ha sido Marino de guerra, y seguro ha presenciado estas o parecidas escenas¡ .Así la traducción se hace con gusto; y con facilidad.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Toda esa calma que indica Blond, es ficticia. Los preludios no engañan: esas escuadrillas despegando en plena noche, la oscuridad engulléndolas. Ese cielo cada vez más claro. Esa rapidez impresionante del primer rayo de sol y su entera aparición en el horizonte, no podían traer más que consecuencias. Por eso esta "calma" se quebró con un seco mensaje de radio. Y ahora no había marcha atrás.)

 

 

 

7h 30 - Primer mensaje de avión (Tte. Vivien W Welch): "Dos acorazados, un crucero pesado y 7 destructores enemigos a la vista. No hay portaviones."

 

8h - Segundo mensaje de avión (Lt. Com. James R. Lee): "A la vista dos portaviones japoneses con su escolta. Los puentes de los portaviones están vacíos. Somos atacados por Zeros."

 

8h 2- Kinkaid da la órden de hacer despegar 10 bombarderos en picado, 10 aviones torpederos y 10 cazas.

 

8h 12 - El ruido de los altavoces cubre el ruido de los motores despegando: se comunica a la tripulación un mensaje aéreo. El Tte. Strong, y el alferez de navío Irwin han atacado al portaviones japonés Shokaku y han logrado dos impactos; atacados por Zeros, han derribado cuatro de ellos. Los hombres sobre el puente lanzan hurras. (Se sabrá más tarde que el portaviones alcanzado era en realidad el Zuhio.)

 

9 h - Regreso de varios Dauntless de la patrulla del alba. El viento es débil. El Enterprise les recoge sin cambiar de rumbo. Todos aterrizan con rapidez y sin incidente.

 

9h 30- Llegada de un avion americano en solitario. Esta vez es un caza. Da la vuelta al barco volando raro, bastante bajo. Sin embargo logra aterrizar a la primera pasada, aunque de forma brusca. El piloto no se mueve de su asiento. Hombres corren hacia el aparato. El aviador, herido, dará los primeros (y poco consoladores) informes sobre la acción de los aviones salidos a partir de las 8h 12: una docena de Zeros viniendo del sol han atacado la formación; un grupo de 4 aviones americanos ha sido abatido, no sin antes derribar dos Zeros. El piloto herido no sabe nada más.

 

9h 40- Aviso desde los altavoces: "Equipos de seguridad e incendios, ponéos los trajes ignífugos. Aviones japoneses a 50 millas".

 

9h 42 De nuevo trueno de motores: un grupo de 11 cazas comienza a despegar.

 

9h 45- El tiempo se cubre brúscamente. Llueve: es un aguacero. Los aviones continúan su despegue.

 

10h - Cesa la lluvia. Cielo azul, sol brillante. Nada a la vista. Las torretas del South Dakota, que la tormenta había puesto relucientes, se vuelven otra vez mates. Todo el acorazado está recubierto de una pintura gris sombría. Ofrece, al avanzar sobre el mar en calma, una impresión de potencia formidable, agradablemente tranquilizadora para los del Enterprise. Sobre el puente de mando, Kinkaid y los que le rodean escrutan con los prismáticos hacia el sur. Puede ser que sepan algo.

 

10h 6 - Regresan Strong e Irwin, asaltantes del portaviones japonés. Strong dice que solo le quedaban 20 litros de gasolina; Irwin, doce.

 

10h 11- La DCA del grupo Hornet, siempre a 8 millas al sur, ha abierto fuego. Se distinguen perfectamente sobre el fondo azul del cielo las nubecillas negras, que se disipan que todo permanece silencioso. Durante cerca de un minuto, en ese silencio que encoge el corazón. Después, el ruído de los cañones, fragor sordo y contínuo. La DCA del Hornet abre un fuego nutrido; por encima de él, el cielo se ennegrece de nubecillas.

 

10h 13- El Hornet parece alcanzado. Lo está ciertamente: con los prismáticos se ven las llamas que se elevan de su proa. Llamas y humo. En todo su alrededor, hay aviones que caen al mar, dejando tras ellos estelas de fuego. No se distingue si son americanos o japoneses. A bordo del Enterprise todo el mundo permanece silencioso. Una enorme nube negra sube vertical hacia el cielo. El grupo Enterprise prosigue su rumbo sobre un mar calmado.

 

10h 25- Nada a la vista, excepto el grupo del Hornet, con el portaviones que sigue humeando. Llegan informes sobre la acción de los aviones en vuelo del Gran E. 25 Zeros en total han sido abatidos. Se teme que todos los aviones torpederos americanos hayan sido derribados. Los bombarderos en picado primero han visto dos cruceros pesados y varios destructores de los que han dado su situación, luego han seguido en busca de los portaviones; 20 millas más lejos han visto 2 acorazados cuya DCA les ha disparado, después por fin, detrás de ellos, 2 portaviones escoltados, cuya protección aérea estaba en el aire. Dos SBD Dauntless han sido derribados y dos dañados, pero los otros han atacado al más grande de los portaviones y le han alcanzado con 4 bombas de 500 kgs. (Esta vez sí que era el Shokaku el tocado.)

 

11h 13 - ¡He allí los japoneses¡ El Gran E y los navios escolta han abierto el fuego. Enseguida se ven caer al mar aviones japoneses, pero siempre llegan otros. El gran puente de vuelo se inclina fuertemente, se siente vibrar al evolucionar a toda velocidad. Todos los hombres que se encuentran en el puente se tumban boca abajo; la mayor parte con la cabeza entre los brazos. Kinkaid está de pie sobre el puente de mando. Hardison el nuevo comandante, también. Los aviones nipones son bombarderos, no se para de oir los aullidos de sus picados. Aullido no es el término exacto. Hay algo a la vez de agresivo y de quejido en este ruído horrible. Ya no se puede saber cuantos aviones han picado. El puente del Enterprise se inclina ahora sobre el otro costado. El que, así tumbado sobre el acero de la cubierta, levanta un instante la cabeza y mira al mar, no comprende nada de lo que pasa, a causa de las evoluciones y de los movimientos relativos de los navíos. Solo hay una cosa segura, los bombarderos japoneses están siempre allí. Y se hace bien largo.

 

11h 25- Un choque sordo; el barco oscila, sacudido en todas sus cuadernas. Una masa de humo gris enrojecida se eleva desde el medio del puente, justo detrás del ascensor delantero. El barco no disminuye la marcha. El viento esparce una capa de humo sobre el puente. Otra sacudida fuerte. Un geyser de agua sube hacia arriba a babor, más alto que el puente. Uno de los aviones amarrados a popa se desliza girando sobre la pista de despegue. Siguen la DCA y el rugido-queja de los picados. Todavía otro choque, pueden ser dos. Las bombas que caen cerca en el mar sacuden al barco tanto como las que le alcanzan, a veces más. El Gran E no afloja la marcha. No se ven muertos sobre el puente.

 

11h 27- Fin del ataque. La DCA se calla.

 

 

 

(Dejo paara mañana el informe de daños, que conociendo al autor, su descripción será minuciosa, pero siempre interesante. Era la primera vez que el Enterprise recibía impactos directos. El Gran E se acababa de doctorar en la contienda del Pacífico. Ya se podía considerar, y con toda justicia, como un barco "veterano".)

 

Saludos

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Cumplo el encargo y subo algunas fotos muy poco conocidas del Enterprise y Hornet

 

Enterprise B SantaCruz Near Misses 26 oct 1942

enterprisebattleofthesa.jpg

 

Enterprise recibe su 2ª bomba 26 oct 1942 Batª Stª Cruz

 

enterpriserecibesu2bomb.jpg

 

Enterprise Battle_of_the_Santa_Cruz_Islands 11h25 exp bomba a babor columna agua que cita Blond.-

 

enterprisebattleofthesa.jpg

 

Hornet ya tocado Val pica y Kate torpedero escapa x encima del barco26 oct 42 emocionante foto.-

 

hornetyatocadovalpicayk.jpg

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Buenasss

 

(El relato cronológico se para a las 11h 27, con esas dos frases cortas, lapidarias: "Fin del ataque. La DCA se calla".

Y es que es importante lo que acaba de pasar. Es cierto que el Gran E fué ya alcanzado el 24 de agosto en la que se llamó Batalla del Este de las Salomón. También allí hubo bajas, pero incluso así no tuvo esa batalla tanta trascendecia como esta vez: Todavía no lo ha dicho Georges Blond, pero el Enterprise quedó ahora como único portaviones de toda la Flota del Pacífico para hacer frente a la amenaza nipona. Tal fue su enorme responsabilidad.

Por eso el autor detiene el reloj, como para dar énfasis e importancia a lo que siguió inmediatamente: El informe técnico, y sus consecuencias. Los escribe tras un signo de paréntesis, como interiorizando el momento y el drama ocurridos. Veamos ambos.)

 

 

 

(Tras los informes recibidos, el Enterprise ha recibido 3 bombas. Una ha perforado el puente de vuelo y explotado más abajo, causando muertos y originado incendios; otra ha perforado igualmente la pista de vuelo, pero concretamente delante, y oblícuamente, y ha explotado en el agua; una tercera ha abierto una brecha en el costado de estribor. Tres por ciento solamente de los hombres de la tripulación asisten a la batalla y ven a los aviones enemigos caer al mar. Por abajo, oyen solamente las advertencia y las órdenes dadas por los altavoces: "Ataque de bombarderos en picado, estad atentos". Y perciben las terribles sacudidas del casco. Los tabiques a veces se hunden bajo esos choques; se rompen las canalizaciones e inundan los compartimentos. La luz se apaga. La primera bomba que alcanzó este 26 de octubre estalló justo encima de un pañol de municiones y causó varios incendios. Las calderas fueron abundantemente regadas por los bomberos.)

 

11h 28 Sobre el puente de vuelo. Voz de los altavoces: "Periscopio avistado delante estribor". Pero no pasa nada. Sí, un avión americano se aproxima por detrás. Sobre el puent, el landing-officer comienza a agitar sus raquetas. (No olvidar - sigue escribiendo entre paréntesis Blond- que durante los ataques de los aviones nipones contra el Big E, otro drama se desarrollaba en los aires, encima y alrededor suyo. Aviones cortos de combustible describían círculos, esperando ansiosamente poder posarse. Eran los re-escapados de los grupos que despegaron poco después de las 8h del Enterprise. Los del Hornet se les habían unido y giraban con ellos pues, ahora, el Hornet estaba a punto de arder, alcanzado por 8 bombas y al menos dos torpedos. La palabra drama puede parecer excesiva para designar la situación de aviadores simplemente a corto de gasolina, pero los que dan vueltas así encima de una batalla se sienten igualmente incapaces de defenderse (sin municiones) y de alejarse (casi sin combustible) y se preguntan en qué condiciones van a caer al mar; la mayor parte están ya con los nervios puestos a prueba por los combates que acaban de sostener, algunos están heridos. Varios (10)de los que daban vueltas por encima del Enterprise no pudiendo más, descendieron tras el primer ataque. Robin Lindsey les hizo aterrizar rápidamente, con un arte que tenía mucho de sugestión)

 

11h 33 Altavoces: "Aviones enemigos viniendo del noroeste, a 35 millas. Estad preparados". Lindsey (el landing-officer) no abandona su pequeña plataforma. Los aviones continuan posándose.

 

11h 38 Décimo y último avión aterrizado.

 

11h 48 ¡Aquí estan los japoneses¡ Atruena la DCA. El Enterprise entra en un aguacero pequeño (sin que los cañones paren de tirar) y sale de él enseguida. Los aviones japoneses llegan muy cerca, volando bajo: son torpederos. Uno hace explosión a 50 m. por encima del mar, se volatiliza en un resplandor fulgurante. Los otros continúan con su aproximación, algunos caen. Los supervivientes se dividen en dos grupos, cada uno llega por un lado del Enterprise. ¡Han lanzado¡ Se ven por el mar las lisas cicatrices que se estiran a toda velocidad, marcadas por burbujas. El puente se inclina fuertemente. Todo el mundo se lanza cuerpo a tierra, salvo Lindsey y otro oficial , que corren y se suben en dos aviones amarrados, y se ponen a tirar con ametralladora sobre un avión torpedero grande que llega por detrás y subiendo y que expone su vientre. Varias ametralladoras disparan sobre él, se ve desgarrarse el fuselaje bajo la concentración de balas trazadoras. El japonés que estaba ya casi encima de la pista, deriva de repente y cae al mar. Otros 3 torpederos caen al mar al mismo tiempo. Cuando tocan la superficie, gasolina y aceite forman un círculo de llamas que dura algunos segundos, tal vez medio minuto. No parece que ningún torpedo haya alcanzado al Enterprise. Un bólido inflamado va cayendo a menos de 100 m. a babor, parece ser. Es un japonés, se distinguen incluso sus escarapelas rojas en medio de las llamas. Pues no cae al mar, sino en plena proa del destructor Smith. Instantáneamente surgen inmensas llamas, más altas que el barco, ya ni se distingue su parte delantera. Ls piezas de atrás del destructor continuan tirando. También se ven llamas sobre el puente del South Dakota. Hablan los altavoces a toda potencia: "Parad el fuego, avión americano". Los cañones del Enterprise paran, después los de los otros barcos. Nunca hubo un silencio más impresionante. En medio de este silencio (no se ve ni un japonés) el ruido del motor y de las ametralladoras de un caza americano que pica ametrallando el mar. A 200 m. el destructor Porter, parado, parece esperar alguna cosa. Nadie comprende. De repente, un surtidor de agua brota en mitad del Porter, después una enorme nube de humo, que le oculta.

 

(el piloto de este caza americano se llamab David Pollack. Volando a 1000 m. sobre el Enterprise, divisó a la vertical la estela de un torpedo desreglado que describía círculos entre el Gran E y el destructor Porter. Este se había detenido para recoger a la tripulación de otro avión americano derribado. Pollack se dijo que él iba a intentar hacer explotar el torpedo ametrallándole. Si le fallaba al menos llamaría así la atención del parado Porter en peligro. Al picar recibió varios proyectiles americanos, afortunadamente ninguno le fue fatal. El Porter vió su maniobra, comprendió, pero" en el mismo momento en que se ponía en marcha, el torpedo le tocó)

 

 

 

(Por precaución subo lo traducido)

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11h 58 Altavoces: "Submarinos a estribor"

30 segundos más tarde.- Altavoces: "Error. Marsopas, no submarinos." Risas nerviosas.

 

11h 59 El destructor Smith, que no ha abandonado su puesto a pesar de su proa todavía ardiendo, se dirige brúscamente hacia la popa del South Dakota. El South Dakota, navegando a gran velocidad levanta tras él una estela enorme. El Smith llega muy cerca y mete su naríz en la estela. En su proa, las llamas disminuyen de altura, después se apagan. Esta maniobra ingeniosa y valiente es saludada a bordo de otros navíos con aclamaciones, gritos de alegría, silbidos. Al final de la formación, el Porter, siempre envuelto en humo, es abarloado por otro destructor.(Que recogerá su tripulación, el Porter deberá ser hundido)

 

12h 5 Altavoces. "Todos los incendios apagados".

 

(información un poco prematura. Pero todas las calderas estaban en este momento "controladas". Recordemos que la 1ª bomba había estallado justo encima de un pañol de municiones.)

 

12h 15 Altavoces: "Aviones enemigos viniendo del noroeste, a 12 millas. Estad atentos" Desgraciadamente, al noroeste, hay ahora un aguacero bastante oscuro, bien cómodo para los japoneses.

 

12 20 Se ve a los aviones japoneses salir del aguacero. Fuego de la DCA. Parece que hay una veintena de aviones, varios de ellos torpederos, que pierden rápidamente altura. He aquí uno que cae al mar, después otro. Se ve que las tripulaciones de los aviones-torpederos no tienen su día. El Enterprise maniobrra. Un bombardero japonés pica, su bomba cae bastante cerca por estribor, sacudiendo al navío.Otros aviones-torpederos son abatidos, ninguno logra aproximarse. Todos los otros se van. El ataque no ha durado más que dos minutos.

 

12h 30 Repentino ataque sobre el South Dakota. Se ven a los bombarderos japoneses salir de una nube, a menos de 1000 m. , y picar. Una bomba cae justo sobre la torre delantera. El South Dakota maniobra sin cesar de tender en el cielo su formidable telón de fuego, que protege también al Enterprise. Las otras bombas le fallan.

 

12h 32 Fin del ataque. Altavoces: "Aviones enemigos viniendo del noroeste, a 10 millas. Estad atentos"

 

12h 36 La DCA tira. Se ve a los que llegan salir de una nube, después entrar en la que se encuentra justo encima de la formación. Pasan algunos segundos, y salen comenzando a picar. Pero su ataque parece menos incisivo. Caen desde más lejos y lanzan desde más alto. Diez son abatidos. Otros cinco se alejan, escoltados por Zeros.

 

 

Se terminó. No habrá más otro ataque. Una vez más, los japoneses van a retirarse, renunciando a apoderarse de Guadalcanal en una acción decisiva. No han tenido ningún barco hundido, pero dos de sus portaviones (Zuiho y Shokaku) están dañados. Más de cien de sus aviones han sido derribados. (Una melé mortífera tuvo lugar encima del Hornet. El Tte. Stanley W Vetjasa, alias El Sueco, piloto de un caza del Enterprise, derribó él solo 2 bombarderos y cinco avions-torpederos). Los americanos han perdido al Hornet y al destructor Porter. El Big E, el South Dakota, el crucero San Juan y el destructor Smith tienen necesidad de reparaciones. Se han perdido 74 aviones americanos. La mayor parte de los que no han sido abatidos están allí, dando vueltas alrededor del Enterprise como pájaros alocados, algunos cayendo agotados al mar. Es ahora que Robin Lindsey (el landing-officer) va a revalidar su reputación; esta hora será "his greatest hour, (en inglés en el original. N. del T.) celebrada por todos los periódicos americanos. Los pilotos están locos de fatiga y de tensión nerviosa; los heridos sienten que les abandonan las últimas fuerzas, se dicen que harían mejor dejarlo todo, que nunca podrán aterrizar en ese estado. La pista del Gran E está inclinada y agujereada ( el agua anegada y la de los colectores rotos inclinan el navío); delante y detrás, los cables elásticos trasversales destinados a frenar los aviones están cortados. Lindsey está allí sobre su pequeña plataforma, la cara levantada hacia el avión que llega balanceándose, derivando, haciendo todo lo necesario para estrellarse sobre el puente. Lindsey agita sus raquetas reflectantes; el piloto herido o agotado que falla en su aterrizaje al menos no se estrella en el primer intento; se dió cuenta que no estaba solo, que una voluntad salvadora venía a socorrer la suya, incluso a remplazarla y, volviendo a intentarlo, el piloto comprende y siente que los movimientos ordenados por este hombre al que no ha tenido ni tiempo de verle la cara son exactamente los que conviene ejecutar; si los ejecuta al pie de la letra, tiene una oportunidad de lograrlo todavía esta vez; será suficiente de ofrecer su voluntad solamente 3 ó 4 segundos, eso es tal vez todavía posible; y el piloto vuelve a coger confianza y a la segunda pasada (o a la tercera, o a la cuarta) ateriza sin romperse. Y después de este, otro, y todavía otro. A todos recoge, a los del Hornet y a los del Enterprise, a todos los hace posarse sobre el puente dañado y cada vez más lleno, sin un solo accidente al aterrizar. Hoy, los dioses están con él; le prestan una influencia verdaderamente mágica. Tal vez estén hartos de ver a los hombres masacrase y destruirse. Las tripulaciones caídas al mar, también serán todas recogidas. Los destructores las repescarán.

 

 

 

(Vaya día más completo han tenido ambas Task Force. Lástima sobre todo la pérdida del Hornet, el histórico Hornet del inolvidable raid de los B-25 de Doolittle: deja solo al Big E frente a la todavía fuerte y combativa, como hemos visto hoy con creces, Flota Japonesa. Pero los americanos están ya "lanzados". Y, como dije, ya no hay marcha atrás. La suya, la de los americanos, acabará en la bahía de Tokio en un, todavía lejano, verano de 1945.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Vamos a conocer en detalle las últimas noticias y datos s/este ataque s/Enterprise. A veces pienso que el autor pueda ser en exceso detallista. A mí, en particular, me agrada su forma de escribir. Si desciende hasta casi lo más nimio, lo hace con la benigna idea de que compartamos totalmente el ambiente de ése hecho y de ése sitio. Conmigo lo logra, y espero que con los foreros también.

Otro punto y Aparte.)

 

 

 

En el interior del Enterprise, se apagan los últimos incendios, de desescombran los puentes de los montones de ferralla retorcida, se reune a los muertos. En los hangares han ardido aviones. La enfermería está llena de manos y caras quemadas. Alrededor del aposento de oficiales, los tabiques hundidos dejan ver habitaciones en las que todo se ha volatilizado. Reina un olor a tetracloruro de carbono (utilizado para combatir los incendios) y también de trapos quemados y mojados, y de carne abrasada. El ronroneo regular de las máquinas deja comprender que el Enterprise navega a su velocidad normal, aunque siemepre escorado.

 

 

Hay pesadillas en lass que se tiene la impresión que todo vuelve a comenzar una y otra vez; se bate ahí y se progresa al precio de terribles esfuerzos, y la peor angustia es la de descubrir de repente que hemos vuelto al mismo sitio. Verdun (magnífico libro, de mismo título, de este autor que recomiendo encarecidamente. N. del T.), Guadalcanal. Pienso para mí (escribe Blond), que el lector puede experimentar él mismo aquí una especie de vértigo; que el Verdun del Pacífico empieza tal vez a parecerle como un túnel únicamente iluminado de repentinos y fulgurantes luces a intervalos indefinibles. Es util para estos casos consultar un calendario. Una breve recapitulación nos puede mostrar claramente la situación actual. Veamos: 7 agosto 1942: desembarco de los Marines en Guadalcanal y anexos; 8 agosto: retirada de los portaviones y de su escolta; misma noche: los cruceros de Crutchley son sorprendios y derrotados (batalla de la isla de Savo) pero, afortunadamente, el enemigo no aprovecha su ventaja; 9 agosto: la Marina USA retira todos sus navíos, dejando a las tropas casi sin víveres. 23 agosto: se conoce que una potente fuerza naval japonesa pone rumbo a Guadalcanal. Fltecher se va hacia adelante con dos portaviones (Enterprise y Saratoga); la batalla se desarrolla los 24 y 25 agosto (batalla de las Salomón Orientales); el Enterprise es dañado, los japoneses dan media vuelta. Fin de setiembre, los japoneses habiendo desembarcado en Guadalcanal el equivalente de una división, Ghormley envía cruceros a atacar al Tokyo Express: victoria de Cabo Esperanza, el 12 de octubre. Los japoneses no se desanimanor tan poco y, el 25 de octubre, su flota del Pacífico Sur es localizada llevando rumbo a Guadalcanal. Kinkaid va hacia delante con el Hornet y el Enterprise; 26 de octubre, batalla de Santa Cruz (que acabamos de leer. N. del T.): los japoneses pierden 2 portaviones y más de 100 aviones; el Hornet resulta hundido, varios navíos americanos dañados, entre ellos el Gran E. Los japoneses se retiran una vez más.

 

Al día siguiente de Santa Cruz, los americanos han desembarcado tropas en Guadalcanal - el contingente más fuerte después del desembarco inicial.El 30 de octubre, el crucero Atlanta ombardea las posiciones japonesas: ahora les toca el turno a los nipones de permanecer aplastados contra la blanda tierra de la jungla. Al día siguiente los americanos atacan. Son más numerosos, la moral subida; avanzan. Atraviesan el río Matanikau, sisguen avanzando. "Entonces, ¿eesto es Guadalcanal?" preguntan los recién desembarcados. Un momento. Los japoneses acaban de reforzar el Tokyo Express. 1500 de sus soldados toman tierra con material. El 3 de noviembre por la mañana, la ofensiva americana es frenada. "¡Enviad el anti Tokyo Express¡" reclama Vandgrift (jefe de los Marines. N. del T.) Los cruceros San Francisco y Helena, y el destructor Sterett llegan y cañonean, destruyendo casi completamente los aprovisionamientos japoneses recien desembarcados. Los combates terrestres empiezan otra vez, los americanos avanzan de nuevo. Los "Raiders" de Carlson exterminan en la jungla 700 japoneses que se retiraban. En la noche del 6 al 7 noviembre, las lanchas torpederas con base en Tulagi (hay allí 8) atacan al Tokyo Express: 1 destructor hundido, 2 dañados. El 7, el Express es bombardeado por la aviación de Henderson Field (reforzada por Fortalezas Volantes): 1 crucero y 2 destructores gravemente dañados. En tierra, los japoneses se repliegan sobre las colinas. En suma, el horizonte se amplía. Parece que la pesadilla tiende a su fin; que los nipones van a tener que renunciar a Guadalcanal. Pero, en este instante, ¿qué se sabe? Los japoneses han concentrado una nueva flota en Rabaul: 2 portaviones, 4 acorazados, 6 cruceros, 33 destructores, transportes y cargos; en total 60 barcos. Hemos vuelto al mismo punto.

 

Casi en el mismo sitio. En tierra, la situación de los norteamericanos es mejor que antes de (la batalla) de Santa Cruz. En cambio, sobre el mar, es más que inquietante. ¿Cuántos acorazados puede alinear Halsey contra los japoneses en todo el Pacífico sur? Dos. ¿Cuántos portaviones? Ninguno. Arma temible, al mismo tiempo el portaviones es un objetivo muy apetitoso. Desde el principio de la guerra en el Pacífico, los americanos han perdido al Lexington, el Saratoga, el Yorktown, el Wasp, el Hornet. El único superviviente (de ahí viene el título del libro. N. del T.), el Enterprise ("ése suertudo de Gran E") está de reparaciones. Ni un portaviones. Entonces, ¿qué hacer sin portaviones? Una vez más, Halsey, comandante de las fuerzas del Pacífico Sur, da la órden de "activar los trabajos" a bordo del Enterprise. De realizar milagros. Pero, en la espera, a menos de renunciar a Guadalcanal, es necesario, con lo que se posee, intentar cualquier cosa.

 

Cualquiera que fuera el plan elaborado, la necesidad era esta: ir al encuentro del enemigo con fuerzas considerablemente inferiores.

 

Todo se pasó como previsto. El 11 de noviembre, el primer escalón del convoy de refuerzo tocó Guadalcanal, sabiendo que un Tokyio Express venía a buena marcha. El desembarco de hombres y material (6.000 hombres)comenzó enseguida, a toda marcha. Dos ataques de bombarderos japoneses dañaron 2 transportes de tropas. Las tres cuartas partes fueron abatidos, por la DCA y por los cazas de Henderson Field. Al día siguiente, 12, llegada del 2º escalón, misma operación. Nuevo ataque aéreo por aviones torpederos, esta vez, ningún daño, y casi todos los japoneses fueran derribados. Este mismo 12, por la noche Turner se retiró con los transportes y los cargos vacíos, no dejando de escolta más que algunos destructores. El contralmirante Callaghan recibió la nada grata misión de ir hacia los japoneses, o mejor recibirlos en las aguas de Guadalcanal que le caían más cerca. Tenía a 2 cruceros pesados: Portland y S. Fco. el Helena, ligero. Juneau y Atlanta cruceros antiaéreos, y 8 destructores.

 

"The most savage fleet action in modern times" (en inglés en el original. N. del T.), escribió un historiador americano a propósito de esta batalla. Por una vez, no es exageración. Iremos viendo sobre la superficie del Pacífico otras matanzas impresionantes, a más grande escala que esta, aeronavales. Aquí, el pugilato se va a desarrollar únicamente al cañón y al torpedo, y por así decirlo, a quemarropa, como los enfrentamientos de Savo y Cabo Esperanza (ya relatados aquí. N. del T.) Mismo campo de batalla, misma oscuridad. En Savo, los americanos habían sido sorprendidos. En Cabo Esperanza, los japoneses. Esta vez, ninguna sorpresa. Callaghan dispuso su escuadra en línea de fila, los 5 cruceros en medio, 4 destructores en cabeza, cuatro en cola; formación poco ortodoxa, pero en este negro opaco, ¿qué formación es ortodoxa? y ¿cuál sera guardada una vez el enfrentamiento comenzado? Callaghan sabe perfectamente que la táctica estará poco de su parte en este asunto. A medianoche, comienza a remontar el canal entre Guadalcanal y Florida y arenga con el micro a las tripulaciones de todos sus navíos. A la una de la madrugada, el radar instalado sobre la isla le hace saber: "Estan ya aquí". Callaghan sigue avanzando. A la una y media, el primer barco japonés enciende sus proyectores. Callaghan ordena abrir fuego.

 

 

 

(Es tarde. Mañana veremos en qué queda esto. Ya se puede notar por todo lo escrito que esto es ni más ni menos que una guerra de desgaste. Y ya se sabe, en estos temas, los americanos siempre ganan.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Sin más preámbulo entremos en lo que parece desigual pelea. A priori prima la habilidad (y práctica) japonesa para el combate naval nocturno. Otra vez un enfrentamiento decisivo. ¿Y van?)

 

 

 

La batalla naval que comienza ahora ha sido conocida como la batalla de Guadalcanal, simplemente. Más todavía que por los precedentes librados en estas aguas, toda reconstrucción precisa sería frívola y al azar, en particular en lo que concierne aquí al primer enfrentamiento que todo lomás dura 24 minutos. Solamente retener que los japoneses , llegando de una dirección general nor/noreste, se presentan en tres líneas, los barcos más grandes y pesados en medio y ligeramente retrasados; dicho de otra forma, los americanos tenían adversarios delante de ellos y a cada lado. "Los primers golpes nos fueron favorables, cuenta el alm. Ernest J. King. Un navío enemigo saltó un minuto tras haber sido atrapado por el tiro del San Francisco y de otros barcos. A la izquierda, dos cruceros enemigo empezaron a arder. Otros navíos japoneses estuvieron enseguida ardiendo. La tripulación del Atlanta cree haber hundido uno de los destructores enemigos que cortaron brúscamente su ruta. Casi en ese instante, tras haber sido alcanzado varias veces, el Atlanta acosó a un crucero ligero, pero él mismo fue alcanzado por un torpedo que puso sus máquinas y su timón fuera de uso. Mientras que el barco, incapaz de navegar, giraba en círculos, fue atacado por un crucero pesado nipón que le inflingió graves desperfectos, provocando frandes incendios y matando al almirante Scott y a una gran parte de los miembros de la tripulación. Algunos minutos más tarde, el San Francisco ese ecncontró enzarzado con un acorazado enemigo. Tomado bajo el tiro del San Francisco, este acorazado fué igualmente atacado por el Laffey y por el Cushing quien, aunque ya graavemente dañado, logró alcanzar al barco enemigo con varios torpedos..." Y so continúa así. Es facil de imaginar, a través de la abstracción del estilo militar, la terrible melé: navíos disparando con todos sus cañones y lanzando sus torpedos, ellos mismos sacudidos por terribles choques, ardiendo, explotando, cada agresor furiosamente atacado por otros varios. Después de varios minutos, ya no había oscuridad; los resplandores del cañoneo y las brasas de los incendios descubrían uno de esos espectáculos de violencia mortal que el hombre, en el curso de los tiempos, no cesa de encontrar terribles y fascinantes. Un destructor arremetía directo contra un acorazado lanzándole sus torpedos, evitando por poco la colisión, se hunde casi enseguida apor enormes obuses. "El San Francisco asistidopor el Portland, concentra de seguido su tiro sobre un acorazado japonés , mientras que el Helena se encarga de un crucero que había disparado al San Francisco. En este momento , una salva disparada por el acorazado nipón hace saltar el puente de mando del San Francisco, matando al contralmirante Callaghan, comandante del navío, así como a un cierto número de oficiales y marineros. ." En menos de 15 minutos, dos almirantes acaban de encontrar gloriosa muerte y clásica de jefes de escuadra al viejo estilo. En cuanto a los barcos americanos, he aquí en qué estado se encontraban tras este primer cuarto de hora:

 

El Atlanta, en llamas; el San Francisco y el Portland graveemente alcanzados; el Juneau tuvo que abandonar el combate, sus aparatos de control de tiro fuera de serviicio. El Helena sufrió daños, pero superi fciales. De los destructores, el Laffey, hundido, el Barton explotó, el Cushing flotaba aún pero copmpletamente al pairo: el Sterett y el O'Bannon, ambos sin motor; únicamante el Aaron Ward, el Monssen y el Fletcher permanecían indemnes.

Se vió entonces a los japoneses retirarse, alejarse hacia el norte. Una vez más. "Una fuerza naval americana muy inferior había, pagando un gran precio, detenido a la flota japonesa del Pacífico Sur y la había obligado a retirarse en desorden."

 

El amanecer del siguiente día, se levantó sobre una verdaderoa Corte de los Milagros. El Atlanta, casi en la costa, apagaba penosamente sus incendios. Cushing y Monssen, barcos fantasmas sin tripulación, derivaban lentamente al tiempo que se quemaban. El Portland seguía describiendo círculos sobre el mar. Ya de día, su capitán descubrió un destructor japonés que intentaba escaparse bordeando la orilla de la ísla de Savo; sin dejar de dar vueltas, le hundió a cañonazos. Después descubrió un acorazado nipón que arrastrándose, atravesaaba ela punta noroeste de Savo. Este inválido, se puso a dispararle. Algunos instantes más tarde, los aviones de Henderson Field llegaban encima de él.

 

El San Francisco estaba terriblemente dañado; entre otras instalaciones , la enfermería estaba destruida; muertos y heridos yacían sobre el puente. El médico O'Neil, que había operado toda la noche sobre el Juneau, se gfué con tres sanitarios en chalupa abordo del S. Francisco para tratar los casos más urgentes. "Enseguida me dí cuentaque allí había mucho que hacer, contaba. Empecé por un chico suboficial de nombre Jackson, al que le colgaban las vísceras abodiminales; habían estado así expuestas toda la noche. Eso da una idea de la situación a bordo del San Francisco. Impovisamos una sala de operaciones en lo que había sido la habitación del alamirante Callaghan. Justo acababa de operar a Jackson cuando oí gritar por encima mío: "¡Alerta¡. ¡Ataque¡" Algunos segundos más tarde se produjo la explosión más grande que nunca he oído. A pesar de haber oído las bombas en Stª Cruz y el cañoneo de la noche precedente, todo lo que puedo decir es que esta era la más terrorífica de todas. Mi primera reacción fue: "Atencion a la segunda" Al no habrse producido, miré por el ojo de buey y vi una masa agitada de humo gris y negro.Yo no sabía quién o qué había sido alcanzado. Alguno me dijo que era el Juneau. De todas formas, no había nada sobre la superficie del mar. El Juneau, nuevo crucero ligero anti-aviones, en efecto se había hundido en 20 segundos, a las once y un minuto. Un torpedo le había alcanzado justo en el ssitio ya tocado la noche precedente. El submarino agresor no fue ni visto ni oído. Los otros barcos estaban tan baldadosquew no podían permanecer sobre el lugar del naaufragio sin arriesgarse ellos mismos de ser enviados al fondo. Por otra parte, no parecía posible que hubiera habido supervivientes que recoger, talmente de rápido había sido el drama.Ciento veinte hombres fueron así abandonados, debatiéndose en el mar.

 

 

 

(Otra vez tarde. Aprovechando un Punto y Aparte doble, lo dejamos aquí. Inolvidable esta noche del 12 al 13 de noviembre de 1942. Ferocidad y obstinación por ambos bandos. Y por qué no decirlo: Valor en dosis masivas.Del resultado, mejor no especular. Quedan batallas inmediatamente a seguir. Las iremos leyendo.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Todavía impresionado por la corta pero durísima batalla (naval) llamada Primera de Guadalcanal, noche del 12 al 13 noviembre 1942. Ocurrió todo tan de repente. Y solo intervinieron una fracciones de ambas Flotas. Veamos ahora si los japoneses insisten.)

 

 

 

La Task Force del Enterprisehabía zarpado de Noumea el 11 de noviembre. Esta vez los equipos de ingenieros y de obreros que reparaban la nave no permanecieron a bordo hasta el último minuto, no: el portaviones había abandonado el puerto con ellos a bordo, así de simple. El ruido de los martillos neumáticos continuaría durante toda la travesía Noumea-Guadalcanal, hasta que el ruido de los cañones lo remplazara. Dos días por lo menos se habían ganado. Los trabajadores comprendían, además del equipo de reparación a bordo, de 59 oficiales y hombres del barco-taller Vestal, y un "bon. de construcción", especie de tropas de ingenieros marítimos comunmente y pintorescamente llamados sea-bees (por la pronunciación de sus siglas CB, en inglés. N. del T.)

 

El viernes 13 por la mañana, los trabajos no estaban terminados; en particular, el ascensor delantero no funcionaba todavía de forma perfecta. A las 11h (justo en el instante en que el Juneau explotaba), Kinkaid recibió un mensaje de Halsey: "Acelerar hacia el norte para cubrir la retirada del Juneau dañado. Al acabar, desprenderse de los cruceros y destructores de la Task Force bajo el mando del contralmirante Willis A. Lee, que ha recibido otra misión. Tomar posición al este de la isla de Savo (es decir al norte de Guadalcanal) e interceptar las fuerzas enemigas de bombardeo que puedan llegar." Kinkaid obedeció y, para descongestionar un poco su barco (las reparaciones debían ahora ser acabadas a toda costa, y no es cómodo trabajar a bordo de un portaviones en pie de guerra, lleno como un huevo), dió órden a 9 aviones de volar hasta Guadalacanal y colocarse temporalmente bajo las órdenes del gral. Vandegrift. El interés de este detalle es que esta escuadrilla encontró en su camino al acorazado japonés dañado descubierto por la mañana por el Portland. El inválido se arrastraba aún, a menos de 5 nudos, rodeado de 5 destructores, sin protección aérea. Su DCA disparaba, así como la de los destructores. La escuadrilla destacada del Enterprise le atacó y le alcanzó con tres torpedos, cuyas explosiones fueron observadas perfectamente. El inválido continuó como si no hubiera sido tocado. En Henderson Field, los pilotos del Enterprise encontraron a todos los aviadores hablando con excitación de este acorazado. Una concentración de los mejores pilotos de la Armada y de los Marines se encontraba en Guadalcanal. Desde la mañana, el acorazado nipón, previamente alcanzado por fuego de cañón, había sufrido dos bombardeos en picado y tres ataques con torpedos. Continuaba su marcha tranquilamente a sus 5 nudos, nada aparecía emocionarle. Los aviadores del Gran E volvieron sobre él, junto con otros, por la tarde. El "acorazado que no quería hundirse" sufrió otra vez 3 ataques con bombas y tres torpedos, sin contar dos ametrallamientos. Los pilotos volvieron de su misión informando que el inválido, con la popa hundida y conservando solo 2 cañones utilizables, avanzaba todavía. Un último ataque con torpedos acabó con él: al crepúsculo, se paró, su popa entera ardía en pompa por las llamas interiores. Este acorazado se llamaba el Hiei. Su increíble resistencia hizo así honor a la industria metalúrgica japonesa y a la arquitectura naval británica: botado en 1912 en los astilleros de Yokusaka, el Hiei se construyó segun los planos y bajo dirección de Sir George Thurston. Desarmado en 1930, había sido rearmado y modernizado antes de la guerra. En Guadalcanal, alcanzado el 12 de noviembre por 86 obuses, recibió el 13 al menos 8 bombas de gran calibre y 21 torpedos. No se hundió hasta la noche, tras haber bombardeado la isla con sus dos últimos cañones

 

La Flota japonesa del Pacífico Sur sin embargo no había dado media vuelta del todo. Los cruceros de Callaghan no habían derrotado más que a una parte de la armada en marcha hacia Guadalcanal. "Como allí se esperaba, escribió el almirante King, es al norte de la isla donde se descubrió a los transportes enemigos, precedidos de una importante formación de acorazados, cruceros y destructores. Se trataba en efecto del grueso de las fuerzas de invasión. La aviación de caza les protegía. Durante todo el día 14, estos transportes fueron sometidos a violentos ataques aéreos." No se informa de la presencia de acorazados cerca de los transportes. Parece que los acorazados hicieron banda aparte antes incluso del comienzo de los ataques aéreos. Todos los informes de los aviadores americanos describen el ataque contra los transportes como una opración fácil, destructiva y repugnante. Volvieron considerándose ellos mismos de carniceros. La escolta aérea nipona (venida probablemente de un portaviones que se encontraba muy en retaguardia y al que no vieron nunca) era irrisoria: 8 Zeros fueron abatidos, el resto dió media vuelta. Los soldados japoneses estaban apretados a bordo de sus transportes como arenques. Los dos navíos hundidos ya en el 1º ataque dejaron sobre el mar un espacio de 1 km cuadrado cubierto de soldados de kaki, que se hacía memos espeso cada vez. Las bombas hundían los puentes haciendo una carnicería explotando en los sollados superpoblados. Los transportes ardiendo continuaban su marcha imperturbable hacia Guadalcanal, conforme a las órdenes recibidas, mientras que los aviadores volvían a respostar y volvían para bombardearles y ametrallarles. El balance de la jornada es este: 4 transportes de tropas hundidos, 4 incendiados, 4 encallados sobre Guadalcanal; 2 cruceros y dos destructores con daños. Veinte mil soldados japoneses, tal vez más, habían perecido`por el fuego, el hierro y el agua.

 

En el curso de este ataque, un SBD Dauntless del Big E, pilotado por el alferez de navío Jefferson Caroum, fue abatido por la DCA de un crucero nipón. Los dos tripulantes lograron saltar con sus chalecos salvavidas, pero no lograron inflar su balsa, que se hundió con el avión. Al igual que los naufragos del Juneau pensaban ser recogidos enseguida. Sin embargo, no lo fueron. Los vientos y las corrientes alejaban a menudo a las víctimas de estos naufragios bastante lejos del lugar de la batalla, antes de que se tuviera tiempo de pensar en ellos, y ¿qué es una balsa sobre el mar? Un punto. ¿Dos hombres?. Nada. Caroum y Hynson, su artillero, habían caído a 60 millas al noroeste de Guadalcanal. Durante la caída, Caroum había divisado un islote. "Nademos en esa direccción" dijo a su camarada. Los dos empezaron a nadar. Afortunadamente para ellos, ni un tiburón. El artillero no pudo seguir nadando más que hasta el día siguiente por mediodía. En cuanto a Caroum, nadó 73 horas. Su cara se hinchó tanto que tenía los ojos casi cerrados. Dos días después del naufragio, por la mañana, logró llegar tan cerca de su islote para ver el humo y las cabañas de los indígenas, pero las corrientes le rechazaron a través de la costa. Nadó aún toda la noche, todo el día y todo el día siguiente. A veces, se dormía; entonces tenía pesadillas, que por lo menos le despertaban. Cuando llegó a hacer pie, no podía andar. Alcanzó la playa mitad nadando, mitad a cuatro patas. Se arrastró aún 16 m. fuera del agua y encontró un charco con agua de lluvia donde bebió. Los salvajes le descubrieron al día siguiente. Le transportaron a su poblado, a 13 kms. de allá, le bañaron, curaron sus heridas y le dieron arroz y té caliente. Fueron organizadas fiestas en su honor. Caroum fue repatriado diez días más tarde por un Catalina que le llevó hacia lugares verdaderamente civilizados.

 

Los famosos acorazados nipones fueron al fin descubiertos, el 14 por la tarde. Hacia las 23h, la estación radar de Guadalcanal señaló la proximidad de un gran barco, y de 2 cruceros. La fuerza del almirante Lee (destacado el 13 de la Task Force Enterprise) compuesta de los acorazados South Dakoa y Washington, mas 4 destructores , rodeaba en ese momento la isla de Savo con buen mar. Brillaba un cuarto de luna. Poco antes de medianoche, los navíos japoneses estaban a la vista y los 2 acorazados americanos abrieron el fuego de inmediato. El enfrentamiento que siguió ofreció un espectáculo similar al sostenido el 11 noviembre por los cruceros de Callaghan -mismso sitio, corta resistencia, cañoneo fulgurante en la noche -con esta diferencia que él tenía allí los pesos pesados de su parte. Bajo las andanadas de 406 mm del Washington y del South Dakota, los dos primeros blancos japoneses se hundieron en algunos minutos. Los destructores americanos fueron al revés: uno hundido, 3 dañados. Los acorazados americanos, así, se quedaron solos. En este momento, apareció a 8 millas una nueva columna japonesa con el acorazado Kirishima al frente. No habiendo probablmente visto nada, este encendió sus proyectores: el Washington y el South Dakota le tiraron a la vez. Seis salvas, o sea 108 obuses de 1.117 kgs. cada uno se abatieron sobre el Kirishima. Fue hundido no sin antes haber respondido y causado fuertes daños al South Dakota. Todos los barcos japoneses se retiraron.

 

 

 

(En casi cuatro meses de combates navales, hubo enfrentamientos casi diarios. Sin olvidar los raids nocturnos del Tokyo Express, tan traumáticos para los Marines de Henderson Field, en Guadalcanal. Se fueron acumulando allí barcos hundidos de ambos bandos. Al final de los combates se llamó a la zona Ironbottom Sound.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Al entrar ahora en el Foro, advierto que, como de costumbre, Rockofritz amablemente subió algunas de las fotos que le envié para ilustrar la traduccíón y evitar que se convierta en algo árido. Lo que veo, con pesar, es que los textos no quedan en absoluto claros; y no se puede leer. Lo siento, mi máquina de fotos no da para más. Creo que puedo mejorarlo.

Para intentar arreglarlo, al menos en parte, voy a trascribir los pies de foto.

 

1 Mapa de la batalla naval (del 14 nov. 1942): "Vice Admiral G. Mikawa's attempt to bombard Henderson Field out service on nov. 14, 1942, failed, costing him the heavy cruiser Kinugasa and seven of Rear Adm. R. Tanaka´s troop transports."

 

2 Dogfight s/Henderson Field: "Defending Henderson Field on Guadalcanal on oct. 13, 1942, Captain Joseph J. Foss of Marine squadron VMF-121 has a "Zero Ecounter" with a Mitsubishi A6M2 of the Tainan Kokutai, in a painting by Robert Taylor (Courtesy of the Military Gallery, Ojai, California)" (Debajo se observa con claridad la pista de Henderson Field, y algunos Wildcats a media altura persiguiendo a tres Zeros que huyen a la izdª. N. del T.)

 

3 Alguno de los protagonistas: 1º izdª General Vandegrift, general en jefe de la 1ª División de Marines de Guadalcanal. Este retrato nos lo muestra algún tiempo después de la batalla, cuando se convirtió en Jefe del Cuerpo de Infantería de Marina. En su pecho muestra la Medalla de Honor del Congreso que es la más alta recompensa norteamericana al valor concedida por el Congreso en este caso como premio a su actuación como general en jefe de las operaciones de Guadalcanal. (USMC A413197)

Pagª derª 1ºarriba El vicealmirante Robert L. Ghormley, jefe del área del Pacífico Sur y de la Fuerza del Pacífico Sur (COMPSOPAC) estaba al mando de la fase Guadalcanal en el plan de la Junta de Jefes de Estado Mayor. Ghormley era un jefe competente y un buen planificador, sin embargo nunca dejó su centro de mando en Noumea, Nueva Caedonia, para conseguir una información de 1ª mano sobre el desarrollo de la batalla. (Centro Hcº Naval)

Pagª derª, 2º arriba El vicealmirante Frank J. Fletcher fue el jefe de la fuerza expedicionaria naval en la invasión de Guadalcanal. Su decisión de retirar los portaviones el 9 de agosto, tuvo consecuencias desastrosas en las primeras etapas de la campaña, ya que dejó a los Marines que estaban en tierra virtualmente sin suministros y sin apoyo alguno. (Archivos Nacionales)

Pagª derª abajo En ruta hacia Guadalcanal, el contralmirante Richmand K. Turner examina la ruta hacia la zona de objetivos con el gral. de División Vandegrift. Turner era un brillante planificador de ops. anfibias; sin embargo su relación con Vandegrift era a veces tensa debido a diferencias de filosofía. Turner era el jefe de la fuerza anfibia y superior de Vandegrift, que mandaaba la fuerza de desembarco. (Centro Hcº Naval)

 

Ultima foto a doble pagª: Pagª izdª 1ª foto: Beach Red, que estaba a unas 6000 yardas al este de Lunga Point, era la playa seleccionada para el desembarco en Guadalcanal. Esperando desembarcar con el apoyo de la artilleria pesada, los marines confiaban no encontrar oposición. Después de cruzar la playa, se dirigieron al interior para establecer una cabeza de playa. /National Archives)

2ª foto El campio aviación japonés muestra claramente la mañana del 7 agosto lo cerca que estaba de su terminación. A la izdª pueden verse los hangares y la pista de rodaje se dibuja con toda claridad.

3ª foto La pista de rodadura hacia la pista principal está claramente definida como lo están los planos circulares de los revestimientos. La estructura a la izdª es la torre de control, tipo pagoda, que los japoneses construyeron para las ops.de control del aerodromo.

Pagª derª 1ª foto: Este A6M2 del 6 Kokutai sale de Rabaul a fines de 1942. Durante el contrataque nipón de Guadalcanal, la Op. "I-GO", los Zeros fueron trasladados des la base principal de Rabaul a una base avanzada en Buin, Bougainville. (Pilot Press copyright drawing)

2ª foto, abajo: Después de que las tropas de asalto profundizaron tierra adentro, Beach Red se convirtió en algo caótico. No se asignó bastante mano de obra para mover las enormes cantidades de suministros desde los vehículos de desembarco hasta la playa, y no había tampoco bastantes vehículos para llevarlos a los depósitos. Al fin del 1º día se suspendió el desembarco pues no había sitio suficiente en la playa para colocarlos. La congestion que se muestra en la fotografía es indicativa del problema. (USMC 52193B)

 

Todas estas fotos ilustran perfectamente lo traducido estos días. Envié alguna foto más de estos días a Rocko, pero nunca sé con certeza si las mando bien o no...

 

Y vamos ya acabando con la batalla naval, 2ª, de Guadalcanal, que se continuó y se terminó el día siguiente.)

 

 

 

El 15 de noviembre al amanecer, la batalla se acabó con la demolición de los 4 transportes japoneses encallados en las playas de Guadalcanal. Aparatos de Henderson Field vinieron a deshacerlos. "El destructor Meade completó la destrucción de los navíos enemigos sin la menor traba. " Ya en la mañana, Halsey envió la órden a la Task Force de volver a sus bases. El balance oficial de los cinco días de batalla. Barcos nipones hundidos o completamente destruidos: 2 acorazados, 1 crucero pesado, 4 destructores, 12 transportes; dañados: 2 acoraados, dos cruceros pesados, 2 ligeros, 4 destructores. Navíos americanos hundidos: 2 cruceros ligeros, 7 destructores; dañados: un acorazado, 1 crucero pesado, uno ligero y 7 destructores.

 

"A pesar de las pesadas pérdidas que habíamos sufrido allí, la batalla de Guadalcanal fue una de nuestras victorias decisivas. Desde entonces, nuestras posiciones en las islas meridonales del archipiélago de las Salomón no fueron nunca seriamente amenazadas". Así concluyyó el alm. Kimg. Entre esta victoria naval decisiva y la ocupación total de la isla, debieron pasar casi 3 meses. Hubo incluso un sobresalto nipón, una tentativa de llevar refuerzos importantes, dicho de otra forma, todavía otra batalla naval: Tassarafonga, el 30 de noviembre. Encuentro nocturno de cruceros, confuso y mortífero.

 

Tras este enfrentamiento, los japoneses no volvieron nunca jamás. Guadalcanal había cesado de ser un teatro de operacions navales.

 

En tierra, los americanos progresaban lentamente. ¿Cómo avanzar rápido en esta jungla? Además, nadie tenía ninguna prisa. Los Marines fueron reemplazados por soldados de infantería del Ejército. Ciertamente, hubo aquí aún para estos, días y noches penosos, pero no comparables a la pesadilla de los 3 primeros meses. Ahora, los relevos y los aprovisionamientos llegaban regularmente. Por encima de los combatientes, todos los aviones eran americanos. El Tokyo Express volvía de tiempo en tiempo, pero furtivamente, sin entretenerse. En los primeros días de febrero pareció más copioso y más asiduo que de costumbre. ¿A qué se debía?. Hubo inquietud. No por mucho tiempo: el Express acababa de evacuar los últimos soldados japoneses de Guadalcanal. La operación fue impecablemente llevada por el comando naval japonés. Pero no se gana una guerra con evacuaciones, aunque sean muy acertadas. El 9 de febrero por la mañana, la isla infernal era americana.

 

 

Quince días tras los combates aero-navales contados más atrás, los marinos y aviadores del Enterprise eran alineados con uniforme número uno sobre el puente-esplanada de su barco. El Enterprise estaba anclado en medio del puerto de Noumea, que es una hermosa y ancha bahía sobre un fondo de montañas. Una gran actividad reinaba en el puerto; se podían ver petroleros, transportes cargados de tropas, navíos de guerra. El sol brillaba en un cielo azul vivo, el blanco de los uniformes estallaba sobre el barco lustroso. Algunos operadores de cine rodaban escenas de este conjunto fotogénico. Rodeado de otros oficiales, un hombre alto, con cabellos blancos visibles bajo su visera galonada, apareció sobre el puente y se dirigió hacia una especie de tribuna instalada sobre el puente. Era el capitán de navío Osborne B. Hardison, reciente comandante del barco. "Hombres del Enterprise, dijo, os he reunido para imponeros citaciones y medallas. Sóis vosotros los que habéis hecho de este barco lo que es hoy, la primera unidad de combate de la Marina, veterano de todos los combates de portaviones, excepto uno, desde las islas Marshall hasta la segunda batalla (naval)de Guadalcanal." Prosiguió evocando brevemente la labor de los aviadores y de los marineros del Enterprise en el curso de estas acciones, en un estilo bastante sobrio que casi ni reconocería cuando leyó en los periódicos la reseña de la ceremonia (donde el nombre del barco no fue ni mencionado, pero lleno de alusiones ingeniosas). Un poco más tarde, el Enterprise debía ser el objeto de una distinción particularmente rara, la "citación presidencial". Este texto recordaba que el portaviones y su grupo habían "ellos solos hundido 19 navíos enemigos y dañado otros 16, y derribado un total de 185 aviones japoneses, sin contar la destrucción de un gran número de instalaciones costeras". La citación se terminaba así: "Su espíritu combativo y los magníficos resultados obtenidos ofrecen el honor más grande a los oficiales y a los hombres que, a su bordo, han servido heróicamente de muralla a la nación americana." El texto íntegro fue pintado sobre la pared del puente de hangares. Halsey envió un telegrama de felicitación, que se terminaba por "Mi corazón queda con vosotros."

 

En el momento en el que fue así honrado, el Enterprise queda como el único portaviones americano superviviente. Será necesario a los dos adversarios, agotados por Guadalcanal, el invierno 1942-1943 y una parte del año 1943 para reconstruir sus fuerzas aero-navales. Una fase diferente de la guerra empezará enseguida, en la que los americanos tendrán casi siempre la iniciativa. El Enterprise volverá al combate entre sus nuevos hermanos.

 

 

 

(Y de esta manera tan formal se acaba este 4º capítulo que, recuerdo, se tituló con esta única palabra: Guadalcanal. Epítome y resúmen real de lo que se dirimió en el Pacífico Sur. No solo la inicitiva militar cambió de mano. Estos cuatro meses encarrilaron el curso del conflicto. Ya se podía decir, sin triunfalismo alguno, quién no iba a perder la guerra. La partida era ya definitivamente desigual.

 

Pero hasta la citada con anterioridad Bahía de Tokio, quedaban todavía muchas millas marinas (y aéreas), y muchas batallas que librar. El próximo capº nos lo mostrará en toda su crudeza.)

 

Saludos

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