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Fly for your life (Tuck l'inmortel héros de la RAF)


jenisais

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Buenasss

 

(Tal como dije ayer, esta noche traduciré solo el capº 13. Tras mi relectura este verano, este capº me impresionó vívamente. El que más del libro. Podría repoducirle casi frase por frase de memoria. Es de esas confesiones que definen a un personaje.)

 

Capº 13 Accorder la mort (se puede traducir como consentir a dar; concertar; acordar. Incluso, y creo que es la acepción que más le cuadra aquí: otorgar o conceder. Me ha costado pero era importante acertar con el verbo que diera con la traducción exacta y que explicara de forma indubitativa lo que se expresa en el capítulo

 

 

Se inclinó para ver al hombre caído en el agua. Minúsculo y lastimoso, juguete de las olas amenzazantes y mortales. Una inmensa piedad le apretó el corazón. ¡Había conocido a tantos que el mar, indiferente y cruel, había engullido¡...

Pasó hacia el fin de la tarde; el sol de diciembre (1941; N del T)casía había desaparecido. La escarcha comenzaaba a cubrir las alas, el cierzo silbaba su trsite canción en el cielo gris. Abriendo profundos surcos, las olas, como de plomo fundido, se desperezaban lentamente para retomar su impulso, y de golpe, feroces, estallaban en mil desgarraduras de espuma.

El hombre era un alemán, único supervivientede un Ju-88 que "Duke" Wooley, comandante del 124 y Tuck había derribado al alimón al regreso de un vuelo de observación sobre las costas de Bélgica y de Holanda. Estaba a más de cuarenta millas de la orilla más cercana. Ni un barco a la vista, ni un dinghy. Sin esperanza.

Iba a morir tontamente, lentamente... Ya el frío contraía sus pulmones, bloqueaba su respiración, oprimía su corazón, se infiltraba hasta sus huesos, para vaciar su organismo de toda vida, como un ejército de hormigas encarnizadas. Podía sobrevivir todavía, diez, quince, quizás veinte minutos, tiritando, respirando con mucha dificultad, pobre ser abandonado, desamparado. Enseguida vendría el entumecimiento y el agotamiento. Cada segundo representaba una eternidad de desesperación y de tortura. Tuck descendió y se puso a dar vueltas alrededor del hombre. Le observaba. Pensó:

- Si estuviera yo, allá abajo, sé muy bien lo que pediría al cielo...

Llamó a sus pilotos y les dijo de volver a la base.

- Voy a quedarme un poco, para ver...

¿Para ver qué? ¿Que el mar se calmaría de repente? ¿Un submarino que emergería? ¿Un hidroavión que surgiría del cielo para lograr el más milagroso de los amerizajes sobre estas ols desencadenadas? Sabía bien que allí no había esperanza.

Los compañeros de Tuck, que hasta entonces habían dado vueltas por encima de él cuando bajó, se reunieron y desaparecieron en la bruma del principio de la noche. Se quedó solo con el Alemán

- Si estuviera yo, alla bajo...o si fuera mi mejor compañero, en vez de este hombre que no conozco y que es mi enemigo, sé bien lo que pediría al cielo¡ Sí, eso, exactamente eso. Y lo voy a hacer.

Agrandando el giro, volvió hacia el hombre, viento en cola. Redujo velocidad e inclinó la naríz del avión hasta que tuvo en su colimador el blanco minúsculo que danzaba sobre las olas. Centró el aparato y puso el pulgar sobre el botón rojo. Gracias a Dios, en esta posición, no podía ver el rostro del hombre, sino solo lo alto de la cabeza y el cuelo hinchado del chaleco salvavidas, y los brazos que se agitaban debilmente. Disparó.

La ráfaga desgarró el mar que se puso a hervir. Delgados penachos de espuma se elevaron, ocultando al Alemán. Tres segundos más tarde, el Spitfire pasó por encima.

Los penachos de espuma permanecieron un buen momento verticales, antes de ser desgarrados por el viento. Su desaparición progresiva solo dejó ver una gran mancha blanca que las olas recubrieron enseguida. Tuck dió todavía una o dos vueltas y tomó rumbo de la base.

- Era la única cosa a hacer, he tenido razón. Pero no se lo diré nunca a nadie, no me comprenderían¡

La única cosa a hacer. Ël había tenido razón. Estaba persuadido d e ello. Pero más tarde, la duda vino a apoderarse de su conciencia. Por la noche, oía una voz extraña que venía a murmurarle en la oreja una palabra horrible. Tuck (recordemos otra vez que Forrester escribe aquí en tercera persona. N del T)me ha pedido de no ocultar nada de este asunto, y que aún hoy en día le pasa de oir esta voz y que debe esforzarse en superar un sentimiento de culpabilidad.

- Todo lo que sé, es que no hubiera podido soportar abandonarle, y que tampoco podía permanecer allí solamente mirándole. Yo no lo he contado a nadie hasta el presente, pero dudo mucho que mis compañeros tuvieran una vaga idea de lo que pasó allí después de su partida. No ha sido facil guardar este secreto¡

Este recuerdo, el único, le obsesionaba: y he ahí que es muy característic¡. Así, este hombre (Tuck) en el curso de su carrera ha derribado treinta aviones de los que un gran número se trasformaron en antorchas, arrastrando a la más terrible de las muertes a tripulaciones de tres o cuatro hombres, este hombre ha atacado con sus cañones trenes, presas, fábricas y muchos otros objetivos en la Europa ocupada; sin ninguna duda ha matado y herido a un cierto número de civiles - hombres, mujeres y digámoslo, niños. Catorce años más tarde, cuál es el recuerdo que le impide dormir? El recuerdo de este único aviador alemán, perdido en La Mancha, que él ejecutó por pura piedad.

Y es este mismo hombre que ha dicho tan a menudo que no tenía opinión y que despreciaba la emoción...

Se han dicho tonterías sobre la "caballerosidad en el aire"¡ La verdad, vulgrmente, es que veinte siglos de progreso han vuelto impracticable el espíritu caballereaco. No hay nada de honorable en un ametrallamiento al suelo; no existe combate leal cuando toda una escuadrilla de cazadores cae sobre un solo bombardero; no hay nada de noble en arrojas bombas incendiarias sobre una ciudad que duerme, y no existe medio caballeresco en largar una bomba atómica.

Es necesario también reconocer que existía, en los dos lados, hombres determinados que pretendían que era pura estupidez dejar a un piloto salvarse en paracaídas si podía ser muerto según descendía. Este mismo muchacho, un día o dos más tarde, le volveríamos a encontar a los mandos de un avión para arrojar una bomba sobre la casa de tu madre, o para derribarte... Se ha visto aviadores ametrallados en sus dinghys, a otros en el suelo, en sus aviones cuando intentaban salir de ellos. Y un buen numero de hospitales militares, claramente señalados por cruces rojas, servir de objetivos, desde ambos lados de la Mancha.

No, esto no era lo que se puede llamar caballeresco...

Entonces, qué necesidad tenía Tuckde dejarse llevar por sus remordimientos? La respuesta era simple: como otros cazadores británicos, se aferraba a estas tradiciones pasadas de moda. Puede ser que confundía guerra con deporte¡ Tanto la competición quedaba impersonal, como así se mostraba tan agresivo como un tigre y completamente despprovisto de piedad. Pero a partir del momento en que la presa no era ninguna máquina, sino el hombre, entonces, él oía el golpe de silbato final.¡ Cuando, en Dunkerque, abatió en el suelo a un piloto alemán, es porque el otro había contestado con tiros a sus gestos de amistad; él (el alemán) había hecho trampas...

Hay que decirlo, Tuck, tirador de elite y jefe de patrulla incomparable, no tenía absolutamente ningún odio hacia el enemigo.

 

 

(El capº era corto, pero denso y significativo. He vigilado más la traducción.

No he querido mezclarlo con el siguiente, que es casi el último - también muy interesante y descriptivo del carácter de BoB S. Tuck.

Mañana aún tendré el tiempo suficiente (Es el 1º día y la gente (escasa) viene distráida - Día de trámite) para narrar su último día libre...no doy más pistas.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Aún tengo fuerzas. Otra vez me da la pena. Otro libro que se va a acabar. Es verdad, se les coge cariño. De todos se saca algo - más bien mucho - bueno. Y de ello queda ese poso... como el recuerdo de un buen vino.

No se puede decir que este es el último capº. Más bien es la culminación. Leed con atención, es como si en él se reunieran todas las ideas que Larry Forrester ha querido darnos sobre la vida de Bob S. Tuck).

 

 

Una misión que acabó mal

 

Blatchford y Tuck pidieron otra cerveza.

-¡Como en el pasado¡ dijo Tuck levantando su jarra.

-Claro que sí... asintió el canadiense.

Pero no era verdad. Ahora ellos hablaban con más precipitación, se esforzaban por bromear, reían demasiado fuerte. Y ellos no decían todo; se guardaban muy bien de evocar ciertos recuerdos ya que había en ellosdemasiados nombres que no hubieran podido citar sin un pinzamiento en el corazón. Hombres como ellos ciertamente habían trasformado la guerra, pero la guerra, por otra parte, les había trasformado.

Estamos en el 22 de enero de 1942. El tiempo cubierto y gris no permite ninguna misión. Montón de nubes espesas, color gris-hierro, se estienden por todo el sur de Inglaterra a menos de cien metros. El terreno de Biggin Hill está completamente recubierto de niebla. Jornada bien desabrida, sobre todo en comparación de aquellas que habían sido testigos de sus éxitos durante el resplandeciente verano de 1940.

No se habían visto desde hace semanas. Blatchford, apodado Cowboy, mandaba ahora un ala de caza en Digby, a 100 kilómetros de allí. Como sus escuadrones esteban retenidos en el suelo por el mla tiempo, había aprovechado la ocasión para venir a comer con Tuck.

Alrededor de veinticinco años, cuadrado, bien hecho, Blatchford se balanceaba al andar y tenía una voz lánguida. Cuando hablaba o cuando se reía, pequeños hoyuelos aparecían y desaparecían en sus abundantes carrillos y sus ojos marrones parecían lanzar relámpagos cada vez que quería insistir sobre una palabra. Pero aquel día, estaba completamente pasivo.

-Enero... dijo, lanzando una murada por la ventana sobre el valle gris que bordeaba la base... Una auténtica mañana de lunes que no acaba¡ Todavía me dura la resaca de Noel, y nada a esperar antes de la primavera. ¡Hay que tener una paciencia¡

Puso mala cara. Su amigo comprendió por su tono desengañado de que estaba harto de esta inacción forzada.

-¿Y si te vienes con nosotros esta tarde? sugirió Tuck. No te arrepentirás.

Apuntó a un joven teneiente canadiense, largo como una vara, que salía del mess.

-Me voy con Harry. Es para una rhubarb.

Rhubarb era el nombre que designaba ciertas misiones en tiempo cubierto. Lo más a menudo solo, algunas veces acompañado por algunos coequipiers, el cazador se lanzaba sobre la Mancha y surgía del techo bajo para atacar un objetivo cuidadosamente seleccionado, después remontaba rápido hacia las nubes antes de que los Messerschmitt tuvieran tiempo de despegar. Este género de operación , que exigía excelentes pilotos que a la vez fueran navegantes confirmados y tiradores de elite, era la ocupación normal de los días de lluvia desde hace más de dieciocho meses.

El Servicio de Información inundaba las basesde innumerables detalles y de footos aéreas de los objetivos posibles para las rhubarbs: nudos ferroviarios, pequeñas fábricas, puertos secundarios y otros.Cuando el tiempo se cubría, cada unidad escogía el objetivoque mejor le convenía, designaba sus pilotos más experimentados y lanzaba el ataque-sorpresa. Lo más a menudo, no había grandes destrozos, pero lo importante era hostigar a los alemanes que estaban así obligados a feforzar su caza, sus baterías antiaéreas y sus radaresdesgastando sus fuerzas del este y del sur.

El blanco escogido por Tuck aquel día era una destilería en Hesdin, no lejos del Touquet. Había ya consultado las fotos con Harley y había compuesto su plan de ataque.

Las ganas no le faltaban a Blatchford de acompañarles, pero estimó mas sesnsatovolver a su terreno ahora que el tiempo se lo permitía aún. Blatchford y Tuck no se verían más. El canadiense iba bien pronto a desaparecer en una caída en barreno sobre el Mar del Norte; mientras que a nuestro amigo Tuck...

 

Así dos cazadores británicos se iban dirección es. Uno de ellos era ya célebre, Tuck. Detentaba el record de victorias. El Ministerio del Aire le había reconocido 29 de los 35 anotados en su libreta de vuelo.

 

Tuck, segun la leyenda, era unas veces alegre, despreocupado, atacado de una risa homérica cuando tenía a un enemigo en el colimador. Otras veces se le representaba como un fanático del vuelo, serio como un papa, sediento de sangre. En realidad, no era ni lo uno ni lo otro, pero había en él un poco de los dos.

Con Tuck, había un misterio: cómo estaba aún vivo? ¿Cómo había podido conservar este espíritu combativo, esta vista penetrante, esta mano segura tras años de esfuerzos agotadores y contínuos?

Derribado cuatro veces, herido (ligeramente) dos veces, había sobrevivido a dos colisiones en vuelo, se había lanzado en paracaídas, aterrizajes forzosos con roturas varias veces. Incluso debió de saltar sobre el mortal canal de La Mancha. Varias veces en combate, había visto su avión en llamas, su parabrisa en pedazos su maneta-acelerador quedársele en la mano, su máscara de oxígeno arrancada. Un día, una bala le había atravesado el muslo, chocó con monedas que tenía en el bolso y una moneda de penique paró la bala , moneda que ha consrvado desde entonces.

Una larga cicatríz le cruzaba la mejilla derecha, recuerdo de un accidente de antes de la guerra, y que no hacía más que acentuarle una cierta belleza feroz, bastante lejos del tipo inglés habitual. Un metro ochenta, esbelto, distinguido, de magníficos cabellos negros y lisos, con una pequeña mecha hacia delante. Su naríz estrecha como la hoja de un cuchillo evocaba bastante curiosamente la aerodinámica y las grandes velocidades.

Ojos negros, muy bonitos le componían una mirada a la vez fija y movil, con un toque de asiático, y a veces se poblaban de numerosos puntos de oro. Mentón voluntarioso bien dibujado y bordeadode cada lado por un músculo saliente. Sus mejillas, bajo la piel curtida, dejaban ver el blanco mate de la cicatríz. Labios delgados, de contorno muy neto, siempre prestos para la sonrisa y dejando entrever una dentadura perfecta. En cuanto a las manos tenían esto de remarcable, que dejaban aparecer una musculatura que se notaba sólida y presta a la acción.

Hablaba siempre rápido, como si estuviera apasionado por ése tema.

Su bigote, negro y fino, estaba siempre recortado con el más grande cuidado, y sus uniformes , incluso los battle-dress, procedían siempre de buenos sastres. Tres años de guerra le había madurado rápido; había adelgazado. Pero tenía siempre esta vivacidad, esta exhuberancia y este optimismo inquebrantable que son el signo de la juventud.

En tierra hubiera podido pasar por un agitado, incluso por un charlatán. Provisto de un sólido apetito.

 

Una vez en el aire, una extraña trasformación se operaba; se convertía en el matador inflexible, frío, astuto. Tenía sus métodos propios. Sus coequipiers caían por así decirlo cautivados por su encanto. No hablaba más que en casos de extrema necesidad, no daba nunca ningún signo de nerviosismo, no dejaba aparentar la menor emoción. Su voz, en la radio, cuando daba sus órdenes, era neutra, mordiente, impersonal . Algunas veces francamente siniestra.

Sus defectos más importantes eran la vanidad y la falta de paciencia. Afortunadamente ni lo uno ni lo otro influían en sus cualidades de piloto . Bien al contrario, eran elementos determinantes de su éxito.

Una rara joya de hombre, este Tuck. Este género de hombre al que siempre se está presto a amar, del que se desconfía un poco sin saber por qué y al que nunca se llega a conocer completamente.

 

 

A Harley le habían endosado el indicativo radio Bobbie Two. El joven piloto, como bien de otros pilotos antes de él, no las tenía todas consigo: ser el alero de Tuck en esta aventura, era todo menos reposado. A pesar de la turbulencia, con las nubes bajas, se esforzaba por pegarse lo más posible a su jefe de patrulla, corrigiendo sin parar con la maneta de los gases, con el pié, con la palanca, aplicado a volar en formación cerrada como en un desfile.

Pasada la referencia de Dungeness, picaron hasta menos de diez metros para escapar a los radares enemigos. La visibilidad disminuía cada vez más. Se apartaron un poco el uno del otro para dedicar toda su atención a la altitud. Era demasiado facil een efecto a esta altura cometer un error de apreciación y encontrarte en el agua¡

El Canal de la Mancha estaba mal. Un vieento bastante fuerte arrancaba franjas de espuma a la cima de las olas, y llenaba los huecos profundos de grandes huellas blancas. De repente, los acantilados pálidos de Francia vinieron a su encuentro, como monumentos surgidos de golpe de las tinieblas. Hasta el último momento mantuvieron los aviones a ras de las olas, después tiraron brutalmene, rozando las aristas. Apenas estuvieron por encima del conjunto que formaban carretera, campos, bosques y pueblos, solo unos metros, cuando largas estelas de trazadoras brillantes les encuadraron. Su llegada precavida había sido sin embargo señalada por una batería costera. Desde este mismo instante, ellos lo sabían, todo el sistema de defensa iba a seguirles.

A algunos kilómetros de allí, siguieron una vía férrea que conducía directamente al este. Todo iba bien. Tuck, siguiendo sobre un mapa fijado a su rodilla izquierda, esperaba el momento de virar. Bascularon sobre la izquierda y siguieron una segunda vía férrea. Más allá estaba su objetivo.

Volaban tan bajo -eran las órdenes - que su paso dejaban una ondulación entre las hierbas. Harley percibió un clic en los auriculares, despues una voz cortante y neutra: "O.K. Bobbie Two, alíneate. Atento a tirar de la palanca. Over" (à vous, en francés; indica un fin de trasmisión que espera una respuesta. N del T) El canadiense acusó recepción y se mantuvo presto.

 

 

 

(Lo dejamos aquí, antes de que el rhubarb alcance su punto álgido. Forrester ha querido hacer de esta operación, la operación tipo en esta clase de ataque, describiéndola en detalle. Mañana seguiremos su fascinante periplo, todo ello a cerca de seiscientos kms/h...

 

Espero que Rockofritz, que seguro lee esto, ponga unas fotos y textos que le envié en previsión de la futura traducción. Gracias anticipadas.

 

Saludos

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El relato que quedó en el Post Nº26 me ha impresionado :shok: . Qué confesión, creo que lo que dice es verdad, dificilmente había caballerocidad. Claro que eso de ametrallar al naufrago para que no sufra.... :blink:

 

Bueno, he aquí algunas fotos de Stanford Tuck que me envió jenisais y cumplo con compartirlas para ilustrar.

 

g1jpgtuck.jpg

 

 

g2jpgtuck.jpg

 

 

Mañana pongo otras para no saturar ;)

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Tardesss

 

(Aprovechando el rato. Tengo que seguir con esta "misión que acaba mal" antes de perder la emoción del momento.

Hay que intentar leer lo que envié hace meses a Rockofritz y que tan celosamente ha guardado hasta el momento oportuno. Gracias mil. Y aún tiene más de ése reportaje de una revista inglesa de hace "algunos" años <_<.

Ah y tengo dos fotografías hasta ahora inéditas, de cómo acabó esta misión...

Vamos acabando, sin prisa el Rhubarb. Punto y seguido a lo anoche)

 

 

Como si acabaran de tomar impulso, los dos Spitfire se levantaron para meterse en la bóveda de las nubes unos doscientos metros más alta. Cuando recuperaron la línea de vuelo, al límite del techo, una multitud de cañones de 20, todo alrededor de la fábrica, entraron en acción. Eso, les esperaban; toda la DCA en kilómetros a la redodna estaba alertada desde que habían franqueado la costa. Pero eso no les alteraba; un Spit en picado es un blanco bien delgado y este tiempo de perros no facilitaba el trabajo a los que apuntaban.

- ¡En picado¡

Extraño, el sonido de esta voz¡ Incluso en estas circustancias, Harley no pudo impedir darse cuenta que no había en ella ninguna precipitación, ninguna emoción. La naríz de los dos avionesbajaron y los pulgares de los dos pilotos empezaron a pulsar los gatillos. Con una lentitud sorprendente, las trazadoras venían a su encuentro, y de repente parecían acelerar en el momento de encuadrarles, a derecha, a izquierda, delante, detrás. Entonces pudieron ver con claridad los cuatro depósitos, chapuceramente camuflados, parecían como pequeños gasómetros, que se destacaban claramente de los edificios de la fábrica. Exactamente como las fotos del 2º Bureau. Con la diferencia que, ahora la imágen, un poco inclinada, se aproximaba a ellos a más de 500 kms/h...

Cada uno eligió el suyo. Harley abrió el fuego. Las alas de su Spitfire se erizaron de aguijones azules y naranjas. Había alcanzado su objetivo. Tuck, en tirador experimentado, espero a estar en buena posición. Justo antes de apretar el gatillo, dejó caer un ojo del visor para controlar su horizonte artificial, como lo había hecho centenares de veces. Equilibrado. Todo en órden.

Por encima del trueno de sus cañones, oyó la llamada triunfante de Harley: "¡He dado al mío¡". Por el rabillo del ojo pudo ver como una pantalla negra que se elevaba lentamente, después su depósito se puso a hervir omo la cera en fusión, con nubes de humo por encima de donde surgían enormes llamas. Apenas a unos metros por encima del incendio, atravesaron la pantalla de humo. Harley rompió a la derecha, Tuck a la izquierda.

Durante su viraje, Tuck vió venir hacia él un edificio a lo largo -parecía un tren que pasaba - de ventanas estrechas y protegidas. Un cuartel. Otra ojeada al horizonre artificial, una mínima corrección al palonier, y aprtetó de nuevo el disparador. En toda su longitud, el edificio se iluminó¡ Sus obuses había debido penetrar a través de varias ventanas, pues vió claramente producirse explosiones en el interior que antes estaba oscuro. Había ya remontado a las nubes, fuera del alcance de la Flak.

Se distendió en su asiento., puso un rumbo oeste y redujo un poco los gases para dejar a Harley el tiempo de alcanzarle. Un minuto más tarde , salía de las nubes y oyó a la vez al canadiense: "O.K. Bobbie One. Te veo perfectamente. Me junto."

Estaban de nuevo en formación, aparentemente sin daños. Tuck intentó encontrar la carretera nacional que había subrayado en su mapacomo itinerario de vuelta. Pero el tiempo se volvía cada vez peor y el suelo no era ya visible que por intervalos. En todas las direcciones, la visibilidad se reducía a unos centenares de metros. Era absolutamente imposible distinguir una carretera de otra; entonces escogió una que se dirigía hacia el oeste.

De golpe, descubrió un enorme camión militar; le enviarón una rociada de balas y le vieron caer en la cuneta. Les quedaba todavía suficiente munición;así, cuando vieron delante de ellos levantarse un gran poste de alta tensión, variaron unos grados hacia el norte para tomar de enfilada la línea de conducción de la energía. Era una experiencia que normalmente es muy interesante si se tiene la suerte de alcanzar uno de los aislantes: entonces se puede ver una serpiente de fuego que se enciende a tu paso en varios kilómetros. Aquel día, fueron menos afortunados y no lograron provocar más que algunos resplandores y chispazos.

Estaban tan embebidos en ese juego que no observaron que la línea de alta tensión, insensiblemente, se curvaba cada vez más hacia el norte. De golpe, al saltar una colina, se encontraron en un valle que se ensanchaba gradualmente, a cincuenta metros por encima del suelo. A lo lejos, vías de depósito, locomotoras, convoyes. Ya a la extremidad del valle se adivinaba una gran ciudad. Con claridad, descubrieron el contorno de un puerto, con sus gruas y sus mástiles. No podía ser más que Boulogne. Tuck lo sabía bien. Estaban por lo menos a veinte kilometros demasiado al norte.

El sitio era conocido por la eficacia de su defensa. Su primer reflejo fué virar 180º y dirigirse hacia el interior para tomar un camino de vuelta más tranquilo. Pero he aquí que en el momento de decidirse, vió, justo delante de él, una magnífica locomotora nuevecita. Parada... ¡Fué más fuerte que él¡

¿Lo que siguió? Dejémosle a él mismo que os lo cuente (dice resignado Larry Forrester - opinión del T.)

 

"Pensé: es para mí¡ Llamé a Harley para que se pusiera a mi altura y picamos juntos. Pienso que la alcanzamos los dos; la máquina se trasformó en una soberbia nube blanca¡

Cuando pasamos por esa nube, el espacio de un segundo, pedí a Harley de vista he hice un viraje cerrado para apartarme de su camino. Cuando me encontré a cieelo abierto, me dí cuenta de que estaba en pleno centro de Boulogne, a 20 metros.

Ví perfectamente que aquellos cerdos habían colocado cañones por todos los lados y que tiraban sobre mí desde todos los ángulos, casi a la horizontal. Estaba atrapado en ese fuego cruzado, y a esta altitud, no podían fallarme¡

Sentí algunos golpes debajo. Un obús debió tocar el sistema de refrigeración . Todo se paró. Primero la humareda negra; una porquería sin nombre. Después el parabrisas cubierto de aceite, hasta tal punto que debí abrir la cúpula y sacar la cabeza al exterior.

Mequedaba todavía unos 400 km/h aproximadamente. Podía mantenerme un minuto tal vez. Pero sí sabía que si intentaba subirpara al menos lanzarme en paracaídas, me borrarían inmediatamente del cielo. Mi única oportunidad era permanecer cerca del suelo y encontrar si era aposible un rincón donde saltar. Doblé hacia el valle y miré a derecha e izquierda; nada, ni el más pequeño espacio libre¡

Cuando pararon de dispararme, tuve unas ganas locas de subir. Menos mal que no lo hice, de otra manera me hubieran abatido como a un pichón tan pronto me hubieran visto destacarme sobre el cielo.

Es entonces cuando me dí cuenta que mi equipier, Harley, imperturbable, como en un entrenamiento, me seguía¡ Le llamé: "Sálvate, a mí ya me tienen¡" Cuando volví a mirarle, algunos segundos más tarde, el muy animal seguía pegado a mí¡"

 

(Sigue otra vez Forrester)

Entonces fué de nuevo la voz de Tuck, pero esta vez nada de tono impersonal o neutro. Un rugido feróz: "Sálvate, te digo, pedazo de idiota¡ Es una órden. Véte, lárgate". Harley quedó tan sacudido que tiró brúscamente de la palanca. Lo que tuvo como consecuencia encontrarse encima del mar antes de que se diera cuenta de lo que le había ocurrido. Solamente así, ya sobre el camino de vuelta, comprendió lo que acaba de pasar: Tuck, el gran Tuck, no tenía ninguna probabilidad de salir con bien de allí. El joven canadiense no pudo más que secarse de un manotazo los ojos que empezaban a picarle, a la vez que repetía sin parar: "Dios mío, oh Dios mío..."

 

 

(Disculpad que lo deje aquí. Es para hacerlo coincidir con las dos fotos que pondrá mañana 13, Rockofritz y que ilustrarán perfectamente el capítulo que traduciré, repito, mañana. Lo comprenderéis.

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Buenasss

 

(Visto que no aparecen las páginas/fotos que ilustrarían esta última misión, no puedo, en conciencia, dejar así que se diluya la tensión. Ya vendrán las imágenes que pondrán colofón, supongo, al relato. Pero son independientes. Así que haciendo un muy pequeño esfuerzo volvemos con la imaginación al momento en que Tuck se encuentra en el momento más crucial de su carrera. Dejemos que Forrester con su maestría nos meta en situación.)

 

 

Mientras tanto el avión de Tuck perdía poco a poco su velocidad. No lo podía impedir, 25 metros... 20 metros... 10 metros. Con la cabeza siempre fuera, forzaba la vista, ni un espacio libre. Y el ametrallamiento que continuaba. Cuando el motor se calló, sintió una muy desagradable impresión de inseguridad, cosa que era nueva para él.

A 6 metros, plantó cara a la situación. Tensó todos sus músculos y pensó: esta vez, es la buena¡. Presto para el fin, sudoroso, molesto, rodeado de balas trazadoras, esperaba. Y le vino una idea absurda: "Ay, no podré telefonear a Joyce esta noche¡".

Los segundos pasaban. Tristemente - muy rápido - le vino a la memoria aquella terrible batalla que no acababa nunca, el otro verano - hace ya año y medio¡ - esta batalla que continuaba desarrolándose en sí mismo, que formaba parte de él¡. El sol ardiente de junio que les había tenido desvelados, que brillaba demasiado fuerte para sus pobres ojos fatigados, el olor de la gasolina que se les subía a la cabez, el contacto con el metal demasiado caliente, el mal olor del caucho, el fluir rugiente de los bombarderos que llegaban del este, y, como bancos de peces que se infintraban allí dentros, los Spits y los Hurricanes...

Y luego todo se desvaneció para dejar sitio a esta visión más próxima de este valle francés, un día de invierno, con el que iba a tomar contacto¡...La muerte, simplemente, ahora a unos metros ahora. La aguja de su indicador de velocidad se aproximaba inexorable a esa graduación roja, ese rojo que le iba a decir que su avión ya no podía mantenerse en el aire, que iba a entrar en pérdida, que iba a estrellarse. El embotamiento se infiltraba hasta sus huesos, tenía la impresión que sus miembros estaban agarrotados. Desde siempre, se había preparado a la idea de una muerte violenta, había abandonado toda esperanza de salir vivo de esta pelea. ¿Y bien, ella estaba allí... era una cuestión de segundos¡. Su pensamiento se detuvo en estas palabras; las repetía como un disco gastado.

De golpe - un verdadero milagro - una banda estrecha de cesped apareció a su derecha. ¡Un campo¡. Un largo, admirable, un adorable campo francés¡ Basculó el avión; contra toda lógica, el suelo dió un salto como atrás (El aparato había recuperado un poco de esa preciosa velocidad) y la banda verde se presentó de frente. Una suerte, una condenada suerte, esta vez. No tenía más que posar el avión, correctamente, ruedas metidas para no rodar demasiado y evitar el capotaje si el suelo era blando o había alguna rodera o un tronco de árbol...

Pero este picado intempestivo e inesperado le había dado más velocidad de la que quería. 140 millas; 55 de más. No tenía elección. De cualquier forma debía posarse¡

En este preciso momento, un relámpago pasó cerca de su cabeza. Acompañado de un silbido desagradable. Quitó los ojos de la pradera y vió, enfrente de él, al extremo del terreno un emplazamiento de ametralladoras montado en la trasera de un camión. Los tubos estaban horizontales y escupían llamas. El llegaba justo en su dirección y estos cerdos le estaban disparando, y a quemarropa si se puede decir¡

Se volvió loco. ¡¡No comprendían que ya no tenía motor¡¡ ¿Por qué no le dejaban tranquilo, no le dejaban su última oportunidad de permancer vivo? Empujó la palanca hacia delante, apuntó. Disparó su última ráfaga, muy corta.

El silbido se paró. Todavía iba a 120, iba a salirse de la pradera. Retuvo la respiración, tiró de la palanca y contactó brúscamente el aparató con el suelo. El primer choque fue rudo, los tirantes se le metieron en los hombros, su frente chocó con el colimador.

Cuando se recobró, el Spit estaba parado sobre una suave pendiente. Sangraba de la naríz, su ojo derecho estaba completamente cerrado. Se desató penosamente, y, con gran esfuerzo, se encontró sobre el ala de su avión. A algunos metros, el camión ardía, los cuerpos hechos trizas de los servidores yacían esparcidos. Como de costumbre, su tiro había sido eficaz.

De los dos lados de la pradera, formas grises corrían hacia él. Ni idea de poderlos evitar. Los muy cerdos me van a linchar, pensó, amargamente. Por una vez había olvidado el revólver que llevaba siempre en su bota derecha. Revolviendo en la carlinga, rompió sus mapas e intentó quemarlos con su mechero. Pero el mechero no quiso funcionar.

Hop¡ Se encogió en el momento que una bala atravesó el fuselaje cerca de su hombro. Uno de los boches que se aproximaban, había comprendido su intención y había disparado.

Desde todos los lados avanzaban. Rostros brutos. Con gritos feroces. Vió brillar bayonetas. Buscó un oficial para dirigirse a él.

No tuvo tiempo.

Era así, por un golpe de azar, que iba a acabar la carrera de cazador de un piloto cuya suerte fenomenal llegó a ser proverbial en la RAF, cuya extraordinaria destreza y energía tenaz habían llevado a los periodistas a escribir: Tuck, invencible en vuelo... Tuck, el indestructible... Tuck, al que nunca derribarán...

Invencible en vuelo, lo era, pues Tuck había sido derribado por balas que en realidad había sido disparadas mientras que estaba en el suelo¡

Lentamente, levantó los brazos, apoyándose en el fuselaje, de forma que los primeros que llegaran no pudiesen ver en seguida la impresionante fila de cruces gamadas pintadas sobre el lateral de su carlinga. ¡Allí había 29¡

El rostro por abajo le dolía y caía sangre de la naríz. Para respirar solo podía servirse de la boca y tragaba sangre. Le dolía la cabeza y estuvo a punto de caer, pero quiso permancer erguido - siempre elegante con su battle dress bien cortado - esperando a los alemanes que iban ciertamente a lincharle, después de la masacre que acababa de hacer con sus camaradas, en un último gesto de`provocación.

Así terminaba esta bella aventura: ahí, en este campo pantanoso, muy cerca de Boulogne. En fin el enemigo iba a abatirle. Una muerte bien villana, a manos de una turba desencadenada. ¿Por qué no le pasó en pleno cielo? Además, era por su culpa: qué necesidad tenía, de tirar esta última ráfaga? Cuando le agarraron y comenzaron a arrastrarle en dirección de los restos del camión, pensó con amargura en todo el camino, tan penoso y tan largo, que había recorrido para llegar hasta allí.

Los alemanes parecían posesos, chillando insultos. Patadas, culatazos. Se detuvieron ante los restos del camión y de sus sirvientes. Todos gritaban a la vez. No le ahorraron ningún detalle del espectáculo horrorizante.

-Sí, me matarán a palos... o me colgarán de este árbol...

De ningón modo. Se dió cuenta que su actitud cambiaba. Sus brazos se encontraron libres. Ya no le daban culatazos.

Empezaba a preguntarse por las razones de este cambio súbito y le llevó un buen momento admitir que no soñaba: los gritos y las amenazas se habían cambiado en... una risa loca¡

Le daban palmadas gentilmente en la espalda mientras uno de ellos le gritaba al oído:

- Goot shot, Englander¡ Goot shot...(¡Buen disparo, inglés, buen disparo¡)

Por el ojo que aún veía, miró en la dirección que todos los dedos le indicaban. Y vió esto:

Por un azar sin nombre, uno de los obuses del Spit se había colado exactamente por la boca de uno de los cañones de 20 mm, había explotado allí dentro y lo había abierto en largas bandas de acero, como un plátano abierto¡ La suerte de Tuck, otra vez la suerte que le había acompañado hasta en esos últimos minutos de vuelo, a unos centímetros del suelo¡

Para verlo mejor, algunos alemanes andaban por encima de los cadáveres de sus camaradas, riendo sin parar, a grandes risotadas. Este sentido del humor, totalmente germánico, le causaba una viva extrañeza, pero el caso era y se daba cuenta, de que le debía su salvación.¡

Se le condujo al HQ del regimiento de la Flak. Durante el camino, le ofrecieron un cigarrillo.

Un suboficial le limpió un poco la cara, pero no pudo parar la sangre que le caía por la naríz. Bajo fuerte vigilancia fue conducido al pueblos vecino donde la Policia Militar se hizo cargo. Se anotó su nombre, graduación y número matrícula, se aseguraron que no portaba armas simplemente palpando sin llegar a cachearle. Luego le encerraron

Se dejó caer en un pequeño catre de hierro y se aplicó el pañuelo mojado en su naríz dolorida. Enseguida experimentó un violento temblor, sus dientes se pusieron a castañetear, su respiración se volvió jadeante, y aunque hacía frío en la celda, se sintió empapado de sudor. Por suerte, un médico alemán de cara amable vino a curarle, limpió la herida y le dió algunas pastillas. El temblor cesó en algunos mutos y bebió un poco de café ersatz (sucedáneo. N. del T.)

Inspeccionó el sitio. Era una pequeña sala de la alcaldía del pueblo. La sala solo tenía una ventana, colocada muy alta, con tres barrotes. Pensó que con una pata de la mesa sin duda sería posible forzar los barrotes. Y que aprovechando algunas mantas atadas unas a otras, podría llegar al patio...

Descansó como una hora, tendido sobre la espalda. Pensaba en Biggin Hill y se preguntaba cómo iría por allí. Miró su reloj: 6 horas. Es la hora en la cual la radio debía decir:

- Uno de nuestros pilotos no ha vuelto...

 

 

 

(Aprovecho este Punto y Aparte significativo, para parar aquí. Han sido unas líneas emocionantes.

Me gustaría que las dos fotos, lás únicas que se conocen, que muestran el Spit de Tuck en tierra y rodeado de esos alemanes que hemos visto más arriba, hubieran acompañado esta traducción. Espero que mañana estén aquí.

La traducción seguirá al menos otro día más. Hay tiempo pues.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Sobreponiéndome a la melancolía que me produce cada libro que acabo de traducir. Me ayuda el pensar que habréis disfrutado leyendo tanto como yo. Eso espero.

Algo se me ocurrirá, seguro.

No sé si lo acabaré esta noche, pues no he hecho la lectura previa. Lo fiaré a mi instinto de lector.

Tras otro Punto y Aparte, pero en el mismo escenario.)

 

 

Antes de tomar el camino de Alemania, Tuck fué recibido a comer por los pilotos del terreno de Saint Omer, mandado por uno de los Ases alemanes, el Tte. cnel. Galland (que más tarde mandó toda la Caza alemana). De talla media, moreno, atlético, tenía la naríz rota, como un boxeador. La guerra y el aire libre habían dejado profundos surcos en su rostro. Alrededor de sus ojos y sobre una mejilla, se podían ver pequeños trazos brillantes y rosados: restos de quemaduras. Llevaba un uniforme lleno de condecoraciones

-Ya nos hemos encontrado otra vez, coronel Tuck, le dijo al tenderle la mano. La última vez a punto estuve de matarle, pero me vió justo a tiempo¡

Tuck se acordó de Duxford y los dos Messerschmitt que iban a sorprenderles y que había aguantado su tiro hasta el último momento.

-Ah¡ Era Vd.¡... Derribé a su alero cuando pasó delante de mí¡

- Y yo al suyo¡ Lo que hace que estemos, cómo se dice, empatados¡

Rompieron a reir y el alemán le condujo al mess dpnde había preparada una gran mesa.

-Le voy a presentar a algunos de mis pilotos que naturalmente han oído hablar de Vd. Hubo uno de sus camaradas, el coronel Bader que ya pasó por aquí. Tuvimos el honor de recibirle hace unos meses (Por algún sitio tengo la única foto que se tomó entonces, a ver si la encuentro.Procede de la página por mí ya citada en este Foro, de la americana Virginia Bader - sin ningún parentesco con el coronel. N. del T.). Es un tipo asombroso.

Mientras que se aproximaban, los oficiales y suboficiales se levantaban poniéndose firmes. Cada vez que uno de ellos era presentado al inglés, chocaba los talones y hacía una leve reverencia con la cabeza antes de apretar su mano.

Cuando estuvieron sentados, un servidor depositó delante de Tuck una botella de Scotch y un cartón de 20 Gold Flake (tabaco inglés)

-Es lo poco que nos queda de lo que los vuestros nos dejaron tan amablemente en Dunkerque, explicó un capitán.

Hablaron de vinos, sobre todo de vinos franceses, después de cocina y acabaron por evocar el mal tiempo que les retenía bloqueados en el suelo. Con el mayor cuidado evitaron todo lo que tocara a la guerra y a la técnica, para no incomodar a su huesped. Pero le preguntaron noticias de algunos ases ingleses como si se tratara de compañeros retenidos momentáneamente lejos de ellos.

Tuck estaba maravillado por esta demostración de camaradería. Había recuperado la atmósfera de los mess ingleses o americanos. Estas caras le eran fanmiliares, y no se hubiera sorprendido si le hubieran preguntado por Cowboy, KIgcome, Caesar Hull... Se acordó de sus reflexiones sobre América:

-La internacional de los pilotos no era una palabra vana... Con los pilotos alemanes e italiano, estamos hechos para comprendernos...

Sí tuvo un momento apurado cuando alguien dijo señalándole su insignia de piloto polaco:

-Por qué lleva Vd. eso?

No había ninguna razón para no decirlo¡. La insignia le había sido ofrecida por oficiales polacos sirviendo en la RAF.

Un comandante, que él supuso austriaco, le dijo en alemán:

-Me pregunto qué tenéis vosotros los ingleses que ver con los polacos¡ Ya veréis, acabarán por entregaros, a vosotros y a los otros, a los bolcheviques ¡ Haríais mejor de uniros a nosotros ahora, para hacer la guera a los rusos. Si Alemania sola no triunfa en el Este, me pregunto que va ser de nosotros¡...

Un silencio. Después Tuck respondió:

- Los polacos no son tan malos como eso¡ Les preferimos a los italianos y a los japoneses...

Galland rompió a reir, seguido enseguida de todos, salvo del austriaco.

Antes de marcharse, Galland le dijo aún:

-Estoy muy contento de que no haya sido herido más gravemente. Ahora la guera ha acabado para Vd. Y yo espero bien que cuando acabe para nosotros también, tengamos el placer de volvernos a ver. (En realidad, se encontraron a finales de 1945, cuando Tuck fué designado para interrogar al gral. Galland prisionero de guerra).

Ya anocheciendo, Tuck no se sintió muy bien. Su choque en la cabeza y la mezcla de whisky y de vinos contribuían a darle molestias al corazón. Pero luchó con todas sus fuerzas para no dar a los pilotos alemanes el espectáculo de un cazador inglés a punto de vomitar¡ Esperó a estar de vuelta a la Alacaldía y de estar encerrado. Entonces se puso malo toda la noche y no tuvo fuerzas para realizar su plan de evasión.

Poco antes de amanecer, se abrió su puerta. Un teniente muy correcto le saludó y le rogó de salir. Le dijo en un correcto inglés:

-Le llevamos a Alemania por tren. Es Vd. un prisionero importante. Mis órdenes son muy claras. Si intenta escapar, le dispararemos sin previo aviso. La órden es de tirar a matar. Mis hombres no correrán ningún riesgo por su culpa. Lo ha comprendido Vd. bien, coronel?

-Perfectamente bien, respondió Tuck con una gran sonrisa.

El joven teniente conocía bien su oficio. Noche y día, dos soldados vigilaban constantemente a Tuck, uno sentado enfrente de él con una pistola, el otro en el pasillo con un fusil

Pero no había ninguna hostilidad contra él. Al contrario. Cuando el prisionero, vestido únicamente de su uniforme y debilitado por su herida se puso a temblar y estornudar, el teniente le dió su propio abrigo (teniendo la precaución de quitárselo en cada parada del tren, temiendo sin duda algún control por la Gestapo o las SS). Le trajeron bebidas calientes, sopa, patatas y pan en cantidad.

Al fin descendieron en la estación de Halle, cerca de Leipzig, para subir a un camión que debía llevarles hasta el "Dulag Luft", el campo de distribución de los aviadores.

Tuck se sentía un poco mejor. Se acordo de ls palabras de Galland: la guerra había acabado para él¡ Casi era verdad. ¿Para qué volver al infierno del cielo? Ya había tenido lo suyo de buen cazador... UN poco de descanso ahora¡

Era un hecho probado: era el cazador con más suerte de todos. Ahora era el golpe final de la Providencia: se había salvado¡ Prisionero de guerra en vez de cadaver¡ Lo mejor era aceptar la ganga y acomodarse a la cautividad. De aprender la paciencia.

Si quería, podía hacer ahora proyectos de futuro. Tenía ahora la posiibilidad de soñar, de pensar en él, de hacerse un sitio en el mundo. Tenía todas las razones para estar satisfecho.

¡¡Pero Tuck no estaba satisfecho¡¡ Pertenecía a una especie que se había fijado como objetivo diario de embriagarse de hazañas, y no de palabras; de actuar, no de pensar, de ir hacia delante y no de replegarse sobre sí mismo. Formaba parte de un mundo en el que la contemplación estaba considerada como un vicio peligroso.

¿Cómo iba a haber cambiado de repente? Le oprimía el corazón de pensar que la guerra que no había acabado para él, podría durar años aún. Hubiera preferido la muerte a esta situación humillante de prisionero.

Pero fue otra cosa lo que le hizo tomar partido: el sentido del honor. Sabía que el codigo militar exige que cada prisionero de guerra haga lo imposible para evadirse y retomar el combate. Cuando el camión entraba en el campo, él acaba de decidir que sería el prisionero más odioso, el más imposible, el más dificil que los boches hubieran visto nunca¡

Y el más astuto¡

Se evadiría, pues¡ Se escaparía y remprendería su vuelo: Ayúdate, y el cielo te ayudará...

 

El 2 de febrero de 1942, la radio alemana anunció con énfasis que el Wing Commander Robert Stanford Tuck había sido hecho prisionero.

Joyce y los padres de Tuck saltaron de alegría. Joyce le escribió enseguida su primera carta. Centenares le siguieron. Sabiendo demasiado bien como él podía reaccionar a la cautividad , ella le dió toda clase de consejos de paciencia. Ella sabía que se escaparía, pero lo que hubiera querido es que no se precipitara a lo tonto y que preparara bien el asunto.

 

 

(Aquí empieza el capº correspondiete a su vida de prisionero de guerra. Le voy a leer mañana, y decidiré si merece la pena ponerle negro sobre blanco, extractarle o simplemente prescindir.

Puede que el siempre diligente Rockofritz ponga en el Foró alguna página más que le envié. Todas interesantes. Hasta mañana, pues.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Pues sí escapó Tuck, Rocko, pero demasiado tarde para intervenir. Un poco antes que otro ilustre piloto británico prisionero llamado Douglas Bader. Tuck huyó del Stalag de Belario, cerca de Sagan, en Polonia el 1º de febrero de 1945, junto a otro piloto polaco, durante su traslado al Reich. Se encontró con soldados rusos, su conocimiento del idioma ruso le facilitó las cosas, momentáneamente, pues les obligaron a luchar contra los alemanes que se retiraban. "Desertaron" y dentro de aquel caos lograron llegar a Moscú, donde el Agregado Aéreo de la Embajada inglesa les procuró papeles para poder embarcar en Odessa rumbo a casa. En el puerto ruso les esperaba el barco Duchess of Richmond. Y ahora, copio literalmente a Larry Forrester en sus últimas líneas como narrador:

-En fin llegaron a Inglaterra.

Bob Tuck se casó con Joyce. Por dispensa especial, las formalidades legales no necesitaron más de una semana.

Ella le esperaba en el muelle. Pero había allí tal multitud de periodistas y pilotos queno pudieron casi ni hablarese. Tras la recepción inevitableorganizada por las autoridades locales, él se encontró en el pequeño coche Morris de Joyce.

-Dónde vamos? preguntó él.

-No importa dónde, Robert. No importa dónde, pero que sea por mucho tiempo...

 

 

Y aquí llega el final de lo traducido. No del libro pues he escamoteado sus primeros pasos en la RAF, que fueron normales digamos, pues ingresó en setiembre de 1935. Dije al empezar que su 1º contacto con la guerra fué sobre Dunkerque el 23 de mayo de 1940.

Y de su cautiverio, resumiré diciendo que hizo todo lo posible para sacar de quicio a sus carceleros. Trasladado al Stalag Luft III de Sagan, aunque participó en la preparación de la gran fuga (huyeron 76 aviadores, solo 3 escaparon, y 50 de ellos entre los que estaban los cabecillas, amigos de Tuck, fueron fusilados) Tuck junto con una veintena fueron trasladados al campo auxiliar cercano de Belario unas fechas antes. Ante el avance ruso, a finales de enero del 45 fueron evacuados. Y como dije arriba escapó.

 

Aunque llegó a Inglaterra en abril del 45 y pidió ponerse a punto para participar en la guerra, no volvió a entrar en combate. En setiembre de 1845 lideró el Desfile Aéreo Conmemorativo de la Batalla de Inglaterra. Tras ponerse al día con los Harvard (T-6 Texan, para entendernos), voló los primeros reactores Gloster Meteor en West Raynham, y los Vampire en Tangmere. En 1946 ascendió a Station Commander, y tras pasar una estancia en Singapur, se retiró de la RAF en 1949 con el grado de Wing COmmander . Llevó una vida retirada en su granja en el sur de Inglaterra. Conservó su amistad con el alemán Galland. Colaboró de manera muy activa en la conmemoración de los 25 años de la Batalla de Inglaterra (tengo, incluso, un artículo que escribió en una revista francesa, que enviaré a Rocko para que lo ponga en el Foro). Y lo último que supe cierto de él es que estuvo en España en 1969, con Galland y otros ases ingleses en El Copero y en Tablada (Sevilla) como technicals and tacticals advisors, en los combates (ficticios) entre Spitfires y "Buchones" travestidos en Messerschmitt 109.

 

Nació en 1916 y falleció a punto de cumplir los 71 años en Inglaterra.

 

Aunque siempre se creyó que tenía 29 victorias, en 1978 el ARG (Aircraft Recovery Group) halló los restos de un Me-109 (Desgraciadamente con los restos de su piloto dentro) hundido en un pantano. Tras la pertinente comprobación en el M.O.D. le fué atribuído, pues Tuck le había reclamado com "probable". En consecuencia su score final fue de 30. Está en el 7º lugar de los pilotos de caza de la RAF. Y en el 6º de los componentes de la Comunidad británica, pues en cuarto lugar está Pierre Clostermann, con 33 victorias; francés aunque combatió en la RAF.

 

Con respecto a las dos únicas fotos conocidas que encontré cuando fue derribado en Francia, puedo añadir que el Spitfire Vb que pilotaba Tuck aquel día tenía la matrícula RS o T, es decir las iniciales del piloto, y su serial: BL336. En ambas instatáneas se puede ver a un Oficial de la Luftwaffe, único llevando gorra de plato.

 

Quien quiera conocer más detalles de la carrera de Robert Stanford Tuck, puede entrar en las múltiples páginas que la red le brinda de este piloto que es uno de los más recordados y queridos en el Reino Unido.

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Buenasss

 

Releyendo mi intervención de ayer, y como colofón al tema Tuck, un par de aclaraciones.

 

No quedó, creo, muy claro qué hizo en España Bob Tuck, pues se me pasó escribir que lo de Technical and Tactical advisors fué en lo referente a la peli "La Batalla de Inglaterra" que dirigió en 1969 el británico Guy Hamilton. Y no solo estuvieron Galland y Tuck en el staff técnico, también se contó con otros Ases como Peter Townsend, cuyo libro sobre la BoB titulado "Duelo de águilas" voy a re-leer en vistas a ser "traducible". También estuvieron Douglas Bader y "Ginger" Lacey. La peli tuvo un gran elenco, encabezado por Laurence Olivier en el importante papel de Sir Hugh Dowding, Jefe de toda la Caza aquellos trascendentales días del otoño de 1940. Kenneth More, sí el que en 1955 encarnó a Douglas Bader en "Reach for the Sky", aquí Proa al cielo. Curiosamente en La Batalla de Inglaterra se llamó Group Cap. Baker; vaya que solo le cambiaron la D por la K... Y un joven Michael Caine como el Squadron Leader Canfield, que lleva el peso de las batallas aéreas, magníficamente filmadas, sin los trucos y photoshop actuales. También se rodaron planos en Zarauz y en las playas de Huelva, amén de en aerodromos ingleses donde ocurrió realmente la acción.

 

Y para acabar una reflexión. BoB Tuck acabó la guerra con 30 victorias, tal como escribí. Dado que estuvo más de tres años cautivo, y considerando su exitosa carrera como cazador hasta enero del 42, ¿Cuántas victorias podría haber conseguido? Es mi parecer que dada su veteranía a pesar de su juventud, que se hubiera codeado con las cifras que lograron los mejores pilotos de la Luftwaffe. Suerte mediante, claro está.

 

 

Espero no demorarme en volver a estar en el Foro. Disfruto mucho verdaderamente.

 

Saludos

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Buenasss

 

Releyendo mi intervención de ayer, y como colofón al tema Tuck, un par de aclaraciones.

 

No quedó, creo, muy claro qué hizo en España Bob Tuck, pues se me pasó escribir que lo de Technical and Tactical advisors fué en lo referente a la peli "La Batalla de Inglaterra" que dirigió en 1969 el británico Guy Hamilton. Y no solo estuvieron Galland y Tuck en el staff técnico, también se contó con otros Ases como Peter Townsend, cuyo libro sobre la BoB titulado "Duelo de águilas" voy a re-leer en vistas a ser "traducible". También estuvieron Douglas Bader y "Ginger" Lacey. La peli tuvo un gran elenco, encabezado por Laurence Olivier en el importante papel de Sir Hugh Dowding, Jefe de toda la Caza aquellos trascendentales días del otoño de 1940. Kenneth More, sí el que en 1955 encarnó a Douglas Bader en "Reach for the Sky", aquí Proa al cielo. Curiosamente en La Batalla de Inglaterra se llamó Group Cap. Baker; vaya que solo le cambiaron la D por la K... Y un joven Michael Caine como el Squadron Leader Canfield, que lleva el peso de las batallas aéreas, magníficamente filmadas, sin los trucos y photoshop actuales. También se rodaron planos en Zarauz y en las playas de Huelva, amén de en aerodromos ingleses donde ocurrió realmente la acción.

 

Y para acabar una reflexión. BoB Tuck acabó la guerra con 30 victorias, tal como escribí. Dado que estuvo más de tres años cautivo, y considerando su exitosa carrera como cazador hasta enero del 42, ¿Cuántas victorias podría haber conseguido? Es mi parecer que dada su veteranía a pesar de su juventud, que se hubiera codeado con las cifras que lograron los mejores pilotos de la Luftwaffe. Suerte mediante, claro está.

 

 

Espero no demorarme en volver a estar en el Foro. Disfruto mucho verdaderamente.

 

Saludos

 

Gracias a tí Jenisais!!!

 

No había podido ponerme al día con tus relatraducciones...

 

...magnífica obra.

 

Yo estoy ad portas de mis vacaciones...y creeme que me hacen muuuuchas falta. En esos días aprovechare de ver esos "tesorillos" que me has hecho llegar.

 

Un gran saludo y abrazo para tí y aquí seguiremos juntos a otros que ya somos tus fans. ^_^^_^

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