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El amante de la muerte (The War Lover)


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(Increíble. Parece que ha funcionado... Sigo sin comprender qué es lo que hace "Forbidden" el texto de marras. Aunque solo sea por mostrarlo en el Foro, me gustaría que Rockofritz tuviera éxito.

 

Seguiré, pues, con mi labor. Con toda posibilidad esta noche.

 

Saludos

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Buenasss

 

(Bear, no creas, lo he pasado mal pensando que no podría continuar con el libro, dejando así el relato en el aire (nunca mejor dicho).

Algún día sabré qué pasó.

 

Volvamos al cielo de Amberes, que todavía estamos al comienzo de la misión.)

 

 

Sí, eran Thunderbolts, lo que menos habíamos esperado; pero no nos sirvieron de nada.

 

Sintonicé el canal C, reservado para comunicación con los cazas, y alcancé a oir al coronel Ewing, allá arriba en la primera fuerza de tareas, diecisiete minutos delante de nsostros, gritando a voz en cuelloen un intento por oído por los 47.

 

-¡Croquet! ¡Croquet! ¿Me oyen? ¡Windbag One llamando a Croquet!

 

Pero la banda estaba interferida, y eso fue todo lo que pude oir. Era suficiente para comprender, sin embargo, por el urgente tono de aquel llamado, que la fuerza de tareas avanzadas lo estaba pasando mal.

 

Nuestros bombarderos se habían dispuesto a aprovecha la táctica usual de los P-47, de volar por encima de nosotros en una columna de escuadrones, a intervalos de 2ó 3 minutos, proporcionando lo que se llamaba corredor de apoyo. En otras palabras, esperábamos que los 3 Sqns. se quedarían volando de un extremo al otro sobre nosotros y caerían sobre las formaciones alemanas que aparecieran. Pero después de 2 ó 3 pasadas por arriba, los P-47 se alejaron volando hacia la fuerza avanzada de bombarderos , y no regresaron. Esto me hizo pensar que sin duda la situación era seria delante, y al mismo tiempo me causó aprensión por nuestra propia situación, porque conocía la costumbre de los alemanes de caer sobre las formaciones sin escolta.

 

Junior Sailen (ae artillero de la torrecilla de abajo) vió caer 2 Fortalezas del grupo superior. Farr anunció un nuevo grupo de cazas alemanes que se lanzaban sobre nosotros desde abajo.

 

 

2. Miré mi reloj de pulsera. Eran las dos y 21'. Se suponía que debíamos llegar a Eupen, en el extremos sudeste de Bélgica a las dos y 26', y allí debíamos modiificar el rumbo y dirigirnos más hacia el sur, de modo de evitar las temidas áreas de antiaérea del Ruhr y volar sobre campo relativamente abierto. No se suponía que nada cambiara en Eupen salvo nuestra dirección, pero metalmente yo consideraba a ese punto la meta más importante de nuestro viaje. Estaba solo a 5 minutos de distancia. Tenía que superar esos 5 minutos. Desùés de Eupen me fijaría otra meta, y me esforzaría por llegar a ella, pero todavía no había que pensar en eso. Eupen era todo. Cinco minutos.

 

De este modo había aprendido a desmenuzar el peligro, no solo en sus componentes individuales, sino también en fragmentos temporales. No hubiera podido soportar la idea de los 322 minutos juntos que habaía desde este momento hasta el momento en que, si teníamos suerte (cosa que no iba a suceder), volveríamos a cruzar la costa inglesa, sanos y salvos; pero sí podía soportar la idea de vivir esos 5 minutos , y a eso me dispuse.

 

Hacia la izquierda había una compacta piara de globos cautivos, sobre Aachem: gordos cerdos colgados en el aire.

 

 

3. Se produjo el segundo ataque de los Fw-190, y otra vez, cosa que no debía sorprendernos, se concentró sobre el Sqn. más alto. Las tácticas alemanas de quellos días eran altament coordinadas, no solo entre los aviones en vuelo, sino entre vuelo y vuelo, y una vez que se lanzaban contra una de nuestras formaciones, usualmente hacían lo imposible, en ataques consecutivos, por hacerla pedazos antes de dedicarse a otra.

 

El primer ataque alemán no había concluido, continuaba aún contra el Grupo más alto de Fortalezas, y el segundo no hizo más que sumarse a él.

 

Pero algo nuevo aparecio en ese 2º ataque, y en esos 5 minutos. Prien fue el primero que lo vió, y avisó a los demás.

 

Primero llamó para señalar un caza que venía hacia nuestro grupo del lado de popa, y pocos segundos despuçes aanunció que por la dirección de sus trazadoras parecía buscar a nuestro Sqn inferior, no a nosotros mismos.

 

-¡Madre de Dios! -exclamó enseguida -. ¡Estalló!... ¡No, no estalló!... ¡Miren, tiene un cañón, o algo así!... Hubo una llamarada. una llamarada grande en el caza. Lo hizo perder de vista - Prien suministraba todos estos datos fragmentariosen su tono de voz habitual, frío, neutro, y su ritmo sacudido y el sorprenden contenido de las palabras causaba escalofríos -. Esperen que les cuento - continuó -. Alcancé a verlo, como una granada, saliendo de la llamarada, tan despacio que pude verla... Estalló en el escalón inferior, negra, como una granada antiaérea, pero del doble de grande... El avión hizo una caída de ala detrás de nosotros y pude ver el tubo, esta especie de cañón, pegado abajo del fuselaje... lo ví con toda claridad... (Se trata, sin duda, de los 190 provistos de un tubo debajo de cada la con una granada-cohete de gran calibre, para lanzarlas sobre las tupidas formaciones de B-17. No tengo ninguna foto. ¿La tiene algún Forero-lector? N. del T.)

 

-Está bien, Prien, deja de hablar a los demás -dije.

 

Así mantenía la llamada disciplina del intercomunicador. Hubiera deseado, en beneficio de todos, interrumpirlo antes no porque la anueva arma que describía me asustara, o asustase a mis camaradas, por sí misma. No, erala novedad lo que desconcertaba, el hecho de que hubiera algo nuevo, un arma desconocida, suelta por el cielo, alarmante no porque produjera llamaradas más grandes que los aviones que la transportaban, y explosiones tan negras y dos veces más grandes que la antiaérea, sino alarmante simplemente porque era nueva. Los alemanes continuamente lanzaban cosas nuevas contra nosotros: bombas de tiempo arrojadas desde arriba en pequeños paracaídas, cohetes, bombardeos en el aire, granadas antiaéreas de diferentes colores. Y siempre lo que nos asustaba era la novedad, más que la cosa misma. ¿Por qué nos asustaba lo novedoso de las armas nuevas? Era acaso una premonición en nosotros ¿El fatídico miedo de los verdaderos profetas? Sí, creo qye entonces, hace tanto tiempo, nos asustaba pensar que el enemigo podía producir de pronto una novedad que resultara final. Que terminara con nostros, con la guerra, con el mundo, con todo a la vez.

 

Estábamos sobre Eupen. Lo había logrado.

 

-Está bien, después seguiremos conversando -dije- Anuncien lo que ven.

 

-Cazas a las diez, arriba - dijo Handown, y se detuvo.

 

-Sigue - dije.

 

-Cazas amigos completó Handown, recurriendo a la formalidad para ocultar sus sentimientos -, de regreso a la base.

 

-Hijos de p... -dijo Farr, como si los Thunderbolt no tuvieran un límite de autonomía, y nos estuvieran traicionando.

 

 

 

(No voy a tentar a la suerte. Conformarse, pues, con este extracto. No quiero volver a las andadas. Mañana vuelvo. Aún no hemos llegado ni al objetivo.)

 

Saludos

 

Saludos

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Buenasss

 

(Bear, cierto es. Con dos sustos al año (uno definitivo) tenemos bastante,

 

Sigamos con la incursión.)

 

 

4. Mi siguiente fracción de tiempo iba a ser de 20 minutos; un cambio de rumbo a los 49º45'N-08º20E, y aproximadamente en Darmstadt y Heidelberg estaba en mi próxima meta; y soslo puedo decir que durante esos 20 minutos soportamos el ataque más cruel y prolongado que hubiéramosconocido, y que en ese lapso comenzó, sutil pero inequívocamente, la transformación de Marrow que había estado aguardando, y que esperaba lleno de vergüenza y miedo.

 

En los 7 minutos que sucedieron aa la partida de nuestra escolta, se sucedieron 3 nuevos ataques alemanes. Los 2 primeros contnuaban. Unos 70 cazas nos honraban con su atención.

 

El "Preceptor" andaba por ahí, con un Me-109 a la rastra, fuero de nuestro alcance, indivando a sus colegas lo que debían hacer.

 

Poco más allá de Eupen comenzó a ordenar una serie de espantosos ataques en jauría, apoyados por oleadas menores. Primero caían hasta 12 Fw-190 o Me-109, volando de través, sobre la naríz o la cola, a nuestro mismo nivel o poco más abajo o arriba , y la jauría nos rociaba con trazadoras de 20 mm y otros calibres, disparando contínuamente al aproximarse, atravesando la formacñón, y, si venían de atrás, siguiendo viaje para atacar a la fuerza de tareas de vanguardia.

 

Esta forma de atque tenía el efecto de una cortina de fuego concentrado, y era apoyada por ataques sueltos de grupos de a dos y hasta 5 cazas, que se aproximaban desde las tres, nueve, y aún once, a nuestra altura o poco más bajos. Aviones individuales atacaban, mientras tanto, la naríz y la cola desde ángulos muy abiertos, a anuestra altura, desde abajo, y directamente desde arriba. Las jaurías primeras alternaban con ataques realizadoss por escuadrones enteros de caza, desde el lado de la cola, y había ataques, a proa, de grupos de 7 a 15 aaviones en columnas de patrulla, es decir, cayendo sobre nosotros escalonados en una línea ascendente, cada avión que seguía , volando un poco más alto que el q

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que le precedía. Mientras se efectuaban los ataques en grupo, los aviones aislados, a menudo armados de cañones o cohetes, viraban violentamente antes de caer antes del alcance de nuestras ametralladoras calibre 50, de modo que era muy dificil alcanzarlos.

 

A esta altura los cirrus se habían espesado, y al terminar una pasada los atacantes desaparecían bajo la protección de las nubes; supongo que allá dentro volvían a formar, porque a los pocos segundos regresaban aullando sobre nosotros.

 

He contado todo esto como si en aquel momento yo hubiese visto y entendido con claridad aquel intrincado trabajo de equipo. No, en aquel momento todo eso era una serie de visiones fugaces. vibraciones, vahos de polvora dentro de nuestro avión, gritos que cubrían todo el inmenso reloj del cielo, maldiciones, bromas nerviosas, picadas, toneles y Fortalezas cayendo.

 

-Oh, Jesús - Junio Sailen, por el hecho de estar debajo del avión, era el que veía mejor a los que caían - ahí va "Rats Wouldn't Stay" -. Chong. Benny Chong. La amenaza de Minnesota. Un gran bromista; ojos tranquilos y reemotos como los lagos de los bosques de su propio estado. Benny, derribado. Tantas bromas en la barraca con Benny Chong.

 

Un largo silencio. Después, Handown:

 

-Está bien, ¡atención!... A las tres, arriba... Tómalo tú, Bragnani. Yo tengo otro aquí arriba.

 

 

5. Vi un avión con una naríz amarilla y el cono de la hélice rojo brillante. Ala distancia, los aviones no eran más que formas fugaces, perfiles de las carta de identificación; los Fw-190, Me-109 y Ju-88 eran fáciles de reconocer; en tanto que los menos familiares Me-210, Do-217E y He-113 eran dificiles, pero allí estaban todos, todos, el surtido completo. Un Focke-Wulf con una ala negra y otra blanca. La mayoría de los fuselajes era azules, grises y verdes. Naríz y cubo de hélice anaranjadas. Pasaban como eshalaciones, y yo comprendía que eran peligrosos, pero al mismo tiempo resultaban un tanto irreales. Narices rojas y amarillas. Ya me había acostumbrado a ese movimiento de deslizamiento. Pero el concepto de la enemistad empecinada, asesina, después de 23 misiones y parte de la vigesimocuarta, aún me resultaba dificil de entender. Vi un avión totalmente pintado a cuadritos. Los Me-210 con insignia de la RAF. Por el través, una escuadrilla con las alas a rayas negras y amarillas, como el cuerpo de las abejas.

 

Estas caracteríticas exóticas eran inquietantes, porque hablaban de individualidad, de diferenciación, y no de máquinas, sino de los hombres que iban dentro. Pensé por un instante en el muchacho alemán muerto en aque cráter, el día de la competencia deportiva en nuestra base de Pike Rilling.

 

¿Alcanzaban a ver los alemanes, al pasar velozmente cerca de nosotros, el tórrido desnudo de "El Cuerpo", con las piernas recogidas y separadas? ¿Tenían también ellos la sensación inquietante, al verlo, del hombre llamado Marrow que iba en nuestro avión?

 

 

6. Marrow insultaba a los artilleros.

 

Seis minutos después de Eupen, los sprimeros dos grupos de cazas alemanes suspendieron el ataque. Vi que todos los aviones, estuvieran donde estuviera, se lanzaban en picado hacia abajo.

 

Per no terminaban de desaaparecer cuando una 2ª tanda cayó sobre nosotros - así era ala cosa ese día -. A medida que volábamos veíamos los cazas que venían desde millas de distancia, y cada vez que algunos tenían que aterrizar para reaprovisonarse de carburante, había siempre un nuevo contingente que ocupaba sus plazas.

 

Prien comenzó un control de oxígeno.

 

-Apúrate - le dijo Marrow -. Rápido, chico.

 

Fue el control más veloz que recordáramos. Los 10 hombres contestaron.

 

A donde quiera que dirigiera la mirada algo sucedía. En un momento que miré por mi ventana de la derecha, hacia el grupo de abajo de ese lado, alcancé a ver una Fortaleza, con todo el fuselaje en llamas, que daba una vuelta sobre sí mismo y se salía de la formación; el fuego parecía brotar de los dos motores interiores, o tal vez de los tanques de combustible.

 

-¿Quién es? -pregunté vívamente.

 

Prien, entendiendo a qué me refería, dijo con su voz fría y neutra:

 

-Líder del Sqn superior del grupo inferior.

 

Curly Jonas. Todos sabíamos que era Curly Jonas, nuestro oficial de Operaciones, en "Baggy Maggie", compinche de Buzz en las intrigas del Grupo, y su mejor amigo, después de mí.Esperé la reacción de Buzz, porque imaginaba que iba a salir sobre los hijos de p... del Ala que estaba tratando de matarnos a todos.

 

Pero Marrow pareció no haber oído siquiera el diálogo.

 

-Farr -dijo - ¿Despiértate! ¡Haz funcionar esa ametralladora!

 

La voz de Farr, truculenta:

 

-¿Y qué m... cree que estoy haciendo, jugando a las damas con Bragnani?

 

-Está bien, está bien - dijo Marrow -. No se duerman.

 

Acosaba a los muchachos.

 

Los sargentos artilleros mantenían una contínua viigilancia de sus sectores, y disparaban cuando era necesario, y conversaban entre sí manteniendo la mejor disciplina que tuviéramos desde Bremen, diría, desde aquella misión del 13 de junio en que todo había salido perfecto. Mucho más estaba pasando ahora que aquel día, y sin embargo el intercomunicador no chillaba bajo la confusión de voces. Los artilleros en cuya zona de vigilancia avistaban aviones, anunciaban lo que veían y notificaban las posiciones más adecuadas para hacer puntería sobre ellos al pasar. Hasta Lamb contribuía, de vez en cuando. Handown se mostraba alerta y serno. Prien, con su típica voz, hablaba como quien describe una bandada de pájaros o la caída de las hojas en otoño. Farr era hosco, y Bragnani como una pared, le hacía eco. Sailen era silencioso, suave, pequeño, pero muy activo en su puesto. Y arriba y adelante Brindt y Haverstraw, en las ametralladoras de la naríz, hablaban por el intercomunicador con la seguridad de los oficiales. Solo una cosa resultaba desusada. Marrow nos regañaba a todos , no con los rabelesianos insultos que a menudo nos dedicaba, producto de un hombre rebosante de vitalidad agresiva, sino con el tamborileo monótono, obsesivo, desconsiderado, de la pura impaciencia.

 

Me sentí preocupado, porque sentí como si la responsabilidad cayera sobre mí como una escuadrilla de cazas enemigos. La temía, porque la clase de responsabilidad que veía venir estaba en directo conflicto con el juramento que me había hecho sobre el combate, y sobre la guerra, unas 3 semanas antes.

 

-Vamos, Handown. Vamos, vamos, vamos.

 

 

 

(Por hoy vamos a dejarlo aquí, en plena acción. John Hersey sabe describir con total maestría todos los entresijos que envuelven una misión de bombardeo por las Fortalezas Volantes. Diseccionandp en todo su vigor las actuaciones particulares de la tripulación de "El Cuerpo", muestra significativa del quehacer de la 8ª Air Force.)

 

Saludos

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Buenasss

 

7. Aquella peligrosa tendencia a la precaución que yo había notado en Marrow en las primeras fases de la misión, un exceso de pri¡udencia que entonces se había referido alfuncionamiento de nuestro avión, ahora parecía dominarlo, y habíacomenzado e evidenciarse en su manera de encarar las tácticas defensivas de El Cuerpo.

 

Un apsecto del genio de Marrow como aviador de combate se hanía revelado especialmente en las misiones de mitad de campaña, en los movimientos sutiles, ondulantes, intuitivos que impartía a El Cuerpo para que su contribución al sistema defensivo de la formación fuera la mayor posible. Si volaba por el flanco, por ejemplo, ubicado más abajo que el lider del elemento, y a su derecha, y un avión enemigo se lanzaba en picado desde arriba y a la izquierda, Marrow se deslizaba casi imperceptiblemente desde abajo del lider y se movía hacia su costado con el objeto de apuntar tantas bocas de fuego como fuera posible en dirección del atacante. O si él conducía el escuadrón inferior, y comenzaba a sufrir ataques de frente a su misma altura, Marrow comenzaba a lleva lenta, lenta, lentamente sus 6 aviones hacia arriba y al costado, y hasta colocarse detrás del escuadrón guía, de modo que los alemanes se vieran obligados a pasar cerca del fuego de la otra formación.

 

Ahora, sin embargo, mientras volábamos sobre el verde corredor, al sur del Ruhr y al norte de Luxemburgo y el Sarre, bajo ataques de complejidad aparentemente creciente, facilitados por el hecho de que la capa de cirrus, arriba, era más delgada, parecía qye Marrow pilotaba no tanto para que fuéramos una falange flexible y honrosa del elemento de Bins, sino sencillamente para salvar la vida. El hecho era que utilizaba a "Angel Tread", "Erector Set" y "Gruesome Twosome" como un triple escudo. Más que abrise para descubrir nuestras ametralladoras, parecía quere acurrucarse baajo las alas maternales del primer elemento.

 

Acababan de avistar un avión a las diez, arriba. Handown lo había señalado:

 

--No puedo alcanzarlos, Mayor... Déme más lugar.

 

Esto venía sucediendo con frecuencia: los tripulantes pidiendo a Marrow, como no había sucedido nunca, espacio para dosparar sin alcanzar a los aviones amigos.

 

Marrow no contestaba, pero en cambio descubría la manera de encontrar fallas en los otros, como quien cambia de tema en una discusión perdida.

 

Nuestros hombres observaron que dos aviones del escuadrón superior se había rezagado, después de aquellas terribles padas, y por la ubicación supusieron que los averiados eran "Big Bum Bird" y "Miss Take", Perl y Stedman. Se los podía considerar perdidos. Perl, el pnesador. Dopey Steman, siempre diciendo: "¿Uh". Perdidos. Lo que los alemanes buscaban, sobre todo era sacarnos de la formación, porque los rezagados, al carecer del mútuo apoyo de las muchas bocas de fuego del grupo, eran presa facil. Prien vió que una de las Fortalezas daba vuelta y se lanzaba hacia abajo, evidentemente en la esperanza de regresar "saltando cercos" hasta nuestra base, o por lo menos a Francia, donde, si los hombres se lanzaban en paracaídas, los civiles podrían ayudarles.

 

Asi iba creciendo la lista de bajas. "Rats Wouldn't Stay", "Baggy Maggie", "Big Bum Bird", "Miss Take". Chong, Jonas, Perl, Stedman. Y otros 36 hombres. Y recién habíamos cubierto dos tercios de la distancia hasta nuestro objetivo. Ningún avión había sido derribado aún de nuestro escuadrón.

 

 

8.Prien efectuó un control de oxígeno. Lamb no contestó.

 

Ordinariamente Marrow me habría golpeado simplemente en el hombro y hecho una señar con el pulgar, señalando hacia atrás, para indicarme que fuera a ver qué pasaba. Pero esta vez gritó por el intercomunicador:

 

-¡Lamb! ¡Lamb! ¡Vamos, hijo, habla!

 

Había una nota de incredulidad y de ruego en la voz de Marrow, y por un segundo pensé qué diferente era ésta a la voz de Marrow la noche que le jugara aquella mala broma a Lamb; pensé en Butcher de rodillas sobre el piso de cemento de la barraca, y a Marrow a su lado, con los ojos desorbitados, destrozando la foto de su novia.

 

Me levanté del asiento sin esperar a que me dijera nada y me apresuré a investigar el silencio de Lamb. A decir verdad, me alegraba poder meterme en el vientre curvo, protegido, del avión, desde no podía ver el cielo. Me detuve en la oscura y estrecha pasarela del compartimento de las bombas pero enseguida, al pensar en lo que podía suceder si se producía un impacto direco en una bomba, me deslicé como una rata, hacia la sala de radio.

 

Encontré a Lamb junto a su mesa, con una mano enguantada sosteniendo su libro de bitácora, cerrado y la aotra paretando una novela sobre la mesa. Vi que no tenía conectados los auriculares. Inclinado sobre el libro, los ojos bizqueando sobre las páginas a través de sus gafas de vuelo; su bolsa de oxígeno se expandía y contraía como la garganta de un sapo.

 

Como lector, parecía muy lejos de su elemento; un hombre de Marte, o un buzo autónomo, tratando de espiar a través de un elemento viscoso y poco familiar, y discernir el significado de la vida en aquella página escrita.

 

 

 

(Luego sigo con más sobre la tripulación de "The Body".)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Seguimos volando hacia Schweinfurt.)

 

 

Lamb no se movió cuando entré por la puerta de mamparo; me acerqué, y sosteniendo en alto mi bitella portatil de oxígeno, leí por encima de su hombro:

"Estamos tan atareados, y Black Carlos, aunque su radio es pequeño, es el que manda en esta zona. Aparentemente está utilizando su posición para vengar un..."

 

¡Pobre Lamb! ¡Pobre Lamb!

 

Podía ver que había bajado desde su puesto probablemente para inspeccionar sus circuitos y hacer alguna anotación en su libro, y se había sumergido en la novela abierta sobre su mesa - "El infierno suelto", se llamaba _ y ahí estaba a millones de kms de la guerra, sobre un caballo ruano, atravesando un ancho país empapado de sol, donde jugaban las fuerzas elementales del Desierto, odio, veganza, avidez, justicia. Era mejor, supongo, que estar caminao a Schweinfurt, Alemania, y tuve que hacer un esfuerzo para golpearle en un hombro.

 

Regresó a la guerra con sobresalto. Me miró, y automáticamente añzó el libro de bitácora, mostrándolo. No mentía, iba a hacer una anotacion, ¿ve? Y en efecto, se arrancó el guante derecho, abrió diestramente el libro en la página correspondiente, agarró un lápiz y escribió:

 

-14.30 Control Horario.

 

De modo que estaba allí desde las dos y media. Eran las dos y tres cuartos.

 

Volví a la cabina, conecté mi oxígeno, la calefacción de mi traje, y mis auriculares, e informé a Marrow que Lamb estaba bien, que simplemente había dejado su puesto para hacer una anotación en el libro, y se había desconectado.

 

 

9. Mientras yo estaba en la sala de radio, había aparecido el sol. Habíamos traspuesto aquella enorme nube chata que tanto daño nos causara, y ahora irrumpiamos en un cielo despejado. No había por encima de nosotros más que cielo puro, seco y un sol maravilloso que derramaba ferozmente su luz sobre nuestro avión plateado. Miré hacia el ala y vi yn deslumbrante reflejo entre las barquillas de los motores. El sol estaba un poco detrás de nosotros, pero el hecho de que estuviera allí me hacia sentir más tranquilo.

 

¡Bendito sol! Esta zona por encima de todas las nubes me dejaba vislumbrar su negrura interestelar, siempre me había parecido más hermosa que las miríadas de bosques y cavernas de tiempo que uno atravesaba más cerca de la tierra. Esta zona aalta y clara, me parecía, des mis primeros vuelos troposféricos de entrenamiento, el lugar que estaba destinado a explorar el hombre del siglo XX, lo más próximo a la libertad y al sol dador de toda vida que podía alcanzar. Para encontrar emoción: ¡arriba, arriba, arriba! El impulso ascendente de (la catedral) de Chartres, las torres de esqueleto de acerosobre la roca de Nueva York, la "Swquoia sempervivens"; estas cosas, cuyas fotografías me habían profundamente emocionado de niño, tendían hacia lo alto, y el lugar más alto de todos, en los años que llevaba volando, era esta clara copa de cristal, a los 20000 pies de altura. Y sin embargo esa tarde me estremecí interiormente antes estos pensamientos que había alimentado durante tanto tiempo.

 

 

10. Para lo que sucedio en los minutos siguientes, sin embargo, ni Marrow ni yo - Marrow en su ascenso interior hacia la muerte, yo en mi descenso hacia la vida - estábamos preparados.

 

Cayó sobre nosotros un escuadrón tras otro de cazas enemigos. A las dos y 35, dos nuevas escuadrillas se unieron al ataque.

 

Handown dijo:

 

-¡Oh, míren, que hijos de p..., ahí adelante... bombas con paracaídas!

 

Pienso que unos minutos antes yo habría reaccionado ante eso pretendiendo que nada se había dicho, tal vez dedicándome a controlar presiones y temperaturas en el tablero del instrumental, pero ahora eché la cabeza hacia delante y vi una cadena de pequeños hemisferios brillantes de material sintético, que se destacaban nítidamente contra la infinitud azul negra del cielo. Estaban muy adelante; flotaban hacia abajo; y nosotros nos encaminábamos directamente a su campo. A través de ellas los cazas alemanes atacaban, como si no existieran.

 

-Vamos, Handown -gritó Marrow, y otra vez su voz tenía ese desconocido tono de ruego, de súplica-. Vigila a esos aviones, ¿quieres?

 

Por alguna razón pensé en aquella declaración de Buzz - una de sus historias más exgeradas, que repetía tan a menudo, pero que en los últimos días se había desmoronado, resultando, como tantas otras cosas, falsa - sobre como había dejado su automovilen el aerodromo, con la llave puesta, cuando dejara los EEUU. Me resultaba patético que un hombre tuviera que inventar semejante mentira para demostrar su indiferencia por las cosas.

 

Los paracaídas con esas bombas habían sido lanzados demasiado bajos, y estallaban sin causarnos daños.

 

Ahpra observé otro detalle que demostraba que Marrow estaba ausente, muy lejos,. Por lo común, cuando se producía ataques sobre la proa del avión, Max Brindt se los anunciaba primero a Clint Haverstraw, y los enfrentaban entre los dos; y si los aviones se aproximaban en un ángulo dificil, Max le pedía a Marrow que bajara la naríz, o girara un poco o se ladeara; al deslizarse el avión en un viraje, nuestros artilleros podía hacer buena puntería. En uno de los ataques apareció directamente frente a nosotros un avión alemán ec¡videntemente novato, como lo demostraba cada una de sus maniobras: se acercó demasiado, disparó fuera de tiempo, no intentó apuntar nuevamente, y evidentemente trató de lazar la naríz con un golpe de timán, pero se trabó y el aparato pareció detenerse, tembloroso, durante un instante.

 

Max gritó:

 

-¡Dáme lugar a la derecha! ¡Oh, está ahí parado! ¡A la derecha, ala derecha!

 

Pero Marrow no pareció oir, o se le habían acabado los virajes a la derecha - cosa muy extraña.

 

-¡Buzz! - gritó Max, deseperado. Pero era demaiado tarde - ¡Qué m...! ¡Era pan comido!

 

En oro momento se anunció avión a las diez, abajo, del lado de la ventanilla de Buzz, y se puso a mirarlo, y Saailen tranquilamente dijo:

 

-Creo que es un señuelo -cosa que (porque los tranquilos avisos de Sailen nos alarmaban como sirenas) ordinariamente habría bastado para que Marrow nos colocaraen la mejor posición defensiva, a la espera del golpe que sin duda se avecinaba. Pero esta vez, después que Sailen dijo:

 

-Seis, abajo - Buzz siguió volando rígidamente, y cuando el ataque llegó, del lado de cola, estábamos mal colocados con respecto a nuestros compañeros de flanco.

 

Bragnani alcanzó a ver un caza alemán tocado por un impacto mientas atravesaba nuestro grupo, y gritó que el piloto había saltado.

 

-¡Miren! ¡Miren! ¡En las nueve! ¡Ahí!

 

Vi que Buzz volvía la cabeza, miré hacia all, y vi un paracaídas amarillo hinchándose. Sentí una oleada de aprensión, porque recordé que una vez, durante la misión contra Nantes, había visto abrirse un paracaídas amarillo, y algo espantoso había sucedido, que había sido una especie de instante crucial para mí, y ahora sabía, que también lo había sido para Marrow.

 

-¡Ese hijo de p... de Silg! - dijo de pronto Marrow, con una especie de quejido - ¡Él y su lengua larga! - Corrían rumores de que Silg, que después de lanzarse en paracaídas había sido capturado por los alemanes, había exasperado a Goering con sus respuestas, de modo que Goering tenía un interés especial en destruir a nuestro Grupo. ¡Qué extraña reacción, en boca de Marrow! Era como si pensara que los alemanes lo perseguían a él, personalmente.

 

 

11. Handown anunció un grupo de ataque, posición doce, arriba.

 

-¡Oh, caramba! - dijo en tono burlón-. Todo un maldito escuadrón.

 

Los ví. ¿Doce? ¿Quince? Volaban casi tocándose las puntas de las alas.

 

Marrow también los vió. De eojo observé como bajaba la cabeza para mirarlos.

 

Y cuando quisimos acordarnos nos aproximábamos a los cazas a una velocidad terrorífica, suma de la nuestra y de la de ellos y nuestro elemento estaba cuidadosamente escondido debajo de "Angel Tread", "Erector Set" y "Gruesome Twosome", tan apretados que era casi como estar en un hangar, donde la lluvia y la nieve no podían hacernos nada. Ya ni siquiera alcanzaba a ver a los cazas. Sencillamente, nos habíamos escondido.

 

Handown tuvo tiempo de dirigirle dos ladridos a Marrow.

 

-¡Hazme lugar! ... ¡Abrete!

 

Y de pronto nos quedamos sin protección. Las tres Fortalezas que había encima de nosotros habían desaparecido. El primer elemento había sido totalmente barrido. Los cazas lo había atravesado de lado a lado. Ya no se veía nada de ellas. No sé qué sucedió. Las habían derribado. "Angel Tread", "Erector Set", "Gruesome Twosome" habían sido derribadas en una sola pasada.

 

-Dios mío, ¿han visto eso?

 

En ese momento la voz de Junio Sailen desde su torreta inferior dijo, quieta, tranquila:

 

-Se me han trabado las ametralladoras. ¿Qué hago, Neg?

 

Y se entabló un diálogo perfectamente lógico, que en ese momento resultaba completamente absurdo:

 

-¿Se quemaron?

 

-No, apenas están calientes.

 

-Trta de quitarles la plancha trasera. Puedes manipular la barra del gatillo.

 

Unos segundos después dejo Sailen:

 

-Dispara bien, pero me aplasta el pulgar.

 

Handown dijo:

 

-Utiliza un destornillador, tonto. ¡Cristo, tus cromosomas no tenían cerebro¡

 

- Repita por favor

 

-Utiliza un destornillador. Des-tor-ni-lla-dorrr.

 

-Comprendido.

 

Lo primero que noté fue que Marrow ya no acosaba a los artilleros, de lo contrario algio hubiera tenido que decir de esos pequeños toques de formalidad de Junior. No, Marrow estaba silencioso.

 

Mi segundo pensamiento fue que en torno a nosotros estaban estallando granadas antiaéreas, pocas, imprecisas; ¿de dónde? ¿Coblenza? ¿Wiesbaden? ¿Mainz? Mi memoria recordó vívivdamente los labios de bronce de Merchant nombrado esas ciudades, a la izquierda de nuestra línea de vuelo, muy poco antes, decía, de nuestro cambio de rumbo.

 

Solo entonces un tercer pensamiento estalló en mi conciencia, como el rayo de luz de la linterna de Sully apuñalando la oscuridad: ahora éramos el avión líder de la fuerza de ataque.

 

 

(Aprovecho un Punto y Aparte numérico, para dejar el relato aquí. Bastante apretado lo están pasando.)

 

Saludos

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Buenasss

 

 

12. Supongo que Prien no sabía lo que había pasado. Seguía señalando cazas. Miré mi reloj y vi que faltaban 23 minutos para las 3.

 

-Clint - dije -, no crees que sería mejor controlar...

 

No había terminado mi pregunta cuando dijo:

 

-16 minutos para cambiar de rumbo. Estamos dos minutos adelantados con respecto al plan de vuelo.

 

El bueno e indeciso de Haverstraw me había ganado por la mano. Indudablementese reciben sorpresas de la gente.

 

-¿Escuchaste, Buzz? - preguntó Clint.

 

-Te oí, hijo - dijo Marrow, pero su voz era opaca,pasiva. En ese mismo momento 3 grupos separados de cazas alemanes se alejaron de nosotros. Era una suerte, pero todavía quedaban bastantes a nuestro alrededor.

 

Ahora todos nuestros artilleros conversaban.

 

Seguiamos viaje sin inconvenientes, supongo, pero el problemaera que se suponía que el Mayor Holdreth, en "Round Trip Tickey", jefe del escalón superior, un tipo grandolte y alegre, debía hacerse cargo en caso de que algo le sucediera a Bins, pues era segundo jefe de la fuerza; "Round Trip Ticket" ya debía haberse comunicado para relevar de esa tarea a "El Cuerpo". NO sé si la cosa hubiera sucedido durante la pasada de bombardeo , o un poquito antes, porque en ese caso el procedimiento aceptado era que nosotros nos hiciéramos cargo. Pero estábamos a media hora del objetivo, y Holdreth ya debía haberse comunicado. Sin duda.

 

Cualquier duda que hubiera tenido yo acerca de si Marrow había comprendido la situación, sedapareció al decirme por el intercomunicador:

 

-Ponte en contacto con el Comando, Boman. A ver si oyes algo.

 

Accioné la palanca selectora, pensando: el vieo Marrow, el Marrow de antes, se hubiera comunicado personalmente, y hubiera querido comerse a Holdreth, y habría estado encantado de asumir la dirección, habría pensado que de todos modos le correspondía a él. En verdad, la razón de Holdreth para guardar silencio era sin duda que él y todos los demás recordaban cómo se había hecho cargo Marrow, la vez que Trummer se asustó camino de Hamburgo, el día que Buz se ganó la Cruz del Vuelo Distinguido. Y he aquí que Buzz me pedía agua a mí...

 

Naturalmente, no escuché ni una palabra de Holdreth.

 

Lo que sí escuche fue otro avión, que empezó a transmitir, qubrando el código:

 

-Marrow, Marrow. ¿Guías tú?

 

No consulté con Buzz. Simplemente dije:

 

-Supongo que sí. Corte. Cierren filas.

 

Debo decir que no me sentí triunfante.Pienso que debo haber inaginado situaciones de este tipo, en que decía cosas por la radio por mi cuenta. Pero no me hizo bien. Me sentía horriblemente mal.

 

A las dos y cuatro otro grupo de alemanes suspendió el contacto; quedaron solo unos diez cazas acosándonos.

 

Clint funcionaba bien, y nos recordó cual era el nuevo rumbo con un minuto de anticipación, y nos recordó cuál era el nuevo rumbo.

 

Marrow, es necesario admitirlo, describió una curva hermosa y suave que el resto de la fuerza siguió sin ningún problema.

 

Estábamos a quince minutos del punto inicial.

 

 

 

(Por desgracia debo interrumpir aquí. El siguiente capítulo, el VIII, La Campaña, Junio 28 a junio 30 no tiene nada que ver con lo anterior que he transcrito. Empieza a hacer el autor una serie de disquisiciones, las más de ellas personales, que nos apartan del nudo principal. No me acordaba de ello (del tiempo que hace que no leía el libro). Voy a repasar, pues el teto pendiente para volver a encontrar, si es que termina con esta misión sobre Schweinfurt. O en su defecto, puedo volver a hilar el relato con las misiones que aún quedaban a "El Cuerpo".

 

Un poco de paciencia, plis.)

 

Saludos

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Recién conseguido en The Strand, en Manhattan. Una librería de libros usados enooooooooorme. Por 6$. Edición original. Jenisais, perdona que no te haya leido el curro, pero en cuanto empecé a leerlo me dí cuenta que lo quería.

 

Ya sólo me queda la película... ¡¡¡CHAAPAAAAS!!!

 

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¡Ah! Y con esos precios, además del de Hersey de regalo me he traido estos dos:

 

5lnlvc.jpg

 

Ya tengo tarea

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Buenasss

 

(Frajo, encantado de conocerte. Ya sabía yo que estaba despertando tardías vocaciones... Y para demostrarte mi agradecimiento aún a tu "tardía" lectura, tengo para tí ( y demás Forero-lectores) la forma de ir saciando el apetito. He descubierto una pagª web que contiene 6 vídeos de aprox. 10 minutos each de la película en cuestión. Menos da una piedra. Os permititirá "aguantar" hasta que encontréis la original: www.ovguide.com. Ya me iréis contando vuestras sensaciones a la par que seguís leyendo el texto.

 

Me he tenido que leer casi 60 pags. del libro para encontar lo que seguía de la incursión sobre Schweinfurt. Era interesante, pero no pertinente. Así que, sin más, sigo. A ver si llegamos al objetivo.)

 

 

Capº IX La incursión 1455 a 1604 horas

 

1. Dos minutos después de virar hacia nuestro punto inicial, el último grupo de cazas alemanes se alejó, y no apareció ninguno en su reemplazo.

 

Eraan las tres menos cinco, de modo que ya llevaba despierto trece horas, y todavía no habíamos llegado a nuestro objetivo.

 

Ahora que los cazas nos habían dejado, esperaba que Marrow me dejara los controles, pero permaneció inmovil, inclinado hacia delante, sosteniendo el volante, no a su manera habitual, sino en un par de puños.

 

-¿Quieres que lo lleve yo un rato? - le pregunté.

 

Tardó un buen rato en contestar, y después dijo:

 

-Como te parezca.

 

-Espera un segundo - le dije -. Voy al baño y vuielvo.

 

Me desconcté y me quité el cinturón de seguridad, me dirgií al compartimento de bombas, desengaché el tubo, y conseguí descorrer mis cierres, aliviarme, y volver a cerrar mi ropa sin congelarme. Abrí la puerta del mamparo trasero; Lamb estab junto a su ametralladora, sin ningún libro a mano; pasé junto a ala torrecilla inferior, y eché un vistazo a Farr y a Bragnani. El piso estaba cubierto de cápsulas vacías. Caada uno estaba en su puesto, avizorando el cielo con tanta atención que volví por mi camino y cerré la puerta sin que me notaran.

 

Por lo que había podido observar, "The Body" no había sido tocado. Recordé el avión en los hangares, después de la incursión de Kiel, cuando nuestras propias incendiarias nos originaron problemas, con un motor menos, que colgaba de las cadenas de una cabriada; había parecido mutilada de un lado, como un pavo a medio trinchar. Y recordé lo furioso que se había puesto Marrow, porque le habían desmentido la idea de que su avión era intocable. Mientras me dirigía a la cabina, pensé cuánto me habría gustado creer otra vez en la magia de Marrow.

 

Cuando me hube acomodado en mi asiento tomé los controles, pero pronto descubrí que era un error hacerlo, porque en ese momento estar sin hacer nada era un veneno para Marrow.

 

Max, que iba a ser bombardero guía de toda ala fuerza de tareas, comenzo a tratatr de poner en fila sus pollos, de manera de no ser la causa, como aquella vez sobre Hamburgo, de una vuelta de 360º. Quería controlar algunos de sus datos con bastante anticipación - ángulo de lanzamiento, deriva, etc. - con el bombardero de Holdreth Colfang, que se suponía era su reemplazo en caso de emergencia, y debía estar muy atento a lo que hiciera Max.

 

Max sabía que yo estaba en los controles, y que Marrow no hacía nada en ese momento, pero llamó a Lab, no a Marrow, por el intercomunicador, y le preguntó si estábamos sintonizados como para poder conversar con el bombardero de Holdreth.

 

-Hablaré yo - intervino Marrow.

 

-Quiero hablar directamente con Colfang - dijo con firmeza Max.

 

Marrow cedió; mejor dicho calló. Por ciertoque no era su costumbre.

 

Yo continuaba volando por el ventanal del ciel. En lugar de mantener mi lugar en la formación , mi tarea consistía ahora, como piloto guia, en aferrarme a nuestro rumbocomo sobre rieles, y asegurarme de que nvariarala velcoidad del aire. Nunca había tenido la sensación de estar al frente de toda una procesión de Fortalezas. Estaba demasiado cansado como para sentirme contento, pero tampoco me sentía mal. Claro que habernos librado de la presión de los cazas era un gran alivio.

 

Brindt y Colfang dialogaban. Nunca había visto tan bien a Max en una situación comprometida: parecía seguro, ordenado, tranquilo. Pero Marrow no dejaba de interferir, acosando a Max con una voz monotona, nasal, insistente, que le habaíamos oido durante toda laa mañana.

 

Pensé en recordarle a Max que armara sus bombas, cuando se terminó de cofirmar todos sus datos, pero después recordé mi determinación de no tomar parte en el proceso de matar, y enseguida pensé en mi compromiso, y eso me llevó a la causa de ese compromiso.

 

Pero no podía permitirme pensar en esas cosas, Miré a Buzz. Estaba sentado muy tenso, tieso, la mano derecha sobre el volante, el pular sobre el botón de llamada. Me preocupaaba; tenía que ayudarlo a durar hasta el objetivo, porque quería que él estuviera a cargo del bombardeo. Lo menos que podía hacer era cum

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(Otra vez se ha vuelto a truncar la subida del texto: prácticamente casi una hoja del libro. No me atrevo a continuar y acabar hasta donde llegué. Primero salió ese pequeño recuadro amenazador en inglés... Y menos mal que he podido recuperar lo arriba transmitido. Cambiaré, pues, de táctica.)

 

Saludos

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Gracias, Jenisais y Chapas. Lamentablemente, los 500 Olvidados no está en español, que yo sepa. Trata de una misión de rescate en Yugoslavia de 500 prisioneros aliados. Los propios prisioneros tuvieron que hacer la pista de aterrizaje para los C47... Te suena ¿no? Creo que un nombre salió de todo esto que nos es muy familiar: Kostantin Cantacuzeno...

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Buenasss

 

(Sin más comentarios, sigo justo donde quedó interrumpido el texto.)

 

cumplir los términoa de un pobre compromiso conmigo mismo.

 

-¡¿Presión de superficie en el objetivo?

.

 

-



Buenasss

 

(Sin más comentarios, sigo justo donde quedó interrumpido el texto.)

 

cumplir los términoa de un pobre compromiso conmigo mismo.

 

-¡¿Presión de superficie en el objetivo?

.

 

-

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Obvio lo de Buenasss

 

(Parece el Cuento de la Lechera. Volveré al método de la cuenta de la vieja: Subir al Foro de poco o poco.)

 

 

-dOS NUEVE PUNTO CINCO DOS PULGADAS -DIJO

 

 

(Lo siento mucho: vuelve a salir el cuadradito prohibitibo y solo me ha permitido "salvar" esta línea. Para llorar.

 

Todavía quedo a la espera de la prueba que iba a hacer Rockofritz - que conocía a fondo el problema.,,..

 

Hasta entonces, espaciaré, pues, los intentos.)

Saludos

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Buenassss, espero.

 

(voy a seguir, como si nada...)

 

 

dijo



Como digo Bear: Agggggggggg

 

Esto ha sido todo lo que ha podido subirse de la decena escasa de líneas escritas. Y eso que salía la advertencia de "View Auto Saved Content". Para cortarse las venas.

 

Esta tarde "volveré" al sistema Word...

 

Saludos

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Buenasss

 

)Gracias, Rockofriz, por ayudarme a mantener el contacto con el Foro.

 

Voy a ver si se ha cambiado la tabla lunar, y hoy me permite al menos subir. Transcribiré, un poco, del texto siguiente, a ver si cuela.)

 

 

De pronto me encontré armando las bombas. Trabajé rápido. Había 10 bombas que armar.

 

Regresé a mi asiento, y hacía apenas unos segundos que había vuelto a conectarme, cuando Clint Haverstraw anunció que estábamos ewn el punto inicial.

 

Al oirlo, Neg Handown lanzó, con alegría de ningún modo forzada, un anuncio con voz de falsete:

-Les habla vuesta dama de compañía, Miss Candycrat. Estamos aproximándonos a Newark. Por favor, ajustaos los cinturones de seguridad, y prestad atención a la prohibición de fumar. Graaaa-cias...

 

Y enseguida otra voz - ¿era Farr?

 

-Mátate. Negrocus.

 

Marrow emergió de su lasitud furisoso por aquellas salidas, exigiendo con voz aguda, cortante, que mantuviéramos la disciplina en el intercomunicador.

 

Ajustamos, en efecto nuestros cinturones de seguridad, al comienzo de nuestra aproximación al objetivo, ante la posiibilidad de que las explosiones de la DCA sacudieran violentamente el avión.

 

En el punto inicvial, la gran fuerza de ataque se dividió en sus grupos componenetes, de modo que estos , después de sguir cada unao su rumbo prifijado en zizaghacia el objetivo, pudieran cruzarlo desde diferentes angulos y bombardearlo independientemente uno por uno.

 

 

 

(Cruzo los dedos y ¡allá va!)

 

Saludos

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(No me lo puedo creer. Sigo, pues)

 

 

Los aviones de cada grupo dejaban caer sus bombas a la señaal dada por su bombardero guía. Max, en otras palaabras, iba a ser el responsable por el bombardeo de nuestro Grupo. Después, los grupos, siguiendo nuevamente rutas preestaablecidas, volverían a entrar en la formación en V de la fuerza de ataque, en el punto de reunión.

 

Brindt trabajaba en silencio; supuse que eso significaba que estaba tranquilo, y haciendo lo mejor que podía; pero Marrow comenzó a acosarlo con una serie de preguntas irrisorias.

 

En el punto inicial habíamos quedado a merced del Equipo automático de Contro de vuelo, lo que significaba que quien conducía el avión era Max, a través de su mira, lo cual dejaba importente a Marrow, este era el motivo de su furia.

 

Desde el punto inicial hasta la línea de bombardeo, nos llevaría 8 minutos, y seguiamos el zizag estaablecido, tanto por razones de tiempo como para esquivar la DCA: en línea recta 30 segundos, giro a la izquierda de 15 grados durante otros 30, giro de 35 a la derecha, 40 segundos, etc una y otra vez has llegar al comienzo de nuestra pasad, 70'' de la línea de bombardeo.

 

 

(No sigo más porque me ha salido lo de "Last auto saved" de mal fario.

 

Intento subierlo, pues.

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Como no ha ocurrido nada, sigo.

 

 

Vi que ningún caza salía a nuestro encuentro, pero la artilleria antiaérea era muy desagradable.Durante toda esta maniobra nos conducía Max mediante el sistema automático, y la furia de Marrow crecía en volúmen.

 

Cuando faltaban unos 3 minutos, Max estalló, y dijo, en voz grave y contenida:

 

-Escuchs Buzz, cierra esa boca maldita. Yo estoy procediendo correctamente. Y avmos a bombardear bien, si dejas de molestarme.

 

Recordando, entonces, advertí el significado de una serie de desafíos de que había sido objeto marrow ese dçia: el mío antes de levantar el vuelo, luego el de Lamb, después Junio Sailen cuando llamó a Handown, y ahora por segunda vez seguida, Max.

 

Estaa vez Marrow no se quedó callado, sino que dio cauce a un monótono torrente de obscenidades e insultos. Estaba tan furioso que se había enceguecido - furioso no ya con Max, sino con toda la situación -, y ese tartamudeo me pareció más inquietante que aquel alarido salvaje al tomar contactopor primera vez con los cazas enemigos.

 

Finalmente lo enmudeció el estremecimiento del avión al dejar caer su carga, y una palabra de Brindt, pronunciada no con la antigua satisfacción de Max, sino simplemente con alivio:

 

¡Listo!

 

Marrow retomó los controles y dejó de gritar.

 

 

2. En conjunto, y considerando las circustancias, Max había hecho una hermosa demostración . Las fotografías tomadas posteriormente revelaron que 11 de las bombas de nuestros Grupo cayeron dentro de los 300 m de blanco, y 23 en un radio de seiscientos. Esto se comparaba ventajosamente con el bombardeo del grupo x, cuyos resultados eran respectivamente 1 y 5, y con el Grupo n, cero y tres.Dos otres grupos se portaron mejor que nosotros. En cuanto a los resultados reales, nuestra gente de relaciones públicas dió a conocer una entusiasta versión , esa anoche, según la cual la incursión había asestado un rudo golpe a la industria pesada de cojinetes a bolas "...severos daños ...aplastada... estruida..." Pero una apreciación más tranquila, publicada la semana siguiente por l Ministerio Británico de seguridad interior, desspués de un reconocimiento intensivo, relataba en cambio, una deprimenete hisstoria de fracaso y malgasto de hombres y máquinas, porque ese día perdidmos 36 bombarderos. En verdad, los ataques a las fábricas de cojinetes de Schweinfurt causaron relativamente podo daño. Dos de las 3 plantas principales de producción fueron alcanzadad; la empresa de constttrucciones Fichtel y Sachs, ligeramente tocada; la VKF y la Kuhalteèrdió solo un edificio de oficinas; y la Deusche Star Kugelhalter resultó intacta. El daño causado se estimó equivalente a la producción de entre una y 4 semanas, lo cual podía equivaler en toda Alemania a una pérdida de solo una semana de provisión de cojinetes a bolas. El hecho triste fue que las planatas de cojinetes quedaron en condiciones de volver a ser atacadas inmediatamente después de nuestra incursión, debido a que la reducción de su ritmo de producción había sido tan pequeña.

 

Naturalmente que me enteré de todo estos mucho después, pero cuando lo supe, me pareció que eso colocaba a todo aquel día en una perspectiva nueva, y mucho más triste. . Para eso hubiera sido mejor que nos quedáramos en casa.

 

 

 

(Aprovecho el fin del Apartado para dejarlo aquí. No por mucho madrugar...)

 

Saludos

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Me gusta mucho el apunte: "11 de las bombas de nuestros Grupo cayeron dentro de los 300 m de blanco, y 23 en un radio de seiscientos. Esto se comparaba ventajosamente con el bombardeo del grupo x, cuyos resultados eran respectivamente 1 y 5,"

 

Sería muy interesante, por si está el dato, saber a que altura iba la formación en el momento del lanzamiento.

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