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Los Príncipes del Cielo


jenisais

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Complementamos con unas fotos de Jenisais relativas al incidente citando, el portaaviones USS Randolph alcanzado por un único avión kamikaze japonés desgajado del grupo principal que se volvió al no encontrar Ulithi donde "acampaba" la flota USA:

 

 

Kamimikaze Op. Tan 11 marzo 1945.-

 

kamimikazeoptan11marzo1.jpg

 

Kamikaze Ginga bomber from Kanoya 11-3-1945.-

 

kamikazegingabomberfrom.jpg

 

Kamikaze 11-3-45 Ulithi-atoll.-

 

kamikaze11345ulithiatol.gif

 

Kamikaze averió al portaviones USS Randolph marzo 1945

 

kamikazeaverialportavio.jpg

 

Kamikaze averió al portaviones USS Randolph 11 marzo 1945 I.-

 

kamikazeaverialportavio.jpg

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Buenasss

 

(Hoy abordamos la ante-última parte de este X capítulo que clausura el libro Los Príncipes del cielo. Dedicado al interesante tema de los Kamikazes.

 

Esta noche empezaremos tratando el espinosos tema de los bombardeos aéreos que sufrió la nación japonesa a manos de la XX Fuerza Aérea bajo el exigente mando del gral. Curtis Le May. Creo recordar que este mismo militar llegó a decir que o se rendían los nipones, o "les volveremos a la Edad de Piedra". Curiosa, por decir algo, declaración de intenciones de este alto responsable militar, que supongo sería compartida, sino inspirada por la mismísima Casa Blanca. Pero descendamos al nivel operativo, y enumeremos propiamante las operaciones aéreas. Tras el preceptivo Punto y Aparte.)

 

 

 

 

La guerra se hacía cada día más terrible para el Japón. El 10 de marzo de 1945, Tokio sufrió su duodécimo bombardeo. Trescientas Superfortalezas B-29 de la base aérea de Guam arrojaron 1.200 toneladas de bombas sobre la capital. "No he visto jamás espectáculo más impresionante que el de Tokio en llamas" - declaró el gral. Thomas Tower al bajar de su avión -. "Más de treinta y ocho kms. cuadrados habitados de la ciudad han quedado convertidos en una completa ruina."

 

-En febrero y marzo de 1945, me hallaba en la base aérea de Totori, en las cercanías de Kioto -me contó el ex alferez observador Tabuchi -. Sufríamos bombardeos de día en día más intensos, y a cargo cada vez de mayor número de aviones, hasta el punto de que en uno de ellos intervinieron 1.700 aparatos (¡¡¡) Refugiados en nuestros agujeros, veíamos a los bombarderos estadounidenses pasar a baja altura entre las montañas y enfilar nuestro valle en toda su longitud, para cubrirlo literalmente de bombas. Y nuestra DCA no podía tirar siquiera, por falta de munición.

 

Y al contarme sus dramáticos recuerdos de superviviente, sonreía y me ofrecía un cigarrillo; en las paredes de su habitación admiré sus cuadros y unos excelentes dibujos también suyos, de esculturas romanas francesas. A ratos, interrumpiendo nuestra charla, contemplábamos reproducciones de estátuas japonesas, de belleza casi helénica algunas; fuera, los grandes árboles se movían dulcemente al sol. Nunca pudieron parecer tan lejanos e irreales los horrores de la guerra...

 

Antes de dar el asalto final contra la gran isla de Okinawa (a 950 millas al sur de Tokio, y a 460 de Nagasaki; 180 kms. de longitud, costa muy recortada; la anchura oscila entre los 6 y los 28 kms., según el paraje) los americaanos decidieron apoderarse de las islas, o, mejor dicho, de los islotes Kerama, escalonados de 16 a 72 kms al oeste del extremo más meridional de Okinawa. Defendía tal archipiélago Kerama una guarnición de cerca de 800 hombres, sin aviación; la conquista no ofrecía dificultad.

 

Los americanos estaban dispuestos a tratar con la máxima benevolencia a los indígenas que habían sobrevivido al bombardeo previo. Pero ellos les dieron la idea de lo que vendría a ser un desembarco en territorio japonés antes de la capitulación: se dieron la muerte a centenares. Los americanos encontraron, mezclados con los de los adultos, los cadáveres de los niños a los que sus propios padres habían degollado antes del suicidio colectivo.

 

Cuando el 1 de abril de 1945 las primeras oleadas de asalto de los Marines desembarcaron en las playas del nore de Okinawa, machacadas por la aviación y la artillería de los barcos hasta quedar transformadas en un paisaje verdaderamente lunar, no vieron un solo japonés. En todo aquel día, durante el cual siguió el avance (prudentemente, pues una conquista anterior, la de Iwo Jima, les había aportado muchas y muy dolorosas experiencias acerca del coraje y de la voluntad de resistencia del combatiente nipón) a lo largo de muchos kms., no vieron ni la sombra de un enemigo. Solamente varios días después, el 5 de abril, dieron las tropas americanas, que entre tanto habían avanzado continuamente hacia el sur, con las primeras líneas de resistencia japonesa. He aquí, en esquema, el plan previsto por el alto mando japonés:

 

Abandonar el norte de la isla. Concentrar la casi totalidad de la guarnición (cerca de 60.000 hombres) en el sur, y armar a toda la población civil masculina, de los 16 a los 60 años, con vistas a formar un reducto capaz de retrasar el avance americano durante varias semanas; y entretanto, "destruir los barcos enemigos", cuya contínua presencia era indispensable a las tropas desembarcadas, por medio de ataques intensivos de kamikazes.

 

Aunque en realidad no se hubiese abandonado el sistema Baka, el alto mando japonés se inclinaba cada día más al empleo de los kamikazes simples, que volaban en aparatos monoplazas provistos de una bomba de 250 kgs., ya que el contínuo avance de los americanos hacía que de día en día estuviesesn más cerca de los objetivos.

 

-Yo estaba entonces en la base aérea de Kisarazu, no lejos de Tokio - siguió contándome el ex-oficial observaor Tabuchi -. El 4 de abril despegué con mi avión Saiun, que alcanzaba los 700 km/hora y podía tomar 125 fotografías por medio de su cámara automática. Volé sobre la flota americana concentrada alrededor de Okinawa y regresé con mis fotos.

 

-¿No le molestó la DCA de Okinawa, ni le atacaron los cazas americanos?

 

-No, porque volé y tomé mis fotos a 10.000 m de altura. En todo el viaje solo pude ver un caza americano, pero él no me vió a mí. Las fotos estaban destinadas a preparar la gran operación kamikaze. Las ampliaron y los oficiales del Estado Mayor estudiaron la importancia de la Task Force americana.

 

Los cuales pudieron comprobar que en aguas de Okinawa se habían concentrado unas 1.400 unidades. Lupa en mano, identificaban los portaviones pesados, los ligeros, los acorazados, los cruceros. De todos ellos habían de encargarse los kamikazes. Uno solo de ellos podía, si no hundir una de aquellas grandes unidades, sí por lo menos averiarla, de modo que no le quedase más remedio que retirarse.

 

Y una vez solos, los destructores, transportes y lanchones de desembarco se convertirían en presa facil para la escuadra japonesa o, mejor dicho, para los restos de la flota imperial reunidos en una última escuadra. La cual incluía, no hay que olvidarlo, el acorazado Yamato, el célebre coloso de 63.000 toneladas, armado con 9 piezas de 450 mm. ¿Por qué no conservar la esperanza?

 

Si los americanos tenían que renunciar a la conquista de Okinawa, y veían además su flota sensiblemente disminuida, era de esperar que renunciaran también a la conquista del Japón, y que, finalmente propusieran una paz honorable. Verdadeamente podía decirse que era el destino del Imperio lo que aquella vez tenían en sus manos los voluntarios de la muerte. Porque, o eran ellos un nuevo Viento Divino, o no iba a quedar ni rastro de japoneses en aquellas islas devastadas.

 

Fueron repartidos los objetivos, y se enviaron las órdenes oportunas a los aerodromos de las Kiu Siu y de las islas Riu Kiu. La mayor parte de la aviación "normal" había sido trasladada a la islas centrales del Japón, que se esforzaba en defender; las formaciones kamikaze, no obstante, seguían en las bases avanzadas, pues convenía acortar todo lo posible el camino que tenían que recorrer hasta alcanzar los objetivos, los navíos americanos, ya que la formación de los pilotos kamikazes era cada día más rápida, y, por consiguiente, más sucinta.

 

A decir verdad, su calidad de voluntarios era ahora bastante relativa, ya que a muchos se les designaba por órden superior para convertirse en kamikaze. Se les elegía particularmente entre los estudiantes de Letras y Derecho, pues sus camaradas de las disciplinas científicas, ya habían sido enviados a las fábricas como técnicos. Varios de aquellos "voluntaros forzosos" rehusaron ingresar en el cuerpo especial, y prefieron darse a sí mismos la muerte.

 

-Es que tenían miedo? -pregunté al ex-alférez Tabuchi.

 

-Claro está que no, puesto que se mataban. Se limitaban simplemente, a hacer uso de su derecho de libertad humana. Derecho que, según el Código Moral Japonés, les permite únicamente elegir el género de muerte, mas no preferir a ésta la vida.

 

 

 

 

(Interrumpo aquí, pues mañana, tras un significativo Punto y Aparte, se habla del "1º gran ataque contra la flota americana reunida en aguas de Okinawa". Detallado, como siempre hace Georges Blond.También habrá que tener en cuenta el sistema defensivo previo montado por la Us Navy.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Anoche estuvo el Foro indisponeibol. Así que será hoy que finalice el último capº de Los Príncipes del Cielo.

 

Amigo Bear,no puedo contestar con certeza acerca del motivo de estar los aviones en cubierta. Creo que en el momento del crash ya estaban allí. Recuerda que era un portaaviones de los llamados "escolta" cuya labor era surtir de aparatos a los Portaaviones de línea o pesados. Y los trasportaban, debidamente anclados, en la cubierta principal. Aparte de los estibados en los hangares. Observa que cerca del impacto hay algún aparato alcanzado por la explosión.

 

Si tú, o cualquier Forero lector de este hilo quiere más detalles del ataque nocturno al USS Randolph, puede entrar en su propia pagª: www.ussrandolph.com. E ir a WWII Photos. Hay un montón de ellas, desde su botadura, pasando por el ataque (en detalle), y su posterior carrera marítima. Es una pagª muy bien hecha. También hay una breve reseña en: www.pacificwrecks.com. Basta con ir a la fecha del ataque: 11 mars 1945, y en el párrafo grande/central trata de la Op. Tan 2 y lo ocurrido al USS Randolph. Es también una pagª muy interesante.

 

Y vamos con el texto final. Tras un Punto y Aparte.

 

 

 

 

El primer gran ataque kamikaze contra la flota americana reunida en aguas de Okinawa se verificó el 6 de abril de 1945. Los aviones de que se sirvieron los pilotos suicidas eran viejos Zeros, bombarderos en picado del año 1937, aviones torpederos e hidros anticuados. Mezclados con los voluntarios de la muerte, volaban además bastantes bombarderos rápidos bimotores y Zeros nuevos, a cuyos mandos iban pilotos expertos, destinados a guiar hasta sus objetivos al rebaño de kamikazes; serían de 400 a 500 aviones en total.

 

Al amanecer, el cielo, que se había presentado nuboso e irregular los días anteriores, se cubrió completamente. El viento soplaba del norte, de 8 a 10 m/segundo (unos 33 kms/h). El ceremonial de la partida no pudo ser guardado con todo rigor, a causa de los ataques de los bombarderos enemigos. Las formaciones despegaron, entre la lluvia, de pistas sembradas de cráteres de bombas llenos de agua; no faltaron los accidentes en el despegue, y aquí y allá se vió incendiar y estallar aviones antes de elevarse del suelo. Para sus pilotos ya quedaba cumplido el sacrifico. Los otros se alejaron en dirección a Okinawa, guiados por sus pastores.

 

Bajo el emjambre de aviones se extendía la mar gris. Los pilotos miraban con fijeza el horizonte, enfrente de ellos, esperando ver surgir de un momento a otro la masa montañosa de Okinawa, última tierra que verían sus ojos antes de cerrarse para siempre. Tal vez evocaban en su imaginación los lugares donde transcurrió su vida, la ciudad o el pueblo, los diminutos campos de la hacienda familiar, minuciosamente cultivados, el rostro de algún ser querido. (O quizá no pensaban ya sino en el más glorioso, de que dentro de breves instantes iban a gozar gracias a su sacrificio.) Porque para todos los occidentales, aún para los que han vivido mucho tiempo en el Japón, el alma japonesa sigue siendo un misterio.

 

Apenas se vislumbraba la sombra de Okinawa en el horizonte, cuando se presentron los primeros grupos americanos de caza. Los especialistas del radar habían descubierto en sus pantallas las manchas que indicaban las formaciones japonesas, y enseguida dieron la alarma a los aparatos de los portaaviones. Eran los tales, Grumman F6F Hellcat, con un motor de 2000 cv, que les permitiía rozar los 700 kms/h; armados con 6 ametralladoras de 12,70 mm. Los pilotos americanos era una selección de hombres robustos, admirablemente adiestrados y con una elevada moral. Habían adquirido una experiencia del combate en muchas batallas dificiles, pero siempre victoriosas.

 

Como lobos se entraron en el rebaño de kamikazes, e hicieron en él estragos terribles. Los kamikazes seguían volando en línea recta, sin pensar siquiera en defenderse, hacia las primeras unidades navales que ya empezaban a verse en el mar.

 

Los cuales eran destructores equipados a modo de "radar pickets ships", es decir, provistos de elementos de detección lejana y de detección de aviones. Los habían dispuesto los americanos en arco de círculo al noroeste de Okinawa, y fueron ellos los que tuvieron que soportar lo peor del ataque kamikaze, lo cual quiere decir que se les fueron encima casi todos los aparatos suicidas que se habían librado de la matanaza aérea.

 

Muchos de los pilotos kamikazes ni se cuidaban siquiera de la distribución que previamente se les había hecho de objetivos, y así se lanzaban contra el 1º barco que veían a su alcance. La tensión interior que soportaban debía de ser demasiado grande para permitirles aguardar más. (Más aún después de soportar el shock de ver caer a camaradas al lado sin poder hacer nada. N. de la T.) Hubo algunos, sin embargo, que consiguieron ir más lejos, y se lanzaron contra unidades de más importancia.

 

Pero casi la mitad de los efectivos del ataque kamikaze fue interceptada y deshecha por los cazas. Las cifras de las pérdidas aéreas niponas durante el 6 de abril, que aparecieron en diferentes documentos americanos, no concuerdan: la más elevada cifra 561, y la menor da 307. En cambio, sí se conocen con certeza las pérdidas de los americanos: dos aviones...

 

El segundo ataque en masa de los kamikazes tuvo lugar el día siguiente, 7 de abril. Como la víspera, los kamikaze que consiguieron alcanzar sus objetivos, y, como es lógico, los japoneses mal podían conocerlo. "El porcentaje de impactos fue muy debil", leemos en un informe norteamericano. "Sin embargo, teníamos la impresión de que si las cosas seguían a aquel ritmo, el efecto de tales ataques sería al cabo catastrófico."

 

¿Conseguirían los kamikazes salvar el Imperio? Por el lado nipón se empezaba a dudarlo. Cierto que habían sido destruidas muchas unidades americanas, pero no las más importantes, y aquel mismo 7 de abril, la última escuadra imperial, compuesta por el Yamato, un crucero y 8 destructores, recibió la estocada de muerte.

 

El alto mando la hizo salir con la esperanza de que hallaría a la flota americana medio deshecha por los ataques suicidas. Pero en vez del papel de agresor, desempeñó el de víctima, pues al noroeste de Okinawa la atacaron los aviones de una Task Force que había sido enviada a su encuentro. Oleadas de aviones torpederos y de bombarderos en picado se precipitaron sin interrupción contra el Yamato. La colosal fortaleza flotante avanzaba sobre el mar bajo el bosque multicolor del fuego de su DCA, pero tal defensa resultaba insuficiente, pues con nada se podían suplir los portaaviones nipones hundidos. Y el Yamato sucumbió. Su masa de 65.000 toneladas estalló al cabo con un enorme resplandor naranja, y no quedó un solo superviviente en la superficie del mar. El crucero fue hundido también, y cinco destructores. La flota imperial había dejado de existir. Y con ella, la esperanza de una irrupción victoriosa entre las unidades navales americanas que se hubisen salvado de los ataques suicidas.

 

NO obstante, el alto mando japonés aún dispuso de muchos otros ataques de aquel tipo durante toda la campaña de Okinawa, que duró hasta el 21 de junio. Se hacían generalmente con intervalos de 7 a 10 días. Fueron hundidos 35 barcos americanos, entre ellos 13 destructores, y otros 22 de menor tonelaje. Otras 299 unidades resultaron con averías. De los 10 portaaviones pesados que participaron en la lucha, 8 resultaron al cabo averiados, de mayor o menor gravedad. Tales resultados, que los americanos no ocultan, les parecían impresionantes, no bastaron, con todo, para obligarlos a levantar el sitio de Okinawa.

 

Cada nueva oleada de kamikazes que despegaba de los aerodromos bombardeados, iba con un poco menos de esperanza que la anterior. Los aviadores sabían que el cerco de hierro se estrechaba en torno a su patria, y solo la muerte que les esperaba en su servicio, les libraría de la humillación de ver el suelo sagrado del Japón manchado por la presencia del blanco bárbaro.

 

Por otra parte, la diferencia entre los ataques suicidas y los ataques "normales" tendía a desaparecer. Muchos eran ya los pilotos que sin pertenecer al cuerpo especial, se lanzaban voluntariamente con su avión cargado de bombas contra el objetivo. Los supervivientes de las últimas escuadras aéreas japonesas parecían haber adoptado como distintivo: "¡Todos kamikazes¡" Pero ya esta palabra había tomado un sentido desesperado.

 

Conquistada Okinawa, los americanos instalaron allí una base aérea. Y de ella y de las bases de Iwo Jima y de Saipan despegaban a diario miles de Superfotalezas B-29 para ir a machacar los puertos, los centros industriales, las ciudades del Japón. Los últimos vestigios de la flota imperial fueron aniquilados en los puertos de Kure y en Yokosuka. La aviación nipona, a diario bombardeada y ametrallada en sus propios aerodromos, reducida a unas pocas escuadrillas, falta de combustible y de municiones, era incapaz de contraatacar.

 

Ya es sabido que el último episodio de la tragedia fue la destrucción casi total de 2 ciudades japonesas por el arma atómica. El 7 de agosto, el Presidente de los EEUU advertía a los japoneses "se prepararan para un diluvio de ruinas como jamás se había visto sobre la tierra". El 8 de agosto, la URSS declaraba la guerra al Japón. El gobierno del Mikado capituló el 15 de agosto.

 

Con ello se cerraba el último acto de la tragedia, pero estaba escrito que los kamikaze aún habían de aparecer por vez postrera en acción antes de caer el telón, como para mostrar al mundo un epílogo auténticamente japonés. El día 16 de agosto, el jefe del Estado Mayor de la 5ª escuadea aérea despegó al frente de 30 aparatos, y fueron todos a estrellarse contra la base americana de Okinawa. Otra formación de la misma escuadra emprendió también el vuelo y puso proa al mar. Y cuando ya los aviones volaban sobre la extensión desierta, uno de ellos picó, y los demás le imitaron. No hubo ni un solo superviviente. Con ello quedaba conclusa la gesta de los kamikazes.

 

 

 

 

(Y así con esta nota sobrecogedora termina capítulo y el libro de Geprges Blond. Solo queda mirar las fotografías que envío seguidamente al cuidado de Rockofritz.

 

Sería muy interesante, a quien siga interesando el tema, leer algún libro que ampliara conocimientos sobre esto que se puede calificar como fenómeno. Yo tengo el ya citado La Epopeya Kamikaze, de Bernard Millot (Bruguera, bolsillo, 1975). De gran calidad y muy editado en varios idiomas. En castellano, reciente: "Kamikazes" Albert Axel; La Esfera, 2005. "Armas suicidas" por A.J. Barker; Ed. S. Martín, 1972. El Viento Divino, Rikihei Inoguchi; J. Vergara, 198O. y, Los Kamikazes, por Fdº Castro, 1971. Todavía disponibles, en librerías de viejo.

 

Tengo ya in mente el siguiente libro. Siempre con la incertidumbre de si gustará. La prueba del algodón es que me guste también a mí... Espero acertar.

 

Como siempre, gracias por leerme.)

 

Saludos

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Algunas fotos del archivo de Jenisais, de los kamikases y del acorazado Yamato, con todo su dramatismo:

 

 

kamikaze llevando su Hachimaki.

 

kamikazellevandosuhachi.jpg

 

Ultimo saludo de kamikazes.-

 

kamikazes.jpg

 

kamikaze 12-4-45 Ki-43 a Okinawa.-

 

kamikaze12445ki43tookint.jpg

 

Yamato mapa ultimo combate.

 

yamatomapaultimocombate.jpg

 

Yamato 7 abril 1945.-

 

yamato7abril1945.jpg

 

Yamato en su última salida.-

 

yamatoensultimasalida.jpg

 

Yamato explosion 7 abril 1945 near Okinawa w Japanese Forces.-

 

yamatoexplosion7abril19.jpg

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