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El superviviente del Pacífico (Le survivant du Pacifique)


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Buenasss

 

(Acabado felizmente este raid s/Marshall y Gilbert, a Halsey le reclaman para tareas urgentes. El viento (divino) sopla a favor de los japoneses y hay que traquilizar a la opinión americana. EEUU debe utilizar lo poco que quedó ileso de Pear Harbor.)

 

 

 

Habiendo invadido Malasia, los japoneses se expanden por Borneo, Nueva Guinea, las Salomón, marchando directos sobre Australia. El mando americano decidió de ir a atacar Wake, el atolón de 2 kms cuadrados. De todos modos era una diversión, un ligero bálsamo sobre la opinión sobrecogida. Halsey fue avisado el 11 de febrero de tener que hacerse cargo de este raid. . El 21, él publicó su órden de operaciones. Su Task Force que mientras tanto se había entrenando en el tiro, puso rumbi o hacia Wake. El ataque tuvo lugar el 24 de madrugada. No hay gran cosa que decir, sino que el despegue de los aviones fue remarcablemente laborioso. Todavía era de noche. El Enterprise marchaba a toda velocidad contra un furioso viento del este y cargado de lluvia. Las hélices, al girar, producían nubes de vapo húmedo que cegaban a los pilotos, formando delante de cada aparato un disco irisado tan brillante como un espejo sobre el que se reflejaban las llamas azules de los tubos de escape. Tomar el aire en estas condiciones era casi imposible. Sin embargo, el tiempo apremiaba, pues los cruceros que ebían cañonear Wake tenían órdenes de esperar la explosión de las primeras bombas para abrir el fuego. A pesar de todo algunos bombarderos en picado despegaron. Un avión basculó por encima de la pista. Fue precisa la iluminación de los destructores para buscar a su tripulación. El piloto fue repescado, el artillero se ahogó. Durante este tiempo, los aviones depegados giraban por encima del navío sin ver nada, con el riesgo de colisión a cada segundo si intentaban colocarse en formación. El ardiente Halsey tuvo que dar la órden de diferir las salidas durante media hora.

 

Los cruceros, no viendo pasar nada, y temiendo ser descubiertos, abrieron el fuego sin esperar a más. Al ir mejorando la visibiklidad, los aviones pudieron al fin despegar. Cuando los pilotos divisaron Wake, distinguieron las llamas y el humo de la explosiones producidas por los obuses. No había caza japonesa en el aire, la DCA era debil e ineficaz. El atolón antes tan costosamente defendido contra los japoneses fué apisonado durante cuarenta minutos.

 

Puestos en faena, deseosos de enriquecer el tablero de caza de estos raids de consuelo, el mando dió la órden de atacar Marcus. Halsey recibió esta órden mientras que volvía de Wake, en ruta hacia Pearl Harbor. El anuncio del nuevo destino produjo alguna sensación a bordo. Marcus, Islita de solo 8 kms. de contorno, está situada a 700 millas al noreste de Wake, a solo 975 kms. del Japón. No era una nueva conquista del Japón, sino (desde 1880) un territorio japonés, poseyendo un nombre japonés: Minami Tori Jima, que significa: Isla de los pájaros del sur. El srvicio de Inteeligenciaa americanola suponía provista de un aerodromo, de una estación de radio y de una estación metereológica importante para el Japón. La operación contra Marcus tuvo lugar el 4 de marzo también de madrugada. Los aviones - 31 bombarderos, 6 cazas - despegaron a 125 millas del blanco en luna clara. En la isla de Los pájaros del sur todos dormían profundamente, contaron los periodistas. Al menos el personal de la DCA no viigilaba al lado de sus piezas, lo que no es casi sorprendente, vista la posición geográfica de Marcus. Varias bombas fueron lanzadas y depísitos prendieron fuego antes de la que flak empezara a tirar. Nada de caza enemiga. El puesto de radio emitía a toda potencia alertando a Tokyo. Una bomba lo paró en seco. A las 7h o5, la misión terminada, el comandante de la expedición recogió sus aviones. "Aquí Dale, respondió una voz. Mi avión arde. Voy a posarme al este de la isla, pero todo va bien". En efecto, un aparato descendía en llams y humeaba. El Teniente Dale Best le siguió y se puso a dar vueltas encima de él cuando tocó la supeeficie del agua. Best vió al Tte. Dale Hilton y su artillero Jack Leaming que salían de su aparato rápidamente y embarcaban en su balsa neumática de color amarillo vivc. Solo cabía hacerles gestos de ánimo y de impotencia. Y ellos levantaron optimistas el pulgar al aire. Luego se pusieron a remar vigorosamente para alejarse de Marcus. La tierra amiga más cercana se encontraba a 2.400 kms. de allí.

 

Las Marshall, Gilbert, Wake, Marcus: en suma, el mando americano reproducía Pearl Harbor, a una escala minúscula. La expedición que siguió testimonió, más aún que las precedentes, un intenso deseo de remontar la moral del pueblo. Su desarrollo desde el principio constituye una especie de novela policiaca.

 

A mediados de febrero, una circular paó entre las formaciones de bombarderos del ejército. se pedían pilotos "voluntarios para una misión peligrosa". Entre los numeroso candidatos , un poco más de un centenar vieron su nombre elegico. Diirigidos a un aerodromo de Florida, se encontraron cara a un piloto de la Marina, el Tte. Henry L. Miller, al que el comandante de la base presentó así: "He aquí vuestro instructor. Obedecedle en todo, y no intentéis compreder nada".

 

Miller enseñó primero a sus alumnos a aterrizar lentamente y rodando lo menos posible. Esta instrucción demandó algunos días. A continuación les enseñó, y esto fue un poco más largo, a despegar en el más pequeño espacio posible. El B-25, bombardero ligero, pesaba once toneladas en órden de vuelo. La aprimera vez que Miller mostró a los pilotos la longitud de la pista desde la que tenían que despegar, los pilotos le dijeron: "Es imposible". Ellos lo lograron. El instructor les llevó entonces a otro aerdromo. Allí vieron, pintadas sobre el cemento, líneas blancas delimitando un espacio que, esta vez, les pareció francamente ridículo. "Sin embargo nos debe de ser suficiente para despegar y para aterrizar, dijo Miller. Nos os desalentéis". El comandante del aerodromo añadió: "Sobre todo, no intentéis comprender, y no habléis a nadiede estas líneas trazadas en el cemento." El entrenamiento se reanudó, comparable al de los animales de circo. Los pilotos llegaron a levantar sus B-25 a plena carga a mesos de 100 kms/h (en lugar de 145 antes del amaestramiento) y sin rodar más allá del espacio trazado, tres veces más que la carrera de despegue normal. Su instructor los feliicitó y les pidió seguir guardando el secreto. Es posible que los aviadores debieron empezar a tener alguna luz al menos sobre el objetivo inmediato de su instrucción, y que no se quedaran absolutamente estupefactos de verse embarcados junto con sus aviones a bordo del portaviones Hornet, a pricipios de abril. Su capitán Marc. A. Mitscher, comandante del barco, no estuvo muy sorprendido , tampoco él, de verles llegar: dos meses antes, un despegue "experimental" de dos B-25, pilotados por aviadores de la marina, había tenido lugar a bordo del Hornet. Pero la naturaleza exacta de la misión permanecía en misterio.

 

Los B-25 fuweron colocados en el puente despejado de otros aviones. Las alas de los bombarderos de la fila exterior sobrepasaban la anchura de la pista despegue. Al día siguiente, el Honet zarpó de S. Francisco. Su escolta compuesta del curcero pesado Vincennes y del crucer ligeron Nashville, le esperaba fuera del puerto. Mitscher abrió el sobre sellado conteniendo las órdenes superiores. Los hombres del Hornet oyeron por los altavoces la voz de Mitscher:

 

- "No puede haber una misión más magnífica que la que nos ha sido confiada. El Hornet debe trasportar al cnel. Doolittle y sus aviadores a través del Pacífico hasta algunos s cientos de millas de las costas japonesas. Allí, los bombaderos del ejército despegarán para ir a bombardear Tokio".

 

La tripulación lanzó unos "hurras" que fueron oídos desde los barcos de escolta; a ellos el mensaje fue trasmiitido por señales ópticas, y los hurras se repitieron a su vez. Se comprendía que los hombres estuviesen excitados por esta idea de ir a bombardear Tokyo.

 

 

 

(Trasmito el texto, por si hay dificultades...)

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En su interior, Mitscher se preguntaba ciertamente si el bombardeo de Tokyo, por dieciséis aparatos, suponiendo que saliera todo bien, justiificaba lo que se arriesgaba, no solamente un portaviones totalmente nuevo como el Hornet, sino también el Enterprise, cuyos aviones debían de asegurar la exploración y protección durante la duración de la operación, sin contar los navíos de escolta y dos petroleros. Los EEUU poseían, por todo capital, en aquel momento, seis portaviones , de los cuales, solamente tres o cuatro en el Pacífico. La Flota japonesa era tres veces más fuerte que la flota americana de Pacífico. El mando americano debía luego emplearse en justificar la Operación Hornet-Enterprise hacia Tokyo: los japoneses, impresionados, retirarían una parte de sus aviones empleados contra la ruta vital EEUU-Australia para consagrarlos a la defensa de su territoria amenzazado. Ni Mitscher ni la mayoría de los oficiales de la marina creían eso. Se trataba más bien de un nuevo raid de consuelo moral. Pero el vino estaba servido, hacía falta beberlo.

 

 

 

(Como viene un Punto y Aparte prolongado ( de tres líneas) lo dejamos aquí, a pesar de lo muy interesante del tema que sigue. Quién no conoce el raid de Doolittle. Pero aquí está contado "desde dentro". En profundidad, detallado, y muy ameno. Noto que me gusta, particularmente, traducir esta operación que comienza. Deseo lo mismo a los foreros. Hasta mañana, pues.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Tras ese Punto y Aparte más amplio. Sigamos el rastro a nuestro protagonista, el Enterprise, punto fuerte que no protagonista del affaire Raid Doolittle. Eso tras los detalles municiosos descritos dentro del Hornet.)

 

 

 

El Enterprise había zarpado de Pearl Harbor con su escolta el 1º de abril, tomando ruta al noroeste, destino desconocido por la tripulación. Llegado al norte de Midway, la formación se puso a navegar en círculos; es decir que el portaviones tomaba sucesivamente los cuatro puntos cardinales, mientras que los hombres, preguntándose dónde se les quería llevar, no ocultaban su mal humor. Hacía frío, llovía, había mar gruesa. La primera distracción la produjo un abastecimiento de combustible en pleno oceano. El petrolero aprovisionador llegó una mañana, exacto como un buen proveedor, acompañado de dos destructores. Se instaló el conjunto de tubos de conexion suspendidos a cables. Entre los dos navíos existía un espacio de quince metros, en el que las olas formaban una enorme turbulencia. Los altavoces de a bordo anunciaron: "The smoking-lamp is out", y cada uno apagó su cigarrillo. Un poco más tarde, nuevo anuncio: "The smoking-lamp is lit". El petrolero se alejó balanceándose en la lluvia, y la ronda de vigilancia volvió a comenzar.

 

El Hornet se presentó a la cita el 14 de abril. Una gran perplejidad se apoderó de los hombres del Enterprise a la vista de los aviones grandes. Tales aparatos evidentemente no podían despegar a plena carga, ni aterrizar en el portaviones. Estaban, pues, destinados a reforzar alguna base. ¿Pero, qué base, y en qué lugar? La conclusión en la que se paraban generalmente los observadores era que la fuerza naval iba a dirigirse a las Aleutianas y que los bombarderos estaban destinados a "una base secreta en Siberia". Al día siguiente, los altavoces del Enterprise anunciaron que el Hornet trasportaba 16 bombarderos B-25 (todo el mundo se había dado cuenta) con sus tripulaciones pertenecientes al Ejército, "encargados de una misión especial". ¿Por qué todo este misterio, cuando las tripulaciones venidas de S. Francisco estaban ya al corriente? Así fue. El 17, la Task Force entera se abasteció de combustible y, por la noche, se lanzó hacia el oeste a toda velocidad. Al otro día Halsey hizo por fin anunciar a sus hombres que la unidad "iba a tener el privilegio de ser la primera en atacar al Japón". Nuevos hurras mientras que Halsey sonreía largamente desde su pasarela. Este género de operación era exactamente lo que amaba Halsey - y lo que le convenía.

 

A bordo del Hornet los pilotos del Ejército habían proseguido su entrenamiento, bajo la dirección del Tte. Miller. Otro profesor se ocupaba igualmente de ellos: el Tte. Stephen Jurika, antiguo adjunto al agregado diplomático naval americano en Tokyo. Se consultaban los mapas japoneses - y también los mapas chinos, pues el mando americano no estaba tan loco para haber decidido que los portaviones esperarían en aguas japonesas el retorno de los B-25. Los portaviones debían dar media vuelta tan pronto se despegara. Y los bombarderos irían a aterrizar en China - si podían. El plan preveía esto: la Task Force avanzaría lo más posible hasta la costa este de Hondo, isla principal del archipiélago japonés. El coronel Doolittle debía de despegar el primero, en la noche del 18 al 19, y señalar con una huella de fuego, lanzando solamente bombas incendiarias, la ruta de sus aviadorers por encima del territorio japonés; estos debían despegar dos horas después que él. La operación prevista era una operación nocturna.

 

El alba del 18 se levantó sobre una mar gris y gruesa. El viento soplaba en ráfagas. La Task Force se encontraba todavía a 700 millas del faro de Inubee Saki, en línea recta con Tokyo, cuando el "Vincennes" señaló a un patrullero japonés a la vista diez millas por delante, justo en la ruta. Halsey blasfemó y ordenó un brusco cambio de dirección esperando todavía que la formación no hubiera sido vista. Los aviones del Enterprise despegaron (silencio radio absoluto). Al volver informarn que varios navíos japoneses patrullaban en los parajes. Eran barcos de pesca, armados, de unos treinta metros de longitud, visiblemente provistos de radio. Era dificil pensar que ninguno de ellos no hubiera visto nada. ¿Qué hacer? Halsey dió órden de reemprender el rumbo hacia Tokyo. Cada milla recorrida por los navíos economizaba cinco litros de gasolina a los bombarderos.

 

El primer patrullero japonés que divisó el crucero Nashville puso su rumbo hacia él, tirando con su minúsculo cañón. A la tercera andanada del Nashville, le estalló encima y voló en pedazos. Otros dos patrulleros fueron hundios a la bomba y al cañón; cuatro sobrevivientes japoneses fueron recogidos. Era seguro ahora que la Task Force había sido descubierta. Nada de esperar a la noche para lanzar los aviones.

 

Entre los dos portaviones se cambiaron mensajes luminosos. A bordo del Hornet el coronel Doolittle descendió de la pasarela y entró en el ready-room donde estaban los pilotos. "Vamos allá, amigos míos". Sobre el puente de vuelo, los mecánicos cargaban al máximo los depósitos, llenaban bidones suplementarios. Mientras que los B-25 calentaban motores, los oficiales del Hornet ataron sus decoraciones japonesas a las bombas destinadas a Tokyo (tengo una foto que atestigua esto.Espero poder subirla. N. del T.) El tiempo era verdaderamente detestable. Desde el Enterprise se veía al Hornet picar y levantarse sobre el henchido mar gris.

 

El coronel Doolittle tomó el aire el primero. Su despegue fue un ejemplo de perfección. Despegó en tan corto espacio que su avión se elevó por el través de la isla, como un ascensor; después subió haciendo espirales por encima del navío. El segundo piloto se elevó muy bien, descendió luego hasta casi tocar las olas; un brusco silencio se hizo sobre el puente del Enterprise, en el que los hombres estaban amontonados, gritando tan fuerte como en un partido de baseball; pero el B-25 se elevó de nuevo, se le vió alejarse, ganando altura en cada salto sucesivo, "un poco a la manera de un kanguro". Todos los B-25 despegaron sin accidente. Tan pronto como el último hubo despegado del Hornet, la Task Force puso rumbo al este forzando la marcha. Bombarderos japoneses fueron señalados un poco por todos los lados, buscando a la escuadra. Todavía hundieron dos pequeños patrulleros.

 

La Task Force no debía volverse a juntar. Los hombres del Enterprise se pusieron a la escucha de las emisoras japonesas, calculando la hora probable del bombardeo de Tokyo. Algunos esperaban ingenuamente oir a los locutores anunciar: "Nuestra capital acaba de ser bombardeada", o incluso que las emisiones se apagarían brúscamente. Oyeron la repetición de una emisión de Radio Tokyo en inglés ya difundida el día anterior: "No veo alrededor mío más que belleza, serenidad, cerezos en flor...", decía el locutor celebrando la invulnerabilidad del Japón. En el mismo instante en que el disco repetía estas palabras, los aviones americanos llegaban a baja altura sobre Tokyo. Pero no se debía conocer el resultado de su raid hasta n poco más tarde. Ted W. Lawson (tengo una foto de él y su tripulación ante su avión, el "Pato cojo" en la cubierta del Hornet. También la subiré. N. del T.), que perdió una pierna en la expedición, lo contó en su libro "Treinta segundos sobre Tokyo" (En este libro se basó la celebre película de mismo título que todos conocemos. Spencer Tracy representaba magníficamente el papel de coronel Doolitle. N. del T.) El bombardeo tuvo lugar a pleno día, a la hora de la salidas de las fábricas y de los talleres. Los aviones americanos rasearon los techos; veían a los tokyotas correr en las calles. Algunos objetivos "militares e industriales" fueron dejados en llamas. De los 80 hombres que sobrevolaron Japón, uno fue muerto, dos desaparecieron, ocho fueron hechos prisioneros; cinco aterrizaron en territoria soviético, y quedaron internados; 64 llegaron a China y regresaron a los EEUU tras un tiempo más o menos largo. El raid produjo un efecto moral incontestable. Sin embargo, el segundo raid sobre Tokyo no llegó hasta abril de 1944. Empresa demasiado lejana, la operación costaba monstruosamente cara y sobre todo, comportaba demasiados riesgos. Este primer bombardeo de Tokyo fue conocido en los EEUU esa misma noche, por el informe de los aviadores que aterrizaron en China (doce horas tras su partida). El público americano lo supo al mismo tiempo que la rendición de Bataan (cerca de Manila) ocurrida el 9, y cuya noticia había sido hasta entonces "reservada". (Como anécdota, decir que el raid no duró solo "30 segundos"; ada la extensión de los blancos en la capital nipona, se calcula que estuvieron sobre ella al menos 3 minutos de media. N. del T.)

 

Cuando el almirante Ernest J. King, Jefe de la Marina americana se dirigió al mapa del Pacíifico colocado en su despacho y, trazando una línea que unía Midway a Samoa, Fidji a Brisbane, había dicho a Chester Nimitz comandante en jefe de la Flota del Pacífico:

 

-He ahí la línea que hay que mantener a cualquier precio. Yo digo: a todo precio.

 

Y, el 17 de marzo de 1942, los EEUU se comprometieron, por un acuerdo firmado entre Roosevelt y Churchill, a asegurar la defensa de todo el Pacífico, Australia y Nueva Zelanda comprendidas.

 

Los japoneses , no tenían ninguna línea a defender a todo precio. Lo que les pasaba era bastante extraordinario: sus éxitos excedían de sus previsiones más optimistas. Habían conquistado Filipinas, Malasia y las Indias holandesas en menos de la mitad de tiempo que había calculado sus estrategas, y sus pérdidas eran ridículamente inferiores a alas previsiones: 23 navios de guerra que no pasaban de la talla de destructores, 67 transportes y navíos de comercio, algunos centenares de aviones. Este avance sobre el horario necesitó un cambio radical de todos los planes de guerra. Los grandes jefes elaboraron proyectos de ofensiva extremadamente ambiciosos.

 

 

 

(Se acaba aquí el 2º capº. Con un poco de buen sabor de boca para los americanos: llevaban más de cinco meses de contínuas derrotas. Me viene a la memoria el título de un magnífico libro que tengo, del americano John Toland, que trata precisamente de estos temas aquí tratados, y en estas mismas fechas. Se titula en inglés: "But not in shame" (aproximadamente: "Pero no en deshonra"); como subtítulo: Los seis meses tras Pearl Harbor)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Antes de nada, el libro que cité ayer al final: olvidé citar su título. "Banzaï" Six mois de défaites americaines, de Pearl Harbor a Midway. Como mucha de mi biblioteca está en francés. Parece mentira, pero no ha sido traducido al castellano. Los que traduzcan inglés debería tener este libro. Es lo más parecido a una enciclopedia de aquellos azarosos primeros seis meses de 1942 en lejano Pacífico. Trufado de victorias japonesas, pero nunca definitivas.

 

Viene ahora el 3º capº Une victoire du "Reseignement". Podemos traducirlo como Una victoria de la información.

 

 

 

El 8 de mayo de 1942, a unas 500 millas al noroeste de la costa australiana, un portqviones americano dañado ponía rumbo al este, en medio de un tiempo nuboso. Su puente superior estaba reventadose apercibía una brecha abierta; alrededor, trazas de incendios; en el piso de abajo, una guardia permanecía de piey armados a cada lado de una alineamiento de 40 féretros; la enfermería estaba llena de heridos. Este portaviones era el Yorktown. Dejaba las aguas del mar del Coal, donde acaba de de desarrollrse la primera batalla naval importante de la guerra del Pacñifico. En el curso de esta batalla (en la que no estuvo el Enterprise) los navíos de superficie no habían cambiado ni un solo cañonazo. Sin embargo, los japoneses había perdido un portviones y varios transpotes (destinados a una tentativa de desembarcar soldados en la costa norte de Australia). Los americanos había perido un portaviones, el Lexignton, y el Yorktownhabía sido dañado. Tal era la obra de los aviones , americanos y japoneses. Ahora, el Yorktown volvía a Pearl Harbor. A bordo cada uno pensaba que pasaría un gran tiempo inmovilizado; incluso le enviarían a los EEUU para una revisión completa.

 

Pues, el Yorktown entrá en Pearl el 27 de mayo y salió de allí el 30, no para dirigirse a los EEUU, sino para unirse a una fuerza naval. Las reparaciones provisionales que allí sufrió fueron ejecutadas a una velocidad jamás observada en un asteillero americano. Apenas entró en el puerto, el Yorktown fue atracado por grandes bacazas llenas de equipos de obreros, y por así decirlo fue tomado al asalto. No estaba aun amarrado que el ruido de los martillos neumáticosllenaba los oídos, y este ruído se estuvo oyendo sin interrupción durante tres días y medio y tres noches. Los equipos de obreros fueron reemplazados bastante a menudopara que el "tempo" del trabajo no se ralentizara ni un solo segundo. Las últimas gruas y las últomas barcazas no se despegaron del portaviones más que cuando este hubo dejado su puesto de amarre. Las reparaciones fueron suficientes para que el Yorktown estuvo en condiciones de navegar normalmente e incluso de combatir.

 

Sin embargo, ninguna batalla naval swe desarrollaba en los alrededores. NInguna fuerza naval enemiga estaba a la vista, se asistía incluso en todos los sectores del Pacífico en una calmaremarcable. Por su parte, los americanos no preparaban ninguna operación ofensiva a corto plazo. ¿Por qué esta prisa?

 

Esta prisa era el resultado de informaciones obtenidas por el I.S. americano (Intelligence Service). Ninguna fuerza naval japonesa no había sido vista, pero el mando americano sabía que una flota enemiga había abandonado el Japón. Sabía casi de qué navíos estaba compuesta y conocía su objetivo: Midway.

 

El relato de la batalla secreta que permitió obtener estas informaciones , sería probablemente tan interesante, si no más, que el relato de la batalla naval. Desgraciadamente, nada o casi nada se ha filtrado. ¿Cómo se obtenían tales informaciones? ¿Por agentes americanos (o extranjeros)ocultos en Japón? . Su trabajo no debía de ser facil. ¿Por japoneses traidores? ¿Podía haber traidores entre los Samuráis de estos secretos militares tan importantes?Si se trata de contar acontecimientos hipotéticos y, sobre todo, no se podían verificar, los detalles no faltan nunca. Pero sobre una operación de información que tuviera lugar a golpe seguro, cuyos resultados se consideren comprobados, nunca nada. En verdad, los agentes serios raramente obtienen el permiso de contar sus éxitos en los periodícos y, por numerosas razones, no desean incluso hacerlo.

 

En lo que concierne a Midway, la atención del mando fue primero atraída por este hecho que, desde hace un cierto tiempo todas las informaciones provenientes de submarinos y de aviones indicaban para todos los navíos japoneses señalados una sola dirección : la de Japón. Se podía deducir que los japoneses concentraban su flota en vistas de un ataque importante. ¿Pero de un ataque contra qué? ¿Cuándo?, ¿con qué medios?. Todo eso fue conocido por los americanos. El desciframiento por los especialistas de telegramas japoneses interceptados fue uno de los medios empleados. Los japoneses ejecutaron, justo antes de atacar Midway, un ataque de diversión contra Duch Harbor, en las Aleutianas. La certificación del mando americano sobre el objetivo real de los japoneses era tal que ninguno de los barcos americanos en ruta hacia Midway fue desviado de su destino.

 

 

 

(Acabo aquí. Seguiremos mañana)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Pues sí, ya sabemos que por cronología, a partir de ahora vamos a escribir y hablar de Midway.

Al intentar explicar lo que supuso esta batalla en el conjunto de la SGM, se me viene a la cabeza una palabra francesa que refleja exactamente lo que quiero decir. Se trata de "tournant". Tiene dos acepciones: adjetivo; y nombre. Los dos valen, pero es la segunda acepción la que mejor le cuadra: el sustantivo. Su traducción entonces es, en sentido figurado: Momento en el que lo que evoluciona cambia de dirección, se vuelve otro. Y en concreto en el tema que estamos tratando, se convierte en un "momento crucial".

Solo encuentro otro "tournant" semejante en toda la SGM. Si Midway lo fue en el mar, Stalingrado lo fue en tierra firme. A partir de ambos momentos, que luego se demostraron históricos, todo cambió, y nada volvió a ser como antes.

 

Veámoslo, tras un Punto y Aparte doble.)

 

 

 

"La batalla de Midaway fue una operación naval demasiado complicada para ser relatada aquí en todos sus detalles, incluso admitiendo que yo pude reunir todos los elementos diversos, y que estoy autorizado a revelar", escribía en 1942 el corresponsal de guerra americano ugene Burns. Ninguna batalla aeronaval se puede relatar en todos sus detalles. Yo mismo tengo la comnvicción (escribe Georges Blond) de que los historiadores navales más concienzudos y que hayan estudiado todos los documentos contenidos en los archivos marítimos no podrán nunca contar la batalla de Midway con precisión de punta a cabo. Encontramos en los documentos desvíos horarios irreducibles, así como indicaciones contradictorias sobre tal movimiento del enemigo o sobre la composición de tal grupo.

Eso no es nada sorprendente. No hay que olvidar que un gran número de informes utilizados han sido establecidos por hombres "que no habían visto al enemigo más que durante algunos segundos mientras que pasaban cerca de ellos a 500 kms/h y estando sometidos a su fuego". A partir de un cierto grado de intensidad, la realidad de un acontecimiento comienza a escapar al hombre, sobre todo si estos acontecimiento se desarrollan en tres dimensiones, sin contar la del tiempo. Sin embargo, Midway no es todavía una batalla lo suficientemente importante (en comparativa con las siguientes) para que se la pueda considerar en su conjunto, a condición de no hipnotizarse sobre cuestiones de minutos o aún de segundos.

 

 

Midway es un atolón situado, como su nombre indica, en medio del Pacífico; 28º grados latitud norte, a 5.500 (¡¡¡) kms de S. Franisco, y a más de 2.000 kms. de Hawai. Desde la toma de Wake por los japoneses, los americanos se dedicaron a fortificar este nuevo puesto avanzado. Pero no se trasforma un atolón en plaza fuerte en algunas semanas cuando cada obús, cada saco de cemento enviados de la metrópoli deben recorrer una distancia más grande que París-Nueva York. Las primeras informaciones sobre el ataque proyectado por los japoneses hicieron aparecer claramanete que Midway estaba perdido si todas las fuerzas americanas no se precipitaban en su socorro. De ahí la llamada al Yorktown dañado y su reparación a toda velocidad. Si se traza sobre un mapa del Pacífico el trayecto recorrido por este portaviones desde el Mar del Coral, se obtiene una línea de más de 9.000 kms. El 2 de junio 1942, dos Task Force se reunieron en alguna parte al nordeste de Midway. El contralmirante Fletcher llegaba con el Yorktown, más dos cruceros pesados y cinco destructores; el contralmirante Spruance, con el Enterprise y el Hornet, más cinco cruceros pesados, un crucero ligero y 9 destructores; 35 submarinos fueron desplegados. Fletcher tomó el mando de la escuadra, Spruance el de los portaviones. En lo que siguió de guerra, el mando de escuadras americanas debía a menudo estar repartido así entre dos almirantes. Todo eso no estuvo siempre ni muy claro, ni muy satisfactorio. Retengamos que en Midway, según opinión general, Spruance mandó. Halsey convalecía entonces de su enfermedad de la piel en los EEUU. Spruance tenía 60 años, como Halsey. Pero, aquel, ninguna expansión, ni una palabrota: exactamente lo contrario. A Spruance se le conocía como: "la Máquina humana". Impasibilidad, frialdad, eficacia. Todo esto se leía en su cara. A los 8 años había decidido que sería almirante. No practicaba ningún deporte, excepto la marcha.

 

En Midway, los oficiales al corriente de la amenza japonesa esperaban con impaciencia la llegada de la escuadra de socorro. Se habían mejorado mal que bien las defensas de las baterías de costa; se sembraban las playas de minas anticarro. Los únicos aviones de caza existentes eran los Brewster (Buffalo) aparatos de un tipo ya un poco obsoleto; había 24. Enviar otros cazas a Midway había sido considerado como una tarea imposible porque estos aviones no podían franquear ellos mismos la distancia Hawai-Midway, y que los portaviones tenían otra cosa que hacer que trasportarles. Se habían enviado algunos bombarderos del Ejército, ligeros y pesados. En suma, las fuerzas aéreas reunidas en Midway fueron finalmente estas: 23 cazas Buffalo, 34 bombarderos en picado SBD Dauntless o Vindicators pertencientes al USMC; seis aviones torpederos modernos TBF Avenger; cuatro B-26 Martin, del Ejército, bombarderos "ligeros" de 12 toneladas; diecisiete B-17 Fortalezas Volantes, con radio de acción de 5.000 kms; y 30 hidroaviones PBY Catalina.

 

 

Varias veces por día despegaban patrullas desde Midway. El Intelligence Service había anunciado una flota japonesa comprendiendo 4 portaviones, 4 acorazados, 7 cruceros, y 22 destructores. Nadie a la vista. El tiempo era claro, salvo a partir de las 300 millas al nordeste de Midway, donde existía un sistema nuboso. Los días pasaban y las patrullas no descubrían nada, solo la superficie desierta del mar.

 

Visto desde un avión volando a gran altitud, el mar se parecía a un suelo de cemento. Tanto parecía liso e inmovil. El 3 de junio por la mañana el alférez de navío Reid, que pilotaba un Catalina a 700 millas al sudoeste de Midway, distinguió sobre esta extensión inmovil una línea de objetos negros minúsculos, no más gruesos, que hormigas, aparentemente inmóviles, ellos también, pegados sobre el cemento. Envió enseguida un mensaje. Los pilotos de reconocimiento según las circustancias, o bien observaban silencio-radio ( a fín de que el enemigo no supiera que había sido descubierto) y volvían a informar a su base, o bien enviaban inmediatamente un mensaje, estimando demasiado débiles sus posibilidades de retorno normal. Una vez, uno de ellos, tras haber descubierto al enemigo y radiar su posición, terminó así: "Ruego prevengan a mis familiares".

 

La fuerza naval divisada por Reid comprendía cruceros, trasportes de tropas y destructores, en total 11 navíos. Nada de portaviones. Poco después de la recepción del mensaje, 9 Fortalezas Volantes despegaron de Midway. Llegaron encima de la formación japonesa al fin del mediodía, cuando todavía se encontraba a cerca de 1.000 kms de Midway. Ningún avión enemigo en el aire: los japoneses sin duda no habían imaginado que serían atacados estando aún tan lejos. Los pilotos americanos no habían visto nunca fuego enemigo. Lanzaron las bombas y obtuvieron algunos impactos. A su vuelta, pensaban haber tocado al menos a dos acorazados. Los oficales de marina que les interrogaron comprendieron que un crucero y un trasporte habían sido más o menos incendiados, otros navíos ligeramente alcanzados. Era cierto que los japoneses continuaban avanzando hacia Midway.

 

Entre Midway y Pearl Harbor, el telex funcionaba. Desde su despacho, el almirante Nimitz, comandante en jefe de las fuerzas del Pacífico, seguía la progresión de la formación nipona. Esto no podía ser más que una parte de la flota anunciada. ¿Dónde se encontraban los portaviones y los acorazados? Las otras patrullas del día no habían descubierto nada. Nimitz miraba sobre el mapa el punto estimado de las dos Task Force americanas, al noreste de Midway. Estaban todavía demasiado alejadas para poder lanzar utilmente sus aviones. A esta hora, solo los aparatos de Midway podían colocarse ante la formación japonesa ya descubierta. Pues, esta se encontraba todavía más allá del radio de acción de los bombaderos picado y de los torpederos de la Marina. Caía la tarde. Los pilotos de los bombarderos del Ejército no poseían la experiencia necesaria para operar de noche sobre el mar. Quedaban los hidroaviones Catalina. El comandante de las fuerzas aéreas de Midway decidió utilizar estos aparatos. La oscuridad, pensó, les protegería. Cada uno de ellos llevaría un torpedo.

 

Los Catalina habían patrullado toodo el día. Se buscaron los aparatos en estado de volver a salir inmediatamente. Se encontraron cuatro, cuyos depósitos fueron enseguida repostados. Entre los numerosos voluntarios para la misión de noche, se eliigió a los aviadores menos fatigados. Algunos instantes más tarde, los defensores de Midway oyeron en la noche el ronquido de estas cuatro pesadas ballenas que levantaban olas sobre el agua del lagoon antes de despegar. La superficie del oceano estaba absolutamente calma. No se oía otro ruído que el de estos 4 hidroaviones alejándosé. Pronto, no se les oyó más.

 

La expedición nocturna avanzaba lentamente por encima del mar. Bajo la claridad lunar, la superficie del mar parecía aún más lisa y más inmovil que en pleno día: petrificada, tan muerta como las grandes planicies de la luna. En el interior de los aparatos, los hombres permanecían silenciosos. Cada Catalina trasportaba 7 hombres. El grupo estaba mandado por el Tte. William Richard.

 

 

 

(Mañana tendremos noticias de estos hidroaviones en su vuelo nocturno. Intento imaginarme el sentimiento de responsabilidad de estos aviadores. Y todos eran novatos.)

 

Saludos

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Me viene a la memoria el título de un magnífico libro que tengo, del americano John Toland, que trata precisamente de estos temas aquí tratados, y en estas mismas fechas. Se titula en inglés: "But not in shame" (aproximadamente: "Pero no en deshonra"); como subtítulo: Los seis meses tras Pearl Harbor)

 

Saludos

 

 

Como siempre muy interesante relato. Gracias por compartirlo y por el esfuerzo qus supone.

En cuanto a la traducción del título "But not in shame", aunque "shame" significa vergüenza y supongo que hace referencia a que no deberían de tener vergüenza por los primeros reveses sufridos en el Pacífico, creo que en castellano sería más correcto traducirlo como "Pero sin deshonor".

Nos tienes en vilo con cada capítulo.

 

Saludos.

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Buenasss

 

(Gracias, Espiral. Sí, efectivamente, tiene más expresividad tu acepción. Mi inglés es para-salir-del-paso.

Siguen animándome apoyos como el tuyo. Lo malo es que a veces no puedo cumplir como yo quisiera. Anoche, sin más, me quedé sin línea otra vez. Frustración y cab..eo. Voy a empezar a no quejarme (como decía la canción: no sirve de ná) Así que hoy hasta que el cuerpo aguante...

 

Y ahora, a por lo que viene. Lo de Midway va a ponerse al rojo (lo digo porque lo preparo un poco antes de ponerme al teclado :rolleyes:). Y, caray, porque me sé lo que vino a continuación.

Considerar un punto y seguido.)

 

 

 

A la 1h 20, el observdor de a bordo telefoneó a Richard: "Objetivo a la vista". Richar vió enseguida los navíos: dos largas columnas de negros barcos bastante grandes, rodeados de otros más pequeños; se distinguian las estelas, pegadas a la popa de los barcos como colas rígidas. Richard tomó primero altura y describió un círculo para verificar que su propia formación estaba al completo. No vió detrás de él más que un solo hidroavión. Durante varios minutos, patrulló así, en la esperanza de ver llegar a los otros; el compañero le seguía docilemnte en la oscuridad. Renunciando a esperar más, Richard se dirigió a la parte trasera de una de las columnas japonesas, después descendió en vuelo planeado hacia el barco que le pareció más grande, el más alto sobre el agua. Por un segundo pensó que podría ser un portaviones. Pero no. El navío estaba justo delante del hidroavión, apenas un poco más bajo, perfectamente iluminado por la luz de luna, y aproximándose a toda velocidad. Era un transporte. Su superestructura tenía algo de rechoncho, de extraño como las formas de todos los navíos japoneses, pero era simplemente un transporte. Richard distinguía sobre el puente las redes de las bodegas, habría podido ver a los hombres si hubieran estado a la vista. Las líneas de las balas trazadoras surgían de la proa y de la popa y pasaban graciosamente por delante del hidroavión, siempre tan lentamente, parecía, juntándose con las que llegaban de otros barcos. Richard veía todo eso con la visión global instantánea del aviador. La chimenea del barco humeaba lentamente, exactamente como en tiempos de paz. Pero el interior debía de estar lleno de hombrecitos amarillos farfullando en una lengua incomprensible. Habían venido desde 4.000 kms., desde Japón, y Richard y sus compañeros se encontraban a 6.000 kms. de S. Fco. Richard lanzó su torpedo. Seguido, viró sobre el ala y se elevó describiendo curvas. El segundo piloto y el artillero de atrás vieron llamas y una columna de humo elevarse del cargo.

 

El cilindo lumnoso de un proyector agujereó el crepúsculo lunar; luego otros. El gran vientre claro del otro hidroavión fue atrapado conn sus luces. A pesar de ello el hidro descendió y lanzó. El navio japonés vió el torpedo y le evitó maniobrando. El aparato no fue alcanzado por la DCA. Algunos segundos más tarde, ya estaba de nuevo tras el hidro del jefe de grupo, con su cola aún iluminada por los proyectores. Luego las luces se movieron, registrando el cielo.

 

El tercer hidroavión, tras haber errado, acabó por encontrar el objetivo. Llegó cuando la formación japonesa se ponía en órden. Lanzó el torpedo, del que no pudo observar ele efecto, y remontó enseguida. Ël tampoco fue alcanzado. Pero como había malgastado su combustible al extraviarse, tuvo que amerizar. La tripulación fue recogida cuatro días más tarde por un destructor. El cuarto PBY perdió el contacto, no encontró nunca el objetivo y volvió al alba a Midway, casi sin comb ustible.La opinión general fue que a los Catalinas los había favorecido la suerte. Estaba claro que el enemigo continuaba aproximándose a Midway. El grueso de sus fuerzas no había sido aún descubierto.

 

El 4 de junio, una hora después de levantarse el sol, el alférez Howard Ady, comandante de un PBY Catalina que volaba por el borde del sistema nuboso, a 350 kms. al noroeste de Midway (desde la víspera el sistema se había acortado) descubrió dentro de un aguacero un hidroavión no americano, volando bajo. Hojeó el libro de siluetas que le tendía ya el copiloto. El desconocido era un Kawanisi 94 catapultado. Se veían bien las puntas de sus dos flotadores, que sobresalían de las alas. Su forma difuminadase se deslizaba de forma regular sobre la superficie gris del mar. Desapareció en la lluvia, hacia el sudeste. El Catalina salió de la lluvia. Delante, ligeramente a la izquierda, había un crucero japonés, solo. Las cuatro torres de su artillería principal se distinguían perfectamente sobre su proa; atrás, una de las catapultas estaba colocada aún en posición axial. En un segundo, Ady se preguntó si enviaba un mensaje. Todavía no. El PBY entró en una nube y el crucero desapareció. Algunos minutos más tarde, el sol resplandeció. Todos los miembros de la tripulación que miraban hacia adelante lanzaron una exclamación al mismo tiempo. Una línea de navíos se alargaba sobre el mar casi hasta el horizonte.

 

Con su mano izquierda, Ady apretó el conmutador de su emisor de larga distancia, que estaba en "Recepción", y le puso en "Emisión-Recepción". Inclinó ligeramente la cara y se puso a hablar claramente por el micrófono: "Aquí Daphne. Aquí Daphne. Numeros navíos en el... (número de un cuadrado convencional trazadoo sobre el mapa), ruta al 135. Dos portaviones. Dos presuntos grandes acorazados. Cruceros y destructores, muchos detrás. Aquí Daphne. Aquí Daphne. Numerosos barcos en el..."

 

 

 

(Aprovechando un Punto y aparte doble, subo lo traducido.)

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Todos los aviones de Midway (¡no eran tan numerosos¡) tuvieron el tiempo de tomar el aire. Los Brewster Buffalo se lanzaron ante el emjambre japonés, mientras los otros aparatos depegaban para ir a atacar a los barcos. La primera sbomba cayó sobre Midway a las 6h 30. Los aviones japonese abordaron Midway por el norte, por oleadas de 60 a 80 aparatos. Un observador llegó a contar 180 por encima del atolón. Los pilotos nipones eran de primera clase, casi tan hábiles y tan determinados que los que habían atacado Pearl Harbor. Cada bombardero lanzaba primero una bomba grande en vuelo horizontal, a 3.000 m.; después picaba lanzado dos bombas ligeras y ametrallando, acompañado de los Zero de escolta. Por así decir no había cazas americanos en el aire. La DCA hacía todo lo que podía, pero el ruido de sus cañones parecía muy debil en medio del trueno de las explosiones y del rugido ininterrumpido de los bombarderos en picado. Sobre los emplazamientos militares desiertos (todos los hombres estaban en los abrigos)donde no existían más que estos valerosos islotes de la DCA, se veían surgir geiseres de tierra, llamas y fragmentos. Las llamas de los depósitos de combustible se elevaban enormes y rugientes, a una altura fenomenal. Se tenía la impresion que los japoneses eran dueños del aire por encima de Midway. Los Zeros volaban a toda velocidad y en todos los sentidos, como avispas, ametrallando todo lo que veían en medio de la humareda.

 

El ataque duró cerca de media hora. Los daños fueron considerables. Su importancia no fue revelada en los primeros comunicados desde Midway. Tan pronto como los aviones japoneses se alejaron, el comandante de la Aviación hizo emitir el mensaje siguiente: " Orden a los cazas de aterrizar. Reaprovisionamiento de gasolina por divisiones. Quinta división primero". Dos aviones vinieron a posarse sobre el cemento del aerodromo, ante los hangares aplastados y en llamas. De los 24 Buffalos, quince habían desaparecido; siete habían aterrizado aquí y allá, gravemente dañados. El choque con el emjambre de asaltantes había tenido lugar a 35 kms. de Midway. Se supo más tarde que una cuarentena de aviones japoneses habían sido abatidos, tanto por la DCA como por los Buffalos: éxito remarcable, vista la desigualdad de fuerzas. Ahora, los hombres, salidos de sus refugios, reunían a los heridos y los muertos de la DCA así como los botes de conservas y los cigarrillos diseminados de los almacenes destruídos, que jalonaban el suelo. Se empezaron las reparaciones más urgentes. A la vez que desescombraban las ruinas, los defensores de Midway echaban una mirada inquieta a las pistas de su aerodromo absolutamente intactas. Los japoneses habían bombardeado las otras instalaciones para reducir la artillería al silencio y para privar a los aviones de Midway de todo reavituallamiento, pero, en cuanto a las pistas, que se hubiera tardado mucho en reconstruir, habían tenido cuidado de no tocarlas. Contaban con servirse de ellas pronto.

 

 

Los ataques de los aviones salidos de Midway contra los barcos japoneses tuvieron lugar a las 8h 10, 8h 11, 8h 30 y 8h. 34. Entre 15 y 30 minutos aprox. Cuatro grupos despegaron sucesivamente de Midway. Los primeros en llegar a los objetivos fueron los seis Avenger del Tte. Fieberling. La órden formal de Nimitz era de tocar a los portaviones japoneses. Estos navegaban bajo la protección de una nube de cazas y rodeados de cruceros y destructores. Los torpederos descendieron a sesenta metros, ejecutando lo que los historiadores americanos han llamado " a gallant attack" (en inglés en el original. N. del T.) "Se tiende a pensar que este grupo alcanzó un navío enemigo de lleno", informó el comunicado oficial. En realidad, el único piloto superviviente, el Tte. de navío Earnest, que regresó con su aparato dañado, no pudo observar más que muy mediocremente los resultados del ataque. Los otros cinco aviones fueron abatidos. Dos de ellos incluso antes de haber podido lanzar su torpedo. Los pilotos japoneses manifestaron una temeridad igual a la de sus adversarios, persiguiendo a los aviones torpederos incluso dentro del campo de tiro de sus propios barcos.

 

Los cuatro bombarderos Martin B-26 del Ejército armados de torpedos llegaron encima del objetivo cuando el ataque de los aviones torpederos se acababa de desarrollar. Los Zeros se precipitaron a su encuentro. El capitán Collins, al mando, dió la órden de zambullirse en un picado para lanzar los torpedos. Ël mismo se lanzó sobre un portaviones, 700 m. de distancia y a 70 m. de altura. El Tte. Muri, segundo de su grupo, le imitó. Los dos aparatos pasaron sobre la proa del portaviones, subiendo casi verticalmente a través de un impresionante telón de proyectiles. Collins vió arrancado su tren de aterrizaje, el artillero trasero de Muri resultó muerto y el motor empezó a arder. Otro B-26 cayó al mar. El portaviones atacado, tal vez alcanzado (se elevó una columna de agua) viró cerrado sobre la derecha. Era el Akagi. Era dificil de decir con seguridad si había sido tocado. Pero la escuadra japonesa empezó a perder su impecable formación.

 

Algunos minutos más tarde, y los dieciséis bombarderos en picado SBD Dauntless del mayor Henderson aparecieron en el cielo. Diez pilotos de este grupo hacía solo una semana que se habían unido a la escuadrilla; ignoraban casi completamente el bombardeo en picado. Por esta razón, Henderson había decidido reemplazar este modo de ataque por un bombardeo "deslizante". La formación describió un amplio círculo para ganar altura. "Yo contaba 63 barcos durante esos minutos que precedieron al ataque, contó un aviador. Al mismo tiempo que la DCA ajustaba sobre nosotros un tiro preciso, fuimos asaltados por una nube de Zeros. Yo me moría de miedo..." En el momento en que Henderson comenzaba el deslizamiento, su aparato fue tocado y abatido. El capitán Glidden tomó inmediatamente el mando, dirigiendo el grupo hacia el portaviones Kaga. Los Dauntless continuaban a perder lentamente su altitud, mientras que por debajo de ellos el Kaga maniobraba violentamente; se vió a sus escoltas próximos apartarse de él como de una gran oso vuelto furioso. Varios de los SBD que se deslizaban oblícuamente cayeron en llamas al mar. Los bombarderos supervivientes descendieron hasta los 150 m. y lanzaron sus bombas sobre el Kaga. Tres bombas alcanzaron el puente del navío, de donde se elevaron columnas de humo. Cada vez que un bombardero se enderezaba tras haber lanzado, los Zeros caían sobre él. "Nuestro aparato estaba enzarzado con ocho Zeros, contó otro aviador. Fui alcanzado en la pierna derecha. Los remolinos de aire lanzaban sangre a mis gafas, tanto que yo apenas veía o que pasaba a mi alrededor. El avión tenía un enorme agujero en su estabilizador. Mi radio no funcionaba, todos mis instrumentos de a bordo estaban llenos de sangre. Como no podía hacer otra cosa intenté reparar la tubería del combustible. Finalmente, el motor cesó de funcionar. El contacto con el mar fue brutal, pero el aparato flotó, y pudimos poner la balsa a flote". La acción de este grupo duró en total trece minutos. De dieciséis aviones, solo ocho lograron regresar a Midway, dos de ellos completamente fuera de combate.

 

Es imposible saber de forma certera si las 15 Fortalezas Volantes del Tte. cnel. Sweeney llegaron al objetivo inmediatamente antes o después de los 11 SBD VIndicators del Cmte. Norris, ni a qué altura bombardearon estos aviones, ni si obtuvieron algún impacto directo. Todo indica a creer que lanzaron sus bombas desde lo alto, sin obtener impactos, pero aumentando seriamente el desorden en la escuadra japonesa. En cuandto a los SBV Vindicaators, recibidos por una defensa verdaderamente desesperada de los Zeros concentrados alrededor de los portaviones, renunciaron a llegar a estos objetivos. Norris picó deliberadamente sobre el acorazado Hiei, seguido por todo su grupo. Dos bombas le dieron de lleno. Subió el humo. El Hiei empezó enseguida a escorar. Los Vindicator dieron media vuelta. Solo dos de ellos se vieron obligados a amerizar antes de llegar a Midway.

 

Nimitz resume así la situación después de estos ataques. "Las fuerzas aéreas de Midway habían golpeado a plena potencia, pero los japoneses no habían sido en absoluto derrotados. Una decena de sus barcos habían sido dañados, de los cuales 1 ó 2 cargos hundidos. Esto no constituía más que una debil pérdida para la potente flota de 80 navíos que convergían sobre Midway. La mayor parte de nuestros aviones capaces de lograr impactos directos habían sido destruidos. Tres de los portaviones japoneses estaban aún intactos, o muy poco dañados".

 

En Midway la moral estaba baja. Los aviadores supervivientes de los combates insistían sobre la importancia de la flota enemiga en marcha hacia Midway. "Sesenta y tres barcos, estamos perdidos", repetía un artillero del grupo Henderson. Otro añadía: "Todo el Japón está en camino para atacarnos". La mayor parte de los aparatos que volvieron estaban dañados y faltaba de todo para repararles. Las defensa aéreade Midway prácticamente habían dejado de existir. Cantidad de defensores estaban impresionado por el espectáculo de sus ruinas y el relato de los aviadores hasta tal punto de olvidar la presencia de la flota americana esperada, o de no tener esperanza en su intervención. Todos, incluso los más determinados a defender el atolón hasta la muerte, se representaban la fuerza naval japonesa como un elefante colosal sobre el que se lanzan piedras con la esperanza de verle parar, al que solo se le pude herir un poco, pero que aún así continúa a avanzar sacudiendo la trompa furiosamente.

 

Y lo sorprendente fue que a causa de los ataques aéreos, el elefante japonés cesó de dirigirse al atolón. Dió media vuelta. La escuadra japonesa puso rumbo al noroeste, dividiéndose en dos grupos idénticos. Esta maniobra, que a veces ha sido representada, en los primeros relatos sobre Midway, como una renuncia, como una retirada antes del combate, debió tener como orígen el deseo de poner a los portaviones japoneses al abrigo del sistema nuboso al que se ha hecho mención anteriormente.

 

 

 

(Paramos aquí, cuando la batalla ya está empeñada. Con las espadas (los aviones) en alto. Era el primer enfrentamiento serio, y mucho dependía de él. La mayoría, en ambos bando, no sabían aún cuánto.)

 

Saludos

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Buenasss

 

 

(Sigue Midway. No perder el hilo. Ahora ya va todo seguido. Empieza con una decisión dificilmente comprensible.

Apenas un punto y aparte.)

 

 

 

El mando japonés, sin esperar obtener un efecto de sorpresa tan fulminante como en Pearl Harbor,no había sin embargo contado encontrar en Midway más que fuerzas débiles. La presencia de las Fortalezas Volantes entre los asaltantes de la mañana le inquietó y le hizo pensar que la guarnición de la isla había sido considerablemente reforzada. Destructores japoneses detectaron la presencia de submarinos americanos en las cercanías. El efecto sorpresa había fallado. En fin, es casi cierto que el Enterprise y el Hornet acababan de ser situados por los aviones de exploración japoneses. Pero también era cierto que los japoneses no iban a renunciar, pero su mando sintió el deseo de amparar los portaviones, de evaluar, de mirar con perspectiva, tal vez de reflexionar sobre los medios de atacar Midway desde otra dirección. Pues toda fuerza organizada en vista de un ataque determinado pierde mucho de su valor cuando el imprevisto en lugar de hacerle precipitar su movimiento, lo ralentiza y tergiversa.

 

 

Al norte de Midway, las dos Task Force americanas tomaban ruta hacia el lugar de la acción a toda velocidad. Una bruma fría y ligera velaba el horizonte. El Enterprise y el Hornet navegaban en cabeza, cada uno envuelto en su "écran" (pantalla). Dos portaviones japoneses solamente había sido señalados, por ello el Yorktown era guardado en reserva, ligeramente detrás. A bordo de los portaviones, los pilotos habían sido despertados a las 3 horas. Desde las 4 estaban sentados totalmente equipados en los sillones de cuero en sus ready-rooms climatizados, leyendo sobre las pantallas trasparentes luminosas las informaciones que llegaban sin cesar sobre el ataque nipón contra Midway. Desde el descubrimiento del grueso de la flota enemiga, los altavoces de varios navíos fueron conectados desde la radio de los aviones de Midway. Las tripulaciones pudieron así asistir al bombardeo del atolón y a la defensa desesperada de los cazas. Después fue el tiempo, para los pilotos de los portaviones, de dirigirse a sus aviones. Cuando llegaron a los puentes de vuelo, la niebla se había disipado. La flota americana navegaba con tiempo claro y luminoso. El órden de despegue fue el siguiente:

 

Despegaron sucesivamente del Hornet: 35 bombarderos en picado Dauntless, 15 torpederos Devastator(atención a la impresionante foto de toda la escuadrilla que envié a Rocko, y que éste subió al Foro: está tomada desde la cubierta del portaviones. Nunca más se les volvió a ver. N. del T.), 10 cazas F4F Wildcat. Y del Enterprise también de forma sucesiva y a las 7h 50 aprox. 35 SBD Dauntless, 14 aviones torpederos, 10 cazas. A las 8h 40, se juzgó peligroso guardar aviones del Yorktown sobre la pista y se hizo tomar aire a 17 Dauntless, 12 torpederos y 6 cazas. Guardaron en reserva 17 Dauntless destinados al ataque del o de los portaviones japoneses aún no descubiertos.

 

He aquí qué resultados obtuvieron estos aparatos. Los bombarderos y cazas del Hornet no encontraron al enemigo. Los japoneses habían virado al noroeste, como hemos dicho, y, en el puento estimado indicado a los pilotos, no había nada. Los bombarderos y los cazas del Hornet, pusieron entonces rumbo al sudoeste para continuar su búsqueda.

 

Los aviones torpederos del Hornet estaban mandados por el comandante John C. Waldron. Este grupo, 8º grupo de aviones-torpederos, (el de la foto de grupo que también le envié y que ha subido Rocko, VT-8. N. del T.) habiéndose separado de los bombarderos y de los cazas durante la aproximación, buscó al enemigo en una direccion diferente (la buena) y le descubrió aprox. a las 9h 20. La búsqueda les había costado casi todo su combustible. Localizado al enemigo, Waldrón pidió por radio dar la vuelta, y repostar antes de atacar. Spruance hizo responder: "Ataque inmediatamente". La escuadra japonesa formaba una línea de 15 kms. de longitud. Sin escolta, igual que los aviones-torpederos de Midway, los aviones-torpederos del Hornet descendieron a su altitud de lanzamiento y avanzaron en vuelo horizontal lento hacia sus objetivos, en medio de la caza japonesa desenfrenada. El previsible resultado se produjo: el 8º grupo de aviones-torpederos fue totalmente aniquilado. Se vió a los aparatos caer en llamas al mar uno detrás del otro. Ni uno solo volvió a posarse sobre el Hornet. El único superviviente de todos los aviadores de este grupo fue el alférez de navío George H. Gay. Cuando su aparato fue abatido, Gay se sostuvo en la superficie del mar agarrado a un cojín de su asiento despedido del aparato. "Me sumergí rápidamente para intentar sacar a mi artillero trasero (herido), contaba, pero no lo logré. Lo primero que ví al volver a la superficie fue un enorme portaviones japonés que se dirigía derecho hacia mí. Había aviones aterrizando . Encontré interesante el espectáculo, pero me hubiera gustado más no verlo desde tan de cerca. A unos 500 m. de mí viró a la derecha, imitado por el crucero que le acompañaba, que me paso a 450 m." Gay no infló su bote de caucho antes de la noche para no ser visto por los japoneses, y asistió así, con la cabeza a ras del agua, a la continuación de la batalla de Midway. (Acabo de recordar otra foto, esta en color, en la que se ve al Cmte. Waldron y su artillero, en un primer plano, despegando del Hornet por última vez a bordo de su Devastator. Es muy emotiva. Y así se lo indiqué a Rockofritz cuando se la envié; y que para su publicación subió al Foro. N. del T.)

 

Gay llevaba en el mar menos de una hora cuando vió llegar un nuevo grupo de aviones-torpederos americanos. Esta vez era el 6º grupo, perteneciente al Enterprise. Según la elegante expresión de los comunicados, este grupo iba a "operar independientemente". Se daba por sobreentendido, en ésa época, que siempre se debía enviar al ataque primero a los bombarderos en picado; después, bajo la protección de los cazas, los lentos aviones-torpederos venían a dar la estocada a los navíos enemigos heridos. Se ha visto, se va a ver, este escenario sufría de temibles excepciones. Así, aquella mañana, los cazas del Enterprise habían adelantado a sus propios aviones-torpederos. Les esperaron encima del objetivo durante una media hora. Su combustible bajaba. No viendo ningún caza japonés (los Zeros debían estar reavituallándose) el comandante de los cazas del Enterprise, señaló: "No hay patrulla de combate en el aire". E hizo dar media vuelta a su grupo. Algunos minutos más tarde, los aviones-torpederos del Enterprise llegaron. Los Zeros estaban en el aire. El 6º grupo eligió como blanco al portaviones Kaga, ya tocado. Los pilotos americanos debieron franquear una cortina de DCA formidable y avanzaron a baja altura bajo el fuego de veinticinco cazas japoneses. La suerte les fue menos esquiva que a los del Hornet, ya que, de 14 aparatos, 4 lograron escapar. Los otros diez fueron derribados.

 

Los escapados estaban todavía a la vista, desfilando hacia el sureste y subiendo penosamente cuando el espectador que seguía con la cabeza apenas sobre el agua vió aproximarse una nueva formación de aviones-torpederos, esta vez acompañados de cazas. El 3º grupo de aviones torpederos pertenecía al Yorktown y llegaba con dieciséis cazas , los suyos, más los del Enterprise, rencontrados en el camino y que habían decidido escoltar a estos atacantes.

 

 

 

(Voy a subir el texto...)

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Pero una fatalidad ineluctable debía pesar aquella mañana sobre el conjunto de todos los aviones-torpederos empeñados, pues Gay vió claramente a los cazas americanos , atacados por Zeros más numerosos y rápidos, envueltos, cada uno luchando por su vida, ser finalmente separados de los aviones-torpederos, que, exactamente igual que sus predecesores, avanzaron hacia su objetivo en vuelo horizontal lento y al descubierto, cargados por otros Zeros. Gay vió que siete de ellos caían ardiendo antes de haber podido lanzar. Los cinco últimos lanzaron sus torpedos sobre el portaviones Akagi. Tres de entre ellos fueron abatidos inmediatamente después. Sobre los doce aparatos atacantes, solamente dos volvieron a bordo.

 

 

Los comentaristas militares raramente improvisan. Sobre los 41 aviones-torpederos en acción aquella mañana, 35 habían sido abatidos, y no es seguro que un solo barco enemigo fuera tocado. Pero, hacen remarcar los comentaristas, estos ataques impidieron a los portaviones (enemigos) de maniobrar para lanzar sus bombarderos; además, los japoneses, temiendo particularmente los torpedos, consagraron todos sus cazas a defenderse contra los aviones-torpederos, de suerte que no hubo más que pocos Zeros prestos a intervenir cuando llegaron los bombarderos en picado del Enterprise y el Yorktown. Eso es verdad. No hubo entre las dos tácticas, lo ortodoxo y su contrario, más que una diferencia de economía en vidas humanas y en material.

 

 

 

(Termino esta noche admirando el sacrificio consentido de sus vidas de las dos escuadrillas de aviones-torpederos (6º y 8º Grupos). He leído que últimamente ha surgido algún libro, en los mismos EEUU, que pone en cuestión la táctica de combate que los mandos americanos impusieron a estas dos unidades en esta acción en concreto. Indican los autores que se ocultaron en su día las flagrantes deficiencias al más alto nivel que llevaron al desastre de esos Grupos. Amparándose en la inmediata posterior "gran victoria obtenida". Buscaré la crítica sobre este libro en particular que leí en una revista hace algún tiempo y, aunque en inglés, la subiré al Foro.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(A ver si esta noche seguimos tan "colgados" como yo acabé anoche. Y no era para menos: al recordar a los Catalina bajando de noche hasta casi el nivel del mar para intentar torpedear a la "gran flota japonesa". Hacía falta bemoles en plena oscuridad... Viendo lo que viene espero se mantenga la tensión (y el interés).

Así que tras un punto y Aparte doble...

 

 

 

Los bombarderos en picado americanos hubieran debido llegar sobre el objetivo al mismo tiempo que los aviones-torpederos, e incluso un poco antes. Ya lo he dicho, las escuadrillas se separaron, el objetivo no se encontró allí donde donde debiera haber estado, y cada grupo lo buscó en tal o cual dirección. El Grupo del Hornet no lo encontró. Estos bombarderos dieron media vuelta, varios cayeron al mar por falta de combustible, otros pudieron llegar a Midway.

 

El Tte. al mando Clarence W. McClusky, comandante del Grupo de bombardero en picado del Enterprise, descubrió al enemigo tras haberle buscado durante más de una hora a 6.000 m. de altitud. Divisó por fin, a mitad de distancia del horizonte, un hilo blanquecino estirado sobre el azul profundo del mar. Eran los humos japoneses. McClusky envió un mensaje al Enterprise y desplegó sus aviones. Estaba sorprendido de no ver a ningún caza japonés elevarse al ataque de su formación. Al aproximarse al objetivo y mirando mejor vió que los Zeros no estaban ausentes en absoluto. A más de 5.000 m. por debajo de él, su nube de avispas se empleaba en la eliminación de los aviones torpederos. Se podía distinguir con claridad dos grandes portaviones y uno más pequeño. Los cruceros de escolta se mantenían ahora a gran distancia (a varias millas) de los portaviones a pesar de que los destructores permanecían cerca de los grandes barcos y seguían todas sus evoluciones tan fielmente como si fueran peces-pilotos. En este momento, el Grupo de bombaderos en picado del Yorktown se unió a los del Enterprise, dividido en dos secciones, visó a los portaviones Soryu y Kaga. Los aviones del Yorktown picaron sobre el Akagi.

 

Los puentes de vuelo se aproximaron, crecieron, crecieron, netos, moviendose un poco el emblema del Sol Naciente cada vez más evidente en mitad de la pista; a popa brillaban las alas de los aviones allí reunidos. A derecha e izquierda del puente del Kaga, aparecieron géiseres blancos de las primeras bombas, que no acertaban. De repente, un resplandor blanco y rojo brilló vívamente en la popa, abriéndose como una flor; se elevaron grandes llamas. Otra bomba desapareció a través del puente: (recordar lo alto del techo del hangar de aviones de los portaviones japoneses. Que además estaba "al aire" N. del T.) se vió brotar por la abertura, lento y a gran altura un geiser de fragmentos. Los Zeros empezaron entonces a subir hacia los asaltantes, pero el ataque continuó. El Soryu, alcanzado varias veces, se puso a arder, también él, mientras que bombarderos iban cayendo al mar. De los 33 bombarderos en picado del Enterprise, se perdieron 18. El último que se alejaba lanzó su bomba sobre un destructor que se paró en seco, como pegado al mar, vomitando vapor por su parte central. El alérez de navio Gay, siempre abrazado a su cojín flotante, vió de repente un enorme haz de llamas subir del Kaga, y el agua le transmitió el choque. Los pañoles de munición del portaviones japonés habían saltado.

 

 

El Akagi se había puesto proa al aire para lanzar sus aviones cuando los Dauntless del Yorktown le cayeron encima. El primer aparato japones apenas había sobrepasado la proa del puente cuando la primera bomba llegó a la popa en medio de los aviones allí apelotonados. La parte trasera se trasformó en el acto en un bosque de llamas. En algunos segundos el Akagi recibió cinco bombas, que le transformaron en brasero flotante. Viéndole tan mal, 4 aviones del grupo del Yorktown atacaron un crucero y uno navío de línea próximos, alcanzando a uno y al otro. El acorazado emitió un gran humareda negra, mientras que el crucero se inclinaba, inerte, sobre el mar. Este grupo del Yorktown regresó salvo enteramente. Entre las 11 horas y mediodía, el resultado de los ataques de la aviación embarcada se inscribía como sigue: 3 portaviones japoneses fuera de combate: Kaga, Akagi y Soryu; 1 destructor destruído; un crucero gravemente dañado, así como un navío de línea. Un portaviones japonés , el Hiryu, permanecía intacto. Se le había visto rumbo norte, hacia el sistema nuboso.

 

 

Los portaviones americanos, cada uno rodeado de su "pantalla", ponían rumbo al suroeste, tomando cuidado de permanecer a distancia de los ráapidos acorazados nipones. A bordo del Yorktown, los aviones apenas acaban de volver cuando se les dió órden de despejar el puente inmediatamente. Eran entonces las 12h. A 20 millas al norte, la patrulla de protección del Yorktown acababa de interceptar a 18 bombarderos en picado japoneses, escoltados por 18 cazas.Estos aparatos provenían del Hiryu. Un breve y furioso enfrentamiento se desarrolló. Solamente 8 de los bombarderos japoneses escaparon a los cazas americanos. Afrontaron entonces al Yorktown, que estaba escoltado por los cruceros pesados Astoria y Portland y por 5 destructores. Lo que siguió se pareció un poco a un tiro al plato. Como los asaltantes eran poco numerosos, los artilleros, en vez de organizar una barrera de proyectiles, eligieron cada uno su blanco. El primero de los bombarderos nipones fue descendido tan pronto se puso a tiro; se vieron nubecillas negras de estallidos todo a su alrededor, después delante; y cayó como una piedra. El segundo llegó más cera, y picó. Fue literalmente desintegrado en el aire, no quedo de él más que algunos trozos volando; pero su bomba cayó sobre el puente del Yorktown. El tercer avión fué, también él, alcanzado justo al principio de su picado; estalló en grandes pedazos que cayeron en la estela y su bomba estalló en el agua, produciendo una enorme y curiosa burbuja, que reventó en remolinos. Otros tres bombarderos entraron por estribor. Dos bombas fallaron al navío, la tercera abrió al barco una brecha en estribor; el avión cayó al mar justo contra el Yorktown. Cada avión japonés todavía en el aire estaba rodeado de explosiones. Un septimo describió un círculo y picó por proa. Se vió a la bomba desprenderse del avión justo antes de ser abatido. Explotó sobre el ascensor delantero, iniciando un incendio. El octavo falló en su intento. En total, el Yorktown había sido alcanzado tres veces. A las 12h 15, el ataque había terminado. Todos los asaltantes habían sido abatidos.

 

El Yorktown estaba detenido sobre el mar. Una larga columna de humo negro se escapaba de él, subiendo todo derecha hacia el cielo. Visto desde los navíos de escolta, el espectáculo era ya dramático. Pero a bordo del portaviones, reinaba una gran actividad. Los equipos de socorro y de reparaciones estaban trabajando sobre el puente de vuelo, y en el entrepuente de hangares donde había un incendio, así como en las máquinas , una bomba había tocado la chimenea y provocó la extinción de varias calderas. A las 13h 15 el agujero del puente de vuelo estaba provisionalmente reparado; a las 13h 50, el navío podía andar a 20 nudos, y los incendios estaban, si no apagados, al menos suficientemente controlados para que los aviones pudieran apontar y repostar de combustible. Los primeros prestos retomaron el aire enseguida para ir a atacar al Hiryu.

 

 

 

(Subo la traducción...)

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El Yorktown constituía el ala norte de la escuadra americana, siempre en rumbo suroeste. A 14h 26, el radar de este navío detectó la aproximación de aviones enemigos provenientes del norte. Todos los barcos americanos se aprestaron al combate. Sobre el puente del Yorktown se suspendió el repostaje de los aviones.

 

Era la segunda oleada de asalto lanzada por el Hiryu que llegaba: 16 aviones torpederos, escoltados por cazas. Como la primera, fue antes interceptada por la patrulla de protección del portaviones, a la que solo escaparon 8 aviones torpederos. Se les vió tomar altura y avanzar en vuelo horizontal lento -"con un valor igual al de nuestros propios aviones torpederos", debió indicar el comunicado americano - en medio de un cielo lleno de nubecillas antiaéreas. Solamente cuatro de ellos llegaron a distancia de lanzamiento antes de ser derribados. Las largas cicatrices de la estela de los torpedos aparecieron enseguida sobre la superficie del mar. El Yorktown maniobraba a su máxima velocidad, con su inmenso puente inclinado a la derecha, luego a la izquierda. Su comandante evitó así dos torpedos. Los dos últimos alcanzaron al portaviones, a babor. Una columna de agua se elevó en medio del barco, que disminuyó instantáneamente de velocidad, pero sin detenerse. Las tripulaciones de todos los otros barcos le estaban mirando. La DCA había dejado de disparar, no había ningún avión japonés en el aire. El ataque había durado como mucho siete minutos.

 

El Yorktown se inclinaba cada vez más a babor, perdiendo velocidad. Se puso a virar cada vez más lentamente, y se paró. De su flanco salía una gran humareda negra y, de su chimenea, humo blanco. Los navíos de su escolta comenzaron a girar a su alrededor acercándose.

 

El interior del navío estaba sumido en total oscuridad; la inclinación aumentaba de más en más. A 14h 57, el comandante dió la órden de abandonar. Escalas y grandes redes de cáñamo fueron lanzadas sobre el flanco del navío y los hombres comenzaron a descender hacia los destructores que se le abarloaban.

 

 

 

(Aprovechando un punto y Aparte doble, lo dejo aquí.

A remarcar la intensidad de los combates, hasta ahora inéditos en este teatro de operacioes. Eran el preludio de otros posteriores mucho más enconados, y a mayor escala si posible.)

 

Saludos

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Se me olvidaba agradecer, otra vez más, a Rockofritz su devota dedicación. Acabo de ver que ha subido las fotos que le envié "ad hoc" sobre el tema que estamos tratando estas noches. Y que ilustran y hacen más llevaderas las traducciones. Siempre al quite. Gracias otra vez :rolleyes:

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Comentar que ayer tarde emitieron en Telemadrid la pelicula "La batalla de Midway". Excelente reconstrucción dramática de la batalla, muy documentada y con apenas alguna licencia artística para su adaptación al cine. Esta es la pelicula de 1976 dirigida por Jack Smight.

 

(Ojo, no confundir con el documental de John Ford de 1942 "The Battle of Midway" filmado en el propio Midway durante el ataque japonés)

 

Charlton Heston, Henry fonda, James Coburn, Glenn Ford, Toshiro Mifune, Pat Morita, Robert Mitchum y Hal Holbrook son los varios de los actores principales mas conocidos.

Edited by Alex Patrel
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Buenasss

 

(Después de dos días fuera por "obligado cumplimiento", vuelvo con renovados bríos. A ver si logro ponerme al día, y recuperar así el ritmo ideal: cada noche un mensaje. Que no me pase lo que a los malos pagadores: "Que se les amontonan las letras...", Nachtjäger lo entenderá rápido, ¿no?

 

Quedamos en el momento inolvidable en que el Yorktown encajó un par de torpedos por babor de aviones torpederos procedentes del Hiryu (he mandado la foto de ése preciso momento al Rocko; estará al caer..., la foto) El portaviones se fue parando, se inclinó por la banda herida. Y poco antes de las 15h el comandante "dió la órden de abandonarlo".

 

Así, tras un Punto y Aparte doble. Estamos ya en el punto álgido de la batalla en sí)

 

 

 

El aviador que descubrió el primero al Hiryu fue un piloto del Yorktown, el Tte. Sam Adams, que había despegado justo antes del segundo ataque japonés. Situó al portaviones japonés un poco antes de las 14h y comunicó su posición, su rumbo, velocidad , así como la composición de la escolta, con tal precisión que el ataque pudo ser organizado por anticipado en detalle, cada piloto tuvo su objetivo fijado. El Enterprise envió 24 bombarderos en picado, 14 de los cuales eran refugiados del Yorktown. Media hora más tarde, el Hornet puso en el aire otros 16 bombarderos también de picado.

El grupo del Enterprise vió al enemigo a las 16h 50. Tres altas columnas de humo se elevaban de los portaviones japoneses heridos, que se arrastraban sobre el mar, a alguna distancia del Hiryu intacto. Una nube de Zeros se arrojó delante de los aviones americanos, pero solamente tres de estos fueron abatidos. El peso de la derrota comenzaaba a pesar sobre los japoneses.

Los bombarderos en picado se zambulleron desde 6000 m. sobre el Hiryu, que reciibió seis bombas de lleno. La fuerza de las explosiones fue tal que el puente de vuelo se despegó como la piel de un plátano, cubriendo la pasarela de navegación. Una masa de llamas brotó y el navio se puso a arder de punta a cabo. Los bombarderos atacaron seguidamente al acorazado Kirishima, pero sin causarle daños graves. Media hora más tarde llegó el grupo del Hornet, que, viendo al Hiryu tan mal arrojó su cargamento sobre un acorazado y un crucero. Todavía un poco más tarde, una escuadrilla de Fortalezas volantes llegadas de Midway, lanzó 3 grandes bombas sobre el Akagi que se hundió, y tocó a un crucero pesado y a un crucero ligero. Estos aviones volvieron enseguida para posarse en Midway.

Al final de la mañana, el Soryu, ya gravemente dañado en el curso de los ataques, fué acabado por un submarino americano que le envió al fondo con dos torpedos. El Kaga fue rematado a cañonazos por un crucero en la tarde/noche. El Hiryu, brasero flotante, debió ser hundido voluntariamente por un destructor japonés, que en la madrugada del 5, se coló sobre un mar cubierto de restos para recoger a los supervivientes. Un haz de torpedos, y el último de los portaviones japoneses envueltos en la batalla de Midway se deslizó hacia las profundidades.

El alferez de navío George Gay, siempre aferrado a su cojín, había asistido a casi toda la batalla. Como llegaba la noche y la línea japonesa, desamparada, se alejaba hacia el norte, pensó que por fin podía hinchar su canoa de caucho. Se hizó y se metió dentro. Le recogieron poco después.

 

Mientras tanto, en Midway, no era en absoluto optimistas. Los defensores del atolón solo veían el espectáculo de sus ruinas; las reparaciones se proseguían con lentitud; los depósitos de combustible segúían ardiendo aún. Las noticias de la batalla aérea seguían siendo confusas. En resúmen, los espíritus estaban tensos y fatigados. A las 2h 15 del 5 de junio, el submarino Tambor señaló: "Numerosos navíos no identificados a 90 millas al oeste de Midway". Se pensó en una tentativa de desembarco y cuando, al alba del 5, un submarino japonés aislado, probablemente ignorando la suerte de la batalla, llegó para disparar algunos cañonazos sobre Midway, la alerta general fue dada. El error fue reconocido poco después. Los defensores de Midway no podían evidentemente saber que, desde la víspera a las 22h., el almirante Yamamoto había dado la órden a todas sus fuerzas, a excepción de la 7ª división de cruceros, de dar media vuelta con rumbo a Japón. Esta 7ª división compuesta de los cruceros Mogami, Mikuma, Suzuya y Kumano tuvo la intención de cañonear Midway. Esta tentativa se terminó, también, con un fracaso. Durante la noche, el Mogami chocó con el Mikuma al esquivar ambos a un submarino, el primero quedó bastante maltrecho. Los cruceros tomaron, ellos también, rumbo al Japón.

Mientras tanto, el informe del Tambor había sido trasladado a los portaviones. Spruance dirigió sus fuerzas a 25 nudos en la dirección indicada. Con la mañana avanzada, otros informes rindieron evidente que los navíos no identiificados eran japoneses en fuga. El mismo Tambor precisó: "Dos cruceros tipo Mogami, rumbo oeste". Fueron a cazarlos. Pero al noroeste de Midway, el sistema nuboso persistía todavía, y el enemigo pudo ocultarse allí.

 

El 6 de junio, la visibilidad mejoró. El enemigo en fuga fue descubierto al empezar la mañana por aviones del Enterprise, que situaron dos grupos de navíos a 50 millas uno del otro y a 400 millas al noreste de Midway. 36 B-17 del Ejército fueron despachados desde el atolón para atacar al grupo sur. No encontraron el objetivo. Seis de entre ellos, volando a 3000 m. vieron un barco a 25 millas al este de la posición calculada al enemigo. Le lanzaron 12 bombas ; el enemigo desapareció. Los bombarderos enviaron seguidamente el mensaje siguiente: "Un crucero japonés hundido en 15 segundos". El crucero japonés era en realidad el submarino americano Grayling, que se sumergió a las primeras bombas, y no fue alcanzado.

El Hornet envió 36 bombarderos en picado escoltados por 8 cazas. Estos aviones descubrieron un acorazado de la clase Kirishima, un crucero y 3 destructores. Teniendo en cuenta que no había ningún avión japonés en el aire, pero la DCA era intensa. Las bombas alcanzaron a las grandes unidades, pero sin dañarlas seriamente. Y aun menos ralentizar su marcha. Los cazas ametrallaron a los destructores. Una hora más tarde el grupo estaba de vuelta en el Hornet. Respostaron con rapidez, los aviadores tomaron un sandwich y una taza de café y de nuevo en ruta hacia el enemigo en fuga. La batalla comenzaba a tomar un aire de toque a rebato.

Un grupo importante de bombarderos picado partidos el Enterprise se enzarzó poco después con dos cruceros pesados que navegaban a velocidad reducida, acompañados de 2 destrucroes. Estos dos cruceros eran el Mikuma y el Mogami, dañado en la colisión. Fueron atacados por los aviones americanos durante hora y media. Ambos recibieron bombas y el Mikuma fue el más perjudicado. Toda su superestructura no era más que un montón de chatarra enrojecida, ennegrecida, torcida; sobre su puente se veía, a través del humo, los muertos tirados por el suelo. Los cañones del Mikuma no cesaban ni un momento de disparar; el crucero un poco hundido seguía avanzando en este mar calmado, bajo las trayectorias rugientes de los aviones, delante de su compañero casi tan mal como él. Al final, los incendios que ardían en diferentes partes del barco acabaron por juntarse. El MIkuma ralentizó aún más, mientras el Mogaami se apartaba de la estela. Las bombas seguían cayendo alrededor de él. Cuando empezó a inclinarse, con sus cañones tirando todavía, los dos destructores se acercaron sin dudarlo e intentaron colocarse a su lado para recoger a los sobrevivientes. Los avioneas americanos picaron sobre los destructores, bombardeándolos. Uno de estos recibió una bomba en la popa, se vió correr el fuego hasta la mitad del puente, luego se quebró y se hundió en el mar. El Mikuma se inclinó más y de repente zozobró. No se le vió mas. Un poco más lejos, el Mogami, siempre atacado por los aviones, se alejaba lentamente, siempre tirando y maniobrando, varios incendios a bordo. Por fin llegó a su base de Truk, devastado, torcido, irreconocible, testigo impresionante de la primera derrota indiscutible sufrida en el mar por el Japón desde 1592.

 

 

 

(Dejo para mañana, las consecuencias de la batalla, morales y materiales. Y su corolario. Desolador, y aún increíble para el Imperio Japonés.)

 

Saludos

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El interior del navío estaba sumido en total oscuridad; la inclinación aumentaba de más en más. A 14h 57, el comandante dió la órden de abandonar. Escalas y grandes redes de cáñamo fueron lanzadas sobre el flanco del navío y los hombres comenzaron a descender hacia los destructores que se le abarloaban.

 

 

De este hecho, hay algunas dramáticas imágenes.

Buscaré por ahi, a ver si las encuentro y las subo,para complementar lo entregado por Jenisais

 

Edito:

 

Me equivoque. La drámatica era la del hundimiento del Lexintong :rolleyes::xd::xd: .

De todas formas, encontré estas del Yorktown ;)

 

ussyorktownmid02.jpg

 

Y esta es la del destructor Hamman, que fue torpedeado y se fue a pique cuando se encontraba abarloado al portaviones

 

ce002hammann.jpg

 

Salutes

Edited by racoon
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Buenasss

 

(Anoche solo tuve tiempo de enviar un mensaje acerca de la aparición en castellano del libro de Pierre Clostermann Le Grand Cirque. Por eso hoy tengo ración doble. Faltaba solo hablar/escribir de números resultantes, para ir dando por acabada la batalla de Midway. Ahí van. Tras un simple Punto y Aparte.)

 

 

 

Recordemos que el Yorktown, alcanzado por dos torpedos de avión, había sido evacuado el 4 de junio a las 15 h. Así pues, tras haber alcanzado una inclinación de 25º, se estabilizó en esta posición, continuando a flote. A las 18 h. el almirante Fletcher ordenó al destructor Hugues de permanecer cerca del portaaviones, preparado para hundirle si el enemigo intentaba su captura. Al alba del 5, el comandante del destructor señaló: "Yorktown todavía flotando, puede ser salvado". A las 8 h, se vieron haces de balas trazadoras sobre el puente del Yorktown, después se vió a un hombre haciendo gestos con los brazos y las manos. El Hugues envió una embarcacíón, que recogió a dos marineros, dejados por muertos en la enfermería en el momento de la evacuación.

Nimitz, tenido al corriente de los avatares el Yorktown, telegrafió a Fletcher: "salvádle. Envío un dragaminas, un remolcador y un destructor. ". El dragaminas, venido desde más cerca, llegó el primero, y se puso a remolcarlo, mientras que un equipo de salvamento subía a bordo del portaviones, que recuperó la verticalidad, gracias a juiciosas maniobras con las bombas de achique. El destructor Hamman navegaba a su lado, y otros destrucrores les servían de pantalla. El Yorktown hubiera podido ser salvado sino por la intervención del enemigo. Pero un submarino japonés que había seguido al convoy se zafó de la vigilancia de la escolta, se coló astutamente y lanzó 4 torpedos. Dos alcanzaron al Yorktown que no se hundió más que al amanecer del día siguiente. Peor suerte tuvo el destructor Hamman que tras encajar los otros dos torpedos se hundió de inmediato.

 

 

Las pérdidas de los dos adversarios fueron finalmente las siguientes. Los japoneses habían tenido 4 portaviones hundidos, así como un crucero y uno o dos destructores, más uno o dos transportes, y varios barcos dañados. Más de 2.000 marineros y aviadores japoneses murieron en la acción. Los americanos habían perdido un portaviones y 150 aviones. Se contó entre ellos 307 muertos. Los heridos japoneses que murieron en manos americanas tuvieron honores miltares.

 

La batalla de Midaway confirmó la importancia primordial del rol de la aviación embarcada, ya puesta de relieve durante la batalla del Mar del Coral. El almirante japonés Yamamoto, disponiendo de una enorme superioridad de artillería, había fracasado en su operación sin haber podido incluso servirse de sus gruesos cañones.

 

 

 

(Y sin más, empezamos, de seguido, con la siguiente confrontación de las dos potencias. Se produjo en una isla hasta entonces desconocida, y que además tenía nombre de pueblo español)

 

Capítulo 4 Guadalcanal

 

Guadalcanal es una de las islas del archipiélago de las Salomón, cuya cadena de islas orientada de noroeste a sureste, se extiende sobre alrededor de 500 millas a partir del este de Nueva Guinea, en dirección a las Nuevas Hébridas. Dicho de otra forma, el rosario de las islas Salomón corren paralelas a la costa noreste de Australia, separadas de este continente por lo ancho del Mar del Coral, unas 800 millas. Vistas desde el mar, estas islas son como joyas lujuriosas. Mendana que las descubrió en 1569, les atribuyó este nombre por alusión, según se dice, a los tesoros del gran rey de Israel.

 

Guadalcanal mide 150 kms. de larga y 50 de ancha. Los japoneses no se habrían interesado por esta isla con preferencia sobre otra si no habría ofrecido en su cara norte la mejor llanura del archipiélago. Una llanura significa enseguida un aerodromo. Además, precisamente enfrente de esta llanura de la cara norte, existe otra isla, Florida, cuya orilla curvada de fuera a adentro hacia Guadalcanal abria una rada y un puerto profundo, Tulagi, protegido por los islotes de Tulagi, Gavuu y Tanambogo. Un aerodromo, un puerto, he aquí una base. Al principio de abril de 1942, los japoneses ocuparon Tulagi. Y al principio de julio, desembarcaron tropas y obreros en Guadalcanal y empezaron sus trabajos.

 

Ahora bien, desde el mes de abril, el mando superior americano había decidido "hacer del Pacífico Suroeste una zona ofensiva". Tiene su interés echar una ojeada sobre el desarrollo de los preparativos que desencadenaron esta decisión. Prefiguran los gigantescos planes según los cuales fueran conducidas las operaciones ulteriores.

 

 

Un nuevo puesto de mando fue creado en Auckland, Nueva Zelanda, y confiado al vicealmirante Robert L. Ghormley, que tenía la reputación de jurar tan abundantemente como Halsey, pero de ser ser además, un organizador. Dejó Washington el 1º de mayo pra llegar a su puesto, donde llegó el 7. El 12, recibió de Nimitz la misión de "mantener las posiciones insulares que permitieran las operaciones en el Pacífico Suroeste y el Pacífico Central, y preparar el lanzamiento de operaciones anfibias contra las posiciones ocupadas por los japoneses". Tras Midway, el mando superior americano estimó que "las leyes de la estrategia exigían que el enemigo fuera golpeado de nuevo, y fuerte, y rápido". Ghormley recibíó pues, el 2 de julio, la órden de atacar lo más pronto posible. Fue nombrado jefe de todas la fuerzas terrestres, marítimas y aéreas del Pacífico. El mayor general Alexander A. Vandegrift, comandante de la 1ª división de Marines, fue nombrado jefe de la fuerza de ocupación de los territorios a conquistar. La primera mitad de esta división acababa de desembarcar en Nueva Zelanda, llegando desde los EEUU donde se entrenaba desde hacía meses; la segunda estaba en camino. La división debía de ser reforzada por el Segundo Regtº de Marines y por el 1º Bon. de Asalto o "Raiders". El día J del ataque fue fijado para el 1º de agosto, es decir tres semanas después de la llegada de los últimos Marines. Durante estas tres semanas, era necesario: desembarcar los hombres, darles descanso, convertirlos en unidades de combate, volveros a reembarcar; descargar y cargar (se va a ver por qué)el material, preparar la operación anfibia, repetirla; llegar a los lugares de ataque. Todo (recomendaban las órdenes) en el más grande secreto.

 

Como el mal tiempo retrasó los transportes, el programa fué pospuesto algunos días. Los navíos que llegaban de los EEUU debían ser descargados, después recargados, con el fin de que en el momento del combate se pudieran sacar todas las cosas en el orden conveniente: las armas, los vehículos, la gasolina, las municiones; después los alimentos, el suministro médico, y un suplemento de carburante. Los navíos zarparían del puerto de Wellington. La operaciones fueron centralizadas a lo largo de un solo muelle donde 5 navíos podían atracar a la vez. El tiempo era detestable: frío, lluvioso, el viento antártico soplaba en ráfagas. La lluvia empapaba las montañas de cajas de cartón apiladas en el muelle; los responsables de la Intendencia no sabían si cargaban 50.000 raciones de guisantes o de zumo de mandarina. Los Marines se recuperaban de las fatigas del viaje EEUU-Zelanda acarreando a cuestas cajas durante 16 horas al día. "Descansarán una vez reembarcados" decidió el mando. Un barco que había sufrido al llegar la operación descargo-recargo fue de nuevo enteramente descargado, luego de nuevo recargado, por medida de verificación, para ver si todo estaba bien en su sitio. Cada barco trasportaba una unidad de combate con todas sus armas y el aprovisionamiento necesario para mantenerse en acción durante un mes. Otro navío traspòrtaba el aprovisionamiento en alimento y municiones para mantener en acción tres de estas unidades durante otros 30 días. Todo objeto superfluo o frívolo fue apartado de los cargamentos con una severidad draconiana. Por ejemplo, cada Bon. no tuvo derecho más que a 2 máquinas de escribir, y el sobre de azucar cristalizado (golosina muy apreciada) fue reemplazada por: jabón, cerillas, hojas de afeitar, cigarrillos. El 7 de julio Ghormley voló a Australia donde tuvo una entrevista de dos días con el gral. McArthur, comandante supremo de la zona Suroeste. El 16 de julio acabó la redacciónde su orden de operación. Esta órden fue "camuflada" como ejercicio de entrenamiento. Preveía el empleo de fuerzas aeronavales. En total 3 portaviones, 1 acorazado, 14 cruceros, 30 destructores, 10 navíos auxiliares, 22 transportes, además de la aviación. Todo organizado en tres Task Force.

 

 

 

(Aprovecho el Punto y Aparte doble para enviar lo traducido...)

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Los primeros barcos, los más lentos, zarparon el 22 de julio. Un punto de encuentro había sido fijado en pleno mar: 23º15' lat. surlongitud 180º. Allí se encontraron además con 7 cargos con sus escoltas provenientes de S. Diego. Allí, una conferencia de todos los comandantes tuvo lugar a bordo del Saratoga. Después toda la fuerza tomó rumbo a la isla de Koro (archipiélago de las Fidji), donde tendría lugar la repetición general.

 

Se echó el ancla antes esta isla el 28. Enseguida comenzó la repetición. Los aviones bombardearon los arrecifes de coral, las ametralladoras trabajaron la arena, los obuses destrozaron los cocoteros. Los Marines lanzaron sus lanchones de desembarco. Los indígenas miraban el espectáculo desde lejos, asustados, pero más aún estupefactos de ver a los blancos combatir contra la nada, y después marcharse.

 

Ni la Marina ni el Ejército estaban todavía verdaderamente preparados para desembarcos importantes. El mal tiempo no permitió ejecutar enteramente la repeticicón. Además, la necesidad del silencio-radio, suprimiendo casi todas las comunicaciones, hacía la operación casi incontrolable. El Mando decidió sin embargo que toda esta agitación no había sido inutil. La salida definitiva tuvo lugar por la noche. El 3 de agosto, se pasó en el sur de las Nuevas Hébridas, camino al noroeste. El 7 de agosto, Guadalcanal.

 

 

 

(Dejo el empiece del desembarco para mañana, que tengo un día menos ocupado. Es decir que nos podremos meter a fondo con Guadalcanal. Tuvo su importancia: era la primera vez que fuerzas de tierra norteamericanas se enfrentaban con similares del Imperio Japonés. Me da a mí que lo que se llevaron los nipones aquel día, para empezar, fué una sorpresa enorme. Lo que deja en entredicho la serie de sus tan alardeadas (y seguidas)victorias sobre los ejércitos occidentales. A partir de aquí, aún de modo imperceptible, tuvieron que asumir, por fuerza, que para ellos empezaba una nueva forma de lucha: la guerra defensiva.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Quería haber empezado antes. En fin, hasta que el cuerpo aguante.

 

Al preparar la tarea me he acordado que tengo la peli "Guadalcanal", una de las pocas pelis que se rodaron durante el conflicto. Se estrenó en octubre de 1943, menos de un año de que se acabaran los combates en aquella isla de las Salomón. El título original era Guadalcanal Diary. Y se basó en el libro homónimo del escritor y corresponsal de guerra Richard Tregaskis. El argumento es simple: un corresponsal es "integrado" en un pelotón de Marines que desembarcan en Guadalcanal, y, claro está, describe con minuciosidad los combates en ésa isla. En conjunto, la peli es ingenua, pero en su descargo diré de la premura de su realización. Solo le ganó en el tiempo el film "Wake" rodado en el temprano 1942. En "Guadalcanal" entre otros, aparece un jovencísimo Anthony Quinn, que se llamaba, cómo no, Jesus (Soose) Alvarez.

 

Sirva esta presentación para seguir donde lo dejamos anoche. Con toda la enorme Flota USA anclada frente a la isla en cuestión.)

 

 

 

A las 5h 3O (del 7 de agosto de 1942) los 3 portavionescomenzaron a lanzar sus aviones. A las 6h 13 todos los barcos designados abrieron el fuego, mientras que los Daauntless sembraraban de bombas Guadalcanal, Florida y los islotes. A las 6h 47 los trassportes llegaban ante las playas y 3 minutos después fue dada la órden de desembarcar. El tiempo era ideal. Las únicas reacciones japonesas fueron la aparición de un avión , abatido en el acto, y algunos disparos de la DCA. A continuación, nada. A las 8, los Marines desembarcaron en dos playas sin encontrar resistencia (un sniper mató un hombre)Con los prismáticos, se les podía ver, con cascos, pesadamente cargados, atravesar trotandola anchura de las plaayas, mientras que los aviones americanos volaban bajo por encima de ellos. Entraron enseguida en la jungla y se dirigieron hacia el aerodromo.

 

Los hombres avanzaban en columna de a uno, con unos 30 pasos de intervalo, con el arma presta, y ecuchando. No se oía nada más que el canto de los páajaros. Reinaba una densa humedad, y la penumbra. El suelo estaba blando, acolchado como un tapiz. Nadie. Por encima de los elevados árboles, muy alto, el cielo azul. Los Marines progresaban guardando un silencio absoluto y sin dejar detrás de ellos el menor espacio inexplorado, como tropas que han sufrido un entrenamiento muy riguroso. Los ojos se haabituaban a la penumbra, pero esta progresión muy lentaen la húmeda jungla, todos los sentidos en aviso, era una prueba para los sistemas nerviosos de occidentales. Todo crujido hacía poner el dedo en el gatillo. En un cierto momento, todos los hombres de cabeza se detuvieron: se oía algo. Era el murmullo de un río. En efecto, la jungla se despejaba y, poco después, apareció el río, bastante ancho, claro, poco profundo. El sol se colaba por los huecos de los árboles e iluminaba esta agua que se deslizaba murmurando en una decoración magnífica, un poco teatral. Un pájaro multicolor atravesó la luz. Los hombres contemplaban sombriamente, con desconfianza, este espectáculo de la creación. Los sprimeros se metieron en el agua, mientras que otros se ponían en posición para cubrirles con su fuego en caso de necesidad. Enseguida, los que habían atravesado se posicionarton para cubrir a los siguientes. Nada se produjo. Las columnas se volvieron a formar y la progresión siguió.

 

Un poco más tarde, la jaungla se abrió de nuevo. Se veían los rastros frescos del bombardeo americano, árboles tronchados. Las columnas se detuvieron. Entre los árboles, se percibía, a menos de 100 m.en una especie de calvero, cabañas de madera. Algunas estaaban demolidas; las que parecían intactas tenían un pobre aspecto, estrictamente utilitario. Su presencia chocaba en medio de la exuberancia vegetal. Los Marines avanzaron como serpientes. Nadie en las barracas, ni en sus alrededores. Era un campamento japonés. La construcción más grande estaba amueblada de largas mesas cubiertas de restos de una comida abandonada precipitadamente: en las escudillas y platos de metal en desorden, arroz, pescado seco; pequeñas botellas amarillas. Flotaba un olor exótico. Explorando el resto del camapamento, los Marines descubrieron tiendas de madera con fraguas de herrero, así como una especie de cantinas pobremente aprovisionadas y un garaje que contenía numerosas bicicletas pintadas de negro. Un destacamento fue dejado para ocupar este campamento.

 

Hacia mediodía, los hombres que progresaban en la jungla de Guadalcanal oyeron aviones por enci,a de ellos; reconocieron a bombarderos japoneses volando muy alto. Algunos segundos más tarde, nubecillas negras aparecieron alrededor de estos aviones, y los Marines escucharon la DCA de los barcos americanos. El ruido de los cañones les llegaba muy potente. Los hombres tenían la impresión que estos barcos estaban muy lejos de ellos, separados de ellos por un espesor de jungla infranqueable. La DCA se calló poco después. Se la oyó de nuevo hacia las 13h 3o, así como el rugido de los bombarderos en picado. Todo esto sucedía fuera de su vista; no se sabía nada, ni se comprendía nada.

 

Fue descubierto otro campamento, mucho más grande que el primero, pero muy dañado por el bombardeo. Los árboles estaban cortados por paquetes; las barracas completamente volcadas. En el centro, en una construcción no dañada, los Marines descubrieron uniformes blancos de oficiales, cascos, espadas. Era la sede del Q.G. japonés. Más lejos, alojamientos, cocinas, un almacén lleno de arroz; otro depósito de intendencia lleno de género, así como cerveza japonesa, el sake, cigarrillos . Ni vivos ni muertos por ninguna parte. La exploración de estos acantonamintos vacíos, en la que toda vida parecía haberse retirado brúscamente a golpe de barita mágica, no era menos impresionanteque la progresión en la jungla. Los Marines experimentaron una especie de aliviocuando una patrulla señaló la presencia probable del enemigo, no lejos de este segundo campo. Desplegados, los americanos descubrieron bajo los árboles una cincuentena de hombres semidesnudos, sin armas, de aspecto encogido, visiblemente aterrorizados. Estos "enemigos" no opusieron ninguna resistencia y explicaron bien que mal que ellos eran trabajadores coreanos, requisados por los japoneses y tratados como esclavos. Añadieron que los japoneses se había replegado desde la mañanaen dirección a las colinas. En efecto, los Marines progresaron en la jungla de Guadalcanalhasta la noche sin encontraruno solo. Las municiones y los provisionamiewntos desembarcados por los trasportes se amontonaban sobre las playas.

 

 

El 1º Bon. de Asalto (Raiders) había sido designado para apoderarse del islote de Tulagi. El desembarco tuvo lugar en la punta Norte, sin la menor dificultad y sin ninguna manifestación del enemigo

 

 

 

(Por precaución voy a subir lo traducido...)

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Los Raiders comenzaron a progresar siguiendo los dos bordes de la masa central. La jungla de Tulagi era particularmente espesa, tensa de lianas, obstruída por enorme matorrales. En dos horas los Raiders apenas pudieron progresar más de 1.400 m. En este momento, fueron detenidos por un intenso fuego proveniente de cañones y ametralladoras invisibles. Fue necesario algún tiempo para comprender que esta artillería estaba instalada en el interior de cavernas cavadas en rocas calcáreas, que la jungla disimulaba. Estos abrigos naturales estaban a prueba de los cañones navales, así como de las bombas. Se tuvo que proceder a su asalto. Los primeros Raiders reptaron hasta tenerlas a tiro y lanzaron granadas por las abeerturas. Los japoneses las recogían y las devolvían al exterior. Las que estallaron en el interior no parecían incomodarles, pues su artillería no paraba de tirar. Cuando la primera caverna fue al fin ocupada, tras un asalto a viva fuerza en extremo violento, los americanos encontraron allí algunos enemigos muertos, pero se dieron cuenta que esta caverna comunicaba con otras por medio de galerías, que los sobrevivientes había utilizado para retirarse. Toda una red de cavernas comunicadas, con murallas interiores y chicanas de protección había sido organizada en el corazón de la jungla. A mitad de la tarde, la progresión de los atacantes de Tulagi había sido tan lenta y tan costosa que el Cmte. del Bon. de Asalto dió órdenes de tomar posiciones de seguridad para pasar allí la noche.

 

En Gavutu, cavernas similares existían cerca del rio, de forma que el tiro de la artillería invisible batía la playa. Una décima parte de los Marines fueron muertos poniendo pie en tierra. Los que no habían sido alcanzados franquearon la playa corriendo y se lanzaron cuerpo a tierra en el lindero de la jungla. La progresión fue tan dificil y tan lenta como en Tulagi. También aquí se resolvió pasar la noche en la jungla, frente al enemigo.

 

En Tanambogo, mismo sistema de defensa. Tanambogo está unido a Gavutu por una manga de agua poco profunda, que los americanos querían ocupar. El tiro de los nipones cortaba la manga justo por el medio y nadie pudo pasar, incluso dos carros de combate enviados de refuerzo. Un asalto con medios más importantes fue considerado para el día siguiente.

 

 

Los bombarderos japones apercibidos por los Marines al principio de la tarde cuando progresaban por la jungla venían de la gran base japonesa de Rabaul, en Nueva Bretaña, a unos 1.000 kms. de Guadalcanal. Su ataque que duró 10 minutos y no causó ningún daño, fue seguido de un ataque de bombarderos en picado escoltados por Zeros. Cazas del Enterprise y del Sartoga entablaron combate con estos asaltantes. Una bomba alcanzó a un trasporte, matando a 22 hombres. Varios aviones japoneses ueron abatidos, pero los pilotos de los Zero de escolta derribaron 11 cazas americanos.

 

Por la noche, los cruceros del contralmirante Crutchley comenzaron a patrullar en las aguas Noroeste de Guadalcanal para proteger los transportes contra un ataque de submarinos o de navíos de superficie.

 

En el mismo instante, en Rabaul, una línea de barcos de guerra con las características superestructuras que recordaaban el techo de las pagodas, franqueando las escolleras, todas luces apagadas, ponía rumbo al Sureste.

 

 

 

(Dejamos para mañana el resultado del primer raid que emprende esta "línea de barcos de guerra" contra los Marines casi recién desembarcados. Me da a mí que no va ser la últim de esta clase de "visitas" nocturnas...)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Los Marines no lo sabían, pero les esperaban luchas muy duras contra un ejército feroz y resuelto, y que consideraba la rendición como un deshonor. Propio, y extraño. Por lo que los escasos prisioneros americanos conocieron un triste final. En suma, se enfrentaban dos diferentes mentalidades a la hora de combatir. Pero el individualismo del Marine, herencia misma de la idiosincrasia americana les marcó el camino contra un enemigo implacable, luchar de igual a igual, y con sus mismas armas: Determinación, y espíritu de sacrificio.

 

Quedamos en que los Marines debieron cesar su avance a la caída de la tarde, y afrontar su primera noche en campo abierto, con el enemigo justo enfrente.)

 

 

 

Toda jungla se despierta por la noche: así lo quiere la Ley. Los soldados americanos de Guadalcanal, de Tulagi y de Gavutu no tenían la menor duda de que, para ellos, no iba a ser cuestión de dormir.

 

La sesión comenzó de una manera bastante inesperada, con sonidos de silbato. Los fusiles hablaron. Otros fusiles respondieron. Una descarga de fusilería parecía venir de una dirección, hacia la cual se disparaba. Un minuto más tarde, las balas venían de otra dirección. Y siempre esos silbatos. Algunos que silbaban debían estar colgados de los árboles; en efecto, lo estaban. A ratos, se oía a uno que, alcanzado, caía haciendo quebrar las ramas y produciendo un ruido sordo. Otros silbidos eran sus balas, que de repente se hundían en el suelo - o entre los dos hombros. El enemigo invisible estaba en todos los sitios. Después de menos de una hora, algunos hombres se encontraron completamente desorientados, incapaces de decir por qué lado habían entrado en esta trampa húmeda.

 

En Gavautu y en Tulagi, surgieron entonces de sus cuevas, armados de fusiles ametralladores, granadas y cuchillos, y chillando. Los Raiders les esperaron a pie firme y dispararon desde muy cerca. Todo japonés que no caía continuaba a lanzarse hacia adelante y combatía hasta la muerte, incluso con los dientes. Los combates acabaron siendo salvajes cuerpo a cuerpo. Ningún asalto japonés acabo si no fue porque todos los asaltantes hubiesen muerto. Ataques silenciosos sucedieron a los ataques aullantes. Todo se calló; los americanos se esforzaban en escrutar el negro opaco y sobre todo, escuchaban. El menor susurro tensaba todos sus sentidos hasta un nivel intolerable. Brúscamente, a algunoss metros, surgían resplandores y formas saltaban, que se ensañaban, que se enzarzaban con un furor silencioso tan demoniaco como los gritos. Entre disparos y estallidos de bombas de mano, se oían respiraciones entrecortadas y ruídos de cartílagos aplastados a golpes de culata.

 

A bordo de pequeñas lanchas que patrullaban cerca de tierra, los marineros oían, repercutidos sobre la superficie del agua, el ruido de la fusilería, las ráfagas, los alaridos. Temiendo de matar a los suyos, no se atrevían a cañonear en esta melée oscura.

 

Al final, como el día se aproximaba, la jungla se calló. Los nipones se había retirado a sus guaridas, no se sabe en qué momento. Sus muertos y los muertos americanos yacían todos mezclados. Estos fueron recogidos. Después los Marines rehicieron sus líneas, restablecieron las comunicaciones cortadas y volvieron a atacar. Un capitán llamado Torgerson descubrió un medio de reducir las cuevas japonesas. Cubierto por tiradores de elite, logró introducir por los orificios, en lugar de bombas de mano, planchas a las que se habían fijado cargas de TNT con una mecha lo suficientemente corta como para que los japoneses no tuvieran tiempo de recogerlas y de devolverlas fuera. Una mecha quedó tan corta, que le estalló a Torgerson. Sus ropas quedaron deshechas, pero logró sobrevivir. Gracias a su invención, una cincuentena de cuevas se hundieron sobre sus ocupantes.

 

El torpedero Buchanan se aproximó lo bastaante a Tanambogo como para enviar a quemarropa una salva de obuses contra las cuevas enemigas. Se vió a japoneses subidos en los árboles volar por los aires. Después, dos lanchas de asalto llevando cada una un carro de combate, se acercaron. La 1ª pudo conducir su ingenio hasta la playa, desde donde irrumpió en la selva. El barco 2º fue detenido por un arrecife a unos metros de la orilla. Bajó su rampa y el carro salió seguido de una docena de Marines, bajo el fuego japonés. El Tte. que mandaba el tanque resultó muerto. Los japoneses, saliendo de sus abrigos, se acercaron y lanzaron una barra de acero en las cadenas. Se vió al carro recular y quedarse bloqueado. A pesar del fuego de los Marines, los nipones lo cercaron y lanzaron bombas de mano dentro. Toda la tripulación murió, y el carro ardió. El Buchanan volvió a tirar. Veintitres japoneses murieron alrededor del tanque incendiado. "La tenacidad individual del soldado japonés causaba estupor, escribió Vandegrift. Cada uno de ellos combatía hasta la muerte, prefiriendo el suicidio a la rendición. En el curso del ataque contra las Salomón, solo tres japoneses se rindieron". En Tanambogo, fue preciso hacer intervenir a la aviación en ataques rasantes para reducir a los defensores, o más bien para exterminarles. A las 22h. Tanambogo, Tulagi y Gavutu estaban por completo en manos americanas, algunos japoneses aislados tiroteaban aquí y allá.

 

En Guadalcanal, los Marines, tras haber rechazado los ataques nocturnos, reanudaron su progresión hacia la llanura, un Bon. siguiendo el río y el otro hundiéndose en la jungla. Este alcanzó a mediodia el aerodromo a medio construir de los japoneses. A las 16 h. los americanos certificaban su posesión. Se dieron cuenta que desde el 4 de julio en que desembarcaron, los nipones había instalado allí: dos campamentos grandes y uno más pequeño, un almacén y un gran taller de reparaciones mecánicas, dos grandes estaciones de radio, una fábrica de hielo, dos centrales electricas, una fábrica de aire comprimido para torpedos y un aerodromo casi acabado con hangares, 1200 m. de pista de cemento, baterías antiaéreas y emplazamientos de ametralladoras. Este aerodromo fue llamado por los americanos Henderson Field, en honor de un Cmte. de escuadrilla caído en Midway.

 

 

 

(Como de costumbre, aprovecho un Punto y Aparte doble para subir el texto traducido)

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