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Pájaros de muerte, relatos de guerra aérea recopilados por Phil Hirsch


jenisais

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Buenasss

 

(Realmente impresiona la muerte en directo y más en aquellos primitivos televisores: muerte en directo. Y como testigo de excepción el próximo candidato, el piloto Joseph. Kennedy Jr., que debería pilotar el próximo B-24 "hijo". Leamos sus reacciones.)

 

 

 

 

Media docena de oficiales técnicos se pusieron en pie, apresurándose hacia el televisor. Con ademanes frenéticos, intentaron devolver la vida a aquella pantalla negra, aunque en el fondo de sus corazones sabían que era inútil... Acababan de ver morir a dos hombres horriblemente, destrozados por la explosión de 10 toneladas de materia detonante.

 

Kennedy se llegó al receptor de televisor y lo apagó con gesto furibundo. Pisoteó el cigarrillo con el tacón, salió del hangar y caminó con largas zancadas por una pista de cemento, hacia el dormitorio, el sudor perlaba su rostro. Visiblemente afectado por lo ocurrido, no pudo evitar preguntarse si la secretísima Operación Afrodita -el primer proyecto del mundo de dirección a distancia- habría nacido para perderse.

 

Joe Kennedy no ignoraba que, en la guerra, la muerte forma parte del espantoso espectáculo. Pero no aquella clase de muerte: atrapado uno en el interior de un bombardero cargado de altos explosivos, que cae dando vueltas delirantes. Había algo profético en lo que el teniente Kennedy había visto, una fugaz mirada al porvenir, al futuro de una nueva especie de guerra, en la que hombres situados en distintos fortines apretarían botones que enviarían volando la muerte hacia blancos destinados a la aniquilación, emplazados en las antípodas del punto de lanzamiento.

 

Señalado por el combate, Kennedy había perdido ya varios compañeros de la Armada, que perecieron en accidentes aereos, pero aquellos muchachos al menos habían tenido la oportunidad de luchar: el piloto del avión dirigido por radio del plan Afrodita no dispuso de esa oportunidad.

 

Sonaron pasos a su espalda y Kennedy volvió la cabeza. Era el teniente Wilford J. Willy, aviador de la marina, vecino de Ford Worth (Tejas) que, lo mismo que Kennedy se había ofrecido voluntario para el proyecto secreto.

 

-¿Que te parece, Joe? -preguntó Willy con aire desanimado.

 

Kennedy se encogió de hombros.

 

- Cualquiera sabe. Es evidente que algo falló en el control remoto, después de que traspasaran el mando a la aeronave madre.

 

- Los pilotos no respondieron a su llamada - observó Willy-. Debieron estar en condiciones de saltar del aparato. Pero continuaron a bordo.

 

- Vamos -chilló Kennedy bruscamente-. Tomemos un trago.

 

Joe era miembro de la Armada con "A" mayúscula, todo un hombre y muy atractivo para las mujeres. Un buen chico, que había vuelto la espalda al hecho de ser hijo de un hombre rico y poderoso. Su padre, el honorable Joseph Patrick Kennedy, antiguo presidente de la Cámara, embajador de los EEUU en Inglaterra, residente de un barrio elegante, gran personaje ciudadano y hombre afable y liberal, dio a Joe su propio nombre. Joe, hijo, estaba decidido a hacer honor a ese nombre.

 

Nacido en Nantasket (Massachussetts), el 25 de julio de 1915, Joe fué el ojito derecho de su padre. Asistió a la muy particular Choate School de Wallingford, en Conneticut, y luego ingresó en Harvard. Jugó 3 años en el equipo de soccer de la Universidad, cambiando luego el balonpié por el rugby. Formó parte del consejo estudiantil durante 3 cursos y después resultó elegido presidente de la Junta del último año. A pesar de todas estas actividades y de ser miembro de las Hasty Pudding y Pi Eta, se graduó Cum Laude en 1938.

 

Entonces dió principio el periodo de su vida, en el cual, Joe Kennedy, padre, empezó a instruirle con vistas a una carrera política que le llevaría a la Casa Blanca. Su padre estaba decidido a conseguir que su hijo ganara las elecciones para la Presidencia.

 

Ingresado en el Servicio Diplomático, Joe obtuvo el puesto de Secretario particular en la Embajada Estadounidense de Londres, donde comenzó a observar el inquietante rumbo que tomaban los acontecimientos mundiales, derivando hacia la guerra en Europa. Inevitablenente, la guerra hizo que se tambaleasen sus ideas aislacionistas y se preparó para hacer frente al futuro.

 

Pidió el traslado a una vacante de la Embajada Americana en París, y escuchó desde allí el creciente estrépito que sonaba al otro lado del Rhin, donde las belicosas tropas de Hitler hacían entrechocar los sables. Corrían horas peligrosas y la perspicacia de Joe Kennedy se agudizó. Porque Hitler había invadido Polonia y, consternado, comprendió que Francia se derrumbaba politicamente.

 

En el fondo, Joe esperaba que América se mantuviese al margen de la guerra mundial, pero su realismo le informaba de lo imprescindible que iba a resultar el caudillaje de los EEUU en los difíciles años que se presentaban. Regresó a la Harvard Law School, pensando aún en la presidencia como en su vehemente objetivo.

 

Pero a mediados de octubre del 41, con Europa en llamas y las tropas japonesas ocupando Indochina, Joe Kennedy abandonó el centro pedagógico y se enroló en la Reserva Naval de los EEUU como cadete de aviación.

 

Estudiante modélico, Joe recibió el despacho de Alférez en abril del 42 y para enero del 43 era ya teniente con destino en una escuadrilla de bombarderos Liverator PB4Y En septiembre del mismo año, el teniente Kennedy recibió la orden de realizar una serie de peligrosas misiones de combate con su escuadrilla, que fué adscrita al Mando Costero británico y empezó a llevar a cabo patrullas antisubmarinas en la parte europea del Atlántico.

 

Desde el Golfo de Vizcaya y el Canal de La Mancha, hasta las heladas aguas del mar del Norte, el Liverator de Joe Kennedy surcó los cielos a través de borrascas y ventiscas, persiguiendo a los submarinos de Hitler en una de las misiones mas comprometidas de la guerra. Sólo aquel periodo hubiera bastado para convertirle en un héroe, pero Kennedy no se sentía satisfecho. Cuando la serie de patrullas terminó, en vez de regresar a los EEUU, convenció a la dotación del Liverator, para que firmasen por otro periodo de Patrullas de combate.

 

Concluido éste y un poco aburrido Kennedy de aquella tarea, le fué dada orden de volver a casa, y en Julio de 1944 tenía ya todo su equipo personal cargado en un transporte que iba a partir hacia el oeste, cuando olfateó lo del Proyecto Afrodita. Excitado, comenzó a investigar.

 

- Es una idea demente -le confesó el oficial encargado de la leva-. Practicamente una misión suicida. No creo que le interese. ¡Ya ha cumplido vd. dos series de vuelos!.

 

- Eso no importa -replicó Joe-. Vd. anda buscando hombres para ir en Liverator y yo estoy disponible.

 

El oficial se encogió de hombros.

 

- Se trata de su piel.

 

En llegando a Fersfield, el teniente Kennedy se integró en la presurosa actividad de técnicos y oficiales, que iban de un lado para otro impulsados por órdenes secreta, en clave, cumpliendo un extraño plan con nombres cifrados como Afrodita, Batty, Castor y Weay Willie. Cuando se enteró de los detalles del esfuerzo oculto, quedó más asombrado que nunca.

 

El Proyecto Afrodita se había acelerado a partir del 23 de junio de 1944. Su finalidad: lanzar bombarderos dirigidos por radio y cargados de explosivos en un arco inexpugnable de 150 bases fortificadas de cohetes, situadas a lo largo de las costas francesas, belga y holandesa. Aquellas rampas de hormigón, desde las que se lanzaban los proyectiles cohetes, estaban tan fuertemente protegidas, según le informaron a Kennedy, que era inútil enviar contra ellas bombarderos convencionales, gobernados por pilotos.

 

Sin embargo, era de suma importancia borrarlas del mapa. Las armas alemanas V-1, V-2, que se disparaban en dichas bases extendían el terror y causaban enormes daños.

 

Meses antes, Winston Churchill había impuesto el nombre en clave de "Crossbow" al creciente esfuerzo aliado para destrozar la pesadilla del programa alemán de armas de largo alcance, pero el uso de las V-1 por parte de los alemanes no empezó hasta el 13 de junio, siete jornadas después del Día D. Faltaba poco para que amaneciese ese histórico 13 de junio, cuando el primer V-1, un gigantesco torpedo aereo con apéndices en forma de aletas, llameó atravesando el canal desde Pas de Calais, y fué a estallar contra un puente ferroviario en el corazón de Londres, naciendo así una nueva era en las tácticas de guerra.

 

En un periodo de 24 horas, tomando como punto de partida el crepúsculo del 2 de julio, los ingenieron alemanes lanzaron 161 cohetes sobre la costa inglesa descargándolos en el casco urbano de Londres. Sólo en el curso de la mortífera semana que terminó el 8 de julio, 820 V-1 machacaron espaciadamente Inglaterra, en el primer ataque masivo mundial con cohetes balísticos.

 

Más de 16.000 V-1 y 14.000 V-2 lloverían sobre el país inglés, en el desesperado intento final que Hitler realizó para evitar su derrota.

 

Lo aterrador del caso consistía en que las bases de lanzamiento habían sido construidas con tanta solidez que los procedimientos de bombardeo corrientes no lograban acabar con ellas. Apresuradamente la RAF y la USAF edificaron duplicados de las bases de lanazamiento alemanas en el campo de pruebas Eglin y consiguió descubrir su punto débil: mientras que los bombardeos a altitud media y elevada era infrtuosos y totalmente faltos de efectividad, ¡los ataques a baja altura podían destruirlas¡

 

Se necesitaba algo que pudiera colarse por entre la red infernal de fuego que lanzaban las macizas defensas alemanas, descargando ataques suicidas. Algo como los aparatos dirigidos por radio del proyecto Afrodita.

 

En las primeras misiones de prueba, el Tte. Kennedy tropezó con serias dificultades en lo que se refería al primitivo sistema de control de imágen televisada, montado en la proa del bombardero naval. Se pretendía transmitir a la pantalla del aeroplano madre la perspectiva de lo que se veía, de forma que el avión gobernado a distancia pudiera enviarse contra las bases de lanzamiento de V-1, dirigiéndolo desde un lugar seguro. Pero el equipo ATJ de televisión no retransmitió más que difusa "nieve".

 

Gracias al Tte. Cnel. de la USAF, Joseph Pomykata, oficial del Proyecto Batty de bombardeo teledirigido y el hombre que había conseguido lanzar bombas con éxito sobre blancos enemigos en Francia, utilizando la televisión, Kennedy se enteró de la causa que originaba las dificultades.

 

-Su contratiemepo reside posiblemente en el modo en que está instalada la antena - sonrió Pomykata-. Hemos averiguado que si se monta la antena encima del estabilizador horizontal, se eliminan la reverberaciones del suelo.

 

-¡Gracias¡ -exclamó Kennedy-. ¡Cualquier cosa que la Armada pueda hacer por Vd, no tiene más que pedirla¡

 

Pomykata enarcó las cejas.

 

-Ya sabe -dijo- que nos serían muy útiles algunas de esas blandas colchonetas que tienen en la Marina.

 

-¡Trato hecho¡ -sponrió Kennedy a su vez-. ¡Dos colchonetas a cambio e sdos de estos equipos de televisión suyos¡

 

Salió caminando despacio por la pista de cemento. Pasó por delante de la negra y fea silueta del Liberator en el que volaría al día siguiente como copiloto técnico. Saludó con una inclinación al PM armado que montaba guardia ante el bombardero y su carga letal de 10.000 kgs. de "Torpex".

 

Se afanaban otras figuras en trono al gigantesco aparato, efectuando las últimas verificaciones antes del vuelo. La cuenta atrás había empezado, aunque faltasen horas todavía para el despegue.

 

 

 

 

(Se nota la exactitud que quiere lograr el autor, Don Dwiggins, para explicar a fondo en qué consistía la Operación Afrodita. Enseguida, espero, pasaremos a la acción pura y dura.)

 

Saludos

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Kennedy Foto de familia 1939 Embajada USA en Londres. Joseph Jr, de pié 1º izdª

 

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Kennedy, Joseph P con sus hijos Joseph Jr y John F.

 

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Joseph Kennedy Jr Antes de la SGM.

 

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Kennedy, Joseph Jr Foto al alistarse como Cadete aviación 1942.

 

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Kennedy, Joseph Jr Con una de sus hnas. Kathleen. Sobre 1943

 

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Kennedy, Joseph Jr El día de su graduación como piloto naval en Annapolis.

 

kennedyjosephjreldadesu.jpg

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Buenasss

 

(Hecha ya la presentación biográfica de Joe Kennedy, vimos en detalle la operación Afrodita. Otra cosa es sus plasmación concreta tras el fallido intento del 18 de julio pasado. Por eso Joe Kennedy se aseguró con los consejos de Joseph Pomykata. Ahora falta llevarlos a la práctica.)

 

 

 

 

Divisó a Willy, que ocuparía el asiento de su izquierda en la misión, el cual estaba de pie, iluminado por la claridad de un proyector, conversando con el alférez James Simpson. Se dirigió hacia la pareja.

 

-¿Que tal funciona la televisión? -preguntó Kennedy.

 

Simpson esbozó una sonrisa, limpiándose las manos con un trapo.

 

-Podía funcionar peor. Aún tenemos un poco de nieve, pero hemos cambiado la antena y parece haber mejorado mucho.

 

-Pomyaka sugirió que debemos colocarla encima del estabilizador -dijo Kennedy-. Eso detiene los reflejos del suelo.

 

-El teniente Leonard Katz nos comunicó lo mismo. Efectuaremos el cambio -manifestó el teniente Willy.

 

-¿Vamos a tomar un poco de café? Propuso.

 

Willy y Simpson aceptaron la idea de Kennedy y los tres se dirigieron a la cantina.

 

-El abandono de la nave resultará duro -comentó Willy, meditabundo-. Ya sabes que han tenido dificultades con esas Fortalezas fatigadas.

 

Kennedy asintió. Después de la primera misión trágica que contempló en el televisor, recordó que otras tripulaciones habían conseguido saltar, pero los hombres llegaron muertos a tierra firme. Fué un misterio, hasta que sobrevivió un aviador aunque con la clavícula rota.

 

Las modificaciones hechas en el fuselaje habían variado la dirección de las corrientes de aire, de forma que los aviadores perdían el equilibrio al saltar y la vida se les escapaba del cuerpo al chocar con las expulsiones.

 

UIna semana antes, el 4 de agosto, aumentaron las esperanzas de los oficiales del Proyecto Afrodita, cuando un B-17 con su carga explosiva cruzó el Canal, después de que sus pilotos lo abandonasen sin perder la vida. Desde el aeroplano madre, que volaba 30 kms. detrás, se retrasmitió a la base una imagen clara, que les llegaba desde el avión dirigido por radio. Por entre una abertura en las nubes, divisaron las gigantescas instalaciones de lanzamiento que los alemanes tenían en Wizernes.

 

-¡Ahí está! -gritó jubiloso el encargado del control remoto que iba en el aeroplalno madre.

 

Pero cuando el B-17, dirigido por radio, descendió hacia la base germana con su cargamento de muerte un banco de nubes se interpuso y falló el blanco por unos 600 mts.

 

Dos días después el 6 de agosto, el tercer aparato teledirigido del Proyecto Afrodita, fué enviado en misión mortífera hacia la ciudad de Watten, base alemana de importancia estratégica. El 27 de agosto de 1943, un año antes, la 8ª Fuerza Aerea había lanzado su primera misión "Crossbow" mediante un ataque de 187 Fortalezas Volantes convencionales enviadas contra el blanco. Los servicios de inteligencia confirmaron posteriormente que los daños infligidos fueron cuantiosos, pero informaron también que la base Watten era "más extensa que cualquier construcción de hormigón armado que hubiese en los EEUU, con la posible salvedad del pantano Boulder".

 

En el tercer vuelo de la Operación Afrodita, funcionó mal el equipo Azon de mando a distancia y el conductor del aeroplano madre no logró llevar el aparato teledirigido hasta su diana. El B-17 trazó un amplio círculo sobre Watten y, finalmente, se desplomó en espiral sobre unos pastos, estallando y matando un rebaño de vacas.

 

Se enviaron dos B-17 mas, pero los pilotos murieron al lanzarse del aparato y, en mitad del Canal, los bombarderos se hundieron en el agua. Los explosivos y el carburante que llevaban elevaron hacia las alturas enormes penachos de agua y llamas.

 

Después de las decepciones ocasionadas por el Afrodita, el Cuerpo Aereo decidió suspender momentaneamente los esfuerzos secretos de bombardeo según el proyecto Batty, adelantando rapidamente con el Castor, cuyos B-17 de guerra eran dirigidos de manera simultanea por radio, televisión y radar. Los aparatos del Castor pasaban por el Canal casi al nivel de las olas, después de que sus pilotos los abandonaban con los paracaidas prendidos en las antenas estáticas para garantizar la seguridad de su apertura.

 

Un avión del Castor estuvo a punto de alcanzar las bases de submarinos de Heligoland, pero fué interceptado y abatido por la caza adversaria. En una segunda incursión, contra una refinería de petroleo próxima a Heide, en Alemania, el aparato dirigido a distancia del Proyecto Castor perdió el rumbo y se precipitó a las aguas del mar del Norte, a mas de 100 kms. de la costa. Un tercer avión de las mismas características consiguió volar sobre Heide, pero fué destrozado y estalló sin causar daños graves.

 

Ahora le tocaba a la Armada. El teniente Joseph Kennedy estaba deseando ponerse en marcha, terminar de una vez con la creciente tensión de las inacabables comprobaciones. En circunstancias normales, dormía bastante bien antes de cualquier misión de vuelo; pero aquella madrugada la del 12 de agosto de 1944 e removía inquieto en la litera, pensando en la dura prueba que tendría que soportar, que estaba esperándole.

 

Se levantó temprano e inspeccionó cuidadosamente el Liberator PB4Y, un bombardero cuatrimotor que había sido desprovisto de todos sus adornos innecesarios y cargado para la muerte con "Torpex".

 

A mediodía, sacó una bolsa con huevos del último cajón de su taquilla e invitó a Willy y a Simpson a que se uniera a él en el comedor, donde les serviría un plato especial: una tortilla Kennedy.

 

Había llevado los huevos desde Londres, el día anterior, después de visitar a su hermana Kathleen por última vez. Hizo ese viaje para animar a la muchacha, que se enfrentaba con disgustos familiares, producidos por la desaprobación paterna de su compromiso matrimonial con el marqués de Hartington, a causa de ciertas diferencias de tipo religioso.

 

-Así que tu eres católica y él es protestante -se echó a reir Joe-. Eso no debería molestarles ni representar ningún inconveniente. ¡Algún día verás a un católico apellidado Kennedy en la Casa Blanca¡.

 

Joe Kennedy no pudo saber lo proféticas que iban a resultar sus palabras,ya que ni Kathleen ni él vivirían para verlas convertidas en realidad. Kathleen que prestaba sus servicios de enfermera en la Cruz Roja, se casó con el marqués, el cual murió en combate, cuando capitaneaba una patrulla de infantería avanzando en vanguardia de una columna de tanques. Y Kathleen falleció en 1948, al estrellarse en las montañas del sur de Francia, el avión particular en que viajaba.

 

A las 17,00 Kennedy y Willy con su equipo de vuelo y su paracaídas, montaron en un jeep y se dirigieron a la pista. El alférez Sim

pson, dentro de la carlinga, terminó de revisar los complicados mecanismos electrónicos y se irguió, en el instante en que Kennedy subía al aparato. Amos hombres se estrecharon la mano.

 

-Hasta luego y buena suerte, Joe -se despidió Simpson-. ¡Te aseguro que me gutaría acompañaros¡

 

Kennedy le dió un epujoncito, bromeando:

 

-Acaso en el próximo viaje, Jim.

 

Se acomodó en el asiento de la derecha, ajustándose las bandas del pararacaídas. Cuando Simpson daba media vuelta para apearse, Kennedy añadió:

 

-¡Ah, Jim¡ Si no regreso podéis comeros los huevos que quedan.

 

Rápida y eficientemente, Kennedy y Willy efectuaron las comprobaciones de ritual, inspeccionando uno por uno todos los instrumentos de la relación preparatoria, antes de poner en marcha los motores. Joe accionó la válvula selectora hacia el depósito de la izquerda. Se trataba de un viaje de ida... esa vez el destino era Heligoland y la base de submarinos nazis. Solo que Kennedy y Willy tenían intención de arrojarse en paracaídas antes de cruzar la línea de la costa.

 

Joe movió en círculo el índice de la mano derecha, sonriendo al grupo de personal de tierra. El motor nº 1 cobró vida. Cuando las cuatro héelices estuvieron girando, agitó el brazo y el capitán del aeroplano quitó los calzos.

 

-¡Llegaremos abajo sanos y salvos¡ -gritó por encima del rugido de los motores. Y soltó los frenos; el gigantesco Liberator comenzó a avanzar despacio, cautelosamente, con su cargamento de 10 toneladas de muerte.

 

Ni Kennedy ni Willy hablaban en estos momentos. Tenían demasiado trabajo. Los dos pilotos sudaban, notando los traqueteos de aquella bomba volante, mientras recorría la franja de cemento y entraba en la pista de despegue. Willy empujó suavemente las 4 palancas centrales de los aceleradores. El Liberator aumentó su velocidad.

 

-¡Ciento sesenta¡ -gritó Joe, observando el velocímetro de aire-. Ciento setenta... ciento ochenta...

 

Se alzaron por delante de los árboles que crecían en el extremo de la pista de despegue. Kennedý se echó hacia atrás sobre la barra, lo mismo que Willy, como si ambos tratasen de levantar la aeronave del suelo con toda la suavidad posible. Sintió la ráfaga de aire que envolvió a los timones, viendo quedarse atrás el piso. Aplicó los frenos a las ruedas del tren de aterrizaje.

 

-¡Nos elevamos¡ -gritó.

 

Hasta entonces, todo había salido perfecto. La tierrra quedaba abajo, se encontraban sobre la arboleda, ascendiendo el lento giro hacia el oeste, rumbo al sol poniente.

 

 

 

 

( No es extraño que pensaran que todo iba saliendo bien. Habían logrado despegar el Liberator cargado con un peso fuera de lo normal. Las 374 cajas del super-explosivo "Torpex" que hacían la enorme suma de 20.570 LB, a lo que había que añadir las 600 LB extra de las tres minas que portaban, es decir un total de ¡¡21.170 LB¡¡ Sí, si que tenían que manjear con suavidad tamaña bomba volante.

 

Tengo la revista norteamericana Aviation History de mayo de 1996 (estuve suscrito varios años) en que uno de sus artículos tiene el título Secret B-17 "Smart Bomb".( Su autor Edwyn Gray)Tal como se puede apreciar en la portada de la citada revista cuya foto y algunas más dedicadas a la Operación Afrodita, envío a Rockofritz. He hecho con métodos artesanales un par de fotos a la doble pagª que encabeza el artículo. Van en el lote. Lo que me molesta es no poder enviar el artº en cuestón que desentraña por completo la citada Op. Aphrodite. Enviaré fotocopias a Rocko para ver si es capaz de subirlas al Foro. No puedo hacer más. Y bien que lo siento.

 

Mañana acabaremos con este capº que aunque manco de acción, nos ha desvelado lo que hasta hace muy pocos años quedaba como uno de los grandes secretos de la Segunda Guerra Mundial.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Dejamos a esta pareja de Joe Kennedy y su segundo W. Willy a los (pesados) mandos de un Liberator trufado de los explosivos más potentes del arsenal aliado. Su intención, volar por el mar del Norte rumbo a la peligrosa Heligoland, cuna y refugio de las manadas de submarinos alemanes. Estas bases estaban permanente defendidas por la flor y nata de la caza alemana. Los primeros radares de larga distancia fueron instalados en esta isla-fortaleza, punto clave en la defensa aérea del Reich. Hasta Kammhuber vino a supervisar la instalación de radar y Flak, ya en el casi olvidado 1942. Luego no iba a ser una excursión placentera, no.

 

Pero la primera labor que deberían despejar estos dos avezados pilotos era salir de territorio inglés, labor árdua: tenían por delante cerca de cien millas hasta aproximarse a la costa inglesa y contemplar el mar que les llevaría a su destino. Es a la vista de la costa que afrontaríaan el momento más peliagudo y crucial de toda la operación. Todo su aprendizaje y prácticas, cristalizaría en el momento supremo de armar los explosivos. Dar vida a lo que ahora todavía era mera materia inerte, letal, pero inerte.

 

Todo lo demás vendría por añadidura.)

 

 

 

 

Kennedy bajó la mirada hacia el paisaje, los primorosos setos y las granjas de aquella campiña inglesa. Era el mismo cuadro que había visto en la pantalla del televisor, el día en que el primer Afrodita B-17 se vino abajo. Eso debió acarrearz miedo a su ánimo. No el miedo paraliante del cobarde, sino el miedo que aguijonea al héroe, que ensalza su espíritu y le prepara con vistas a llevar a cabo la gran empresa.

 

Kennedy cogió el micrófono y llamo al aeroplano madre.

 

-Hijo a madre -anunció-. Nos elevamos a través del nivel de 600, siguiendo un rumbo dos-siete-cero. ¿Qué tal se oye?

 

A 30 kms de distancia, en la proa de un PV-1 Ventura, el encargado de los mandos escuchaba la voz de Kennedy y veía la imágen del paisaje tendido bajo el Liberator.

 

-Madre a hijo, se perciben las palabras con claridad y sonido alto. Hay un poco de nieve, pero la imágen que nos llega resulta bastante aceptable.

 

-Ah, sí, madre -repuso Joe lacónicamente-. Nos desviamos al rumbo uno-ocho-cero.

 

Dentro del avión, los dos pilotos actuaban como el equipo bien compenentrado que eran. Sus manos operaban los instrumentos necesarios, sus labios transmitiáin información vital al aparato madre. Pero aunque volaaban rápidamente hacia el enemigo, en aquellos momentos cruciales sus pensamientos estaban en sus hogares, en sus familias, en su futuro.

 

Willy... El tejano enjuto, de rostro atezado, se revolvió un poco mientras entornaba los párpados para impedir que los rayos del sol le molestasen. "Permite que sobreviva, debió implorar al Hacedor. Déjame seguir viviendo y regresar al lado de Edna. Edna era su esposa y Willy había hablado a menudo de sus planes para cuando la guerra hubiese terminado y él pudiese fundar un gran rancho.

 

Kennedy... El bostoniano, preocupado por su hermana Kathleen, confiaba en que la muchacha pudiera casarse con su novio británico. Luego estaba su hermano Jack, el que le seguía en edad. Jack había colocado su vida sobre la mesa de juego de la guerra y un año antes, en las Salomón, su lancha torpedera PT-109 fue abordada y partida en dos por un destructor japonés.

 

Y ahora, también él se veía cara a cara con la muerte.

 

Una mirada por encima del hombro, hacia el depósito de bombas, sacó brúscamente a ambos hombres del pozo de ensoñaciones en que estaban sumidos, recordándoles la torva tarea que llevaban entre manos. Porque en aquella cala, apiladas una sobre otra, iban las latas de Torpex. Un cargamento comprometido, desde luego... el primer pago a cambio de la ruina y el terror que sembraron las V-1 y V-2.

 

"Cóbrese con esta remesa, míster Schickgruber".

 

Kennedy albergaba pocas dudas respecto al éxito de su misión. No estaba mentalmente educado para aceptar el fracaso. Su tarea, como la de Willy, consistía en fijar el rumbo del aparato, preparado cuidadosamente para su crucero, y después traspasar el gobierno de la aeronave al avión madre, que volaba detrás a decenas de kms. A continuación, saltarían.

 

Bastante alto en aquel cielo vespertino, otro aparato volaba en círculo: el avión regulador del Project Batty Glide Bomb. A 5000 m de altitud, el teniente Katz ajustó sus controles de radio y puso la imagen televisada del lejano aparato dirigido a distancia.

 

-¡Buena fotografía¡ -gritó a su piloto-. ¡Ese tiene todo el aspecto de un vencedor!

 

En la aeronave madre "Ventura", el encargado de los mandos preguntó:

 

-Madre a hija, ¿cuál es tu posición?

 

-Nos aproximamos al litoral -retransmitió Kennedy-. ¿Se ve bien la imágen?

 

Tanto Katz como el controlador de la Armada empezaron a contemplar sobre la pantalla las rocas blancas de Dover, la misma panorámica emocionante que divisaban Kennedy y Willy desde su carlinga.

 

En tierra firme, dentro del hangar Fersfield, otros hombres observaban idéntica perspectiva, retransmitida desde el avión armado. Pomykata abría y cerraba las manos nerviosamente, casi como si estuviera rezando con los dedos.Otros técnicos miraban en silencio, fumando cigarrillo tras cigarrillo para aquietar sus nervios.

 

-Vale ya, madre -se oyó de nuevo la voz de Kennedy-. Vamos a entregar los mandos al control remoto. Hazte cargo, madre...

 

Con la boca seca, como si se le hubiera vuelto de algodón, Kennedy alargó la mano y accionó la palanca que suspendía el funcionamiento del piloto automático, entregando el mando del avión a los enlaces AN/ARW-2 y AN/ARW-3 de la dirección por radio. Willy él soltaron al unísono los mandos y, al cabo de un segundo, las alas del Liberator se balancearon a derecha e izquierda, lentamente.

 

 

 

 

(Estoy algo cansado y sobre todo muerto de sueño. Dejamos, ahora que parece que todo va bien, para mañana el desenlace de esta compleja fase de la Operación Afrodita. Mejor no adelantar acontecimientos.)

 

Saludos

 

 

 

 

 

 

De

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Kennedy, Joseph, Jr El B-17 aligerado para las pruebas de la Op Aphrodite. es el del cuadro de L Chantland.

 

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Kennedy, Joseph P, Jr En el centro de pie con tripulaciones de Op. Afrodita.

 

kennedyjosephpjrenelcen.jpg

 

 

Kennedy, Joseph Jr. Cuadro.

 

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Aphrodite, Desperate Mission, por Jack Olsen.

 

aphroditedesperatemissi.jpg

 

Kennedy, Josep P , Jr Awarded Navy Cross.

 

kennedyjoseppjrawardedn.jpg

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Buenasss

 

(Se me había olvidado Tuckie: gracias a tí por leerme; y por los ánimos que me das. Perseveraré.

 

Y afrontamos el final del capº dedicado a Joe Kennedy Jr. No fue un As en el sentido estricto, pero me figuro que a ningín Forero/lecctor le ha importado que haya transcrito lo que yo considero su epopeya.

 

Vamos a leer con respeto y admiración lo que los hados depararon a este joven predestinado a ser el Presidente de su gran país. Él hizo todo lo que estuvo en su mano para merecer tan alto destino.

 

Quedamos en el momento del traspaso del mando de Liberator al de "Ventura" a una treintena de kms. tras ellos.)

 

 

 

 

-Muy bien, hijo... ya lo tenemos -manifestó la voz del regulador del Ventura-. ¡Preparen las espoletas!

 

-Vale, ya voy a encender la mecha -repuso Kennedy. Se quitó el casco, desabrochó el cinturón del asiento y pasó por detrás del sillón del copiloto, hacia donde estaba el panel de detonantes.

 

Hizo una pausa, durante breves segundos, para comprobar la situación del cuadro de instrumentos... Luego, su mirada descendió hasta la costa del Canal. La elección que se le presentaba era: o lanzarse en paracídas al agua o hacerlo intentando llegar a la playa.

 

-¿Necesitas ayuda, Joe -preguntó Willy.

 

En el Ventura, en el bombardero "Batty" en el hangar de Fersfield, los hombres oraban silenciosamente, mientras contemplaban el drama que se desarrollaba en las alturas. Ya era el momento, había sonado la hora de que los pilotos accionasen los disparadores y abandonasen la aeronave para salvar la vida.

 

Kennedy pasó al compartimento del navegante y alargó la mano hacia los interruptores que armarían los detonadores. Vaciló durante una décima de segundo, pensando en todo el Torpex almacenado en el aparato, diez toneladas de muerte que estallarían al más leve impacto, una vez se conectasen las espoletas. Tragó saliva, llevando su mano enguantadahacia la palanca.

 

En su asiento, Willy observaba, aguardando la señal para abrir la compuerta de escape, por la que se arrojarían juntos.

 

En tierra firme, Pomykata consultó su reloj nerviosamente. De un modo inconsciente, tamborileó con los dedos sobre los brazos del sillón. Rezaba en su interior por los dos hombres que se enfrentaban con la muerte en las alturas del cielo, cumpliendo una de las más aterradoras misiones bélicas.

 

Era la hora 17.20. A bordo de los aviones reguladores y en tierra, los hombres contenían la respiración y fruncían el ceño. El Liberator estaba sobre la zona costera. Aquel era el momento. Transcurrió otro segundo. Cargada de impaciencia la voz del oficial de la Armada encargado de los mandos del aparato dirigido a distancia, rompió el silencio.

 

-¡Madre a hijo! ¡Madre a hijo! ¡Saltad! ¡Saltad!

 

En el Liberator los dedos del teniente Kenndy se cerraron en torno a la palanca.

 

Se produjo una súbita vibración en las pantallas de los televisores instalados en Fersfield y en el aeroplano madre. Luego, con la rapidez de la muerte, sobre las pantallas se extendió la negrura.

 

 

-¡Madre a hijo! -voceó la radio su lamento sobrenatural y desesperado-. ¡Contesta, hijo, vamos!

 

Pero las yemas de los dedos de Kennedy habían palpado la muerte.

 

Los supersensibles detonantes, ajustados delicadamente, funcionaron al recibir un impacto.

 

Algo debió sacudirlos en aquel crítico segundo, alguna fuerza invisible, imprevista. ¿Un ramalazo de aire? ¿Un estremecimiento inesperado del peligroso aeroplano? Kennedy jamás llegó a saberlo. Su acto final en este mundo, sobre las alturas del Canal de Inglaterra, selló su propia destrucción.

 

Al moverse la palanca, una oleada eléctrica brotó instantáneamente de las espoletas. Se produjo una gitantesca explosión. De súbito, una inmensa bola de fuego anaranjado despidió metales retorcidos y restos humanos, lanzándolos por los espacios de aquel cielo de la tarde...

 

Y, después, todo hubo terminado.

 

Resulta extraño: el estallido fue tan violento que solo una mínima parte del Liberator pudo ser encontrada..., el mástil de la antena de televisión, de 10 pulgadas, que Pomykata aconsejó a Kennedy que montase encima del estabilizador.

 

Un año y un día después, el 13 de agosto de 1945, la Armada concedió, a título póstumo, a los tenientes Willy y Kennedy la más alta recompensa al valor: la Cruz Naval.

 

Para las familias de ambos tenientes la citación rezaba:

 

"Por su extraordinario heroismo y valor, volando como piloto y copiloto de un bombardero Liberator de los EEUU, el 12 de agosto de 1944. Conociendo perfectamente los extremados peligros que entrañaba e indiferentemente por completo ante lo que pudiera pasarles, no vacilaron en ofrecerse voluntarios para llevar a cabo una misión operacional, extraordinaria y excepcionalmente arriesgada.

 

Intépidos y audaces en su conducta y con una confianza inflexible en la importantcia vital de su misión, pusieron en peligro voluntariamente sus vidas, ofreciendo en el cumplimiento del deber la medida suprema de su fortaleza y valor personales y realizando una labor peligrosa, digna y acorde con las más hermosas tradiciones del Servicio Naval de los EEUU."

 

Posteriormente, un nuevo destructor, el "DD-850", fue bautizado con el nombre de USS Joseph P. Kennedy, Jr, en Quincy (Mass) Otra hermana de Joe, la señorita Joan Kenedy, de Hyannis Port, actuó de madrina.

 

Joe Kennedy había muerto como un héroe y, al hacerlo así, se convirtió en una leyenda. Como los héroes del Lejano Oeste, que abrieron una nueva frontera para América, Joe pereció en los albores de la Era del Espacio, cuando se empezaban a lanzar proyectiles teledirigidos.

 

Incluso aunque no hubiera llegado a la Casa Blanca, si viviese se habría sentido orgulloso de ver a su hermanos John F. Kennedy en la presidencia. Y acaso el presidente tuviera a su hermano en la imaginación cuando, en la primavera de 1961, encomendó al país la tarea de dedicar los10 años siguientes al cumplimiento de la herencia de la Era Espacial por la que Joe Kennedy murió: enviar un hombre a la Luna.

 

Si Joe viviese hoy (1965. N. del T.), también se habría ofrecido voluntario para tal misión.

 

 

 

 

(Quedará, pues, la duda de lo que él hubiera hecho por su Patria de haber alcanzado su sueño. Lo que sí sabemos es que sacrificó su presente por el futuro de su nación.)

 

Saludos

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Kennedy, JosephP Jr La tarde anterior a su último vuelo.-

 

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Willy, Wilford J. Copiloto, la tarde anterior a su último vuelo.

 

 

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Kennedy, Joseph Jr. Naríz B-17 ''Madre'' con monitor de TV.

 

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Aphrodite Op Secret B-17 ''Smart Bomb'' por Edwyn Gray - Aviation History Mayo 1996

 

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Afrodita B-17 Drone, hijo. Cuadro de Loren Chatland.

 

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Buenasss

 

(Pues empezamos de nuevo. Otro As y este con muchas victorias, y más conocido en el seno de la comunidad de los pilotos de caza norteamericanos. Se trata del primer piloto del US Army en reciibir en vida la más alta condecoración al valor en toda la Segunda Guerra Mundial. El Coronel Neel Ernest Kearby.

 

He leído previamente, como siempre, casi todo el texto. Es, sin duda, mucho más movido e interesante desde el punto de vista de las operaciones aéreas. El anterior capº dedicado al Teniente Joe Kenney, queda claro que era más específico.

 

Y la amenidad nos la da sobre todo su autor Robert F. Dorr, el mismo que nos relató el primer capº sobre el As americano en Corea, Joseph M. McConnell. También le ayuda el que el protagonista Kearby logró un gran número de victorias, más de veinte. Y que el capº tiene 5 hojas menos que el anterior. Dorr imprime su dinamismo desde el primer párrafo como vamos a leer a continuación.)

 

 

 

 

Seis aviones japoneses en un día, por Robert F. Dorr

 

 

¡Los japoneses estaban debajo!

 

El coronel Neel Kearby inclinó el ala izquierda de su vibrante Thunderbolt P-47 y dirigió la mirada hacia una panorámica que puso en sus venas torrentes de adrenalina desenfrenada: 12 bombarderos Betty y 36 cazas Tony de afilada proa, volaban hacia el noroeste, formando Uves escalonadas. Los 48 aparatos nipones hendían el aire como estiletes, siguiendo un rumbo inalterable por encima de la selva color verde oscuro de Nueva Guinea. Por asombroso que pudiera parecer, ninguno de ellos había reparado en la presencia de los 4 Thunderbolts de Kearby, que se deslizaban por encima de la formación oriental.

 

-¡Hombre, esa si que es una diana grandecita¡ -silabeó en tono excitado la voz del cmte. Raymond K. Gallagher, llegando a Kearby por los aurculares-. ¿Qué me dice, señor? ¿Podemos arrojarnos sobre esos gorilas?

 

Kearby exhaló de sus pulmones el aire, contorsionando el rostro en un gesto de preocupación.

 

-No creo que nos hayan visto -tartamudeó, necesitando otra décima de segundo para reacciona-. Estamos precisamente entre ellos y el sol...

 

Gallagher estaba erizado de impaciencia.

 

-Son como patos de madera en una caseta de tiro al blanco. Empiezan a estar a nuestra merced.¿Nos da permiso para lanzarnos sobre ellos?

 

-Un momento...

 

Kearby se secó el sudor de la cara y luego empuñó la temblorosa palanca de mando con las dos manos. Se enfrentaba con un dilema imposible...

 

Momentos antes, Kearby -valeroso capitán del 348 Fighter Group- había acaudilldo una operación de "barrido" a escasa altura, desencadenada contra una base aérea nipona cercana a Wevwak (Nueva Guinea), tomando al nivel de las copas de los árboles una serie de fotografías de reconocimiento para el servicio de Inteligencia de la 5ª Fª. Aérea del gral. George C. Kenney. Un solo caza japonés despegó para oponerse al vuelo de Kearby, y el coronel lo había derribado, dejando solo una columna de humo de carburante que aún flotaba, casi dispersa del todo, sobre la selva, por el noroeste.

 

Y entonces, avanzada la tarde de aquel 11 de octubre de 1943 abrasado por el sol, cuando los 4 Thunderbolts de Kearby regresaban a su base de Port Moresby... tropezaron por pura casualidad con la mayor formación de aparatos enemigos que Kearby había visto en su vida.

 

El coronel, de 32 años, no deseaba arriesgar la fotografías de reconocimiento que llevaba y tampoco quería enviar a sus hombres a una acción, en la cual se encontrarían frente a la superioridad numérica adversaria de 12 contra 1. Sus compañeros estaban exhaustos, con poco combustible y escasos de municiones. Pero Kearby tenía ideas rígidas respecto al deber. Creía que, por encima de todo, la obligación de todo piloto de combate consistía en atacar... aceptando todos los riesgos que el asalto entrañase.

 

Había de adoptar una decisión. Y no vaciló más.

 

-Permiso concedido, Gallagher. ¡Vamos a acribillarlos! -la voz de Kearby, un poco temblorosa al anticipar mentalmente lo que iba a suceder, le sonó extraña en sus propios oídos. Accionó el pulsador que armaba automáticamente las 8 piezas artilleras calibre 50 del Thunderbolt-. Tendremos que descargar e lgolpe y salir zumbando a toda velocidad.

 

-Sí. ¿Los bombarderos?

 

-Exacto. Una pasada sobre los Betty, y a correr. Síganme, no se separen de mí y procuren sacar el máximo partido a sus proyectiles.

 

Kearby se ladeó y puso el P-47 de 15 toneladas en chirriante zambullida vertical. Vio por el espejo retrovisor que los otros cazas -conducidos por Gallagher, el cap. John T Moore y el cap. William D. Dunham- rompían la formación para bajar tras él.

 

El impacto de la súbita caída adosó tensamente los 68 kgs. de peso del cuerpo de Kearby al estrecho asiento del aparato. La presión ejercida por la fuerza de la gravedad estrujó sus huesos mientras ponía la vávula a tope y apoyaba el pulgar sobre el gatillo

 

Los bombarderos japoneses y la bostezante selva se precipitaban a su encuentro.

 

Kearby no dejó de notar la resistencia que presentaba el motor radial de 2.800 cv a la brutal corriente de aire. Se desencadenaba un ciclón a su espalda, rugiendo contra sus oídos como un tren mercancías pasando a todo vapor. Apuntó al 2º bombardero japonés, entornando los parpados al mirar la insignia verde y roja del Betty, comprendiendo que debería tirar de la palanca en el instante preciso o se vería derribado hacia el inculto terreno existente debajo.

 

Manchas rojas bailaron ante sus ojos. Se sintió mareado. Empezó a fallarle la vista.

 

-"Ahora no puedes vacilar, se dijo. Manténte firme..."

 

En la cruz del punto de mira diivisó la figura del artillero de popa del Betty, volviendo la cabeza hacia él dentro de su cabina de cristal... girando el arma de 7,65 mm para apuntarle. Concentró toda su cautela sobre aquel enemigo aéreo, esforzándose en ignorar el estrepito, la presión yel aturdimiento que aumentaba en su interior, mientaras se acercaba... se acercaba.

 

-¡Ahora! -tosió en voz alta.

 

Su pulgar apretó el gatillo.

 

El P-47 pareció detenerse en su caída como si hubiera chocado con un muro de ladrillo. Kearby se vió implusado hacia delante, siendo retenido por los cinturones de seguridad, mientras los 8 cañones del P-47 lanzaban una riada de fuego. Ocho hileras de balas trazadoras calibre 50 dibujaron sus correspondientes líneas convergentes sobre el Betty.

 

El empavorecido artillero japonés no disparó ni una sola bala en su defensa. Los proyectiles de Kearby destrozaron la torreta, sumergiendo al hombre en una marea de trozos de cristal y acero, despedidos por el aire.

 

Luego, las trazadoras dibujaron una raya a lo largo del fuselaje... hasta alcanzar el depósito de carburante.

 

La explosión sacudio a Kearby, incluso dentro de su hermética carlinga. La conmoción del estallido le arrojó hacia atrás, con los dientes apretados como las conchas de una almeja. El huidizo bombardero se vió envuelto en una llamarada inmensa, convirtiéndose en descendente antorcha. El bombardero torció agudamente a su derecha, vomitando humo y trozos de acero al rojo vivo. Cuando Kearby estabilizaba el Thunderbolt, vió al aeroplano enemigo proyectar su sombra estremecida por encima de las copas de los árboles, desvaneciéndose de inmediato... transformado su bola ígnea en una docena de incendios más pequeños en el piso de la selva.

 

 

 

 

(Esto tiene ya otro tinte. Lo que dije: acción pura y dura. Se tarda mucho más en contarlo que en sucedeir. Pocos ejemplares de P-47 Thunderbolt actuaban en PTO en aquellas fechas. Puede que este fuera el único grupo de caza en emplearlos.

 

Mañana seguimos, porque según reza el título, esto promete.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Estabamos en que había "hule" entre los 4 aviones de Kearby y una montonera de aviones japoneses. Éste tuvo la fortuna de enganchar un Betty que, de momento, pagó el pato. Leamos lo que sigue que hay mucha tela que cortar aquí.)

 

 

 

 

La dotación del Betty pereció intantáneamente, y Kearby obtuvo su 2º triunfo bélico del día contando el caza nipón que abatió sobre Wewak. A su izquierda, otro Betty se apartaba renqueando de la formación... una víctima de las armas del cmte. Gallagher.

 

"Hay que mantenerse al acoso, se dijo Neel. Cuando retroceden, hay que seguir acosándoles..."

 

Kearby ejecutó un círculo, en pos ya de otro Betty. Hizo una finta en vuelo vertical, practicando un brusco giro de tirabuzón. El piloto japonés cometió el error de querer adelantarse a la maniobra del P-47, y Kearby le cogió por sorpresa, en mitad de ella. Mientras el Betty parecía suspendido, inmovil, el americano se lanzó a un ataque directo, apretó el gatillo y observó fascinado la veloz salida de los proyectiles que disparaban sus armas. Previstos para converger a los 170 m., se clavaron en el redondeado vientre del Betty atravesando las compuertas del depósito de bombas. A continuación el Betty estalló.

 

"Sostener... el... acoso"

 

Un ala de bombarderos bimotores japoneses se había desviado a la derecha de la formacióny trataban de huir en dirección nordeste. Kearby aceleró, yendo tras el trío de Bettys. Disparó una ráfaga, empujó la palanca a un lado y volvió a hacer fuego. Repitió la maniobra dos veces y uno de los Bettys fugitivos recibió de lleno una descarga. Kearby alcanzó pronto a otro y los dos bombarderos giraron, perdido el mando y expulsando humo.

 

Neel Kearby se había apuntado la 5ª vicoria del día, ¡y había derribado 4 bombarderos en el espacio de tiempo en que se fuma un cigarrillo!

 

"Y ahora salgamos de aquí", pensó, mordiéndose el labio inferior para dominar la subida tensión, al tiempo que se alejaba de las enormes humaredas que subían desde la selva. La acometida pilló a los nipones totalmente desprevenidos.

 

Se acabó. Los cazas Tony se habían desplegado en todas direcciones, buscando el cegador disco rojo del sol, ganando altitud para virar luego en redondo y devolver el golpe. Kearby los divisaba por todas partes: tres docenas de aviones de lcombate

más potentes y mejor armados que los japoneses podían fabricar... pilotados por 36 veternos endurecidos , con nervios de acero y reflejos automáticos. Estaban creando una trampa. Y los resortes de esa trampa se hallaban a punto de saltar.

 

-¡Reúnanse, muchachos! ¡Formen a mi cola y marchémonos de aquí!

 

Nadie respondió. La mirada de Kearby revisó el confuso agrupamiento de cazas japoneses que se elevaban y giraban. Localizó otros dos Thunderbolts -Moore y Dunham- acercándose a través de la cenagosa cinta de un río de la selva, que serpenteba abajo, a mucha distancia.

 

¡Se había perdido un Tunderbolt!

 

-¡He, Gallagher! ¿Dónde está?

 

Intervino la profunda voz de Dunham:

-Tampoco yo consigo verle, coronel...

 

-¿Le habrán alcanzado? -Kearby sintió un nudo en la boca del estómago. ¡Tenía que sacar de allí a sus hombres!- ¿Dónde está?

 

Sus ojos distinguieron después al 4º Thunderbolt, centelleando al recibir los rayos solares, a unos 800 m. por encima de él. ¡El P-47 del cmte. Gallagher estaba rodeado por una horda de Tonys! Aquellos cazas japoneses tenían rodeado a Gallagher y le atacaban desde todos los ángulos, lanzando una tupida malla de fuego cruzado, cuyos proyectiles significaban muerte segura...

 

-¡Coronel, estoy a 3000 m.! ¡Toda la fuerza aérea japonesa se ha concentrado aquí! ¿Y si me echara una mano?

 

Kearby tenía la garganta seca. Aquella sensación del estómago, como si lo tuviera llena de roedores, se transformó en un demente latir de corazón. Pensó en las preciosas fotografías que llevaba ; era imprescindible transportarlas a la base a toda costa.Después recordó la terrible impresión de pérdida que le agobiaba siempre que se veía en la obligación de escribir una carta a la famailia de alguno de sus mejores amigos, comunicando que el hombre había muerto en combate. Si abandonaba a Gallagher para salvar las fotos, en el comedor del 348 FG habría aquella noche una silla vacía.

 

"No voy a escribir otra carta, pensó. Con película o sin película... con gasolina o sin ella... con municiones o sin ellas."

 

Tenía que quedarse. Rápidamente, dirigió una órden a Dunham y Moore.

 

-¡Pongan proa a ese banco de nubes que hay al este y salgan de aquí!

 

No se entretuvo lo más mínimo, ni siquiera para comprobar si los dos P-47 se alejaban. Sus brazos retrocedieron hacia la palanca y la mano izquierda se encargó de acelerar al máximo.

 

-¡Coronel! -la voz de Gallagher sonaba ya ronca de terror-. Me están haciendo añicos el sistema de refrigeración¡ ¡El aprieto es serio!

 

-¡Ya voy! -replicó Kearby, con el motor a pleno rendimiento, decidido a sacar todo el provecho posible hasta la última gota del carburante de su depósito. Observó que los cañones e sus armas, estaban al rojo vivo. Y comprendió que no podía contar con muchas esperanzas de que le quedasen municiones suficientes... ¡no las suficientes para salir de aquel jaleo!

 

Había realizado ya toda una hazaña en el curso de aquella tarde seca y calurosa. .. La había emprendido con una formación enemiga, que les superaaa en una aproporción numérica de 12 a 1, abatiendo 5 aeroplanos en cuestión de momentos. Pero el precio que debía pagar por esa racha de buena suerte empezaba a presentársele claro mientras daba la vuelta hacia el enjambre de Tonys.

 

La sonrisa de la Fortuna se habia borrado. Al volar apresuradamente en auxilio de su compañero de escuadrilla, Kearby no estaba cumpliendo, ni por lo más remoto, nada parecido a una misión de "rutina".

 

¡Era una misión suicida!

 

Si alguien podía abrirse paso por un cielo infestado de cazas japoneses, y rescatar al mismo tiempo a un camarada, ese alguien era Neel Kearby.

 

 

(Pausa y hasta mañana. ¿Tendrán tiempo los Tony a reagruparse y actuar coordinados? )

 

Saludos

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Pero..., qué momento para cortar el relatooo!! :vinsent:

 

Pues aquí van algunas fotos de Neel Kearby:

 

Kearby, Neel E cadete aviación.

 

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Kearby, Neel E. 10 victorias en su P-47

 

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Kearby, Neel y su esposa Vrginia. Siendo Mayor.

 

 

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Kearby's Thunderbolts, 348 FG, PTO, by John Stanaway.

 

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Kearby, Neel E en tareas administrativas

 

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Kearby, Nell 1943

 

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Buenasss

 

(Que conste, amigo Rocko, que el dejar "así" el capº no fue intencionado, fue meramente "coñuntural". A veces sóis demasiado impacientes...

 

El caso es que dejamos anoche a Kearby y sus tres camaradas, "colgados" con una nube de Tonys a punto de organizarse, tras darse cuenta que sólo eran cuatro los americanos, actores de aquel desbarajuste; y de que les iban a leer la cartilla, y no la de "Amiguitos", precisamente.)

 

 

 

 

Kearby distaba mucho de tener una figura alta y corpulenta, pero todo su enjuto cuerpo se mantenía erguido, hasta el límite de su 1,65 de estatura. Su rostro flaco y apergaminado poseía una tonalidad de bronce, impuesta por los duros meses que llevaba soportando el sol achicharrante de la zona sur del Pacífico. Había abandonado el rancho de su familia, situado cerca de Wichita Falls, en Tejas, corriendo a alistarse en la USAAF y presentándose en Dallas diez meses antes de lo de Pearl Harbor. Le impulsó a ello un motivo único e irresistible:

 

Krearby anhelaba ser piloto de combate.

 

Durante su infancia a menudo hacía novillos en el colegio para ir a la base aerea próxima a su casa, donde la contemplación de los viejos aparatos Seversky P-35 dominaba todos sus sueños y fantasías. Coleccionaba álbunes de cromos, en los que se exaltaban las proezas de los famosos campeones de la Primera Guerra Mundial y se ganó su primer vuelo accediendo a lavar el avión particular de un vecino. Deseaba convertirse en el más fogoso piloto de combate del mundo... y durante un año completo de acciones bélicas en el Pacífico Sur estuvo a punto de lograr exactamente éso.

 

Tímido y tranquilo en tierra firme, con el acento bienhumorado propio del oeste en su voz profunda de bajo, llegó a ser un maestro de las tácticas agresivas del aire. Estaba destinado a derribar 22 aeroplanos japoneses en una campaña individual que le colocó en el 4º puesto de la lista de Ases de la aviación que operaron en PTO.

 

Al igual que millares de reclutas, Kearby aprendió a volar en un chirriante AT-6 de entrenamiento, en el árido campo cercano a su casa de Tejas. En el periodo académico, sus instructores le reconocieron ya como un "tigre"... la clase de hombre que buscaría su presa, se arrojaría sobre ella sin importarle hallarse en inferioridad y la hostigaría hasta cobrarla. Volar no representaba para él ningún paseo alegre: era un asunto muy serio y arduo.

 

El 348 FG se estacionó en Australia en 1942, trasladándose hacia el norte, a Nueva Guinea, un año después... Era el único equipo del Pacífico que por entonces empleaba los duros Thunderbolt P-47 de un sólo motor. La mayor parte de los aviadores de combate que actuaban en el Pacífico preferían el Lightning P-38, más manejable, más seguro y de mayor tamaño que, con sus dos motores podía recorrer vastos espacios oceánicos de mar abierto y regresar a la base, aunque uno de dichos motores hubiera sido averiado. Los aviadores que pilotaban el P-38, como el capitán Dick Bong, que llegó a abatir 40 japoneses y se convirtió en el nº 1 de la época, solían burlarse del nuevo Thunderbolt, al que llamaba "el Botijo" a causa de su fuselaje rechoncho y en forma de jarro.

 

Neel Kearby no tardó en eliminar todos los prejuicios levantados contra el Thunderbolt, atacando a otro campeón de 1ª fila, partidario del P-38, el Comandante Tom Prentice, en un cielo sin nubes, sobre Port Moresvy. El ficticio combate fué sugerido por el Geneal George C. Kenney, que conspiraba con Kearby para demostrar el auténtico valor del P-47. Prentice no estaba en el secreto de la intriga y no tardó en verse sorprendido cuando el joven Thunderbolt le jugó la primera treta a 4.000 mts. de altura. En una batalla fingida que duró 20 min., Kearby caracoleó en torno al más experto Prentice, "derribando" teoricamente al veterano piloto media docena de veces y convenciendo a los espectadorees que contemplaban la justa desde tierra firme de que el Thunderbolt era un avión de combate tan bueno como el mejor.

 

Kearby y Prentice remataron la jornada con unas jarras de fresca cerveza en las manos, conviniendo en que el 348 FG iba a ocasionar un sinfín de disgustos a los japoneses.

 

Tenían razón. Aunque entrar en combate no constituía parte obligatoria de sus deberes, Kearby capitaneó el 348 FG a lo largo de una campaña aerea que escribió centenares de epitafios en japonés sobre los cielos empapados de sangre de Nueva Guinea. En menos de cinco meses, los aviadores del arrollador coronel derribaron 167 aparatos enemigos y destrozaron en el suelo a mas de 280.

 

Día tras día Kearby reiteraba machaconamente a sus hombres que era necesario atacar, mostrarse agresivo.

 

 

- La tarea de un piloto de caza consiste en utilizar su avión como plataforma artillera -repetía Kearby a los jefes de su escuadrilla-.

Y el único medio para conseguir los mejores resultados estriba en perseguir al contrario, tomarle por sorpresa, acosarle.

 

En sus manos el Thunderbolt en forma de jarro, se transformó en un arma que imponía respeto y nadie se atrevió a seguir mofándose de él... ¡y menos que nadie los pilotos de los cazas de Hiro Hito!.

 

El General Kanney denominó al 348 FG de Kearby "la cuadrilla más fogosa del Pacífico Sur", y compartía el criterio del joven coronel en lo que se refería a llevar siempre la iniciativa en todo combate aereo. El general se daba perfecta cuenta de que los tiempos de los pilotos buscadores de vanagloria habían desaparecido años antes -desde 1918 ya no tenían vigencia-, pero reconocía que la contribución de Kearby era práctica, eficaz y sólida.

 

La guerra derivaba hacia el norte. Los aterrizajes tendrían que efectuarse en Pavuvu, sobre Nueva Bretaña en el Archipiélago de las Palao y en una docena de atolones perlíferos encadenados muy por encima de Nueva Guinea. Si el empuje anfibio hacia el norte tená éxito, 270.000 soldados nipones - una quinta parte de la potencia enemiga fuera de sus islas nacionales- serían destruidos. Pero la fuerza aerea japonesa debía de ser extenuada antes de que aquellos aterrizajes pudieran llevarse a cabo.

 

El general confiaba en Kearby. Había entablado una calurosa amistad personal con el joven y agresivo piloto de Thunderbolt y predijo claramente que Kearby se convertiría en el As más destacado de la guerra.

 

Kenney debió haber añadido:

 

-Si vive...

 

 

 

Ascendiendo hasta los 3000 mts., Kearby se dispuso en aquel instante a lanzarse a la empresa más arriesgada de su carrera de piloto de combate. Mientras se aprestaba a la lucha, una sensación de remordimiento dominaba su ánimo, por haber permitido que Gallagher se alejase de su ala. No era culpa de nadie, claro. La necesidad de trabajo conjunto e íntimo que Kearby tanto se esforzó en inculcar a todos sus jefes de grupo, imponía problemas muy difíciles cuando uno se enfrentaba con un enemigo abrumadoramente superior. A pesart de todo, Kearby, se consideraba responsable de la vida de su compañero.

 

Vio el P-47 de Ray Gallagher desviándose hacia la derecha. El Thunderbolt del comandante Gallagher parecia volar por encima de la red de lineas rojizas entrecruzadas que formaban las balas trazadoras japonesas. Dos Tonys se mantenían pegados a la cola de su wingman, negándose a desviar su rumbo o dejarse engañar por las maniobras del averiado caza americano. Los otros pilotos enemigos permanecían a unos 800 mts., esperando a que sus camaradas concluyesen la tarea de abatir a Gallagher.

 

"Tengo que acabar con esos dos", pensó Kearby.

 

Su P-47 chirrió a causa del esfuerzo, mientras el piloto lo dirigía hacia la retaguardia de la procesión formada por Gallagher y los Tonys emparejados. Los otros cazas nipones comenzaron a separarse, volando en círculo para colocarse a la cola de Kearby.

 

A lo lejos, a la derecha, un banco de bubarrones grises flotaba sobre el extremo oriental de Nueva Guinea.

 

-Creo poder llegar a esas nubes -tosió Gallagher-, siempre y cuando me queite Vd de encima los dos tipos que me acosan.

 

-¡Escuche! -voceó Kearby por el micrófono, elevándose por detrás de los 3 aparatos-. ¡No intente desembarazarse de ellos¡ ¡Apenas le queda cobustible! Ponga proa a esos nubarrones y yo me encargaré de la pareja qwue le persigue.

 

-¡Sí, señor! ¡Su presencia ahí detrás constituye yn espectáculo hermosísimo, coronel!

 

-Sí -convino Kearby.

 

 

 

 

(Y no me tosáís, ahora... Debo dejarlo porque el combate sigue, y apenas hay Puntos y Aparte. ¡Ansiosos!. Además, así lo tomáis mañana con más (¿?) gana. Quedáos con las fotos que voy enviando a Rockofritz.

 

Sí, yo también querrría tener ése libro cuya foto mandé a Rockofritz, sobre el 348 Fighter Group de Kearby. Tiene que ser interesantísimo. Entrad en Amazon a ver si hay suerte...)

 

Saludos

 

Saludos

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Buenasss

 

(De nada Dardo, vuestra satisfacción, me refiero a los Forero/lectores, es mi lema. Repito que yo también disfruto subiendo estas joyitas, que nos hacen pasar ratos agradables. A veces lamento que sean tan cortos los relatos, por eso los comparto con libros de más enjundia, o así. Pero es en verdad agradable encontrar textos tan bien escogidos. Que me ponen el listón quizás demasiado alto. Ah, y todos provienen de libros míos.

 

Volvamos sobre Nueva Guinea en esta tarde calurosa del 11 de octubre de 1943.

 

Kearby ha oído la llamada angustiosa de su camarada y wingman el cmte. Gallagher. Se encontraba justo encima de Kearby a unos 800 m. Y estaba siendo objeto de una feroz cacería por parte de dos vengativos Kawasaki Ki.61Tony, que querían hacerle pagar inmediatamente por la precedente escabechina de los Mitsubishi Betty. Entiendo de la agonía del coronel Neel Kearby en llegar a tiempo antes de lo inevitable. Le gritó a su compañero que se "tapase" dentro de unos nubarrones próximos. Y Aceleró al máximo su P-47.)

 

 

 

 

Entornó los párpados al mirar por encima del capot de su motor, observando al fugitivo Thunderbolt y a los dos Tonys que iban aumentando de tamaño ante sus ojos, a medida que se les acercaaba, subiendo. El dúo de aviadores japoneses manejaban con habilidad sus veloces cazas ligeros, aproximándose por segundos a Gallagher, tratando de acribillarle con su fuego cruzado. Kearby comprendió que no ganaba terreno con la suficiente rapidez. Los pintarrajeados Kawasaki volaban casi a la misma velocidad que su acelerado y rateante Thunderbolt... ¡y Kearby alcanzaba casi los 700 kms/h!

 

El tenso cuerpo del cnel. estaba envuelto en una densa capa de brillante sudor. El traje de vuelo, de algodón, se encontraba empapado, y, debajo de la tela, Kearby notaba los minúsculos charcos formados sobre su piel. Tenía los músculos contraídos a consecuencia de la presión de la caza y los nervios amenzaban con saltársele. Seguía aumentando la sensación corrosiva de su estómago y se percató de que, si su aeroplano "no podía" acercarse mas...¡debía arriesgarse a abrir fuego desde 900 m., aunque se expusiera a fallar el blanco y malgastar las pocas municiones que le quedaban!

 

Aquellos 900 m. lo mismo podían constituir la separación entre Kearby y el planeta Marte. Era una distancia imposible para la artillería aérea. La pareja de nipones no había derribado a Gallagher por la sencilla razón de que no lograron ponerse ni a la mitad de esa distancia para afinar la puntería de sus proyectiles... y eran expertos en armas aéreas. Además, estaban en condiciones de permitirse el lujo de derrochar unas municiones que Kearby no tenía.

 

Pero no existía elección posible. Incapaz de ganar terreno respecto a los veloces Tonys, Kearby debía disparar "enseguida..." o acribillaráin a su compañero.

 

-¡Ahí va! -exclamó.

 

El dedo pulsó el gatillo. Ladraron sus ocho armas. Después, una de ellas se quedó si balas... y luego otra. Al cabo de un momento, solo 4 continuaban vomitando trazadoras.

 

Kearby contempló el arco que dibujaban aquellas balas en el cielo, observando que -cosa increíble- iban a hundirse en uno de los aviones japoneses.

 

La andanada destrozó el timón de uno de los Kawasaki, desperdigando fragmentos de acero por el espacio. Aquellos trozos metálicos pasaron rozando el Thunderbolt cuando continuaba su carrera. El caza japonés se inclinó hacia el suelo. Una pequeña figura surgió de la carlinga: el piloto.

 

El otrro Tony viró, alejándose hacia la selva, con su aviador probablmente dominado por el pánico. ¡Gallagher se encontraba a salvo!

 

-Un miilón de gracias, coronel. Mi pájaro todavía está entero. ¡Ahora puedo escapar!

 

El piloto japonés abrió su paracaídas a unos 300 m. por debajo de Kearby. El dosel de seda se estiró, extendiéndose sobre el núcleo de aire que frenó el descenso del aviador, y luego empezó a balancearse en en el vacío. Pero el piloto enemigo no pudo apercibirsede las llamas diminutas que ardían en los bordes del paracaídad, pero Kearby comprendió que la muerte era el destino de aquel hombre.

 

No pudo dedicar mucho tiempo a aquella tarea. Los otros Tonys se apresuraban tras él, buscando posiciones desde las que vengar la caída de su compañero, derribando al P-47. Kearby miró hacia el banco de nubes, vió el Thunderbolt de Gallagher desvanecerse por allí... y siguió idéntico rumbo.

 

Momentos después una blanca muralla gris oscuro le engullía. Gotas de humedad chocaron contra su parabrisas como balas de ametralladora y hasta las puntas de sus alas desaparecieron, ocultas por aquella lobreguez viscosa.

 

El tejano -primer estadounidense que derribaba 6 aeronaves en un solo día- consiguió engatusar a su P-47 sediento de carburante para que recorriese 125 kms. más y alcanzase la polvorienta pista de aterrizaje ubicada en el sudeste de Nueva Guinea. Cuando el motor empezó a fallar y la hélice dejó de funcionar regularmente, la base de Port Moresby se encontraba debajo de Kearby, visible a través de un claro en las nubes. El coronel llevó su aparato a tierra firme, efectuó un aterrizaje capaz de destrozar los nervios más equilibrados, abandonó el P.47 a mitad pista con su depósito seco, entregó la camara fotográfica y su carrete al Ayudante del Gral. Kenney y se reunió con Gallagher y loss otros pilotos para redactar el informe.

 

Poco después montó en un jeep y se dirigió al optro lade de la base, donde el gral. Kenney en persona le felicitó por haber ejecutado victoriosamente aquel golpe rápido y conseguir escapar.

 

 

Neel Kearby -el piloto de combate que creía que el ataque era lo mejor en tods las ocasiones y por grande que fuese la superioridad del enemigo- continuó acaudillando el 348 FG hasta la lluviosa tarde del 5 de marzo de 1944, en que se strello de cabeza contra la mala suerte, a la que había esquivado durante un año entero.

 

En otra batalla aérea, desarrollada cerca de Wewak, una caprichosa ráfaga de proyectiles enemigos atravesó la cubierta metálica de su Thunderbolt, matándole instantameamente. Kearby -que contaba en su haber 22 victorias, que en aquellos instantes era el campeón de la guerra y que pudo llegar algún día a general- fue visto por última vez cuando caía en picado, perdidos los mandos de su avión, hacia la oscura y húmeda selva, donde otros muchos buenos hombres pagaron el máximo precio que se puede pagar, a cambio del triunfo de la nación en la Segunda Guerra Mundial.

 

Neel Kearby sobrevivió exactamente 2 meses a partir del día de enero en el que, en Port Moresby, un hombre prendió en su pecho la Medalla de Honor del Congreso, un hombre que también creía en el ataque a toda costa: el gral. del Ejército Douglas MacArthur.

 

 

 

 

(Fue el piloto de caza más popular de PTO, detrás de Richard "Dick" Bong, y Tommy McGuire, junto a los que combatió en numerosas ocasiones. Condecorado con dos Estrellas de Plata, 4 DFC y cinco Air Medals; así con la Purple Heart de herido en campaña. Hasta 1946 no fue encontrado en la intrincada selva de Nueva Guinea (tengo la foto); tras los complicados trátimes de su identificación fue repatriado a los USA, y enterrado en el Hill Crest Memorial Park, en Dallas, el 23 de julio de 1949. Repito, fue el primer piloto del Ejército (Army) en la Segunda Guerra Mundial en recibir en vida la más alta condecoración al valor militar, la Medalla de Honor del Congreso.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(El próximo As que vamos a transcribir es una especie frecuente en cualquier comunidad humana, y a cualquier nivel. En todo grupo de gente siempre hay un gafe. Y en caso de una guerra, la cosa se complica pues aquí los resultados pueden ser fatales. Pues eso.

 

 

 

EL MAS DESDICHADO DE LOS HEROES DE GUERRA AMERICANOS, por Ronald Drucker

 

 

El caza alemán estuvo a punto de colarse sin que nadie lo advirtiera. Era un Fw-190 de color gris, que se deslizaba rozando las copas de los árboles franceses, confundiéndose con la fría neblina que flotaba casi pegada al suelo. El aparato llevaba rumbo Nord-noreste y se dirigía veloz a la base aerea que la Luftwaffe tenía establecida en Abbeville.

 

 

A mucha mayor altura, en un Thunderbolt P-47, el teniente George E Preddy se quitó bruscamente la máscara de oxígeno y observó con fijeza aquel huidizo blanco en potencia, animado por súbita excitación. En el estrecho y flaco semblante de George Preddy -con su delgado bigotito irregular- apareció una ténue sonrisa.

 

 

-¡Tenemos una víctima propiciatoria a la vista! -gritó por el micrófono-. Solicito permiso para atacar.

 

 

Transcurrieron algunos tensos segundos, mientras los parásitos zumbaban en los auriculares y Preddy aguardaba contestacióon. El Thunderbolt, flanqueado por los aparatos que marchaban a sus alas, resaltaba su silueta contra la ardiente bola roja del sol, cuyos rayos arrancaban destellos al ala de estribor del aparato. Por debajo el Fw-190 volaba raudo, atravesando lineas ferroviarias, carreteras y parcelas sembradas de patatas y cubiertas por la niebla, alejándose cada vez mas de Preddy.

 

-¡Conforme, George, todo para ti! -la réplica llegó del teniente Frederick A. Yochim. uno de los otros dos aviadores americanos-. ¡Baja y acribíllale!, nos limitaremos a cubrirte, dando vueltas a tu alrededor.

 

La sonrisa de Preddy se transformó en amplia mueca.

 

-Desciendo -anunció.

 

Empujó la palanca hacia la izquierda, inclinó el tembloroso P-47 sobre el ala de babor y lanzó al aeroplano en chirriante zambullida. Estelas vaporosas fueron rechazadas hacia atrás por la punta de las alas del Thunderbolt, en su caida hacia la tierra. George Preddy acondicionó hasta el último gramo de los 75 kgs. que pesaba su cuerpo, resistiendo las demoledoras sacudidas con que la presión de la gravedad maceraba sus huesos, Puso el acelerador a tope. El rugido del motor Cyclon de 2400 caballos de fuerza, desencadenó un estrépito de tormenta sobre sus oidos, pero Preddy lo ignoró, dedicando toda su atención al punto de mira.

 

El Focke Wulf había desviado su rumbo hacia el norte, disminuyendo la velocidad y ejecutando con las alas um vaivén de arriba a abajo. Era una maniobra extraña. Preddy estaba confuso, aunque tenía la certeza de que el piloto alemán no le había descubierto.

 

-¡Ese muchacho vuela como un murciélago! -exclamó.

 

 

Prosiguiendo en su caida, ajustó el ángulo de descenso, revisando distancia y altitud con interés preocupado. Se daba perfecta cuenta de que tendría que actuar en el momento preciso y matemático. Si movía la palanca con excesiva rapidez, el piloto enemigo se encontraría en inmejorables condiciones para colocarse a su cola y abrir fuego. ¡pero si esperaba una décima de segundo mas de la cuenta, se estrellaría!

 

"Ahí va", pensó Preddy.

 

Vilsumbró el rostro cubierto por la máscara y la banda de cuadros rojos del aviador enemigo. Se encontraba lo bastante cerca como para apuntar recto a ala cabeza del hombre. Su enguantado pulgar llegó hasta el gatillo y esperó allí, listo...

 

De súbito, el cielo pareció enloquecer.

 

¡Metralla¡ El mundo entro dió la impresión que estallaba delante de los ojos de Preddy. Retumbaron violentas explosiones a su alrededor. El aire quedó cuajado de fuego y humo y trozos de obuses volaron en todas direciones, como lluvia impulsada por el ventarrón. Percibíó las brutales conmociones provocadas por los estalllidos y el eco de la metralla de las granadas que silbaba al pasar rozando la estructura metálica del avión. Echó un vistazo a las llamaradas de las piezas de 88 mm escondidas en la zona agrícola que tenía debajo y comprendió que los proyectiles corrian hacia él, buscándole por el espacio.

 

¡Me he dejado atraer a la emboscada¡ -pensó en voz alta.

 

-¡Déjalo, George¡ -las palabras del teniente Yochim sonaron matizadas de pánico a través de los auriculares-.¡Ese alemán te ve, George¡ Te ha llevado hasta sus barreras antiaéeas¡ Déjalo y sal de la trampa¡

 

-Un segundo...- tartajeó Preddy. Se balanceó su aparato al recibir la onda expansiva de una granada que estalló cerca. Preddy no sabía qué hacer.

 

-¿"Quieres largarte de ahí"?

 

-¡Un momento¡ -gritó con los dientes apretados-. Tengo que acabar con ese tipo¡

 

Corría el mes de diciembre de 1943, George Preddy regresaaba a la base, tras cumplir una misión rutinaria sobre la Francia ocupada, junto con otros dos aviadores de Thunderbolt: Fred Yochim y el Teniente William T. Whisner. Ambos compañeros volaban en círculo por encima de él, observando con los ojos desencaajados por el horror como descendía cada vez más, aventurándose por entre las explosiones de la DCA alemana.

 

El Tte. Yochim se sentía gravemente preocupado. Había conseguido atravesar la capa de retraimiento silencioso que recubría la personalidad de Preddy, llegando a comprenderle bastante bien. Estaba "en" el secreto: habían llegado un par de galones de capitán, acompañando a la órden de ascenso, todo lo cual le sería presentado a Preddy en la base aérea próxima a Halesworth, en Inglaterra, cuando terminase aquella misión.

 

Fred Yochim sabía que su nueva graduación era la única cosa buena que iba a sucederle en mucho tiempo a su camarada. Preddy llevaba meses sin conseguir más que incidentes desagradables, y en aquel momento parecía empeñado en tropezar con otro... al insistir en su ataque, a través de las granadas antiaéreas.

 

Irritado, Yochim no se preocupó de que la desesperación apareciera en su tono de voz.

 

-¡George¡ -rugió-. ¡Escúchame¡ ¡Desvíate a la izquierda¡ ¡Vas a conseguir que te destrocen!

 

Preddy no replicó. Apretó el gatilo y su cuerpo se agitó al producirse el retroceso de las 8 armas calibre 50. Las balas trazadoras dibujaron en el aire un arco, delante de él, convergiendo sobre el Fw. El piloto enemigo volvió la cabeza. Intentó lanzar su 190 en una tensa S quebrada, a fin de eludir el fuego enemigo... pero demasiado tarde.

 

El aeroplano estalló.

 

-¡Un alemán listo¡ - se exaltó Preddy.

 

Y entonces, sucedieron varias cosas al mismo tiempo. El avión germano envuelto en llamas, se alejó un poco hacia el norte y acabó desplomándose en un bosquecillo, donde siguió ardiendo furiosamente. Las voces de Fred Yochim y de Will Whisner llegaron por las ondas -ambas recomendando a Preddy que se desviara a la derecha no hacia la izquierda-, entremezclándose una con otra e impidiendo a Preddy enterarse de lo que le decían. Preddy cruzó la estela de humo dejada por su adversario alemán y luego voló hacia la izquierda, obedeciendo las únicas instrucciones que había entendido. Casi inmediatamente, un proyectil antiaéreo estalló a pocos centímetros del ala de estribor..

 

-¡Buen Dios¡ exclamó Yochim.

 

El impacto de la explosión desplazó al P-47 de Preddy por el aire, zarandeándolo como un palillo sorprendido por un huracán. El pilotó chocó contra el cuadro de instrumentos y la palanca de mando se le clavó en la ingle con fuerza agónica. El sistema de lubricación del aparato explotó, aturdiéndole y expulsando una enorme humareda negra.

 

Medio Inconsciente y aturdido a causa del dolor, Preddy hizo cuanto pudo para dominar los mandos. La palanca brincaba de un lado para otro, agitada por la salvaje turbulencia que se había apoderado del aparato.

 

-¡Me han alcanzado¡ -gritó a través del micrófono VHF- ¡Me han alcanzado, muchachos¡ ¡Me sacudieron!

 

-¿Estás herido? -inquirió Yochim-. ¿Estás herido, George?

 

-No -mintió Preddy. El aeropolano inclinó sus alas de 11,28 m. dirigiéndose velozmente al suelo.Preddy llevó sus manos a la palanca, pero esta se le escapó otra vez. Las náuseas recorrieron el organismo del piloto, mientras los terrenos de cultivo giraban vertiiginosamente ante su mirada, como un gran molino de viento.

 

Agarrando de nuevo la palanca, casi a ciegas, Preddy tiró de ella y consiguió estabilizar el tembloroso P-47.

 

-¡Me parece que no aguantará mucho -chilló-. ¿Podré llegar al Canal?

 

-Los daños sufridos por el aparato parecen graves, George. Nos acercaremos a echar un vistazo. Resiste un poco...

 

Preddy volvió la cabeza y divisó a los otros dos aviones, descendiendo en picado desde el sol. Se mordió el labio. El Thunderbolt chirriaba y se estremecía a su alrededor, mientras la palanca amenazaba con desconyuntarle los brazos. El humo que salía`por la parte de la cola era cada vez más denso y su cantidad mayor.

 

 

 

 

(¡En buena se había metido Preddy¡ No era el avezado piloto que llegaría a ser a través de tiempo y combates (y victorias). Pero hay un dicho: Dios proteje a la inocencia. Veremos mañana si le alcanza la indulgencia.)

 

Saludos

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Preddy, George E 18 de julio de 1944 sesión fotográfica para la Prensa.

 

 

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Preddy, George E El 1º x la izdª

 

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Preddy, George E En medio del trío- 2009

 

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Preddy, George E. American Patrol, by Troy White.

 

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Preddy, George E 6-8-1944 Noticia en la Prensa.

 

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Preddy, Geeorge E Detalle ametralladoras 12,7 mm

 

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Buenasss

 

(Quedó Preddy en muy mala posición: media DCA alemana en Francia la había tomado con él. Y con razón: había derribado a un caza de los suyos en sus propias barbas. De momento le habían alcanzado, iba herido y su P-47 despedía llamas. Mal panorama para estar todavía en territorio enemigo, con el Canal por medio para considerarse salvado. Gracias a Rockofritz que subió la tanda de fotos que le envié. En una de ellas puede verse que Preddy no tenía rostro torvo ni ojos tristes; al contrario tenía una cara muy atractiva. Con una hermosa mata de pelo negro. Estos traductores... Tengo aún en mi Archivo alguna foto más del "seductor" rostro de George E. Preddy.)

 

 

 

 

"Por fin ha ocurrido!, pensó, recordando hoscamente la serie de accidentes casi fatales que había padecido en el curso de los últimos meses. "Por fin, el mal de ojo me ha vencido..."

 

Preddy no haciá juegos de palabras consigo mismo. Realmente "era" un hombre con mal de ojo.

 

Era también un hombre que hervía de rabia. Tenía una cuenta personal que saldar con los hados del destino y necesitaba dar su merecido a la Luftwaffe para conseguirlo...

 

Georde Preddy era aun hombre al que costaba trabajo comprender, con el que resultaba dificil simpatizar. Su rostro era huesudo y torvo, sus ojos algo saltones y tristes. Tenía más aspecto de encuadernador -oficio que desarrollaba en la vida civil, en la ciudad de Greensboro, Carolina del Norte- que de fogoso campeón de torneos aéreos.

 

Aquella tarde de diciembre, sobre los cielos de Francia sacudidos por la antiaérea, ni los más íntimos amigos de Preddy hubieran sospechado que iba a convertirse en uno de los aviadores de combate de mejor historial y mayor número de proezas de todos los tiempos. Pero a medida que fue transcurriendo el tiempo, aquel piloto de 26 años, venció los obstáculos que se le opusieron e interpretó un papel impresionante en la obra de destrucción de la fuerza aérea de Hitler. El comandante de su Ala, el condecoradísimo brigadier general Edward W. Anderson, le llamó en cierta ocasión "el más tenaz, el más duro, el más demoledor, el más agresivo de cuantos pilotos de combate he conocido".

 

Era persona inquieta y más bien torpona, que probablemente tenía más destreza, más tenacidad y más mala suerte que cualquier otrro piloto que jamás ocupara el estrecho asiento de un aparato de combate. En tierra, hablaba silabeando las palabras velozmente, tensamente, como si no confiara en las inflexiones de su voz. En el aire, desarrolló con obstinación una individual guerra contra el III Reich... una guerra que le dió pié para ganar la Distinguished Flying Cross, que costó a la Luftwaffe 30 aparatos y convirtió su apellido en una palabra familiar.

 

Pudo haber llegado a la cima más alta -sobre Rickenbacker, Bong y McConnell- de no haber sido víctima de la serie de accidentes más desastrosa que le hayan sucedido a persona alguna en la guerra. Cuando por último pereció, a consecuencia de una cruel racha de mala estrella, George E. Preddy se había ganado ya un puesto en los libros de historia, no solo como As del aire, sino también como el más trágico de todos los héroes de la aviación de combate norteamericana.

 

La mala suerte de Preddy parecía infinita. En la Academia de vuelo de Brooks AFB, de Tejas, en 1942, se salió de la pista durante un aterrizaje con un Stearman de entrenemaiento, dejó al aeroplano boca arriba, envuelto en llamas, alejándose a pie de lo que parecíamás un acordeon que una máquina voladora. Otro estudiante murió en una colisión semejante, aproximadamente al mismo tiempo. Preddy se encogió de hombros ante el incidente -que fue atribuido a un fallo mecánico- y alegó:

 

-Nos resarciremos de esta pérdida; se la haré pagar al bando contrario.

 

Enviado a PTO, el antiguo encuardenador realizó 24 misiones de guerra sin avistar un solo enemigo en las alturas. En la nº 25 su avión, un P-40 le estalló entre las manos -aparentemente a causa de un escape en el depósito de la gasolina- y le mandó al mar. Le rescataron pero se pasó varias semanas recuperándose en los hospitales militares.

 

Dió media vuelta al mundo y después le destinaron a una base conjunta de P-47, establecida en ETO, donde se enteró de que su equipaje -incluídas ropas, uniformes y bonos de salario- se había extraviado. No lo reciibió hásta varias semanas más tarde.

 

Lo que bien pudo ser su ajuste de cuentas definitivo entre George Preddy y su mal de ojo particular tuvo efecto inmediatamente despuésde abatir su 3º caza alemán -aquel Fw-190 sobre Francia-, cuando se encontró atrapado en el P-47 herido por la DCA, medio loco, tratando de llenar el cielo de humo y amenazando con explotar de un momento a otro.

 

"¡Domínalo¡". Se sorprendió Preddy pensando, mientras la proa del P-47 se inclinaba hacia abajo nuevamente. Respiró hondo, tensando loa doloridos múculos, y aplicó hasta el último gramo de su fuerza física a la tarea de echar hacia atrás la palanca de mando. Por el rabillo del ojo vislumbró la copa de un árbol que casi rozó con el extremo de su ala derecha. ¡Estaba a menos de 300 m. de altitud!

 

 

 

 

(Mañana seguiremos con las peripecias de este profesional gafe. Es lástima que el autor, Ronald Drucker, haya desvelado el triste final que aguardaba a tesonero de Preddy. Resultó uno de los mejores pilotos aliados en el teatro de operaciones europeo. Su faama pronto repecutió en Los Estados Unidos. Es hoy en dia que hay casi media docena de aparatos P-51 en vuelo, que portan alguna de las libreas que voló en vida George E. Preddy, tal como veremos en las fotos que enviaré al sufrido Rockofritz .)

 

Saludos

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Preddy, George E Su librea y su PE+P. Victorias.2009

 

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Preddy, George Su mejor día, 6-8.1944 seis vicctorias en un día.

 

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Preddy, George E HO+P carreteando para despegar- 2009.

 

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Preddy, George E Su librea y su PE+P Bodega de armas de 12.7 mm. 2009

 

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Preddy, George E Su librea y su PE+P Bodega de armas de 12.7 mm. Detalle, 2009

 

preddygeorgeesulibreays.jpg

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