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El superviviente del Pacífico (Le survivant du Pacifique)


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Buenasss

 

(Quedamos en los prolegómenos del ataque aeronaval a Truk. A continuación, y con e detalle que le caracteriza, Blond nos ofrece, otra vez, los entresijos siempre complejos de una operación cada vez de más envergadura.)

 

 

 

El Servicio de Inteligencia no había podido conseguir sobre Truk ninguna información utilizable. Doce días antes del raid, dos Liberator B-24 del cuerpo de Marines despegaron de una de sus bases en las Salomón para ir a fotografiar el "portaviones imposible de hundir". Su periplo cubrió 2.000 millas. Pudieron permanecer veinte minutos por encima del objetivo, a ocho mil metros. Ls fotos que lograron no fueron tan interesantes como las quehubiera deseado el mando, a acausa de las nubes que enmascaraban a medias el paisaje; sin embargo se distinguía allí una treintena de barcos de guerra atracados. Nimitz, entonces de viaje de inspección a Kwajalein y Majuro, vió las fotos; pensó en una especie de revancha de Pearl Harbor. Spruance y Mistcher compartieron el mando de la expedición. Spruance mandaba en jefe. Si la flota japonesa salía de Truk y aceptaba el combate, Spruance tomaba la dirección táctica y Mitscher permanecía a alguna distancia con los portaviones , asegurando la protección aérea; si, por el contrario, la acción resultaba sobre todo aérea, Mitscher tomabaf la dirección.

 

El 16 de febrero de 1944 a las 6h 35, en plena oscuridad, todos los portaviones maniobraron para colocarse proa al viento. Truk no se encontraba más que a 90 millas. A las 6h 49, los primeros Hellcats despegaron. La operación comenzaba con un "sweep" de cazas. Tal sería la nueva táctica. Sweep = pasada de escoba. Ya no era el tiempo en que en los que los aviones torpederos despegaban los primeros hacía una masacre casi certera. A las 7h 14, las escuchas de los portaviones oyeron la radio de Truk dando la alerta. A bordo del Enterprise, los altavoces fueron conectados a la recepción de la telefonía inter-aviones, para que la tripulación pudiera asistir al match.

 

Los aviadores que iban llegando a Truk descubrieron el maravilloso espectáculo ofrecido por el atolón-archipiélago con la luz de la aurora. Todo estaba calmado. Las islas verdes flotaban sobre el agua traspare nte del gran lago. Se distinguían cargueros atracados; solamente algunos barcos de guerra. El grueso de la escuadra japonesa, alertada por la incursión de los aviones fotográficos, había zarpado hacía algunos días, evitando el combate. Los Hellcats no habían acabado todavía de dar la vuelta al lago, cuando los primeros Zeros s cayeron encima. El combate de los cazas sobre Truk duró varias horas. Oleadas de aparatos seguían llegando constantemente desde los portaviones. Los americanos tomaron una neta ventaja debio a la vez a la excelente calidad de los Grumman F6F Hellcats, y a la práctica del combate en equipo. Esta superioridad de los aviadores americanos sobre sus adversarios se fue afirmando a partir de Truk. Puede que no se inutil de decir aquí algunas palabras sobre su reclutamiento y sobre su entrenamiento.

 

 

Los americanos habían apostado desde el principio que es entre los 18 y los 26 años cuando el hombre resiste mejor las aceleraciones, picados, cambios de presión, etc; y mejor hacia los 18 años que hacia los 25. Eso explica el aspecto extremadamentre juvenil de los aviadores que cada uno pudo ver sobre las fotos en los portaviones. Estos aviadores provenían de todas regiones de los USA y de todas las clases de la sociedad. Los institutos y las Universidades habían sido lo suficientemente examinados. Programas inge niosos y variados habían sido establecidos, lo que permitía a los jóvenes admitidos tras exámen físico acabar sus estudios recibiendo su primer entrenamiento en las "Preflight Schools". En su conjunto la juventud americana disfruta de buena salud. Las causas físicas que eliminaron al número más grande de cantidatos concernían a la vista. Muchos daltónicos. Otros, que no se lo esperaban por esto, se vieron rehusados por defectos en su dentición. Los dientes deben estar bien colocados para soportar la mascara de oxígeno. Los jóvenes que pasaban tras esta criba estaban bien formados, sólidos, orgánicamente sanos. El primer entrenamiento que recibieron en las Preflight Schools era un entrenamiento deportivo: cultura física, judo, deportes de autodefensa; al mismo tiempo, para el desarrollo del espíritu de equipo, futbol (americano) obligatorio. El solo enunciado de los programas de las Prefight Schools constituía una publicidad sensaciona para la aviación naval.

 

Treinta por cien de los aspirantes no sabían nadar. Se les enseñaban cuatro modalidades: braza para mantenerse en la superficiedurante horas; braza bajo el agua, para nadar bajos las capas de petróleo en llamas. Los programas incluían también el principio de la educación propiamente militar. La permanencia en las Preflights Schools duraba menos de un año. Los alumnos eran seguidamente enviados a otros centros para aprender a volar (Primary Fligh Training: 3 meses), después a volar un poco me)jor (Intermediate Training: 14 semanas) seguido de la cual pasaban su exámen de pilotaje. Como un treinta por ciento eran nombrados Naval Aviator (officers) o bien Naval Aviators Pilot (Enlisted Men). Estos elegidos eran a continuación entregados al Operational Training: táctica, sostén de las operaciones anfibias, ametrallamiento al suelo, etc. En este momento eran apartados y dirigidos hacia un entrenamiento especial los pilotos destinados a la aviación naval de transporte(Nats: Naval Air Transport Pilot), los futuros instructores, así como todos los voluntarios extranjeros. Los pilotos destinados a los aparatos de observación recibían una formación que duraba dos meses, después eran embarcados en acorazados o cruceros, o afectados a bases terrestres. Quedaban los verdaderos caballeros del cielo, los pilotos de portaviones. Durante dos meses aprendían a despegar y posarse a bordo de viejos cargueros o petroleros trasnformados en portaviones-escuela. Un centro de entrenamiento fue creado para ellos en pleno continente americano, sobre un lago del Middle West. Bien entendido, ellos estudiaban también todas la formas de bombardeo, torpedeo. Había una materia a menudo ingrata para los pilotos en instrucción, o al menos les interesaba menos: la navegación, ciencia sin embargo bien util. No se les enseñaba más que la práctica de las observaciones y cálculos indispensables, y no de una manera teórica. Los ingenieros americanos inventaron aparatos de una ingeniosidad admirable permitiendo realizar en el suelo todas las condiciones de vuelo y de entrenar a numeros pilotos a la vez en la navegación, así como en la observación, al empleo de las armas, de la radio y del radar. Dos mil films educativos diferentes y cantidad de dibujos animados fueron realizados. El entrenamaiento de los pilotos en el reconocimiento de los objetivos era considerado como particularmente importante. A fin de poder tener constantemente todos los tipos de aparatos ante sus ojos, la Marina pidió a los niños y adolescentes de USA fabricar 500.000 maquetas reducidas. Los jóvenes constructores recibían certificados oficiales y ascensos: el que entregaba los 50 modelos representando a los aparatos de los cuatro beligerantes era promovido "almirante-constructor". La idea obtuvo tanto éxito que la Marina pudo hacer un pedido a estos constructores benévolos de otras 300.000 maquetas que, como las precedentes, fueron repartidas en los centros de entrenamiento. La identificación de todo aparato debía ser "instantánea y global", cualquiera que fuera el ángulo bajo el que apareciera. Los pilotos nombraban las imágenes proyectadas sobre una pantalla durante una duración cada vez más breve: desde una décima de segundo hasta una 75ª. Incluso una vez embarcados, su entrenamiento no cesaba nunca. Los pedagogos aeronoavales se estrujaban el cerebro para encontrar procesos de educación que tuvieran aire festivo. La imaginación de los humoristas fue movilizada para la realización de cuadernitos ilustrados "Sense Through Nonsense": "Un piloto no debe envejecer", "Incendios sin importancia", etc. Dilbert, el piloto torpe que hacía todo al revés llegó a ser un personaje célebre.

 

 

 

(Tras esta detallda descripción del entrenamientos de los piltos navales USA, no era extraña, pues, la superioridad manifiesta de los pilotos americanos. Mañana entraremos en la acción propiamente dicha. Truk, la isla elegida.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Explicado con verdadera maestría el método de adiestramiento de los pilotos navales. Incluído el detalle de los escolares haciendo maquetas de aviones para pilotos que seguro nunca conocerías. Pero si sus hazañas. A

veces, y según lo escrito, uno siente verdadera envidia al ver a estos aviadores tratados con tanto mimo. Solo admiten comparación con unos hipotéticos gladiadores en el Imperio Romano si hubieran podido tener el estatus de hombres libres.

Veamos su comportamiento en el raid de Truk.)

 

 

 

Todos estos esfuerzos (se refieren a los citados en lo traducido ayer. N. del T.)comenzaban verdaderamente a dar sus frutos en la época del raid sobre Truk. En la lucha con los Hellcats, los Zeros parecían ágiles, pero poco eficaces, y vulnerables; 127 de ellos fueron abatidospor en cima de la plaza fuerte, unos sesenta destruídos en el suelo. Mientras tanto, los bombarderos en picado y los aviones torpederos americanos llegaban a su vez, escoltados por otros cazas, y emprendían la destrucción de las instalaciones y de los navíos. A las 10h 45, Spruance fue advertido de que un carguero, "escoltado" por un crucero y cuatro destructores se escapaba por la salida norte. Un grupo de aviones despegó instatáneamente del Yorktown para ir a castigar a los presuntuosos. Como, a bordo de los acorazados, los artilleros se aburrían, Spruance envió también al New Jersey y al Iowa - 45.000 toneladas cada uno- con dos cruceros y cuatro destructores, advirtiendo de ello a Mitscher de que tomaba el mando táctico de esta operación. El carguero era en realidad un minador. Inutil decir que los seis desgraciados barcos japoneses no permanecieron largo tiempo sobre la superficie del oceano. La división victoriosa había izado la bandera y desfiló alrededor del atolón antes de reunirse otra vez con la Task Force. El complejo americano se deshacía a ojos vista.

 

Al principio de la mañana, no había ya ni un solo avión japonés encima de Truk y los bombarderos de los portaviones pudieron venir a escoger sus objetivos, molestados solo por la DCA. Todos los que describieron este bombardeo, que se peosiguió durante dos días, observan el excelente "rendimiento" y le comparan a los raids poco economicos que los bombarderos pesados ejecutaban diariamente en Europa en la misma época: "Mientras que estos bombardeaban a más de 5000 m., los aviones de la Task Force 58 descendían a algunos centenares de metros encima del objetivo. Si bombardeaban un poco más alto, entre 800 y 1000 m. era para evitar ellos mismos ser alcanzados por su propia deflagración cuando tenían que utilizar espoletas de contacto. A esta altura, ellos seguían siendo más precisos que las Fortlezas Volantes a 5 ó 6000 m."

 

Fue contra Truk que los americanos lanzaron el primer ataque de noche con aviones provistos de radar. Los aviones eran los TBF Avenger especialmente preparados para este género de operaciones y llevando bombas. Despegaron de los portaviones a las dos de la mañana del 27 de febrero en número de doce, sin escolta, volando a 200 m. Al llegar encima del lago, bajaron a 60. Sobre la rada, un barco-hospital brillantemente iluminado, estaba anclado. Un proyectil luminoso subió hacia el cielo, donde se cruzó con las trayectorias de la DCA. Pero los japoneses no se imaginaban que los atacantes volaran tan bajos; sus obuses estallaban altos, mientras que los TBF posaban casi sus bombas (provistas de espoletas de bajo retraso) sobre los puentes de los cargueros. Tras un momento, los artilleros japoneses distinguieron los resplandores de los tubos de escape de los Avenger y cambiaron su alcance. Demasiado tarde. Los pájaros nocturnos volvieron todos indemnes a bordo, habiendo obtenido un rendimiento 4 veces y media superior al de los bombarderos diurnos. El 17 por la mañana, los portaviones se aproximaron a Truk, de donde no despegó ningún avión. En total 23 barcos nipones fueron hundidos, entre los cuales, dos cruceros ligeros. Después la Task Force se alejó. Diecinueve aviones americanos había sido derribados, de los que varias tripulaciones fueron repescadas.

 

Los aviadores repescados eran generalmente restituidos a sus portaviones por medio de una lancha. La banda de música colocada en el puente tocaba una pieza animada, el rescatado recibía las felicitaciones, la lancha era devuelta al barco salvador con cargamento de helados que representaban el precio del salvamento. Tal era el ceremonial ya tradicional. Recordaba a los tripulantes "no volátiles" del portaviones que esta guerra no era en absoluto un crucero de placer, aunque para ellos revestía desde hacía unos meses este aspecto. Durante el raid sobre Truk, la única emoción había sido procurada por una breve alerta nocturna. ¿Desde cuándo los hombres del Enterprise no había visto las nubecillas negras de los antiaéreos, o los enjambres de aviones enemigos que se les venían encima? La vida a bordo e incluso estos raids victoriosos tomaban en alguna suerte la forma de una rutina. (...)

 

Ahora, se tomaba rumbo hacia las islas Palaos.

 

 

 

(Dejamos para mañana este cambio de teatro de operaciones. Puede que parezca que solo cambia el nombre del archipiélago, pero veremos por qué este nuevo destino es (será) diferente.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Rockofritz siempre al quite ha subido las fotos que le envié como finiquito del tema Truk. Impresiona la belleza la vista gral. del atolón. ¡¡Qué verde y qué frondosidad¡¡ Por el artº del que saqué las fotos ví que el atolón se recuperó del tremendo ataque de los dos días 16 y 17 febrero 1944. En la actualidad los nativos disfrutan de los turistas que viene a conocer su tranquilidad; y de los amantes de las profundidades, a visitar los pecios de los barcos japoneses en el quizás mas grande cementerio marino en un espacio tan reducido: hay documentados los restos de 22 navíos de guerra. (Puedo dar la nómina completa si hay algún interesado)-

 

Y ahora parece que les ha tocado la china(sic) a las Islas Palaos. La desproporción de fuerzas es manifiesta, y repito, ya es solo cuestión de tiempo.)

 

 

Si se examina el mapa, constatar que se iba a avanzar hasta 1176 millas al oeste de Truk, en pleno corazón del sistema defensivo japonés, y que incluso Tokio hubiera sido un objetivo menos lejano que las Palaos, sí, constatar eso conllevaba a reflexionar y daba como un color interior al cielo azudel Pacífico tropical.Pero, ¿finalmente, ¿este cielo permanecía vacío de aviones japoneses, y el mar vacío de barcos nipones? Esta vez aún, la alerta fue nocturna, y breve. Un grupo de aviones enemigos se aproximaba. Sin embargo la noche no existe para el ojo vigilante del radar que, no solamente ve, sino que indica a los cañones la distancia. El ataque de los aviones-torpederos japoneses, por otra parte, conducido sin demasiada agresividad, fue rechazado. Un episodio particularmente interesante fue el reportaje del ataque contra un viejo destructor japonés, que fue trasmitido por los altavoces a toda la tripulación.Este destructor intentaba ganar la salida oeste. Ocho aviones Avenger lanzaron a la vez, desde ocho direcciones diferentes. Cinco torpedos dieron en el blanco y explotaron a la vez. Un sexto, que llegaba con un ligerímo retraso, atravesó sin encontrar nada el espacio hirviente en el que segundos antes, se encontraba el destructor. Los aviadores americanos hundieron además otra treintena de barcos diversos, colocaron minas, "limpiaron" el cielo encima de las Palaos. Las pérdidas aéreas niponas fueron superiores a las americanas en una proporcion de 19 a 1. En el camino de vuelta, la Task Force ralentizó para martillear algunas posiciones japonesas de las Carolinas. El Enterprise permaneció dos días a lo largo de un atolón llamado Woleai. La rutina a bordo continuaba. Los aviadores contaron que habían encontrado solamente algunos aviones enemigos, enseguida derribados. Y que la DCA incluso no había ni disparado. El Imperio japonés se "recuperaba" penosamente y con lentitud tras el match extenuante de Guadalcanal. Su industria, a pesar de funcionar a su máxima velocidad, apenas le suministraba con qué sostener sus posesiones lejanas, mientras que los EEUU producían sin cesar más barcos, más aviones, armas y objetos de todas clases. Esta abundancia fenomenal del gigante americano en su entorno de guerra fue particularmente percibida por los hombres del Enterprise durante el desembarco en Hollandia, que tuvo lugar el 21 de abril del 44, tresz semanas después del raid sobre las Palaos. Tan pronto zarparon , el comandante vino al micro para explicar que el objetivo de la expedición era cubrir y sostener el desembarco de los hombres del gral. McArthur en la costa norte de la Nueva Guinea holandesa. Durante la travesía, un conferenciante pronunció un discurso sobre el interés estratégico de la operación, su preparación y su desarrollo probable; habló también sobre las belleas naturales de Nueva Guinea y de las costumbres de los indígenas. Fueron proyectados filmes documentales. El 21 que era el día J menos 1, los aparatos que despegaron del portaviones bombardearon tres bases ocupadas por los japoneses sin encontrar un solo avión en el aire. La DCA apenas disparó. Al día siguiente, las tropas de McArtuhr desembarcaban sin oposición.

 

El reclutamiento y la formación de los oficiales que conducían estos barcos por las interminables rutas del Pacífico habían sido imbuídos del mismo espíritu que el reclutamiento y la formación de los aviadores. Halsey cuenta que habiendo un día admirado la maniobra de un pequeño barco reavituallador de aviones, hizo llamar al comandante para felicitarñe.

 

-Parece Vd. jóven, le dijo. Desde cuándo tiene el mando?

-Almirante, hace seis meses yo no había puesto nunca los pies en un barco.

 

En el enorme contingente de sus voluntarios, la Marina había primero seleccionado una élite jovenes robustos, provistos de reflejos superiores y de un expíritu de reflexión excepcional. Todo ello desarrollando a la vez estas cualidades fundamentales para un entrenamiento deportivo. Las cualidades marineras se adquieren por el mando en la pasarela, y no en otro sitio, y si el sujeto está dotado, progresa rápidamente. Es evidente que esta formación ultra-rápida no podía ser llevada a cabo más que en un país que dispusiera de un personal y de un material igualmente abundantes. Los americanos habían evaluado en un 10% la pérdida suplementaria de tonelaje que resultaría del empleo de los "oficiales express". Este procentaje incluso no fue alcanzado.

 

 

 

(Y todavía quedaba casi un año y medio de avance americano. La desproporción, incluso técnica, fue aumentando. Y eso que seguía vigente el frente europeo con la distracción de tropas y material que ello suponía.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Muchas gracias, Owl. Pero sois vosotros los lectores, los artífices de que interese el tema en cuestión. Yo, repito, me considero suficientemente satisfecho con ello. Y además disfruto cantidad traduciendo, y poniendo al alcance de los Foreros textos muy dificiles de encontrar. Para mí lo más dificil es la elección del libro a traducir/transcribir. Además debo distanciarme un poco de lo que a mí, personalmente, me gustaría. Como hasta ahora parece que voy acertando, sigo adelante con la ilusión de la primera obra y del primer día.

 

Pero vamos al PTO. El año 1944 fue un año verdaderamente crucial. A pesar del sesgo positivo para los americanos de la contienda, subsistía el problema serio de fondo: los puntos de vistas divergentes respecto al camino a seguir para llegar a Tokio.

Era el choque de dos egos de primera magnitud. Quizá el de MacArthur fuera más acusado: Virrey de Filipinas. Con la espina clavada de su más que discutida evacuación in extremis, y preso de su promesa de "Volveré". Le avalaba ser el ojo derecho de FDR. En el otro lado de la balanza, Nimitz, que tenía lógicamente el apoyo total de la Navy y del poderoso USMC. Táctico y estratega de primera magnitud, con un subordinado experimentado y resolutivo demostrado, "Bull" Halsey. Tenía la ventaja de haber logrado más en menos tiempo. Tenía en su haber una baza muy importante: "violar" aparentemente sin esfuerzo los límites geográficos que se había impuesto y trazado el Imperio Japonés como su línea de defensa inviolable.

 

Mac Arthur había elegido el "camino largo" vía terrestre, avanzando hacia el oeste sin dejar nada atrás sin conquistar. Siempre visando el archipiélago filipino. Nimitz, en cambio, se "filtró" vía marítima entre las islas fortificadas niponas, primero a "salto de pulga" y luego ya con más experiencia, siempre costosa, a "salto de rana". Dejó atrás posiciones puede que inexpugnables (Rabaul, etc.) a las que dejó perecer por hambre. Y se fue acercando de forma inexorable al corazón de la resistencia japonesa, cual eran sus islas metropolitanas.

 

Pero aún debemos conocer escenarios de heroísmo, y por qué no, de abnegación por ambos contendientes. Los japoneses, poco acostumbrados hasta ahora a la guerra defensiva, con su Flota Combinada todavía intacta; y los americanos crecidos por no haber sufrido ningún contratiempo desde que empezaron su Ofensiva (así en mayúscula) en el ya casi lejano agosto de 1942 en aguas de las Salomón/Guadalcanal.

 

Tras otro Punto y Aparte.)

 

 

 

Su misión en Hollandia acabada, la Task Force puso otra vez más rumbo a Truk. Truk, descoronada de su prestigio, era ahora frecuentemente atacada por bombarderos pesados venidos desde las Salomón. El objeto del nuevo raid era llenar de embudos los terrenos de aviación, destruir las instalaciones, las baterías, los docks, las edificaciones, en fin dejar Truk militarmente inutilizable y tan poco habitable como fuera posible, por meses. Los doscientos aviones nuevamente importados para la defensa del atolón fueron abatidos. El programa de destrucción fue ejecutado punto por punto. Esta ejecución era constantemente verificada por aviones de observación que seguían a las oleadas de bombarderos; algunos minutos más tarde, los oficiales de estado mayor escrutaban los negativos aún húmedos, comparaban, enviaban otras oleadas allí o donde era necesario. Los islotes de Truk fueron dejados en llamas. Alrededor de ellos, sobre el gran lago abandonado por los barcos de guerra no flotaban más que algunos barcos de pesca y algunos sampans a los que los cazas ni se dignaron ametrallar.

 

Parecía verdaderamente que la Task Force 58 no había tenido más que avanzar y golpear allí donde había decidido, sin sin temer ninguna réplica. "¿Dónde está la flota americana?" había preguntado Radio Tokio en inglés a finales de enero de 1942. ¿Dónde estaba ahora la flota japonesa?.

 

El 6 de junio de 1944, la flota Spruance-Mitscher, más potente cada vez que levaba de anclas (¡¡28 portaviones¡¡), ponía rumbo al sur hacia el archipiélago de las Marianas, que Nimitz había decidido conquistar. El objetivo nº 1 era Saipan, no solo un atolón, no solo una fortaleza aislada, un jalón de la expansión, sino ya una tierra verdaderamente japonesa, parte integral del Imperio. Ciento sesenta kms. cuadrados; guarnición, unos 25.000 hombres; población civil: 50.000 personas. Las fotos aéreas de Saipan mostraban verdaderas pequeñas ciudades campos cultivados y fértiles. Los "objetivos militares" ya habían sido bombardeados en el curso de un raid de 6 portaviones, los 21 y 22 de febrero. Ahora se trataba de desembarcar.

 

El 11 de junio, a las 13 h., a 200 millas de su objetivo, la Task Force 58 lanzó su barrido de cazas. Los japoneses de Saipan , que habían descubierto la aproximación de la armada, no se esperaban ser golpeados desde tan lejos. Sus aviones fueron destruídos en el suelo o cuando intentaban despegar. Al día siguiente las bases de las islas vecinas de Guam, Rota, Tinian, Pagan, fueron bombardeadas. La Task Force "barría" ampliamente alrededor del punto de desembarco. Al oeste de Pagan, los aviones descubrieron un convoy de 20 cargueros escoltados rumbo norte. ¡No más convoyes para el Japón¡ Un grupo consagró su tarde a su destrucción. La técnica se mejoraba constantemente. Los cazas se ofrecieron el lujo de de hundir un destructor japonés únicamente con fuego de ametralladora¡¡. A 185 millas al oeste de Guam, otro convoy de 6 barcos. Misma operación. El 14 de junio, el golpe de escoba incluso fue extendido. Dos grupos de la Task Force se aproximaron al archipiélago de las Bonin (al norte de las Marianas). Los pilotos que, ya equipados estaban sentados en los sillones de sus ready-rooms, esperando conocer sus objetivos, vieron aparecer sobre los transparentes nombres en consonancia, esta vez, verdaderamente japoneses: Chichi Jima, Haha Jima, Iwo Jima. En el exterior, un viento furioso pulverizaba la lluvia, enormes nubes paasaban a toda velocidad en un cielo casi negro; una marejada al mismo tiempo larga y dura inclinaba brutalmente la interminable longitud de los puentes de vuelo. Cualquier maniobra era peligrosa; todo despegue correcto, un éxito. Los marineros de los portaviones vieron a los aparatos elevarse en el seno de las nubes, buscando la luz.

 

El desembarco en Saipan comenzó con un tiempo casi tan rudo el 15 de junio a las 8h 30, tras el tradicional bombardeo previo. Los hombres del Enterprise podían ver centenares de navíos desplegados ante las playas. Los Alligators y las embarcaciones de asalto danzaban en las olas, su estela se confundía con la espuma. Con una regularidad absoluta, las oleadas de aviones despegaban. Ni un japonés en el cielo. Pero se podía observar con los prismáticos el tiro itrregular de los cañones japoneses, atrincherados en las alturas, que batían la orilla. La artillería y los aviones americanos no les había todavía reducidos al silencio. Por la tarde/noche, se extendió el rumor de que las pérdidas de las tropas desembarcadas eran pesadas y que el avance estaba suspendido. Lo fue, en efecto. Pero se retomó al día siguiente por la mañana. Algunos aviones japoneses se mostraron ese día, poco numerosos, llegando en pequeños grupos. Tan pronto empeñados en combates desiguales, eran abatidos. Los americanos poseían el dominio aéreo encima de Saipan. Eso no impedía que la progresión en tierra fuera dificil. Otros rumores comenzaron a circular ente la tripulación, concernientes no al desembarco, sino a la flota japonesa. Había dejado sus bases, los aviones la habían visto; era una escuadra formidable con la que los japoneses iban a jugarse el todo por el todo. El tono de estos rumores subió en la jornada del 18, cuando se vió aparecer en el cielo de Saipan algunos aparatos japoneses monomotores, seguramente despegados de portaviones. En verdad, iba a pasar algo.

 

He aquí lo que sabían los jefes. El 13 de junio, una parte de la flota japonesa había sido vista a lo largo de Tawi-Tawi (Filipinas del sur) con rumbo norte. El 17, el submarino Cavalla había señalado una quincena de barcos enemigos escoltando a petroleros a medio camino entre Tawi-Tawi y las Marianas. Otras informaciones dejaban pensar que la flota japonesa que se aproximaba contaba al menos con 9 grandes portaviones, 5 acorazados, 16 cruceros, 32 destructores. Era muy posible que los nipones estuvieran decididos, si no a jugar su todo por el todo, al menos a librar batalla para detener por fin el avance americano en el Pacífico. La aparición de aviones monomotores sobre Saipan no pareció menos sintomática a los estados mayores que a las tripulaciones. En la tarde/noche del 18, la Task Force 58 levantó anclas hacia el oeste. 12 portaviones de escolta y algunos otros navíos fueron dejados ante Saipan. La fuerza que se dirigía hacia la escuadra nipona contaba con 7 grandes portaviones, 8 portaviones ligeros, 7 acorazados, 8 cruceros pesados, 13 cruceros ligeros, 67 destructores. Mitscher tenía a su disposición 450 cazas, 250 bombarderos en picado, 200 aviones torpederos, 80 aviones de exploración. La formación en un principio viró al oeste, luego volvió al este. Por razones estratégicas, Spruance deseaba no alejarse de las Marianas antes de haber situado al enemigo. El 19 por la mañana, la Task Force 58 se encontraba a unas 80 millas al oeste de Guam.

 

Las patrullas de exploración despegaron tan pronto hubo luz, después no pasó nada. Sobre el puente de mando del Enterprise los hombres miraban el cielo. El tiempo esta estaba medio cubierto; entre cúmulos poco elevados, se descubrían las alturas azules y desiertas. La armada progresaba en buen órden sobre el mar

 

A las 9h 40, un chirrido ya conocido advirtió a los hombres que se enchufaba el sonido de los micrófonos. Una voz sin entonación, parecida a la que se oye a veces en los films de gangsters ("Aquí, policía... Aqui, policia...") dió la órden a un grupo de cazas de despegar. Ningún comentario, El Enterprise viraba para colocarse cara al viento, rumbo oeste. Sobre la pista los equipos de maniobra se agitaron. La voz del altavoz se hizo oir de nuevo: órden a un segundo grupo de prepararse a despegar.

 

 

 

(Es inminente el enfrentamiento. Siempre eran importantes. Y este era muy esperado: desde la batalla naval nocturna de Tassafaronga del 30 noviembre de 1942, en las Salomón, las escuadras no se había enfrentado en alta mar. Y la duda por lo desconocido flotaba en ambas Flotas. Una de ellas aún se podía permitir un tropiezo, la otra no lo podría soportar.

Mañana veremos el desenlace.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Pues hoy ración doble: tarde, y noche.Tal vez no debí interrumpirlo aquí, pero el desenlace de la importante jornada del 19 junio 1944 tiene bastante texto, y una vez empezada la acción da como más grima cortar. Así que empezamos con el día: despega la primera patrulla, y avisan la preparación de la segunda. Son cerca de las 10h de la mañana.)

 

 

 

Por encima de los portaviones, el cielo estaba vacío de enemigos, pero el ojo infalible del radar había detectadolos enemigos a distancia. La batalla entre los cazas americanos y estos asaltantes, cuya mayor parte venía del oeste, iba a durar de las 10h 10 a las 13h 16. Todas las formaciones japonesas, que contaban entre 40 y 75 aparatos, fueron interceptadas a varias decenas de millas de sus objetivos y destrozadas. Solo algunos aviones nipones lograron aproximarse a la Task Force. Sus proyectiles fallaron el tiro, o no causaron más que daños insignificantes. Incluso el Enterprise no fue ni sobrevolado. La ineficacia de los aviadores japoneses sorprendiço mucho a los pilotos americanos. En sus resúmenes de vuelo, escribieron que esta batalla había sido "monótona". Las cifras, no discutidas por los japoneses, no desmienten los informes. Por encima de la isla de Ritudian, 33 Hellcats, chocando con 38 advesarios, abatieron 35 de ellos, perdiendo solo 1 aparato. De los aproximadamente 500 aviones japoneses empeñados esa mañana, 404 fueron derribados. Los americanos perdieron veintisiete; nueve de los pilotos fueron rescatados. Desde el principio de la tarde, los portaviones no eran más que gruesos cascos sin interés", ya que no disponían más que de un puñado de aparatos. Spruance no obstante hubiera querido mejor saberlos destruídos. Pero ninguna de las patrullas de exploración había descubierto todavía a la escuadra enemiga.

 

Ella se había retirado.El almirante Shimada había puesto en juego sus aviones, no sus barcos. El resultado no era bueno. Los navíos japoneses en retirada fueron descubiertos el 20 de junio a alas 15h 30 por el Tte. Robert Nelson, del Enterprise, que envió seguidamente un mensaje: "Task Force japonesa se extiende hasta más allá del horizonte; latitud 15º35'; longitud 134º35' este." El enemigo se encontraba (entonces, esto muy importante-no olvidar la hora N. del T.) a 400 millas -más de 780 kms.- de los portaviones americanos. A bordo del Enterprise, los oficiales consideraban pensativamente el telegrama de Nelson preguntándose lo que Mitscher, que enarbolaba su insignia de mando en el Lexington, iba a decidir. En menos de tres horas, sería de noche. Ochocientas millas (mínimas, contando el tiempo de trasmisión desde el Gran E, recepción en el Lexington, y la toma de decisión de Mitscher. N. del T.)representaban el límite extremo de autonomía de los bombarderos en picado y de los aviones torpederos. Si Mitscher daba la órden de despegar, los aviadores deberían reunirse (de todos los portaviones. N. del T.)y atacar a la Task Force japonesa al fin del día y volver aterrizando de noche, sin el menor márgen de combustible para hacer el circuito en el "landing-circle" esperando su turno de aterrizar. Incluso ese cáculo no tenía en cuenta el suplemente necesario para el combate. Cuando los teletipos se pusieron a funcionar, se hizo un gran silencio entre los pilotos del Enterprise. El objetivo era la Task Force japonesa y,´más en concreto los portaviones japoneses; seguía la posición señalada; despegue inmediato. Los pilotos cogieron sus mapas y subieron silenciosamente hacia la pista de despegue. A las 16h, la primera formación se alejó. Los equipos de puente miraron a los aviones fundirse en el cielo despejado. Cuando todos despegaron, el silencio reinó sobre el navío.

 

En la central-radio, dos altavoces chirriaban levemente, uno conectado con la recepción de fonía a larga distancia, el otro conectado a la interceptación de fonía entre los aviones de corto alcance. Normamente, ninguna noticia debía llegar antes de los primeros informes de los jefes de grupo. Los aviadores no hablarían entre ellos en tanto no descubrierana al enemigo; entonces su emisión sería inaudible, a causa de la distancia. No había otra cosa que hacer que esperear. Cara a una pared del cuarto iluminado, los radiotelegrafistas alineados frente a la mesa de escucha, con los auriculares puestos, permanecían silenciosos e inmóviles. Aproximadamente una hora después de la marcha de los aviones, uno de los altavoces se puso a hacer más ruido. Un oficial se aproximó, mientras que dos telegrafistas empezaaban a teclear en sus pequeñas máquinas silenciosas. Se oyó con claridad la voz: "Todos los Scarlet de Katie. He aquí la posición rectiificada pra vosotros... Todos los Scarlet de Katie. He aquí la posición rectificada para vosotros... " Era un avión de exploración que indicaba la situación del enemigo 70 millas más lejos que las indicaciones dadas a los pilotos al partir.

 

 

 

(Debo dejarlo aquí. Sigo en unas horas.

Así de entrada me parece poco el tiempo entre el despegue y el aviso del avión recco. Esos 780 kms. (mínimos, según dije arriba. Y empezaron a despegar a las 16h.) no se recorren en ese tiempo.... Ya que la flota japonesa se retiraría, pienso, a unos 25 nudos de media. Lo que haría que la cifra aproximada de encuentro la cifro en los 850/860 kms. Ni aún utilizando los más recientes Curtiss Helldiver, ni igualmente los Grumman Avenger se llegaba en ése tiempo. Ya que, y esto es un avance a la traducción de luego, descubrieron los atacantes al grueso japonés a las 18h30. Bueno, tampoco tiene más importancia este pequeño décalage (desfase) horario.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Quería haber entrado antes. Pero, tranquilos, que termino hoy este apasionante día 20 junio 44. ¡Cómo iba a dejar a los aviones del Enterprise (y otros portaviones) a punto de alcanzar a la flota en fuga del alm. Shimada¡ Con las ganas que les tenían, dicho en claro y en directo, a los barcos japoneses, verles ahora todos juntos... A los pilotos americanos se les pasó de golpe el cansancio y la tensión de las casi dos horas y media de vuelo. Y hasta puede que ni se acordaran de la hora que era.

 

A ver que pasó)

 

 

 

Los aviones volaban a 2.500 m. El sol se ponía exactamente delante de ellos; su amarillo llameante deslumbraba. A las 18 h., un piloto del grupo de cabeza puso su fonía en marcha: "Varios barcos a la vista, justo delante". Se equivocaba. Estos barcos no eran más que pequeñas nubes gris-ceniza, abajo sobre el agua. Diez minutos más tarde, otro piloto fue víctima de la misma ilusión; él mismo rectificó, seguidamente. A las 18h 15, se oyó una voz firme: "Mirad más bien ese reguero de gasolina." El enemigo había interrumpido su abastecimiento al aproximarse los perseguidores. Los bombarderos en picado empezaron a tomar altura - lentamente, para economizar combustible.

 

A las 18h 23, los aviadores americanos descubrían a los petroleros; a las 18h 30, al grueso de la escuadra. Los japoneses navegaban en tres grupos paralelos, espaciados una decena de millas. Allí había seis portaviones, cuatro acorazados, once cruceros, más de veinte destructores. (Esta cuenta exacta no pudo ser hecha antes del ataque: cada uno de los aviones recco. no había sobrevolado por completo la escuadra enemiga y, ahora, el crepúsculo empezaba a extenderse sobre el mar.) Los jefes de grupo distribuyeron los objetivos: en primer lugar, los portaviones. La acción fue rápida, tensa, espectacular. Los bombarderos comenzaban sus picados a plena luz y les acababan en una casi-noche iluminada por las trayectorias de la DCA. No había en el aire más que unos pocos Zeros, una cuarentena en total, mal distribuidos; algunos grupos de asaltantes no encontraron ninguno. Pero el fuego de la DCA era el más denso y el más violento al que jamás se habían visto expuestos. Los japoneses emplearon obuses de thermita y de fósforo; las trayectorias eran púrpuras, verdes, amarillas, blancas, rosas: y otras de un negro de tinta. Un portaviones fue hundido, otro muy gravemente dañado, tal vez hundido; un tercero fue dejado en llamas; otros además, más o menos dañados. Un petrolero y dos destructores fueron hundidos. Dieciocho aparatos americanos habían sido derribados. Su misión cumplida, los otros dieron media vuelta.

 

 

Los informes sumarios de la operación habían sido recibidos a bordo de los portaviones americanos sobre las 19 h. Después la radio se callaba. Los hombres del Enterprise, informados de los resultados del ataque, evitaron todo comentario. No era dificil adivinar lo que todos pensaban. Los supervivientes de los aviones abatidos sobre la escuadra japonesa no tenían practicamente ninguna posibilidad de salir bien librados: morirían en sus pequeños salvavidas de cáucho, o devorados por los tiburones. En cuanto a los otros, dos problemas se posaban sobre ellos: 1º llegar hasta los portaviones; 2º posarse en ellos. La oscuridad era completa; no había luna. La escuadra navegaba con todas las luces apagadas, conforme a las reglas aplicables en zona de combate.

 

El primer indicio de la aproximación de los aviones consistió en una especie de rumor, como un ruido confuso que se mezcló con el chirrido del altavoz enchufado en la intercepción de la fonía entre-aviones. Este rumor se amplificó; los oficiales apretados ante el microfono pudieron pronto asegurarse que se trataba de voces, de varias voces, de numerosas voces, que hablaban a la vez. Imposible todavía de comprender ninguna frase; a veces se entendía alguna palabra, como un objeto lanzado al aire, y el resto volvía a caer en la melé confusa. Después, varias palabras. Los oyentes no habían podido comprender ninguna frase inteligible cuando esta se destacó con una claridad inesperada, aprovechando una bajada del ruído: "Nada que hacer, Joe. Pico en el aguacero. Adios, Joe." El tono era perfectamente calmado. Joe no respondió. Otra voz hablando más alto que las otras se puso a repetir indefinidamente un indicativo (número individual) de aparato; esta parecía extraordinariamente juvenil, y angustiada: "Aquí... (indicativo). ¿ Quién puede darme mi posición? Por favor, dádme mi posición, aquí..." Otra voz muy tranquila: Aquí Scarlet dos. Me quedan veinte litros. -Me preparo a amerizar." Ahora se distinguían muy claramente las voces. Los que se encontraban delante del altavoz experimentaban una impresión muy particular. Los aviadores hablaban entre ellos, no paraban de hablar entre ellos, con los tonos más variados, pero como si todos formaran parte de un universo separado del resto del mundo, como si nadie pudiera oirlos, como si nada existiera fuera de su comunidad de pájaros volando en las tinieblas. Ninguno hacía alusión a los portaviones o al aterrizaje. Decían: "Me quedan tantos litros de gasolina", o "Tengo aún para cinco minutos". El uno, que iba a tener que posarse, añadió: "¡Intentad venir a buscarme mañana, compañeros¡". Parecían no contar con nadie más que con los de su especie alada. A medida que la audición mejoraba , los indicativos de aviones cortos de combustible llegaban a ser más y más numerosos. Algunos pilotos, tras haber dado su indicativo, decían simplemente: "Yo también". Otro dijo a su alero que pensaba tenía suficiente para llegar, pero que prefería posarse con él: "Vamos allá".

 

A las 20h 15, el servicio de localización aéreo hizo saber que los primeros aviones llegaban.

 

A bordo del Lexington, Mitscher iba y venía en el puente. "Almirante, acababa de decir el comandante Widhelm, numeros pilotos serán incapaces de aterrizar. Sugiero que se iluminen los portaviones." La noche era opaca. Mitscher apenas distinguía los navíos de su escolta. Por encima del Lexington , se oía ronronear a los primeros aviones en el cielo negro; se veían papadear sus luces de posición blancas, verdes, rojas. Widhelm se retiró, dejando a Mitscher solo ante el dilema que, solo, él podía zanjar: iluminar los portaviones y poner la Task Force en peligro, o dejarles en la oscuridad y hacer correr los más grandes riesgos a los aviadores. Los barcos de la Task Force llevaban a bordo casi cien mil hombres; valían mil millones de dolares. Nada permitía suponer que ningún submarino japonés no se encontrara en los alrededores.

 

Mitscher cesó por fin en su ir y venir sobre el puente oscuro. Sus oficiales le vieron entrar en el camarote, cerrar cuidadosamente tras él la puerta. Dió algunos pasos hasta un ancho diván de cuero que ocupapaba un lado de la habitación, se sentó allí de lado. Fumaba sin mirar a nadie, y ningunoi decía ni palabra. Tras un minuto y medio, el almirante echó para atrás su visera de base-ball de visera grande. Se frotó la frente varias veces. Se levantó de los cojines de cuero, volvió su cara roja y arrugada hacia el capitán Burke:

-Turn on the lights (en inglés en el original. N. del T.) Dé la luces.

 

La órden fue enseguida pasada por TBS (Talk between Ships - conversación entre buques: radio de corto alcance.) Las luces de posición se encendieron, los proyectores agujerearon la noche. Cada portaviones encendió un proyector vertical destinado a servir de referencia a los aviones, y proyectores horizontales iluminaron las pistas.

 

La noche se llenaba de aviones que tenían prisa, detrás del Enterprise parecían golondrinas susurrantes. El landing-officer comenzó a agitar sus raquetas de señalización justo en el momento en que se iluminaba la pista. Un primer avión aterrizó, los equipos de maniobra se precipitaron. Era un Hellcat del Hornet. "Estaba absolutamente seco", dijo el piloto. Me hubiera posado hasta en el techo del infierno." En este momento los altavoces difundieron un mensaje de Mitscher: "A todos los aviones del cuerpo aéreo 58: posáos en la primera pista que veáis". Los hombres del Enterprise tenían la impresión de que un enjambre revoloteaba en la noche alrededor y encima de su barco; o más bien no, no era un enjambre, eran en verdad como pájaros, se veián aproximarse las pequeñas luces marcando el borde de sus alas, en grupos peligrosamente apretados; se les veía llegar por detrás, alejarse, volver y volver otra vez, mientras que el landing-officer señalaba a los pilotos mantenerse a distancia. El landing-officer no podía más que hacer aterrizar a un avión cada vez, y estos hubieran querido lanzarse todos a la vez sobre el puente; se comprendía que no podían aguantar ya más, que eran naufragos al borde del colapso. Uno de ellos, ignorando todas estas señales, adelantó a un avión ya alineado. Tenía sus luces apagadas, se hubiera dicho que era un ciego vuelto loco. Pasó una primera vez como una tromba a dos metros por encima de la pista, oblícuamente. El landing-officer vió el extremo de un ala pasar a un metro de su pecho. Se tiró al suelo, y se levantó enseguida. El bólido oscuro no había caído al mar. Se presentó una segunda vez, siempre ignorando las señales. La sirena de alarma sonó, el puente se vació; solo el landing-officer permaneció de pié en su puesto. El avión chocó contra el puente con estrépito; brotaron llamas. Se oyó un segundo más tarde el ruido de los extintores. Después se apagaron los proyectores. Fue preciso apagar los proyectores para hacer comprender a los aviones que la pista cesaba de estar utilizable. Despejar la pista iba a llevar al menos cinco minutos.

 

Los aviones a punto de caer seguían dando vueltas por encima de la Task Force. Se veía encenderse sobre el mar las luces de emergencia de los aviones caídos. Se elevaban cohetes, proyectiles luminosos; bajo una bóveda de luz blanca, los destructores aparecían un instante, navegando sobre el agua sombría, o parados, repescando víctimas. De cuando en cuando, un nuevo proyector se iluminaba bruscamente, como una antena delicada, después se apagaba. Si alguna manada de submarinos japoneses se hubiera encontrado en las proximidades, ¡qué fiesta¡. No se hallaba ninguno.

 

 

 

(Dejamos aquí el texto emocinante cuando todavía era de noche. Seguiremos ya el final de los rescates realizados desde la madrugada; y el balance consiguiente.

acabar el relato que de esta concreta operación nos ha ofrecido Georges Blond con su proverbial claridad de exposición, traduciré seguidamente (como hice ya hace unos días) del libro "Tonnerre sur le Pacifique, de Albert Vulliez precisamente ésta misma operación. Como indiqué la otra vez, sirva esta siguiente traducción que haré mañana como ampliación y como aporte de detalles nuevos, que seguro nos ayudará a comprender mejor este emocionante, y determinan)te día en el desarrollo de la campaña en el Pacífico.

 

Saludos

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Los aviadores hablaban entre ellos, no paraban de hablar entre ellos, con los tonos más variados, pero como si todos formaran parte de un universo separado del resto del mundo, como si nadie pudiera oirlos, como si nada existiera fuera de su comunidad de pájaros volando en las tinieblas.

 

:adorando:

 

Tremendo parrafo. Ninguna escena de película podría emularlo.

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Buenasss

 

(Para no perder la atmósfera de ése día, 20 de junio de 1944, tal como anuncié anoche, traduzco directamente del libro "Tonnerre sur le Pacifique" de Albert Vulliez. Solo es ese día, tan completo en sensaciones. Es un texto mucho más corto que el de Blond, pues éste es prolijo y detallado. Pero creo que ayudará a dar algún matíz más.)

 

 

 

(...)Las dos escuadras (americana y japonesa) comenzaron a alejarse una de otra en vez de aproximarse, y no fue hasta el 20 de junio a las 16h. que una patrulla recco. americana señaló la posición de la flota (japonesa) en movimiento. Aunque había recibido la órden de Spruance de atacar "tan pronto como consiguiera una información precisa", Mitscher aún dudó (Mitscher era un piloto veterano con innumerables horas de vuelo a sus espaldas y, al contrario de los almirantes corrientes que tenían tendencia a utilizar los aviones como si fueran obuses sin importarles lo que ocurría después, él era hábil administrador de la moral de sus aviadores de los cuales sabía que un día u otro dependería la victoria o la derrota. Como ignoraba totalmente las pérdidas infringidas al adversario por los submarinos, temía de un nuevo ataque en fuerza para el 20 de junio y quería poder plantar cara con todos sus medios. Una mañana de reposo le parecía indispensable y no insistió en multiplicar las patrullas destinadas a volver a encontrar a la flota japonesa) en lanzar lanzar sus flotillas al ataque. La decisión era grave: el sol bajaba en el horizonte y los japoneses estaban al límite extremo de alcance, lo que impicaba un retorno de noche y una recogida muy arriesgada. Pero la ocasión era demasiado buena de sorprender a la flota enemiga y de destruirla. Así que acabó por aceptar el riesgo.

 

Las flotillas americanas que totalizaban 216 aviones atacaron en oleadas sucesivas entre las 18h 20 y las 19h, es decir en el momento de ponerse el sol. La 1ª Flota movil japonesa, aún ampliamente dispersa ofrecía numerosos objetivos, pero tras haber recorrido unos 450 kms, los aviones de Mitscher estaban justos de combustible para lanzar sus bombas o torpedos sobre el primer barco que divisaran y después dar media vuelta sin perder un segundo.

 

Empeñado en estas condiciones, el combate fue confuso. Los aviones de caza nipones aunque poco numerosos opusieron una resistencia feroz. De los siete portaviones de la Flota movil, cinco fueron alcanzados, pero solo uno fue hundido, el Hiyo, alcanzado por varias bombas y dos torpedos, uno de ellos lanzado por un submarino. Todos los otros pudieron continuar su ruta hacia Okinawa y el Japón. La Flota del almirante Ozawa había escapado a la masacre.

 

Mientras que la 1ª Flota movil se internaba en la noche, a los aviadores de Mitscher les costó muchísimo trabajo encontrar sus portaviones. El cuarto creciente de la luna que había iluminado los últimos combates estaba enmascarada por las nubes que cubrían el horizonte y los pilotos navegaban en vuelo instrumental dentro de una oscuridad total. Las ondas estaban obstruídas por la cantidad de llamadas angustiadas y las indicaciones dadas por los barcos se diluían en una indecible cacofonía.

 

Mitscher, que esperaba angustiado el regreso de sus muchachos, tomó una iniciativa sin precedentes en los anales de la guerra naval. Ordenó a todos los navíos encender los puentes e iluminar el cielo por todos los medios posibles incluidos los focos de los vehículos. Tras lo cual, lanzó a sus cazas nocturnos a la búsqueda de los aviones con la misión de traerlos al redil.

 

El carrusel que siguió fue espectacular. Seis portaviones pesados y cinco ligeros navegaban en dos líneas bajo la bóveda de haces luminosos y cohetes. Cuando los aviones fueron apareciendo, los proyectores se apagaron y los pilotos pudieron descender hacia los pueentes iluminados por los faros de los vehículos. Pero la tensión había sido demasiado fuerte para que todo pudiera discurrir como en un entrenamiento. Varios pilotos fallaron al aterrizar y chocaron con las barreras, retardando el apontaje de los siguientes; otros cortos de combustible debieron amerizar con desigual fortuna; otros, en fin, se hundieron en el mar por diversas causas. De los 216 aviones que despegaron a las 16 h., 116 solo pudieron ser recuperados. De los otros cien, veinte fuerron derribados por los japoneses y 80 se perdieron por accidentes. Mitscher puso todo su empeño y sus subordinados hicieron milagros para salvar a los accidentados. 101 fueron socorridos esa misma noche, y 59 en la mañana siguiente de sus salvavidas neumáticos.

 

 

 

(Aquí acaba el escueto texto de A. Vulliez. Aprovecho para subir lo traducido, por precaución; y sigo con el libro original de Blond para acabar con lo que se llamó la Primera Batalla aeronaval de las Filipinas)

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(Quedamos en la noche del 20 junio y el costoso rescate nocturno. Afortunadamente verano y trópico hacen las noches algo más cortas)

 

 

 

Al amanecer, los aviones recco. despegaron a la búsqueda de naufragos todavía a la deriva en sus minúsculossalvavidas hinchables color naranja. Dieciocho aparatos americanos habían sido abatidos durante el ataque crepuscular a la escuadra japonesa. Contra toda esperanza, varios miembros de sus tripulaciones sobrevivieron. Cruceros, enviados especialmente por Mitscher, lanzaron sus hidros que les descubrieron. Setenta y siete aviones habían caído al mar en el camino de vuelta o esperando poder aterrizar. A pesar de la entrega y perseverancia de los salvadores, cuarenta y cuatro pilotos y aviadores no fueron salvados. La flota japonesa en retirada no fue alcanzada. La Task Force 58 había perdido demasiado tiempo - si se puede decir eso - recogiendo sus aviadores. E, incluso sin eso, los japoneses habían tomado demasiada delantera. Para los que desearían comprender por qué se habían hurtado tan facilmente, he aquí. Primero, el almirante nipón había deseado no empeñar sus barcos y había lanzado sus aviones al límite de su radio de acción; además, Mitscher se había alejado de Saipan menos todavía de lo que hubiera deseado, pues el viento del este había aobligado a los portaviones a navegar muy a menudo rumbo este para lanzar o recoger sus cazas. El daño infringido a los japoneses era sin embargo apreciaable. Esta batalla es generalmente conocida como batalla de Yap, del nombre de un atolón situado al oeste de las Marianas o, más a menudo, Primera Batalla de las Filipinas, porque en el momento en que Mitscher dió la órden de vuelta, los portaviones no se encontraban más que a 545 millas de Samar.

 

 

 

(Terminada esta batalla aeronaval, había que volver a tierra. La lucha en Saipan seguía en todo su apogeo. Y los Marines, y las tropas del Ejército después, vuelven a tomar protagonismo. Como nos contará Georges Blond. Pero eso será mañana.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Agradecer de nuevo a Rockofritz que vaya subiendo las fotos que le voy enviando. En este caso en concreto las 1ª y 2ª fotos son estupendas, y muy ilustrativas, sobre todo la 2ª es de un realismo que refleja con exactitud lo traducido. Y echo en falta la otra foto, aproximadamente a la misma altura/distancia, y probablemente del mismo avión recco. Y con más dramatismo si cabe. Ruego, pues, desde aquí a Rocko tenga a bien subirla. Gracias anticipadas.

 

Y pasamos a otra cosa, ligada, como no, a esta casi victoria. Consecuencia directa, la posibilidad de seguir el avance terrestre en la isla de Saipán, sin el acecho de la Espada de Damocles de la Flota Combinada japonesa. Veámoslo en detalle (como solo sabe hacerlo Georges Blond.)

 

 

 

La seguridad de la operación contra Saipan estaba desde ahora asegurada. El enemigo no volvería al menos en fuerza a turbarla. El cuidado de sostener la progresión de las tropas fue dejado a una fuerza de diez portaviones de escolta. La conquista de la isla no debía durar menos de un mes. Habiendo los Marines desembarcado primero, las tropas del Ejército fueron puestas en tiera el 19 de junio. Su táctica era diferente a la de los Marines: ellos progresaban detrás de la artillería, mientras que los Marines avanzaban con mucho gusto en líneas espaciadas, de débil densidad y sin marcar profundidad. Dicho de otro modo, luchaban de forma aislada. Pero con gran efectividad.

 

(...) Los japoneses se atrincheraron en Saipan como ellos sabían hacerlo, resistiendo hasta la muerte en cada uno de su agujeros. El 7 de julio, de madrugada, varios miles - de 3 a 5.000, jamás se supo con exactitud - armados de ametralladoras , espadas o simplemente bayonetas, libraron su asalto desesperado. Los americanos flaquearon bajo el choque, retrocedieron 2.000 m. (una enormidad, dada la extensíon de la isla. N. del T.). Los japoneses desenfrenados se lanzaron sobre un Bon. de artillería cuyas piezas les disparaban "a cero"; los obuses, cuyas espoletas estaban regladas a cuatro décimas de segundo (?), explotaban a menos de 50 metros de la boca de los cañones. A pesar de eso, dos baterías fueron tomadas. Pero los japoneses no pudieron mantener este furor. El peso de la superioridad en efectivos y en material se hizo sentir. Los americanos reconquistron el terreno, sembrado de cadáveres.

 

Comenzó entonces sobre Saipan una trágica epidemia de suicidios. Los militares primero,: el Tte. Gral. Yoshijo Saito, Gobernador de la isla, y el vicealmirante Chuichui Nagumo, comandante de las fuerzas navales japoneses en el Pacífico Central. Saito, demasiado débil para sarse muerte en el seppuku (harakiri) tradicional, se hizo ejecutar por un ayudante. La mayor parte de los soldados supervivientes se suicidaron por medio de granadas de mano. Los civiles japoneses, refugidos en un extremo de la isla y viéndose sin defensores, no pudiendo soportar la idea de caer en manos de los que su propaganda nacional (¿qué propaganda no hace lo mismo?) les había representado como si fueran demonios. El número de suicidados civiles de Saipan, el número de los niños precipitados por los acantilados por sus padres, se discute aún hoy en día (tengamos en cta. que el libro de Blond se escribió 1956/1957. Desde entonces se han podido recuperar fotos y filmaciones desde el lado americano, algunas de buena calidad, a pesar del dramatismo del momento. Yo poseo documentales que así lo prueban. Algunos los he visto reproducidos en youtube. Fotos, también tengo: haré, como siempre, lo posible para subirlas a este Foro. N. del T.). Tal es el precio de las guerras totales. La conquista de Saipán costó a los americanos 3.426 muertos y más de 13.000 heridos.

 

 

(Como en ocasiones anteriores, y siempre en aras de una mejor comprensión, procedo a traducir, como de costumbre, del libro Tonnerre sur le Pacifique, de A. Vulliez, capítulo que él titula: La Remontada hacia el Japón (Una elección dificil), que trata sobre la decisión/toma de Saipan.)

 

(...) A la espera (del siguiente ataque norteamericano), era necesario intentar retrasar el avance americano resistiendo con encarnizamiento en las islas aún ocupadas utilizando para ello lo mejor posible aviones y submarinos pero sin poner en riesgo ninguno de los barcos que todavía les quedaban. Varios meses les serían necesarios para reconstruir las flotas de portaviones y las bases terrestrres de Formosa y de las Filipinas.

 

Es pues en un cielo y en un mar prácticamente vacíos que las fuerzas del almirante Spruance pudieron pudieron asegurar sus desembarcos de isla en isla, desde Saipan a Iwo Jima. Sin embargo, a pesar de la ausencia de toda intervención exteerior, la resistencia japonesa revistió pronto tal carácter de encarnizamiento que operaciones previstas para durar algunos días duraron semanas.

En Saipan, donde la fuerza anfibia de Turner hab´ñia desembarcado sin dificultas el 15 de junio 1944, tras una intensa preparación aérea y naval (8000 hombres puesto en tierra en 20 minutos) el avance americano fue bloqueado sobre la misma playa. Los tractores anfibios (alligators) no habían podido avanzar más que una treintena de metros y la mayor parte de ellos habían sido volados por el tiro de cañones admirablemente camuflados. Tras dos días de combates agotadores, los Marines de la 2ª División habían perdido 1575 hombres, muertos o heridos, y los infantes que llegaban detrás apenas habían logrado ensanchar su cabeza de puente. El mayor gral. Holland Smith comprendió que Saipan iba a ser un nuevo Betio/Tarawa.

 

Y eso fue en efecto, pero ni Holland Smith ni Turner soportaron la responsabilidad, habiendo sido los dos reemplazados por sus subordinados directos, el mayor gral. Harry Scmidt y el amirante Hill. Su temible adversario, el gral. Saito, había organizado en los escarpados del volcán Tapotchau una inextricable red de fortines y grutas que se comunicaban por subterráneos. nEl conjunto estaba tan remarcablemente camuflado que los bombardeos aéreos y navales habían sido totalmente ineficaces. Cada caverna y cada hoyo tuvo que ser atacado con bazooka y lanzallamas y fueron precisos 24 días a los 77.000 hombres de tropa americanos traídos hasta allí por 209 transportes de tropas para reducir a los aproximadamente 20.000 defensores de la isla.

 

El 7 de julio del 44, los últimos Bones. del gral. Saito lanzaron una contraofensiva desesperada. Cuatro mil militares y civiles armados de una panoplia de armas que iban de la ametralladora a la caña de bambú afilada surgieron de las cavernas al grito de "Banzai" y de "Siete vidas para salvar a la Patria." Las dos compañías americanas que sufrieron el choque cedieron bajo la marea humana y fue otra vez la 2ª División del USMC a la que se llamó para cerrar la brecha. Después la intervención masiva de la artillería puso fin a la carnicería fulminando a bocajarro a los últimos supevivientes. Al día siguiente, no quedaban más que tiradores aislados en el norte de la isla. Rodeados por las tropas americanas, algunos centenares de soldados y de civiles se arrojaron entonces al mar desde lo alto de los acantilados del cabo Marti. El cuerpo del gral. Saito pudo se identificado entre los millares de cadáveres amontonados ante los abrigos o calcinados en las cavernas. El del viejo almirante Nagumo, fue encontrado entre los escombros de los edificios del Almirantazgo. Habí rehusado hacerse evacuar de la isla y se había suicidado de una bala en la cabeza.

 

El ensañamiento en la defensa de Saipan por Saito había dado un gusto anticipado de lo que costarían las futuras conquistas. Así los ataques consecutivos a Tinian, y Guam fueron precedidos de un diluvio de de bombas y obuses. En Tinian, la destrucción de los puntos fortificados fue facilitada por los acantilados de Saipan desde donde podía tirar os cañones, y por el empleo de una nueva arma que fue probada aquí por primera vez: el napalm.

 

 

 

(Y aquí lo deja,os por hoy. Lá tónica gral. empezaba a ser la misma. Solo un enfrentamiento de más entidad de fuerzas por parte de la infantería japonesa podría tener algun viso de cambiar el signo de la guerra. Y eso solo se podría probar en espacio abiertos que solo se encontraban en las grandes islas Filipinas. Eso, y la aparición en masa de la reconstruída Flota Japonesa.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Terminado el affaire de la isla de Saipan - otra vez gracias a Rockofritz por subir esas fotos que le envío - vemos que los americanos empiezan a creer en sus posibilidades, apoyados en una supremacía de medios incontestable. Y ya comienzan a pensar en acometer empresas de mayor envergadura, todas visando siempre el corazón del Imperio japonés. El último baluarte que separa a la Flota (podríamos bien decir, Flotas) norteamericana de las islas denominadas metropolitanas niponas (lo que para nosotros serían las islas Baleares, para entendernos. N. del T.) esel conjunto del archipiélago filipino. Pero allí ya existe un Ejército japonés en fuerza. Que no ha sufrido el menor desgaste, y ayudado por una orografía muy dificil. Y hay que contar con el alargamiento más que considerable de las vías de abastecimiento; con el problema logístico que ello conllevaba. Tampoco es desdeñable el apoyo táctico y estratégico que podían recibir los defensores de Filipinas de lo que entonces se llamaba Formosa, y también (muy importante) de la vecina China continental donde Japón mantenía un muy poderoso Ejército desde hacía ya casi un decenio.

 

Pero la iniciativa (arma poderosa donde las haya) pertenecía, y para siempre a los Estados Unidos de América. No se ganan guerras luchando a la defensiva. El tiempo, factor esencial, corría a su favor. Contribuyendo a ello el curso francamente favorable de la contienda en Europa. Con los dos desembarcos en Francia totalmente consolidados.

 

Así que, leamos lo que se cuece en PTO.)

 

 

 

El 24 de agosto 1944, una ceremonia a la vez muy solemne y teñida de cordialidad se desarrollaba en Eniwetok, una de las nuevas bases de circustancias creadas por la Marina americana en el Pacífico Central. Una gran cantidad de navíos de guerra estaban colocados en órden de parada, música sobre el puente, tripulaciones impecablemente alineadas. El ceremonial militar está previsto para que la toma de mando de un militar de alta graduación revista siempre un carácter impresionante. Esta no obstante llena de cordialidad porque el jefe que acababa de tomar el mando de la Tercera Flota era el vice-almirante Halsey. Sí, cordialidad era bien el nombre conveniente para designar el lazo invisible que unía a Frederick William Halsey con cada uno de los, con pocas excepciones, hombres presentes ese día sore el lagoon de Eniwetok - y particularmente a los hombres de la tripulación del Gran E. Bull Halsey - "el Toro"- no es un desconocido para nosotros. Le hemos visrto conducir los primeros raids de portaviones (uno o dos portaviones) en la época en que los americanos, batiéndose en retirada en toda la extensión del Pacífico, lanzaban algunas ofensivas concretas para sostener la amoral. Hecho extraño, la leyenda de Halsey no se veía empañada durante este periodo de dos años en el curso de los cuales no había ejercido mando en el mar. Del 26 de mayo del 42 al 24 de agosto de 1944, ninguno de los hombres del Enterprise, ni de otros barcos americanos, había podido ver la silueta del almirante, confinado en su despachode Noumea. Sin embargo Halsey no había cesado de ser para ellos "Bull" Halsey, el hombre que avanza hacia la victoria jurando como un verdadero lobo de mar a la antigua usanza, brusco, atropellando a todo el mundo alrededor de él, pero con corazón de oro, comprendiendo al marinero, en una palabra, un "tipo asombroso". Que él no condujera personalmente ninguna de las operaciones importantes de la guerra, era cosa que importaba poco para estos hombres de los que era su ídolo: como en el pasado, "la mayor parte nunca le habían visto, no sabían casi nada de él, incluso ni sabrían decir qué fuerzas navales había mandado, ni citar una sola de sus acciones victoriosas". Los que le habían visto habían recibido el flechazo; se volvían propagandistas incansables, eso era suficiente. Como siempre, Halsey era para las tripulaciones el hombre que iba a conducir a la Flota americana hasta Tokio. Era necesario, se pensará, que el mando superior compartiera, al menos en cierta medida, esta convicción, para que Halsey se viera confiar el mando del más grande cuerpo de batalla americano. En efecto, el mando superior pensaba que el momento de avanzar resueltamente sobre las últimas posiciones japonesas e incluso sobre el mismo Japon había llegado. Y, todas las reflexiones hechas, había decidido: que más que Spruance-la-Máquina-Humana, a quien algunos reprochaban de falta de agresividad, Halsey-el-Toro era ahora el hombre de la situación.

 

Halsey estaba harto de su despacho. Obtuvo de Nimitz libertad de maniobra para constituir una enorme flota, y su temperamento se manifestó enseguida en la articulación misma de esta armada. La dividió en tres partes: una Fuerza "Expedicionaria", únicamente destinada a la conquista de objetivos (escolta, y protección de transportes, sostén de desembarcos); una "Fuerza de Zona Avanzada", que tenía por misión sostener constantemente a la precedente; y por fín, una tercera fuerza, colocada directamente bajo sus órdenes; esta modestamente llamada "Fuerza de Cobertura", reunía los mejores acorazados rápìdos, a casi todos los portaviones con sus "pantallas", en una palabra, lo esencial de la potencia ofensiva. La misión de esta "Fuerza de Cobertura" todavía llamada Task Force 30, se definía como sigue: "Utilizar toda ocasión que se pueda ofrecer o ser creada para destruir la más grande parte de la flota enemiga". Halsey encontraba el medio de atribuirse personalmente la única misión que siempre le interesó: una especie de trabajo de corsario, pero, esta vez, con medios gigantescos.

 

 

 

(Mañana sabremos cuál fue la primera operación realizada por esta enorme Armada (impresiona la sola vista de tantos barcos reunidos). A veces pienso que había que haberlo hecho rematadamente mal para no haber ganado la guerra. Y ya se sabe, para milagros, Lourdes.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Casi ni repuesto de un Puente (inesperado) pasado por muuucha agua, y por ello con regreso anticipado. Intento ponerme al día: hoy ración doble tarde/noche.

 

Releo lo último escrito, y no tarde en situarme. La concentración (no solo psíquica, sino de material)americana "tenía/debía" ser aplicada/puesta en marcha inmediatamente. No se puede tener a miles de Marines en las sentinas de los transportes, ni a decenas de enormes navíos de guerra en el lago interior de un atolón. Un cuchillo afilado si no se usa se embota.

Veamos donde se aplicó este exceso de fuerza... aeronaval.

 

 

 

La primera empresa fue la conquista de las islas Palaos, que se desarrolló del 6 a 23 de setiembre de 1944. Hay poco que decir sobre esta conquista, a pesar de la enormidad de medios puestos en obra - o puede ser por causa de esta enormidad. Hay poco por decir para el historiador. Pero está fuera de duda que gran número de combatientes desembarcados en estos atolones vivieron allí horas en extremo dramáticas. Las guarniciones japonesas, privadas de defensa aérea (las Palaos habían sido bombardeadas desde hacía meses) poco o nada abastecidas, se sostuvieron en todas estas partes con el mismo valor en combates desesperados. Algunas posiciones no fueron conquistads más que al precio de rudos esfuerzos, por ejemplo Peleliu, atacada el 7 de setiembre, y donde los combates se prosiguieron hasta finales de noviembre. Pero la armada no permanecía en absoluto todo el tiempo delante de las islas: llegaba los bombardeos previos comenzaban y el desembarco se llevaba a cabo según un proceso llevado a un alto grado de perfección. Las tropas puestas en tierra, la cabeza de puente sólidamente constituida, se debajan allí algunos portaviones de escolta para asegurar el "sostén" aéreo, y la armada navegaba hacia otra posición japonesa. La última conquista llevada a cabo fue la de Ulithi, atolón situado a medio camino entre Guam y Peleliu. Ulithi fue bombardeada y cañoneada durante dos días; despues los dragaminas abrieron el camino a los transportes de tropas, que pusieron en el agua sus lanchas de desembarco. Las tropas llegaron en el mismo minuto en las cinco islas del atolón. "No había allí ningín japonés, y los indígenas era pro-americanos".

 

 

 

(Lo que Georges Blond despacha en menos de una página, el miembro del USMC, el Marine Eugene B. Sledge, en su celebrado libro "Diario de un Marine" ilustra con más de ciento cincuenta excepcionales páginas la conquista de Peleliu. Obra que estaba leyendo cuando me embarqué en esta traducción con el tema monográfico de portaviones Enterprise (que simultaneo, como se esta viendo, con el libro "Tonnerre sur le Pacifique" de Albert Vulliez, como soporte/ayuda). La obra de Eugene B. Sledge "Diario de un Marine" ( su título original es: With the Old Breed at Peleliu and Okinawa) fue escrita en 1981, es decir 37 años después de lo sucedido. Planeta la ha editado en junio de este año en castellano, en su colección booket (Testimonio). 455 pgs. El relato sobre Peleliu es estremecedor. De lo mejor que he leído sobre la lucha en PTO. Y todavía me queda la segunda parte de leer: Okinawa. Aunque dudo sostenga la cascada de emociones que levanta esta 1ª parte s/Peleliu. La aparición en los USA de la mano de Ballantine Books (Random House) fue en 1981 un enorme éxito, a pesar de que como he dicho habían pasado 37 años desde el fin de la WWII. Es todavía hoy en día que se siguen efectuado re-ediciones.

 

Colecciono una serie de fotos sobre la conquista de Peleliu. Algunas de ellas aparecen incluso en el libro de E.B. Sledge. Paso seguidamente varias de ellas a Rockofritz para que las suba e ilustrar esta importante batalla, un poco dejada de lado por Blond.

 

Aprovecho un Punto y Aparte doble, para proseguir esta noche con objetivos aún más importantes (e imponentes) para esta armada americana ya desencadenada)

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Buenasss

 

(Como ya ilustró Rockofritz "lo" de Peleliu con el material que le envié; y yo, indicando el estupendo libro de Eugene B. Sledge "Diario de un Marine", sigo, sin más, con la trepidante marcha que lleva la Armada americana.)

 

 

 

Pues, en setiembrede 1944, se trataba para los americanos de conquistar las Filipinas, que estaban en manos de los japoneses. Que hubieran caído no era sorprendente, si se echa un vistazo sobre el mapa del Pacífico. De Manila a S. Francisco, 11.550 kms.; de Manila a Yokohama, 3.250 kms. El flujo japonés se había desplegado con facilidad sobre este protectorado separado de su metrópoli por casi el tercio del contorno de la Tierra. De este despliegue, los americanos guardaban un recuerdo muy vivo. Ante el invasor amarillo, habían tenido no solamente que retirarse, sino capitular. El gral. Wainwright tuvo que sentarse frente a los generales nipones, y firmar, mientras que la bandera americana era arriada en Corregidor. Imágenes desagradables. Pero al mismo tiempo, el recuerdo de la resistencia heróica de las tropas de Mac Arthur en la península de Bataan, y después en el islote fortificado de Corregidor, subsistía como un tema heróico fundamental. Antes de que este último reducto no sucumbiera, McArthur había recibido del Presidente Rooseevelt la órden de escaparse. Un submarino americano había venido dos noches seguidas para embarcar el oro de las Filipinas, después McArthur había dejado Correegidor en una lancha rápida, exclamando: "Volveré".

 

Ahora, todos estos nombres se convertían en nombre de objetivos próximos. No obstante, el plan metódico de reconquista se alargó por varios meses: las costas del archipélago filipino son recortadas, forman canales interiores faciles de minar y defender; además, se sabía, los japoneses habían instalados 70 aerodromos en las principales islas. Se empezaría, pues, por ocupar el atolón de Yap; después la isla de Talaoer, situada 170 millas al sur de Mindanao; de allí, las tropas de McArthur avanzarían, poniendo pié en la costa meridional de Midanao. Por saltos, otras posiciones estratégicas serían alcanzadas. El desembarco más importante que debía tener lugar en el golfo de Leyte, en el corazón del archipiélago, estaba previsto para el 20 de diciembre de 1944. Habiendo tomado conocimiento del programa, Halsey comenzó la ejecución. El 8 de setiembre, los aparatos de los portaviones comenzaron a bombardear los aerodromos de Mindanao. Aquí, brusca aceleración del "tempo" de la marcha hacia adelante. Veamos por qué.

 

Primero, los aviadores americanos no encontraron sobre Mindanao más que una resistencia apenas apreciable. Segundo, un piloto de la Task Force 58, obligado a un aterrizaje forzoso, y que pudo reparar su avión , volvió con informaciones muy interesantes. El "maquis" filipino le había ayudado a arreglar su aparato; estos "resistentes" parecían superiorment organizados; proporcionaron informaciones sobre las defensas japonesas muy precisas que corroboraban las costataciones hechas por los aviadores: poco aparatos; por lo demás, las guarniciones japonesas eran demasiado poco numerosas para controlar este gran territorio, cuya población se les mostraba cada vez más hostil. No era la primera vez que el mando americano recibía informaciones sobre la situación interior de las Filipinas. Oficiales, que permanecieron allí durante la ocupación, o traídos por medio de submarinos animaban el maquis y dirigían la guerrilla; tras un cierto tiempo hacían llegar informes optimistas. Demasiado optimistas, había estimado el mando. El almirante Halsey, a la vez que escuchaba el informe del aviador, miraba desde el puente de mando de su navío las verdes alturas de Cebú recortadas sobre el cielo azul. Así vistas desde el mar, estas tierras parecían, en efecto, desprovistas de defensas. ¿Y si las tenían realmente? El aviador le contaba cómo los filipinos le habían enseñad rectángulos del papel de envolver las chocolatinas americanas traídas por el submarino, y cuidadosamente conservadas; en este papel se leía la frase convertida en eslogan: "Volveré.- Mac Arthur." ¿Se iba a perder tiempo? ¿Recomenzar a una escala inmensa la demostración casi ridícula de Ulithi? Halsey llamó a uno de sus oficiales, le hizo redactar un telegrama. El mismo texto para Nimitz, en Pearl Harbor, y a Mac Arthur en Nueva Guinea. Halsey daba parte de lo que acababa de conocer. "No perdamos tiempo. Desembarquemos en Leyte lo más pronto posible." Tras haber cambiado mensajes con Mac Arthur, Nimitz, desde Pearl Harbor, llamó por teléfono al jefe del "Estado Mayor Combinado". Este gran personaje asistía a una recepción en un castillo, al otro lado del mundo, en Canadá. Se excusó un instante ante la dueña de la casa, tomó el receptor. "De acuerdo", dijo a los cinco minutos. La fecha del gran acontecimiento fue adelantada al 20 de octubre.

 

Asombrar al adversario, volverle ansioso en cuanto al lugar en el que iba a ser golpeado de forma decisiva: tal fue enseguida la idea de Halsey. Manila fue bombardeada. Sobre Cavite, mientras tato reconstruída, ssobre Corregidor donde la vegetación había recubierto las antiguas heridas, de nuevo toneladas de explosivos hicieron saltar las llamas y los escombros. Las bases y puertos vecinos fueron barridos por las ráfagas de los aviones. Después la Task Force avanzó al norte, hasta la isla de Okinawa. Luego otra vez al sur, a Luzón. El efecto de estuporestaba obtenido. Los japoneses, sorprendidos cada vez, apenas reaccionaban . El 12 y el 13 de octubre, Formosa, fué atacada; todo cambió.

 

 

 

(Pues vamos a ver qué papel jugó las gran isla de Formosa, para este repentino cambio de conducta entre los japoneses. Tal vez temieron un desembarco en fuerza sobre esta isla, lo que estrangularía de inmediato el flujo de petroleros desde los campos de extracción de Java, Borneo y Sumatra, imprescindible de todo punto para la prosecución de la guerra.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Las Filipinas fueron el primer escollo de envergadura. Es un archipiélago complicado tácticamente: comprende casi siete mil islas e islotes. De norte a sur se alcanzan los 1.800 kms. La superficie de Mindanao es casi igual a la de las Islas Británicas. Su población alcanzaba entonces los 13 millones de habitantes (Manila solamente, 360.000).

 

Pero también podía dar la medida de la eficacia de las Task Force cuando, algún día ( y la opinión americana a pesar de las victorias sucesivas empezaba a clamar a causa de la progresión casi geométrica del número de bajas experimentadas en en lo que se podía considerar como "asaltos anfibios a pequeñas islas" - casi siempre aisladas, y abrumadas por el ingente poder militar americano) tendrían que afrontar la "suerte suprema": el desembarco en el Japón metropolitano. El enemigo empezaba a estar acorralado si consideramos el teatro de operaciones americano del Este. En términos numéricos, el Ejército de Tierra nipón estaba casi intacto. Ingentes Ejércitos combatían entonces en la China continental, siempre a la ofensiva. Habiendo que sumar los fuertes contingentes de ocupación en las antiguas colonias holandesas, y británcas (Singapur); Birmania, Formosa y las citadas Islas Filipinas. Su Marina había tenido que ceder espacio marítimo, pero aún estaba buscando la confrontación definitiva con la US Navy (sus astilleros navales trabajaban a todo ritmo,insistiendo en la fabricación de portaviones, sin sufrir bombardeos, todavía, por la aviación estratégica americana debido a las enormes distancias). Tal vez su Aviación presentaba peores números: sus pérdidas sobre todo cualitativas empezaron en Midway (lo más florido de sus pilotos aeronavales cayeron con la pérdida, aún no comunicada oficialmente al pueblo nipón, de los cuatro Portaviones de escuadra allí hundidos); y siguieron con la caída casi sucesiva de las islas-portaviones tan estratégicamente colocadas haciendo de cinturón defensivo retardador. Y todo lo anterior adobado con la esencia del Código Bushido: moral inquenbrantable, y fé en la victoria final.

 

Leamos como afrontan los Estados Unidos este envite tan importante. Y trascendental y definitivo para el Imperio del Sol Naciente.

 

 

 

(Subo esto, por precaución. Luego sigo.)

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(Gracias 1000, Bear. Y hay unos cuantos más también enganchados, aunque como son muy tímidos, no lo manifiestan... Es obvio que esto me satisface, y repito, me anima. Pero la razón por la que sigo "nuit après nuit" (noche tras noche) subiendo al Foro la traducción, es porque ¡¡caramba¡¡ yo tambien estoy enganchado al relato, excepcional, que de la guerra en PTO, hace Georges Blond, poniendo como pretexto la singladura, exitosa hasta el momento, del portaviones Enterprise.

 

Y empecemos, sin más demora, con lo que luego demostró ser el comienzo del fin del Imperio Japonés.)

 

 

 

Los acantilados de la costa oriental de Formosa son los más elevados y los más abruptos del mundo; levantan sus murallas hasta los 1800 m. por encima del nivel del mar. Al mismo tiempo que los divisaron, cerrando el horizonre, los aviadores americanos descubrieron en el cielo los enjambres de defensores japoneses mil aviones nipones entraron en liza; más de ochocientos fueron abatidos. Veintiséis barcos japoneses fueron hundidos. Los americanos perdieron 89 aviones. Por primera vez desde hacía mucho tiempo, los marineros de la 3ª Flota (americana) volvieron a ver con sus propios ojos aparatos enemigos, y las nubecillas negras de la Flak por encima de sus propios navíos. Y eso que no veían nunca más que una mínima parte de los aviones empeñados. El ojo cada vez más infalible del radar detectaba a distancia los numeros grupos enemigos; las más grandes batallas aéreas se desarrollaban lejos de los navíos que no llegaban a ser atacados más que por unos pocos pilotos, los más atrevidos o los más afortunados, que se colaban a traves de la pelea. Dos cruceros fueron lo suficientemente alcanzados como para tener que ser remolcados. Halsey dejó tras de sí un Task Group para cubrir la vuelta de estos damnificados, mientras que él se lanzaba de nuevo hacia las Filipinas con el grueso de su flota. Al día siguiente, la radio japonesa comunicaba al mundo que la flota americana del Pacífico había sido aplastada, casi aniquilada. Los informes de pilotos japoneses quienes de buena fe habían tomado a los dos cruceros dañados y al Task Group dejado atrás con "los restos de la escuadra americana" estaban en el orígen de este enorme error. Estos informes fueron explotados sin verificación ni prudencia por una propaganda deseosa de difundir por fín una buena noticia. El Emperaador, inspirador y causa de todas las victorias, fue felicitado n sesión solemne por su Gabinete. Cuarenta y ocho horas más tarde, aparecía la realidad. Los locos que habían comprometido hasta la autoridad suprema fueron dimitidos, la búsqueda de responsabilidades comenzó. El resultado más claro de esta metedura de pata fue la decisión de hacer salir a cualquier precio, para salvar el honor y para, si se podía, conseguir la victoria tan prematuramente anunciada.

 

 

La armada de Halsey, mientras navegaba en formación normal, cubría un espacio en el mar de 80 kms. de largo por 18 de ancho (cuesta dificultad hacerse una idea. Voy a ver si logro alguna foto. N. del T.). Como se ha dicho, se la llamaba comunmente la Tercera Flota. Para la conquista de Filipinas, esta fuerza debía colaborar con la 7ª Flota, colocada bajo las órdenes del almirante Kinkaid. Esta comprendía 8 acorazados antíguos (me supongo se referirán a los botados antes del comienzo de la guerra. N. del T.), 5 cruceros pesados, 6 cruceros ligeros, 18 portaviones de escolta, 86 destructores, 25 escoltas, 11 fragatas. Su misión exacta era de cubrir el desembarco sobre las playas del golfo de Leyte. Halsey debía cubrir y apoyar a la 7ª Flota, y destruir toda fuerza naval enemiga que amenazara las Filipinas - o incluso aunque no las amenazara, pero que fuera encontrada o detectada. El 17 de octubre, Halsey telegrafió a Nimitz para quejarse de que su misión principal (cubrir a la 7ª Flota) no le dejaba una libertad bastante grande de movimientos. Nimitz le contestó que lo sentía, pero que las órdenes no podían ser cambiadas: lo primero era cubrir a la 7ª Flota.

 

El desembarco sobre las playas de Leyte tuvo lugar el 20 de octubre, tras la preparación habitual, y sin dificultad. Solo uno de los LCI (landing craft infantry) fue destruído. El espectáculo de miles de barcos reunidos allí pudo hacer creer más en una gran migración humana que en una operación militar, si no hubiera sido por por las llamas y humaredas que se elevaban de la playa, donde aún tiraban algunos morteros japoneses. Cinco horas después del desembarco de la 1ª oleada, McArthur puso pie en la playa de Tacloban. Se dirigió enseguida hacia el micrófono instalado sobre la arena por el Cuerpo de Transmisiones: "This is the voice of freedom, General McArthur speaking... Por la gracia de Dios Todo Poderoso, nuestras fuerzas han puesto de nuevo pié sobre el suelo filipino, consagrado por la sangre de nuestros dos pueblos. Uníos a mí¡ ¡Que el espíritu indomable de Bataan y Corregidor nos conduzca¡ ¡Que todos los corazones ignoren el temor, que cada brazo se arme de acero¡ Dios marcha delante de nosostros y nos muestra el camino... Responded a su llamada, marchad todos hacia el Santo Cáliz de la victoria del Derecho." Se le había explicado ya que las poblaciones filipinas tenían la reputación de ser creyentes. Mientras tanto, la aviación americana continuaba a bombardear los alrededores. Al final del día J + 1, 124.000 soldados habían sido puestos en tierra. las pérdidas americanas eran de 75 hombres.(quién se acordaba ya de Truk, Tarawa/Betio, Saipan, Peleliu, y sus bajas solo en el 1º día... N. del T.)

 

Al amanecer del día J + 2, es decir el 22 de octubre, el almirante Kinkaid tuvo conocimiento de un mensaje emitido por el submarino Darter, quien, en compañía del Dace, montaba guardia al oeste de las Filipinas, en la entrada del estrecho de Palawan. El Darter señalaba la presencia de 3 cruceros japoneses. Por la noche del 22 al 23, ambos submarinos enviaron un segundo mensaje: una formación que comprendía varios grandes barcos, probablemente acorazados, viniendo del suroeste, se dirigía al estrecho.

 

La segunda batalla de las Filipinas, normalmente llamada batalla de Leyte, que va ahora a librarse, durará dos días. Por el números de barcos enfrentados por ambas partes, es la batalla naval más grande de los tiempos modernos. No es imposible, vista la evolución de la técnica, que su número permanezca como el de la última gran batalla naval. Dos soluciones se nos ofrecen en cuanto a la descripción de este acontecimiento histórico. Primero, contar la batalla de Leyte de una manera integral, al completo, es decir a partir de su concepción estratégica y sin omitir nada de su desarrollo táctico; eso significa: consagrarle un grueso volúmen - uno nuevo, pues varios libros ya han sido escritos sobre esta batalla (recuerdo que este libro lo escribió Georges Blond en 1956/1957. N. del T. )Aparte del inconveniente de su extensión, un trabajo tal presentaria el de no ser definitivo.

 

(...)La segunda solución que se ofrece (y la que más nos interesa. N. del T.)es esta: la de mostrar la batalla de Leyte exactamente como la vieron los marineros del Enterprise. En Leyte, la información de estos marineros y aviadores del Gran E no se limitaba a lo que veían. La radio permitió a menudo a los hombres asistir a los enfrentamientos de los aviones del propio Enterprise, e incluso a los de los aviones de otros barcos; en una cierta medida, estuvieron al corriente del desarrollo gral. de la batalla por los oficiales de información que hablaban por el micrófono. Para comprender/explicar esta batalla, detengámonos en los "grandes hechos ciertos" y, en tanto se pueda ayudémonos de los relatos de testigos oculares. Sin dejar de mirar a cada rato el mapa.

 

 

Los dos sumbarinos americanos que, en la noche del 22 al 23 octubre, habían señalado la presencia de barcos de guerra nipones al empiece del estrecho de Palawan, guardaron el contacto. Siguieron a la formación enemiga, o más bien la precedieron, en superficie, fundidos en la noche, a algunos metros uno del otro. De un puente al otro, los dos comandantes podían hablarse. Se pusieron de acuerdo por si había que atacar. Poco antes de la madrugada, los submarinos se sumergieron y se aproximaron al enemigo. Inclinados sobre su radar, los dos comandantes vieron agrandarse sus blancos. Los grandes navíos navegaban en dos líneas, escoltados por barcos más pequeños. A las 5h 32, el Darter lanzó los seis torpedos de sus tubos de proa; mientras que los torpedos recorrían su trayecto, el submarino dió media vuelta y lanzó los cuatro torpedos de popa. La primera explosión se vió en ése instante en el barco de cabeza de la línea japonesa. El comandante vió en su periscopio las explosiones de cinco torpedos. El barco japonés, que llenaba casi todo el campo del periscopio, se cubrió de humo negro; luego de relámpagos anaranjados y comenzó a hundirse de proa, mientras que el segundo barco de la línea, objetivo de la segunda salva del Darter, era sacudido por cuatro explosiones. Permanecer allí más tiempo de espectador era de locos: el Darter se sumergió profundamente. Había enviado al fondo al crucero pesado Atago y gravemente dañado al crucero pesado Takano. Algunos minutos más tarde, el Dace, operando de la misma forma, hundió al crucero pesado Maya. Ambos submarinos permanecieron un buen momento inmóviles en el seno de las profundidades, mientras que encima atronaban las hélices de los torpederos las explosiones de las cargas de profundidad sacudía la masa de las aguas. No fueron alcanzados. El Ataago, que acababa de hundir el Darter, enarbolaba la enseña del almirante Kurita, comandante en jefe de esta escuadra, llegado de Singapur. Kurita fue recogido por un destructor, así como algunos otros naufragos, mientras que perecía una gran parte de su personal, sobre todo la mitad del Servicio de Transmisiones del Estado Mayor. Esta pérdida debía dificultar la rapidez de cifrar y descifrar mensajes y, de esta manera, pesar sobre el desenlace de la batalla.

 

 

 

(Seguiré mañana con el desarrollo de este tremendo choque sobre todo naval. Me figuro que ambos bandos disfrutarán de oportunidades. La batalla es jóven todavía.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Paso a la narración ya de la batalla aero-naval. Que va a ser prolija (como todo lo que interesa al autor Blond). Lógicamente la emprende con los prolegómenos.)

 

 

 

Durante toda la jornada del 23 (octubre), la 3ª Flota americana encontró a sus petroleros a lo largo de la costa filipina, a unas 280 millas al noreste de la isla de Samar. Los portaviones llenaron sus enormes depósitos. Había alli, salvo error, 12 portaviones, 6 acorazados rápidos, una docena de cruceros y unos 50 destructores. La proximidad del enemigo era considerada sin inquietud, con tal de que la cobertura de proximidad a las playas de desembarco de Leyte estuviera asegurada por la 7ª Flota de Kinkaid, ya descrita en detalle con anterioridad. Por otra parte, un Task Group de cinco portaviones escoltados, mandado por el vicealmirante Mac Cain, estaba en este momento alejándose de las Filipinas, tomando ruta hacia la macro-base de Ulithi (Pacífico Central), donde sus tripulaciones iban a tomar un poco de reposo. Este espectáculo puede parecer sorprendente la víspera de una gran batalla. Veamos. Hacia la mitad de octubre, Mitscher, gran jefe de los portaviones y que, parece ser, estaba en todo (murió en 1947, probablemente del formidable agotamiento que se había impuesto durante la guerra), había constatado que su personal dejaba ver signos de fatiga: "Tras trescientos días, diez mil de mis marineros no han abandonado sus puestos en sus barcos. Ninguna escuadra ha realizado nunca un esfuerzo tan prolongado". Se decidió pues enviar los barcos al reposo, por rotación. Cuando llegó la noticia de la proximidad de la escuadra japonesa, el Task Group de Mac Cain estaba ya en camino hacia Ulithi, demasiado lejos para que se le pudiera recuperar. Por lo demás, el balance de fuerzas o era en absoluto inquietante. Una vez acabado el abastecimiento de combustible, Halsey dió la órden de volver hacia las Filipinas. La 3ª Flota fue escindida en tres Task Groups, cuyas divisiones se espaciaron al amanecer del 24 sobre más de doscientas millas, de manera que formaran una especie de rastrillo gigante avanzando hacia el suroeste. Lejos, delante, las escuadrillas de aviones exploraban el cielo, desplegadas en abanico. La visibilidad e ra excelente. Sobre el mar de un azul intenso, las islas de los trópicos aparecían desde lo alto como joyas preciosas. A las 7h 46, un piloto del Intrepid volando a 3000 metros, detectó una escuadra enemiga en su radar; algunos minutos más tarde la vió con sus propios ojos. Esta fuerza naval era la misma que habían señalado anteriormente los submarinos Darter y Dace. Comprendía 5 acorazados, 8 cruceros pesados, 2 cruceros ligeros, 13 destructores. Dos de los acorazados eran el Yamato y el Musashi, desplazando cada uno 63.000 toneladas. Sus adversarios americanos más potentes (solo) desplazaban 45.000 toneladas. Ningún barco de línea comparable al Yamato o al Musashi había sido visto nunca sobre la superficie del mar. Los japoneses habían rodeado la construcción y las pruebas de estos dos colosos del mar en el más celoso secreto. Se creía saber que su artillería principal comprendía 9 cañones de 450 mm. Tales navíos debían poder entablar combate al cañón con no importa qué adversario manteniéndose fuera de su alcance. Hasta donde se podía calcular, esta escuadra enemiga (proveniente de Singapur y mandada por el almirante Kurita) si no era detenida, llegaría a los parajes de Leyte en la madrugada del 25. A Halsey le repugnaba ir a su encuentro a través de los brazos de mar interiores, minados, facilmente defendibles por la aviación japonesa con base en tierra. Además, el Servicio de Inteligencia había anunciado la probable intervención de otra escuadra japonesa, que comprendía portaviones, zarpada de Formosa bajo las órdenes del almirante Ozawa, y que debía aparecer por el norte de Filipinas. Por esta segunda razón, a Halsey le repugnaba más todavía comprometerse en los brazos de mar interiores. Decidió detener al enemigo (principal: escuadra Kurita) mediante raids aéreos masivos. De todo esto se desprende clara y simplemente lo que sigue. Halsey está al este de las Filipinas; le dicen que la escuadra de Kurita, llegando desde el oeste de Filipinas, penetra en las aguas interiores; él envía sus aviones contra esta escuadra. Al mismo tiempo, telegrafía al Task Group de Mac Cain, que bajaba hacia el descanso en Ulithi, para que dé media vuelta para venir a participar en la batalla.

 

 

Imaginémonos en uno de los aviones de la 3ª Flota o, mejor aún, en un globo ideal, flotando a muy gran altura por encima del archipiélago de las Filipinas. He aquí el sumario de los acontecimientos a los que vamos a asistir durante la jornada del 24: Los aviones de la 3ª Flota van a atacar varias veces a la escuadra de Kurita; aviones del Enterprise van a descubrir y atacar, siempre en las aguas interiores filipinas, pero muy al sur de la escuadra de Kurita, una segunda escuadra japonesa, camino de Leyte, como la primera; durante estos ataques, portaviones americanos serán a su vez atacados por la aviación enemiga; un cierto número de estos asaltantes japoneses serán identificados como aviones procedentes de portaviones, y Halsey sabrá así que la esperada a flota enemiga esperada, la de Ozawa, que debía de llegar por el norte, se aproxima.

 

Veamos algunos detalles.

 

Los atacantes americanos avanzan en un cielo vacío. Ni un avión para defender los barcos de Kurita. Pero la cortina de su DCA es más formidable aún que la observada en la 1ª batalla de Filipinas. Cada acorazado poseía ademas de sus cañones principales, 120 ametralladoras de 25 mm; cada crucero, 90; cada destructor, 40. Baajo este techo de hierro y fuego, la fuerza de Kurita avanzaba hacia las playas de desembarco de Leyte. El primer ataque (americano) la dejó imperturbable; la observación de impactos fue prácticamente imposible. La segunda oleada obtuvo un resultado un poco mejor, alcanzando a uno de los dos acorazados mastodónticos, así como a otros barcos. La tercera oleada comprendía 60 cazas, 32 aviones torpederos, 20 bombarderos en picado. Tras su ataque, se observó que uno de los dos super acorazados ralentizaba su marcha y se hincaba de proa. Tras el cuarto raid, Mitscher señaló a Halsey que uno de los grandes acorazados y dos cruceros pesados "podían ser considerados como seriamente dañados." Tras el quinto, el gran acorazado "podía ser considerado como hundido"; oro menos grande, estaba ardiendo; además la escuadra de Kurita había puesto rumbo al oeste; es decir, se batía en retirada. La última oleada llegó encima de su objetivo a alas 16 horas, los japoneses continuaban a navegar hacia el oeste. Tras este último ataque, Halsey telefoneó a Nimitz y a Mac Arthur: los raids del día habían sido formidablemente eficaces; un acorazado de 63.000 toneladas había sido enviado al fondo, otro acorazado ardía, otros dos habían sufrido grandes daños, así como tres cruceros, un cuarto crucero estaba con la quilla al aire; en resúmen, la escuadra de Kurita había dejado de ser temible.

 

La escuadra meridional, descubierta y atacada por una patrulla del Enterprise, se componía de 2 acorazados, un crucero pesado y 4 torpederos. Era la fuerza del almirante Mishimura, al igual que la primera proveniente de Singapur y encargada de hacer de diversion. El ataque americano no le causó más que ligeros daños y prosiguió su ruta.

 

 

 

(Interrumpo aquí la batalla aero-naval, pues es más compleja ( y dilatada en el tiempo) de lo que pensaba. A remarcar a qué nivel, cuantitativo y cualitativo, se están desarrollando los ataques por aire. Supongo son el anticipo de enfrentamientos directos entre ambas flotas. ¿Serán definitivos?

 

Voy a ver si localizó mapas explicativos de sus movimientos en los complicados y numerosos mares (brazos) interiores del archipiélago filipino. Así como fotografías "ad hoc")

 

Saludos.

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Buenasss

 

(No conviene dar la impresión de que la batalla tuvo "impasses". Hay que hacer hincapié de que el relato es todo y único; y que hay que se debe hacer un esfuerzo por considerar las traducciones como "todo seguido".

 

Me permito recordar que aún estamos en el día 24 de octubre, y que esto no ha hecho más que empezar. Y de qué manera.

Casi ni un punto y seguido.)

 

 

 

El primero de los ataques aéreos japoneses, llevado a cabo por aparatos provenientes de tierra, empezó sobre las ocho horas y duró una hora. Se dirigió sobre todo contra el Task Group 38.3, que era el que se encontraba más al norte en el dispositivo de Halsey. (El Enterprise formaba parte del grupo 38.4, que operaba al sur.) Los atacantes eran numerosos: entre 150 y 200. Gracias al radar, la mayor parte de entre ellos fueron interceptados a gran distancia de los portaviones, que permanecieron durante la acción al abrigo de grandes nubes bajas y de cortinas de lluvia, no saliendo más que para lanzar o recibir sus aparatos. Uno de ellos, el portaviones Princeton, fue sin embargo alcanzado por una bomba justo al final de este ataque.

 

El segundo ataque, dirigido otra vez contra el mismo TG 38.3, tuvo lugar hacia las 13 horas. Los cazas estadounidenses habían, esta vez, fallado en la interceptación, y los combates se desarrollaron justo encima y alrededor de los portaviones. Ninguno de ellos sufrios daños de importancia. Fue en el curso de este segundo enfrentamiento que numerosos aparatos tipo "portaviones" fueron identificados entre los atacantes. Cerca de 200 aviones nipones fueron derribados en el curso de los dos ataques. El Task Group 38.3 perdió diez aparatos.

 

La bomba que alcanzó al portaviones ligero Princeton sobre las 9 de la mañana, atravesó el puente de vuelo y explotó en entrepuente de los hangares, incendiando los depósitos de gasolina de seis aviones torpederos, que se encontraban aparcado allí, con sus torpedos estibados bajo las alas. Los equipos de seguridad se lanzaron en el humo negro, se oyó derretirse los chorros de los extintores. Normalmente, un incendio así hubiera podido ser rápidamente "controlado". El comandante del Princeton pensaba poder continuar en su puesto. Pero ocurre que el fuego rehusa dejarse vencer y, como si fuera un enemigo consciente, obra con astucia y se obstina. El incendio del Princeton , dominado en el entrepuente, se propagaba malignamente por doquier. Los aviones que se encontraban en la cubierta de vuelo debieron ser empujados al mar. El Princeton abandonó la formación. Sordas detonaciones se oían en el interior del barco. A las 10h 02, una explosión abrió en dos la cubierta de vuelo, lanzando al aire la plataforma del ascensor trasero - y a numerosos marineros. Un espectáculo casi olvidado se ofreció a los ojos de los hombres de los otros navíos: el portaviones detenido, coronado por una columna de humo negro de 300 m. de alto, y los destructores salvadores acudiendo. A las 10h 50, el comandante del Princeton dió la órden de empezar a evacuar los heridos. Un destructor, el Irwin, se había colocado pegado en la parte de proa. El oleaje le hacía chocar contra el gran navio, quebrando sus superestructuras,; los heridos fueron transbordados bien que mal. El Irwin se alejó. Otros tres destructores se aproximaron, rociando al Princeton con sus mangueras, como verdaderos bomberos. El incendio pareció remitir. Mientras que el resto del Task Group se alejaba, el crucero Birmingham se acercó a su vez, e incluso se juntó, poniendo en acción catorce grandes mangueras. Se oían los choques de ambos barcos a cada golpe de oleaje; dos cañones de 120 mm del crucero fueron arrancados de sus plataformas, como si fueran de juguete; nuevos incendios estallaron en la proa del portaviones; el Birmingham tuvo que maniobrar y apartarse un poco. Otro destructor, el Morrison, que a su vez quiso pegarse para subir a bordo del Princeton un grupo anti-incendios, se quedó atascado entre las dos chimeneas salientes del portaviones; durante más de una hora, permaneció así prisionero, pegado a la gran masa, levantado, golpeado, sacudido, sometido a un verdadero trabajo de demolición. Al mimso tiempo, un barco de protección señalaba la proximidad de un submarino japonés - información afortunadamente falsa. Una ola más fuerte arrancó al desgraciado Morrison del abrazo destructor, proyectando al mismo tiempo sobre él un jeep y un tractor. Poco antes de las 15 horas, el comandante del Princeton estimó que los incendios que habían devastado a bordo estaban ahora casi controlados y pidió ser tomado en remolque. El Birmingham maniobró para pasar una maroma. No se había alejado del portaviones más que una treintena de metros cuando, a las 15h 28, una ensordecedora explosión se produjo: la mitad trasera del Princeton era hecha trizas. El Birmingham fue barrido por una espantosa ráfaga de enormes pedazos de acero, de metralla de bombas, de trozos de torpedos, de tubos de cañón enteros. "Hasta el puente principal, escribió el comandante del crucero, mi barco no era más que un matadero. Doscientos veintinueve hombres habían muerto de forma instantánea, más de cuatrocientos heridos." El Birmingham estaba regado de cuerpos semidesnudos, los hombres yacían en su propia sangre. El Princeton, que todavía flotaba, fue hundido un poco más tarde con dos torpedos. Sus pérdidas se elevaban a 108 muertos o desaparecidos y 190 heridos.

 

La escuadra de Ozawa fue descubierta por los aparatos recco. americanos en la segunda parte de la tarde. Tras oir y confrontar las informaciones de los pilotos, Mitscher señaló a Halsey que esta fuerza debía contar con 4 acorazados o cruceros pesados, 2 portaviones, un portaviones ligero, 8 cruceros y 9 destructores.

 

 

Aquí el lugar de vigía se transporta. Debemos dejar ese globo/observatorio ficticio, y embarcar ahora a bordo del New Jersey, entrar en el camarote en el que el almirante Halsey rodeado de sus oficiales de estado mayor, se inclina sobre sus mapas. Lo que vamos a ver, es a un jefe de guerra en el ejercicio de sus más altas funciones. No desfilando al frente de las tripulaciones, o hablando por el micro, o fotografiado en compañía de hombres de Estado. Vamos a ver al jefe ante la "terrible responsabilidad a tomar", según su propia expresión. A veces estamos tentados de compadecernos de los jefes. ¿Pero sería imaginable que los honores se concedieran sin contrapartida? ¿El ejercicio del mando seria también un placer divino si la decisión a tomar fuera siempre evidente?

 

 

 

(Considero juicioso dejarlo aquí: porque lo que va a decidir ahí y ahora el almirante Halsey es de tan gran trascendencia para el desarrollo de esta enorme batalla (y quizá también para el desenlace de la guerra toda) que viene en el original del libro en un párrafo demasiado largo para traducirlo esta noche. Mañana se traducirá sin cortes que podrían distraer la atención.

 

Y me acuerdo que tengo las fotos "por ahí" del asunto del Princeton/Birmingham arriba tratado. Las recuerdo muy emotivas. Las busco, y mañana las subo; bueno, quiero decir Rockofritz mediante)...)

 

Saludos

 

Saludos

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