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El superviviente del Pacífico (Le survivant du Pacifique)


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Buenasss

 

(Pues vamos a ver, sin más dilación, cuál es la tan trascendental opción del Alm. Halsey. Adelanto que fue una decisión muy polémica. Hoy en día aún siguen apareciendo opiniones econtradas. A este nivel de la contienda cualquier decisión errónea se paga con demasiadas vidas.

 

Aconsejo encarecidamente consultar un mapa de las Filipinas para seguir con el aprovechamiento debido la traducción de esta noche. Mismamente se puede entrar en Wikipedia domnde seguro habrá, y más de uno, en la rúbrica Batalla de las Filipinas)

 

 

 

Para Halsey, en tarde/noche de este 24 de octubre (1944), la situación es esta. Tres escuadras japonesas se aproximan: la de Ozawa, que llega del norte; la de Kurita, que viene por el oeste; la de Nishimura que sube del sur. Esta puede ser tachada con un raya de lápiz: es sabido que Kinkaid (Séptima Flota), que cubre directamente el desembarco en Leyte, se encargará de rechazarla o de destruirla, dado que no tiene más adversario. Quedan las otras dos. Ante estos dos adversarios llegando de dos direcciones diferentes, ¿qué va a decidir Halsey? He aquí su idea primera: extraer de la considerable Tercera Flota una Task Force, la 34 (4 acorazados, cruceros pesados, 3 cruceros ligeros, 2 flotillas de torpederos) que permanecería de vigilancia/espera prolongada a la entrada del estrecho de S. Bernardino para allí esperar a Kurita; y caer, él, Halsey, con el resto de la Tercera Flota, hacia el norte, contra Ozawa. Halsey redacta incluso un largo mensaje en el que da a conocer este proyecto a sus subordinados y subalternos, sobre todo a Kinkaid. Después la idea es abandonada. Sigamos de cerca, sin miedo a aburrirnos, la elaboración de la decisión de Halsey. Esta decisión va a urdir el drama. Dejemos un instante la palabra al interesado: "Tres soluciones se me ofrecían: a) dividir por la mitad mi escuadra dejando a la Task Force 34 bloquear el estrecho de S. Bernardino; B) mantener mis barcos prestos a intervenir concentrándoles ante el estrecho; c) abandonar la vigilancia del estrecho citado y llevar todo mi esfuerzo hacia el norte contra el enemigo. Atacar con solo los portaviones a la fuerza Norte, era empeñarlos contra un enemigo demasiado poderoso. Además, lanzar la Task Force 34 contra Kurita (la que llegaba por el oeste)sin apoyo aéreo podía exponer a los acorazados a la contraofensiva de toda la aviación japonesa basada en tierra. La solución primera fue, pues, rechazada. No intervenir contra Ozawa implicaba la pérdida de la iniciativa de las operaciones; es más, la destrucción de los portaviones japoneses podría ser muy provechosa para la prosecución de la guerra. La segunda solución no fue pues contemplada."

 

Es inutil decir que los historiadores americanos han escrutado y sopesado cada una de estas frases. En los Estados Unidos, tan pronto se cerró el periodo de hostilidades, durante el cual no había más recurso que la literatura de propaganda destinada a sostener la moral, una libertad de opinión verdaderamente deportiva parece haber prevalecido. He aquí en substancia, sino en sus propios términos, las principales observaciones de los exegetas (interpretadores acerca de las frases arriba expresadas por Halsey. N. del T.)

 

¿Por qué Halsey escribió: "Atacar solo con los portaviones las fuerzas del Norte..." Habla como si tuviera solamente 4 acorazados, cuando en realidad tiene al menos 6 en ese momento a su disposición? ¿No tiene allí con qué constituir dos fuerzas capaces, la una de combatir la disminuida fuerza de Kurita, y la otra de enfrentarse a la fuerza Norte? Según los informes, esta comprendía, es verdad, 4 acorazados "o" cruceros pesados; pero Halsey disponía de una superioridad aplastante en portaviones: diez contra tres.

 

Halsey toma sus responsabilidades. La solución "c" es tenida en cuenta: abandonar la vigilancia del estrecho de S. Bernardino y lanzarse hacia el norte. Los oficiales de estado mayor inclinados sobre los mapas calculan que, incluso si Kinkaid se encuentra "momentáneamente molesto" por tener que sostener a la vez o sucesivamente el ataque de Nishimura y el de Kurita, la Tercera Flota podría volver a tiempo para enderezar la situación. Son tomadas las disposiciones, se lanzan las órdenes. Halsey advirtió a Kinaid de que se dirigíia hacia el norte "con sus tres sgrupos". "Perfecto, piensa Kinkaid, esta Task Force 34, a la que el almirante Halsey hacía alusión en su mensaje precedente, permanece pues ante (el estrecho) S. Bernardino para montar la guardia. Todo va bien."

 

Dieciséis minutos después de sus ordenes fueran lanzadas, Halsey recibe comunicación de un mensaje emitido por un aparato del Independence: la fuerza de Kurita acaba de ser vista entre las islas Burias y Masbate. Los oficiales de estado mayor se volvieron a inclinar sobre los mapas. La escuadra japonesa, no solo no se había batido en retirada, sino que había progresado hacia el estrecho de S. Bernardino - a la velocidad de 24 nudos. La noticia era increíble. Barcos tan dañados como los de Kurita no habían podido progresar a esta velocidad. No se podía tener en cuenta un mensaje tan inverosimil. Por lo que pueda pasar, Halsey hizo sin embargo dirigir un mensaje a Kinkaid: "elementos japoneses" acababan de ser señalados en tal posición."

 

La Tercera Flota se dirigiía hacia el norte. A las 23h 04, nuevo mensaje del avión del Independence. El observador había vuelto a ver la escuadra de Kurita. Seguía avanzando. Pero el mensaje llegaba truncado; el nombre de los lugares señalados, ilegible. No se podía tener en cuenta una información incompleta.

 

Una hora más tarde, ya con el aviador a bordo, la información fue confirmada, y completada. Kurita -varios acorazados en fila de a uno, uno de ellos dejando tras él un reguero de combustible - no se encontraba más que a 40 millas de la entrada del estrecho de S. Bernardino. La misión número uno de Halsey era (precisamente. N. del T.) cubrir a la Séptima Flota. ¿Era necesario dar media vuelta, o simplemente desgajar de la Tercera Flota a la Task Force 34, ya citada, y encargarla de colocarse ante Kurita? "Dada mi larga experiencia acerca de los japoneses, escribió Halsey, me era necesario mantenerme en el plan que me había trazado: atacar el primero la fuerza Norte." Con la Tercera Flota al completo. "Por una razón desconocida, ha escrito Woodward, el estado mayor de la 3ª Flota no creyó util retransmitir al almirante Kinkaid los informes traídos por el avión del Independence."

 

 

 

(Aprovechando un Punto y Aparte más que amplio, subo el texto. Recuerdo lo de consultar el mapa de Filipinas. Imprescindible.)

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(Incomprensiblemente, a mitad del texto anterior, más o menos, se ha colado un emoticono en lo que tenía que ser la letra "B)")

 

 

 

Como se ha dicho, Kinkaid se aprestaba a sostener el ataque de la escuadra de Nishimura, que llegaba del sur. Había calculado que este ataque se desarrollaría de noche y tomó sus disposiciones tácticas. Se las puede resumir sin adelantar nada diciendo simplemente que los portaviones de escolta debían permanecer ante las playas de desembarco de Leyte, mientras que el resto de la 7ª Flota, bajo las órdenes del almirante Oldendorf, avanzando se enfrentaría con el enemigo tan pronto llegara al estrecho de Surigao. Este estrecho, que une el golfo de Leyte con el mar de Mindanao, es en realidad un estrecho de 30 millas, ancho solamente de una docena de millas, en su extremo sur, donde Oldendorf debía esperar a los japoneses. Las aguas allí están agitadas por corrientes y remolinos; las costas son escarpadas y abruptas. A la luz de la luna, el decorado es soberbio y dramático.

 

Los nipones se presentaron poco después de la media noche, cuando la luna se acababa de ocultar. La primera acción desencadenada contra ellos fue un ataque de lanchas rápidas. Estas lanchas no se lanzan contra el enemigo a toda velocidad en cargas románticas, como lo creen algunos. Avanzan tan silenciosamente como sea posible y utilizan su gran velocidad para huir, tras haber lanzado. Las lanchas americanas estaban provistas de radar. Navegando en la oscuridad brumosa y tormentosa a la vez, descubrieron al enemigo en sus pantallas, y se dirigieron hacia él. Desgraciadamente para ellas, la bruma se levantó y el enemigo las vió. Fueron cañoneadas por todos los barcos japoneses y lárgamente perseguidas por los destructores. Los destructores americanos entraron entonces en acción y tendieron cortinas de humo. Muchas lanchas habían lanzado, en más o menos buena posición. Los resultados de este ataque casi no pudieron ser observados. Solo se supo que habían "contribuído a desorganizar la línea japonesa".

 

La segunda acción fue conducidas por los destructores. Al igual que las lanchas, estaban provistos de radar; como ellas, comenzaron a avanzar, todas luces apagadas, en dirección a las siluetas que veían en sus pantallas. También los nipones tenían radar, menos bueno que los aparatos americanos, pero suficiente para detectar un enemigo aproximándose a distancia de lanzamiento. A las 2h 58, el primer proyector japonés se encendió. Los destructores americanos cambiaron de rumbo, emitieron humo; sin embargo, los japoneses empezaron a dispararles. Varias flotillas de destructores americanos estaban empeñadas. Bien entendido, el ataque no era llevado de frente, sino que las flotillas ejecutaban en la noche movimientoscomplejos y rápidos, lanzando, ocultándose, y volviendo al ataque. El cañoneo retumbaba entre las paredes del estrecho, las explosiones sacudían el agua negra, grandes fogonazos perforaban la oscuridad. A bordo del destructor Hutchins, el comandante no se encontraba en el puente de mando, sino en el interior , en su "P.C. Operations"; auriculares puestos, dirigía su barco siguiendo el desarrollo del combate sobre su pantalla de radar de 30 cm.de lado. "El maravilloso aparato iba a permiitirme, por dos veces, pasar apenas a unos cien metros de las unidad de la 54ª flotilla, sin confundirla con las del enemigo". Navíos japoneses empezaron a hundirse. Entre las 3h12 y las 3h 25, el acorazado de 30.000 toneladas Yamashiro, navío almirante, se partió en dos y se hundió. El almirante Nishimura lanzó él mismo sobre las ondas su último mensaje: "Acabamos de ser torpedeados; que cada uno continúe el ataque y dispare sobre cualquier barco enemigo". A las 3h 51, la línea de acorazados y de cruceros americanos abrió el fuego, a pesar de que los ataques de los destructores continuaban. Los obuses americanos pasaban por el cielo por encima de las cabezas de los hombres de los destructores, como largos trenes iluminados. Era el radar el que permitía esta fantasía de artillería nocturna. Los oficiales observaban los resultados de su tiro sobre las pequeñas pantallas mágicas. Cuando una silueta desparecía, se sabía que el enemigo acababa de hundirse. Los japoneses estaban sumidos a la vez a los efectos de la artillería y los torpedos. "Las aguas por las que discurrían los barcos del Mikado hervían, literalmente surcadas por los torpedos." Los japoneses no permanecieron sin responder, claro está, pero su tiro no era tan nutrido ni tan preciso. A las 4h 10, el fuego fue brúscamente suspendido en toda la línea de Oldendorf: el destructor Grant acababa de recibir 11 obuses de los cruceros americanos. Se había adelantado demasiado cerca de los japoneses ; en las pequeñas pantallas, su silueta había sido confundida un instante con las del enemigo. En un segundo, se hizo la oscuridad en el estrecho: los japoneses se callaron también y daban media vuelta. Los restos de la escuadra de Nishimura se batían en retirada y, con ellos, los re-escapados de otra escuadra, la del almirante Shima, venida del norte para sostener a la primera y llegada al estrecho de Surigao en pleno desorden, atropellada por los primeros dañados que se retiraban.

 

 

 

(Mañana, cuando se haga de día en el estrecho de Surigao, seguiremos las vicisitudes de esta compleja Batalla de las Filipinas)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Supongo que esta noche resultó muy larga para ambos contendientes. Puede que haya sido el enfrentamiento naval más enconado y trascendental desde la batalla de Jutlandia en la Primera Guerra Mundial. Breve pero intenso. Tal vez entre las flotas más poderosas de los tiempos modernos. Y todo hace sospechar que se avecinan enfrentamientos aún de más entidad, si cabe. Japón, sobre todo, sabía que el rumbo de la guerra en Oriente dependía de repeler o no a los americanos precisamente en las islas Filipinas, la antesala de su territorio metropolitano.)

 

 

 

Desde que amaneció, todo este atormentado mar fue hostigado por los cruceros, las lanchas rápidas y los destructores americanos. Sobre el mar sucio de grandes capas de combustible, iban a la deriva barcos japoneses que no eran más que hogueras flotantes, innumerabales restos algunos ardiendo también, embarcaciones sobrecargadas. Oldendorf ordenó de socorrer a los náufragos japoneses. Los destructores americanos sacaron sus redes de salvamento, boyas, chalecos, salvaavidas, a los japoneses cubiertos de petróleo. Una gran parte de ellos rehusó dejarse salvar. Se llegó a ver incluso que, refugiados en una embarcación, se arrojaron al agua al ver aproximarse un destructor americano. De la escuadra de Nishimura (2 acorazados de 30.000 toneladas, 1 crucero pesado, 4 torpederos) no subsistió más que el crucero pesado Mogami, aún así en llamas y que debía ser hundido un poco más tarde por los aviones; y un torpedero. De los tres cruceros de Shima, uno solo salió sin daños de la aventura.

 

Más de 5000 japoneses habían encontrado la muerte en el estrecho de Surigao. Los americanos habían perdido una embarcación menor; se contaban de su bando 41 muertos o desaparecidos (35 de los cuales a bordo del Grant) y 94 heridos. A las 7h 28, Oldendorf recibía de Kinkaid, siempre en parada ante Leyte con sus portaviones de escolta, el mensaje siguiente: "Bien jugado." A las 7h 38, recibía del mismo Kinkaid un segundo mensaje: "Acorazados y cruceros japoneses cañonean a nuestros`portaviones de escolta." Era la escuadra de Kurita, a la que Halsey había dejado el campo libre, la que llegaba.

 

Desde medianoche, Halsey, con su soberbia 3ª Flota toda al completo, 6 acorazados nuevos y rápidos, 10 portaviones, cruceros pesados, cruceros ligeros, destructores, corría hacia el norte. Los navíos de Ozawa fueron descubiertos poco antes de las dos de la madrugada por unos de los aviones recco. del Independance. He aquí lo que hizo ahora Halsey. Primeramente, dió órden a sus acorazados, así como a varios cruceros y destructores, de adelantarles, de ir lo más rápido posible hacia el enemigo. Pensaba, los portaviones lanzarían enseguida, al amanecer, sus aparatos, que adelantarían a los acorazados, irían a propinar los primeros golpes al enemigo, y los acorazados llegarían de seguido justo a tiempo para acabar a las víctimas. (los portaviones no podían ir tan rápido como los acorazados porque perdían tiempo cada vez cada vez que debían ponerse proa al viento para hacer despegar a sus aviones.) La jauría de acorazados con escolta así lanzados hacia adelante tomaba el nombre de Task Force (en adelante Taffy) 34. Luego Halsey envió un telegrama a Kinkaid y a Nimitz, así como al Almirante Ernest J KIng, comandante en jefe de la Flota americana (en Washington) para decirle que había descubierto al enemigo y que "sus propias escuadras habían operado su concentración". Kinkaid, que encontraba el telegrama poco claro, respondió por un mensaje cuya idea era: ¿"Sigue la Taffy 34 montando todavía guardia ante (el estrecho de) S. Bernardino?" Se refería de la anterior Taffy 34, en la existencia de la cual el desgraciado seguía creyendo. Su pregunta emitidaa las 4 horas, llegó a Halsey a las 6h 30 (lentitud debida al cifrado y descifrado). Halsey respondió que los acorazados rápidos se lanzaban sobre la escuadra de Ozawa. Su respuesta llevó dos horas para llegar a Kinkaid.

 

Los navíos de Ozawa habían sido detectados poco después de las dos horas, pero enseguida el contacto se perdió. Los aviones que reemplazaron en el aire, vueltos a bordo, no supieron acercarse lo bastante al enemigo para que apareciera en sus pantallas de radar, o bien su radar funcionó mal. En resúmen, un fallo se produjo en esta organización maravillosamente ingeniosa, pero aún un poco novata. La escuadra de Ozawa no fue descubierta, por lo visto, más que después del nacimiento del día, a las 7h 35. Comprendía un gran portaviones, 3 portaviones ligeros, una decena de destructores y, como navíos de línea, solamente dos acorazados "transformados". En suma la escuadra de Ozawa era menos temible que los primeros informes habían hecho pensar. La 3ª Flota la superaba considerablemente. Los primeros aviadores americanos que se aproximaron a los navíos enemigos encontraron los puentes de vuelo totalmente desiertos; en el aire muy pocos aviones nipones. Esta carencia sorprendió e incluso inquietó a Halsey, que se preguntó a qué tenebrosa maquinación táctica los japoneses se podrían estar entregándo. La clave de este enigma no debía dársele a conocer más que tras acabar la guera; simplemente los japoneses no tenían casi más aviones. El número total de los que disponía Ozawa equivalía aproximadamente al cargamento de un solo portaviones americano. "Servíamos de cebo, debía declarar Ozawa. Mi fuerza naval siendo incapaz de proporcionar un soporte aéreo conveniente a la escuadra del almirante Kurita, yo debía intentar de llamar la atención a la mayor cantidad posible de portaviones americanos y de atraer sobre mí el ataque adversario. Intenté crear una diversión en provecho de mi camarada".

 

 

 

Saludos

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Agrego algunas fotos de los combates navales en cuestión:

 

 

Princeton 10h01 oct 24 1944 al recibir la bomba foto 80-G-287974 w.ibiblio.org hyperwar onlineLibrary

princeton10h01oct241944.jpg

 

Princeton 10h20 oct 24 1944 tras 20' recibir la bomba.-

 

recibirlabombafoto80g28.jpg

 

Princeton hangar Avenger expl con su torpedo como dice libro no hay techo foto-g-270542

 

princetonhangaravengere.jpg

 

Pricetown CVL-22 oct 24 1944

 

pricetowncvl22oct241944.jpg

 

Princeton oct 24 1944 a 10h04 expl ascensor popa al puente vuelo abombado foto-g-270359

 

princetonoct241944a10h0.jpg

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Buenasss

 

(Veo que Rocko ha subido raudo y veloz parte de las impactantes fotos que le envié sobre el asunto de portaviones Princeton, hundido por la propia US Navy, el 24 octubre 1944, varias horas despues de encajar una solitaria bomba japonesa. La serie que tengo consta de 10 fotografías y sigue siendo impresionante. También le mandé 3 ó 4 mapas por si todavía hacían falta, espero que no.

 

Sigamos con el relato. Lo que ocurrió al día siguiente 25 de octubre, tras la decisión de Halsey de atacar, con toda la 3ª Flota a los portaviones de Ozawa, que llegaba por el norte, fue de capital importancia. Y jugaron varios factores que la hicieron determinante. Veamos: muy de mañana del citado 25, el comienzo de lo que se llamó la batalla del Cabo Engaño.

 

 

 

Los aparatos de varios portaviones, y sobre todo del Enterprise, tomaban parte en este ataque. Todos los historiadores norteamericanos han hecho notar que los aviadores del Gran E fueron los únicos que tomaron parte en los tres grandes enfrentamientos aéreos de la batalla de Leyte: el, 1º, el 24 por la mañana contra la escuadra de Nishimura, que llegaba del sur; el 2º, el 24 al principio de la tarde contra la escuadra de Kurita que venía por el oeste; el 3º, el 25 por la mañana contra la flota de Ozawa que bajaba del norte. Una vez repelida la oposición de los cazas japoneses, poco numerosos pero resueltos, los aviadores americanos no encontraron más adversarios que los proyectiles de la DCA. El tiro antiaéreo era tan violento y tan nutrido como en los enfrentamientos anteriores. Los japoneses se esforzaban en paliar de esta manera su inferioridad aérea. Sus cañones edificaban en el cielo claro una especie de catedral de fuego. Bajo esta construcción de columnas muticolores, la escuadra nipona seguía camino, rumbo al norte (había virado 180º) en formación cerrada. Cuando cayeron las primeras bombas, los navíos empezaron a maniobrar; la formación se rompió; pero la intensidad del tiro antiaéreo no disminuyó. Diez avione americanos fueron sus víctimas en el curso de la jornada. El primer barco japones alcanzado fue el portaviones ligero Chitose; incendiado, zozobró poco después; el gran portaviones Zuikaku recibió varias bombas, así como otros navíos. Una segunda ola de aparatos se preparó para despegar de los potaviones americanos. A las 8 Halsey envió un telegrama al amirante Mac Cain, comandante de este Task Group mandándole volver cuando se dirigía el atolón a descansar; el mensaje ordenaba a Mac Cain de venir a participar, también él, en el ataque. El almirante Halsey evidentemente deseaba tener en su mano la 3ª Flota al completo para este duelo con Ozawa. A las 8h 25, su jefe de estado mayor le puso bajo la vista un telegrama de Kinkaid. Este mensaje portaba la mención "Urgente". Estaba redactado sin cifrar: "Acorazados y cruceros japoneses han abierto el fuego sobre nuestros portaviones de escolta en el golfo de Leyte." Halsey, tras leerlo, levantó los ojos hacia el oficial que acababa de entregarle el texto, cuando otro oficial se presentó, llevando en la mano un segundo telegrama de Kinkaid, emitido ocho minutos después del precedente. En resúmen decía: "La intervención de la Taffy 34 es dramáticamente indispensable a lo largo de la isla de Samar, eso inmediatamente."

 

En el seno del estado mayor, la reacción fue: "Es espantoso. ¿Qué hacer?" Pero la emoción se calmó rápida. Todo oficial de estado mayor debe saber cómo dominar la emoción que pueda causar una noticia aparentemente sensacional. Por lo demás, el almirante daba el ejemplo de sangre fría. Todo el mundo se encontró de acuerdo para subrayar que Kinkaid no daba ninguna precisión en cuanto a la composición de la escuadra japonesa que le asaltaba. Admitiendo que algunas de las unidades de Kurita hubiesen sobrevivido a los raids aéreos masivos de la víspera, su ataque no podía ser muy temible. Es verdad que Kinkaid se azoró un poco. La escuadra de Ozawa seguía siendo el enemigo número uno. La conclusión de la deliberción: Halsey envió un mensaje al almirante Lee, comandante de los acorazados rápidos, para ordenarle bajar a todo velocidad hacia el sur.

 

Algunos minutos más tarde, para descargo de su conciencia, telegrafió también a Mac Cain para anular su órden precedente: Mac Cain debía dirigirse, ya no hacia el norte, sino hacia el suroeste, y lanzar desde que pudiera ataques aéreos contra los navíos japonese que atacaban a Kinkaid. A KInkaid le hizo saber que él (Halsey) ordenaba a Mac Cain de aportarle sostén desde que fuera posible. Veamos una cronología tan exacta como posible de los acontecimientos que siguieron, vistos desde el estado mayor del almirante Halsey.

 

9h 05.- Llegada de un tercer mensaje de Kinkaid; reclamando asistencia aéra e intervención inmediata de los acorazados rápidos.

 

9h 07.- Cuarto mensaje de Kinkaid. Misma petición. Kinkaid añade que los barcos de línea de la 7ª Flota no tienen casi más municiones. Estas han sido gastadas en el bombardeo de las playas y por la batalla de la noche precedente. En fin, indica la composición de la flota enemiga asaltante: 4 acorazados, 8 cruceros. Sensación en el seno del estado mayor. Si la información es exacta, solo uno de los barcos de línea japoneses habría sido hundido por los raids áereos masivos del día anterior. La fuerza asaltante no estaría compuesta más que por algunos restos arrastrándose sobre el mar para intentar un ataque desesperado, sino una escuadr bien ordenada y casi al completo. Inverosimil. El estado mayor de Kinkaid se habría dejado impresionar por un ataque imprevisible, brusco, pero ciertamente menos peligroso de lo que hacían pensar sus telegramas. Halsey responde dando su posición, confirmando que se dirige hacia el norte, pero que ha dado a Mac Cain órden la órden de ir en socorro de la Séptima Flota.

 

(Lo que Halsey y todo su estado mayor consideraban como inverosimil era sin embargo la pura verdad. En el curso de todos sus raids contra la escuadra de Kurita, los aviadores americanos no habían hundido más que un solo barco. Verdad es que se trataba del Musashi, 63.000 toneladas. El coloso había sido alcanzado por 16 bombas y por una quincena de torpedos. 2400 oficiales y marinos habían sido tragados con él. Un crucero levemente dañado, había dado media vuelta hacia Singapur. Los otros barcos japoneses solo había tenido daños insignificantes)

 

Sin embargo, el ataque de la segunda ola de aviones americanos sobre la escuadra de Ozawa se produce. Varios impactos sobre un portaviones ligero, sobre un crucero y sobre uno de los acorazados-portaviones.

 

10h OO.- Llegada de un telegrama de Nimitz: "¿Dónde estan los acorazados rápidos de la 3ª Flota?" Nimitz sigue el desarrollo de la batalla desde su despacho en Pearl Harbor. Oye los llamamientos deseperados de Kinkaid, lanzados sin cifrar. Medio mundo los puede oir.

 

10h 05.- Recepción de un quinto mensaje de Kinkaid. En el mismo sentido que los anteriores, expresión más dramática todavía, si esto es posible.

 

Un poco más tarde.- Fin del segundo ataque aéreo contra los portaviones de Ozawa. Resultados: un portaviones ligero gravemente dañado (además del hundido previamente); dos cruceros ligeros fuera de combate. La formación nipona se escindió en dos. Se ve a los destructores describir círculos alrededor de los barcos alcanzados, inmóviles sobre el mar. La jauría de acorazados rápidos se lanza alegremente delante de los portaviones para rematar a los más tocados a cañonazos y combatir a los dos acorazados híbridos. Sobre los puestos de mando, los oficiales americanos se ponían de puntillas con la esperanza de ver las humaredas japonesas.

 

 

 

(Paramos aquí, en la mitad de la batalla del Cabo Engaño. Aún es pronto de sacar consecuencias, pues el combate no se para.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Pues no perdamos más tiempo, pues solo separan ambas traducciones menos de una hora. No perder, pues, la inercia de estos momentos que sin duda fueron trascendentales. Se jugaban demasiadas cosas simplemente por la interpretación de un matíz en un mensaje.)

 

 

 

Entre 11h 00 y 11h. 15.-Recepción de cuatro mensajes de Kinkaid. "El enemigo vuelve otra vez al ataque de nuestros transportes." Ya no hay municiones en los pañoles de los acorazados y cryceros americanos...

 

11h 15.- Orden de Halsey a los acorazados rápidos de la 3ª Flota: "Media vuelta."

 

 

Halsey no ha ocultado que dió esta órden con el corazón roto. Su misión número uno era cubrir a la 7ª Flota, y Kinkaid había lanzado por las ondas nueve mensajes cada vez más deseperados. Imposible de rehusar por más tiempo escucharle. Halsey dió la órden de dar media vuelta a los acorazados rápidos y también a un Task Group de tres portaviones escoltados, que debían constituir una cobertura aérea contra la escuadra de Kurita. Los otros portaviones, bajo las órdenes de Mitscher, debían continuar marchando hacia el norte. Halsey comunicó estas nuevas disposiciones a Kinkaid, así como a Nimitz, que seguía esperando la respuesta a su pregunta. En la comunicación dirigida a Kinkaid, Halsey añadió que él casi no contaba con estar allí antes de las 8 horas del día siguiente por la mañana.

 

La dislocación de la Ex-Task Force y su reagrupamiento en una nueva formación de barcos ahora destinados a dirigirse rumbo sur costó un tiempo considerable. Fue necesario llamar a los aviones del Task Group de escolta y hacerles aterrizar en los portaviones; fue necesario reabastecer de combustible a las unidades ligeras. Todas estas operaciones se terminaron hacia las 16 horas. Halsey tuvo entonces una nueva idea. Decidió tomar la delantera lanzándose hacia el sur con los dos acorazados más rápidos, a saber el New Jersey y el Iowa, escoltados por tres cruceros ligeros y ocho torpederos. Así, la Tercera Flota que Halsey había talmente deseado guardar junta se encontró dividida en tres partes. Al norte, los portaviones de Mitscher avanzaban, sin un solo acorazado, contra la escuadra de Ozawa, cuyos dos acorazados híbridos estan todavía intactos. (Japón tuvo solo 2 acorazados híbridos: el Ise, y el Hyuga, ambos botados en la 1ª GM. Tras el desastre de Midway fueron reconvertidos en portaviones híbridos, eliminando solo las torres de popa, construyendo allí un hangar y una pista cementada de lanzamiento con catapultas. Ambos albergaban 22 aviones cada uno,que una vez catapultados no podían volver. A plena carga desplazaban 38.872 y 36.500 tn. respect. Su tripulación rondaba los 1.400 hombres cada uno. Dimensiones: eslora 219 m; manga: 33 m; calado unos 9 m. Solo el Ise fue levemente dañado en la batalla de Cabo Engaño, 25 octubre 1944. Vueltos ambos a Japón fueron hundidos por acción de la aviación americana en Kure el 28-7-45, y 24-7-45 respect. Tengo foto de cada uno. N. del T.)

 

Al sur, Halsey en persona avanzaba con solamente dos acorazados y sin cobertura aérea contra los cuatro acorazados de Kurita (uno de los cuales era de 63.000 toneladas) susceptibles de ser apoyados por la aviación japonesa con base en tierra. En medio, con ruta también sur, pero a marcha más reducida, cuatro acorazados y tres portaviones.

 

El Enterprise formaba parte de los portaviones lanzados hacia el norte. Los hombres de su tripulación no veían nada de la batalla. En el cielo azul, ni un avión japonés. Los aparatos americanos despegaban, volvían. Para los marineros del Enterprise, la batalla era simplemente un trabajo, comparable a un trabajo en la fábrica con, para distracción, oir las noticias comentadas por los oficiales de información y la retransmisión de la fonía inter-aviones.

 

Los ataques contra la escuadra de Ozawa se había reanudado tras más de una hora de entreacto. La órden de Mitscher era, una vez más: "Tocad a los portaviones." La DCA de los japoneses seguía tan intensa. Los aviadores americanos vieron, esta tarde, dispersarse en los aires, en lo más alto de geyseres multicolores, mezclados con los estallidos de toda clase de proyectiles, extrañas espirales metálicas, procedentes de obuses aún desconocidos. Si hubieran estado menos acuciados por las circustancias, hubieran podido imaginar a los sabios nipones en sus laboratorios, buscando desesperadamente el medio económico de remplazar a estos aviones que su país ya no podía construir en número suficiente. Lo que sí veían con sus propios ojos, era, justo debajo de ellos, deslizándose lentamente sobre la superficie del agua, el largo rectángulo claro del puente del portaviones pesado Zuikaku. El Zuikaku era el último superviviente de los portaviones japoneses que habían atacado Pearl Harbor. Al igual que el Enterprise, él había participado en todos los combates. Y ahora, se le había llevado allí, por así decir, desarmado, a fin de servir de cebo. Para este combate de sacrificio, había desplegado una bandera de de quince metros de lado. Las bombas agujerearon su puente de vuelo, los torpedos explotaron en sus flancos. Las grandes flores rojas de los incendios se extendieron en medio de humaredas. Hacia las 14h 30, el Zuikaku se inclinó lentamente a estribor. El sol rojo de su inmensa bandera tembló sobre el agua algunos segundos, después el gran navío se hundió, habiendo cumplido su última misión.(Tengo la emocionante foto de parte de su tripulación apretada en la cubierta ya bastante inclinada, saludando a ésa bandera, minutos antes de su hundimiento. En él pereció el almirante Kaizuka Takeo con la mitad de sus marineros, 842. La otra mitad fue recogida. Envío la foto a Rockofritz, que seguro la subirá, con alguna más de los barcos japoneses perdidos en esta batalla. N. del T.)

 

Dos portaviones ligeros fueron hundidos seguidamente: el Zuiho, y el Chitose. Este fué ultimado con fuego de cañón por sus propios cruceros cuando se arrastraba rezagado, solo y desamparado, lejos detrás de su escuadra. En el momento en que zozobraba, casco hacia arriba, los marineros americanos vieron a los supervivientes auparse por racimos sobre la quilla; después el navió se hundió. Los destructores americanos no fueron autorizados a repescar a los náufragos - al menos, a intentar hacerlo. Quedaba justo el tiempo para lanzar un último ataque antes del fin del día, y Mitscher no deseaba distraer nada de la protección-pantalla de sus portaviones en el instante de perseguir a la escuadra de Ozawa, que todavía comprendía los dos acorazados "transformados" de más de 30.000 toneladas (de los que hemos acabado de hablar. N. del T.), tres cruceros y ocho destructores. Noventa y seis aviones-bombarderos en picado, torpederos, cazas, pero todos llevando bombas despegaron del Enterprise, del Langley, del Essex, del Lexington. Picaron, y volvieron a picar entre las columnas de fuego, tomando como objetivo sobre todo estos dos barcos. Este raid era el quinto de la jornada. Un recuento extremadamente meticuloso de los impactos observados por los aviadores acusó un total de 37 entre los dos acorazados, bombas y torpedos incluidos. Pero, tras la guerra, el interrogatorio a los oficiales japoneses sobre esta operación arrojó las cifras siguientes: impactos sobre el Hyuga: 1; sobre el Ise: 0. Por otra parte, los aviadores americanos que mientras se esforzaban en propinar los últimos golpes a la escuadra de Ozawa estaban muy fatigados. La exactitud de la observación aérea, siempre muy dificil de obtener, sufrió ese día ciertamente de lasitud. Un hecho permanece cierto, es que el el Hyuga y el Chitose pudieron alejarse. Hacía las 18 horas, la escuadra japonesa no era más que línea de barcos en fuga , estirada en 45 millas de largo. Se fundió en la noche. Los cruceros americanos hundieron aún un destructor japonés aislado; después, a las 21h 50, dieron media vuelta hacia los portaviones, que se encontraban más al sur. Submarinos americanos apostados en el camino de la escuadra en retirada hundieron un crucero ligero.

 

 

 

(Por precaución, subo lo traducido)

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Poco después de las 21h. 00, Ozawa, a bordo del crucero Oyodo, recibió de su retaguardia un mensaje informándolede la composición de las fuerzas de superficie norteamericanas. Se encontró en medida de plantar cara para un combate nocturno: le quedaban dos acorazados, un crucero ligero, seis destructores. Viró noventa grados y puso rumbo sur durante dos horas. No encontró nada. Dió de nuevo media vuelta. El contacto no se reanudó al día siguiente por los americanos. Se denomina generalmente el conjunto de ataques contra la escuadra de Ozawa, como la batalla del cabo Engaño.

 

 

 

(Viene ahora un Punto y Aparte triple, que aprovecho para para aquí. Todavía queda Batalla de Leyte por comentar. Mañana veremos otra faceta de esta misma batalla. Tan trepidante como lo que acabamos de leer. Ojalá logre trasladar fielmente la complejidad de este enorme enfrentamiento con la claridad con que la expone su autor, Georges Blond.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Nueva perspectiva de la batalla del cabo Engaño. El autor de "El superviviente del Pacífico" nos pide un ejercicio de imaginación. Merece la pena: Veremos la digamos "cacería" del 25 de octubre 1944, conociendo más y decisivos detalles de lo que ocurría al mismo tiempo.)

 

 

 

Debemos ahora transportarnos en el espacio y en el tiempo y regresar a Leyte en la madrugada de este 25 de octubre. Aunque los ataques americanos contra la escuadra de Ozawa antes contados, y la agresión e Kurita contra la Séptima Flota de Kinkaid se desarrollaran el mismo día, es legítimo considerarles separadamente, ya que estas dos fases de la gran Batalla de las Filipinas se desarrollaron a más de mil kms. la una de la otra. No hemos ignorado la simultaneidad de los acontecimientos, ya que hemos desde el P.C. de Halseya bordo del New Jersey, las llamadas angustiosas de Kinkaid. Al igual que nosotros, los hombres del Enterprise e incluso Halsey, tuvieron conocimiento del drama solamente una vez que todo había terminado.

 

En la madrugada del 25, en Leyte, la tendencia era optimista. La práctica totalidad de la Tercera Flota perseguía, en el sur del estrecho de Surigao, los restos de la escuadra de Nishimura, deshecha en el curso del combate nocturno al que hemos asistido (y narrado). Kinkaid no ignoraba que otra escuadra, la de Kurita, avanzaba en las aguas interiores de las Filipinas, pero, por todas las buenas razones ya expuestas, Kinkaid estaba persuadido: 1º que esta fuerza había sido muy disminuída por los raids aéreos del dia anterior, 24 de octubre; 2º que, si Kurita se presentaba sería atacada en el empiece del estrecho de S. Bernardino por la Taffy 34, a la cual Halsey había hecho alusión. Kinkaid podía ahora consagrarse en total libertad de espíritu a su misión, que era la de cubrir la cabeza de puente y de sostener a las fuerzas desembarcadas. Concretando, la situación local era la siguiente: Mar en calma, ligera abrisa del noreste. Buen tiempo aunque nuboso, cuatro décimas de cúmulos. Tal vez debamos insistir un poco en el estado del cielo, que tendrá gran importancia. Claro e incluso brillante; más lejos, un bloque de nubes que a veces rompían en aguaceros; presión atmosférica más bien baja, calor húmedo. En el Golfo de Leyte (mirada al mapa), ante las playas, multitud de transportes, escoltas de pequeño tonelaje y lanchones de desembarco. El grueso de la flota, ya se hadicho, perseguía al enemigo derrotado en el sur del estrecho de Surigao. Los portaviones de escolta habían cruzado durante la noche al este de la isla de Samar: No se guarda durante la noche un paquete de portaviones amontonados delante de una playa (tentación demasiado fuerte para los submarinos). Ahora, volvían hacia Leyte, formados en tres grupos: un grupo Norte, un grupo Central, un grupo Sur. Los pilotos de los aviones que no habían sido enviados en persecución del enemigo vencido se preparaban para despegar en misiones diversas: sostén de los ataques en tierra, patrullas de vigilancia antisubmarina, cobertura de la escuadra y de la cabeza de puente contra potenciales raids aéreos enemigos; en fin, para tareas usuales y sin gran imprevisto.

 

A las 6h 47, uno de los portaviones del grupo Central recibió un mensaje de uno de sus aviones: "Estoy atrapado bajo el fuego de una fuerza anaval japonesa". A las 6h 53, otro portaviones recibió un segundo mensaje, más explícito: "Fuerza enemiga compuesta de acorazados, cruceros, torpederos, a 20 millas en el 340." Dicho de otro modo, al norte del grupo Norte. La palabra acorazado produjo el efecto de un mazazo.

 

 

 

(Tengo alguna dificultad: voy a subir el texto)

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Falsa alarma, sigo

 

 

Ni uno solo de los oficiales de los portaviones de ecolta estaba en condiciones de imaginar que su barco pudiera estar expuesto a un ataque por parte de acorazados. Se rehusaba creerlo. En los puentes de mando, todos los prismáticos se dirigieron en dirección norte. A las 6h 53, las características torres en forma de pagoda surgieron del horizonte. Las torres de mando de los grandes barcos japoneses tenían formas que recordaban el aspecto de los techos superpuestos de las pagodas. Verles así surgir de improviso y crecer, aparecer claras, enormes en los prismáticos, era un espectáculo susceptible de oprimir el corazón del más valiente al menos un instante. Los oficiales retiraron los prismárticos de sus ojos para leer el texto del mensaje emitido por el contralmirante C.A.F. Sprague, comandante del grupo Norte: "Rumbo al este. Lanzar aviones inmediatamente. Velocidad máxima."

 

A las 6h 58, un fulgor ténue brilló en la base de la más colosal de las torres-pagoda. El acorazado de 63.000 toneladas Yamato abría el fuego, a 30.000 metros. Se conocía el calibre de los obuses: 450 mm. No quedaba otra que esperar la llegada de la salva. Otros resplandores brillaron en la base de las torres-pagodas.

 

Una agrupación bien junta de geyseres rosa-vivo estalló en medio de la formación. La segunda salva cayó a 200 m. del White Plains; la tercera le encuadró. A bordo de barco, los hombres fueron arrojados al suelo; los interruptores automáticos saltaron; un avión fue barrido del puente de vuelo como por una gran mano invisible; otros aparatos despegaron como pudieron; era la explosión bajo el agua de los proyectiles que les encuadraban la que había sacudido así al navío, causando averías en las máquinas; la chimenea se puso a vomitar humo negro. Los japoneses pensaron que su víctima estaba fuera de combate, el tiro se desplazó. El Saint-Lô fue encuadrado a su vez.

 

Era un espectáculo espantoso, horrible incluso. Recordaba "La guerra de los mundos" de H.G. Wells. Un portaviones de escolta es un navío mercante transformado provisto de una pista de vuelo, armado solamente de ametralladoras y de "un" cañón de 127 mm. Su velocidad, 16 a 17 nudos, no le permite de huir ante un enemigo que marcha a 30 (nudos). Los aviones, que son los defensores normales del portaviones, no parecían servir aquí de un socorro eficaz. Sus pilotos no habían sido nunca entrenados para el ataque a mastodontes comparables a los que venían, ni incluso para atacar a ningún navío de línea en estado de combatir; ignoraban el ataque en formaciones. No disponían más que de granadas antisubmarinas y de bombas de pequeño calibre, más algunos torpedos, ciertamente no más de una decena por barco, por otra parte apilados en los pañoles, y ¿cómo sacarles, cómo estibarles bajo este martilleo de enormes obuses?. Había allí 16 portaviones de escolta, repartidos, como se ha dicho, en tres grupos, y era al grupo Norte al que los japoneses estaban empezando a machacar. El almirante Sprague dió la única órden, puede ser, capaz de limitar momentáneamente el desastre: "Que los destructores tiendan una pantalla de humo."

 

 

Kinkaid, que se encontraba a bordo de un transporte ante las playas de Leyte, recibió a las 7h 24, del contralmirante al mando de los 3 grupos de portaviones de escolta, un mensaje informándole de la apertura de fuego por los japoneses y de las primeras maniobras. En el cuarto de hora que siguió, Kinkaid mandó 3 mensajes sucesivo a Halsey, reclamando asistencia inmediata. Tenía dos razones para obrar así: 1º él creía siempre que las Taffy 34 estaba de guardia delante del estrecho de S. Bernardino (no había recibido todavía respuesta a su telegrama de las 4h 10); 2º aún teniendo toda una escuadra bajo sus órdenes, no podía enviar ningún socorro inmediato, ni siquiera rápido, a los portaviones atacados; los cruceros y acorazados, que iba a necesitar hacer volver de su persecución hacia el sur, tenían sus pañoles de munición casi vacíos; los torpederos ya no tenían torpedos. A pesar de eso, Kinkaid no permaneció inactivo. Telegrafió a Oldendorf de volver a toda velocidad para constituir una fuerza de ataque (tres acorazados, cruceros, torpederos)acelerando las operaciones de toma de combustible de ésos navíos. Y dió la órden de que todos los aviones de la Séptima Flota, en el aire o a punto de despegar, se precipitaran, dejando todo lo que estuvieran haciendo, al ataque de la escuadra japonesa.

 

 

Los portaviones de escolta (velocidad 16 a 17 nudos) podían al menos intentar huir ante sus atacantes (30 nudos) que llegaban por el norte, que tenían que aproar al este para poder lanzar sus aviones. La distancia no cesaba de disminuir. La pantalla de humo no limitaba más que parcialmente la eficacia del tiro aplastante. En algunos instantes, puede ser en media hora, y el grupo Norte iba a ser aniquilado. A las 7h 21, un aguacero le ocultó de la vista del enemigo. Los hombres saludaron el nubarrón, saludaron la lluvia como un efecto de la misericordia divina: ¡aún algunos instantes de vida¡

 

Del lado japonés, se esperaba tranquilamente el fin de este intermedio. Había allí 4 acorazados, entre ellos el Yamato, de 63.000 tn. (su gemelo, el Musashi, había sido hundido), 6 cruceros pesados, dos cruceros ligeros, una docena de torpederos. Tal era la magnitud de la escuadra que los informes del 24 habían calificado como "muy disminuida, poco amenazante". "Nosotros nos habíamos fijado como objetivo inmediato, debía declarar Kurita después de la guerra, la destrucción de todos vuestros barcos. Tras lo cual, podríamos entrar en el golfo (de Leyte)."

 

Sobre las 7h 35, el grupo Norte salió del aguacero. A bordo de los acorazados y cruceros nipones los fogonazos brillaron. El purgatorio iba a seguir; se podía ya decir el infierno, pues ¿qué esperanza quedaba? El enemigo se acercaba. Sus acorazados se dirigían tranquilamente hacia el golfo de Leyte a la vez que martilleaban a los portaviones; para estar bien seguros que estos no escaparían, una fila de cruceros pesados se proyectaba por delante del ala izquierda japonesa. A las 7h 40, el almirante Sprague "ordenó a las siete unidades de sus fuerzas de exploración de intentar un ataque con torpedos".

 

Las siete unidades de exploración eran tres destructores de 2.100 toneladas y cuatro destructores de escolta, más pequeños. Su acción en el curso de la batalla de Leyte está considerada como una de las más brillantes hazañas de la guerra.

 

 

 

(Y es verdad. La descripcion minuciosa, como es costumbre en Blond, del combate que siguió es de lo más espectacular de lo acaecido en toda la guerra marítima del Pacífico. Como es extensa, lo dejamos para mañana.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Dejamos a los portaviones de escolta del grupo Norte, que están a punto de perecer a manos de la Flota japonesa. El Yamato y demás congéneres. Y además esos acorazados se estaban colando hacia el golfo de Leyte buscando el objetivo final: los transportes desamparados, y los infantes americanos saliendo todavía de las playas, a merced de sus enormes cañones. El Trafalgar completo. Y de esto solo les separa la debil pantalla de unos portaviones ligeros pobremente armados. ¿Se producirá el milagro?)

 

 

 

Lo primero que ocurrió fue un "rush" (en inglés en el original-algo así como embestida impetuosa), una carga al uso de tiempos pasados pero contra un enemigo armado de enormes cañones. Afortunadamente para los asaltantes, el decorado atmosférico era cada vez más importuno, cortado por opacas cortinas de lluvia cuyo efecto se añadía a las cortinas de humo extendidas. Los destructores pasaron a través de estas pantallas, cuya existencia les impidió de actuar en formación, pero también les evitó ser pulverizados desde los primeros minutos. A bordo del Samuel B. Roberts, mientras que el destructor se aproximaba a toda velocidad a la línea enemiga, el comandante previno a sus hombres con la bocina, desde la pasarela, de que no debían esperar el poder escapar; más valía saberlo de una vez. El Johnston, que navegaba en cabeza, abrió el fuego contra un crucero pesado con sus cañones del 127. Fue inmediatamente encuadrado de columnas de agua rosadas. Los hombres de los destructores se encontraron durante un instante inmersos en un paisaje de sueño o de cuento de hadas. Sus pequeños barcos vibrando de velocidad, levantando tras ellos una deslumbrante estela hinchada, avanzaban en medio de un bosque multicolor surgido del mar. Zizagueaban entre ese bosque de coloraciones extrañas rosas, verdes, amarillas, azules totalmente extrañas entre el cielo y el mar. Como los cuadernos de bitácora se perdieron con los navíos hundidos, es imposible reconstruir exactamente la maniobra de esta carga, en el curso de la cual los destructores fueron separados. La mayor parte lanzaron una primera salva de torpedos a 8.000 metros aproximadamente, y una segunda mucho más cerca. Al mismo tiempo, disparaban con todas sis piezas sobre las superestructuras de los colosos japoneses. Los primeros gruesos obuses que encajaron les causaron terribles daños, pero sin aniquilarlos en algunos segundos, como se hubiera podido pensar. Eran enormes proyectiles destinados a perforar acorazados; muchos atravesaban los destructores de parte a parte antes de explotar. A veces, un aguacero oportuno daba algunos minutos de tregua a un destructor ya alcanzado, del que el vapor se escapaba como de un cubo de hacer la colada; la tripulación entonces se daba prisa en combatir las llamas y de apartar a los heridos de la masa de chatarra que obstruía el puente. Aunque los barcos aún no estaban hundidos, la sangre corría por todas partes. El Hoel recibió veinte grandes obuses antes de hundirse; gobernando manualmente el timón, alcanzó a un crucero japonés en su segunda salva de torpedos, después intentó retirarse; atrapado por el fuego concentrado de acorazados y cruceros, se hundió en llamas, mientras su tripulación se arrojaba al mar. El Samuel B. Roberts recibió una salva de obuses explosivos de gran potencia que abrieron en su flanco un desgarrón de diez metros de largo. El vapor y las llamas brotaron. El puentoe estaba cubierto de cuerpos hechos trizas. Un cañón continuó tirando, cargado a mano. La evacuación comenzó, bajo la lluvia de obuses; había hombres muertos en las balsas mientras que otros se esforzaban en descender a lo largo del casco a los heridos ya inánimes. El agua que se colaba por la brecha abierta llegó a arrastrar dentro una balsa llena de heridos; ellos se encontraron en una caverna incandescente y humeante donde los tubos vomitaban fuel-oil ardiendo; estos hombres lograron sacar la balsa fuera y recolocar los heridos encima. El Johnston, alcanzado el primero, permaneció a flote dos horas, encuadrado por tres lados por adversarios que cada vez le tiraban desde más cerca, al final a quemarropa, respondía a este tiro. Los cuerpos se achicharraban sobre el puente. Al fin se hundió. Hecho apenas creíble, los marineros de estos navíos no perecieron todos; hecho todavía menos creíble todavía, cuatro de los siete destructores salieron del enfrentamiento - calcinados, retorcidos, ennegrecidos, agujereados, pero flotando.

 

Los resultados positivos de esta carga mortal se inscriben como sigue: un crucero pesado japonés, alcanzado por varios torpedos se retiró de la batalla; la formación nipona resultó algo desordenada, confundida, retardada en su progresión. Esto era algo. Todo retraso es apreciable al que está mortalmente apremiado de tiempo. Pero los cruceros pesados no renunciaban sin embargo a su idea; el grueso de la flota nipona continuaba su movimiento para rechazar los portaviones hacia Leyte, para allí acabarles a golpe de sus enormes cañones. Al igual que los destructores, los portaviones de escolta navegaban en medio de este bosque multicolor surgido de la mar. Los marineros se esforzaban en no mirar a estos árboles de muerte, o de olvidar su significado, se esforzaban de no pensar en nada mientras seguían con sus gestos de obreros de fábrica, de mecánicos, o de bomberos. A bordo de cada portaviones, "el" cañón de 127 respondía al tiro enemigo; sus impactos no aparecían más que como pequeñas humaredas sobre las corazas adversarias, sobre las torretas, nubecillas rápidamente disipadas por el viento. Del mismo modo que es poco creíble que cuatro unidades de siete hayan sobrevivido a la carga de los destructores, igual se explica con dificultad, considerando el espectáculo de los portaviones de escolta sometidos al fuego japonés, que no fueran todos enviados al fondo del mar en pocos instantes. He aquí las 3 razones de la ineficacia relativa de este cañoneo tan terrible. Primero (esto se supo más tarde), los artilleros japoneses observaban la llegada de las salvas en el radar; esto era por primera vez, o una de las primeras veces; su radar no era comparable, ni de lejos, con el radar americano; segundo, y consecuentemente, el ritmo del tiro era espaciado: una salva por minuto; además, empleaban obuses de ruptura que atravesaban, por decirlo así, facilmente los cascos de los vulnerables barcos americanos. Ineficacia solo relativa. Varios portaviones - el White Plains, el Fanshaws Bay, el Kitkun-Bay - ofrecían ya un espectáculo de devastación impresionante. El Gambier Bay se hundía. Inmovil sobre el mar, humeando, sembrado de incendios, encajaba una tras otra las enormes salvas inclinándose lentamente a babor. Se veían racimos de hombres sobre el puente inclinado. Después se les vió que arrojaban balsas y que descendían al mar por escalas y maromas balanceando a lo largo del casco. Un crucero japonés se acercó a menos de 2.000 metros y tiró sin interrupción sobre este pecio. Por fin el Gambier Bay se dió la vuelta y desapareció. No quedó más en la superficie del mar que un conjunto de desgraciados náufragos debatiéndose.

 

 

 

(Acabo aquí esta épica batalla de David contra Goliath. Tengo la suerte de tener grabado de la tele un capº, de unos 45 minutos de duración, de "Barcos de Guerra" (USA), concretamente uno trata sobre el destructor Samuel B. Roberts. Utilizando infografía, y documentales de la época se puede ver la epopeya del S.B. Roberts, así como el testimonio de alguno de los escapados. Cuando le ví quedé tan impresionado como esta noche al traducir su intervención tan empeñada.

 

Y la batalla sigue imperturbable. El episodio traducido empezo muy de mañana: como a las 7h 40. Es decir que el día es joven todavía. Y quedan los enfrentamientos más duros. Duros por el monto de barcos que intervienen, no por la intensidad. Bastante hemos contemplado esta madrugada.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(A ver como resuelven el entuerto, tanto Halsey - responsable directo de lo ya citado -, así como Nimitz. No es facil la papeleta: los Japoneses, por fín como ellos querían, han logrado un enfrentamiento directo "con todo". Pero, para desgracia de ellos, los EEUU, y por ende su Flota en PTO, ya no era la de 1942, y ni siquiera la de 1943. Yamamoto al día siguiente de Pearl Harbor comentó: "Temo haber despertado al tigre" Y lo decía con conocimiento de causa: estuvo bastantes años como Agregado Naval en Washington. Asi ahora iban a conocer (y sufrir) sus zarpazos, que no eran ni nuevos ni desconocidos, venían ya desde lejanos tiempos y lugares, desde las islas Salomón, donde empezó la reconquista. ¿La podrían detener aún? Solo en parte dependía de esta compleja batalla.)

 

 

 

Mientras tanto - al fin - los aviones americanos estaban en el aire. Los aparatos de protección próxima se encontraron en el aire desde el principio, pero ridículamente poco numerosos, provistos únicamente de cargas antisubmarinas. Fue precisa como hora y media para que volviesen al lugar de la acción los aparatos despegados en la madrugada hacia Leyte y para que fueran lanzados todos los que se quedaron en los portaviones. Despegaron con viento de través, rodando sobre puentes inclinados y sacudidos por explosiones, recibiendo a veces lluvia de de metralla antes incluso de haber podido dejar su barco. Ya se ha dicho, la mayor parte no poseían las armas que hubieran sido necesarias contra el temible enemigo que avanzaba. Varios despegaron "en urgencia" de un navío gravemente alcanzado, sus depósitos llenos solo una cuarta parte. La sola consigna que se pudo dar a los pilotos en medio de esta precipitación, y por otra parte la única inteligente en parecidas circustancias, fue la de no ensañarse sobre un barco dañado, no querer hundirle a cualquier precio, sino al contrario, dispersar sus esfuerzos, atacar sin cesar y en todas partes, comportarse como mosquitos exasperantes. Es por esto que no se observó por así decir oleadas de asalto, sino una acumulación de acciones individuales. La única acción de grupo fue llevada a cabo por seis aviones torpederos del Kitkun Bay quienes, por un afortunado azar, se encontraron cada uno poseedor de 2 bombas de 500 kgs. Atacaron a un crucero, que alcanzado por nueve bombas, estalló y se hundió. Los otros aviones cumplieron el trabajo de hostigamiento que se les había encomendado, lanzando a baja altura bombas de 50 kgs, que no perforaban las corazas, pero que mataban japoneses en los puentes, dificultaban el tiro y las evoluciones; los cazas ametrallaban las pasarelas y las baterías de la DCA. Aparatos vueltos de Leyte atacaron también con la ayuda de cohetes. Cada vez se veían más aviones americanos en el cielo. Pero a pesar de eso, la situación no cesaba de empeorar en la superficie del mar. El contralmirante Ralph A. Oestie, que mandaba dos portaviones del grupo Norte tuvo una idea tan ingeniosa como desesperada: por fonía, ordenó a sus aviones , ahora ya sin lastre de armamento ofensivo, de "simular" ataques de tipo torpedero para retardar todavía el movimiento de los cruceros pesados. Los pilotos obedecieron. Se les vió en vuelo horizontal a baja altura contra los barcos japoneses bajo el fuego de la DCA, después remontar sin haber lanzado nada; pero los cruceros, por si acaso, habían maniobrado. En este momento, los destructores japoneses atacaron.

 

No cargaron como habían hecho los destructores americanos. Maniobraron para colocarse en posición de lanzamiento y lanzaron sus salvas de torpedos, a 9.000 metros. Su ataque fue extremadamente peligroso por la razón de que no fue detectado. El vasto campo de batalla estaba sembrado de nubes, aguaceros y pantallas de humo. La atención estaba fijada en los grandes barcos antes que en unos destructores a los que se veía ir y venir desde el principio de la acción. Las estelas de los torpedos fueron descubiertas por un piloto, que picó e hizo explotar un torpedo lanzándole cohetes. Alertados, los portaviones maniobraron. El ataque había fracasado. Parecía sin embargo que nada podría sustraer a los desgraciaos portaviones de escolta de su destino fatal. Ni el valor, ni el ingenio. Importunada por los valerosos mosquitos, la escuadra japonesa no cesaba de apretar su abrazo. En el centro, los acorazados se dirigían hacia Leyte sin apresurarse; en el ala derecha japonesa, algunos cruceros ligeros y destructores velaban que ningún fugitivo intentara colarse hacia el norte, entre la escuadra y la tierra; a la izquierda, la gruesa línea de cruceros pesados. Si se considera la situación no solo tácticamente, sino estratégicamente, se la encuentra también desesperada. En este momento, Mac Cain, alertado, estaba todavía muy lejos, demasiado lejos para lanzar sus aviones; cuando quisieran llegar, todo habría acabado. En cuanto a Halsey, corría hacia el norte con todas sus fuerzas.

 

A las 9h 25, mientras que el aniquilamiento del grupo Norte (comenzando por él) parecía absolutamente ineluctable, y eso en un corto término, el tiro japonés cesó. Los navíos de ambas alas dieron media vuelta. En los puentes de mando de los portaviones, los oficiales se preguntaban qué nueva maniobra mortífera anunciaba este movimiento. El tiro se iba a reanudar. Pero no. Los cruceros y destructores habían puesto rumbo norte. El tiro no se producía. A bordo de los portaviones, los hombres creían soñar. Es preciso haber vivido uno mismo un episodio de este género, haber visto de golpe despejada una situación rigurosamente desesperada, para comprender plenamente el sentido de las palabras "esperanza" y "alegría". Todos los corazones estaban henchidos, aunque nadie comprendió nada de lo que pasaba. "Dios todo-poderoso escogió, de una vez por todas, nuestro bando", debía escribir el almirante C.A.F. Sprague en su informe.

 

En diez minutos , los portaviones pasaron a la ofensiva. Entendámonos. Continuaron con su camino hacia el sur, a alejarse lo más rapido posible de los cañones japoneses. Pero no es inexacto decir que el espíritu que se manifestó a bordo a partir de las 9h 30 era un estado de espíritu ofensivo. Todo fue dirigido para reparar los destrozos causados por los enormes obuses y por acoger, reaprovisonar, rearmar y relanzar los aviones. Desde las 9h 35, una nueva oleada fue lanzada; otras le siguieron a las 10h 13 y a las 10h 20. Estos aviones, disponiendo de medios siempre tan mediocres, fueron a atacar a los acorazados y los cruceros nipones, que ya no disparaban sobre los portaviones americanos. Continuaron a hostigarles.

 

 

En Leyte, Kinkaid se preguntaba: "¿Qué hace Kurita?" Él tampoco comprendía nada. La media vuelta de los cruceros le había dejado estupefacto. Ahora, parecía que la flota japonesa permanecía sobre el sitio. No, exactamente. Tomaba rumbo norte. Kinkaid pensaba: "Van a tomar combustible." Kurita volvía entonces al rumbo suroeste - hacia Leyte -. Todo iba a comenzar otra vez. Telegrama a Halsey: "Eso va de mal en peor". Si Kurita volvía, todo iba a ir verdaderamente muy mal: los acorazados y cruceros de Oldendorf no habían acabado de petrolear. Mac Cain estaba todavía lejos, los portaviones de escuadra, ya diezmados, apenas podrían retrasar el desenlace fatal. Pero Kurita viraba otra vez. Los mensajes de los aviones se sucedían: "Fuerza naval enemiga toma rumbo norte... Toma rumbo norte... Rumbo norte..." Increíble. Increíble pero cierto. No solamente los cruceros, sino toda la escuadra enemiga.

 

 

 

(Mañana, se darán todo tipo de interpretaciones de este cuasi milagro. En tiempo real, se debió esperar casi un año para conocer de los interesados (perdedores) las razones, si las hubo, de este sin par comportamiento. Hasta la actualidad se han venido conociendo numerosas conjeturas. Repito que es libro se escribió en 1956/1957. Por eso me atendré, como siempre, a la literalidad en la traducción.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Veamos si son convincentes las explicaciones. He consultado otra vez el libro de apoyo "Tonnerre sur le Pacifique" de Vulliez, y él tampoco ofrece razones de esta especie de "espantada" de Kurita. Así que aceptaremos las que nos sigue ofreciendo el documentado Georges Blond.)

 

 

 

Tras la guerra, Kurita fue interrogado durante horas y durante días. "Para empezar, habíamos cesado el fuego para volver a poner órden en nuestra línea, dijo. Nos esperábamos un raid masivo de aviones." Bien parece que Kurita había creído, exactamente como Kinkaid, en la existencia de una Task Force 34, compuesta de portaviones pesados, en alguna parte al noroeste de Samar. Esta idea habría pesado sobre todos sus movimientos. Se comprende mal que le obsesionara hasta tal punto de hacerle tergiversar, cuando no hubiera tenido más que dar algunos pasos para ir a aplastar la cabeza de puente de Leyte, objetivo supremo de la enorme operación montada por los japoneses, y que ésa idea le llevó finalmente a renunciar, a retirarse hacia el norte. Dijo que se dirigía entonces a la búsqueda de esta Task Force cuya supuesta existencia le inquietaba. "Pero dónde contaba Vd. con encontrarla? le preguntaron los estrategas americanos. ¿Y por qué no haber atacado Leyte primero?" Ante ellos, el desgraciado Kurita vencido, envejecido, agotado, no acordándose ya ni de las horas, confundiendo las órdenes y las maniobras, esforzándose aún en defender el honor de la marina japonesa aniquilada. Ciertamente, más bien parece que la retirada de Kurita testimonia una cierta degradación de la calidad de la marina imperial. Pero C.V. Woodward en su obra "The battle for Leyte Gulf" hace observar justamente que Kurita había comenzado la batalla por un naufragio personal. Su crucero insignia había sido hundido en la madrugada del 29. Repescado por un destructor, Kurita había contemplado seguidamente al mastodonte Musashi enviado al fondo únicamente por la acción de bombas y de torpedos lanzados por aviones; espectáculo iumpresionante y muy indicado para hacerle reflexionar. Por fin, tras los raids masivos del 25, el acoso de los aparatos de los portaviones de escolta, tan poco eficaz como fue la respuesta japonesa contra este material, había producido su efecto sobre la moral japonesa.

 

 

Esta misma mañana, un elemento novedoso aparecía en el curso de la guerra americano-japonesa. Va a manifestarse solamente sobre un punto de la batalla.

 

Poco después de las 7h 45, los vigías del Cangamon, portaviones perteneciente al grupo Sur, divisaron, a unos 3000 m. de altura , viniendo del suroeste, cuatro aviones de caza japoneses cuyo comportamiento les pareció extraño. Sin manifestar el menor interés por los aparatos americanos que se elevaban entonces de todos los portaviones, estos Zeros avanzaban en vuelo horizontal disimulándose lo más posible en las nubes. Cuando llegaron a la vertical del centro del grupo, tres de entre ellos picaron, mientras que el cuarto describía un círculo, como si observara lo que sus compañeros iban a hacer. Se vió que uno de los tres que picaban aceleraba brúscamente su descenso para caer como una piedra en la popa del portaviones Santee. La DCA no tuvo tiempo de abrir fuergo, ni el barco de iniciar una maniobra: un agujero de 8 m. de largo quedó abierto en el puente de vuelo; un grupo de aviones americanos ardía, al mismo tiempo se oyó la explosión de llegada del bólido, después otras explosiones: depósitos de gasolina, de municiones. El japonés se había estrellado sin lanzar sus bombas, había explotado con ellas. Testigos han confesado que se esforzaban en dudar de la voluntad deliberada del nipón de estrellarse. Creer eso no era agradable. La prensa había ya hablado de esta forma de ataque como una intención de los japoneses , especie de arma secreta tenida en reserva. Los que arriesgaban de estar expuestos a ello habían esperado que "eso" quedara en estado de intención. Tras este primer avión estrellado, intentaron aún de dudar, pero no tuvieron tiempo para ello. Los dos aerolitos siguientes cayeron seguidos. Esta vez la DCA tiraba. Fueron alcanzados, su caída fue ligeramente desviada, explotaron en el agua, justo al lado de sus objetivos respectivos. El cuarto Zero describía aún círculos en el cielo, como un gavilán. La DCA le disparó. Un obús debió alcanzarle, pues empezó a dejar una estela fina de humo. Entonces, se decidió. Su objetivo era el portaviones Swanee, y la DCA no le pudo derribar. Desde todos los barcos del grupo, se oyó el choque, se vieron las llamas. Dos portaviones habían sido dañados. Tras reparaciones provisionales, pudieron continuar cumpliendo con su tarea. Había muertos y heridos.

 

El segundo ataque de aviones suicidas, que tuvo lugar poco antes de las 11h, fue dirigido contra cuatro portaviones del grupo Norte. Participaron en él seis aparatos. Los artilleros de los navíos sabían ahora a lo que se arriesgaban si no llegaban a destruir a estos dementes antes del impacto. Dos de los asaltantes, alcanzados mientras caían, cayeron al mar: otro estalló a la altura del puente de vuelo del objetivo, tan cerca que trozos ensangrentados fueron proyectados sobre los hombres. Tres lograron su objetivo. Dos de ellos causaron al Kalinin Bay daños poco importantes. El tercero se empotró en el centro del puente de vuelo del Saint-Lo. El barco enseguida fue sacudido por sucesivas explosiones, cada vez más terribles. El puente se abrió, la gasolina ardiendo se expandió. A las 11h, fue dada la órden de evacuación. El Saint-Lo fue tragado por el mar algunos minutos más tarde. Un tercer ataque de aviones nipones tuvo lugar a las 11h 10, y un cuarto sobre las 11h 30, pero los atacantes ya no eran aviones suicidas. Los pilotos lanzaron sus bombas sin intentar impactar sus aviones contra los blancos. Por otra parte obtuvieron poco resultado.

 

Aviones suicidas, en número de seis, volvieron a atacar los portaviones de escolta en la mañana del 26. Se les reconocía siempre por su manera de llegar lentamente por encima de las nubes y describir círculos a veces antes de decidirse a la zambullida de la muerte. Sin duda escogían sus víctimas, o tal vez se permitían algunos últimos segundos de meditación. Cuando llegaba y la distancia disminuía, se podía a veces distinguir las bombas fijadas bajo las alas. Ningún nuevo portaviones fue hundido en el curso de estos ataques del 26, pero varios sufrieron daños. El resultado de los ataques de los aviones suicidas de los 25 y 26 fue aproximadamente el siguiente: un portaviones de escolta hundido, cuatro seriamente dañados, uno menos gravemente. No he podido encontrar cifras totales de muertos y heridos. Parece que hubo menos pérdidas a bordo del Saint-Lo, que se hundió, que a bordo del Swanee, que no se hundió: este barco señaló 85 muertos, 58 desaparecidos, 92 heridos. La prensa de la época se esforzó en hacer aparecer que los ataques kamikaze eran costosos para el enemigo, y poco eficaces.

 

 

Los barcos de Kurita en retirada hacia el norte fueron atacados por los aviones americanos durante toda la jornada del 25. Por los aparatos de los portaviones y también , en fin, por los de los grandes portaviones de Mac Cain que subía a toda velocidad hacia Leyte después de que Halsey les había telegrafiado la órden. Mac Cain lanzó sus aviones a la distancia máxima, cuando se encontraban todavía a tres hora y media de vuelo del objetivo. El también había oído las llamadas de Kinkaid. Al final de este largo trayecto, los aviadores descubrieron la escuadra de Kurita rumbo norte en buen órden, a 24 nudos. El ataque comenzó seguidamente, a las 13h 10. La caza nipona basada en tierra intervino. Fue rápidamente rechazada o destruída. A pesar de eso, los resultados obtenidos por los aviadores de Mac Cain fueron mediocres. Los pilotos estaban fatigados; los navíos japoneses maniobraban bien. Su DCA, como de costumbre, era intensa y eficaz. Una segunda oleada lanzada desde los mismos navíos, dos horas más tarde, no lo hizo mejor. Ciertamente, los barcos japoneses fueron alcanzados. El Yamato, por su parte, recibió cuatro bombas. No parecieron causarles gran daño. Se debe decir que en razón de la gran distancia a recorrer, los aviones de Mac Cain no habían podido llevar torpedos. El hostigamiento por parte de los aparatos de los portaviones de escolta continuó toda la tarde. Pero estos aún peor provistos en proyectiles. Lanzaban sus últimas bombas ligeras encontradas en el fondo de los pañoles, picaban dirigiendo sus cohetes al centro del puente de vuelo. Ningún daño grave podía ser infilngido al enemigo con este armamento. Es posible que influyera en su intención de retirarse. Hacia las veintiuna horas, ya en noche cerrada, cielo semicubierto, Kurita enfilaba el estrecho de S. Bernardino con 16 barcos casi intactos, de los cuales 4 acorazados. A media noche Halsey llegaba al principio del estrecho. Demasiado tarde.

 

Los sobrerbios acorazados nuevos, orgullo de la Tercers Flota, tras haber navegado a toda velocidad hacia el norte durante 300 millas, acababan de recorrer 300 millas rumbo sur, también a toda máquina, y llegaban demasiado tarde. Destinados a propinar los más rudos golpes a los acorazados japoneses, vértebras de una fuerza rápida que debía golpear la escuadra de Kurita tras haberlo hecho con la de Ozawa, no habían al final disparado un solo cañonazo. La decepción era grande.

 

Hacia las 0h 30, un avión recco. nocturno señaló que un navío enemigo se dirigía hacia el estrecho. Halsey dió enseguida órdenes. La línea de batalla se dirigió hacia el sureste. A bordo de todos los barcos, se seguía al enemigo por el radar. Al disminuir la distancia, su importancia pudo ser apreciada: era un destructor. Tres cruceros y tres destructores se destacaron para entablaer combate.

 

Tras esta ejecución, el almirante Halsey proclamó que las fuerza navales enemigas acababan de ser "destrozadas, derrotadas y puestas en fuga". En realidad, los japoneses se retiraban con seis acorazados casi intactos y una buena parte de los barcos de apoyo. Si la gran batalla de Leyte se terminaba con una victoria americana -incontestablemente se podía hablar de victoria: la cabeza de puente quedaba salvaguardada y los nipones habían perdido 3 acorazados, de los que uno de 63.000 toneladas, 1 portaviones pesado, 3 portaviones ligeros, varios cruceros y destructores; 45% del tonelaje empeñado había sido enviado al fondo - esta victoria aparecía más como el resultado de varias acciones locales en las que marinos y aviadores la habían logrado por su audacia y tenacidad que como el éxito estratégico del que hubiera debido ser el gran coordinador.

 

 

 

(Esta última larga frase es importante. Es más que un velado reproche hacia el máximo responsable. Todavía se discute su decisión de dejar "al aire" la cabeza de puente americana lograda en las playas de Leyte solo con la sombrilla de los portaviones de escolta. Mañana recordaremos puntualmente las pérdidas americanas herederas de esta polémica òrden del alm. Halsey.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Como cosa rara. Hoy empiezo tras un simple Punto y seguido. Veo que Rockofritz sigue subiendo fotos mías ilustrativas. Hoy le he enviado lás últimas de esta fase de la guerra que se cierra con la pérdida de las islas filipinas por parte del Japón. Siempre gracias.

 

Aún se escriben y se comentan las consecuencias directas de la controvertida solución al problema de la protección a las tropas americanas desembarcadas en Leyte versus alcance y derrota de la Flota Combinada japonesa, protagonizada por el alm. Halsey.)

 

 

 

En el instante en el que Halsey lanzaba su proclama, varios centenares de náufragos de los portaviones de escolta, amontonados en balsas o aferrados a trozos de madera, derivaban sobre el agua negra del Golfo de Leyte. Dos portaviones y tres destructores reposaban en el fondo; seis portaviones y dos destructores estaban seriamente averiados; 128 aviones americanos habían sido abatidos. Por la tarde, dos aviones habían sobrevolado a los náufragos para hacerles comprender que les habían visto, que no se les olvidaba. Mientras tanto, la noche pasó, e incluso el día siguiente, sin que los salvadores llegaran. Los grupos de náufragos se hicieron menos numerosos. En particular, 45 oficiales y marineros del destructor Johnston, ssupervivientes de la carga histórica y que habían sido vistos sobre el mar tras el naufragio, desaparecieron. El día 27, caza-submarinos y LCI (lanchas de desembarco) llegaron por fin. El número de víctimas de la batalla de Samar, del lado americano, se elevó a 2803, de los que 473 eran muertos y 1.110 desaparecidos.

 

La escuadra de Kurita en retirada fue perseguida y atacada por la aviación americana en la jornada del 26. Dos cruceros fueron dañados. No eran más que las últimas prolongaciones, los últimos truenos lejanos tras la tormenta. La distancia aumentaba entre los adversarios. La gran batalla se había acabado.

 

 

La batalla de Leyte constituye un bocado escogido para los especialistas en interpretar. Ya se ha dicho aquí, los primeros relatos eran resueltamente de apología con respecto al comandante de la Tercera Flota: "Sopesando el pro y la contra, Halsey, de forma muy juiciosa decidió tomar rumbo norte...". Cuando llegan los mensajes angustiosos de Kinkaid: "La situación era crítica. El almirante americano no dudó ni un instante. Abandonando, muy a su pesar, a los pocos japoneses ya muy tocados a los que iba a arreglar las cuentas..." Apologéticos y, se nota, a menudo groseramente inexactos. Se ha hecho alusión también a las cartas dirigidas al almirante por las familias de los marineros de los portaviones de escolta muertos o desaparecidos. Es un hecho que la popularidad de Halsey disminuyó a partir de esta época. Tan pronto acabó la guerra, los comentaristas se manifestaron con una gran libertad de expresión. El objeto del presente relato es sobre todo "mostrar". Estemos contentos pues con citar algunas algunas conclusiones que parecen corresponder a lo que los hombres de Enterprise pudieron leer a menudo en su país - al menos los que sintieron la curiosidad de leer artículos y libros sobre esta gran batalla en la que habían tomado parte, sin siempre comprender lo que se pasaba.

 

"Tuvieron suerte Halsey y Kinkaid que Kurita y Ozawa cometieran más equivocaciones que ellos mismos."

 

"La discusión permanece abierta acerca del valor de la decisión de Halsey de correr al norte una noche y al sur a la mañana siguiente, dejando cada vez detrás de él una fuerza inadecuada para la tarea iba eventualmente a incumbirle a él. No es dudoso que el humorista naval que tituló esta operación "La Batalla de la Carga del Toro" habría preferido no ser identificado mientras se encontraba todavía en uniforme.

 

"Halsey, más osado que Spruance, habría hecho ciertamente mejor que él en la primera batalla de las Filipinas; pero Spruance, más reflexivo, habría hundido más acorazados japoneses en la segunda.

 

"Se debe atribuir al crédito de Halsey su evaluación exacta de la debilidad de las defensas japonesas en las Filipinas. Sin él, las operaciones decisivas, no hubieran sido efectuadas."

 

 

 

(Termina aquí el capítulo 6º titulado El Reflujo; dedicado casi por entero entero a la invasión del archipiélago filipino, sin olvidar la ocupación de las Marianas, con sus estratégicas islas de Guam y Tinián desde donde despegarían las Superfortalezas Volantes B-29 con la clara intención de ir preparando el futuro desembarco en tierras metropolitanas japonesas.

 

Tras la estrepitosa derrota aero-naval del golfo de Leyte, solo medidas excepcionales podrían cambiar el previsible curso de la guerra. Y los japoneses no pudieron tomar ya más que la única y novedosa medida a su disposición: el autosacrificio, o sea los Kamikazes.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Emprendo la tradución del último capítulo, el 7º. Su título dice: La Guerre Suicidaire. Hay que fijarse que no dice Suicide, que es nombre/sustantivo, y que se traduciría directamente como La Guerra Suicida. Utiliza el autor la palabra Suicidaire, que además es adjetivo. Y por ello tiene una traducción distinta: Del suicida; que lleva, o tiende al suicidio. Y también: (y muy relacionado) Quien, por su psicología, parece predispuesto al suicidio. Me quedo más tranquilo después de haberlo explicado.

 

Olvidemos, o mejor, distanciémonos (si es posible) del capítulo anterior, que titulado El Reflujo, ya nos daba ideas de lo que iba a ocurrir. Y ocurrió: La más grande batalla aeronaval de todos los tiempos. Por su intensidad, y la cantidad de navíos/aviones allí empeñados. A mí, en particular, se me hace dificil, de un día para otro, olvidar la atmósfera vivida, el empecinamiento de ambos bandos, la intensidad y ferocidad de los combates, y la baza del todo o nada por parte de la flota japonesa. Que a partir del final de la batalla, dejó prácticamente de existir.Se limitó, como veremos enseguida, a dar sus últimos coletazos en batallas sin esperanza, y sin vuelta atrás (en el sentido estricto de la palabra).

 

Con lo que viene, Iwo Jima, y después, ya tenían la guerra en casa. Algo impensable solo un año atrás. Amargo despertar. Pues a nivel de calle, estuvieron pésimamente informados. Solo decir que desconocían por completo el resultado de la ya lejana batalla de Midway. Y que de la más reciente del golfo de Leyte, apenas supieron más que las enormes (y desfiguradas) pérdidas de la Flota de los "odiados" occidentales. La realidad se impuso enseguida, de ello se encargó el gral. de la USAAF Curtis Le May y su XXI Bomber Command. Aunque ya llevaba meses en ello, entre marzo y agosto de 1945, quemó 64 ciudades japonesas, matando a unos 330.000 de sus habitantes. Con el aval de los dos presidentes americanos. Solo el fín de la guerra le impidió "devolver al Japón a la Edad de Piedra".

 

Pero no adelantemos acontecimientos. Estamos aún a primeros de noviembre de 1944. Y con resaca para ambos contendientes (unos más que otros) del affaire de las islas Filipinas.)

 

 

 

Desplegad todavía una vez más el mapa del Oceano Pacífico. Descubrid, entre la gran inscripción oblícua "Imperio del Japón", y la, más discreta, "Islas Marianas", algunas letreros con letras más pequeñas: "Islas Volcano". Iwo Jima forma parte de estas islas. Imaginad, colocada sobre el mar, una tierra plana, poco elevada, poco extensa: unos nueve kms. de largo, cinco de ancho; en el extremo suroeste una especie de torreón, como un tronco de cono, desnudo, que es un pequeño volcan extinto. El centro de la isla, verdeante; se ven cocoteros, palmeras. Contrastando con esta verdura y con la gracia un poco extraña de las flores salvajes, las playas de arena negra. Iwo Jima aún es llamada, Isla del Azufre. Algunos días, los navegantes que allí se aproximan ven elevarse del mar, alrededor de su barco, vapores casi sofocantes. El gran trabajo plutónico (del magma interior. N. del T.)no cesa por decirlo así nunca en esta región del globo. De cuando en cuando, en algún punto, la corteza cede y vomita una ola de lava, o bien un islote surge del mar. (...) Antes de la guerra, una población civil de unos mil habitantes vivía en Iwo Jima.

 

Los americanos sabían que la isla se había convertido en una base fortificada. Había sido sobrevolada con frecuencia y bombardeada durante un raid de portaviones, los 15 y 16 de junio de 1944. De las fotos de los aviones recco. , se distinguían claramente las pistas de dos aerodromos. Ahora, Iwo Jima estaba condenada. En su despacho en Pearl Harbor, Nimitz había trazado sobre el mapa del Pacífico occidental una flecha dirigida hacia el corazón de Japón. Iwo Jima se encontraba en el trayecto de esta flecha. Debía convertirse en posición avanzada americana; para eso, debía de desaparecer en tanto que defensa japonesa.

 

Los ataques aéreos de destrucción comenzaron el 1º de diciembre. Fueron ejecutados por los B-29 procedentes de las Marianas. Estas Superfortalezas volvían cada día sin excepción. El gral. Kuribayashi, que no era nada estúpido, comprendió que el asalto se preparaba. El 8 de diciembre, hizo evacuar a todos los civiles. Los trabajos de atrincheramiento y de fortificaciones en curso fueron acelerados. Los cazas de escolta habían barrido para empezar la delgada defensa aérea de la isla, pero los japoneses no parecían nada desmoralizados por tan poco. Los observadores de los bombarderos constataron con estupefacción que reparaban seguidamente los daños de los bombardeos diarios. Es más, habían empezado la construción (¿para qué aviones?) de un tercer aerodromo. Y la DCA era cada vez más nutrida. Determinación estimable, pensaban los aviadores, pero que apenas podría retrasar lo inevitable. El 10 de febrero, la aplastante máquina de guerra americana se puso en movimiento.

 

La Task Force 58 que zarpó de la base de Ulithi (Marianas) bajo las órdenes de Mitscher comprendía 11 portaviones pesados, 5 portaviones ligeros (1200 aviones en total), 8 acorazados, 17 cruceros pesados, y ligeros. Con 81 destructores. No vino directamente sobre Iwo Jima. Primero iba a ocuparse de los aerodromos japoneses metropolitanos, con el fin de reducir los riesgos de una intervención durante el desembarco en la isla.

 

El 12 de febrero, el Task Group 52.2 partió a su vez, también desde Ulithi, pero con destino directo a Iwo Jima. Comprendía los portaviones pesados Enterprise y Saratoga, 12 portaviones de escolta, 3 cruceros, 24 destructores. A algunas horas seguía el grupo "sostén de artillería": 6 aorazados escoltados.

 

El bombardeo de preparación al asalto comenzó el 16. El 18 por la noche, la Task Force 58, cuyos aparatos venían de atacar los barcos hasta en la bahía de Tokyo, se agruparon así como los transportes. Ochocientos navíos se encontraron reunidos ante Iwo Jima. En los relatos de guerra, se lee siempre: "Iwo Jima, roca desolada..." Esta calificación era ahora exacta. No se distinguía ya laa menor traza verde sobre la isla, ni incluso vegetación. Iwo Jima acababa de recibir 5.800 toneladas de bombas y 2.000 toneladas de obuses.

 

La zona de desembaerco escogidara la playa de Futatsune, al suroeste. El 19 de febrero al alba, el bombardeo se retomó. A las 7h 30, los hombres de las primeras olas de asalto dejaron los transportes y ocuparon los lanchones de desembarco LCI, y los LVT o aligators (tractores anfibios, de cadenas). A las 8h, el bombardeo adquirió una violencia impresionante, cercana al paroxismo. Los barcos se había acercado hasta 1 km. de la playa y tiraban a bocajarro. En unos de los lanchones desembarco se encontraba el sargento Richard E. Mawson, de los Marines. Mawson debía asegurar el reportaje radiofónico "en directo" de la operación, primero desde el LCI, luego desde un remolque especial tirado por 1 jeep. Según la opinión de todos los oyentes americanos, su éxito fue completo: "La audición de su relato era tan emocionante, que estaba amenizada por las explosiones de los obuses y las bombas, y por el trueno de los aviones picando." En millones de cuartos de estar americanos, las famailias escucharon el reportaje de Mawson, que fue repetido varias veces en emisiones diferidas: "Aquí Iwo Jima. La parte derecha de la playa forma una especie de acantilado. La cima está coronada por un bunker de cemento cuya fachada, perforada de troneras, está ennegrecida por la pólvora. La salvas de nuestros cañones levantan enormes géiseres de tierra. Justo tras la playa, la isla parece completamente en fuego..." La playa no tenía más que algunos metros de anchura; más allá se elevaba una terraza abrupta, de un metro y medio a dos de altura; una pendiente suave seguía, después otra terraza. Los bombarderos en picado se esforzaban en cortar estas terrazas para crear rampas de acceso para los tanques y otros vehículos. Los cazas ametrallaban las playas, los LCI lanzaban cohetes. A las 8h 30, la primera oleada de vehículos de desembarco se puso en marcha hacia tierra; las otras oleadas debían seguir cada dos minutos de intervalo. La órden del desembarcos había sido fijada así: 1º tractores anfibios portando morteros del 75 y ametralladoras; 2ºlanchones transportadores de tropas; 3º lanchones con tanques y bulldozers; 4º personal de acompañamiento y sanitarios. A las 8h 40, una fuerza aérea compuesta de B-29, y de bombarderos en picado de los portaviones, atacó furiosamente, sobre todo la parte suroeste de la isla, mientras que los barcos ejecutaban un tiro de barrera sobre la playa. A las 8h 55, se alargó el tiro de los barcos 500 m. Bajo esta lluvia de fuego, Iwo Jima permanecía muda, inerte. Nubes de humo blanco, negro y amarillo se elevaban de la playa. A las 9 en punto, los primeros Marines desembarcaron. Se les vió avanzar fuera de los vehículos, sacar los morteros y las ametralladoras sobre la arena. Esta arena era negra e increiblemente fina, como ceniza. Los hombres se hundían en ella hasta el tobillo; tal era la única dificultad. Mientras que la artillería y la aviación continuaban a martillear Iwo Jima, los hombres desembarcaban en la playa por centenares, "tan tranquilamente como en un entrenamiento".

 

A las 10h. varias columnas de agaa se elevaron en medio de los lanchones de desembarco. Un alligator se puso a echar humo. De repente, se hundió, no se le vió más. Sobre la playa, empezaron a caer hombres.

 

 

 

(Mañana veremos por qué a las 10 h y con los Marines aún en la playa, empezaron a tener, de repente, bajas. Todos hemos visto no hace tanto la peli de Clint Eastwood, y además recordamos la fotos auténticas de ésa primera hora del desembarco.

 

Lo que me deja sin habla es la más que enorme desproporción de efectivos. Todavía recuerdo cómo se ve en la peli toda la Flota americana, tanto en camino, como apostada frente a una isla tan minúscula: apenas cuarenta kms. cuadrados. Los bombardeos anfibios y aéreos previos... Ya veremos cómo se había preparado los japoneses, y desde cuándo. También tengo los recuerdos, algo más atrás en el tiempo de la peli Arenas sangrientas (Sands of Iwo Jima) protagonizada por John Wayne. Fué el primer VHS que compré para estrenar el vídeo...)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Pero el relato no se para: eso lo remedio yo ahora, Rockofritz.

 

Efectivamente los japoneses en Iwo estaban francamente perjudicados. Su verdadero handicap era la sensación de estar rodeados y sin ninguna salida. Solo les animaba aquello del 1x10 que les había insuflado su gral. Kuribayashi. Aún creían que con esas cifras de pérdidas los americanos se pensarían dos veces el invadir territorio metropolitano. Cierto es que las críticas a la Casa Blanca eran cada vez más acerbas, sobre todo de las madres de los caídos en la carrera hacia Japón. Estos familiares no entendían, primero, que Japón ni pidiera un alto el fuego (ofrecido ya oficiosamente por los USA) en vista del arruinamiento del país tanto por los bombardeos aéreos "non stop", como por el estrangulamiento total del flujo marítimo de las fuentes de energía y víveres desde las Indias Holandesas una vez perdidas las Filipinas. Y, segundo, seguían sin entender que a punto de finiquitar la guerra en ETO, no se destinara más esfuerzo militar, aún sin contar con la colaboración británica, para acabar de una sola vez y de forma fulminante con el Imperio japonés, al que consideraban poco menos que acabado, a tenor de las informaciones que se les hacían llegar.

 

Hacia como una hora que el primer Marine había desembarcado, y las oleadas de barcazas de desembarco no se habían detenido. Eso quería decir que se empezaba a notar cierta aglomeración en la estrecha faja de terreno, que no tenía ni las dimensiones para llamarlo playa. Y la barrera artillera, recordemos, estaba adelantada como medio km. Leamos lo que vino.)

 

 

 

Los japoneses habían esperado para tirar a que al menos dos mil soldados americanos hubieran desembarcado. En este momento, el suelo pelado de Iwo Jima se puso a escupir fuego. Los bombardeos habían destruçido todo lo que se encontraaba en la superficie, no lo que estaba subterráneo. Pues el subsuelo de Iwo Jima era un extraodrinario complejo infernal. Una aglomeración de cuevas yuxtapuestas llenas de cañones y ametralladoras. Alli donde la naturaleza del suelo no había permitido construir cuevas , los japoneses habían enterrado tanques . Así, un fuego rasante, horizontal, mortífero, surgió de repente de esta superficie lunar. Los caañones japoneses estaban orientadosen todos los sentidos. Las tropas americanas, escasas, que habían ya sobrepasado, sin haberla visto, la primera línea de blocaos/cuevasfueron atacadas por la espalda; cuando dieron media vuelta para responder, una segunda línea abrió el fuego, otras desde los costados. Al mismo tiempo, la playa y las embarcaciones, a un nivel inferior, recibían una lluvia de obuses de motero. Los primeros tanques y bulldozers desembarcaron bajo el fuego. Los bulldozers se emplearon primero en nivelar las terrazas, que no lo habían sido suficientemente por los bombarderos en picado. Los barcos no podían tirarsobre las posiciones niponas que se encontraban ya superadas por las tropas, rodeadas por ellas. Los Marines debían aproximarse lo más posible a las troneras que se habían descubierto al disparar para atacarlas al lanzallamas como en las más duras horas de Tarawa.

 

La progresión era increíblemente lenta, e incluso, de momento, no había ninguna progresión. Se trataba de asediar y de destruir una por una cada una de las las posiciones enterradas allí donde se encontraran. El sector más duro de la pequeña cabeza de puente era ciertamente la playa.Al empezar la tarde, se decidió que los pesados LST (Landing Ships Tanks): grandes lanchas automotoras para el desembarco de tanques y blindados) permanecieran fuera de alcance y que los LCM y LCVP (chalupas a motor pudiendo transportar 2o/30 hombres, sea un vehículo, sea artillería) harían de lanzadera, yendo y vinindoentre los LST y loss puntos menos batidos de la playa.

 

Era una situación bastante extraordinariala de los hombres que, desde el puente de los barcos, asistían tan confortablemente al asalto de Iwo Jima. El reportaje radiofónico continbuaba. Con los prismáticos, no se perdía ningún detalle del espectáculo del desembarco. El mar estaba picada. El oleaje venía encrespado antes de romper en la playa; Los LST, cuando llegaban sobre estas olas gobernaba mal; bien pocos lograban varar en condiciones en la playa.

 

 

 

(Tengo dificultades, voy a subir lo traducido)

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Se veía a los hombres de los equipos de descargar que avanzaban en el agua, luego retrocedían, mientras que la lancha maniobraba; por fin la rampa bajaba, el cañón o vehículo salía, guiado, ayudado por los hombres; de repente, el grupo era localizado, rodeado de impactos y de géyseres de arena; se veía a los hombres correr, a otros caer. Un poco más lejos, un equipo tiraba con esfuerzo de un cañón cuyas ruedas se hundían en la arena, seguido de otro que llevaba a brazo cajas pesadas. En varios puntos de la playa, constantemente, desembarcaban tropas. Apenas la rampa de una lancha bajaba, los hombres se precipitaban, intenando sin éxito correr sobre la arena demasiado fina, luego lograban volver a andar. La lancha retrocedía, rampa levantada, otra llegaba para varar en el mismo sitio; los impactos llovían sobre el agua; la nueva lancha retrocedía a su vez, maniobraba, describía un círculo antes de vover a varar un poco más lejos. Los obuses japones hacía volar todo el tiempo la arena negra. El borde del agua, estaba jalonada de Alligators volcados sobre la costa, camiones, jeeps y cañones anticarro, dados la vuelta y fuera de uso. El materal llegaba sin cesar de los barcos para cubrir, para desbordar esta destrucción. También se veían circular a los sanitarios que reunían a los heridos esparcidos y medio enterrados en la arena negra, en medio de restos de toda suerte.

 

Según el plan, Iwo Jima debía estar conquistada en cinco días. Por la tarde/noche de este 19 de febrero, las tropas no habían franqueado ni la cuarta parte de la distancia prevista para este primer día. Mil setecientos heridos habían sido evacuados, no se conocía aún el número de muertos. Cuarenta mil hombres habían sido desembarcados; esta enorme cantidad de soldados se amontonaba en el suroeste de la isla sobre un espacio ridículo. Durante la noche, la Flota americana disparó sobre Iwo Jima absolutamente sin interrupción. Pero no podía tirar sobre las posiciones japonesas más cercanas a las tropas propias. Al día siguiente, los aparatos de los portaviones volvieron de madrugada. Bombardearon en picado todas las posiciones japonesas localizadas, y este trabajo se prosiguió hasta la noche. A pesar de eso, las tropas no progresaron aquel día más que de 150 a 200 metros, según los lugares. Los blocaos/cuevas más cerca, que no podían ser atacados más que al lanzallamas o con la artillería de acompañamiento, tenían todavía a la playa bajo su fuego, ralentizando el desembarco de esta masa de material aportado por los barcos y que debía, con toda seguridad, sumergir toda resistencia japonesa, pero que era necesario todavía poner en tierra primero. El 21, la progresión fue todavía extremadamente lenta sobre la isla, pero la situación mejoró en la playa. Los cañones japoneses tiraban menos abundantemente y menos constanteemente. Numerosos carros fueron desembarcados. Cada uno pensó que la fuerza puesta en tierra iba a poder dar un poco de aire y permitir organizarse. Durante todo este tiempo, los portaviones se mantenían a cierta distancia al sur de Iwo Jima, hacia la que despachaban sus oledadas de aviones. El trayecto de estas formaciones era constantemente seguido por el radar. Hacias las 17 horas, algunas manchas sospechosas aparecieron en las pantallas; pero por una causa desconocida, la recepción fue entonces perturbada durante algunos minutos: A las 17 horas exactamente, el Saratoga recibía un primer avión suicida en su puente.

 

 

 

(Ya acaba de aparecer en escena la única baza japonesa que los americanos no conocían: los Kamikazes. Es por eso que aprovecho el Punto y Aparte triple para cortar sin romper el ritmo.

 

Los navíos americanos, y en especial los portaviones, por su mayor tamaño, desconocían como poder sustraerse a esta nueva arma que amenazaba su supremacía sobre el mar. Sabremos más mañana, tanto del orígen de los Kamikazes, como de los métodos de detección y alerta temprana para hacer frente a esta sorpresa estratégica de un enemigo al que creían vencido.)

 

Saludos

 

Saludos

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Buenasss

 

(Me da un poco de pereza ponerme a estas alturas a explicar aquí con detalle la genealogía y desarrollo del fenómeno Kamikaze. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia, etc. Voy a obviarlo, y pasar directamente a la acción. Previo un mínimo de explicación.)

 

 

 

El cuerpo de aviadores especiales cuya misión iba a consistir en detener la invasión destruyendo la flota americana fue denominado Kamikaze: Viento Divino.

 

La idea de ingenios-suicidas había germinado en Japón desde antes de la guerra. No era el resultado de una propaganda moderna. Para todos los japoneses de la casta samurai y para un número inmenso de japoneses plebeyos ningún fin podía ser más deseable que la muerte deliberadamente aceptada al el servicio de la patria. La gloria aquí abajo y el acceso al paraíso de los antepasados era la recompensa inmediata. El mando japonés fue inducido a recurrir a la explotación racional de este sentimiento cuando la situación del Japón se tornó dificil.

 

El slogan de la propaganda hecha en favor del cuerpo especialde aviadores era este: "Un avión a cambio de un barco." Un solo avión chocándose con un barco de guerra americano debía ser suficiente para destruirle o para dejarle inutilizado. Los americanos se desmoralizarían por la importancia de sus pérdidas y renunciarían a continuar la guerra.

 

Los voluntarios para el cuerpo Kamikaze se presentaron en muy gran número. Nada más ser admitidos, recibían mejoras y honores especiales, que se materializaban en su familia. En vida, eran héroes nacionales. Para el momento de su ataque supremo, estaban autorizados a revestir ropajes de ceremonia tradicionales. En cuanto a su formación técnica, estaba extremadamente simplificada, ya que su misión consistía, tan pronto el enemigo a la vista, a lanzarse sobre él hasta su destrucción, sin ocuparse de nada más. Se llegó incluso a escoger entre los voluntarios ya pilotos, los menos hábiles; los mejores eran conservados con vida con vistas a misiones más dificiles. Así, sucedió, sobre todo al principio, antes de que el entrenamiento no hubiera sido mejorado, que los resultados fueran muy inferiores a lo esperado. A pesar de ello, este procedimiento de ataque, ya se verá, fue entonces muy peligroso y muy deprimente para los marineros americanos. Los pilotos de la muerte tenían la órden de atacar con preferencia a los portaviones.

 

 

El 21 de febrero de 1945 sobre las 17 horas, el portaviones pesado Saratoga encajó tres aviones suicidas sobre su cubierta de vuelo. Aún no habiendo sufrido ningún daño definitivo, tuvo que retirarse. Un poco más tarde, al portaviones de escolta Bismarck Sea le alcanzaron dos Kamikazes seguidos. Los hombres de los otros barcos distinguieron perfectamente en la penunmbra crepuscular el triple rastro, blanco en el centro, negro en los lados, de cada uno de los dos kamikazes. Sin duda habían sido alcanzados durante su picado mortal. Poco después de los fogonazos de los impactos, se vieron otros fogonazos brotar de los portaviones; el viento trajo el ruido de varias explosiones. Las primeras medidas de abandono del barco fueron tomadas a bordo del Bismarck Sea. Se hundió dos horas más tarde, arrastrando a la muerte a 350 hombres.

 

No parece que hubiera ante Iwo Jima otros ataques de aviones suicidas o, si les hubo, fueron muy poco importantes y sin resultado.

 

El día decisivo para la conquista de la isla fue el 23 de febrero. La resistencia japonesa no disminuía en absoluto, el dispositivo de los blocaos/cuevas se seguía mostrando coriáceo. Pero los americanos pudieron al fin organizar su cuerpo de desembarco y poner a punto la técnica apropiada para reducir este sistema de fortificaciones. En la base del cono volcánico situado al suroeste de la isla, ciento ochenta blocaos-cueva llenos de japoneses fueron tapados herméticamente. Sus aberturas fueron obstruídas y selladas con cemento y recubiertas de varios metros cúbicos de tierra por los bulldozers. Se llegó, en algunos sitios, a que los japoneses lograran abrir estas tumbas: la operación se repitió de nuevo. Quedó la cuestión de si gasear estas cavernas, antes de sellarlas. El mando renunció al empleo del gas, por el temor de que los japoneses al darse cuenta, ejercieran terribles represalias sobre los prisioneros americanos. Así pues, el 23, 180 blocaos-cueva fueron sellados como se acaba de decir. Otros doscientos, más accesibles, fueron destruídos por diversos medios: lanzallamas, cargas de TNT, cañonazos, cohetes lanzados por aviones o por camiones. La dificultad esencial consistía en que los blocaos no se descubrían más que de una forma sucesiva. Prácticamente, eran invisibles hasta tanto no disparasen. Los americanos creían haber "limpiado" un cierto espacio: una ráfaga derribaba a varios de entre ellos. Esta forma de combate explica su exasperación y que hubieran pensado en el uso de los gases. El 24, un gran número de carros fueron alineados; varios saltaron al pisar minas. El objetivo de la jornada era el aerodromo más próximo a la playa de Futatsune. Ante este aerodromo, había, colocados en profundidad y sobre una anchura de 900 metros, ochocientas posiciones japonesas flanqueándose mútuamente. Jamás, en ninguna época y en ningún país del mundo, se había observado tal sistema de fortificaciones. Cada blocao-cueva estaba provisto de una espesa puerta de acero; en el interior, había un cañón sobre railes. La puerta se abría, el cañón avanzaba, disparaba, después retrocedía sobre sus railes y la puerta de acero se cerraba.

 

La única arma verdaderamente eficaz contra estas baterías enterradas era el avión lanza-cohetes. Pero era necesario señalar con precisión los objetivos a los pilotos; es decir, localizar precisamente cada blocao, hacerle visible, alertar a la aviación. Todo eso supone un sistema de comunicaciones extremadamente completo y complejo, una organización de batalla industrial y perfeccionada, un gasto de material gigante, en relación con las dimensiones del campo de batalla. El plan original había previsto la conquista de Iwo Jima en cinco días, eso se ha dicho. Se comprende que los americanos, una vez descubierta la naturaleza exacta del objetivo ubieran adaptado su programa. Seguros de lograrlo, desearían hacerlo con el menor costo de vidas humanas, utilizando al máximo su sperioridad de medios. La parte más grande de la Task Force 58 había vuelto a Ulithi, dejando a los aparatos de los portaviones de escolta el cuidado de "trabajar" cotidianamente el suelo pelado y castigado de Iwo Jima. Una foto tomada de la isla en los primeros días de marzo muestra un espacio de terreno que no ofrece detalle para la descripción: aquí cóncavo, allí convexo, sembrado de restos indefinibles, aparentemente metálicos; la visión está limitada a un centenar de metros por una masa de humo a través de la cual se distingue confusamente a un grupo de hombres, y de aviones volando bajo; en un primer plano, dos camiones, en la trasera de los cuales se distingue una especie de cajas con parrillas de donde salían cohetes; a algunos metros de los camiones, cuatro hombres con casco, tapándose los oídos. El 9 de marzo, una patrulla de Marines llegó a la orilla noroeste, la opuesta al punto de desembarco. Pero la isla no fue declarada oficialmente conquistada hasta el 17 de marzo. Habían sido necesarios 26 días para recorrer menos de nueve kms. Nimitz hizo publicar un comunicado especial: "La batalla de Iwo Jima ha terminado. Toda resistencia japonesa organizada ha cesado. Pequeños grupos de japoneses se defienden todavía en los peñascos y los americanos proceden rapidamente a su exterminación. La batalla de Iwo Jima ha durado 26 días. Ha costado más de 21.000 muertos a los japoneses. Las pérdidas americanas, las más elevadas de toda la campaña del Pacífico, se elevan a 4.189 muertos, 441 desaparecidos, 15.208 heridos." Para matar a 21.000 japoneses, los americanos habían gastado más de 40.000 toneladas de bombas y de obuses. El activo del balance de la operación estaba indicado en las dos últimas frases del comunicado: "Desde el 16 de marzo, el aerodromo central de la isla es utilizado por la aviación americana. El aerodromo del sur sirve, desde varios días, de punto de apoyo muy importante para las Superfortalezas con base en las Marianas que van a bombardear el Japón."

 

 

 

(Aquí, y así acaba el relato de la toma de Iwo Jima por los americanos. He enviado a Rockofritz una primera remesa de fotos relacionadas. Seguro las sube seguidamente.

 

Centenares de telegramas de madres airadas habiendo perdido sus hijos en Iwo Jima llegaron al despacho que en la Casa Blanca tenía un ya muy enfermo presidente Franklin D. Roosevelt (veintiséis días más tarde fallecería). Ya he escrito que estas madres, y un muy importe número de norteamericanos consideraban intolerable esta cantidad de bajas en relación con la cantidad de soldados empeñados en esta batalla. Y eso desconociendo la existencia del previsto desembarco en Okinawa, isla mucho más extensa (y cercana a Japón - con lo que ello significaba) que Iwo Jima. Veremos lo que influye que en ETO la guerra está a punto de acabar.)

 

Saludos

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Fotos de Iwo Joma

 

Iwo Jima 7h 30 Marines bajando a los LCI Landing Craft Infantry

iwojima7h30marinesbajan.jpg

 

Iwo Jima foto perfecta playa w ww2incolor Marines

 

iwojimafotoperfectaplay.jpg

 

iwo jima perspectiva desembarco Suribachi a izquierda

 

iwojimaperspectivadesem.jpg

 

Iwo Jima unpublished photo 19 feb 45 10h inmovilizados y tiroteados al pie del Suribachi.-

 

iwojimaunpublishedphoto.jpg

 

Iwo Jima 4th Marine Div clavados ante la 1ª terraza 19 feb 1945

 

iwojimamarines4divclava.jpg

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Buenasss

 

(Otra vez aquí tras un mini-puente de dos días, totalmente chafado por la lluvia. Decepcionante.

 

Veo que durante esta impasse, Rockofritiz ha subido aprox. la mitad de las fotos que le envié. Siempre agradecido por su gentileza Las sigo encontrando estupendas y muy demostrativas de lo que allí sucedió. A sí que sin mas, y siguiendo mi inveterada costumbre he echado mano del libro de apoyo ya utilizado anteriormente Tonnerre sur le Pacifique, de Albert Vulliez, que nos ayudará a puntualizar algún matiz más de esta batalla de Iwo Jima. Es más parco en palabras, pero en absoluto en interés. Encabeza un capº que se titula El anillo se va cerrando)

 

 

 

Tras los desembarcos de Lingayen (Filipinas), la Twercera Flota regresó a Ulithi y Halsey había allí transferido el mando al almirante Spruance. Zarpó de nuevounos días más tardehacia Saipan para reanaudar las operaciones hacia el Japón que el desvío de Filipinas había retrasado en cuatro meses. El plan había sido minuciosamente establecido por los estados mayores de Nimitz y Spruance. Contemplaba en primer lugar un desembaerco en la pequeña isla de Iwo Jima en que se encontraba un aerdromo susceptible de ser usado por las Superfortalezas Volantes B-29. Situado a mitad de distancia entre las Marinas y el Japón, Iwo ofrecería un terreno de socorro eventual para los bombarderos cuatrimotores en dificultad y permitiría asegurar el relevo de los Cazas P-51 Mustang que no tenían radio de acción suficiente para escoltar en su totalidad el viaje de ida y vuelta de los bombarderos en ssu viaje de ida y vuelta a Japón. Según los informes suministrados por la observación aérea, Nimitz y Spruance estimaban que la isla estaría mal defendida.

 

Iwo Jima presenta una particularidad única en su género: la de haber sido removida a principios de siglo tras un formidable seismo submarino. Esta constituida por una masa informe de bloques de lava y de cenizas volcánicas. No ofreciendo ningun terreeno cultivable, no había sido habitada más que por los mineros de azufre antes de que los japoneses haubieraan imaginado de construir allí aerodromos. Iwo Jima reviste sobre el mapa la forma de una cabeza de tapir. Al final de la trompa afilada se encuentra un cono volcánico que surge del mar, el monte Suribachi. Al pie de este cono, el istmo no es más ancho que unos setecientso cincuenta metros, después las dos costas se apartan una de otra hasta alcanzar unos cinco kms. en la parte que constituye el cráneo del tapir. Es en la llanura intermedia entre el volcan y las colinas donde se encuentra el aerodromo más grande, inmediatamente próximo a una playa rectil´nea de unos tres kms. de larga. Esta playa hubiera sido un punto de desembarco ideal si no hubiera estados expuesta al tiro de cañopnes camuflados en el sur sobre el Suribachi y en ele norte por el dédalo rocoso de las colinas. Los autores del plan de invasión habían pasado por alto este gran inconveniente pues pensaban que una isla tan pequeña podría ser hasta tal punto machacada por la artillería de los acorazados que no quedaría "ni un solo acre de tierra sin recibir un obús".

 

Basándose en esta esperanza tras tres días de bombardeos intensivos las fuerzas americanas desembarcaron simultáneamente las 4ª y 5ª divisiones de Marines (recién constituídas) en toda la longitud de esta playa. El primer día todo salió bien. La reacción fue nula y el aerodromo ocupado sin dificultad. La esperanza se confirmó de que los defensores habían sido pulverizados. Pero el segundo día casi a media mañana, los flancos de las colinas se iluminaron de relámpagos rojos. Cañones que salían de sus agujeros como el cu-cú de un reloj de péndulo y desaparecían seguidamente. Una granizada de obuses se abatió sobre la cabeza de puente, matando a 570 Marines e hiriendo a 1.700. La batalla de Iwo Jima había empezado.

 

Debía durar cuatro semanas horrorosas en condiciones aún peores que las de Betio/Tarawa, las de Guam, o las de Peleliu, pues aquí los fortines no eran abrigos ordinarios de troncos de palmer y piedras, eran cuevas dantescas construdias entre bloques de lava donde el hedor de los cadáveres se mezclaba con los vapores de azufre que se escaapaba por las grietas de innumerables fumarolas. Todas las forticficaciones dr comunicaban entre ellas por túneles. El agua, la electricidad, el vapor eran conduciddos por tuberías subterráneas. Los grande abrigos estaban convertidos en hospitales, depósitos y cuarteles.

 

El autor de esta organización defensiva modelo era el Tte. Gral. Kuribayashi, del que la radio de Tokio decía - por una vez sin exaeración - que tenía "el cuepo henchido de ardo combativo y que conocía tan bien su isla que sabía encontrar allí hasta los agujeros de las ratas." Con 20.000 hombres y algunos centenares de trabajadors coreanos, este genio de la táctica defensiva plantó cara durante 36 días bajo una avalancha de bombas a 60.000 Marines americanos. Tenía segun decía el almirante Nimitz, "alcanzado la perfección en el arte de proporcionar la desnidad de fuego de su artilleríacon las dimensiones del terreno". Por vez primera desde el principio de la guerra, había inculcado a los japoneses la preocupación por su propia seguridad, estimando como Shakespeare "que un pusilánime vivo valía más que un héroe muerto" porque un hombre que escapa conscientemente es un combatiente más para el día siguiente. Pero el número de esos "pusilánimes vivos" de Kuribayashiera insuficiente para detener la marea americana que reemplazaba "sus héroes muertos" por tropas frescasaa la medida de sus necesidades. A partir del 10 de marzo de 1945, los Marines del Gral. Schmidt penetraron en las destrozadas líneas japonesas derrotaron completamente a los defensores agotados.

 

El cuerpo del Gral. Kuribayashi no fue nunca encontrado en el dédalo de cuevas de Iwo Jima cuya mayor parte estaban definitivamente selladas, pero los documentos recuperados en un abrigo parecen indicar que tras arrancarse las insignias de su grado se suicidó. Los interpretes de japonés del cuerpo de Marines descifraron lo que creen es el testamente del Gral. o más bien su última síplica al emperador del que había sido antaño jefe de su Guardia de honor. Expresa "sus más humildes excusas por haber sido obligado a abandonar un punto estratégico tan importante en manos del enemigo" y luego hacía una alusión a penas velada sobre la ineevitable derrota del Japón suplicando a su dueño "de no perder nunca su fe en el destino eterno de su pueblo" y prometiéndole "volver tras su m uerte para ayudar a la resurrección del ejército imperial".

 

La última bolsa que subsistía en el noreste de la isla pudo ser reducido poco a poco gracias a nuevos ingenios de combatetodavía en pruebas: el carro-lanzallamas y el bulldozer blindado. El 26 de marzo de 1945, lls marines de la 5ª División , aunque física y moralmente agotados, pudieron penetrar tras ellos en los subterráneos y cuevas. Pero 200 combatientes japoneses que se habían infiltrado a través de las líneas, intentaron ese día un contrataque. Fueron diezmados por los batallones de ingenieros avanzaban tras los Marines. Fue el último sobresalto de agonía de los defensores de Iwo Jima.

 

 

 

(Hasta aquí la traducción de parte del capº del libro de Vulliez sobre la batalla de Iwo Jima.

 

Todavía impresionado por la amplitud, intensidad y ferocidad de los combates (que habían ido in crescendo desde los lejanos tiempos de Guadalcanal). Tras la caída de la isla, el pueblo japonés pudo confirmar la total decisión de los EEUU de acabar con la guerra arrostrando con todas sus consecuencias. Tenían puestas sus esperanzas en que el Tte. Gral. Kuribayashi y su técnica detendría el avance americano. La pérdida de Iwo Jima fue un rudo golpe. Solo quedaban combates sin esperanza. Y sin salida. Sin ida y vuelta (que no era una frase hecha lo demostró la última salida del Yamato). Cierto que todavía quedaban ejércitos considerables principalmente en China. Pero para nada comparables a la mecanización y especialización alcanzadas por el ejército norteamericano. Que además iba a ser ayudado/complementado por todas las tropas aliadas provenientes de Europa tras el derrumbe final del III Reich.

 

Pero era necesario contar con la mentalidad "bushido" del pueblo nipón, y sobre todo con la de la camarilla militarista encabezada por Hiro Hito. La capitulación no era ni contemplada. Aún creían poder rechazar la inminente invasión, causando tal cantidad de bajas que les haría prohibitiva una segunda intentona. Quimérico. Además, no habrían sabido cómo manejar un inevitable (e improbable) armisticio, porque nunca habían creído que llegaría.

 

Todavía les quedaba por sufrir el último cáliz: la invasión de su último bastión (ya en tierras japonesas propiamene dichas): la isla de Okinawa.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(He querido dejar un día/noche de intervalo entre el pasado episodio de Iwo Jima, y lo que indefectiblemente ocurrió después. Tardaron en atenuarse las protestas por las escandalosas pérdidas humanas de Iwo Jima. Ni siquiera las(entonces)increíbles cifras de prisioneros de Bataan y Corregidor (Filipinas) 12.000 y 10.000 respectivamente conmovieron tanto a la sociedad americana. La nación americana temía enfrentarse al momento de la verdad: el desembarco en Japón metropolitano. Querían antes jugar la baza de los prometedores resultados que ofrecían los bombardeos "non stop" de su Flota de Bombarderos B-29. Y la más que inminente incorporación de las tropas de ETO. Pero fueron pasando los meses, y el estoicismo del pueblo japonés puso en sordina el alentador balance que ofrecia el Gral. Curtis Le May de bombas arrojadas y ciudades quemadas. Y la dinámica de la enorme nómina que presentaba el ejército norteamericano en el Pacífco no se podía parar, dijeron los expertos. Y se pusieron en marcha con una Operación denominada Iceberg, que planteaba que en abril debían hacer un desembarco-demostración ya en pleno territorio japonés. Se eligió el archipiélago de las Ryukyu, justo al sur de las islas propiamente dichas y considerado de siempre por el Japón como si fuera territorio continental.

 

Veamos la que fue considerada como la más grande batalla aeronaval y terrestre de la historia en el Pacífico. Aquí sí que las cifras material/hombres fueron escandalosas.)

 

 

 

Al principio de marzo del 45, la Task Force 58 de la que formaba parte el portaviones Enterprise, de vuelta de Iwo Jima, vino a anclar en el lagoon de Ulithi, en plenas Marianas. Ulithi se parece a los grandes atolones precedentesmente descritos, sin nada de particular. Como Kwajalein o Majuro, estaba, en esta época transformado en "base de circustancias". Se podía ver, aparte de las instalaciones necesarias para la reparación y aprovisionamiento de los barcos, las destinadas a la relajación de los combatientes. Las tripulaciones de la Taffy 58 fueron oficialmente enviadas al reposo. Se vió el ir y venir sobre el agua azul del lagoon a las embarcaciones transportando a los hombres hacia las playas, hacia los bares de techos de hojas de palma, rigurosamente conformes a los cánones exóticos de Hollywood. Los consumidores tenían seguro no poder obtener ni una sola gota de alcohol, ni un vaso de cerveza, y de no ver aparecer en absoluto ninguna falda; sin embargo muchos se dirigían hacia esas fantasías de placeres, con tal de bajar a tierra algunas horas. Baños de sol a bordo, algunas horas en tierra en los bares higiénicos prefabricados, cine a bordo por la noche, la jornada transcurría. Los hombres hablaban moderadamente de la guerra, pero pensaban en ella mucho. Rumores relativos a la próxima salida circulaban sin cesar. Pasados algunos días, y sin que se pudiera sabér cómo, las conjeturas se fueron precisando, el nombre del próximo objetivo no ofrecía duda para nadie: sería Okinawa.

 

El 10 de marzo por la noche, el atolón de Ulithi ofrecía el espectáculo de tiempos de paz. El día había sido soleado. Y el breve crepúsculo tropical dejaba paso a la noche estrellada. En tierra, se trabajaba a la luz de los proyectores. Los navíos anclados observaban el black-out (apagón) de rigor; por las aberturas de los grandes entre-puentes de los portaviones, y sobre el puente de numerosos barcos, se percibían las manchas luminosas de las pantallas de cine. El barco que no ofrecía películas autorizaba a gran parte de la tripulación a ir a los barcos vecinos a verlas. Los registros no indican el título del film`proyectado esa noche a bordo del portaviones Randolph pero dicen que era una policiaca. El entrepuente de los hangares estaba abarrotado. En un momento dado, los espectadores tuvieron la impresión de que el barco temblaba; una fracción de segundo más tarde, las voces de los personajes del film fueron apagadas por una enorme explosión. Todos los hombres se levantaron. En la pantalla, las imágenes seguían imperturbables su diálogo, ahora ya sin interés. Se oyeron los claxon de alerta, cada uno corrió a su puesto de combate. Ardía un incendio en la pista de vuelo en popa y se sucedían pequeñas explosiones. Desde los otros barcos, veían el incendio reflejdo sobre el agua negra. De todas las conversaciones, muy animadas, se podía concluir que un avión corto de combustible acababa desgraciadamente de chocar sobre el Randolph. Probablemente se trataría de un caza F6F Hellcat, facilmente reconocible por el ruído de su motor. Enormes petardeos de motor habían sido oídos durante la caída.

 

El incendio del Randolph fue apagado, y se retiró la alerta de los puestos de combate. Al día siguiente, cuando la popa del Randolph, ya fría pudo ser examinada, se descubrieron allí los restos de un avión japonés con los del piloto. Eran de un aviador del "cuerpo especial": un Kamikaze. Venía de la isla de Minami Daito. Había recorrido 800 millss para venir a estrellar su aparato sobre un portaviones americano "en reposo".

 

 

La Task Force zarpó hacia Okinawa el 14 de maro a las 7 h. de la mañana, con buen tiempo, mar en calma; en línea de fila, los destructores delante. Comprendía ahora 10 portaviones pesados, 6 portaviones ligeros, 8 acorazados, dos grande cruceros de batalla nuevos, 14 cruceros pesados y ligeros, más los destructores. La articulación de esta fuerza naval gigante, a la que debían juntarse a lo largo de Okinawa la Fuerza Anfibia y una fuerza de bombardeo, no era tarea fácil. Por ejemplo, el Enterprise, que transportaba únicamente cazas nocturnos y aviones torpederos nocturnos (equipados con radar), operaba, de día, como unidad del Task Groupe 58.4; por la noche, el Entreprise se convertía, con su "écran" (pantalla), en el Task Group 58.5 colocado bajo las órdenes del contralmirante M.B. Gardner. El mando supremo de la operación había sido confiado al almirante Spruance. La órden gral. de operaciones con sus anejos alcanzaba el peso y el volúmen de una guía telefónica. Se la podía resumir diciendo que la Task Force 58 zarpaba en dirección gral. hacia el archipiélago de las Ryukiu, de la que formaba parte Okinawa; debía golpear los aerodromos de las islas vecinas mientras que las fuerzas de invasión se apoximarían a Okinawa; después sostendría el desembarco.

 

Dejado el puerto, las tripulaciones fueron informadas oficialmente del destino. Los ejercicios de entrenamiento empezaron de seguido. Los bombarderos en picado se lanzaban sobre blancos remolcados por los barcos; la DCA tiraba sobre mangas remolcadas por aviones. Todo el mundo se tomaba este último entrenamiento muy en serio. Todos tenían el sentimiento que la conquista de Okinawa sería una operacion dificil. La radio japonesa repetía que las fuerzas americanas, a medida que se aproximaran a las defensas metropolitanas del Japón, encontrarían una oposición cada vez más densa y cada vez más eficaz, finalmente mortal para ellas. Esta afirmación no era del todo absurda. La defensa de Iwo Jima había dado una idea gral. de la naturaleza de las fortificaciones japonesas. La marina y la aviación niponas iban ahora a poder operar muy cerca de sus bases. Circulaba el rumor de que los aviones kamikazes iban a ser usados en masa.

 

Okinawa, bien que a 950 millas de Tokio (a 460 de Nagasaki)formaba parte del Japón metropolitano. Es una isla de 180 kms. aprox. de larga, muy accidentada, cuya anchura variaba entre 6 y 28 kms. Su población civil se calculaba, antes de la guerra, en unos 200.000 habitantes. Los americanos pensaban que la importante guarnición, en marzo del 45 llegaría a los 60.000 hombres. Se sabía de 5 aerodromos por las fotos tomadas por los aviones recco.

 

El 16 de marzo, la Task Force se reunió con sus petroleros en alta mar. Cielo cubierto; mar gris. Luego de petrolear, los barcos se apartaron. Se rehizo la formación, rumbo a las Ryukyu a 25 nudos. Cada hombre de esta enorme escuadra pensaba más o menos esto: "¿Seremos descubiertos antes de que los aparatos de los portaviones hayan golpeado los aerodromos japoneses?"

 

 

 

(Abruma pensar lo que esperaba a los sufridos defensores de la isla. Sobre todo a los civiles a los que había habido tiempo sobrado de evacuar. Sigo pensando que había que haberlo hecho muy mal, para que los americanos habrían perdido tanto esta batalla, como la guerra en su conjunto.)

 

Saludos

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