Un día, en el año 2007, George W. Bush se muere de un ataque al corazón y
automáticamente va al infierno, donde el diablo lo está esperando.
-Realmente, no sé que voy a hacer contigo, le dijo el diablo, estás en la
cabeza de mi lista negra, pero no tengo lugar especial para ti y como has
sido tan malo tienes que quedarte aquí, así que vamos a hacer lo siguiente:
-Hay algunas personas aquí que no fueron tan malas como tú, así que tendré
que dejar ir a alguien y tú te quedarás en su lugar. Es más, te voy a dar a
escoger una de tres celdas.
Bush, que de todas maneras no tenía otra opción, aceptó.
El diablo abrió la primera celda. Allí estaba Osama Bin Laden, en una gran
piscina llena de miasmas. Todo lo que hacía era zambullirse en el agua y
volver a salir indefinidamente. Ese era su destino en el infierno.
-No... pensó Bush, esto no me gusta, yo no soy buen nadador y no puedo
hacer eso todo el día.
El diablo abrió la segunda celda y allí estaba Saddam Hussein, todo el santo
día picando con un martillo una montaña de piedras.
-No... pensó Bush... no puedo picar piedras todo el día pues tengo
problemas con el hombro.
El diablo abrió la tercera celda y he aquí a Hugo Chávez, cómodamente tirado
en el suelo, con las manos detrás de la cabeza, las piernas abiertas y
fumándose un largo puro cubano.
Agachada, sobre él se encontraba Mónica Lewinsky, haciendo lo que ella mejor
sabe hacer.
Bush miró la escena con incredulidad y gritó animadísimo:
-¡Aquí me quiero quedar!
Entonces el diablo gritó:
-Vamos saliendo Mónica, ya llegó tu relevo.