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Sueños de piloto


Drakko

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Índice

PRÓLOGO

 

I. BUSCANDO RESPUESTAS

 

II. KIMPÓ

 

III. BIENVENIDO A NINGUNA PARTE

 

IV. JASTA 69

 

V. OPERACIÓN OPERA

 

VI. CUANDO LA PALOMA SE CONVIERTE EN HALCÓN

 

VII. LUNA ROJA, LUNA DE SANGRE

 

VIII. ROCK & ROLL

 

IX. CUESTIÓN DE ESTADÍSTICA

 

X. EL FINAL DEL TÚNEL

 

EPÍLOGO

 

AGRADECIMIENTOS

 


 

 

 

 

 

 

 


Prólogo

 

 

 

 

 

Escribo estas líneas a petición de mi estimado compañero Drakko, piloto del Escuadrón 69, Jefe del Ala Falcon, y amante eterno de uno de los mejores aviones de la historia: el General Dynamics (hoy Boeing) F-16C Fighting Falcon, conocido con su sobrenombre extraoficial “Viper”. Un avión que ha sido y es un éxito de ventas, y ha demostrado sus enormes capacidades en todos los ámbitos y actuaciones donde ha tenido su presencia.

 

Hablar del F-16C en simulación es, por supuesto, hablar de Falcon 4, el simulador de Microprose que, de la misma forma que el F-16, se ha convertido en una leyenda. Y hablar de todo lo que ha sucedido alrededor de este simulador daría para escribir otro libro; baste decir ahora que, tras trece años al pie del cañón, Falcon 4 ha sido enterrado docenas de veces, y ha renacido cual ave Fénix otras tantas de sus propias cenizas. A día de hoy, las versiones modernas de Falcon 4 siguen estando al pie del cañón, y Falcon BMS, que es la variante que se vuela en el Escuadrón 69, es sin ninguna duda el simulador militar más complejo que se ha escrito nunca para un PC. Sólo ahora la llegada de Eagle Dynamics y DCS están suponiendo encontrar algo similar en cuanto a calidad y realismo.

 

Drakko es sin duda un ejemplo de los milagros que aportan el disponer de un PC y un simulador como Falcon 4. Él, como tantos de nosotros, es un enamorado de la aviación. Y él, como tantos de nosotros, nunca habría podido ni siquiera soñar con volar en un Viper. No podrá volar, probablemente, en un Viper real, ya que eso está restringido a unos pocos. Pero, sin embargo, ha podido conocer, y conoce, todos y cada uno de los detalles del F-16C Block 50/52. ¿El milagro? Muy sencillo: un simulador que ha nacido para recrear la gran mayoría de los sistemas implantados en el avión real.

 

Somos la primera generación de pilotos que no vuelan. Porque somos pilotos, aunque les duela a algunos. Alguien dijo que “no todos los pilotos de caza vuelan cazas”, entendiendo que ser piloto es una actitud, una forma de ser, una manera de pensar. Muchos de nosotros jamás volaremos en un Viper, pero somos pilotos, sentimos lo que es volar, y queremos volar, aunque sea en un PC en un rincón de la sala o del cuarto. Pero no solos; volamos con docenas de compañeros que sienten ser pilotos como nosotros.

 

El perfil de Drakko se ajusta muy bien a esta idea. Ni en sus más locos sueños habría podido imaginar estar al mando de un Ala de combate y de un F-16C, pero ahí está, gestionando un Ala y volando el Viper. Sí, es cierto, es un divertimento, es un entretenimiento. Pero, cuando se entra más a fondo, cuando se ve su trabajo, su nivel, el detalle que pone en todo lo que hace, la calidad de los proyectos que lleva a cabo, y la pasión desbordada por imitar a los pilotos reales, uno termina preguntándose qué habría hecho este chico a los mandos de un caza real, o mejor, de un Ala real.

 

En combate, sobre en todo en cazas, la actitud lo es todo. La aptitud es muy importante, pero la aptitud se adquiere con trabajo y tesón. La actitud no se adquiere, se nace con ella, y, en todo caso, se modela y perfecciona. Quien no tiene espíritu de riesgo y aventura, quien no se atreve con las 9 Gs y con la presión, no puede volar un caza. Los simuladores están demostrando que hay muchos pilotos capaces, muchos más de los que podríamos imaginar.

 

De hecho, existe un punto que, una vez traspasado, produce en el piloto virtual respuestas psicológicas y fisiológicas similares a las que se dan en un piloto real. La causa es la implicación, por la cual, el cerebro pasa a interpretar como real los acontecimientos que se desarrollan en el mundo virtual. Para un piloto en esta situación, que está volando no una, sino un encadenamiento de misiones, y donde la supervivencia es clave para el éxito del grupo, las respuestas emocionales pueden ser, y de hecho son, de máximo stress. El resultado es el ya conocido: fatiga de combate, el ya mencionado stress, sudoración, dolor muscular, y muchos de los síntomas que vive un piloto real. Obviamente se descartan muchos elementos causados por el calor, las Gs, etc., pero la mente reconstruye muchas situaciones como reales cuando son en realidad virtuales. Eso requiere de un piloto virtual una preparación psicológica acorde con la gran complejidad de las misiones que se desarrollan actualmente en los modernos simuladores. Y ahí están, gracias a los simuladores, dispuestos a demostrar sus capacidades.

 

El stress en combate es un viejo conocido, pero lo que no se suele conocer con tanto detalle es que los pilotos de combate lo sufren tanto o más que el soldado de tierra. La imagen de un piloto en su cabina como señor de los cielos es propia de las películas de Hollywood, donde héroes como Maverick bajan de sus cabinas peinados y sin una gota de sudor, algo que es totalmente falso.

 

En la primera guerra mundial, los jóvenes pilotos que comenzaban a volar, vivían una media de 15 días antes de morir, bien por ser derribados, o, en muchos casos, simplemente por la extrema dureza en las condiciones de vuelo de aquellas primeras aeronaves, donde muchos se estrellaban simplemente aterrizando o despegando. Los pilotos que volaron entre 1914 y 1918 pagaron con sus vidas el abrir las puertas del cielo a las nuevas generaciones de pilotos, y la aviación dio un salto como nunca se ha visto desde entonces. De hecho, la progresión de los aviones desde 1914 a 1918 fue mucho mayor, comparativamente hablando, de la que se dio entre 1939 y 1945. Una muestra de cómo la guerra aceleró el progreso de la aeronáutica militar. En aquellos sencillos aparatos de madera y tela, muchos pagaron sus vidas para ello.

 

En Gran Bretaña en 1940, o en Alemania en 1944-45, muchos jóvenes pilotos demostraron que eran capaces de subir a sus cazas y demostrar sus capacidades. La historia está llena de ejemplos de gente sencilla que demostró unas habilidades innatas para realizar todo tipo de proezas. Volar un caza es una proeza, que nadie lo dude. Ahora, a comienzos del siglo XXI, muchos jóvenes, como aquellos, pueden seguir demostrando que son capaces de todo, aunque sea a los mandos de un simulador en un PC. Que nadie se engañe: en combate virtual, el corazón late, la frente suda y la mano tiembla como lo haría un piloto real. Aunque parezca una exageración, esa es la realidad que puede verse a diario en los vuelos virtuales.

 

Drakko nos va a hablar de todo esto; de sus emociones, de sus sentimientos, de sus miedos, y de todo cuanto acontece en un piloto virtual. Él puede y quiere expresar esos sentimientos, porque necesita volcarlos en un libro, transmitir a todo el mundo una realidad de lo que es, simple y llanamente: PILOTO DE CAZA.

 

 

Muchas gracias Drakko por darme esta oportunidad de escribir un prólogo a tu libro, que espero y deseo sea todo un éxito. Sin duda lo será, porque estará escrito con la pasión que pones en todo lo que haces, y en especial en el mundo del vuelo virtual. Quién sabe cuántas puertas abrirán tus palabras y tus emociones a nuevos pilotos de caza. Ahí estaremos, para verlo y para darles la bienvenida. Ahora... ¡A volar!

 

 

Buena suerte, y… ¡vigilad vuestras seis!

 

 

Iñaki “Darkness” Campomanes.

 

Escuadrón 69.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Capítulo I.

Buscando respuestas.

 

 

Aun puedo notar mi respiración. A pesar de esa opresión en el pecho, puedo respirar con normalidad y sin gran esfuerzo. Es una buena señal. No siento dolor de ningún tipo pero me da miedo mirar mi cuerpo por si encuentro algo preocupante. No sé donde estoy realmente, pero incluso con los ojos cerrados noto la gran luminosidad de la estancia. No escucho nada a mí alrededor, pero puedo oír el ruido que hago cuando me muevo ligeramente, tampoco me preocupa esto por ahora, aunque me gustaría saber dónde diablos estoy.

 

Abro los ojos lentamente inclinando la cabeza hacia un lado para que la luz no me ciegue. Ahora sí que estoy desorientado y confuso. Solo veo una gran estancia vacía. Tan solo lo que parece mi cama y yo. El color verde de las paredes parece impoluto con esta iluminación y me incomoda bastante. Aunque esto tiene pinta de hospital, no tengo ninguna maquina a mi alrededor. Tampoco hay ventanas. Solo una puerta metálica enfrente de mí y parece que es el único acceso. Supongo que por eso hay tanta luz artificial. Este sitio es muy raro y no me gusta nada. Debo salir de aquí cuanto antes. Intento incorporarme y sigo sin notar ningún dolor, tan solo esa opresión en el pecho que me incomoda. Me miro. Observo mi cuerpo detenidamente intentando descubrir porque demonios puedo estar aquí, en cama y encerrado en este lugar. Estoy vestido con ropa de calle y eso hace que me sienta aun mas perdido. Parece que estoy bien, así que lo mejor es que me levante e intente andar. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pero sé que ha llegado el momento de irme. Mis piernas son muy pesadas y me muevo con torpeza, he debido estar en esa cama más tiempo del que imagino. Tras los primeros pasos empiezo a tener más soltura y camino sin problemas. La puerta está cerca, llegaré sin dificultad. Mientras me dirijo hacia ella, intento buscar visualmente alguna hendidura en las paredes o el techo, tanto vacio me hace pensar que estoy siendo observado por alguien o algo y debo cuidar mis pasos. No sé qué hay detrás de la puerta, pero quiero estar preparado por si acaso necesito reaccionar rápido. Noto mi cuerpo cansado, la opresión del pecho, aun no siendo dolorosa, empieza a molestarme bastante. La intriga de lo que veo se está empezando a convertir en ansiedad por salir. No me gusta esta sensación.

 

La puerta es bastante grande, de acero inoxidable, como la de las cámaras frigoríficas. No hay ningún tipo de resquicio por el que pase luz ni se pueda adivinar vagamente lo que hay al otro lado. Empiezo a sentir miedo, si no fuera por el vacio total, juraría que estoy en una sala de autopsias o una morgue. La puerta parece muy pesada, espero poder abrirla sin llamar mucho la atención de lo que haya detrás. No quiero tener problemas por salir de aquí en el estado en el que me encuentro. Apoyo mi cabeza intentado escuchar algo a través de ella. Nada. Agarro el tirador, suspiro profundamente y tiro de ella. No hay vuelta atrás, voy a salir.

 

La puerta se abre sin problemas, mucho más ligera de lo que imaginaba. Si esto fuera un lugar abandonado y retirado tanta limpieza no sería lógica, así que entiendo que hay alguien por aquí. Debo tener cuidado. Asomo la cabeza cuidadosamente intentando tener alguna referencia del lugar en el que me encuentro, pero no veo nada. Parece haber un pasillo a oscuras. Cada vez estoy más tenso y angustiado. Sigo sin oír nada que me dé una ligera pista. Creo que estoy solo, así que saco mi cabeza totalmente para observar mejor el lugar. A los lados del pasillo veos mas puertas como esta, pero parecen abiertas sin ningún tipo de actividad. En cada extremo hay cristaleras bastante grandes que dejan pasar mucha luminosidad, pero esta parece natural, espero que alguna sea la salida. No veo ningún tipo de escalera, así que imagino que me encuentro en un edificio de una sola planta. Busco una vez más los resquicios o cámaras que me indiquen que aun sigo observado, pero no veo nada. Si me están vigilando, se lo han tomado a pecho. Debo avanzar con cuidado. Ahora salir del edificio es mi prioridad. Según camino busco algún rotulo que me de referencia del lugar, pero no hay nada. Ni flechas, ni carteles, ni mapas ni nada. La ansiedad y el miedo me disparan los niveles de adrenalina y ahora mismo sería capaz de llevarme por delante a cualquier cosa que interrumpiera mi camino hacia el exterior. Voy girando la cabeza observando las estancias por las que paso. Cada una de ellas es exactamente igual a la mía. Vacías y con una cama en el centro de la sala. Todas tienen la luz apagada y la cama hecha, lo que me indica que puede que yo sea el único que hoy ha estado aquí. Mis pasos son cada vez más constantes y rápidos, el final del pasillo esta cerca y necesito llegar cuanto antes para sentirme libre.

 

La cristalera de este extremo tiene una pequeña puerta de aluminio sin ningún tipo de cerradura. Intuyo que no me será mucho más difícil de abrir que la anterior. Eso sí, antes de nada debería echar un ojo a que lo me encontraré fuera. Quién sabe si es aquí donde pueda haber alguien esperándome. Agazapado en un lateral, intento vislumbrar cuales serán mis próximos pasos, hacia donde debería dirigirme. Arboles, tan solo veo arboles y lo que parece un jardín con abundante césped bien cuidado. Alguien se toma muchas molestias en conservar todo esto. Hay un pequeño camino de baldosas de piedra que atraviesa el jardín, pero desde aquí no puedo ver nada más. Cambio de pared para poder mirar hacia el lado opuesto, pero veo más de lo mismo. Tan solo arboles y el extenso jardín. Una vez más, abro la puerta y salgo al exterior. Cierro los ojos y respiro profundamente, mi cuerpo necesitaba una bocanada de aire fresco.

 

La temperatura es buena, más bien calurosa, además, una ligera brisa hace que las hojas de los arboles se muevan tímidamente. No sé qué hora es, pero juraría que parece medio día. No se ve más movimiento que el mío. Sigo sin ver a nadie a mí alrededor. No hay ruidos que me indiquen movimiento en la zona. Ni personas, ni coches, ni nada. Tengo la sensación de que estoy en algún rincón apartado de quien sabe dónde. No hay ninguna referencia que me pueda situar en algún punto. La mejor opción que tengo es continuar mi camino hacia algún lugar que me diga donde estoy realmente, y quizá así entender porque estoy aquí. Desde aquí fuera puedo ver un edificio bajo al final del camino de piedra. Quizá haya allí algo, quizá no, pero es mejor que continuar aquí. Es mejor que me mueva cuanto antes, no sé hasta cuando gozaré de esta angustiosa tranquilidad.

 

Durante mi trayecto continúo observando lo que tengo a mí alrededor, buscando pequeños detalles, pero no hay nada que me llame la atención notablemente. Fijo la mirada en el edificio al que me dirijo. No parece muy grande, de una sola planta también, desde aquí no puedo ver si hay ventanas por este lado, pero identifico una cristalera muy parecida a la que acabo de cruzar. Vuelvo la vista hacia atrás y lo comparo visualmente con el edificio que he abandonado. Algo me dice que son iguales y quiero confirmarlo. Mis temores se hacen realidad. Desde un punto intermedio en el camino, los dos edificios parecen completamente iguales. Mi moral se tambalea, aunque la idea de que pueda encontrar a alguien allí dentro me anima a seguir andando. Necesito encontrar una respuesta a esta situación y allí podría encontrar algo, o al menos, pedir ayuda.

 

Me acerco a la cristalera sigilosamente, no tengo ganas de que nadie me vea husmeando por aquí. El pasillo principal está a oscuras, aunque la claridad que entra desde enfrente me deja ver vagamente el interior. Una veintena de puertas metálicas como la mía lo flanquean. Todas abiertas sin ningún tipo de actividad aparente. Busco alguna marca significativa que lo diferencie del que acabo de abandonar, pero es inútil. Sigo sin ver ningún tipo de rotulo. Está claro que si quiero buscar más pistas debería entrar, pero volver a meterme en un agujero como este me produce demasiada inseguridad como para intentarlo. Quizá si lo rodeara e intentara buscar desde la cristalera del otro extremo podría ver algo, pero algo en mi interior me dice que no será así. No existe nada en este edificio que me devuelva la esperanza de saber lo que está pasando o que me pueda dar alguna señal del lugar en el que me encuentro. Creo que es mejor que avance y abandone este sitio cuanto antes. Me da mala espina seguir aquí. Rodeo el edificio y tras unos instantes de duda decido proseguir por el camino de piedra. Supongo que estará ahí por algo y que seguramente sea el rumbo más rápido y directo a algún sitio de interés cercano. Si hay posibilidades de que me cruce con alguien, es más probable que lo haga por aquí antes que caminando entre los árboles.

 

 

Está claro que este sitio no está abandonado, esto tiene pinta de ser bastante grande y de estar muy bien cuidado. Las vastas extensiones de césped parecen recién cortadas escrupulosamente para no tapar el camino por el que ando. Incluso a pie de los numerosos y frondosos sauces que hay por todo el recorrido no está descuidado. Llevo lo que parece una eternidad andando por aquí y me doy cuenta de que este parque o recinto es demasiado grande. No creo que este lugar este cerca de ninguna ciudad, al menos que yo conozca. Intento mentalizarme de que paso que doy me acerca a algún tipo de respuesta, pero el cansancio empieza a mellar mis esperanzas y hace aflorar la impotencia que siento en estos momentos. Casi sin darme cuenta, he llegado a un cruce de caminos. Perpendicular a este camino de piedra cruza otro camino, aunque de grava. Intento localizar algún tipo de rodada o huella que me marque un camino a seguir en busca de cualquier tipo de ayuda, ya que una vez más, no existe ningún tipo de señal que indique nada. Sigue sin haber suerte. Ahora debo elegir. He andado demasiado tiempo por el camino de piedra como para abandonarlo ahora, pero no he encontrado ninguna pista que me haga pensar que la situación pueda cambiar. Hasta donde la mirada me alcanza sigo sin ver nada distinto al resto del camino que ya he recorrido. Examino visualmente la alternativa que supone este nuevo camino de grava. Los sauces tampoco me dejan mucho por ver, pero hacia un lado, parece que hay una pequeña inclinación del terreno, una ligera subida hacia lo que podría ser una zona elevada por encima de las copas de los árboles. Quizá una vista desde un punto más alto me pueda dar una referencia más exacta de donde me encuentro, no tengo nada que perder, a lo sumo, volver hasta aquí y retomar el primer camino, así que esta es mi elección.

 

La grava esta mas suelta de lo que parecía a primera vista, se hace algo pesado caminar por esta nueva ruta. Vuelvo la mirada atrás intentando ver si mis pisadas han dejado algún tipo de marca o rastro que alguien pueda seguir fácilmente. No tengo ganas de que nadie sepa que he merodeado por aquí. A pesar de que mis piernas se vuelven cada vez más pesadas debo continuar hasta que encuentre alguna respuesta a esta situación. Es difícil calcular distancias en este terreno tan llano pero puedo intuir que la elevación está a unos cientos de metros de mí. No sé qué altura podrá tener, quizá solo sea un pequeño desnivel que no me deje ver más allá de lo que veo ahora, pero al menos, debo intentarlo. La pendiente es pronunciada, mi peso hace que la grava suelta se desprenda y es difícil moverse por esta superficie. Intento salir del camino para buscar una mejor tracción en la zona de césped, pero tras un primer paso resbalo y caigo hacia delante. El césped esta húmedo, parece recién regado. Mi cuerpo cansado acusa el golpe notablemente. He caído sobre mi pecho y pierdo la mayoría del poco aliento que me queda. La opresión que me castiga el pecho se vuelve más notoria y me impide respirar con normalidad. Mis rodillas están manchadas y he dejado un surco con mi resbalón. Noto como el latido de mi corazón se acelera y el miedo se intenta apoderar de mí. Me levanto rápido, tan rápido como mi cuerpo puede responder y corro todo lo que puedo hacia la parte superior de la colina que estoy subiendo. He dejado una gran marca en el césped. Me entra el pánico. Tengo la sensación de que si alguien me está observando he dado una gran muestra de debilidad y además he dejado un rastro inconfundible para que conozca mi camino. Debo correr. Debo ponerme a salvo de lo que pueda venir por detrás. Debo pedir ayuda.

 

Subo con todo lo que puedo, ayudado de pies y manos para no perder tracción y subir deprisa. El final de la colina está a mi alcance. Durante unos instantes olvido mi cansancio, mi opresión en el pecho, el lugar en el que me encuentro, olvido todo. Tan solo me centro en llegar lo más rápido posible a la cima. Allí está todo despejado. Después de mucho rato, es la primera vez que dejo ver los arboles junto al camino. Puedo ver el intenso azul del cielo. Puedo ver un pequeño claro que quizá me permita ver más allá de lo que veía hasta ahora, quizá ver donde me encuentro realmente, quizá donde buscar ayuda.

 

Con más esfuerzo del que imaginaba consigo llegar a la cima. El camino aquí es más ancho. Un poco más allá de donde me encuentro, se bifurca en dos formando un pequeño círculo presidido por una gran base de piedra reluciente. Parece la base para alguna escultura pero no está coronada por nada. Quizá haya algo escrito en la piedra, así que decido acercarme rápidamente intentando calmar mi repentino ataque de pánico. La base es enorme, es un cuadrado de mármol blanco pulido de más de tres metros de lado. Es un poco más alta que yo, impidiendo que pueda ver lo que hay al otro extremo de ella sin rodearla. Decido inspeccionarla buscando algún tipo de grabado que indique a que hace referencia o cual es el año de su creación. Deslizo mis manos por su superficie buscando algún tipo de marca que se escape a mi vista. Este parón me servirá para retomar algo de aliento. Rodeo la piedra, no hay fisuras. Es un gran cubo de mármol de una sola pieza. Una vez más, sigo sin obtener respuesta de aquello con lo que me topo. Rodeo la piedra una vez más buscando algo. En un acto desesperado de encontrar respuestas subo encima y examino con extremada atención su superficie. Nada. Desesperado me siento y decido mirar a mí alrededor, lo que veo termina de minar la poca moral que me queda y la esperanza de encontrar algún tipo de ayuda. Este lugar parece ser el centro de un gran complejo rodeado de cientos de pabellones iguales al que me encontraba cuando desperté. Hay pabellones hasta donde alcanza mi vista. Cientos de caminos de piedra parecen entrelazarse entre los árboles, uniendo los edificios, tan solo cruzados por caminos de grava que vienen a parar aquí. Me hundo. Intento buscar algún sentido a todo esto. Una vez más cierro los ojos y respiro profundamente, todo lo que la opresión en el pecho me permite. Ahora mismo no me siento con fuerzas para continuar hacia ningún lado. No hay esperanza, no hay aliciente en continuar hacia ninguna parte. Decido tumbarme en esta gran mole. Me siento vencido y me da igual si alguien viene a por mí o no. Quizá sea lo mejor, al menos así podría encontrar alguna respuesta a esta pesadilla. Necesito descansar y poder pensar con claridad durante un rato.

 

Cientos de emociones se agolpan en mi cabeza, es una sensación difícil de describir. La rabia, la impotencia, el miedo. Me siento indefenso ante esta situación. Intento buscar buenos recuerdos para liberar mi mente. Pienso en mi familia. Me gustaría poder estar a su lado en este momento. Saber que todo va bien. Salir de aquí. Recuerdo la última conversación que tuve con mi mujer. Fue un sábado por la noche, estábamos a punto de cenar viendo las noticias. Estábamos a punto de empezar a saborear una sopa caliente ella había preparado para poder llevar mejor las frías noches de invierno por las que pasábamos los últimos días.

 

 

 

- He pensado que si las cosas se ponen más difíciles, me gustaría que fueseis al campo, que salieseis de aquí.

 

- Yo también lo había pensado – respondió ella con una tranquilidad que no esperaba mientras seguía viendo el noticiario.

 

- Me gustaría…

 

- Lo sé, tus padres y yo ya hemos hablado del tema. Ellos también creen que es la mejor opción. Vendrán con nosotros, tu hermana vendrá también, si se pone de parto, allí será más fácil encontrar un medico que la atienda bien.

 

- Gracias - le contesté mientras no dejaba de mirarla fijamente y ver como tomaba la sopa – Solo hay que preparar lo necesario. Sobre todo cosas para el niño. Coge todo el dinero en metálico que puedas, por lo demás no creo que haya problemas.

 

- No te preocupes, tendremos todo preparado para cuando llegues, saldremos lo más rápido posible de aquí, supongo que se formaran grandes atascos.

 

- ¡No! no podéis esperarme. Debéis salir cuanto antes, yo ya me las apañaré para llegar en cuanto pueda. Podría ser demasiado tarde si hacéis eso.

 

 

Su cuchara cayó de sus manos en cuanto escuchó mis palabras. Aquello fue un golpe de gracia a la poca esperanza que la quedaba de que todo continuara igual, de que nada de lo que estaba pasando nos afectara. No quería escucharlo, pero sabía que lo que la estaba diciendo era cierto. Acto seguido, recogió su plato y se fue sin decir nada a la cama. Yo continúe cenando hasta terminar la sopa y me quedé sentado en el sofá hasta que terminaron las noticias, quizá esperando una pequeña señal de que todo se arreglaría, buscando una última línea de vida a la que poder agarrar todo lo que me importaba en esta vida. Acto seguido fui a ver al niño, le arrope y besé su frente como todas las noches, intentado aparentar tranquilidad en mi interior. Cerré la puerta despacio para no hacer ruido y me fui a la cama. Ella estaba dormida. Me tumbe y la abracé. No quería despertarla. Debía descansar, lo que la esperaba iba a ser duro y posiblemente demasiado difícil para ella. A la mañana siguiente salí de casa. Esa fue la última vez que recuerdo haberlos visto. Ese es mi último recuerdo hasta ahora.

 

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Edited by Drakko
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El frio del mármol me devuelve a la realidad. La temperatura ha bajado considerablemente. Esta anocheciendo. He debido quedarme traspuesto en lo alto de esta gran mole. Lo que antes era una ligera brisa, se ha convertido en un viento que menea las copas de los arboles. Gracias a esto puedo ver cómo empiezan a encenderse cientos de balizas luminosas junto a los caminos. La luz es muy tenue, pero deja adivinar la ruta que siguen estos. Cuatro grandes caminos parecen ser los principales y todos ellos vienen a fusionarse en este alto donde me encuentro. Este gran cubo parece el centro del complejo. No adivino a ver desde aquí donde está el final, pero está claro que si quiero salir de aquí, cualquiera de estos caminos me puede acercar al perímetro para poder buscar una salida. El viento vuelve a pegarme en la cara y me hace reaccionar una vez más. Ahora lo tengo claro, se cual debe ser mi próximo paso. Debo salir de aquí y reunirme con mi familia. Debo ir a por ellos y volver a su lado. Si todo salió bien, deberían estar esperando en el campo. Lejos de todo esto y a salvo de lo que diablos fuera a pasar o haya pasado. Ahora tengo un objetivo. Ahora tengo una razón para caminar y salir de aquí. Es curioso como la desesperación de una persona puede convertirse en una fuerza descomunal en tan poco tiempo con tan solo un objetivo claro, un ideal. Bien, yo había encontrado el mío, Ahora debo caminar. Nada ni nadie podría parame hasta lograr reunirme con aquellos a los que quiero. Bajo de la roca sin ningún tipo de problema y vuelvo sobre mis pasos. Hasta que llegué aquí, no me había cruzado con nadie, si quiero salir, es mejor volver por la ruta que conozco.

Bajo la pequeña pendiente sin problemas y continuo por el camino de grava. Desde aquí abajo, sin las copas de los sauces de por medio, el camino balizado se sigue sin ninguna dificultad, tengo la sensación de andar por el centro de una gran pista de aterrizaje en la que cualquier momento aparecerá un avión listo para tomar tierra. La oscuridad se hace cada vez más notoria, pronto será difícil ver lo que me rodea pero mi paso es firme y continúo y no necesito ni quiero tener más datos de lo que sucede a mí alrededor. Tan solo quiero salir de aquí cuanto antes, saber donde estoy y buscar el camino hacia el lugar donde espera mi familia. Antes de lo que esperaba llego al cruce con el camino de piedra por el que vine, parece más cerca de lo que me pareció la primera vez, giro la cabeza mientras sigo andando.

- Esta vez no volveré a mi agujero. Ahora soy libre.

Pronto el atardecer deja paso a una noche cerrada. La oscuridad tan solo es rota por las pequeñas luces que marcan el camino. Es imposible ver lo que tengo a escasos metros fuera de este. La situación me incomoda bastante y no dejo de pensar en los peligros que pueden rodearme. Mi mente es frágil y temerosa. No se escucha nada aparte del ruido que hace el movimiento de las hojas meneadas por el viento. Debo concentrarme y pensar en algo que me mantenga ocupado. Intento pensar en mi familia, en los buenos momentos que pasamos juntos, en las risas de mi hijo, en todo aquello que me mantenía vivo alguna vez. Supongo que estarán preocupados, que habrán intentado llamarme. No sé el tiempo que hemos pasado separados, pero sé que si llegaron al campo, estarían bien.

Mis suegros vivían en el campo, apartados de la gran ciudad. Poseían un par de fincas con bastantes animales. Un gran huerto, frutales, aquello parecía una pequeña porción del paraíso en la tierra. Allí, el tiempo parecía haberse detenido. Los problemas de la gran ciudad parecían disolverse cuando pasábamos algunos días en el campo. Alguien dijo una vez que un día allí, valía más de trescientos en la ciudad. Era verdad. Quizá no hubiera tantas comodidades como en las grandes urbes, pero tenían lo más básico para sentirse bien, en una pequeña burbuja dentro del mismísimo Edén. Los largos paseos por el campo mientras mi hijo corría jugando con todo aquello que se encontraba, las largas mañanas de pesca, esas noches llenas de estrellas en las que nos sentíamos tan pequeños. Aquello era otra vida. Si, allí estarían bien hasta que yo llegara.

Durante mi camino paso cerca de innumerables pabellones como en el que desperté. No parece que haya ningún resquicio de vida dentro de ellos. A estas alturas no tengo ganas de encontrarme con un problema que se me pueda escapar de las manos, así que prefiero mantenerme al margen y no acercarme a ellos. Inconscientemente, acelero mi paso cada vez que estoy cerca de alguno. Poco a poco, a lo lejos, la luminosidad se vuelve más fuerte, los arboles parecen desaparecer. Empiezo a ver el final del camino. Acelero todo lo que mi ritmo me permite sin llegar a correr para no llamar mucho la atención. Nunca se sabe si alguien te puede estar viendo desde la distancia. Si había un momento crítico para que me dieran el alto o me interceptaran, iba a ser este. No creo que me permitan salir así como así. Intentando adelantarme a lo que pueda pasar, decido salir del camino balizado. Buscar el cobijo de la oscuridad detrás de un gran sauce. Desde aquí puedo analizar bien la situación, el camino a seguir. Puedo ver una gran valla de hierro forjado que rodea el complejo. Se extiende hasta más allá de lo que puedo ver. Delante de mí, un gran arco de forja preside lo que parece una gran puerta. Está abierta. Me recuerda a esas puertas que presiden las entradas principales de los parques de una ciudad. Detrás de ella, lo que parece una carretera de acceso hasta este lugar. Esta oscura, sin iluminación. No hay edificios. Parece que estamos lejos de cualquier núcleo urbano. Una vez más, busco cámaras o algún tipo de seguridad. No parece que haya nada que me impida salir de aquí. Ha llegado el momento. Respiro todo lo hondo que puedo, y corro. Corro todo lo deprisa que puedo, corro escapando de este lugar, corro hacia la libertad, hacia mi familia. Atravieso la puerta, la dejo atrás. Sigo por la carretera que veía desde los arboles sin volver la mirada. Lo que allí hubiera, allí se quedaría. Nunca más volvería a sentirme atrapado en aquel lugar. Por fin estaba fuera.

Mi cuerpo ya no da para más. Llevo corriendo por esta carretera demasiado tiempo. Es hora de buscar un sitio seguro. La oscuridad me rodea, es una noche cerrada de luna nueva, no será muy difícil encontrar un lugar donde pueda descansar un rato. Debo apartarme de esta carretera, sería fácil encontrarme por aquí. El terreno parece estar seco y duro, podré caminar por el sin problemas. Un poco más adelante, localizo un grupo de grandes piedras rodeadas de arbustos, Podría ser un buen lugar para esconderme. Las ramas son lo suficiente frondosas como para ocultarme detrás. Las atravieso sin mucha dificultad y llego a la base de las piedras. Me siento entre ellas, aquí el aire no me dará de lleno y no bajará mi temperatura corporal. Todo el mundo sabe que lo que te mantiene caliente no es la ropa, sino el aire que te rodea. Si, este es un buen lugar. Me acomodo, intento respirar con normalidad para calmarme y bajar mis pulsaciones. Casi sin darme cuenta, me quedo dormido.

__________________________________________________________________________________________________________________________________________________

- ¿Qué ha pasado?


- No lo sabemos aún, es demasiado pronto.

 

Capítulo II.

Kimpó.

Suena el despertador. Inconscientemente mi mano sale de entre las mantas y le da un manotazo para que se calle. Agarro la almohada y me doy la vuelta buscando un rato más de sueño. He pasado una mala noche, He tenido sueños muy raros. Había mucha luz y mucha gente se agolpaba encima de mí hablando descontroladamente. Los rostros estaban borrosos y, aunque los escuchaba hablar, no podía entender las conversaciones que mantenían. Un momento, ¿Cama?, ¿Despertador?, ¿Una habitación?, ¿Dónde están las piedras y los arbustos?, ¿Dónde diablos estoy?

Me levanto sobresaltado de la cama y caigo estrepitosamente de espaldas sobre el suelo. Estoy en una pequeña habitación. Alguien enciende una pequeña lámpara que hay en la mesilla mientras deja entrever su cabeza bajo las sabanas de la cama de al lado.

- ¿Estás bien Drakko?, Menudo golpe te has dado compañero.

- ¿Qué ha pasado?, ¿Dónde estoy? –Pregunto muy sobresaltado --.

- Estamos en Kaneda, hoy damos el último salto. Llegamos hace dos días, ¿No te acuerdas? – Por su tono parece preocuparse bastante por la situación, pero no, no me acordaba. Hacía tan solo unas horas estaba huyendo de un lugar totalmente misterioso y ahora, ahora estaba aquí. Tan confuso como en el otro lugar--.

- No, no me acuerdo de nada. ¿Qué hacemos aquí?

- Soy Ender. Oye, ¿Seguro que estas bien?, si quieres podemos ir a la enfermería. Me estas empezando a asustar.

- No Ender, no quiero ir a la enfermería, tan solo necesito… necesito llamar por teléfono. Necesito hablar con mi familia, saber que están bien. Dios, he tenido unos sueños muy raros.

- ¿Llamar por teléfono?, sabes que no podemos. Toda comunicación con el exterior está prohibida a estas alturas. Da gracias con que nos dejen ver la televisión. Mira, date una ducha y relájate, todo saldrá bien. Nos esperan en el salón de actos dentro de un rato. Nos pondrán al día de la situación. Parece que ya no hay vuelta atrás. Tenías razón, se va liar gorda. ¡Venga!, dúchate y ya te enteraras – me dice mientras me tira algo de ropa y un par de botas--.

No es que me tranquilice mucho esta situación, pero algo en mi interior me dice que le haga caso, al menos, parece que sabe de qué va todo esto. Es más de lo que tenía hace unas horas. Quizá tenga razón y una ducha me venga bien. Quizá solo haya pasado una mala noche y empiece a recordar todo lo que me comenta.

El agua caliente me da en la nuca y corre por mi espalda. La sensación de alivio es máxima. Mi cuerpo lo agradece, pero mi cabeza sigue sin recordar nada. No dejo de pensar en mi familia. No dejo de pensar en todo lo que está pasando. Recuerdo haber leído que mucha gente bajo situaciones de gran estrés puede entrar en estado de shock, que algunas veces puede crear incluso, lagunas en sus recuerdos. Algunas los recuperan al volver a la normalidad, otras, pueden tardar años en recuperarse. Espero que no fuera mi caso. Fuera lo que fuera a pasar, me gustaría estar preparado y con la mente en orden.

- ¡Vamos señorita!, no hace falta que te pintes – grita Ender mientras golpea en la puerta interrumpiendo mis pensamientos – Yo también necesito ducharme.

Salgo de la ducha y me siento en la cama. Observo la habitación, miro por la pequeña ventana que tenemos entre las camas. Sigo buscando algún tipo de explicación a lo que me está pasando, sigo perdido. Casi sin darme cuenta del tiempo que ha pasado, Ender sale del baño. Me mira fijamente sorprendido.

- ¿Todavía estas así?, Al final llegaremos tarde. Venga Drakko, vístete de una vez. Parece mentira que lleves tanto tiempo esperando esto. Voy a buscar a Vatt y ahora regreso a por ti. Espero que cuando vuelva, estés listo. Aun quedan muchos detalles que debemos preparar.

Sale de la habitación y me quedo solo. Parece que confía en mí, así que prefiero hacerle caso. Miro fijamente el macuto que tengo a mis pies. Tiene mi nombre inscrito, supongo que serán mis cosas. Saco un mono de vuelo como el que llevaba Ender, observo sus parches frente al espejo intentando recordar algo.

“Escuadrón 69” - “Drakko” - “Campaña Shooting Star”

La confusión que siento se empieza a convertir en resignación. Mis recuerdos empiezan a aclararse. Sí, estamos en la base aérea de Kadena. Respiro hondo una vez más, ha sido una mala noche, todo ha pasado. Antes de que me dé tiempo a soltar el aire, la puerta de la habitación se abre rápidamente. Alguien asoma la cabeza y me llama.

- Drakko, soy Black, Ender me ha pedido que te llame. Tenemos que ir al salón de actos, la reunión va a empezar. Debemos darnos prisa, nos están guardando el sitio.

- Gracias Black, vamos.

Black camina delante mía, apresurado, se ve que tenemos prisa. Cruzamos un largo pasillo flanqueado por habitaciones, un escalofrío me recorre el cuerpo recordando el complejo que abandoné en lo que ya no sé si es un sueño o forma parte de mi vida. Da igual, ahora estoy aquí. Mi mente se recupera rápidamente, ahora tengo que hacer cosas. Ahora formo parte de esto.

Bajamos unas escaleras y giramos hacia la derecha atravesando una gran puerta. Miro hacia arriba, es el salón de actos. Aquí si hay rótulos que indican los lugares en los que estamos o hacia donde nos dirigimos. Respiro aliviado. Desde aquí sentado el salón no parece tan grande. Hay un pequeño escenario delante con un gran mapa extendido al que mucha gente está prestando atención. Todos van ataviados con un traje de vuelo. Supongo que estamos todos juntos en esto. Black me señala un punto entre la multitud, puedo reconocer a Ender sentado junto a varios compañeros. Ender me ve, nos hace una señal y nos señala un par de asientos vacios a su lado para que nos sentemos. Mientras cruzamos entre la gente, intento fijarme en los parches de los que allí se encuentran. Italianos, franceses, portugueses, griegos, y algunos que no puedo llegar a identificar bien. Parece que esto es más grande e importante de lo que imaginaba. Siento mucha curiosidad por lo que nos van a decir y lo que pasará después. Mis muchachos están preparados. Sé que puedo confiar en ellos.

- ¡Atención!, ¡general en la sala!

Todos nos ponemos en pie ante su imponente presencia. Nos manda sentar y empieza a hablar.

- Buenos días señores. Todos sabemos que hace unos días, el estado norcoreano inició unas pruebas con un nuevo armamento disponible en su arsenal. Concretamente unos misiles balísticos de gran alcance. Estos misiles sobrevolaron territorio soberano de Corea del Sur rompiendo una vez más los acuerdos establecidos al final de la guerra de Corea y por el consejo de seguridad de naciones unidas. Esta nueva arma, combinada con la posibilidad de que ya dispongan de material nuclear para cargar sus cabezas, es una clara amenaza para la estabilidad que se vive en la zona. Anoche mismo, un enfrentamiento entre buques de guerra cerca del paralelo treintaiocho acabó con un barco surcoreano hundido llevándose la vida de más de cien hombres –todos nosotros comenzamos a mirarnos sabiendo la gravedad de la situación--. Una reunión extraordinaria del consejo de seguridad, convocada de máxima urgencia, ha decidido acelerar la operación Amadeus y poner en marcha cuanto antes la fase dos de la campaña. Tienen menos de catorce horas desde este mismo instante para preparar todo y salir hacia sus respectivas bases de despliegue. A la salida, pueden recoger sus planes de vuelo, está todo organizado. Una vez allí, recibirán nuevas órdenes del cuartel general para llevar a cabo la fase dos, también llamada Operación Bravo. Numerosos aviones de transporte ya están de camino llevando material para equiparles. Esto es todo caballeros. Suerte.

Los más novatos me miran buscando algún tipo de explicación. No puedo dársela, todo esto se me escapa de las manos a mí también. Para muchos de notros no es el primer conflicto serio al que nos enfrentamos, pero para muchos de los nuevos sí, puedo notar la ansiedad en sus ojos. Vatt se levanta y me toca el hombro.

- No te preocupes Drakko, lo harán bien. Están bien entrenados y son buenos pilotos – Me susurra al oído.

- Lo sé Vatt, lo sé. Reúnelos a todos en veinte minutos, tenemos cosas que preparar. Esto se pone serio.

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Ender ha recogido los planes de vuelo, nos vamos a Kimpó. Al menos tenemos una buena noticia. Los “machos” regresan a casa, donde se forjo el mito. Todo saldría bien.

Todo comenzó hace unos años. Cuatro de nuestros pilotos salían a ejecutar un vuelo de entrenamiento. Éramos nuevos en la base, necesitábamos aclimatarnos y reconocer el terreno por el que nos moveríamos los próximos meses. Todo indicaba que sería un vuelo normal. Nuestros pilotos estaban en plena practica de ejercicios y de la nada aparecieron seis aviones enemigos. Habían invadido nuestro espacio aéreo. Lo que comenzó siendo un ejercicio, se convertía en una de las peores pesadillas para cualquier piloto. Apenas con el combustible justo para volver a base, eran atacados. Los radares de búsqueda enemigos habían dado con ellos y ya no los dejarían de iluminar hasta que fueran derribados. De nada valían las tácticas de evasión, debían enfrentarlos. Xavieret había sido enganchado y los misiles comenzaron a caer sobre él. Era bueno, muy bueno. Logró esquivar la primera hornada y responder al fuego enemigo. Entre él y Kie, derribaron a los dos primeros. Correcaminos y Dani estaban enzarzados con los cuatro restantes. A sus doce, a sus nueve, era una encerrona difícil de superar. Sus compañeros estaban demasiado lejos como para poder acudir en su ayuda. Debían luchar solos por el momento. Los misiles se cruzaban en el aire, maniobras imposibles buscando situarse unos detrás de otros. Pero poco a poco el milagro se fue obrando. Uno, otro, otro más.

Los enemigos iban cayendo bajo el fuego de nuestros hombres. Tan solo el último, dañado por disparos de cañón de los vipers, logro escapar. Nuestros pilotos, ya sin combustible, decidieron abortar la persecución y regresar a casa. Más tarde acudieron a la zona aviones aliados de apoyo. Era tarde, el mito había nacido. Cinco de los mejores aviones de combate del mundo habían sido derribados por cazas muy inferiores, el sexto, huía dañado. Desde aquel día, los pilotos del Escuadrón 69 serían conocidos como “Los Machos de Kimpó”. Ahora, volvíamos a casa.

- Bien, como ya habéis escuchado, parece que entraremos en acción antes de lo previsto.

- ¿Crees que entraremos en combate Drakko? – interrumpió Evola.

- Si, ese el pensamiento que reina entre los demás escuadrones. No creáis que sois los únicos que están nerviosos. Yo mismo lo estoy. Sé que muchos de vosotros tendréis dudas de si estáis o no bien preparados para esto, todos las tuvimos la primera vez, pero sé que lo haréis bien – Vatt y Ender me miran fijamente y afirman con la cabeza en silencio – si estáis aquí es porque sois buenos pilotos, no tengáis la menor duda. No es la primera vez que el Ala Falcon del Escuadrón 69 participa en una interescuadrón, de hecho, en el pasado participamos en unas cuantas y nuestros predecesores lo hicieron bastante bien. Compañeros como Barbo, Xavi, Kie, Templar, Talestas, Shakur, Correcaminos, Darthkata, Galahad, Oso y otros muchísimos más, que seguramente me dejo en el olvido pero que aun son parte del escuadrón, aunque ya no disfrutemos de su compañía tan asiduamente, nos marcaron un camino que hoy os tocará a vosotros recorrer y dejar vuestras huellas para los que vengan detrás puedan continuar con él. Aunque no lo creáis, tendréis a mucha gente empujando detrás vuestra para que todo salga bien.

Parece que mis palabras están dando la moral necesaria para que afronten este viaje sin miedos. Incluso yo mismo empiezo a sentirme invulnerable a todo lo que nos rodea. Miro a Ender y sabe que ha llegado su parte. El resto de detalles sobre el vuelo los dará el. Horarios, puntos de la ruta que seguiremos, climatología, y demás detalles que he leído antes de venir aquí. Todos tomamos nota con máxima atención, cualquier mínimo detalle que se nos escape, podría significar el final de la misión y quizá la vida de algún piloto del grupo.

Saldremos en tres grupos de cuatro aviones. Vatt, Evola y yo lideraremos los grupos. Predi hará de seta durante el viaje. Así llamábamos a nuestro avión radar. El se encargará de controlar todo lo que suceda a nuestro alrededor mientras estamos en el aire. El coordinará todos los grupos de vuelo que salimos hacia Corea del Sur. Predi también pertenece a nuestro escuadrón, solo que sus labores son otras. Es un alivio saber que estará cerca cubriéndonos. La parte final del viaje puede traernos alguna sorpresa ya que Kimpó está muy cerca de la zona caliente del conflicto, cerca de la frontera con Corea del Norte. Cada escuadrón está destinado a una base distinta, pero todos más o menos cerca de Seúl. Si alguien necesita ayuda, podrá contar con esta en muy poco tiempo.

Nuestro briefing termina. Aun disponemos de un rato para prepararnos y relajarnos antes de subir a nuestros aviones. Salgo de la sala en la que nos encontramos y puedo ver como Hawk, un compañero italiano, se acerca por el fondo del pasillo. Viene a despedirse. Hace años que nos conocemos y ya hemos participado en muchas misiones juntos. Es un buen amigo.

- ¡Hola Drakko!, vengo a despedirme y a desearos suerte. La próxima vez que nos veamos será sobre los cielos de Corea – Su ingles está marcado por un fuerte acento italiano--.

- Gracias Hawk. Os deseo mucha suerte a vosotros también. Ten cuidado viejo amigo, no me gustaría saber que los malos os han puesto en apuros.

- Sabes que eso no pasara amigo. Estaremos cerca para cubriros si necesitáis ayuda. Debo irme Drakko, mi vuelo sale ya y mis hombres están esperando – dice mientras me tiende la mano para que la estreche--.

- ¡Suerte! Será un placer compartir cielo con vosotros una vez más. Buena caza compañero.

Estrechamos la mano y continúa su camino hacia el final de pasillo que conduce a la salida del edificio. Su grupo está destinado muy cerca de nuestra base. A unos pocos kilómetros de distancia. Yo debo prepararme, salimos en breve también.

Mientras nos enfundamos los monos de vuelo y ponemos el equipo a punto, el silencio reina en el ambiente. Se puede notar la tensión del momento. Todo el mundo está serio y concentrado en lo que nos espera durante las próximas horas. Tan solo es un vuelo de rutina, un simple desplazamiento a otra base, pero estar tan cerca del enemigo no gusta a nadie, menos en estos momentos de gran tensión. Alguien dará el primer paso, cometerá una imprudencia y se iniciará lo que sería inevitablemente una nueva guerra. Nosotros seremos la primera línea. Así que nos tocará de lleno. Según vamos terminando de vestirnos y prepararnos, los abrazos y los estrechamientos de mano son más intensos. He compartido tanto junto a estos hombres que no puedo imaginar lo que pasaría si perdiésemos a alguno. Salimos por la puerta principal del edificio, el camión que nos llevara a la plataforma donde nos esperan nuestros aviones. No hay marcha atrás.

Bueno, quizá sí, pero era difícil pensar que a estas alturas Corea del norte permitiría el paso de la comisión de investigación para observar sus centrales nucleares y su arsenal. Saber que todo iba bien y que habían respetado los acuerdos alcanzados durante las últimas negociaciones. Todos sabíamos que no sería así. Todos sabíamos que habían violado estos acuerdos y que se estaban preparando para obtener armamento nuclear. Si en treinta y seis horas no se daba marcha atrás, la segunda fase de la campaña Shooting Star comenzaría. Esto implica el uso de la fuerza para destruir los lugares de posible almacenamiento de material nuclear y los complejos auxiliares para la creación de este, así como las fábricas de armamento que estuviesen montando sus nuevos misiles balísticos. Aunque a estas alturas da igual. No hay más opción para nosotros. Debemos estar preparados cuando llegue el momento y acatar órdenes. Sean las que sean.

Poco a poco podemos ir viendo todo el movimiento que hay delante de nosotros. Cientos de aviones están despegando mientras que los nuestros continúan esperando en plataforma. Bajamos del camión y decido soltar unas últimas palabras.

- Todo irá bien. A pesar de ir en grupos, estaremos lo suficientemente cerca como para darnos apoyo si es necesario. Si las cosas se ponen feas ahí arriba, recordad lo planeado. Además, Predi estará dándonos ayuda desde la seta. Confirmad cualquier tipo de contacto en el radar antes de abrir fuego si fuera necesario. Buena caza señores. La próxima vez que nos veamos, Grillo pagará una ronda en la cantina de Kimpó, para eso es el nuevo – Intento bromear para romper la tensión del momento, pero es inútil, todos siguen concentrados sin abrir la boca. Tan solo alguno me devuelve alguna sonrisa picara demostrando que ha oído lo que acabo de decir--.

Subo a mi avión y comienzo a preparar todo. Arrancar un avión no es tan sencillo como parece. No se trata de meter la llave en el contacto y girarla sin más. Todo sigue un orden, todo paso tiene su función. Luces, radio, pantallas, todo tiene su porque y todo es imprescindible allí arriba. Necesito unos veinte minutos antes de que todo esté a punto para poder moverme hacia la pista. Las comunicaciones con mis compañeros son las justas, todos estamos igual de liados. Todos mantenemos la máxima concentración y tensión para que salga bien y no haya ningún imprevisto antes de salir. Una vez finalizado este proceso, hablo con la torre de control para que me de permiso para ir a la pista por la que despegaremos. Doy la orden para que comience el baile.

- Gurú uno-uno, taxi – indico a mis compañeros que me dirijo hacia la pista, pronto empiezan a responder.

- Gurú uno dos, taxi.

- Gurú uno tres, taxi.

- Uno cuatro, taxi.

Todos me siguen como si de una pequeña procesión se tratase. En cuanto la torre de control me autorice, entraremos en la pista y despegaremos. Seremos libres. Volaremos hacia Kimpó. El segundo grupo y el tercero empiezan a rodar por el camino que nosotros recorrimos hace un instante. Vienen detrás. Todo está listo y sin incidentes de última hora. Mientras tanto, la torre me da las instrucciones necesarias para tener en cuenta viento y rumbo a seguir. Autoriza mi despegue. Acelero mi motor al ochenta por ciento de revoluciones, sigo subiendo mientras mantengo el freno activado. Cuando el pos quemador entra, veo como mi avión empieza a liberar toda la potencia que es capaz de desplegar su motor. Suelto el freno, empiezo a rodar por la pista. Al llegar a la velocidad adecuada, tiro de la palanca y mi avión se eleva. Acabo de despegar. Estoy en el aire.

- Gurú uno-uno, airborne.

Los demás aviones me siguen detrás. Bajo mi velocidad hasta que estén todos en el aire para poder formar juntos y recorrer la ruta marcada. Mientras, vigilo mis controles y voy escuchando como salen. Xifu, Ender y Neo vuelan conmigo en el primer grupo. Pronto estarán a mi lado y podré verlos desde mi cabina. Vatt, Shango, Darthkata y Migmar salen en el segundo grupo tan solo unos minutos después de nosotros. Evola, Crycket, Black y Rayback serán los siguientes. Cuando estemos todos en nuestras posiciones, subiremos las revoluciones del motor y volaremos sin escalas hacia nuestro destino. Llevamos combustible de sobra, pero aun así, tenemos bien estudiado donde se encuentra el avión cisterna que cubre la ruta por si tuviéramos problemas de última hora.

Es impresionante lo que se siente aquí arriba. La soledad del piloto. Más aun cuando vuelas como en este caso con silencio de radio absoluto. Tus únicas referencias con lo que está pasando son a través de los aparatos y quizá con lo que puedas ver a tu alrededor. Uno se siente tan poderoso y a la vez tan frágil que es difícil de describir. Tan solo dentro del grupo puedes sentir esa sensación de invulnerabilidad, que estarán a tu lado si las cosas se ponen difíciles. A la vez sabes que estás solo en la lucha contra la maquina si te da problemas. Más aun si sobrevuelas el océano y sientes ese gran vacío alejado de tu entorno natural, el suelo firme. Hay que tener la mente lúcida y no dejar que nada se te escape. Necesitas tener todos los aparatos controlados o podrías ser carne de cañón. Sí, la carga de trabajo es grande, por eso uno se siente el mejor. Por eso uno piensa que será capaz de controlarlo todo desde aquí. Por eso uno es piloto de combate.

Sobrevolamos espacio aéreo de Corea del Sur, tierra firme. No estamos lejos de nuestro destino. En mi pantalla de radar puedo ver como los grupos que van delante nuestra están tomando tierra, ya han llegado. Un poco más al norte, también puedo ver que hay aviones enemigos fuera de nuestro espacio aéreo. Saben que llegamos y están vigilando su territorio. Hace ya un rato que Predi nos aviso de esto. Rompo el silencio de radio y ordeno al resto del grupo que mantenga los ojos abiertos y tenga las armas preparadas por si fuera el caso. Todo ha ido bien hasta aquí, esperemos que no se tuerza ahora la cosa. Después de la distancia que hemos recorrido, lo que menos me apetece es tener que enfrentarme al enemigo a unas pocas millas de llegar a casa. Nuestra base está cerca, lo suficiente como para pedir autorización para aterrizar. Al cabo de unos segundos que parecen eternos, comienzo a oír sus indicaciones para dirigirme a pista. Los grupos dos y tres nos darán cobertura mientras aterrizamos. Hago el último giro antes de encarar la pista, todos mis hombres vienen detrás siguiendo escrupulosamente y al pie de la letra todas las indicaciones que nos van dando. Uno tras otro tomamos tierra y nos dirigimos a un gran hangar que nos espera impacientemente. Ocupo mi posición y apago el avión. Por hoy, todo ha terminado. Bajo de mi montura y me dirijo hacia donde se encuentra Xifu, quiero ver como está, ha sido un viaje largo y cansado. Ender y Neo se nos acercan para poder espera todos juntos al resto de compañeros que van apareciendo por la entrada del hangar. Hemos llegado todos sin ningún problema. Pregunto a un oficial que está controlando nuestra llegada si ha habido algún tipo de incidente durante nuestro despliegue, si algún grupo ha sido atacado o han tenido problemas. Nada. Hoy todo se ha mantenido en calma según lo previsto. Hemos llegado todos a nuestros destinos.

- Comandante, otro oficial les acompañará a todos a su barracón. Allí encontrarán todo lo necesario para sentirse como en casa. Después de todo, Los Machos han vuelto, no podemos negarles ningún tipo de comodidad a aquellos que forjaron nuestro mito – Su trato hacia nosotros es exquisito, se ve que nuestra fama nos precede en este lugar–. Es mejor que descansen, lo mejor está por llegar. Nosotros nos encargaremos de sus aviones, esta todo a punto para lo que se avecina. Mañana por la mañana recibirán nuevas órdenes.

Nos saluda y nos señala al hombre que nos acompañará. Nos lleva a un pequeño vestuario donde nos despojamos de los monos de vuelo y la ropa que hemos llevado durante el traslado. Mientras nos desvestimos puedo observar que mis hombres aún mantienen algo de tensión, pero mucho más relajados. Intercambiamos bromas sobre las formaciones que hemos mantenido y sobre la dureza del vuelo que acabamos de terminar. Hay buen ambiente. Terminamos con todo el ritual y cruzamos una puerta al otro lado de la habitación, entramos en un pequeño edificio donde al parecer se encuentran nuestras habitaciones. Nuestras pertenencias han llegado, es hora de ponerse cómodos y descansar. Una vez más, comparto habitación con Ender.

Una vez en la cama, no puedo dejar de pensar en lo que nos espera. Si Corea del Norte ha cambiado su posición y todo esto quedará en un mero ejercicio, en unas maniobras. Si tendremos que luchar mañana. Si perderé algún compañero en esta guerra. No puedo evitar pensar también en mi familia, en cómo estarán, en lo mucho que los quiero a todos. En las ganas que tengo de que todo esto termine de una vez para volver a su lado. El cansancio me puede, no tardo mucho en dormirme. Por hoy, todo ha terminado. Estamos en Kimpó.

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Edited by Drakko
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  • 3 weeks later...


- Fue un accidente. No pudimos reaccionar a tiempo.



- Ya no importa. Ahora debemos ser fuertes.


 



Capítulo III.


Bienvenido a ninguna parte.




Estas horas de sueño me han venido bien, a pesar de que me siento algo entumecido por la postura, he de reconocer que he descansado bien. Noto el calor del sol en mi cara. Es hora de despertar.


- ¡No me lo puedo creer!, ¡Esto es imposible!


Estoy rodeado de arbustos. Un hueco entre piedras me hace de improvisado refugio. He despertado en medio de mi peor pesadilla. No tardo en recordar el complejo y la sensación de malestar que provoca en mi interior. Vuelvo a estar solo, vuelvo a sentirme en el infierno. Puede que esto tan solo sea una pesadilla, puede que no. No lo sé realmente.


Barajo las opciones que tengo. Todas me dicen que tengo que continuar andando, que tengo que continuar mi búsqueda, que debo dejar de pensar y adaptarme cuanto antes a este nuevo entorno. Mi familia me estará esperando, he de encontrarles. Recuerdo la carretera por la que llegué a este lugar, es mejor que la siga una vez más. Estoy desorientado y no conozco bien la zona, estoy seguro de que es mi mejor alternativa. Me levanto y aparto las ramas que me sirven de pantalla. La carretera está ahí delante. Debo aprovechar la luz del día, así que es mejor que empiece cuanto antes a caminar.


Observo todo lo que me rodea mientras camino, lo que la noche que llegue a este lugar no me dejo ver. Aparentemente continúo solo. No se ve a nadie lo suficientemente cerca como para tener la sensación de estar acompañado. Esto me recuerda a los largos paseos que daba en el pueblo, por campo abierto. Tengo la misma sensación de soledad, quizá aquí mucho más acentuada. Desde que me desperté en el complejo, no he visto a nadie con el que poder cruzar unas palabras, ni siquiera he visto algo que me indique que el camino que sigo es el adecuado. Sigo pensando que todo esto es muy raro, pero de nada vale pensar en una respuesta lógica. No la tengo. Intento recordar las clases de geografía del instituto, supongo que esta es una de las situaciones que Fernando, mi profesor, me ponía como ejemplo para aprender a fijarme en pequeños detalles sobre plantas y características del terreno para poder situarme en una región. Todo eso me ayudaría hipotéticamente a desenvolverme mejor por el lugar que analizaba. Bien, tenía razón. Y si no la tenía, da igual a estas alturas, no hay otra cosa a la que agarrarme aparte de esta carretera.


Camino solo bajo el sol. No llevo rumbo aparte del que me marca la carretera, no sé donde estoy. No hay un alma que me acompañe en esta ruta. No hay nadie a mí alrededor. Mi único entretenimiento es el paisaje, aunque es totalmente desolador. Francamente, no hay mucho que ver. Una triste llanura bajo el sol con algún árbol solitario. Rocas, rocas aun más grandes que marcan el terreno como hitos en una tierra no muy fértil. La vegetación del complejo contrasta con la precariedad de este nuevo paisaje. La soledad, la melancolía, la tristeza se apoderan de mis pensamientos, pero continúo andando. No tengo más cosas que hacer. Tan solo debo preocuparme de andar, el vacio de este lugar no da para más preocupaciones.


Lentamente atravieso la llanura en la que me encuentro, me ha llevado más tiempo del que parecía a primera vista. Calcular distancias en campo abierto no es mi fuerte. Miro hacia atrás una vez más para poder ver si me está siguiendo alguien. No hay nadie a la vista. Dese aquí puedo ver lo que me rodea a kilómetros, así que puedo mantenerme tranquilo durante un rato más. Aun sigo temiendo que me sigan desde que abandoné el complejo, aunque cada vez pienso más que nadie se dio cuenta, que nadie me echa de menos. Cada vez tengo más certeza de que me encontraba solo por alguna extraña razón. Aun así, algo en mi interior me dice que debo estar atento, que debo estar preparado por si me equivoco. Hay un pequeño cambio de rasante en la carretera que me impide ver más allá de su cima, desde allí podré controlar mucha más terreno del que veo ahora así que es una prioridad llegar hasta allí. No creo que queden muchas más horas de luz, por lo que debería buscar algún sitio donde pasar la noche. Doy gracias por haber encontrado un refugio natural en el que protegerme durante la noche pasada. Será difícil tener tanta suerte.


Al llegar a lo alto del desnivel giro la mirada hacia atrás nuevamente. Mi paranoia persecutoria ha hecho que sea habitual en mi camino la maniobra del “Loco Iván” para vigilar mi espalda. Para los que no la conocéis, el “Loco Iván” es una maniobra táctica que usaban los submarinos rusos durante la guerra fría. Estos, llegaban a girar hasta 180 grados para ver si eran seguidos por submarinos enemigos. Esta maniobra provocaba que el perseguidor no tuviera mucho margen para ocultarse ante la sorpresa del movimiento e incluso poder detenerse con seguridad. Hubo muchos incidentes de choques y numerosos accidentes que aun hoy, permanecen ocultos por los respectivos países. Evidentemente yo no paro y giro en seco, sino que con girar un poco la cabeza y observar con detenimiento, me basta. Es difícil esconderse en este lugar. Una vez más confirmo que no viene nadie detrás de mí, así que giro para poder buscar algún lugar donde prepararme y descansar antes de que caiga la noche. Algo me llama la atención, está lejos, sobre el horizonte. Parece humo, Si, estoy seguro, es una columna de humo. Es bastante oscuro, eso me hace pensar que no se trata de simple pasto ardiendo. En esta zona los cambios de rasante son constantes. Con este terreno será fácil acercarme sin llamar mucho la atención. Intento acelerar mi marcha, aunque los nervios y la intriga me pueden hasta tal punto que decido quemar las fuerzas que me quedan en una última carrera hasta conseguir un mejor detalle de la situación. A estas alturas del día, mis piernas se han vuelto pesadas, están agarrotadas y me cuesta correr con normalidad, llevo muchos kilómetros a mis espaldas, pero mi cabeza pide un último esfuerzo a mi maltrecho cuerpo. Aflojo el ritmo de mi carrera, esta pendiente me está matando. Además, este punto es más alto que el anterior y podre ver con más detalle. Descansaré un poco mientras observo el lugar.


Mis ojos no pueden creer lo que están viendo. Hay un pequeño pueblo delante de mí. Desde aquí puedo ver cientos de casas medio derrumbadas, otras tantas arden sin compasión. No está lejos, pero si lo suficiente como para darme cuenta de que a este ritmo, llegaré a él cuando anochezca. Además, tampoco me agrada mucho la idea de presentarme allí en estas circunstancias, pero es mejor que quedarme en medio de la nada pasando la noche. Quizá pueda encontrar respuestas. Es hora de ponerme en marcha si quiero llegar antes de que oscurezca más. Aprieto mi paso, un ligero aire de optimismo hace que mi cansancio sea más llevadero.


La noche ha caído cuando me adentro en el pueblo. Lo que parece una de las calles principales esta casi cortada debido a la gran cantidad de escombros que hay por todos lados. Hay muchos edificios derruidos y el fuego aun está presente en muchos de ellos. La imagen es más propia de una estampa tomada durante los bombardeos de la segunda guerra mundial. De cualquier zona que ha sufrido un gran terremoto. Es difícil describir la desolación del lugar. No queda ningún edificio lo suficientemente habitable como para hacer vida normal en el. La gente de este lugar lo ha debido pasar muy mal. Sigo caminando por una gran avenida llena de semáforos. Bueno, lo que queda de ellos. Puedo imaginar que este lugar, aun no siendo muy grande, si tenía un gran movimiento de gente. Puedo identificar algunas tiendas en los edificios que aún se mantienen en pie. El género de estas aun se mantiene casi intacto en los estantes. . Es raro, lo primero que se me viene a la cabeza son esas imágenes de grandes masas saqueando los comercios después de una desgracia. El caos y las revueltas son muy comunes en esta situación, pero aquí todo sigue en su sitio. Intento avanzar entre los escombros. Es difícil, el polvo y la tierra se han mezclado con el agua que sale de muchos edificios creando un barro muy resbaladizo. Debo tener cuidado, cualquier paso en falso puede suponer una caída fatal entre los escombros. Decido abandonar esta zona y dirigirme a alguna que no esté tan devastada. Salgo de la avenida por la primera calle que la cruza. Aquí no hay tanta luz como en la anterior. Una gran parte de las farolas que la iluminan están apagadas. Supongo que algún derrumbe ha cortado el suministro eléctrico de gran parte de la ciudad. El fuego ha consumido muchos de los locales que hay a pie de calle, no hay mucho que recuperar en ellos. Continuo calle abajo hacia una zona que parece intacta. Me llama la atención la falta de vehículos por las calles. Parece que este lugar fue abandonado antes del desastre. Me gustaría saber por qué, saber que paso y qué fue de la gente que habitaba este lugar.


Después de un par de horas en este lugar decido que mi paseo turístico ha concluido, es hora de busca algo interesante, algo de utilidad. Encontrar un teléfono que funcione me parece tentar demasiado la suerte, pero no tengo nada que perder .No me gusta lo que voy a hacer, pero no se trata de nada personal, sino de simple supervivencia, de mi supervivencia. Nunca he hecho nada parecido, así que mi sentimiento de culpabilidad hace que tome precauciones para no ser visto, aun sabiendas de que estoy solo en esta zona de la ciudad. Me acerco a un montón de cascotes cercano, pertenecen a un pequeño edificio que ha caído en un lateral de la calle. Cojo el más grande con el que puedo cargar y me dirijo a una pequeña tienda de deportes que he visto al principio de la calle. En la zona más oscura. Tiene una pequeña tienda de campaña de esas que se montan en un par de segundos en el escaparte, aunque ese no será mi objetivo, el cristal parece demasiado gordo como para romperlo sin más de un solo golpe. Me cercioro de que no me está viendo nadie, cojo aire, cuento hasta tres y con un poco de carrerilla arrojo la piedra sobre el cristal de la puerta principal destrozándolo por completo. Creo que me he pasado. No solo he roto el cristal, sino que he destrozado por completo el aluminio central que sujetaba los cristales. La piedra era demasiado grande. Bueno, mejor así. Me escondo entre las sombras esperando que no suene ningún tipo de alarma, que nadie buen oído haya escuchado el golpe y los cristales rotos. Espero unos minutos. Con el corazón a mil por hora, entro en la tienda con la esperanza de encontrar más cosas de utilidad. Me dirijo a la caja central, si hay un teléfono, seguro que está por esta zona. Agazapado bajo el mostrador, puedo verle cerca de la caja. El cielo se abre ante mí. Puede que aquí termine todo, que pueda hablar con alguien para pedir ayuda. Descuelgo y compruebo que da tono. Un silencio sepulcral es el único ruido que obtengo del auricular. La primera en la frente. Sigo el cable para confirmar que está conectado a la red. Aparentemente todo está bien, simplemente no hay línea. Es inviable la llamada. Aun sabiendo que era posible esta situación, mi moral se viene abajo.


Apenas un instante después, recupero la lucidez y dejo de lamentarme. Es mejor que siga con mi labor y termine cuanto antes. Cuanto antes salga de aquí, antes dejaré de sentirme tan culpable por lo que estoy haciendo.


Me dirijo al escaparate a coger la tienda de campaña. Estoy de suerte, junto a esta hay una gran mochila expuesta que me servirá para guardar todo lo que recoja. Continuo hacia el fondo de la tienda, a la zona de calzado, unas buenas botas me vendrán bien si tengo que andar bastante. Si algo aprendí en los documentales de la tele, es que los pies son sagrados si tienes que andar bastante, un buen equipo facilita su cuidado. Ropa transpirable y que mantenga la temperatura corporal también es imprescindible para las grandes marchas. Ese es mi nuevo objetivo. Cojo lo más básico para no cargar con mucho peso sin andarme con muchos rodeos. Cargo todo y lo adecuo en la mochila. El saco de dormir ira en la parte superior bien atado. Mientras sujeto todo bien para que resulte compacto recuerdo la época en que mis padres me mandaban de campamento. El último día, siempre me tocaba meter toda la ropa a presión en aquella mochila de colores chillones. Me la habían comprado así con la excusa de que no la perdería de vista. Supongo que después de unos cuantos campamentos a mis espaldas, había aprendido la lección, cuanta más cómoda sea la carga, mejor rendimiento tendré al llevarla.


De aquí he cogido todo lo que veo útil. Ropa, calzado, unos prismáticos, linternas y algunas cosas de más de utilidad que me vendrán bien en el futuro. Es mejor que me vaya. Salgo por el mismo lugar por el que entré, una vez más, hecho un vistazo al exterior para confirmar que nadie me está viendo. Si, sé que estoy solo, pero el sentimiento de culpa hace que tome precauciones para no ser visto. No valgo para estas cosas. Continuo calle arriba, La zona también parece algo devastada, aunque menos que las anteriores. Desde aquí se ven bastantes locales comerciales, si la diosa fortuna se porta bien conmigo, quizá pueda encontrar algo más de utilidad en alguno de ellos.


Unos cientos de metros más adelante veo un gran edificio de más de diez pisos, sin duda este debe ser el punto más alto del pueblo. Está literalmente cortado dejando ver el interior de muchas viviendas. Los restos de la otra mitad están esparcidos por su base cortando la calle. Será fácil adentrarme en él. Necesito situarme para poder salir del pueblo. Tal vez vea algo claro desde allí arriba. Las nuevas botas me facilitan mucho andar por encima de los montones de escombros, han sido una buena elección.


Puedo subir por la montaña de piedras hasta el rellano de la primera planta. No creo que tenga problemas para llegar hasta la azotea subiendo por las escaleras. Subo despacio, el edificio al caer ha dejado al descubierto todo un lateral y mi miedo a las alturas hace que tome excesivas precauciones. La caída desde aquí sería fatal.


Me cuesta más de lo que imaginaba llegar hasta el último descansillo. Hace mucho tiempo que no subía tantas escaleras juntas. Hay una puerta de chapa se interpone en mi camino. El cerco está suelto. Doy un par de patadas y consigo terminar de arrancarlo de la pared. El agujero que queda es suficiente para que salga a la azotea.

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La vista desde aquí arriba es terrible, mucho más impactante que a pie de calle. El fuego se ha extendido por el centro de la ciudad y cada vez son más los edificios que son presa de las llamas. Al otro extremo del la zona en la que me encuentro, un edificio consumido por el fuego, cae arrastrando a sus colindantes. La nube de polvo oculta gran parte del pueblo, sofocando algunos fuegos cercanos. Supongo que el fin del mundo no debería ser muy distinto a esto. De hecho, para los habitantes de este lugar, esto era el fin de su mundo. La vida aquí, tal y como la conocían, había terminado. Desconozco si en el resto de ciudades de por aquí habría pasado lo mismo, pero está claro que por algún motivo, los habitantes del pueblo habían decidido huir antes de que se iniciara esta situación.


Decido sacar los prismáticos y mirar la zona con más detalle. Poco puedo ver ya que el suministro eléctrico no llega a todas las partes. Hay muchos barrios sumidos en la oscuridad, tan solo en algunos lugares puedo ver con algo de detalle gracias al resplandor de las llamas. Dejo de buscar a lo loco y me centro en los edificios que parecen más enteros, intento ver si hay alguna vivienda con luz. Me gustaría saber si queda alguien por aquí. Parece que no hay nadie. No hay señales de vida por ninguna parte de la ciudad. Aparentemente continúo solo. Mentalmente intento trazar una ruta de salida hacia la zona contraria por la que entre al pueblo. A pesar de que no la veo desde aquí arriba, supongo que la carretera que me trajo hasta aquí, tiene también su continuidad hacia otra población cercana. Sigo pensando que es mejor alternativa que continuar por campo abierto en una zona que desconozco. Una vez elegida, trato de buscar puntos de referencia para poder seguirla. Uso los prismáticos para ver con detalle algunos cruces, intentado buscar algún tipo de vehículo que me pueda ayudar a avanzar más rápido. Es extraño que no haya ningún coche por las calles. Está claro que utilizaron todos los recursos disponibles para salir de aquí.


- ¡Un momento!, ¡Allí hay alguien! – El corazón se me acelera hasta puntos insospechados.


En una de las calles que he elegido para salir, puedo ver como alguien va empujando un carro lleno de cosas. Mi pulso se acelera, la adrenalina se me dispara, ¡no puedo creer lo que acabo de ver!


- ¡¡¡Eeeeeehhhhhhhhh, Aquí arriba!!!


¡Maldita sea! No creo que pueda oírme desde tan lejos, hay demasiado ruido como para que oiga mis gritos. He de llamar su atención. Lo primero que se me ocurre es tirar alguna piedra desde aquí arriba intentado que caiga cerca de su posición. He de conseguir que desvíe su mirada a esta zona. Busco una piedra del tamaño adecuado entre todas las que hay cubriendo el suelo de la azotea, No lo pienso dos veces, cojo algo de carrerilla y la lanzo con todas mis fuerzas. Es inútil, no llega ni a la mitad del camino que nos separa. Saco todo lo que llevo en la mochila buscando la linterna que cogí de la tienda. Es de esas pequeñas que no necesitan pilas, que se recarga por el movimiento. No es muy grande, pero si mira hacia aquí arriba, seguro que le llame la atención su destello. La enciendo y apago rápidamente, la muevo, le apunto directamente sin mucho éxito. No va a funcionar esto tampoco. Debo pensar rápidamente si quiero no perderle de vista. Recojo todo, mi mejor opción es llegar hasta él.


Esta vez no me ando con florituras a la hora de empaquetar todo en la mochila. En cuanto está lista, salgo corriendo hacia la salida, tengo que bajar las escaleras con mucho cuidado. Decimo, noveno, octavo, séptimo, sexto. Bajo aprisa, pero no lo suficiente a este ritmo. Cuarto, tercero, segundo, llego al rellano por el que saldré hacia la calle, puedo bajar por los escombros. Mentiría si dijese que bajo con cuidado, que soy cauto en la bajada. Cuando considero estar a una altura considerable, salto hacia el asfalto de la calle. Corro calle abajo intentando recordar en que sitio exacto le vi. Desde aquí abajo las referencias son distintas. Si le pierdo, será muy difícil encontrarle entre tanto caos, he de ser rápido y preciso en mi carrera. Continuo por la misma calle y giro hacia la derecha en la avenida principal, sigo hasta lo que desde arriba parecía una pequeña plaza y giro hacia el norte. No llegaré, parecía más cercano desde allí arriba. Decido recortar cruzando un par de callejones oscuros, espero que mi sentido de la orientación siga funcionando como antaño. Salgo justo enfrente del edificio de ladrillo rojo que vi a su espalda. Sí, estoy seguro, era por aquí.


- ¡Holaaaaaaa!, ¿me oye alguien? – mi voz retumba en el edificio que hay calle abajo, estoy seguro de que si anda por aquí aun, podrá oírme.


- ¡Le he visto, se que anda por aquí cerca!


- ¡Vete!, este no es tu sitio – una voz masculina muy grave me contesta desde algún lado a mi espalda.


- Irme, ¿Por qué?, ¿Por qué no es mi sitio?


- ¡Vete! Este no es tu sitio, ¡Vete con los tuyos y déjanos en paz!


- Necesito respuestas, necesito ayuda…


- Aquí no encontraras nada aparte de lo que ves, ¡Vete antes de que sea demasiado tarde! – Una voz femenina grita desde un lado de la calle, creo que esta en alguna ventana. El pelo se me eriza, descubrir que hay alguien más me sorprende y sobre todo me asusta. No me lo esperaba después de tanta soledad y vacio en este pueblo.


- ¿Tarde para qué?, no entiendo que me quieren decir, ¡no entiendo nada!, estoy perdido.


- ¡Vete antes de que te arrepientas! – una nueva voz masculina me grita desde mi espalda. Tengo la sensación de que me están rodeando y me asusta bastante. Mi única defensa son unos cuchillos de caza que he cogido de la tienda junto al resto de cosas. Están en la mochila. Al recoger a toda prisa los deje en el fondo, no creo que me dé tiempo a sacarlos si alguien salta sobre mí – ¡No te hace falta saber nada mas de este sitio!


Sin ser del todo consciente, empiezo a recular, no ha sido buena idea venir hasta aquí. Está claro que no soy bienvenido. Es mejor que me vaya cuanto antes. Sigo andando hacia atrás mientras mantengo la mirada puesta en la zona que escuche las primeras voces, no quiero darles la espalda, no me fio. Por el rabillo del ojo vigilo también mi espalda, he tenido suficiente por hoy. Me empiezo a encontrar mal, hay algo en el ambiente que me pone mal cuerpo. Cientos de voces se empiezan a meter en mi cabeza, todas hablan a la vez y no entiendo que me dicen. Cada vez son más fuertes. No sé que me está pasando, pero siento que pierdo el control sobre mi propio cuerpo, que me fallan las fuerzas.


Tanta confusión hace que me empiece a doler la cabeza, que empiece a cundir el pánico en mi mente. Decido salir corriendo antes de que pierda el control, antes de que me quede sin fuerzas para poder huir. Mi vista, mi vista también se va junto a las pocas fuerzas que me quedan. Una especie de fogonazos en mí vista me dejan aturdido y con dificultades en la visión. No solo corro perdido, sino que ahora, en gran parte, cegado. Oigo voces, caos en mi mente. Siento dolor, mucho dolor. Corro, corro como nunca lo he hecho antes, huyo como una pequeña presa ante sus cazadores. Esto no puede ir peor, presiento el fin.


Arrastro mis pies, ni siquiera puedo decir que estoy andando. Apenas veo lo que hay delante de mí. Estoy desorientado, no se por donde voy. Solo sé que llevo bastante tiempo intentado huir, aunque francamente ya no sé ni de qué. Mi cuerpo no responde, las fuerzas me han abandonado. Vago por las calles como un alma en pena. Intento atravesar un montón de piedras que cortan la calle, ni si quiera sé si hay una alternativa mejor a este camino. Sé que aun estoy dentro del pueblo, he intentado buscar la carretera pero no se hacia dónde ir. Tropiezo, caigo contra las piedras perdiendo el poco aliento que me queda. Ya no me duele el cuerpo, Estoy tan débil que no siento nada. No reacciono ante el golpe. Me quedo tumbado sobre el suelo. No puedo levantarme. Estoy sobre los escombros de una casa, puedo verla vagamente a unos metros de mí. Me arrastro hacia ella. Busco la poca seguridad que ofrecen sus paredes. Llego hasta lo que parecen unos escalones hacia algún lugar más bajo, puede que un sótano. Viendo como está el resto de la casa, imagino que al menos, este lugar tenga sus cuatro paredes y un techo donde esconderme. Me dejo caer por las escaleras. Tan solo me cubro la cabeza esperando no darme un fuerte golpe en la caída. Mi espalda pega contra una pared que indica el final del descenso. Pierdo de golpe el poco aliento que me queda. Cojo la mochila, saco todo lo que hay en su interior y agarro uno de los cuchillos para sentirme fugazmente seguro, capaz de defenderme. Puedo adivinar que está amaneciendo por la claridad que entra por la escalera.


Mis ojos se van cerrando poco a poco, a la misma velocidad que lo poco de aguante que me queda, me abandona. Mi cuerpo no da más de sí. Intento mantenerme despierto, intento pensar en algo que me haga reaccionar y me mantenga consciente. Es inútil, mi cuerpo pide cosas que mi mente ya no le puede dar. Necesito recuperar fuerzas. Estoy extenuado y a punto del colapso. No sé en qué momento exactamente pierdo la consciencia. Refugiado en la poca oscuridad que me ofrece este sótano, mi día termina.

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  • 4 weeks later...


- Hemos hecho todo lo que estaba en nuestras manos.



-Las próximas horas serán cruciales. Hay que esperar.


 



Capítulo IV.


Jasta 69.





- Zeit zum aufstehen verdammt rookie! – Un grito me despierta justo antes de que una patada me tire del lugar en el que descanso -- ¡Es hora de levantarse!


A pesar de que el grito ha sido en aleman, lo comprendo perfectamente. Abro los ojos incredulo e intento incorporarme rápido, no tengo ganas de que la persona que me ha despertado utilice de nuevo su cortesia.


- ¡Pedimos más hombres para formar pilotos y nos mandan perros Falconeros!


Lo que parecen compañeros de habitación ríen a carcajadas mientras un grandullón me agarra por la pechera para levantarme. Intento soltarme pero acto seguido alguien me vierte en la cabeza un cubo con agua helada ante las mofas de mis compañeros.


- ¡Bienvenido a la Jasta 69 Falconero!


Mi humillación es bastante jaleada por los demás. Bonito despertar para la mañana del maldito día que sea hoy. El liquido frio termina por espantar el aturdimiento de los primeros momentos de la mañana y hace que se me olvide el golpe que acabo de recibir para despertar.


- Der kommandant! – Una voz grita desde fuera de la estancia.


Todo el mundo me deja y se pone firme delante de sus camas. Mientras, yo intento aun reaccionar a lo sucedido. Un oficial bien uniformado entra en nuestra habitación y para de golpe todo el revuelo. Antes de que se dé cuenta, intento colocarme delante de mi cama.


- ¿Qué es este alboroto soldados?, ¿Qué ha pasado aquí? --Sus ojos se clavan en mí. Puedo notar su asombro y el malestar en su mirada ante mi estado -- Maldita sea, ¿qué le ha pasado a usted?


- Nada, no ha pasado nada mi comandante.


- ¿Cómo que nada? ¡Está empapado!


- Bueno, sí. Tropecé con el cubo del agua al levantarme.


- ¿Agua?, aquí no tenemos agua. ¡Ese es el orinal soldado! – Giro mi cabeza hacia el soldado que me lo ha tirado encima y puedo ver una sonrisa en su expresión. Un arrebato de furia me pide que le mate allí mismo, delante del resto de los presentes, pero algo me dice que no me dejaran hacerlo.


El oficial que parece al mando se vuelve hacia el grandullón y le pide explicaciones, parece ser el de mayor graduación entre nosotros.


- Tropezó mi comandante, nosotros tan solo intentábamos ayudarle a levantarse. No tenemos la culpa de que el Falconero sea tan torpe.


- ¿Acaso su graduación le hace sentirse más importante que este hombre?


- No mi comandante.


- ¿A alguno de los presentes en esta sala le parece que este hombre, pese a ser el nuevo, es menos importante en esta Jasta que cualquiera de ustedes?


- ¡No mi comandante! – Todos los soldados excepto yo contestan al unísono.


- Bien caballeros, porque en esta Jasta todos y cada uno de sus componentes son igual de importantes que el otro. En esta Jasta todas y cada una de las balas que se disparan son igual de importantes para acabar con el enemigo, indiferentemente de quien las dispare. En esta Jasta da igual la procedencia de sus hombres, su rango, su edad. Todos y cada uno de nosotros velamos por la seguridad de nuestros hermanos aquí presentes y por ellos daríamos nuestra propia vida si hace falta. Espero que lo comprendan, porque si no, yo mismo patearé el culo y derribaré al que rompa cualquiera de nuestras reglas. ¿Entendido?


- ¡Sí comandante! –El pequeño discurso me ha motivado a mí también, ahora soy uno más en el grito.


El oficial se acerca y se pone delante de mí. Puedo notar el poco respeto que le impongo, su desprecio en la mirada. Supongo que soy el nuevo y mi recibimiento no ha sido el mejor. Mi aspecto deja mucho que desear respecto a los demás, no he empezado con muy bien pie en este sitio por lo que veo.


- ¡Rompan filas! Y usted – dice mirando directamente a lo más profundo de mis ojos – Por el amor de Dios, lávese y cámbiese de ropa. Después, preséntese inmediatamente ante Siegfried en el hangar principal en cuanto esté listo. Él le dirá lo que debe hacer.


Junto a los pies de mi cama hay un pequeño saco de tela, supongo que en el estarán mis pertenencias. Cojo un uniforme limpio y ropa de abrigo. No sé dónde diablos he ido a parar esta vez, pero está claro que aquí hace demasiado frio. He de buscar agua limpia con la que asearme un poco, esto no tiene pinta de tener muchos lujos como para poder permitirme una buena ducha con agua caliente.


Salgo al exterior. Mi edificio se encuentra a un extremo de un gran prado verde. No hay mucho que ver, tan solo unos cuantos barracones de madera que parecen construidos a prisa sin demasiado lujo. Al otro extremo hay un edificio con unas puertas enormes que tiene pinta de ser el hangar al que se refería el comandante. Allí supongo que debe estar Siegfried. Junto a este, hay una fila de aviones con el motor encendido. Parece que van a despegar. El piloto del más cercano a mí hace una seña a los demás y su avión comienza a tomar velocidad. Los demás le siguen inmediatamente. Tras una larga carrera el primer aparato levanta la cola y antes de lo que me podría imaginar, se eleva majestuosamente. Uno tras otro, todos los demás aviones siguen el mismo camino. Toman distancia y viran hacia el aeródromo uniéndose en una formación perfecta justo encima de mí. Poco a poco se alejan dejando en mí una sensación de asombro. Es increíble ver como esos amasijos de madera y tela pueden moverse con tal facilidad en el aire. Por fin me doy cuenta de donde estoy. Estoy metido de lleno en un escuadrón alemán en plena primera guerra mundial. No me lo puedo creer.


Es mejor que me ponga en marcha, he perdido bastante tiempo observando esos aviones e intentando ser consciente del lugar en el que estoy metido. No quiero hacer esperar más a Siegfried. No he empezado con buen pie hoy, así que es mejor que intente remediarlo cuanto antes. Cerca del hangar principal encuentro unos barriles con lo que parece agua. Me acerco y los huelo para cerciorarme de que si son de agua esta vez. No tengo ganas de tener más sorpresas desagradables como la de hace un rato. No es que este muy limpia, pero es lo máximo a lo que aspiro en este sitio hasta que lo vaya conociendo. Viendo cómo se las gastan mis nuevos compañeros, mejor no preguntar por ahora. Me quito la ropa y me aseo lo mejor que puedo detrás de los barriles. Me visto rápido y me dirijo al hangar.


Hay mucho movimiento dentro, el vaivén de personas cargando material es continuo. El olor a combustible y a aceite quemado es inconfundible a pesar de tratarse de lo que para mí son viejas cometas. Aviones de madera y tela manejados por simples mecanismos de cable, así llamamos a estos aviones en mi época. Bueno, en la época a la que creo pertenecer. Me acerco a uno de ellos y le observo con detenimiento. Nunca había visto un biplano de estos desde tan cerca. Observo su silueta, su preciosa línea de formas curvas. Asomo la cabeza al puesto de pilotaje para ver con más detalle el panel de instrumentos.


- ¡Cuidado muchacho!, ¡esta recién pintado! – Una voz me grita desde debajo de las alas – ¡Deben estar impecables para cuando los estrenemos!


- Perdón, tan solo intentaba ver los controles.


El hombre que me ha gritado sale de debajo de las alas inferiores y se incorpora ante mí. Tiene la cara y el mono de trabajo manchados de pintura negra. No va de uniforme, aunque algo me indica que no es un simple mecánico.


- Es bonito, ¿verdad?


- Si, es más bonito de lo que parece en las fotografías.


- ¿Fotografías?, ¿qué fotografías…?


- Bueno, ya sabes… Me refiero a lo que sabía de él.


- Un motor Mercedes D.III de seis cilindros en línea, ciento sesenta caballos que son capaces de mover sus casi setecientos kilos a más de ciento sesenta kilómetros por hora a nivel del mar. Más de dos horas y media de autonomía a velocidad de crucero. Con sus dos ametralladoras Spandau de siete noventa y dos milímetros cargadas con quinientas balas por barril, hacen del nuevo Albatros D.II un digno adversario para que los malditos franceses e ingleses se lo piensen antes de entrar en combate con nosotros.


¿Ciento sesenta kilómetros a nivel del mar?, tengo la sensación de que tendré que bajarme de él a empujarle para que se mantenga en vuelo si llega el caso.


- Por cierto, soy Siegfried. Supongo que tú eres el Falconero novato que ha tenido problemas esta mañana en el barracón de pilotos. Elvis me dijo que vendrías a ayudarme – Supongo que Elvis debe ser el comandante que entró en el barracón cuando la bienvenida estaba en su punto más álgido --.


- Si, ese mismo debo ser, aunque aun no entiendo porque me llamáis todos “Falconero”.


- Bueno muchacho, tu vienes del Ala Falcon, ¿no?


- Eso parece…


- Pues así llamamos a los que vienen de allí. No es nada personal, pero corren rumores de que tenéis el ego muy subidito, ya me entiendes, de que sois muy buenos pilotos según decís… Supongo que lo de esta mañana ha sido un intento de cura de humildad por parte de los muchachos. Novato y Falconero, ¿Qué esperabas, que estuvieran esperándote con los brazos abiertos? – Una carcajada hace que mi ego verdaderamente se vaya al carajo y que apenas tenga palabras para responderle – Si te sirve de consuelo, son buena gente, los mejores compañeros que puedes pedir a la hora de estar ahí arriba. Más si estas en apuros con esos malditos ingleses merodeando a tus seis. Lo de hoy ha sido una chiquillada. Hay mucha tensión por aquí. La lucha es dura por estos lares chico, las novatadas harán que curtas tu carácter y te desates ante el enemigo. No es nada personal.


- Bueno, he venido a trabajar. ¿Qué debo hacer?


- ¡Bien!, ese es el espíritu que nos gusta por aquí. Los aviones llegaron ayer. Todos están montados y listos para entrar en servicio. Ahora solo queda darles nuestro toque personal, los estamos pintando con los colores de nuestra Jasta. Morro amarillo, cola blanca y fuselaje negro. Aparte los estamos personalizando con el emblema de cada piloto. Estos de aquí están terminados. Aquel de allí que está sin pintar supongo que es el tuyo, así que puedes empezar con él. Tienes libertad para añadirle tu toque personal, pero siempre basándose en los colores base. Allí tienes pintura. Empieza cuando quieras, yo estoy terminando este.


Echo un vistazo a los que ya están pintados y tienen buena pinta, me gusta esa combinación de colores. Me acerco a mi Albatros, Su decoración de serie es muy pobre, tendré que esmerarme en el si quiero estar a la altura. Hay un montón de pintura a su lado. A pesar de que me siento cansado, es mejor que empiece cuanto antes.


Tras cuatro largas horas, mi nueva montura está lista. Solo falta darla mi toque. Mi emblema personal. Un círculo blanco con la cara de un perro de pelea dibujada en el centro. A su lado, incluyo una pequeña frase en alemán para que cada vez que me suba en el, me recuerde de donde vengo. Seguro que levantará ampollas entre algunos de mis compañeros. Da igual, soy lo que soy y no quiero olvidar mis orígenes.



“mit meinen Brüdern im Herzen des Falken“


“Con mis hermanos del Falcon en el corazón”



Apenas estoy terminando de recoger, Siegfried entra por la puerta principal acompañado por el grandullón que me despertó esta mañana. Vienen hablando de la misión de hoy. Por lo que puedo oír, nuestros pilotos han conseguido un par de derribos hoy y han llegado todos a casa. Parece que le quiere enseñar los nuevos aviones. Les echan un vistazo desde la puerta y el gigantón hace un gesto de aprobación, parece que le gusta como han quedado. Siegfried sonríe y se acerca al mío.


- Me había olvidado de ti. Oí llegar a los muchachos y salí a ver qué tal les había ido hoy. Tenían que escoltar a nuestros bombarderos para atacar unos cuantos panques… tantes o ¡cómo diablos se diga!


- Tanques – le corrijo--.


- ¡Eso mismo es lo que he dicho! Al parecer los ingleses creían que su nuevo súper arma les haría atravesar nuestras líneas sin ningún problema. ¡Já!, me rio yo de sus locuras. No solo hemos destrozado unos cuantos, encima nuestros chicos han derribado tres Nieuports.


Puedo notar la euforia en sus palabras. Durante un rato me cuenta con pelos y señales las maniobras de nuestros aviones para derribar esos Nieuports ingleses. Me cuenta como uno de nuestros pilotos también ha derribado un globo de observación regocijándose de cómo han visto caer hacia el abismo a sus tripulantes. Empiezo a darme cuenta de lo que significa esta guerra.


- Bueno, es mejor que recojamos esto pronto, hoy hay muchas cosas que celebrar. ¡Aun estamos todos vivos!


- Tranquilo, ya he recogido yo. Termine de pintar mi avión y no sabía qué hacer hasta que llegaras.


- ¡Vaya!, no esperaba tanta amabilidad por parte de un maldito Falconero – me dice mientras me da un fuerte golpe en la espalda—Oye, ¿has pintado tu esto?, Korrea ven, mira esto.


Su mirada se centra en el emblema que he pintado a los laterales de mi avión. Parece sorprendido. El grandullón se acerca y mira atónito también.


- ¿Qué demonios es esto?


- Es la cara de un perro de pelea.


- Me refiero a lo que pone aquí – dice Korrea señalando la frase que acompaña mi emblema--.


- Es un homenaje a mis compañeros del Falcon. Allá donde vaya, irán conmigo.


Ambos se miran y rompen a reír casi a la vez. Parece que no les ha disgustado tanto como creía al principio.


- ¡El novato los tiene bien puestos Korrea! Justo lo que venias pidiendo, gente con agallas. ¡Venga!, saquemos estas preciosidades a la calle. ¡Habrá que estrenarlas!


- ¿Ahora? – Pregunto lleno de nervios --.


- Si, hace una tarde inmejorable para poder ver cómo se comportan estos pájaros.


Korrea y otros dos hombres abren las puertas del hangar. Puedo ver cómo va llegando más gente a sacar los aviones. La sorpresa es generalizada, ninguno esperaba encontrarlos con esta nueva pintura. Mucho menos con cada avión personalizado. Según salen, los vamos colocando en fila delante del prado.



La temperatura es baja, no creo que superemos los 10 grados. No hay demasiadas nubes y la manga para ver el viento apenas se mueve. Si, es una buena tarde para volar. Los pilotos se preparan y van subiendo a sus aparatos. Me dispongo a hacer lo mismo justo antes de que Siegfried me pare en seco.


- Toma chaval, no querrás congelarte ahí arriba ¿Verdad? Es mejor que subas preparado.


- Gracias Sieg. No sé como agradecértelo.


- Tranquilo. De momento hoy vuelve entero y cuida el pájaro. Con que no venga agujereado por ningún maldito ingles me vale. Ahora sube y arranca el motor o te quedaras atrás.


Asiento con mi cabeza en señal de agradecimiento. No hace falta que me lo diga dos veces. Trepo hasta la cabina y enciendo el motor. He leído que estos motores necesitaban calentarse para dar un buen rendimiento. Supongo que a la altura que volemos y con este frio, el motor lo necesitará más que nunca. Mientras espero impaciente como sube la aguja de la temperatura, intento repasar mentalmente lo poco que sé sobre estas maquinas. Sé que debo dejar que se tome su tiempo para coger velocidad, que debo ser suave con los mandos. He visto en miles de documentales que estos bichos se partían en mil pedazos si los forzabas mucho en los giros. Ni muchísimo menos tienen que ver con los cazas modernos. Ahora es todo potencia y dejar que el ordenador, también conocido como “Betty”, te cante todo. Tan solo te tienes que preocupar de la carga de trabajo que tienes en la cabina, de procesar toda la información que el ordenador te da. Aquí no. Aquí es el piloto el que manda. El que se pelea con los controles para mantener el dominio sobre el avión.


Korrea hace una señal a los demás. Nos ponemos en marcha. Su avión empieza a coger velocidad y uno tras otro los demás Albatros le siguen. Soy un manojo de nervios. En un instante me tocará a mí. El avión de mi derecha empieza a acelerar justo cuando veo que la temperatura de mi motor es la correcta. Dejo que tome algo de distancia antes de meter potencia, no quisiera chocar con el nada más despegar si no soy capaz de controlar el mío. Llegado el momento, subo las revoluciones de mi motor y noto como empiezo a moverme lentamente. Todo parece que va a cámara lenta, que el largo prado se me quedará corto en esta carrera interminable. El aire pegándome de lleno en la cara me recuerda que esto no es un juego, que voy deprisa de verdad. Subo un poco más las revoluciones y noto como el morro empieza a nivelarse. Tengo que meter un poco de timón para poder continuar recto en mi carrera. Había olvidado que los aviones con estos motores, tienden a irse hacia un lado por la fuerza que genera el motor hacia el lado contrario al que gira la hélice, es decir, el torque. Consigo centrar el avión sin problemas. Una vez que calculo que la velocidad es la adecuada, tiro suavemente de la palanca hacia atrás. Mi Albatros sube lentamente, estoy en el aire. La sensación interna que produce en mi es indescriptible. He conseguido despegar con este aparato. Ahora debo esforzarme en poder seguir al resto del grupo.


Giro la cabeza hacia mi derecha, puedo ver a Korrea liderando el grupo. Están orbitando encima de nuestra base mientras cogen altura. Acelero un poco más para pegarme a ellos. Tiro de la palanca hacia la derecha y ligeramente hacia atrás para virar hacia ellos. Fallo enorme por mi parte. El avión gira sobre su eje y momentáneamente pierdo el control sobre el giro. Me da un vuelco al corazón. Intento volver a nivelarle con todas mis fuerzas. Tiro desesperadamente de la palanca hacia algún punto que haga que mi pájaro se estabilice. Afortunadamente el susto solo dura un par de segundos. He cometido un fallo enorme. Estos aviones no giran como nuestros cazas, en estos aviones el timón de cola lo es prácticamente todo. Olvidarlo ha podido costarme la vida. Puedo notar como la adrenalina rebosa en mi interior, lo que me recuerda que he perdido de vista al resto del grupo. Muevo la cabeza a un lado y a otro desesperadamente para buscarlos.


- Bien, ahí están… Vamos a intentarlo otra vez, esta vez con más delicadeza.


Puedo verlos a mis tres. Están paralelos a mí. Cojo aire e intento una vez más el giro, esta vez metiendo pedal suavemente y acompañando con la palanca. El avión comienza a virar lentamente. No es suficiente como para poner el mismo rumbo que mis compañeros. Meto más pedal y tiro un poco más de la palanca. Mi Albatros se deja llevar suavemente por el camino que le marco. Los demás pilotos han bajado un poco el ritmo para esperarme, poco a poco consigo pegarme a ellos y mantenerme en una formación abierta. Korrea hace una nueva señal y vira para seguir el curso del rio Somme. En dirección contraria al frente. Es un alivio, lo último que me apetece ahora mismo es encontrarme con unos cuantos cazas ingleses.


Pese a la tensión que mantengo para controlarle, la sensación de libertad que da este avión es incomparable. Me relajo un poco y me dedico a disfrutar de las vistas que tengo desde aquí arriba. Aprovecho para tomar referencias visuales. Debo aprender a orientarme a la vieja usanza. A nuestra izquierda puedo ver un gran pueblo, creo que se trata de San Quintín. Nuevamente, giramos hacia la izquierda y rodeamos el pueblo. Identifico un grupo aislado de casas que pasamos hace un rato, por lo que parece, volvemos a casa.


Los aviones comienzan a tomar cierta distancia unos de otros, estamos cerca de nuestro aeródromo. Descendemos suavemente. Las ráfagas de aire son más fuertes a baja cota, debo tener cuidado. A esta altura, perder el control sería fatídico en este momento. Los primero aviones van tomando tierra delante mía. Aquí no hay mas amortiguación que la que ofrezca el terreno, por suerte es un prado de hierba ligeramente húmedo, aun así debo ser preciso. Corto gases suavemente, el motor baja considerablemente de revoluciones. Me nivelo y busco una línea limpia donde poder aterrizar. El suelo está cada vez más cerca, mi corazón a tope. Calculo mentalmente el tiempo que tengo hasta que toque el suelo. Tres, dos, uno… ¡En tierra! Dejo el motor al ralentí y me dejo llevar suavemente hasta la línea de parking. El patín de cola toca el suelo y acelero ligeramente para no quedarme clavado. Llego hasta la línea y apago el motor. No me he cuadrado muy bien con el resto, pero francamente, ahora eso no importa. He despegado, volado y aterrizado con este avión. Para mí, es suficiente por hoy. Elvis nos está esperando junto al barracón de oficiales. Todos nos dirigimos hasta el nada más bajar. Los pilotos comentan sensaciones, las diferencias que han visto entre los nuevos D.II, mientras yo me mantengo al margen.


- Bien caballeros, vayan a descansar. Hoy ha sido un largo día. Les quiero a todos mañana a primera hora en plenas facultades, aun hay muchos aviones enemigos por derribar.


Soy el primero en llegar a nuestro barracón. Me desvisto y me tumbo sobre la cama. Nunca imagine que la tensión de pilotar un bicho de estos pudiera cansarme tanto. Los ojos me pesan, apenas puedo mantenerlos abiertos. Ni siquiera oigo cuando los muchachos llegan…

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Menudos saltos temporales que se está pegando el prota, va a acabar con los nervios destrozados, y más con esos despertares... y los lectores también, esto está interesantísimo. ¡Buen trabajo Drakko!

 

Por cierto, me encantan también las ilustraciones de Cano, todas, pero sobre todo la última.

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- Han pasado tres días y todo sigue igual. Estoy desesperada.



-Quizá vaya más lento de lo que nos dijeron. Tranquila.


 



Capítulo V.


Operación Opera.




Hace más de quince minutos que sonó el despertador. Cuando la escuché, supe inmediatamente que he despertado en Kimpó. Que estoy con mi gente. Para variar, ha sido otra noche horrenda. Sigo teniendo esas pesadillas en las que todo es caos y locura a mi alrededor. Las voces no cesan de martillear mi cabeza. Apenas descanso. Esto empieza a ser un problema. No descanso bien y empiezo a ver como mi cuerpo lo nota en el devenir diario de mis actividades. Pronto entraremos en combate, así debo solucionarlo antes de que llegue ese momento. Desafortunadamente, aun no sé cómo hacerlo.


A pesar de que no tenemos noticias del alto mando, todo está preparado para cuando llegue el momento. Cada escuadrón, cada piloto. Todos saben exactamente lo que tienen que hacer. Llevamos dos días aquí metidos y la espera se está haciendo muy larga. Aprovechamos para relajarnos como podemos.


Ender se ha levantado pronto para aprovechar a lavar la ropa. Dice que si esto se mueve, tendremos poco tiempo libre. Yo aprovecharé para salir a correr. Necesito mantener mi cabeza despejada. Espero que el ejercicio diario me canse lo suficiente como para caer rendido por la noche. Que no tenga fuerzas ni para soñar. Hay un camino que rodea todo el perímetro de la base. Es un buen lugar para salir a correr. Vatt y Migmar están de alerta, sus aviones están preparados en un hangar cercano a la pista por si surgiera alguna alarma. Alguien tiene que vigilar mientras los demás hacen sus tareas cotidianas. El resto del grupo supongo que estará descansando. Decido levantarme y cambiarme de ropa para correr. Hace un día soleado y caluroso, es mejor que aproveche la mañana.


Salgo del edificio principal y preparo el cronometro. Xifu, Cricket y Evola están hablando fuera. Se les ve muy animados gesticulando con sus manos improvisando maniobras aéreas. Antes de iniciar mi carrera paso a saludarles y a ver como se encuentran.


- Buenos días. ¿Qué tripa se os ha roto para estar a estas horas por aquí danzando? Espero que esos movimientos que hacéis con las manos no sean el baile de moda…


- Hola Drakko. Estábamos hablando del A-10. Hemos quedado con un piloto americano que nos lo va a enseñar de cerca. Le conocimos ayer en la sala de oficiales. Estuvimos horas hablando del tema y se mostro muy amable.


- Quien sabe, a lo mejor algún día os veo manipulando uno.


- Algún día Drakko, algún día – responde Xifu --.


- Entonces es mejor que salga a correr cuanto antes, no quiero que se me pegue nada de vuestro amor platónico por este bicho.


Nos despedimos y les dejo seguir tranquilamente con su charla. Sé que están como locos por ver de cerca uno de esos aviones. Reconozco que el “Hog” es un avión extraordinario para su tarea, inmejorable, pero yo no siento ese amor incondicional por todo lo que le rodea.


Tomo un camino que sale entre los edificios, me llevará directamente al perímetro de la base. No es la primera vez que vivimos esto en el escuadrón, toda esta situación me recuerda a la que vivimos hace unos años. A el día previo de la “Operación Opera”. El siete de Junio de 1981, cuatro aviones F-16A de Israel, bombardearon el reactor nuclear de Osirak en Iraq. Aquella ocasión les acompañaban varias escoltas de F-15. Veintiocho años, seis meses y diez días después, nosotros lo machacaríamos de nuevo. Esta vez sin escolta de ningún tipo. Más de 998 millas náuticas, o su equivalente, más de 1830 kilómetros por territorio hostil nos esperaban al día siguiente. Nadie sabía que íbamos, así que no esperábamos ayuda en ningún punto del recorrido. El reto estaba servido. La misión más difícil y larga que se había volado en nuestro escuadrón a lo largo de toda su historia. Tras meses de gran esfuerzo y entrenamiento, había llegado el momento de la verdad. Tan solo ocho pilotos fuimos los elegidos, ocho los afortunados de haber completado el entrenamiento previo. Ender, Neo, Oso, Correcaminos, Vatt, Xavieret, Xifu y yo.


Llegó el momento de meternos en nuestros aviones. Era un momento tenso. Iniciamos el arranque en rampa, uno de los momentos más delicados de la misión. Cualquier fallo durante la configuración de sistemas nos hubiera dejado fuera incluso antes de emprender el vuelo. Además, estábamos cansados, la noche anterior pocos pudimos dormir algo. Habíamos repasado la misión mentalmente una y otra vez. Los nervios estaban a flor de piel. Poco a poco vamos iniciando los sistemas, arrancando motores y configurando el Viper. Se oyen las turbinas de los aviones por toda la plataforma de taxi. Las comunicaciones por radio auxiliar, las mínimas: "iniciando JFS", "arrancando motor", "alineando inercial", "alineado"...
Hacemos un check-in y configuramos armas. Tenemos tiempo y es mejor dejarlo listo cuanto antes. Llevamos dos MK-84LDP que soltaremos en pares y armaremos las espoletas a los 0.5 segundos de realizar la suelta. Se van oyendo los correspondientes "Check in OK". Grupo Panther listo y grupo Python listo. Es hora de empezar a rodar. Una mirada a la plataforma de taxi me hace recorrer un escalofrío por la espalda. Recuerdo perfectamente que durante el proceso intenté romper el hielo por la radio. Una pequeña broma que aliviara la tensión del momento. El silencio fue rotundo. Nadie contestó. En ese mismo momento fui consciente de lo que nos esperaba por delante, de la concentración en la que las mentes de mis compañeros se habían sumido.


- Phanter uno, taxi.


Ender nos lideraba aquel día. Su avión fue el primero en empezar a moverse hacia la cabecera de pista. En intervalos de veinte segundos, el resto comenzamos a movernos. Conforme voy rodando y dirigiéndome a la cabecera de la pista, oigo a mis compañeros confirmar su taxi. Correteamos todos por las calles hasta llegar a la cabecera de la pista. Primer punto crítico, el despegue. Vamos cargados hasta los topes, el Viper pesa mucho y la pista no es lo suficientemente larga. Para colmo, debemos despegar sin postcombustión ya que todo el combustible lo necesitaremos más adelante. Lo hemos entrenado y estoy convencido de que todos pasaremos este primer hito.


-Panther dos, ¡¡run em up!!


El motor ruge y la temperatura es estable. Por favor, que esto aguante.



-Standy brakes....brakes… ¡Brakes now!


El avión se muestra perezoso al empezar a moverse, pero voy ganando velocidad muy lentamente. Ground speed 40, 50, 60. El HUD me muestra la velocidad y se me antoja muy poca. Neo ya está entrando en pista y situándose en posición. 120Knts, necesito llegar a los 180 para poder asegurar el despegue de mi aparato. 150Knts, 160... ¡Bien 180Knts!, aun me quedan unos metros por lo que todavía voy a poder apurar un poco más. Rotación muy suave ya que no quiero entrar en pérdida y...
-¡Panther dos, Airborne! Tren arriba.


Respiro y oigo como nuestro tres, ya ha iniciado. Espero que todo vaya bien. Espero que todos mis compañeros tengan éxito.

Ender ordena Join-up en el punto de ruta 3, 250knts y 4000Ft. Escalón izquierda. La cosa va a ir lenta, a los aviones les cuesta tomar altura. Tampoco queremos que un ángulo de ataque elevado y la dificultad para coger velocidad nos penalice en consumo de combustible.


Poco a poco van despegando todos los pilotos. Algunos ya están entrando en posición preestablecida para nuestra formación.


Terminamos el reagrupe virando hacia punto 4. Verifico combustible y me doy cuenta que según los cálculos previos, vamos por debajo del estimado. Vamos a tener problemas. Nuestro líder comunica al vuelo que subiremos hasta 7000 pies y nos mantendremos un poco más a esa altitud. Retrasaremos todo lo posible la entrada en vuelo rasante para ahorrar sopa. Desde ahora va a ser una lucha dura para reservar hasta la última gota de combustible que llevamos encima.


Sobrevolamos las montañas de Arabia Saudita dejando la frontera con Jordania a nuestra izquierda. Pasamos a formación Fighting Wing. Todavía nos quedan 200 millas hasta el punto 6 y empieza lo más tedioso de la misión. Mantengo un chequeo de Fuel cíclico y voy contrastando con los demás.


El tanque ventral se nos agota antes de lo previsto. Aunque vamos recortando, todavía no es suficiente. Ninguna amenaza en nuestras pantallas mientras Las millas van pasando.


En breve deberemos pasar obligatoriamente a NOE y me sigue preocupando el combustible. Reviso el combustible disponible en el punto de ataque. 3000 libras es el valor mínimo y 4000 el de seguridad. Mi grupo canta un valor de combustible similar al mío. Corre nos confirma su combustible. Estamos ya en niveles permitidos. Es hora de pasar a vuelo rasante, NOE.


Poco antes del punto 6 ya estamos en NOE. Mantenemos en Fighting Wing. Es una formación sencilla de mantener cuando debes prestar atención a otras cosas como la proximidad del terreno y permite a los aviones mucha más versatilidad y gran cantidad de libertad de movimientos. Consiste en que el líder de cada elemento de dos aviones vaya delante, su pareja le sigue detrás prácticamente en fila.


Agotamos los tanques de combustible sub-alares. Los lanzamos y notamos como nuestra velocidad aumenta. Vamos más bajos y gastamos más, pero los tanques también nos crean mucha resistencia. Ahora nos permitirá ir un poco más sueltos y ligeros.
STPT-6. Entramos en territorio iraquí. Confirmación de fuel. Todos OK. Parece que hemos salvado una situación comprometida.


Nos ordenan pasar a formación Trail con separación de 1 milla e incrementar la velocidad a 450Knts. Tenemos unas 120 millas hasta el lago para mantener perfectamente esta formación y coger referencias visuales. Las dunas del desierto son sumamente monotonas y ya llevamos mucho rato volando sobre ellas a baja cota. La vista empieza a notar los efectos del cansancio. Durante este trayecto, me cuesta mucho mantener la distancia de una milla. Durante mucho tiempo fuí haciendo la goma a Ender con el consumo significativo de combustible que eso supone. Más tarde tendría sus consecuencias… A lo lejos aparece en visual el lago. No es un espejismo. El punto de ataque se acerca y desde luego ya no hay vuelta atrás. RWR limpio.



Pasamos por STPT-7. Poco a poco vamos incrementando la velocidad hasta 550Knts. Pasamos a modo AG y realizamos la última comprobación de armamento y combustible. Ahora el consumo será elevado pero tenemos de sobra. Estamos ya dentro de rangos de amenazas y pronto aparecen en el RWR los avisos de SA-6 y SA-2. Viramos a IP. Todos informan de que mantienen la formación y distancia correctamente


- Comenzamos el ataque – nos comunica Ender por radio --.


Viramos 10 grados hacia el TGT, nuestro punto de ataque. Los avisos de amenazas siguen en la pantalla de nuestro RWR pero no se ve ninguna estela ni señal de lanzamiento. Los hemos pillado desprevenidos. Espero que esto siga así. He conseguido estabilizarme a la distancia de separación ordenada y veo como Ender sale disparado hacia arriba iniciando su ataque. A 3.5 millas, inicio el mío.


- ¡¡¡Dos, UP!!!


Meto Gs y potencia a tope. El Viper sube como una bestia. Suelto contramedidas y miro fuera del avión a mi izquierda para mantener la referencia visual con la central nuclear que atacamos.


- ¡¡¡Dos, IN!!


Localizo mi target, paso a CCIP, el modo de bombardeo seleccionado. Sitúo el pipper y... ¡¡¡Nada!!!, mis bombas no se han soltado de mi avión. Algo ha salido mal. No tengo tiempo para dar otra pasada y poder soltarlas. Trastocaría todos los planes y tampoco tengo combustible para hacerlo. No me queda más remedio que salir de la zona para que los demás prosigan con su ataque.


- Dos, OUT.


Viro a rumbo 270 y escucho como los demás prosiguen con el bombardeo. Mi moral se ha hundido. Me descentro pensando lo que ha podido salir mal. En qué he podido equivocarme, aunque da igual. Ya no puedo hacer nada por remediarlo. Salgo de la zona perdido y ahora tengo que volver a colocarme en formación antes del siguiente punto de ruta. Debería lanzar las bombas sobre el desierto para quitarme su peso. El combustible es escaso y debíamos repostar en pleno vuelo. No hay tiempo para lamentos.


Volamos hacia Rejoin en WPT 12.


- Uno, Fuel check. Uno 2100 libras – Ender nos pide que comprobemos el combustible que tenemos y que lo digamos en abierto para nuestro grupo--.


- Dos, 1100.


- Tres, 2100.


- Cuatro, 2000.


- Drakko, ¿Has dicho 1100? – Preguntó Ender. Podía notar el miedo en sus palabras --.


- Dos, afirma, 1100 libras.


- ¡No jodas!, pues chequea porque al punto 13 no llegas.


No hacía falta que me lo dijera. Antes de escuchar esto último, ya lo había hecho. El indicador me decía que no llegaría. Mi combustible estimado para ese punto decía que tendría cero libras. A este ritmo, tendría que saltar sobre territorio enemigo sin ninguna ayuda. Estaría solo ante el peligro, demasiado lejos para recibir ningún tipo de ayuda.


- Lo sé Ender. No llego. Me marca una estimación de cero libras para el punto de reunión con el avión cisterna. Continuad vosotros. Voy a tener que improvisar algo para ver si puedo llegar.



- Uno, copy. Suerte Drakko. Grupo Panther, continuamos plan de vuelo preestablecido. ¡Buena suerte amigo!


Cuando mi mente se quedo en blanco pensando en lo que podía hacer, fue cuando surgió mi instinto. Acto seguido tiré de la palanca hasta 30 mil pies más o menos, en una trepada de las que hacen historia. Pico todo lo que puedo sin forzar la aviónica y cuando me doy cuenta estoy en 14 mil pies. ¡Otra vez la he liado!, he bajado demasiado y ahora no podría subir a nivel del avión cisterna sin gastar más de lo que hubiera querido, a 22 mil pies. ¡Mierda!, ahora sí que la había liado de verdad...


- Drakko, ¿Cómo vas?, ¿Has recuperado algo?


- Negativo. Esto sigue marcando cero. ¿Cuánto nos queda para salir de Iraq? – Fue una pregunta tonta. Todos sabíamos que aun quedaba demasiado como para poder salir de allí, al menos, hasta terreno neutral que me ofreciera alguna posibilidad. Ender hacía lo que podía para ayudarme --.


- Demasiado amigo, demasiado. ¿Quieres que busque un aeropuerto alternativo?


- No. Gracias Ender. Antes prefiero saltar e intentar salir de aquí por mi propio pie. Quizá tenga suerte.


Todos sabíamos que era prácticamente imposible salir de aquel desierto con el equipo de supervivencia que llevaba encima, sin contar las múltiples patrullas que me buscarían teniendo en cuenta lo que acabábamos de hacer ese día. Las represalias por el ataque me costarían la vida seguramente. Mis compañeros intentaron darme ánimos por radio, pero mi cabeza ya no escuchaba nada. Tan solo estaba centrada en aquel indicador. Daba igual lo que pasara, en aquella pantalla estaba la diferencia entre mi vida tal y como la conocía hasta hoy, o una más que posible muerte en el desierto.


Mi avión se descolgó del grupo. Tanto, que el otro paquete que nos seguía me adelantó también, ajeno a mis problemas y sin saber exactamente qué es lo que ocurría. No había otra salida. Había reducido mi velocidad considerablemente para economizar hasta la última gota de combustible. Mientras tanto, los pilotos de mi grupo ya habían localizado el avión cisterna y se dirigían a él. Un 18 de diciembre me había visto nacer. Aquel día, a unas cuantas horas de pasados treinta años exactos de mi nacimiento, la parca me esperaba pacientemente sobre las dunas del desierto. Tal vez por la desesperación del momento, o por mi enajenación mental debido a aquella circunstancia, pero juraría que la pude ver allí sentada sonriéndome. Tan solo un pequeño pitido me devolvió a la cruda realidad. Un sonido que me dio la vida al igual que mi madre lo había hecho una treintena de años atrás. Mis ojos se centraron en la pantalla incrédulo ante lo que aparecía reflejado. 100 libras.


- ¡¡¡100 libras!!!, ¡¡¡ Llego con 100 libras!!! – Estallé en júbilo por radio --.


¡El lector de fuel me decía que llegaría al punto 13 con 100 libras! Ahora sí que me habían adelantado mi mejor regalo de cumpleaños. Solamente quedaba subir, maniobrar para situarme detrás del avión cisterna, enganchar a la primera y sin incidentes la manguera, siempre que la secuencia saliera bien y pudieran darme paso rápido para entrar... que esa era gorda también, y lo peor, para el punto 13 quedaban 70 millas pero el TACAN del cisterna me marca que él aun estaba a 86. 16 millas más lejos. Demasiado para mí aunque con la maniobra hubiera podido ganar algo de fuel, pero menos, es nada. La cosa es que con aquella maniobra imposible, había cogido velocidad suficiente como para poder ahorrar algo de combustible y bajar la potencia del motor sin disparar el consumo.


- ¡¡¡Bien Drakko!!! – Gritaron a la vez todos los de mi grupo --.


Ender me comunica que el avión cisterna viene de cara, que a pesar de la distancia que hay, cada vez le tenemos más cerca. El milagro de la noche está a punto de producirse. Su experiencia le hace aguantar hasta el último momento para pedirle posición, por lo que se nos acerca cada vez más y más. Tan solo cuando están a punto de cruzarse con el unas millas más adelante, es cuando le piden vectores y el cisterna baja a la altura de repostaje. Baja su velocidad estabilizándola en 300Knts. Todo mi grupo se coloca en formación a su izquierda dejándome el camino libre. El grupo de Correcaminos hace lo propio y se mantiene a la espera a una distancia relativamente cómoda. Ahora conocen cual es mi problema y colaboran en todo lo necesario para no perderme.


- ¡Visual a mis doce!, os veo.


Los tengo delante de mí. Lo que parecían unos pequeños puntos en el cielo, comienzan a hacerse más grandes según me acerco. Me queda muy poco combustible, pero voy a exprimir hasta la última gota. Ahora sí que no hay otra salida posible. Está todo listo para mi llegada. Han hecho todo lo posible y ahora solo depende de mí. Mi corazón se desboca, noto como me tiembla el pulso al manejar los controles. Un sudor frío me recorre el cuerpo. No puedo fallar.


Justo cuando me voy a cruzar con ellos, inicio la maniobra para ponerme en posición. Si he de quemar lo poco de combustible que tengo, es en este momento. Viro agresivamente para ponerme a las seis del avión cisterna. Debo subir ligeramente para colocarme correctamente o la manguera del operador no podrá llegar a la joroba de mi viper.


- Vamos… vamos… un poco más… vamos…


El operador de bomba tiene dispuesto todo para mi llegada. Justo cuando estoy entrando debajo de él, abro la compuerta del depósito. Son unos segundos interminables. Echo un último vistazo al indicador de combustible. Tanto el analógico como el digital me marcan cero libras. Se acabó. No hay combustible para más. Justo cuando mi avión empieza a perder potencia, veo como una luz verde en la cabina me indica que he enganchado correctamente y empiezo a recibir fuel del cisterna.


- ¡Connect! – Todos en la radio podemos escuchar la voz del operador de bomba --.


Mis compañeros estallan de alegría, es difícil describir aquel momento. Nunca me imaginé tanta alegría concentrada en una pequeña fracción de segundo. La liberación de tensión en aquel momento fue bestial por parte de todos. Yo, casi estallo en lágrimas. Gracias a mi equipo, me había salvado. Su ayuda fue imprescindible, al igual que su experiencia para solventar la situación. El primer milagro de los “Machos” se había realizado, aunque aún, nos quedaba otro por descubrir aquella noche.


Mientras tanto, el grupo de Corre llega a repostar. También tienen problemas y necesitan tomar sopa rápidamente. Los de mi grupo chequean fuel y todos van todavía por encima de 1300 Lbs. Ender les cede el turno y son los siguientes en entrar a repostar. Corre es el primero en entrar. Mientras tanto yo ya he salido y me sitúo en formación derecha. Tras repostar Corre es el turno de Xavi. Se acerca pero hay problemas con la pértiga y no puede. El cisterna designa a Vatt como siguiente en entrar. Xavi se retira, empieza a ir ya muy corto de sopa y creo que vamos a tener un problema. Tras Vatt, entra Xifu y conecta. Corre vuelve a realizar petición para que Xavi lo intente de nuevo. Otra vez problemas y la pértiga que no conecta.


Mientras tanto, en nuestro grupo, todavía faltaban Neo, Oso y Ender por repostar. Estaban en niveles críticos y debían entrar ya o perderíamos a 3 aparatos más. Ender ordena la entrada del grupo Panther. Xavi se aparta. Mi líder entra a repostar. Conecta. 1000Lbs, 2000Lbs, 3000Lbs. A 3500 el DED le indica que ya tiene combustible para llegar a base. Comunica que llenaran solo 4000lbs. Sale y se sitúa a la derecha cerca del avión cisterna para observar el proceso. La tensión es increíble. Neo hace el repostaje rápido y le sigue Oso, que hace lo propio. ¡Menudo repostaje!, en un abrir y cerrar de ojos Correcaminos ya estaba pidiendo otra vez para que entrase Xavi y esta vez sí que sí, ahora parecía que se habían solventado los problemas. Nuestro amigo ahora solo tiene 100 libras, 80, 60, casi conecta, segundo intento, 50, 40, 30. Venga Xavi que tu puedes, 17 y escuchamos al operador.


- ¡Connect!


El éxtasis se apodera de nosotros nuevamente y gritamos como locos. Ya veíamos a Xavi lamiendo los tanques para apurar al máximo. El segundo milagro de los “Machos” había ocurrido ante nuestros ojos.


Una vez repostados, iniciamos la vuelta a casa. Si la ida había sido monótona por solo ver arena mirases donde mirases, la vuelta fue peor, solo veía negro o el verde fosforito de las gafas de visión nocturna, a cual peor, pues vamos compaginando. Sobre las 30 millas vemos un resplandor al fondo y no es otro espejismo, sino el reflejo de las luces de la base que nos está esperando. Iniciamos procedimientos y transiciones para la toma. Tomamos en ambas pistas y salimos a plataforma de taxi. Paramos motores. Bajamos de nuestros aviones y todo el personal de tierra ha venido corriendo a felicitarnos. Las noticias llegan y la misión ha salido bien a pesar de los problemas sufridos. El objetivo ha resultado 100% dañado. Todos sonreímos. Gritamos y nos abrazamos. La tensión de antes pasa a ser alegría. La misión ha sido... ¡Un éxito!


Un todo terreno se acerca a mí por el camino interrumpiendo mi carrera. Me devuelve a la realidad del momento. Para justo delante y baja un soldado. Me saluda y se dirige a mí.


- Le están esperando comandante. Han solicitado su presencia en la sala de operaciones inmediatamente.


- Gracias sargento. ¿Puede acercarme?


- Sí comandante, para eso venimos.


Subo al coche imaginando lo que pasa. Todo está en marcha al parecer. La segunda fase de la operación Shooting Star ha comenzado. Si es verdad mi presentimiento, a estas alturas, es más que probable que estemos ya en guerra. Justo la situación que ninguno de nosotros quería.

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Edited by Drakko
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  • 1 month later...


- La actividad cerebral es frenética, pero no hay avances.



- Es como si no quisiera despertar. Debemos probar algo nuevo.


 



Capítulo VI.


Cuando la paloma se convierte en halcón.




Amanece un día más en Mesnil Bruntel, nuestro aeródromo. El otoño está siendo especialmente frio, a pesar del radiante sol que brilla. Muchos de nuestros chicos están aun durmiendo. Están al borde del agotamiento. Por lo que he leído sobre el frente del Somme, se que fue un sitio especialmente duro para todos los que allí combatieron. En lo que a nosotros respecta, se que por estas fechas deberíamos estar tranquilos. A mediados de Septiembre, el ejército alemán inclinó ligeramente la balanza en cuanto a la superioridad aérea. La llegada de nuevos aviones, como los que llevamos ahora, hizo que para los franceses e ingleses no fuera tan fácil derribar nuestros aparatos como antaño. Siento mucha curiosidad por el tema a pesar de saber lo que pasó, o bueno, pasará.


No tengo aun tareas asignadas para la mañana, por lo que decido salir a pasear un rato. Puedo ver a Thor a lo lejos, parece que también se ha levantado pronto. No es que haya hablado mucho con él desde que estoy aquí, pero parece un buen tipo. Es hora de romper el hielo.


- Buenos días Thor.


- Hola Drakko, buenos días.


- ¿Cómo es que has madrugado tanto?


- Bueno, digamos que es una costumbre que adquirí hace mucho tiempo.


- Permíteme una pregunta. Tengo entendido que por aquí la vida es dura.


- ¿Duras?, ¿Te parece duro esto? – Parece que mi pregunta le ha molestado --.


- Bueno, la vida en el aeródromo no… En esta zona del frente me refiero…


- Ni siquiera estamos en el frente hijo. Aquí estamos bien. Tenemos comida, sitios secos y blandos donde dormir tranquilamente. Sí, alguna vez nos han atacado unos cuantos aviones, pero ahora tenemos patrullas casi constantemente que suelen repeler esos ataques. ¿Quieres saber lo que es una vida dura? El frente hijo, el frente.


- ¿Has estado alguna vez allí?, en las trincheras…


- Bazentin le Petit, 14 de Julio. ¡Tan solo me basta con aquel maldito día!


- ¡Vaya!, ¿Qué paso aquel día? – La curiosidad me hace preguntar más de la cuenta, pero Thor me responde a cada pregunta sin ningún problema --.


- Estábamos en el bosque, en la segunda línea de trincheras. El día anterior nos ordenaron llevar un mensaje. Estábamos muy cansados y necesitábamos dormir un rato. Durante aquella época fui mensajero y conocía las trincheras como la palma de mi mano. Un teniente nos ofreció un pequeño hueco seco donde poder descansar un rato. Nadie imaginaba lo que se nos vendría encima una horas más tarde.


- Cuéntame que pasó – le pido mientras me acomodo sobre una de las alas del avión junto al que estamos --.


- A las tres y media, la artillería enemiga desató el infierno sobre nosotros. Los más perjudicados fueron los de la primera línea. Allí iba dirigido el grueso de los proyectiles. No se veía nada más que humo y barro allá donde mirásemos. En ese momento mi compañero y yo decidimos salir de aquel lugar. La cosa pintaba mal, muy mal. Algo gordo se avecinaba sobre nosotros. Intentábamos avanzar por las trincheras saltando por encima de los cuerpos de muchos que allí cayeron bajo el fuego enemigo. Era una tarea imposible. Pasábamos más tiempo cubriéndonos de aquel fuego que avanzando. Toda la línea estaba igual. Los ingleses cada vez estaban más cerca, podíamos oírlos cada vez más y más cerca. Mi compañero decidió salir de las trincheras, creía que era mejor ir hacia el bosque para buscar una retirada más directa hacia el pueblo. Cuando salió y me estaba ayudando a superar el desnivel, una explosión cercana hizo que se partiera en mil pedazos su cuerpo. A mí me lanzó hacia atrás y durante un buen rato perdí la consciencia.


- Pero bueno, ahora estas aquí, así que pudiste salir de allí.


- Suerte hijo, suerte. Conseguí salir de la segunda línea y atravesar el bosque tal y como quería hacer Fritz. Durante aquellos instantes corrí como nunca para llegar al pueblo. Estaban evacuando a los heridos y ayude en lo que pude. Al ver la sangre sobre mi rostro Dejaron que me quedará en aquel camión. Horas más tarde me enteré que habíamos perdido el pueblo también.


- Increíble Thor. No sé qué decir…


- No digas nada. No hace falta. Desde entonces soy incapaz de dormir bien. Cada vez que cierro los ojos recuerdo a Fritz reventando a mi lado y soy incapaz de seguir durmiendo. Me levanto e intento tener mi cabeza ocupada para no pensar ni recordar.


Durante un instante se calla y su mirada se pierde en el vacío. Thor lo está pasando mal contándome aquella vivencia, pero a la vez, siento que necesita desahogarse conmigo. Continúa hablando, pero noto como su tono de voz ha cambiado. Creo que intenta parecer ajeno a aquel momento y a la pérdida de su compañero.


- Me juré a mi mismo que jamás volvería a pisar una trinchera. Jamás volvería a aquel lugar. Por eso soy piloto. Bueno, por eso y por suerte también. En aquella época los cazas enemigos habían causado muchas bajas entre nuestros pilotos. Eran mejores y muy buenos. Yo sabía algo de aviones dado que había hablado con muchos pilotos, ya sabes, al llevar órdenes a sus respectivos aeródromos. Necesitaban hombres para cubrir las bajas… Me presente voluntario y tampoco me hicieron muchas preguntas. Así que aquí estoy. Hablando con un maldito novato preguntón sobre mi vida…


Capto la indirecta. Es mejor que no le pregunte más. Sé que no ha sido fácil contarme todo esto y no quiero hacerle más daño. Me ofrezco para ayudarle en sus quehaceres y nos dedicamos a poner a punto su avión. Durante el resto de la mañana seguimos hablando de aviones, de cómo es el combate en el aire. Su experiencia es envidiable a pesar de llevar poco tiempo en este lugar. Me aconseja como atacar los distintos modelos que tiene el enemigo y a diferenciarlos. También me da algunas referencias para llegar a nuestro aeródromo si me pierdo del grupo o me quedo solo en medio de una batalla.


- Bueno novato, basta ya de clases, esto no es la academia. ¿Qué tal si me cuentas algo de ti?


La pregunta me sorprende bastante, no esperaba que alguien me preguntara esto. Francamente, no sé qué contestarle. Últimamente me están sucediendo cosas muy raras. No creo que me crea si le cuento la verdad.


- Bueno, digamos que no estoy pasando por mi mejor momento.


- Ya, supongo que no es fácil llegar a un sitio nuevo. Todos necesitamos nuestro tiempo.


- Si, algo así –Intento no profundizar mucho en el tema--.


- Tarde o temprano te acostumbraras. A mí me paso lo mismo. Fritz era mi mejor amigo, casi como un hermano. Su pérdida me hizo encerrarme en mí mismo. Me costó mucho abrirme al resto de la gente. Incluso a día de hoy me sigue costando entablar una conversación con los demás. Date tiempo chico, no seas duro contigo mismo. Intenta disfrutar lo haces, tarde o temprano todo pasa.


Sus palabras me hacen reflexionar mucho. Sé que tiene razón en el fondo. Overlord y Mak se acercan, necesitan ayuda con uno de los aviones. Se ha hundido ligeramente en el barro y necesitan empujarle.


- Por supuesto, este ya está listo – dice antes de que pueda reaccionar a mis propios pensamientos --. Ayudemos al resto chico.


Por lo que puedo ver, la conversación ha terminado.


El resto del día transcurre tranquilamente. No hemos salido a volar. La gente ha aprovechado para poner a punto sus aviones. Comprobaciones de rutina. Llegado el momento y sin más novedades, nos vamos a la cama. No puedo dormir, no dejo de dar vueltas pensando en lo que me ha contado Thor. Supongo que no soy consciente del verdadero trauma que supone estar atrincherado en el frente. De la tensión que debe vivir toda esa gente. Intento relajarme, no quiero pensar en nada más. Es mejor que intente dormir y deje de atormentarme con todos esos pensamientos. “Tarde o temprano todo pasa…”


Pasado un rato, noto como alguien me está golpeando en la espalda, trata de despertarme. Me giro y abro los ojos. Lo primero que veo es la fea cara de Korrea a tan solo un palmo de mí.


- Korrea, espero que no intentes besarme para que te perdone lo del otro día…


- ¡Maldito Falconero! –Un fuerte golpe en el pecho me recuerda los modales de mi compañero--. ¡Solo intentaba despertarte con delicadeza!


Me levanto y echo un vistazo por la ventana que hay al lado. Es noche cerrada aun. Mis compañeros también se acaban de despertar, algunos se están vistiendo.


- ¿Qué pasa Korrea?


- Vamos a salir. Acabamos de recibir órdenes.


- ¿Ahora?


- Sí. El mensajero ha tenido problemas para llegar a nuestra base, así que debemos darnos prisa. Salimos hacia el frente. Debemos escoltar unos Gotha que vienen de camino.


Afirmo con la cabeza y me apresuro a vestirme. Mientras lo hago, pienso en lo poco que sé de esos aviones. Los “Gotha” son el bombardero pesado más utilizado por el Luftstreitkräfte (Servicio aéreo alemán imperial). Un pájaro impresionante capaz de cargar con más de quinientos kilos de bombas y gran cantidad de combustible para aguantar más de tres horas en vuelo. Eso sí, su gran tamaño y peso le hacen ser excesivamente lento antes los cazas. A pesar de que dispone de dos artilleros, que cubren sus puntos más vulnerables con ametralladoras Parabellum MG14, la escolta de aviones más pequeños es prácticamente imprescindible.


Una vez preparados, nos dirigimos apresuradamente hacia nuestros aviones. Por el camino, Korrea nos da las pocas indicaciones que necesitamos para el vuelo.


- Lo único que sabemos es que el punto de reunión está próximo al frente, Junto al rio Somme. Allí esperaremos en dos grupos. Unos al norte del rio y otros en la zona sur. Abrid bien los ojos y manteneos juntos. En cuanto suelten las bombas, les acompañaremos hacia nuestras líneas hasta un punto seguro. Hay poca luz. Sobre todo, estad atentos a las posibles colisiones.


No miento si digo que la adrenalina se me dispara al escuchar que vamos hacia el frente. No puedo evitar sentir algo de miedo. Elvis se acerca por mi espalda y me toca el hombro justo antes de que suba a mi Albatros.


- Tranquilo muchacho, lo harás bien. Pega tu culo a los demás, ellos te cuidaran.


Incomprensiblemente, ese pequeño gesto hace que me sienta seguro. Subo a mi avión y enciendo el motor. El pulso me tiembla, pero puedo controlarlo. Intento pensar que tan solo es el frio, que no tiene nada que ver con el miedo. No pretendo ser un héroe, tan solo sobrevivir a esta maldita situación.


Me centro en el prado que tenemos delante, por donde debemos despegar. Gracias a Dios hay luna llena, eso nos permite disfrutar de un poco más de luz en medio de la noche. Al menos puedo distinguir los arboles que marcan el final del prado. Mi avión se elevará por encima de ellos en tan solo unos instantes. Mientras espero a que mi motor coja temperatura, veo como Korrea y los demás van despegando. A este ritmo me quedaré descolgado del grupo antes de empezar. Los voy siguiendo visualmente, pero en estas condiciones de luz, se me hace muy difícil distinguirlos con claridad. Desvío la mirada hacia mi indicador de temperatura, ha subido y puedo despegar. Acelero el motor y comienzo a moverme. Meto potencia poco a poco hasta que mi instinto me hace tirar de la palanca para abandonar el suelo. Durante toda la carrera he estado vigilando el suelo para ver lo que tenía delante, así que he perdido de vista al grupo. Viro hacia donde lo hicieron los demás esperando localizarlos pronto, pero con esta visibilidad me costará bastante. Sé que Korrea nos controla desde arriba, mientras tenga tiempo, nos esperará a todos.


Giro en círculos intentando tomar altura encima de la base. Empiezo a preocuparme por si no encuentro al grupo pero sé que es mejor permanecer por aquí. Aventurarme solo en su busca me convertiría en una presa fácil. Estoy a punto de abandonar justo cuando veo un resplandor a mi derecha, justo encima de mí. Algo ha roto la oscuridad de la noche. Fijo mi vista sobre esa zona esperando distinguir algo. Intento afinar el oído con la esperanza de poder escuchar sus motores cerca, pero el ruido de mi propio motor es demasiado fuerte como para no poder oír nada que se encuentre a esa distancia. Debo fiarme únicamente de lo que mi vista sea capaz de distinguir. Viro nuevamente para dirigirme a ese punto justo cuando un avión aparece de la nada dándome una pasad por mi lado izquierdo. El susto ha sido tremendo. Temiendo una colisión, he desviado mi ruta con un fuerte palancazo que me desestabiliza por completo.


- ¡Maldito Siegfried! – Grito agitando un puño en señal de malestar por el susto. Mientras se aleja de mí, he distinguido su emblema--.


Gracias al susto me he dado cuenta de lo vulnerable que soy en el aire. Me ha devuelto a la cruda realidad a la que estoy expuesto. Si hubiera sido un avión enemigo, ahora posiblemente estaría muerto, abatido por sus ametralladoras. Ni lo hubiera visto.


Siegfried ahora se mantiene a una distancia segura, me resulta muy fácil seguirle. Pasados unos instantes comprendo que ha hecho esta maniobra para que pueda ir detrás de él. Supongo que se ha dado cuenta de que estaba perdido y ha venido para guiarme junto al resto del grupo. Delante nuestra puedo ver cómo surge de la nada otra bengala. Korrea nos hace señales para identificar la situación del grupo. Pronto seguiremos el curso del rio Somme, nos llevará directo hacia la línea del frente. Mi pulso se acelera frenéticamente.



Volamos alto, en un solo grupo bastante abierto para prevenir colisiones. No hay ni rastro de los Gotha. A pesar de que aún queda un rato para llegar al punto de encuentro, deberíamos haberlos visto ya. Algo me da mala espina.


A lo lejos puedo ver como empieza a clarear, amanecerá pronto. Gracias a la luna llena y a esto, no deberíamos tener tantos problemas a la hora de encontrar al otro grupo.


El frente está cerca, es el lugar elegido para dividirnos en dos. Korrea aguanta un poco la formación y lanza una bengala intentando que alguien la vea. Si están cerca y la pueden ver, alguien responderá. El tiempo pasa lentamente, gracias al chaquetón que me ofreció Siegfried, puedo aguantar el frio que hace aquí arriba. Cada vez pienso más que estos pilotos están totalmente locos por aventurarse a tales hazañas. El enemigo no es el único enemigo que tienes por aquí, los elementos son igual o incluso más mortíferos. Ráfagas de viento, atravesar nubes que te desorientan, el frio…


Korrea lanza otra bengala. Nos indica que ha llegado el momento de dividirnos en grupos. El primero, se dirigirá hacia el norte del Somme y nosotros, nos quedaremos patrullando por el sur. Alguno de los dos debería encontrar a los Gotha si siguen el plan previsto. Llevamos sobre esta zona un buen rato empiezo a controlar el combustible. Armo mis ametralladoras para estar preparado, no quiero sorpresas si llega algún enemigo con ganas de sorprendernos ya que nuestro paquete ahora será más reducido y tenemos que poner todos nuestros sentidos para permanecer atentos a todo lo que nos rodea.


Tras varios minutos, Mak nos hace unas señas. El contraste que ejerce la luz de la luna sobre el terreno le ha permitido identificar unos contactos, cerca de Assevillers. Rápidamente miro para poder confirmarlos y… ¡Ahí están! Puedo identificar cinco aviones, un momento, son demasiado pequeños para ser nuestros Gotha… Su color blanco característico los ha delatado.


- ¡¡¡Nieuports!!!


Grito descontroladamente intentando que mis compañeros me oigan. La verdad, no sé porque lo hago, el ruido del motor impedirá que me escuchen. Intentan penetrar en nuestras líneas y no nos han visto. Buena señal, el color negro de nuestros aviones ha hecho su trabajo perfectamente esta noche. Korrea nos hace señas, vamos a atacarles. Mantenemos altura, les dejaremos que pasen por debajo para luego cazarles desde atrás. Si lo hacemos bien, será imposible que nos vean venir. Siegfried toma la delantera. Su avión hace un fuerte viraje de ciento ochenta grados y comienza a descender para ponerse al mismo nivel que los Nieuport. Todos le seguimos. Vamos cogiendo más velocidad a medida que descendemos. Hago todo lo que puedo por controlar mi Albatros, parece un caballo desbocado. He de controlar el descenso si no quiero que mis alas se partan a esta velocidad. Sieg encara el primero, Cuando está a la distancia justa, abre fuego con sus ametralladoras y le da de lleno. El avión se parte en mil pedazos. Una vez eliminada su presa, acelera a tope y abandona la escena por el lado derecho. En ese mismo instante la formación de Nieuports se rompe desesperadamente para buscar una oportunidad ante nuestro ataque. Demasiado tarde. Korrea se sitúa detrás de otro y le parte las alas con la pasada. Otro derribo más confirmado para nuestro piloto. Mak hace lo propio con el tercero. Detrás de él, voy yo. Mi blanco ha roto hacia la derecha perdiendo toda la energía que le queda para maniobrar. Le puedo ver ante mí como si de una cruz blanca en el cielo se tratase. A menos de cien metros abro fuego a bocajarro sin contemplaciones dándole de lleno. Su motor estalla y cae descontroladamente. Rompo hacia un lado y sigo con la mirada lo que queda de mi presa al igual que hicieron mis compañeros. Poco antes de impactar con el suelo, puedo ver como se parte en mil pedazos. He conseguido mi primer derribo confirmado. Hago lo que puedo por mantener la calma y vigilar mi cola. No puedo permitir que la euforia se apodere de mí en este momento. Bajar la guardia en pleno combate puede significar la muerte. Distingo a mis compañeros justo detrás mía. Sieg sigue mi ataque de cerca buscando su oportunidad si algo falla en el mío.


- Hoy no mein freud, hoy no. Hoy la paloma ha ganado al halcón su presa –me digo a mi mismo satisfecho por el resultado --.


Siegfried viene con más energía que yo, me pasa sin problemas. Se pone delante de mí y alabea justo antes de romper hacia arriba. Korrea y Mak se han quedado vigilando desde allí, ahora, debemos reagruparnos y proseguir con nuestra misión. Aun debemos encontrar a nuestros bombarderos, aunque a estas alturas ya no tenga mucha fe de verlos por aquí.


Hemos vuelto a ganar mucha altura. Volvemos sobre nuestros pasos en dirección al Somme. Parece que desistimos en nuestra búsqueda y acudimos a reunirnos con el grupo que fue al otro lado del rio, al norte. Si todo ha ido bien, deberíamos verlos a nuestras doce, en nuestro mismo nivel de vuelo. El sol está a punto de salir. A pesar de los bancos de niebla con los que ha amanecido el día, ahora es fácil identificar la devastada línea que marca el frente. La franja de tierra que hay entre los dos bandos es un barrizal lleno de cráteres y alambradas. La visión es atroz. Tan solo pensar que en esa pequeña franja de terreno ha sido y continuará siendo la tumba para miles de soldados de ambos bandos me revuelve el estomago. Cientos de imágenes horribles pasan por mi cabeza y me recuerdan la estupidez y la crueldad en su máxima expresión que es capaz de demostrar la raza humana. Thor tenía razón, la guerra desde aquí arriba no es tan dura. Al menos para los pilotos de caza.


Encontramos al grupo que lidera Thor justo donde imaginé que estarían. Ellos tampoco están con los Gotha por lo que entiendo que tampoco les han visto, una pena, tenía ganas de volar cerca de esos bichos. Ambos grupos nos fusionamos en un solo paquete para volver a casa. Debemos salir de aquí cuanto antes, pronto las baterías de artillería antiaérea empezaran a escupirnos su intenso fuego. Además, el combustible empieza ya a escasear entre nuestros Albatros y es mejor que busquemos la seguridad de nuestro aeródromo. No hay mucho tiempo para heroicidades. Hemos tomado el Somme como referencia y ponemos rumbo a Mesnil Bruntel.


El vuelo de vuelta a casa se me empieza a hacer eterno. No hay mucho que ver desde aquí. Tan solo extensas zonas de cultivo y grupos de casas dispersos por el terreno. Es imposible ver vehículos o tropas desde esta altura. Sigo mentalmente las referencias que me han dado de la zona. Hoy voy acompañado por el resto de compañeros, y puedo tomarme mi tiempo, pero quiero estar preparado por si algún día las cosas se tuercen y me encuentro solo. No todas las misiones serán como la de hoy. Algún día se acabará mi suerte, algún día será el águila el que cace al halcón y no al revés como ha pasado hoy.


A lo lejos, después del serpenteo del rio, puedo ver el pequeño bosque con forma de “L” que indica donde está nuestro aeródromo. Es un alivio saber que en unos instantes estaremos en tierra y sin ninguna baja. Apenas descansamos y la noche se ha hecho realmente larga, al menos para mí. Mis brazos empiezan a pesarme demasiado como para poder dominar mi Albatros mucho más tiempo. Viramos para encarar el prado que marca nuestro punto final por hoy. Hemos ido descendiendo poco a poco y tan solo debo preocuparme de mantener estable mi avión mientras corto potencia. De nada valdrían nuestros derribos si perdemos el aparato ahora. Todos y cada uno de nuestros pilotos van tomando tierra sin incidentes. Mientras mi avión corretea por el prado buscando su lugar en la línea, veo como Elvis nos está esperando a pie de hangar. Korrea ya ha bajado de su avión y se dirige hacia él. Parece cabreado. Veo como gesticula bastante en su conversación con nuestro comandante, supongo que le estará comentando que nunca vimos nuestros Gotha y que enfrentamos un grupo de Nieuports. Thor se une a la conversación. No puedo oír lo que hablan desde aquí a pesar de que ya he parado mi motor, pero este parece mucho más tranquilo de lo que estaba Korrea. Elvis permanece impasible ante las palabras de mis compañeros, es un hombre con una personalidad de hierro difícilmente de sorprender. Supongo que su experiencia en esta guerra ha moldeado su carácter a base de disgustos como los de hoy. Todos y cada uno de los pilotos van pasando por su presencia para dar un pequeño informe de su vuelo. Pronto me tocará a mí hacerlo.


- ¿Qué tal novato?, Korrea me ha confirmado tu primer derribo con nuestra Jasta. Felicidades.


- Gracias comandante. Ha sido un vuelo largo y muy monótono buscando a esos Gotha. Afortunadamente nos encontramos unos Nieuports y dimos buena cuenta de ellos.


- ¿Afortunadamente?, no hijo. A pesar de la satisfacción que le suponen a todo piloto sus derribos, no es agradable saber que entre esas llamas hay un hombre. Aunque sea del bando contrario. No es nada personal contra esos pilotos, por lo que debemos darles caza de la manera más honrosa y honorable posible, respetando y admirando el valor que demuestran en combate. Nosotros somos caballeros del aire, luchamos para cumplir órdenes. Nunca lo olvides.


- Sí comandante, lo siento, puede que me haya dejado llevar por la alegría que supone este hecho para mí, pero entiendo lo que me dice –sus palabras han cortado de golpe la satisfacción por mi primer derribo --.


- Tranquilo muchacho. Hoy lo has hecho bien, ve a descansar, te lo has ganado.


Bajo la cabeza y me marcho de allí, lo que me ha dicho ha conseguido despertar en mi interior un gran sentimiento de culpa. Me recuerda que detrás de cada vida existe una familia, una historia personal que acabo de cortar de raíz. Mi orgullo supone el trauma para otros.


- ¿Caballeros del aire…? ¡No hay nada honroso ni honorable en esta maldita guerra…! –Me repito una y otra vez camino del barracón--.

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