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Libro "Pilotos de Combate"


jenisais

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Buenasss

 

(Gracias a Rayonant, "amigo" (has dado el primer paso para que me anime con "lo" de Sakai). También a Chapas (siempre al quite); al fiel Racoon, y ¡cómo no¡ a todos los Forero/lectores.

 

 

Acabo de re-leer, como de costumbre, el capítulo que voy a subir de seguido. Y esta vez puedo garantizar que me ha emocionado particularmente. Lo he ido alternando con la lectura de la biografía de su autor, el piloto japonés Yasuo Kuwahara. Y con las diferentes críticas/comentario sobre el libro que en 1957 apareció escrito por Gordon T. Alfred, sobre texto original de Kuwahara. No es un libro escrito cuando el dios de las batallas alumbraba las victorias relámpago de las armas japonesas, no. Más bien, cuando el viento de la guerra soplaba, y con creciente intensidad, hacia las propias islas metropolitanas de Japón. En efecto, Yasuo ingresó ya mediado 1943 en la aviación de Ejército. Y tras diferentes destinos, fué encargado de escoltar en sus salidas a los aviones Kamikaze en cada postrer viaje.

 

Así el texto recogido en el tantas veces citado libro "Fighter Pilot" de Ulanoff, como si fuera una más de sus rutinarias escoltas, sitúa la acción en un momento culminante y decisivo de la Guerra en el Pacífico: Okinawa.

 

A ver si logro que el texto os conmueva tanto como a mí.)

 

 

 

 

Kamikaze, por el piloto Yasuo Kuwahara, del Ejército Imperial japonés.

 

El tiempo restante pasó en alguna forma. Fue como si existiera un espacio vacío y luego me en,contrara parado en el campo aéreo, uniformado y esperando el momento de volar. Estábamos en total dieciséis pilotos... cuatro de nosotros como escoltas y la docena restante que nunca regresaría. Los doce estaban agrupados para las instrucciones finales, ante un oficial con un mapa.

 

Todos teeníamos una actitud marcial, escuchando respetuosamente al oficial comandante... sus palabras de despedida. A poca distancia pude ver a Tatsuno, pero no parecía real... sólo un facsimil. Su espíritu... Voló como el viento entre las linternas.

 

En torno al cráneo afeitado de cada Kamikaze, estaba enredada una pequeña bandera, el sol naciente escarlata sobre la frente. Estas despedidas nunca eran conducidas de una forma descuidada. Había mucha ceremonia, mucha espectacularidad, brindis y discursos valientes... la mayor parte de ellos aprendidos de memoria.

 

Niños y niñas reclutados en la escuela para trabajar en la base, eran autorizados para reunirse con el escuadrón en estas ocasiones. Entre la orla de espectadores, un grupo de niñas comenzó a llorar y luego quedó silencioso. Era tiempo para el discurso del oficial comandante.

 

Si, las mismas palabras, las que había oído con tanta frecuencia en esa misma pista las semanas anteriores... la voz zumbando nasalmente por varios minutos y luego la conclusión:

 

-Y así, valintes camaradas, sonreid al partir... Hay un lugar preparado para vosotros en la estimada presencia de vuestros antepasados... guerreros guardianes... "samurai" de los cielos...

 

Y al fin fue tiempo de cantar el himno de batalla:

 

El color del aviador es el del capullo de cereza.

Mira, los capullos de cereza caen sobre las montañas de Yoshino.

Si nacimos hijos orgullosos de la raza de Yamato,

muramos luchando en los cielos.

 

Luego el brindis final. Los pequeños vasos de sake fueron levantados y surgió el grito: ¡Tennoheika Banzai¡ (¡Viva el Emperador¡) Ahora los Kamikaze estaban diciendo "sayonara" (adios), riendo y bromeando al subir a los aeroplanos anticuados, cazas viejos y hasta aviones de entrenamiento. Sin embargo los viejos aviones no importaban. Era un viaje sin regreso. ¿Las sonrisas? Podían permanecer en alguna de esas caras hasta lo último. En otros, empezaban a desvanecerse cuando se acomodaban en sus cabinas. Tal vez para unos pocos, la nube de miedo no descendería hasta que se viera el convoy enemigo. ¿Y qué era el valor? Nunca lo supe. ¿Quién era más valeroso, el hombre que sentía menos miedo o el que sentía más? Para entonces, yo solo podía pensar en un hombre.

 

Allí se hallaba él con Nakamura, caminando hacia mí. Su cuerpo cumpliría mecánicamente con la misión. Qué extraña sonrisa, labrada en esa cara de cera. "¡Díselo¡ Dile que le cubrirás todo el camino, que morirás con él. Pero no, él no quiere eso y algo estrangula todas las palabras. Tu hora llegará, muy pronto, Kuwahara". Sí, podía aliviar la sensación de culpa, repitiendo esas palabras. Yo no era amigo; no lo era desde hacía varias semanas. Y nunca intentó él sugerir que nos viéramos con mayor frecuencia.

 

La plancha de plomo sobre mi pecho era pesada ahora, hundiéndome, aplastando las palabras.

 

-Tatsuno... yo...

 

Nuestras manos se unieron en un apretón frío. Nakamura se apartó a un lado, mirando a tierra- Nakamura, un mejor amigo que yo, estaba dándome ese momento final.

 

-¿Recuerdas... cómo siempre quisimos volar juntos?

 

Miré a sus ojos e incliné la cabeza.

 

-Pronto te seguiré -murmuré.

 

Entonces me dió algo.

 

-Toma -dijo-, encárgate de esto por mí. No es mucho lo que envío, pero encárgate de ello.

 

Aparté la mirada rápidamente. Totsuno me había dado su dedo meñique. Nuestros hombres detinados a morir, siempre dejaban atrás algo de ellos mismos, un mechón de cabellos, uñas, un dedo completo, para su incineración. Las cenizas eran enviadas a casa, para que reposaran en el santuario familiar. Allí, en una especie de alcoba especial, las cenizas residirían con las imágenes de los antepasados. Una vez al año, un sacerdote entraría a esa habitación a rezar.

 

Los primeros motores empezaban a toser y yo detuve a Tatsuno, como si así pudiera protegerlo.

 

-"Sayonara", Yasuo -dijo.

 

Caímos uno en brazos uno del otro.

 

Sin volverme, me aparté y trastabillé hacia mi Hayabusa. Sin saber cómo llegué a él, me encontré sentado, asegurando el cinturón del asiento en torno mío, tocando los controles, ajustando mis gafas de vuelo. Toda la base estaba rugiendo con los preparativos finales.

 

Comprobé la mezcla y después accióne el botón de arranque. Un cindro encendió, dejando escapar una fuerte explosión como una tos, luego otra y otra... El motor rugió e inició su ronquido constante. Empezamos a movernos... bestias letárgicas aladas, que cobraban vida. Uno, un veterano con cinco victorias, iba al frente; yo iba cerca de él... llegaban señales de la torre de control. Los espectadores ya estaban en otro mundo, retirados. Un anillo que se desvanecía desde el torbellino de la hélice, lanzaba hacia atras el aire, arena y pedazos de paja y de papel.

 

El oficial comandante, estudiantes, otros pilotos, los mecánicos que habían ido a despedirse a las naves nutridas de ellos... todo empezó a reducire, mientras la pista se hundía tras de nosotros.

 

Hacía un buen tiempo para volar. Las lluvias de temporada habían cesado, dejando una clara cúpula azul. En poco minutos dejamos atrás la tierra firme, las montañas, y empecé a pensar cómo el Japón mismo es poco más que un conglomerado de montañas, grandes, rugosos restos del pasado, cuando las islas retrocedieron y se hundieron como monstruos abatidos, cuando el fuego surgió de los hornos ocultos de la naturaleza. Dejamos atrás la costa. Los litorales de cuatro islas y las pendientes que alojaban más de setenta millones de personas... en la corteza de moradas de color café oscuro.

 

Hubo una escala de reabastecimiento de combustible en Kagoshima, isla de Kyushu, una hora después del despegue, aproximadamente. Para doce hombres, el último vistazo de su patria. Para doce hombres, el viaje de tres horas hasta Okinawa serían sus últimas horas sobre la tierra. Oka y Yamamoto partieron tres semanas antes.

 

A pocos minutos de Kagoshima, descubrimos un escalón de bombarderos B-29, escoltados por cazas Hellcat, volando hacia Shikoku. Alteramos nuestro rumbo un poco y nos desvanecimos en una madeja de leves cirros y seguimos volando a velocidad moderada. Abajo se extendía el Pacífico, de un verde profundo, festonado, brillando más allá bajo el sol, como un billón de luces de fiesta.

 

 

 

 

(Debo dejarlo aquí.

 

Aún quedan casi tres horas de vuelo hasta su destino. Dejo a cada uno con sus pensamientos. ¡¡Que largas esas tres horas¡¡ Y ahí estaban, aún mucho más solos y aislados que en un vuelo normal. Tal vez repasar íntimamente los momentos más importantes de su corta vida. No cabe hacer trampas en este solitario.

 

Y qué decir de los pilotos de escolta. Antes de la vorágine presumible al encontrarse con la caza adversaria, también tendrían tiempo para reflexionar. No creo que ningún vuelo de esta tesitura fuera una operación de rutina. Y más tras haber presenciado el ritual de despedida. Se trataba de pilotos, de camaradas de su misma edad. Apenas salidos de la adolescencia. Y el trago de volver, si volvían, otra vez, solos.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Como tengo un rato libre, lo aprovecho.

 

Estábamos camino de Okinawa. Yasuo Kuwahara forma parte de los cuatro pilotos que tienen la dificil tarea de conducir a la escuadrilla de 12 aviones Kamikazes, hasta su destino en las playas de desembarco, donde esperan atacar los transportes de tropas antes de que logren colocar a los Marines en la isla. Por similares acciones anteriores, esperan encontrar máximas dificultades. La pantalla de destructores USA como defensa radar adelantada, dará la alerta, y nubes de F6F Hellcats vendrán a su encuentro.

 

Pero leamos lo que pensaba en concreto Yasuo Kuwahara a bordo de su Ki-43 Hayabusa)

 

 

 

 

Pensé en muchas cosas durante este viaje a Okinawa. Mi hogar era un sueño, una vieja herida que latía levemente y no con tanta frecuencia como antes. Pero siempre había un gran vacío en mi interior y seguía escuchando un fatídico augurio de Nakamura de pocas horas antes, en el otro mundo: "Hoy cumpliremos con nuestra obligación hacia el Emperador. Tengo un sentimiento en los huesos". Nakamura, el recluta que primero se hizo amigo mío, durante los primeros días del entrenamiento básico, mi amigo locuaz en aquellos tiempos atemorizantes, un hombre fuerte y práctico.

 

Recordé un día hace mucho, mucho tiempo, cuando Tatsuno y yo corrimos riendo por las calles de Onomichi, golpeándonos con nuestras gorras. Tatsuno, siempre pensativo, el raro amigo en quien uno siempre podía confiar, cuya comprensión penetraba tanto bajo la superficie.

 

-Tatsuno, Tatsuno...

 

Repetí el nombre y entré a un sueño.

 

Las aguas pasaban y a lo lejos las nubes estaban reuniéndose.

 

-Falta una hora crujieron las palabras de Uno en el intercomunicador.

 

Lo mire, adelante, a un lado de mi ala derecha e hice la señal de haberme enterado. Uno era un sargento rechoncho, nervudo, de menos de 25 años, que solo había conocido la vida de campesino, antes de transformarse en un astuto combatiente. Si tenía suerte, pronto sería un as.

 

Adelante, las nubes eran más densas y ocultaban el brillo del mar, abajo de ellas. Adelante, en algún lugar en medio de ese agua oscura.

 

Nuestros Kamikazes iban volando en cuñas de tres... flechas letales que rasgaban el aire hacia los barcos americanos. Y seguimos adelante, cortando el día más profundamente. El momento estaba aproximándose a medida que nos acercábamos y la sensación de yeso seco en el interior de mi boca aumentaba... algo que siempre me sucedía. Mis manos se abrían y se apretaban... la transpiración inevitable. "Estás demasiado tenso, Kuwahara", me repetía a cada instante. Imágenes rápidas de Tokio. "Espérame, Tokio, espérame".

 

Es extraño cómo tantos pensamientos sin relación acudían constantemente a mí. Eran parte de mi mecanismo de defensa... sedantes contra el miedo. Pronto, estos últimos sedantes se desvanecerían.

 

Hace mucho tiempo que pasamos las pequeñas islas de Yaku y Togara, y ahora con Amami desvaneciéndose atrás, miramos al frente. ¡Okinawa¡ Iba levantándose hacia nosotros, ny las meditaciones y los latidos en mi cabeza comenzaron. Estiré la cabeza y entonces surgió el sobresalto. El sargento Uno hizo oscilar sus alas. Vi a lo lejos las estelas de los primeros barcos norteamericanos. Empecé a contar esas huellas en el agua... ichi, ni, san, shi... veinticinco en total y allí, no mayores en ese momentos que semillas, en el centro de esa fuerza, estaba nuestro objetivo esta vez, cuatro portaviones, protegidos por acorazados y un perímetro de destructores.

 

Uno hizo otra señal y nuestros doce Kamikazes se adelantaron a toda velocidad... lanzándose al ataque a 3.000 m. . Nosotros cuatro, ascendimos ligeramente, siguiéndoles. Los momentos se deslizaban, los barcos crecían... crecían... crecían. ¡Estaban empezando a disparar¡

 

Al fin había terminado la espera. Aún dí la bienvenida al miedo. Ahora todo sucedería con rapidez. Después, podríamos regresar y rendir nuestros informes, como siempre. No sería más peligroso que otras veces.

 

Tatsuno iba al frente de la última V, en un aeroplano de la Armada poco menos que difunto... un Mitsubishi, tipo 96.

 

Los doce ya habían abierto sus cabinas y sus bufandas de seda se agitaban al viento. Siempre el viento... el "viento divino". Adelante y abajo de ellos, la artillería antiaérea empezaba a explotar en nubes suaves, negras y las trazadoras eran líneas rojas que subían hacia el cielo.

 

Ahora... ¡parecemos estar casi arriba de ellos¡ Estoy transpirando, observando. El primer Kamikaze pica, cayendo verticalmente en una masa de Flak, enredada como un alambre de púas. Nunca llegará a los portaviones; eso parece obvio. En lugar de eso, va en dirección de un crucero cercano a la orilla. Por un momento, parece que llegará. Pero no... es tocado y todo termina para él. Su aeroplano es una llama roja roja que se disipa y desaparece.

 

Todo es ahora una mancha ... una mezcla de sonido y color. Dos más desaparecen en la misma forma, explotando en medio del aire. Un cuarto es más afortunado. Pasa sin ser tocado en medio de la cortina, nivelando su vuelo debajo de la sombrilla antiaérea cerca del agua. ¡Un blanco¡ Ha tocado al destructor en su línea de flotación. Una explosión ensordecedora, luego otra y otra. ¡Es bueno, es bueno¡ El barco está en agonía de muerte. No puede seguir a flote... el agua se precipita por la proa, inundándola. Levanta la popa y desaparece.

 

Ahora estoy perdiendo la trayectoria de los vuelos. Se han dispersado. Las dos formaciones posteriores están atravesando entre las flores letales. Sonidos y confusión increíbles por todas partes. Uno de nuestros aviones va rozando el agua y los disparon levantan miles de surtidoresen su torno. Está cerrando la brecha, dirigiéndose a un portaviones. Directamente... será un blanco directo. No, no, lo han tocado. Se estrella en popa, inflingiendo poco daño.

 

La defensa es casi impenetrable. Solo un mosquito podría atravesar ahora esa apantalla de fuego. Dos suicidas más se lanzan contra el mismo portaviones y se desintegran, cayendo al mar. Otros han caído al agua como tizones. Imposible seguir a todos. Hasta ahora, nada más puedo estar seguro de que hemos hundido un barco.

 

Ya quedan pocos aparatos. Es dificil distinguir a algunos de ellos, destacándose contra el sucio horizonte. Dos máquinas, una de entrenamiento avanzado y un caza Mitsubishi, han virado otra vez hacia nosotros. Volamos en círculos sobre ellos, los vemos completar su arcos y volver a lanzarse al ataque.

 

 

 

 

(Mañana seguiremos. Me sigue pareciendo algo increíble el valor derrochado en esos ataques, en verdad suicidas. Se me amontonan las imágenes, en blanco y negro, y en color de los documentales que tengo, he visto y que recuerdo con toda perfección. Aunque los ataques se sucedían sin parar, pienso que es porque están montados así por los cameraman en los laboratorios. Creo que los ataques se efectuaban algo más espaciados, lo que favorecía la defensa: es siempre más dificil repeler un ataque de tres aviones, que el efectuado por uno solo. Es dificil no calificar de heróico el comportamiento de los pilotos Kamikaze.

 

También me viene a la cabeza, un libro que re-leo con alguna frecuencia, y del que creo ya he hecho mención en este Foro. Su título ya indica el índole y tratamiento de su contenido: "La Epopeya Kamikaze". Su autor, un francés muy entendido en todo lo que se refiere a la aviación japonesa en particular: Bernard Millot. Tiene en su haber los mejores libros sobre la Aviación Imperial. Su trabajo aquí es exhaustivo. De una amenidad sorprendente, sabe dar una idea exacta de lo que fue aquel gran sobresalto inesperado a la Flota americana que se acercaba al Japón, creyendo atemorizarle con la sola visión de sus miles de navíos. Millot lo escribió en 1970. Y Bruguera, en su colección Libro Amigo nº 328 la editó en castellano en 1975. Sé que se hicieron varias ediciones en Francia. Ignoro si se repitió aquí en España. Hasta hace poco había ejemplares disponibles en librerías de viejo y ocasión Y a precios muy asequibles. Lo volveré a comprobar, y mañana ampliaré datos. Me tomo la molestia, porque es un libro más que imprescindible sobre un tema que, francamente creo se nota, me apasiona.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Dejamos a la escolta de Hayabusas "planeando" por encima de las sucesivas V de Kamikazes que se iban lanzando hacia la flota americana. ¿Sentiría Yasuo Kuwahara algo de "vergüenza torera" al ver a sus camaradas hacer aquellos picados sin pestañear siquiera? Tal vez el ser esta una de tantas misiones similares hiciera que tuviera una mirada "profesional". Despejemos dudas siguiendo el emotivo relato de Kuwahara, parado justo un segundo antes. Cuando seguía con la mirada a los dos últimos "completar sus arcos y volver a lanzarse al ataque")

 

 

 

 

¡Ese Mitsusbishi¡ ¡Es Tatsuno¡ Sí, estoy seguro. Estaba en la última V... ¡era el único aparato de la Armada¡

 

Los dos están picando, lanzándose hacia el nucleo del convoy.De pronto, el aparato de entrenamiento que bajaba a su lado es tocado, derribado virtualmente del firmamento con un golpe. Su ala y su cola se desprenden y cae en un violento tirabuzón, despareciendo de mi vista.

 

Tatsuno está solo ahora, todavía ileso, haciendo una picada perfecta, mejor que las que nos enseñaron jamás en la escuela. ¡Tatsuno¡ ¡Tatsuno¡ El fuego brota de su sección de cola, pero sigue adelante. Los dedos anaranjados avanzan. Su avión es una sábana de fuego voladora, pero no pueden detenerlo. ¡Tatsuno¡ Se acerca a un barco tanque, cortando el líquido de plomo. ¡Está acercándose¡ ¡Un blanco¡ Una explosión enorme sacude la atmósfera. Por un curioso instante, las cenizas parecen girar y bailar. Después, un repiqueteo de explosiones menores y un estallido poderoso, que sacude el mar como una frazada. El barco tanque está hundiéndose. Desaparece, no quedan rastros, excepto una mancha oleosa que se agranda.

 

Ése era ami amigo.

 

Todos los Kamikazes han desaparecido, hasta donde puedo ver. Habíamos hundido un destructor y un barco tanque, dañado un crucero y (aunque únicamente no lo supe hasta después) averiado de gravedad varios acorazados. Pero no tuve tiempo de ponderar los sucesos. El Hayabusa que estaba delante de mí hizo oscilar sus alas. Un enjambre de Grumman se preparaba para atacarnos.

 

Los había visto despegar del portaviones... avispas encolerizadas al ver perturbados sus panales. Después perdí el rastro de ellos en la refriega. Ahora, dos Hellcats estaban detrás de mí, a unos 300 m. disparando ráfagas. Dos más se aproximaban rápidamente, maniobrando sin pudor para colocarse en posición de disparo. El plomo esmpezó a masticar mi estabilizador y una bala del 12,70 perforó la carlinga, centímetros arriba de mi cabeza.

 

Los 4 nos apartamos instintivamente en un viraje cerrado. Uno rolando como una hoja en el viento. Al instante siguiente estábamos tras de sus colas. El sgtº Uno disparó una descarga de cañón y uno de los F6F cayó de costado, chispeando, vomitando llamas. Cerca, a mi izquierda, brillaron las ametralladoras de las alas de Nakamura. Vi todo esto con el rabillo del ojo.

 

Traté en vano de alcanzar a un enemigo, pero nos encontráabamos en lados opuestos de una balanza osciolante. ¡Ahora¡ ¡Iba tras él¡ Disparé el cañón y erré. Furioso, abrí fuego con mis ametralladoras, pero disparé sin apuntar.

 

Ahora discernía tres Hellcats y cuatro Hayabusas. Los americanos se abrieron en abanico en direcciones opuestas, girando frenéticamente. Vi de soslayo que Nakamura disparaba. ¡Lo vi hacer blanco¡ Las llamas brotaron todo a lo largo de un Hellcat, que se hizo pedazos, algunos de los cuales volaron arrastrados por el torbellino de la hélice. ¡Dos y dos¡ Nakamura y yo estábamos iguales ahora. Sacudí mi puño hacia él, pero no me vió.

 

¡Qué tonto fui¡ ¡Mi propia presa escaparía¡ Trataba de ganar altura. Levanté la proa hacia él desde abajo y quedó ante mí su vientre sin protección. Disparé.

 

Al comprender su error, el piloto del Grumman inició un looping, cortando hacia atrás abruptamente... una maniobra imprudente, si yo no hubiera estado tan cerca. Sin embargo, como me encontraba, mis balas rasgaron el espacio detrás de su cola y efectué un looping detrás de él, disparando desde una ridícula posición invertida. Asombrado, vi volutas de humo. Una ola de orgullosa satisfacción me inundó, pero mi antagonista todavía no caía y huyó hacia las nubes.

 

Logré una Inmmelmann, nivelando el aparato en la parte superior del looping, a tiempo de ver que el Hellcat desaparecía en una explosión. El sgtº Uno voló un arco elevado, sobre el borde de la nube. Lo había tocado en el centro con sus cañones de 25 mm. Víctima número seis para Uno y me sentí frustrado.

 

-¡Escapa¡ -oí sus palabras-. ¡No más juegos por hoy¡

 

Cuando menos una docena, tal vez dos docenas de enemigos girabanfuriosamente en torno. Me habían descubierto y pude ver en todas direcciones alas azules y las estrellas blancas, los hocicos romos. Mis amigos desparecieron y yo empujé el acelarador a sobrealimentación, virando con rapidez hacia las nubes.

 

Pero fue un mal movimiento. Cuatro o cinco enemigos volaban hacia mí y mi corazón saltó. Ahora combatir significaría una destrución rápida.oví el bastón por instinto, rolando a la izquierda. Todos ellos pasaron de largo, perdiéndome. Sin embargo, en ese mismo instante, un Hellcat estaba descendideno en una espiral vertical, desde solo 100 m encima de mí. Un crujido. ¡Tocado¡ Todavía no observaba ningún daño notable. Rolé una vez más descendiendo, rolando, rolando... vi mar y naves girando, y después entré en una picada recta. Iba cayendo como una roca, sabiendo instintivaamente que me seguían varios enemigos.

Esa era mi única escapatoria en estos momentos. Prolongadas horas de práctica de suicidio me daban la ventaja y la mayoría de ellos no me seguirían hasta el final con sus máquinas rmás rápidas pero menos manioberas. Pero ahora, atento a escapar del enemigo aéreo, me encontré cconvertido en un blanco para todo el convoy. Pasé como por milagro a través de su artillería y nivelé mi avión a ras de las olas. ¡Un Hellcat fue demasiado obstinado¡ Fue derribado por sus propios barcos, lanzado hacia el mar. Un surtidor de agua marcó su tumba.

 

Exprimiendo cada molécula de potencia de mi Hayabusa, rugí sobre el agua, con el aire lleno de muerte en torno mío. Después ascendí, dirigiéndome hacia mi base. Me había librado de la mayor parte de los americanos. Si solo pudiera llegar a las nubes... los barcos del círculo exterior todavía estaban disparando a larga distancia, las nubes se encontraban adelante, formando montañas negras.

 

Entonces se produjo un salto, un fuerte sonido metálico. Mi avión se sacudió. Un solitario F6F empezó a cerrar la distancia, disparando como un demonio desde unos 600 m. ¡Había sido tocado¡ Y quedé paralizado por un momento.

 

Esperé humo, la explosión, mientras el motor tartamudeaba y empezaba a hacer ruidos de roce... después, bendito sea, siguió funcionando. El Hellcat se acercaba cada vez más, un tiburón hambriento, disparando sus calibre .50 ¡Más rapido, Kuwahara, más rápido¡ Las nubes... otros pocos segundos. .. Entonces fui envuelto en el manto de una nube. ¡Lo hice¡ El enemigo intentó lo que pudo... todo lo que tenía en el océano, todo lo que pude enviar al aire. El enemigo fracasó.

 

Sonreí con tristeza entre la oscuridad. Adelante, un relámpago fraccionó el firmamento y las paredes de aire se unieron con un choque ominoso... algo más poderoso que todo lo que los barcos podían ofrecer. Pero cuando menos, me dije, los elementos eran impersonales.

 

 

 

 

(Lo dejo aquí, justo para acabar mañana.

 

Ha sido una acción frenétíca, la de los Kamikazes que duró escasos minutos. Y la posetrior huída/retirada de la escolta. Heroísmo, si, pero eran meros picotazos sin consecuencias. Más anímicas que materiales para los norteamericanos. A esas alturas del conflicto sus cifras de portaviones en PTO alcanzaban los 300¡¡¡ Entre pesados, primera línea, auxiliares, y de escolta. Y la Flota Combinada japonesa se había perdido en el Golfo de Leyte. Solo la Flota Metropolitana, y muy mermada, pudo sa lir rumbo a Okinawa, Yamato incluído, en otra misión solo de ida, también suicida.)

 

Saludos

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Estimado Albertini:

 

Me dio mucho gusto encontrar tu comentario y fotografia del avion Sonora

de la cual no tenia conocimiento, la misma es muy especial puesse miran

claramente las bombas en la parte media del biplano.

 

Yo vivo en la Ciudad de México, soy modelista y super aficionado a la

Historia de la Aviacion Mexicana, quiero adjuntar la siguiente direccion:

 

http://www.mexicanaviationhistory.com/articulos/articulo.php?id=8

 

Para que veas el articulo sobre el bombardeo y otros mas que seran de

mucho interes para todos los foristas.

 

Estoy a sus ordenes.

 

Saludos

 

Azcarate

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Estimado Albertini:

 

Me dio mucho gusto encontrar tu comentario y fotografia del avion Sonora

de la cual no tenia conocimiento, la misma es muy especial puesse miran

claramente las bombas en la parte media del biplano.

 

Yo vivo en la Ciudad de México, soy modelista y super aficionado a la

Historia de la Aviacion Mexicana, quiero adjuntar la siguiente direccion:

 

http://www.mexicanav...ticulo.php?id=8

 

Para que veas el articulo sobre el bombardeo y otros mas que seran de

mucho interes para todos los foristas.

 

Estoy a sus ordenes.

 

Saludos

 

Azcarate

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hola de nuevo Jenisais y demás lectores y escritores de este post "pilotos de combate", primero que nada agradecerte Jenisais tus palabras de ánimo y tu generosidad, que demuestras una vez mas compartiendo estos maravillosos libros y alentando a todos los demás a aportar datos para apoyar e ilustrar las diferentes historias que nos muestras capitulo tras capitulo.

 

Aquí traigo una nueva remesa de datos biográficos de los aviadores de la Lafayette. Con permiso, vamos al lio:

 

 

James Roger Mcdowell: Nació en 1887. Hijo del juez Samuel Parsons Mcdowell. En su juventud fué un gran activista a favor del desarrollo de la aviación. En 1908 fundó un aero club en la universidad de Virginia y allí ganó el titulo de "Rey de los pies calientes", rimbonbante titulo nobiliario, sin duda, que significa que fué elegido presidente de la hermanda estudiantil IMP, llamada "Hot Feet" Es un detalle remarcable pues ya enrolado en la escuadrilla hizo pintar un pie de color rojo en el fuselaje de su avión.

 

En 1915 dejó su país y se enroló como conductor de ambulancias en Francia, como tantos otros idealistas americanos, como Hemingway por ejemplo. En el servicio de ambulancias, bajo el fuego enemigo, demostró un valor que le hizó ganar "la Croix de guerre". Tomó la decisión de entrar en el combate activo y se presentó voluntario para servir en la fuerza aerea.

 

Voló en la primera patrulla de La Lafayette. Al cabo de un tiempo se lesionó en la espalda a causa un accidente en un aterrizaje y durante su convalecencia escribió un libro "Flying for France" donde explicaba sus vivencias en la escuadrilla, en la dedicatoria del libro cita a Whisky, el león mascota.

 

Encontró la muerte en combate aereo el 19 de marzo de 1917 y fué enterrado en un prado en el Somme.

 

En Carthage, N.C, donde vivió de jovén, se erigió un monumento en su honor con la inscripción " Luchó por la Humanidad, Libertad y Democracia, iluminando el camino a sus compatriotas y enseñando a todos los hombres como arriesgarse por nobleza y a morir gloriosamente".

 

En la Universidad de Virgina tambien hay eregida una estatua en su honor.

 

 

 

Didier Masson: Francés, nacido en 1886. Hizo su servicio militar en la infanteria francesa y después trabajo como joyero y en un taller de magnetos. En 1909 empezó a trabajar como mecanico de un pionero de la aviación, Louis Paulhan, el cual tenia el primer hidroavión de la historia " le Canard". En 1910 fueron ambos a los EE.UU. a trabajar como "barnstormer", los circos volantes que recorrian el país realizando las mas atrevidas acrobacias aereas. La lista de anecdotas es enorme, como se puede suponer, citar solo que en 1911 fué repartidor aereo de periodicos y en un reparto entre Los Angeles y San Bernardino batió el record mundial de vuelo non-stop (5 horas 40 minutos) debido a un error de navegación.

 

En 1913 contacto con agentes del revolucionario mexicano Venustiano Carranza y se convirtió en mercenario para combatir a la tropas federales mexicanas en la revolución de aquel país. Entre las multiples clausulas de su contrato citar que cobraba 250 $ por cada bomba lanzada.

 

De camino a México, de incognito y con el avión embalado en cajas, las autoridades norteamericanas le descubren, le detienen y le confiscan su avión en Tucson, Arizona, y los revolucionarios mexicanos dieron un golpe de mano, liberaron a Masson , sus hombres ( su mecanico: James McDean y el capitán Joaquin Bauche Alcalde) y a su avión y entraron a México por Nogales, Sonora, a tiro limpio con los policias y militares estadunidenses pisándoles los talones. En Nogales montaron el avión y volaron a Hermosillo para ponerse a las ordenes de la autoridad militar.

 

El avión se llamaba Sonora y podia llegar a cargar a dos personas, o 150 lbs de bombas. El 10 de mayo de 1913 se produce un hecho historico: Masson y el capitám Joaquín Bauche Alcalde realizan una misión de reconocimiento sobre el puerto de Guaymas encontraron 5 barcos cañoneros gubernamentales en la bocana del puerto. decidió atacarles y les lanzó 4 bombas de 15 kilos cada una. Las bombas detonaran cerca de los navios y las tripulaciones de estos entraron en pánico, huyendo toda la escuadra a toda maquina del puerto.

 

Masson voló un numero indeterminado de misiones de bombardeo en la costa del Mar de Cortés ( como anécdota personal debo indicar que una mañana, hace unos años, en esas tierras, paseando por el puerto de Mazatlan, Sinaloa, descubrí una placa en un edificio donde indicaba que en ese punto se había producido en primer bombardeo de la historia sobre población civil, allí nadie supo darme mas detalles y tampoco es fácil encontrar información en internet u otros medios, en los tiempos que nos han tocado vivir es facilisimo encontrar cantidades ingentes de datos absurdos sobre Lady Gaga o belén Esteban, pero de temas prehistoricos, pre-internet, es otro cantar)

 

En todo caso, tampoco está claro la autoria del primer bombardeo aereo de la historia; dicen que pudieron ser, aparte de estos pioneros en la revolución méxicana, aviadores españoles en la guerra de marruecos o italianos en la guerra contra turquia... lo que está claro es que todos ellos estaban creando una nueva ciencia aprovechando los escasísimos recursos que disponian y que el mero hecho de levantarse del suelo montados en esos artefactos es un ejercicio de valentia notable.

 

La aventura maxicana de Masson finalizó en agosto de ese mismo año al no recibir la paga del mes de Julio y tambien por negarse a seguir bombardeando ciudades. Regresó a EE.UU. y empezó a trabajar como instructor de vuelo.

 

Al empezar la guerra en Francia Masson regresó a su país natal y se alistó a su antigua unidad de infanteria. Enseguida fué asignado a recibir instrucción como piloto militar en Pau. Una vez aprovado sirvió como piloto de caza en una escuadrila francesa y despues entró en la Lafayette, nunca se convirtió en As, pero una vez, con el motor parado por averia, consiguió entablar combate y derribar a un caza alemán. planeando llegó hasta las lineas amigas, aporrizó y escapó de milagro de la lluvia de obuses que le enviaron los artilleros alemanes.

 

despues de la guerra regresó a México, se casó y formó una familia. Fué el representante de Pan Am en centroamerica y tambien fué agente consular de Francia hasta la capitulación ante los alemanes de 1940. Murió en Mérida, Yucatán en 1950.

 

 

 

sonorafly.jpg

 

 

En esta fotográfia vemos el avión Sonora a punto de salir hacia una misión de bombardeo al puerto de Guaymas, Sonora, en 1913. Didier Masson sentado en su puesto de pilotaje y a su izquierda, de pie, su bombardero Joaquin Bouche Alcalde. El avión es un pusher, helice atras, empujando, comprado en 1912 a Glenn Martin. Fijarse en el detalle de las 4 bombas cargadas bajo el plano inferior, 4 cilindros de 15 kilos de explosivo cada uno.

 

(foto por cortesia de Arizona State Library, a division of the Secretary of State)

 

 

 

 

 

Edwin C. Parsons: Se graduó en la Universidad de Pennsylvania en 1910 y ya marchó a aprender a volar al Dominguez Field en Carson, California. En 1912 consiguió su avión y movido por su idealismo se enroló en el Cuerpo Aereo Méxicano para luchar en la revolución. Pancho Villa le contrató ( con una paga de 200 $ mensuales en oro) con la idea de que entrenara a su hombres a pilotar y de crear así una caballeria volante. No lo consiguó. Presto servicio por las tierras de Chihuahua y Texas a las ordenes de Villa y de Venustiano Carranza, hasta que que ambas facciones empezaron a luchar entre ellas y además Villa, invidiera y atacara el sur de Nuevo México, iniciando una guerra personal contra los EE.UU. ( nada mas y nada menos contra el general "Jack Black" Pershing, al que Villa humilló continuamente, Al cabo de unos años el General Pershing fué el comandante en jefe de toda las fuerzas armadas norteamericanas en europa durante la 1ª guerra mundial)

 

En 1915 Parsons abandonó México , fué a Francia y entro en el servicio de ambulancias, al poco tiempo se alistó en la Legión Extranjera. y en 1916 aprobó la capacitación como piloto militar y sirvió en el Servicio Aereo Francés. Se unió a la Escuadrilla Lafayette, siempre volando como wingman de Raoul Lufbery, con la Lafayette consiguó 1 victoria aerea. Nunca quiso abandonar la fuerza aerea francesa y cuando Estados Unidos entraron en guerra y crearon sus propios grupos de combate aereo, renuncio a seguir a sus compañeros en sus nuevos destinos. Volando en el escuadrón SPA3 consiguió 7 victorias mas.

 

Terminada la guerra regresó a los EE.UU. y se convirtió en agente del F.B.I. Pasados unos años dejó la agencia federal para crear su propia agencia de detectives. En esa época contactó con otro veterano de la Lafayette, William A. Wellman que trabajaba como director de cine para la Paramount. Parsons fué contratado como asesor en temas aeronauticos para las peliculas. Tambien trabajo como actor, guionista, locutor de radionovelas y escribió un libro.

 

Se unió a la Reserva Naval en 1933 y al empezar la 2ªguerra mundial sirvió como instructor en la base aeronaval de Pensacola. Asimismo se formó como especialista en hidroaviones y combatió embarcado en un portaviones en la campaña de las islas Salomon. Ganó una Estrella de bronce. Entro en la guerra con el rango de teniente comandante y la acabó como Vice-Almirante.

 

Fué el último de los supervivientes de la Escadrille Lafayette, murió el 2 de mayo de 1968 y está enterrado en el Cementerio Nacional de Arlington, Virginia.

 

 

 

 

por hoy ya paro de escribir. He estado un rato buscando la foto del Sonora y aún se que existe otra de ese mismo avión en Hermosillo, Sonora, pero ya esta bien por hoy. Hasta otro ratito, amenazo que aún quedan unos pocos pilotos, pooocos, por aparecer. Un saludo

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He aquí las fotos enviadas por nuestro relator:

 

Inayama, Hideaki. Su propio Nakajima Ki-44 Shoki (Tojo) 2 cañones Ho.301 de 40 mm. 87th Sentai , 1945 (10th Hikodan-East Def. Sector)

 

inayamahideakisupropion.jpg

 

Nakajima Ki 44 Shoki , Tojo en justa con P-51 Mustang.

 

nakajimaki44shokitojoen.jpg

 

Nakajima Ki-44.

 

nakajimaki44.jpg

 

LOS CAMIKASES

 

Kamikaze, peli For those we love, 2007. Título en castellano.-

 

kamikazepeliforthosewel.jpg

 

Kamikazes siendo despedidos como verdaderos heroes. Lo raro son sus autógrafos debajo de sus propias imágenes.-

 

kamikazessiendodespedid.jpg

 

Kuwahara, Yasuo y Gordon T Alfred. El libro, Kamikaze

 

kuwaharayasuoygordontal.jpg

 

UN trozo de pelicula For those we love. Muy adecuada a los relatos.-

 

http://www.youtube.com/watch?v=UVlZizY_ubw

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Pues si.

No puse nada por la sencilla razón de que yo me enteré en el momento de poner el TV en marcha. La cogí algo empezada, pero repito, si podeis verla, disfrutareis.

 

Y os emocionaréis, Bear. La tengo desde hace como un año, como regalo también de un amigo que frecuenta este Foro (y esta rúbrica/hilo). La peli es, desde su sencilla desnudez, un canto apartidista y apolítico al sacrificio personal e idealista de una juventud que supo poner precio a su presente en aras del porvenir de su nación.

 

Chapas, la he revisado en 3 ó 4 ocasiones, y de todas saco la misma conclusión: La negación del egoísmo visando un interés supremo. Ya estás tardando en hacerte con la peli.

 

 

Y acabemos como siempre, con pena, el capítulo del libro "Kamikaze" de Yasuo Kuwahara, que con tanto acierto recogió S.M. Ulanoff en su "Fighter Pilot".

 

Kuwahara que escapó de milagro al acoso de los Hellcat (tras presenciar como su amigo Tatsuno se inmolaba 3.000 metros más abajo contra un cargo tanker), que le persiguieron sin piedad, incluso penetrando tras él en el infierno de la flak amiga; raseando ante toda la flota americana. Ahora le quedaba lo más duro: enfrentarse al regreso, solo, y con las imágenes del picado de Tatsuno hacia el final, martilleándole la cabeza. Quizá le ayudaría, momentáneamente, el tener que enfrentarse a la inminente tormenta que se avecinaba justo enfrente.)

 

 

 

 

Mi cabina estaba llenándose gradualmente con un olor a quemado y me pregunté otra vez cuál sería la extensión del daño sufrido. Sin embargo, pronto me olvidé de eso. Otro problema... tal vez mucho mayor. La lluvia azotaba las alas de mi Hayabusa, cayendo con fuerza. Y después, un diluvio repentino borró mi visión por completo durante un instante, antes de dar paso a telarañas relampagueantes, como de neón. Y cada crujido era seguido por una sacudida. Había volado antes a través de viento y lluvia, pero jamás entre una tormenta como la que estaba formándose ante mí. Adelante, las nubes convergían de todos los ángulos en un negro torbellino y la lluvia azotaba con más fuerza. El agua ya entraba por los agujeros de mi parabrisas, mientras los vientos se hacían más salvajes. Mi motor tosió una vez y contuve el aliento, hasta que tornó otra vez a sonar normal. El olor a quemado había deaaparecido, quizá por el torrente.

 

Con las sienes latiendo, traté de mirar entre la negrura. Afuera de ella, hacia algún lado, estaba el día, pero allí, cerca de la garganta de la tormenta, era casi de noche. Con cada relámpago, el trueno aturdía el firmamento con golpes reverberantes. Pronto estuve inseguro de mi dirección, sí, inseguro por completo. Mi brújula oscilaba como la aguja de una balanza bajo presión repentina y con un choque, noté, que tanto mi horizonte artifical como mi indicador de viraje se hallaban fuera de servicio. No me importaba qué me aguardara afuera, en el día, tenía que salir de aquel infierno... como fuera pero, ¡pronto¡

 

Pero ¿hacia dónde? En diagonal hacia la izquierda, se veía una mancha amarilla enfermiza. Aferré mis controles y dirigí hacia ella... como una polilla hacia la luz. Iba aumentando un poco, cuando, el avión, pareció caer debajo de mí... una corriente descendente. En un instante caí 30 m. mientras mi hélice trataba de asirse al aire inutilmente. Fue como un golpe en el estómago. El motor sonó como si fuera a desprenderse de un momento a otro.

 

Después ascendió la presión y fui lanzado hacia arriba, sacudido y agitado. Salí de eso mareado y con la cabeza dándome vueltas. Ahora no tenía medios racionales de pilotar mi Hayabusa. Desvié mi timón a la izquierda, en la misma forma en que podía haberlo hecho hacia la derecha. Levanté mi elevador y eso podía haberme lanzado al mar.

 

Con los instrumento muertos y el motor cada vez más asmático, estaba deseperadamente cansado. Solo unos momentos antes, había sonreido ante la cara de la tormenta, pero ahora mis brazos y mis manos empezaban a adormecerse. Tenía demasiado tiempo volando. Me sentía demasiado tenso. Ahora aun el interior de mi avión giraba en forma vertiginosa y mi visión era tan borrosa, que era dificil decir si la lluvia dejaría de caer o no alguna vez.

 

Perdí toda noción del tiempo. Una vez que los vientos se abatieron, me encontré dejándome llevar sin rumbo, parpadeando al brillar los azules relámpagos. Estaba volando como un autómata, con un solo propósito... seguir adelante, hasta que la gran luz brillara otra vez.

 

Entonces regresaron los vientos furiosos al asalto contra mí. Mi aeroplano empezó a estremecerse y a caer, como botando por una escalera invisible. Ya no eran impersonales los elementos. El relámpago no crujía: reía. Los truenos gritaban, martilleando con sus puños. El viento, más que todos, me odiaba... maldecía, golpeaba, se retorcía. ¿Era la Naturaleza aliada del enemigo?

 

Repentinámente una reverberación volcánica de aire y nubes surgió bajo mi ala, enviándome dando vueltas. Bajé girando por un cono de negrura, sin más control que una hoja seca. Sí... ¡muerte y olvido¡

 

Pero aún en la muerte, recordé... En algún lugar del prolongado corredor del firmamento, algo se obstinó contra el metal golpeado y estremecido, ejerció un esfuerzo contra controles extraños.

 

Estaba volando al nivel del mar, con las olas de plomo rozando mi vientre, cubiertas de espuma. Como desde la distancia, los sonidos del motor subían y bajaban, mientras mi avión parecía saltar. Parecía que me encontraba otra vez en mi primer planeador, siendo remolcado sobre el cesped en la Escuela Secundaria de Onomichi.

 

Bajé todavía mas ¡Bajo, tan bajo¡ Nada más el descenso de un ala, únicamente, unos pocos grados, y el océano me engulliría para siempre. ¿Para qué luchar? Solo una cuestión de un momento, cuestión de grados... Pero aún estaba allí esa perversa chispa en mi interior. No, no tenía miedo. Tentaría al océano, inclinando mis alas, pero no demasiado... tentando las olas. Ellas sabían cómo hipnotizar tan bien y me tragarían pronto. Pero no antes que hubiera reído... como el relámpago rió de mí.

 

De pronto, el agua reflejó un color verde. Un instante después, estaba al rojo blanco, cegándome. Seguí parpadeando, hasta que pasó el dolor. Me hallaba en un mundo de oro pulido.

 

Ahora no había nada, excepto agua y cielo. Ascendí a 300 m y seguí adelante, bañándome en luz. Pasó un tiempo antes que volviera la conciencia. Me econtraba solo... era el único hombre en ese mundo bello y extraño... perdido en medio de las extensiones solitarias de sol y mar.

 

El motor farfulló y miré mi indicador de gasolina: solo 10 litros... quedaba poco tiempo. Aprensivamente, temiendo que los oídos americanos estuviera escuchando más allá del horizonte, empece a hacer señales. No hubo respuesta. Esperé y lo intenté otra vez. Seguí sin recibir contestación. Mi caza continuó volando, otra vez sano... ¡creaatura maravillosa¡ Pero ahora, después de todo, quedar sin gasolina... expirar poco a poco, como un hombre fuerte con las muñecas cortadas. Parecía desesperado... pero existía la más leve... Reduje la válvula de control de aire a su mezcla más pobre, disminuí los ciclos de la hélice variable... a menos de 1.800 revoluciones por minuto. Muchas menos y se detendría el motor.

 

Hice señales nuevamente, contuve el aliento y esperé.

 

-Habla Nanking...

 

¡Llegaba el mensaje¡ Había hecho contacto.

 

Unos grados a la izquierda y adelante estaba Formosa. En menos de 20 minutos estaría allí. Pronto... Sí, pude verla, pareciendo levantarse y caer, como un gran barco. El motor ronroneó, firme, sano.

 

Me volví una vez. Pensé que no debía hacerlo, pero me volví a mirar. En algún lugar de la tarde dorada, estaba Okinawa. En algún lugar merodeaba la flota enemiga... ahora únicamente 23 barcos en lugar de 25. En algún lugar, arrastrados por las corrientes del mar, se hallaban los restos de Tatsuno y de los otros. Ya no habría más dolor... no lo habría para Tatsuno.

 

Y allí, ahora colgando somnolienta, muy atrás, estaba la tormenta. "La tormenta divina" me había salvado, como salvó a mi pueblo hace siglos.

 

 

 

 

(Y así se acaba este emotivo capítulo. Ha sido uno de los mejores del libro. Aparte de su calidad intrínseca, creo ha ayudado el ser un poco más extenso que los demás y poder así desarrollar sus innegables cualidades.

 

Mientras escribía, he parado un momento, buscando si este libro se había traducido al francés. Veo que sí. Ya tengo mi Libro del Verano. Y, tras acabar, "Samurai", sin tan siquiera tener que "viajar y cambiar" de aires... Mi promesa formal de comentarle en este Foro.

 

He encontrado en mi Archivo unas fotos que ayudarán, espero, a comprender mejor el texto de este relato de Yasuo Kuwahara. La paciencia de Rockofritz hará el resto.

 

 

Copyright: Ballantine Books, Inc. Extracto de "Kamikaze", por Yasuo Kuwahara y Gordon T. Allred. Copyright, 1957 por Gordon T. Allred. Reproducido con permiso de Ballantine Books, Inc.)

 

Saludos

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Complemento con otras fotos enviadas por Jenisais:

 

Kamikazes libro by Fdº Castro

kamikazeslibrobyfdcastr.jpg

 

Kuwahara, Yasuo Su libro en lengua francesa

 

kuwaharayasuosulibroenl.jpg

 

Kamikaze en color

 

kamikazeincolour.jpg

 

kamikaze llevando su Hachimaki.

 

kamikazellevandosuhachi.jpg

 

Millot, Bernard. Su libro en inglés. Para que no haya disculpa de no comprarle.-

 

millotbernardsulibroeni.jpg

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Buenasss

 

(Me he quitado un peso de encima. Estaba en la tesitura de subir al Foro o no, el capítulo (debo confesar que es el más extenso del libro) que Stanley M. Ulanoff dedicó a recopilar del libro de uno de los pocos Ases aún en vida al editar "Fighter Pilot". Concretamente el primero de los que dedica a "Los Hijos del Cielo", es decir a los aviadores de caza japoneses. Tenía el temor de que los Forero/lectores lo conocieran ya, y no interesara. He desechado esa idea.

 

En primer lugar he decidido subirlo por aquello de que la calidad siempre prima. Lo he vuelto a leer, añadiendo una pagª al principio del texto recogido por Ulanoff. Me he servido del libro original ya citado, "Samurai" de Saburo Sakai, capº 22. Y de unas tres pags. del principio del capº siguiente, el 23, para configurar el final. Todo ello para no romper la unidad del relato, que considero esencial.

 

Me adelanto para indicar que he comparado cuidadosamente ambas traducciones. Para tranquilidad de todos decir que son traducciones similares; en hecho, idénticas. Se me viene una frase hecha en francés: "Mot à mot", es decir, literalmente. Como anécdota indicar que mi libro de S.M. Ulanoff, lo tradujo del inglés, René Cárdenas Barrios, para la Ed. Diana, México, en 1964. Y el "moderno" de "Samurai" lo ha editado en 2008, la Ed. Sieghels, de Argentina; con traducción de Fdº G. Mennella, que me supongo argentino. Solo muy leves modismos nacionales separan ambas versiones. Cuando estos modismos me ofrecen dudas elijo la que creo más adecuada, o la sustituyo por otra palabra que en castellano respete más la primigenia intención del autor. Vamos, como en cualquiera de las anteriores traducciones que he efectuado aquí hasta la fecha.

 

Y por último, no podía soslayar que me han ayudado en la decisión no sólo Rayonant, hace ya una semana larga; sino también pensar en los Forero/lectores silentes. Y por último, la petición/ruego de un muy querido amigo habitante en la mayor de las islas Pitiusas, que me dice "creo que lo agradeceremos todos Foreros, o no". A todos, gracias, pues.

 

 

Con la ventaja (iba a emplear la pedante expresión "autoridad") que me da el haber leído ambos textos en estas fechas pasadas muy recientes, creo necesario poner brevemente en situación los hechos que configuran el relato.

 

Estamos en la primera semana de agosto de 1942.

 

 

 

 

(Perdón, tengo alguna complicación con la línea. Por si acaso, subo lo anterior, y sigo.)

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Me arriesgo y sigo.

 

 

 

(Estamos en la primera semana de agosto de 1942.

 

Mucho había sucedido desde el "Día de la Infamia" (América dixit)del 7 de diciembre de 1941 en Pearl Harbor. Algo más de medio año de contínuas derrotas en el Pacífico habían hecho tambalear el lema nacional USA de "Germany First". Los americanos no podían soportar la catarata de desastres seguidos. Casi aniquilamiento de la Flota del Pacífico en Hawai. Pérdida casi seguida del bastión de las Filipinas. Tras caer la inexpugnable fortaleza de Singapur, y el hundimiento de su protección naval: los acorazados Prince of Wales y R, todo el Pacífico Sudoeste, con las Antillas Holandesas se desmoronó. Y los japonese sin prisa, pero sin pausa se extendieron por todo PTO. Desembarcaron en Nueva Guinea, amenazando las islas Salomón, y dejando ver así sus intenciones ya sobre Australia.

 

Un inemso abanico nipón se había desplegado desde Birmania a las islas Kuriles, de Malasia a Nueva Guinea, de las Islas Gilbert a las Marshall, que materializaba un radio medio de 3.500 kms. alrededor de Japón. Con todo lo que esto significaba de aprovechamiento de todas las materias primas que le faltaban: Arroz, caucho, minerales, y sobre todo (y por que habían entrado en la guerra) el petróleo con qué mover su imponente Flota Combinada.

 

Tras este panorama Norteamérica desistió de llevar sus portaviones supervivientes a ETO. Felíz idea, que con el ataque aeronaval sobre Tokio en la temprana fecha del 18-4-1942 en que casi una veintena de aparatos B-25 despegaron del USS Hornet y bombardearon por vez primera la capital del Imperio japonés, levantaron un poco la moral americana. . Sin embargo más significativas fueron laa consecuencias de la Batalla del Mar del Coral en la 1ª semana de mayo del 42. Frenó cualquier intento de invasión del continente australiano. Pero lo que dió un nuevo sesgo a la guerra en PTO fue la Batalla de Midway en que la Flota de Yamamoto fue derrotada sin paliativos. La pérdida simultánea de los 4 portaviones de escuadra japoneses supuso que a partir de ahora la iniciativa es, y sería de los EEUU.

 

Primera consecuencia: Los Marines etadounidenses desembarcaron en una isla de las Salomon el 7 de agosto de 1942. Su nombre, Guadalcanal. Fué importantísimo este primer paso de EEUU en lo que había de ser la destrucción del "Perímetro de la Gran Asia", con que soñaba Hiro-Hito.

 

 

Y aquí arranca el capítulo que nos incumbe. Casi recién llegados a Rabaul, Nueva Bretaña (al noreste de Nueva Guinea) Sakai y su escuadrilla de cazas estaba a punto de salir en una misión rutinaria, ese 8 de agosto de 1942. Y...)

 

 

 

 

La mayoría de los pilotos ya estaban en sus cabinas cuando unos ordenanzas se acercaron corriendo, informándonos a gritos que la misión había sido cancelada. Debíamos volver a informarnos en el puesto de mando. El HQ era un tremende revuelo. Ordenanzas y mensajeros corrían de un lado a otro, y los oficiales que pasaban delante nuestro se veían preocupados. El cmte. Nakajima que iba a liderar la misión del día, salió de la oficina del almirante visiblemente disgustado, y nos gritó al grupo: "La misión de hoy ha sido cancelada. Nos dirigiremos a otro sitio". Miró alrededor. ¿"Dónde diablos está ese ordenanza? ¡Tú"¡, señalando a un sorprendido mensajero, "consígueme un mapa, rápido".

 

Extendio el mapa sobre un enorme escritorio y comenzó a trazar el rumbo con una brújula. No prestó ninguna atención a los pilotos a su alrededor mientras se inclinaba sobre el mapa. Pregunté al Tte. Sasai si sabía lo que había ocurrido, Sasai preguntó a Nakajima, recibió una corta explicación y corrió al recinto del almirante sin decirnos ni palabra. Minutos después regresó e indicó a nuestro grupo que nos reuniéramos a su alrededor. Sus palabras cayeron sobre nosotros como una bomba. "A las O5.20 horas de la mañana de hoy el enemigo inició la invasión de Lunga, en el extremo sur de la isla de Guadalcanal, con una poderosa fuerza anfiibia. Nuestros informes iniciales indican que los americanos están desembarcando una tremenda cantidad de hombres y equipos en la isla. También han lanzado ataques simultáneos en Tulagi, en la isla de Florida. Tan pronto como el cmte. haya diagramado nuestras nuevas rutas, partiremos de inmediato hacia Guadalcanal para atacar a las fuerzas enemigas en las playas".

 

Los ordenananzas partieron a la carrera a por los mapas que repartimos a todos los pilotos. Los estudiamos, buscando desconocidas islas que tan repentinamente se habían vuelto importantes. Los hombres murmuraban para sí mismos. ¿"Dónde está esta maldita isla?" exclamó un piloto exasperado. ¿"Quién ha oído alguna vez hablar de tan absurdo lugar?".

 

La sola idea fue suficiente como para no continuar con especulaciones. Aguardamos en silencio a que el cmte alzara la cabeza y nos diera las nuevas órdenes. Mientras tanto, un ordenanza tras otro corría a la oficina del almirantecon noticias nuevas del frente de batalla. Alcanzamos a oir que un mensajero informaba a Nakajima que se había perdido todo contacto con Tulagi, y que las tropas de esa guarnición habían luchado literalmente hasta el último hombre.

 

 

 

 

(Paro aquí para seguir un rato esta noche. Antes de que se me olvide, como me ha pasado alguna otra vez,y he tenido que hacerlo con retraso, voy a escribir el Copyright del primitivo libro "Fighter Pilot" de S M Ulanoff:

 

Copyright: Extracto de "Samurai¡" por Saburo Sakai, con Martin Caidin y Fred Saito. Copyright, 1957, por Martin Caidin. Reproducido con permiso de E.P. Dutton & Co., Inc.., Laurence Pollinger, Ltd. y Martin Caidin)

 

Ignoro el Copyright de la edición de 2008 de Ed. Sieghels, Argentina. Mismo título. Solo cito el cap. 22 y 3 pags. del capº 23.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Y ahora empiezo el texto propiamente dicho, del libro de S.M. Ulanoff, "Fighter Pilot", acerca del relato de Saburo Sakai en su obra "Samurai¡". La escritura de Sakai es en todo momento vibrante y directa. Utiliza la primera persona con propiedad, y apenas se notan las mínimas correcciones de estilo efectuadas por la pluma de Martin Caidin, autor de reconocidos libros aeronáuticos como "Me-109, un caza incomparable"; y "Zero", de la Ed. S. Martín. También recuerdo "Cyborg"; "Tunderbolt¡" con Robert S. "Bob" Johnson (27 victorias en ETO). Uno de cuyos capítulo trascribí aquí hace ya tiempo. Ya me irán saliendo más libros, pues leí un extracto de uno sobre el P-38 Lightning en la SGM, muy bueno.

 

Dejamos al sorprendido grupo de cazadores de la escª de Sakai, rezongando e intentando cubicar Guadalcanal en sus mapas. Y esperando instrucciones más precisas. Tras un simple Punto y aparte)

 

 

 

 

El cmte. Nakajima pidió silencio. "Van a volar en la operación de caza más larga de la historia", nos previno. "Nadie corra riesgos innecesarios. Aténganse a las órdenes y sobre todo, no vuelen desordenadamente, consumiendo combustible. Todo piloto que agote su gasolina al regreso de Guadalcanal, hará un aterrizaje forzoso en la isla de Buka (1ª isla de las Salomón, a poco de salir de Rabaul, rumbo este. N. del T.). Nuestras tropas de allí han recibido instrucciones de estar alerta, en espera de aviones.

 

"Ahora, el vuelo hasta Guadalcanal y regreso hasta Buka significa cubrir más o menos la misma distancia que de Tainan al Campo Clark en Filipinas y regresar. Estoy seguro de que podemos volar esa distancia sin dificultades. El regreso a Rabaul ya es otra cosa. Vds. deben poder hacerlo, pero puede haber dificultades. Así que repito mi recomendación: no desperdicien combustible."

 

(El cmte. Nakajima me dijo después de la guerra, que el almirante deseaba que llevara el 7 de agosto a Guadalcanal todos los cazas Zero que hubiera en Rabaul en condiciones de volar. Nakajima protestó y ofreció en lugar de eso, llevar los 12 mejores pilotos de su ala, pues esperaba perder cuando menos la mitad de sus hombres, en una misión a tan larga distancia. Se produjo una agria discusión entre ambos hombres, hasta que convinieron la cifra de 18 cazas, con el acuerdo de que los extraviados que aterrizaran en Buka serían recogidos después.)

 

Tan pronto como tuvimos órdenes, los pilotos se apartaron en tríos. Dije a Yonekawa y Hatori, mis dos escoltas, "Hoy se enfrentarán por vez primera a los aviadores navales norteamericanos. Van a tener una clara ventaja sobre nosotros, por la distancia que tenemos que volar. Quiero que ambos tengan la precaución más grande en cada moviemiento que hagan. Sobre todo, nunca se aparten de mí. No importa lo que pase, no importa lo que suceda en torno a nosotros, permanezcan tan cerca de mi Zero como sea posible. Recuerden... no se aparten.

 

Corrimos a nuestros aviones y esperamos a que la pista estuviera libre. 27 bombarderos Betty despegaron rugiendo de la pista antes que nosostros. El cmte. Nakajima agitó la mano por arriba de su cabina. A las O8:30 a.m., todos los cazas estaban en el aire. El personal de mantenimiento y los pilotos que no iban con nosotros se alinearon a ambos lados de la pista, agitando sus gorras y deseándonos buena suerte a gritos. El tiempo era perfecto, sobre todo para Rabaul. Hasta el volcán mostraba calma; sus erupciones habían terminado en julio.

 

Tomamos nuestras posiciones de escolta, detras de los bombarderos. Me sorprendió ver que los Betty llevaban bombas en lugar de torpedos, el arma usual para atacar barcos. Las bombas me preocuparon; conocía los problemas de blanco en movimiento en el mar, desde gran altura. Incluso los B-17, a pesar de sus alardes de precisión, desperdiciaban la mayor parte de sus bombas, cuando atacaban los barcos que salían de Buka.

 

Ganamos altura lentamente y luego volamos hacia el este a unos 3.500 m. hacia la isla de Buka. A unos 95 kms. al sur de Rabaul, noté una isma muy bella. De un verde brillante y con forma de herradura, el atolón, estaba marcado en el mapa con el nombre de Isla Verde. No tenía ni idea de que las cualidades de atracción del colorido resultarían después la clave para salvar mi vida.

 

Las formaciones viraron sobre Buka y volaron hacia el sur, alo largo de la costa occidental de Bougainville. El sol calentaba a traves de la cubierta acristalada. El calor provocó mi sed y como aún faltaba tiempo antes de llegar al área enemiga, saqué una botella de soda de mi caja de ración. Abrí la botella sin pensar; había olvidado lo de la altura. Tan pronto como hice una ranura en el corcho, el agua de soda salió violentamente, escapando la presión en el aire enrarecido. En algunas segundos, la pegajosa agua de soda estaba en todas las partes, frente a mí. Por fortuna, la fuerte corriente de la cabina la secó casi de inmediato. Pero el azucar de la soda se secó en mis gafas de vuelo y no podía ver. Disgustado por mi propia estupidez, froté los anteojos y pude ver mejor.

 

Durante los 40' ssiguientes luché por limpiar no solo mis lentes sino también el parabrisas y los controles. Nunca me sentí más ridículo. Mi caza vagaba por toda la formación, mientras yo frotaba con irritación creciente. Para cuando pude ver con claridad en todas direcciones estábamos sobre Vella Lavella, alrededor de la mitad del camino entre Rabaul y Guadalcanal.

 

Sobre la isla de Nueva Georgia, ascendimos a mayor altura y cruzamos Russell a unos 6.000 m. 80 kms. delante de nosotros, surgió del agua, Guadalcanal. Aún a esa distancia, vi relámpagos de llamas amarillas contra contra el firmamento azul, sobre la disputada isla. Al parecer, ya había combates entre cazas Zero de otras bases y los aviones enemigos defensores. Bajé la mirada al litoral septentrional de Guadalcanal. En el canal entre Florida y Guadalcanal, cientos de líneas blancas, las estelas de los barcos enemigos, serpenteaban en el agua. Se veían barcos por todas partes. Nunca había visto tanto acorazados y transportes reunidos.

 

 

 

 

(Mañana sabremos más, siempre desde la óptica japonesa, de la composición del convoy norteamericano. No estaban acostumbrados los japoneses a presenciar tamaño poderío naval ni aéreo. Tenían casi tres años para familiarizarse con sus siluetas. Iban a sufrirlo en todas su variedades. Tuvo que ser muy duro ir hasta ahora ganándolo todo, y sin solución de continuidad enfrentarse a una guerra defensiva que ni comprendían ni estaban preparados para afrontar. Pero el camino hacia Tokio estaba todavía demasiado lejos... Un avance de lo que esperaba a los "odiados occidentales" se podía extraer del lema personal del propio Saburo Sakai. En inglés se podría traducir como algo así: "Never give up". Que en mi elemental inglés diría, "Nunca entregarse", o "Nunca rendirse".)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Aunque leo previamente el texto a subir, estoy deseando volver a escribir el relato de Saburo Sakai. Es de lo más descriptivo e interesante.

 

Tras un interminable periplo de ¡¡¡mil kilómetros¡¡¡ (cifras desconocidas, y por mucho tiempo, por aparatos de caza occidentales, en los que incluyo también a los paíse del Eje) Qué éxito de navegación; y visto el mapa de operaciones de la zona islas Salomón, aún más admirable. Apenas había cartografía fiable, y mucho menos actualizada. Y Sakai lo ha despachado en dos párrafos de nada. ¡Ésos pilotos japoneses de la primera hornada¡ Habían hecho sus primeras armas en China, a la sazón enorme y primitiva macro-nación. Donde, para revalidarse, tuvieron que afrontar a los agresivos pilotos del AVG "patrocinados" por Chiang-Kai-Shek y un "neutral" Franklin D. Roosevelt. La Aviación Imperial japonesa, tanto del Ejército, como la de la Marina alcanzó un altísimo nivel de calidad, ayudada por la aparición del rey de los aparatos de caza: el A6m Zero, que pulverizó de entrada todos los records en cuanto a performances, entre las que no era menor su, parece, ilimitada autonomía. La palabra americana que tanto preocupaba a los estrategas aeronavales USA: Range. Baza decisiva teniendo en cuenta las distancias que regían en PTO.

 

Pero estos pilotos japoneses no daban crédito a lo que empezaban a ver. Se habían burlado de los informes de su Inteligencia aeronaval. Y ahora lo tenían delante de su vista. Y Saburo nos escribe su reacción.

 

 

 

 

Era la primera vez que (yo) veía una operación anfibia norteamericana. (Que no olvidemos era el debut de tantas que puso en marcha la Marina americana. N. del T.). ¡Era casi increible¡. Vi cuando menos unos setenta barcos navehgando haacia las playas y más de una docena de destructores cortando estelas blancas en el agua en torno a ellos. Y también se veían otras embarcacionesen el horizonte, demasiado distantes para distinguirlas en detalle o para contarlas.

 

Mientras tanto, nuestros bombarderos viraba lentamente para efectuar sus pasadas. Delante dellos, pequeñas nubes eran arrastradas por el viento a 3.500 m. Anuestra derecha y arriba estaba el sol, borrando todo con su luz brillante. Me sentí incómodo; no podríamos ver los cazas que se dejaran caer desde ése ángulo. Mis temores se materializaron enseguida. De repente, seis cazas americanos ssurgieron de ese brillo, casi como si hubieran aparecido repentinamente en el firmamento. Una ráapida mirada me reveló que eran más voluminosos que los otros aviones americanoscon los que habaía combatido antes. Estaban pintados de verde olivo y solo los lados inferiores de las alas eran blancos, Wildcats; los primeros cazas Grumman F4F que veía en acción de combate.

 

Los Wildcats ignorarobn a los Zeros, lanzándose sobre los bombarderos. Nuestros cazas se adelantaron a todo velocidad, disparando muchos de ellos desde antes de estar a una distancia efectiva, esperando atraer así la atención de los atacantes. Los americanos se zambulleron dentro de la formación de nuestros bombarderos, rolando juntos y después desaparecieron en picada. Frente a la isla de Savo, los Betty dejaron caer sus bombas contra un gran convoy. Observé las bombas, siguiendo una trayectoria recta en su prolongada caída. Surtidores de agua brotaron abruptamente del mar, pero las naves continuaron navegando, impertérritas.

 

¡Era pues, una estupidez tratar de tocar barcos en movimiento desde casi seis kms. de altura¡ No pude comprender por qué no emplearon torpedos, que ya habían demostrado antes ssu efectividad. Nuetra misión fue desperdiciada, arruinada en poco segundos por falta de precisión en el bombardeo.

 

Los bombarderos volvieron al día siguiente, esta vez portando torpedospara atacar a baja altura, pero ya era demasiado tarde. Los cazas americanos rodearon a los Betty por todas partes y muchos cayeron ardiendo al océano, aún antes de poder llegar hasta sus objetivos.

 

La formación de bombarderos viró a la izquierda y cobró velocidad para el regreso a Rabaul. Los escoltamos hasta Russell, más allá de las las patrullas de caza enemigas, y reegresamos hacia Guadalcanal. Era alrededor de la i:30 p.m.. Pasamos sobre Lunga, los 18 Zeros en posición de combate. Los cazas Grumman se lanzaron de inmediato contra nuestros aviones, saaliendo otra vez del sol cegador. Fui el único piloto que descubrió el ataque en picada; lancé el caza a una ascensión empibada y los otros aparatos me siguieron. Los Wildcatse dispersaron nuevamente y picaron en diferentes direcciones. Sus tácticas evasivas eran desconcertantes, pues nada se había ganado de ningún lado. Al parecer, los americanos no iban a aceptar el combate ese día.

 

Me volteépara verificar la posición de mis escoltas. ¡Habían desaparecido¡ Las cosas no estaban tan claras como parecía; el enemigo iba a pelear después de todo. Busqué a Yonekawa y a Hatori por todas partes, pero no pude encontrarlos. El aparato de Sasai, con sus dos franjas azules a través del fuselaje, volvió a la formación y varios orros cazas tomaron posición tras él. Pero mis escoltas, no.

 

Al final, los vi, a 450 m. por debajo de mí. Me aparté y me quedé con la boca abierta: Un único Wildcat perseguía a tres cazas Zero, disparanda cortas ráfagas contra los frenéticos aviones japoneses. Los cuatro aparatos estaba enzarzados en un violento combate, volando en cerradas espirales a su izquierda. Los Zeros debieron poder derribar sin dificultad al solitario Wildcat, pero cada vez que uno lo tenía centrado en sus arms, el Wildact escapaba maniobrando violentamente y volvía a quedar tras la cola de uno de los los Zeros. Nunca vi antes a nadie volando así con tanta aprecisión y coordinación en vuelo.

 

Hice oscilar las alaspara hacer señales a Sasai y piqué. El Wildcat estaba literalmente pegado a la cola de un Zero y sus trzadoras destrozaban las alas y la cola. En mi deseperación, disparé una ráfaga. El Grumman se apartó inmediatamente en un giro a la derecha, se volvió en un viraje cerrado y saliço en un ascenso directo hacía mí. Yo nunca había visto antes un avión que se moviera con tanta gracia y rapidez; y a cada segundo, sus ametralladoras se acercaban más al vientre de mi caza. Hice un viraje extremo, en un esfuerzo por sacudírmelo. No pude lograrlo. Usaba mi propia táctica favorita, atacando desde abajo.

 

Cerré el acelerador y el Zero se estremeció al perder velocidad. Funcionó; perdida la coordinación, el piloto viró. Aceleré nuevamente, rolando a la izquierda. Hice tres giros seguidos y salí en una espiral vertical a la izquierda. El Wildcat hizo lo mismo, vuelta a vuelta. Las alas izquierdas de ambos apuntando al mar, hacia abajo en ángulo recto y las derechas al cielo.

 

 

 

 

(Siento tener que dejarlo aquí; sigo esta noche.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Estábamos en que Sakai se las estaba teniendo tiesas con un coriáceo piloto de Grumman Wildcat en la vertical de Lunga, en los alrededores de Guadalcanal, precisamente en este día crucial para el destino de Saburo Sakai. Ya veremos por qué.

 

El desenlace del dogfight no se inclina a favor de ninguno de los dos adversarios. Pero Sakai lo tiene algo más complicado: está consumiendo una gasolina preciosa para su eventual vuelta a casa. Pero en pleno combate es en lo que menos piensa.)

 

 

 

 

Ninguno de los dos lograba una ventaja. Continuamos la espiral y los grados G nos hundían en nuestro asiento a cada segundo. Mi corazón latía con violencia y sentía como si mi cabeza me pesara una tonelada. Una película gris parecía estar nublando mis ojos. Apreté los dientes: si el piloto enemigo podía resistir, también yo podría. El hombre que fallara primero y virase en otra dirección para aliviar los G, era hombre muerto.

 

En la quinta espiral, el Wildcat patinó un poco. Pensé que lo tenía en mis manos. Pero el avión azul bajó la proa, cobró velocidad y su piloto dominó otra vez su avión. Había un piloto sumamente capaz a los mandos de ese Wildcat.

 

Sin embargo, cometió un error seguidamente: en lugar de entrar en la sexta espiral, aceleró a fondo, se desvió en ángulo e hizo un looping. Ese era el segundo decisivo. Me lancé tras él, recortando por dentro del arco que describía y salí a su cola. Lo tenía. Continuó volando en loopings, tratando de acortar la distancia entre cada arco. Cada vez que daba una vuelta vertical, yo recortaba su su ángulo y aminoraba la distancia entre nuestros dos aviones. El Zero podía superar a cualquier caza del mundo en esta maniobra.

 

Cuando estaba ya a menos de 50 m. el Grumman interrumpió su looping y me asombró, volando en línea recta y a nivel. A esa distancia, no necesitaría el cañón, disparé como 200 balas hacia la cabina del americano, viendo cómo masticaban la delgada piel metálica y hacían añicos el cristal.

 

No podía creer lo que veía: el Grumman continuó volando casi como si nada hubiera sucedido. Un Zero que hubiera recibido tantos impactos en su cabina, sería para entonces una bola de fuego. No podía comprenderlo. Dí algo más de gases y me aproximé al avión enemigo, justo cuando empezaba a perder velocidad. En un momento estaba a 10 m. delante del Wildcat, tratando de no sobrepasarle. Encogí los hombros, preparado para recibir una rociada de balas. Me encontraba atrapado.

 

No llegaron las balas. El armamento del Wildcat permaneció mudo. Toda la situación era increíble. Logré reducir mi velocidad hasta que los aviones estuvieron volando en formación, ala con ala. Abrí la ventanilla de mi cabina y miré. El toldo de la cabina del estadounidense ya se encontraba corrido hacia atrás y pude ver al piloto con claridad. Era un hombre robusto, con cara redonda. Vestía uniforme de kaki color claro. Parecía ser de mediana edad, no tan joven como esperaba.

 

Volamos unos segundos en tan extraña formació, mirándonos a través del corto espacio que nos separaba. El Wildcat estaba destrozado. Las balas habían perforado el fuselaje y las alas de uno al otro extremo. El timón no tenía cubierta y se veían las costillas de metal como un esqueleto. Entonces pude comprender su vuelo horizontal y la razón por la cual no disparó el piloto. La sangre manchaba su hombro derecho y noté la sangre oscura que bajaba hacia su pecho. Era increíble que el avión estuviera todavía volando.

 

¡Pero esta no era forma de acabar con un hombre¡ No lo era, volando impotente, herido, con su aparato hecho una ruina. Levanté la mano izquierda y agité mi puño hacia él, gritando inutilmente, lo sabía, que peleara en vez de volar nada más como un blanco inofensivo. El americano pareció sobresaltado; levantó su mano derecha y la agitó.

 

Nunca antes me había sentido tan extraño. Maté muchos americanos en el aire, pero ésa era la primera vez que un hombre se debilitaba en esa forma ante mis ojos, por heridas que yo le había inflingido. En realidad no sabía si debía tratar de rematarlo o no. Esos pensamientos eran estúpidos, por supuesto. Herido o no era aun enemigo y estuvo a punto de acabar con tres de mis hombres, pocos minutos antes. Sin embargo, no tenía objeto apuntar otra vez al piloto. Quería acabar con el aeroplano y no con el hombre.

 

Acorté la velocidad y me coloqué de nuevo a su cola. En alguna forma, el norteamericano hizo acopio de fuerzas y el Wildcat se elevó en un looping. Eso era. Levantó la proa. Apunté con cuidado al motor y toqué el botón del cañón. Una explosión de humo y llamas brotó de su motor. El Wildcat dió una vuelta de campana y el piloto saltó en paracaídas. Muy abajo de mí, casi sobre Guadalcanal, se abrió su paracaídas. El piloto no aferró las cuerdas, sino colgó inanimado del arnés. La última vez que lo vi, iba hacia la playa, llevado por el viento.

 

Los otros tres cazas Zero se pusieron en formación al instante a los lados de mis ala. Yonekawa me sonrió ampliamente, al deslizarse a su posición. Ascendimos y volvimos hacia la isla, en busca de aeroplanos enemigos. Las granadas antiaéreas empezaron a explotar en torno nuestro. Su precisión era escasa; pero el hecho de que ya hubiera flak pesada en la costa, pocas horas después de la invasión, era desalentador. Yo sabía que nuestras fuerza necesitaban cuando menos 3 días después de un desembarque en la playa, para establecer sus cañones antiaéreos. La velocidad con la que los americanos movieron su equipo a la playa, fue asombrosa.

 

 

(Mucho tiempo despues de que terminasen los vuelos de ése día, el cmte. Nakajima me relató lo que había sucedido a los otros 14 Zeros. Los cazas enemigos de la Marina mantenían una supremacía constante sobre Guadalcanal. Picaban constantemente en grupos de seis y doce aviones, siempre desde el sol, sembrando la confusión entre las formaciones de Zeros. Nunca encontró Nakajima y sus hombres una oposición tan determinada o se habían enfrentado a un enemigo que no cediera. Los Wildcat destrozaron una y otra vez en sus zambullidas las formaciones japonesas.

 

Cada vez que picaban los Grumman, disparaban, volteaban y desaparecían abajo, negándose a permitir que los Zero aprovecharan la ventaja de su manejo insuperable. La táctica era prudente, pero la puntería de los americanos fue tristemente deficiente. Solo un caza Zero cayó bajo su fuego.

 

Fue el día en que brilló Nishizawa. Antes de que se agotaran sus municiones, el formidable as derribó seis cazas Grumman, en maniobras increíbles que dejaron atrás a sus escoltas. Nakajima encontró por primera vez la que iba a convertirse en una maniobra famosa por parejas del enemigo. Dos Wildcat atacaron el avión del cmte. No tuvo dificultad para ponerse tras la cola del caza enemigo, pero no pudo disparar antes que el compañero del Grumman se lanzara contra él por un costado. Cuando regresó a Rabaul, Nakajima iba rabiando: había sido obligado a picar y a huir por su seguridad. Y Nishizawa y yo fuimos los dos únicos pilotos que derribamos aviones enemigos durante el combate de ese día.)

 

 

 

 

(El texto entrecomillado final es cierto. Saburo Sakai no pudo escucharlo de su cmte. Nakajima, cuando éste aterrizó. Sakai se lo oyó, sí en Rabaul, pero su cmte. debió esperar un poco de tiempo para poder narrárselo. La explicación mañana o pasado, cuando termine la acción sobre Guadalcanal, que ahora está a punto de lograr su punto culminante. Dejemos al piloto seguir contando en primera persona las incidencias, que van a ser muchas y dramáticas, del resto de la acción sobre la disputada Guadalcanal.)

 

Saludos

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Jenisais: otra vez gracias por la tremenda y generosa labor que haces, pienso que hablo en boca de todos, si digo que es un lujo que en este foro podamos contar con tus traducciones y con, tus siempre oportunos y acertados, comentarios.

 

Llevaba yo ya un par de semanas sin poder actualizarme en la lectura de tus escritos y ahora vuelvo a estar subido en la montaña rusa de emociones y experiencias que me evocan estos relatos... desde los biplanos de la guerra del 14, hasta las hazañas, que exceden de nuestra lógica, de los bravos nipones...

 

sabes que somos legión los que te seguimos.

 

 

 

y muchisimas gracias Azcarate por tus palabras y por el enlace compartes con todos nosotros; ya ves que aquí, en este escuadrón, a la inmensa mayoría nos gusta aportar nuestro granito de arena para sembrar y divulgar el conocimiento de la aereonautica, hay verdaderos expertos en cada tema, y en mi caso intento recopilar tanta información como pueda tanto de los albores de la aviación como de la revolución mexicana.

 

 

bueno, otra vez gracias a Jenisais y a Rockofritz y un saludo a todos

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El combate que ha descrito Jenisais, junto con lo que imagino que narrara en breve, son los pasajes a mi entender, cumbres del libro "Samurai", aunque hay muchos.

 

Hace años descubri un vídeo, en el que se aprecia perfectamente, todos los detalles que comenta Sakai en el libro. Es riguroso con la narración, respetando los hechos descritos entre el mítico combate entre Saburo Sakai y Pug Southerlan. Creo que os gustara:

 

 

 

 

En casa tengo otro documental fabuloso, de una serie que trata sobre la arqueologia de la 2ª Guerra Mundial. En un episodio, precisamente buscaban los restos del F4F de Pug Southerlan, y aprovechaban para relatar el combate. Cuando llegue a casa mirare el título del documental, ahora no me acuerdo, a ver si esta en el youtube, y en ese caso os lo linko.

Edited by chapas
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Mi pasaje favorito es la narración del combate en el cual es alcanzado y herido gravemente. Muestra su lado más duro y a la vez el más humano, menos épico, si se puede decir así, ya que cometió un error que pagó muy caro, en el resto de pasajes el tio parece una máquina. Por fortuna, se ha podido comprobar, que a diferencia de escritos de otros pilotos, Sakai no era una persona dada a las fantasías y a distorsionar los recuerdos, ya que muchos han podido ser comprobados como ciertos.

Muy bueno ese video, no lo conocía. Por cierto, Southerland sobrevivió.

 

En la wiki:

Both pilots survived the war to write their accounts, making it one of the best documented dogfights of WWII. On February 14, 1998 the wreckage of Southerland's Wildcat was found, including Southerland's service .45 caliber automatic handgun. Investigation of the remains has confirmed both Southerland's and Sakai's accounts of the dogfight.

 

Algún link intersante:

http://www.pacificwrecks.com/aircraft/f4f/5192.html

http://www.pbs.org/wnet/secrets/previous_seasons/case_dogfight/clues.html

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Buenasss

 

(De nuevo gracias, Albertini. Me alegra te hayas puesto al día, y disfrutes de los relatos: ésa es simplemente mi intención. Siempre agradezco (y me animan) tus observaciones.

 

Así es, Chapas. Tras lo que voy a subir a continuación, viene el meollo del capítulo: retornar a Rabaul (¡¡otros 1000 kms¡¡), solo que ahora malherido y solo. Lo leeremos, como dices, durante varios días. ¡Qué decir de ése novedoso vídeo¡. Fiel trasunto en imágenes de lo escrito en el libro. Puedo adelantar que tengo el cuadro del caballeroso detalle de Sakai, al finalizar el famoso dogfiht Pug/Sakai. Lo envío a Rockofritz junto contra fotografías relativas a este más que interesante relato.

 

 

Hoy sigo, ya en directo, el texto de Saburo. El final de ayer, incluído entre paréntesis, ya se habrá comprendido que fue una aclaración posterior de Sakai. Repito, volvemos en vivo justo al finalizar el citado dogfight protagonizado por Sakai/Pug Southerland. Sobre Guadalcanal.)

 

 

 

 

Mientras tanto, volví a subir a 2.000 m. con mis tres cazas detrás. Volamos entre nubes intermitentes, sin poder encontrar aparatos enemigos. En el momento en que salía de una nube, por primera vez en todos mis años de combate me sorprendió desprevenido un aparato enemigo. Sentí un pesado golpe, el silbido de una bala y un agujero de 5 cm. de diámetro apareció a mi izquierda, en el vidrio de mi cabina, a escasa distancia de mi rostro.

 

Seguía sin ver otros aviones en el aire. Podía haber sido fuego terrestre el que me tocó. Fue entonces que vi al bombardero enemigo (¡no era un caza¡) que me había sorprendido distraido. El Dauntless colgado de un ala aceleró para refugiarse en las nubes. La audacia del piloto enemigo fue asombrosa; había atacado deliveradamente a cuatro cazas Zero en un con un lento y ligeramente armado bombardero en picado.

 

En un instante estaba tras de su cola. El Douglas Dauntless osciló arriba y abajo varias veces y luego se zambulló repentinamente en una nube; yo no iba a ceder con tanta facilidad; fui tras él. Por unos segundos, solo vi blanco, mientras atravesábamos la masa nubosa. Después salimos al claro. Me acerque rapidamente y disparé. El artillero posterior agitó los brazos hacia arriba y se desplomó sobre su arma. Tiré del bastón y la ráfaga avanzó hacia el motor. El SBD se ladeó varias veces a su izquierda y luego cayó en picado, fuera de control. Yonekawa vió saltar al piloto. Fue mi victoria número 60.

 

Trepamos nuevamente a 3.500 m. buscando los restos de nuestro grupo, sin poderlos encontrar. Poco minutos después, aún sobre Guadalcanal, descubrí un enjambre de aparatos, varios kms. por delante de los nuestros. Hice señales con las manos a los otros cazas y aceleré seguidamente. Pronto descubrí ocho aviones en total, volando en una formación de doble escalón. Nuestros aviones no se dividían en grupos en una misma formación. Enemigos. Yo iba por delante de los otros cazas y seguí así acercándome al grupo enemigo. Atacaría a las máquinas de la derecha y dejaría las otras a los tres Zeros que me seguían. El grupo enemigo cerró filas; ¡perfecto¡ Parecían ser Wildcats. Y el que hubieran cerrado la formación significaba que no me habían visto.

 

Si mantenían sus posiciones, podría atacarlos sin aviso, llegando desde atrás y abajo. Solo unos pocos segundos más... y me haría al menos con dos de ellos en mi primera pasada. Me acerqué tanto como fue posible. La distancia en el telémetro se redujo a 200 yardas...100... 70... 60...

 

¡Era una trampa¡ Los aviones enemigos no eran cazas sino los nuevos torpederos Avenger, que yo no había visto nunca. Desde atrás, se veían exactamente como si fueran Wildcats, aunque ahora era evidente su mayor tamaño, al igual que su torreta superior con un cañón, y la del vientre con otra ametralladora calibre .50.

 

¡No había dudas de por qué habían cerrado su formación¡ Estaban esperándome y ahora me encontraba atrapado, con 8 ametralladoras apuntándome desde la derecha y otras tantas por la izquierda. Estaba en sobrealimentación y me fue imposible reducir la velocidad a tiempo.

 

Ahora no podía volverme atrás. Si viraba o iniciaba un looping, los artilleros enemigos tendrían en su línea de tiro el vientre expuesto de mi Zero. No tendría posibilidad de evadir su fuego. Solo podía hacer una cosa... seguir adelante y disparar con todo lo que tenía. Hundí el botón del disparador. Casi en el mismo instante, abrieron fuego todas las armas de los Avenger. El rugido tableteante de las ametralladoras y la tos del cañón ahogaron todos los otros sonidos. Los aviones enemigos estaban a menos de veinte metros delante de mí, cuando brotaron llamas de dos de los torpederos. Eso fue todo lo que vi. Una violenta explosión sacudió mi cuerpo. Sentí como si me hubieran hundido cuchillos en mis oídos; el mundo explotó en rojas llamas y perdí la visión.

 

 

(Otra vez Sakai hace uso de los paréntesis. Eso indica que de nuevo retrotrae el relato de la acción a después de los hechos. N. del T.)

 

 

(Los tres pilotos que me seguían informaron (después) a nuestro cmte. que vieron caer del cielo a ambos Avenger, junto con mi avión. Agregaron que los dos aviones enemigos iban arrojando llamas y humo; éstos me fueron acreditados como mis victorias aéreas números 60 y 61. Pero un informe oficial norteamericano negó la pérdida de cualquier Grumman TBF Avenger que operaban desde lostres portaviones al sudoeste de Guadalcanal. Tal vez ambos aparatos lograron regrresar a sus barcos. Mientras mi propio avión picaba, conmigo incosciente en la cabima, los tres Zeros me siguieron en mi caída.Abandonaron la persecución cuando ya les fue imposible porque mi caza desapareció en un nublado bajo.)

 

 

 

 

(Para no mezclar el índole del relato, interrumpo aquí. Mañara seguiré, otra vez, en vivo y en directo, la narración. Tengo la suerte de tener, también, el cuadro del momento exacto del "error" de Sakai. Se conoce que el libro tuvo una tirada muy amplia. Y esto atrajo también la atención los los artistas de Aviation Art.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Después de esa especie de regresión a que es tan propenso Sakai, volvemos al riguroso directo.

 

Me parece estar viendo otra vez el cuadro que escenifica justo el momento en que Saburo es alcanzado por el fuego concentrado de varios artilleros de los Avenger, que creo recordar, procedían del portaviones Enterprise. Pensaba que sería la primera vez que recibía fuego de frente; pero enseguida me viene a la memoria otro hecho protagonizado por Saburo Sakai. El 10 de diciembre de 1941, solo tres días del inicio de la guerra, tuvo el acierto de derribar el primer B-17 norteamericano. Ocurrió justo en la vertical de Clark Field, en Filipinas, el 10 de diciembre de 1941. Pilotaba la Fortaleza Volante el capitán Colin P. Kelly. Aguantó a los mandos del bombardero hasta dar tiempo a saltar a toda su tripulación, pereciendo al estrellarse. Fué altamente condecorado a título póstumo. También tengo cuadro de esta acción, pintado quizá por el más conocido de los artistas de Aviation Art, Robert Taylor. Pronto podrán disfrutar los Forero/lectores con ambos cuadros.

 

Haciendo un pequeño esfuerzo: retrotraerse al segundo en que Sakai recibió esa andanada de varios Grumman TBF. Nos contó lo que sintió. Leamos lo que ocurrido inmediatamente después, según su relato.)

 

 

 

 

Debieron pasar varios segundos, antes que recuperase el conocimiento. Un viento fuerte y frío que soplaba a través del parabrisas destrozado, me hizo volver en mí. Pero aún no podía controlar mis sentidos. Todo parecía brumoso. Seguí seminconsciente, entre olas de oscuridad. Estas me inundaban cada vez que trataba de erguirme en el asiento. Mi cabeza estaba hacia atrás, apoyada contra el respaldo. Luché por ver, pero la cabina oscilaba y bailaba ante mis ojos. La cabina parecía estar abierta; el realidad, el cristal se hallaba destrozado y el viento entraba con fuerza, para devolverme el sentido a medias. Golpeaba mi cara; mis gafas de vuelo estaban rotas.

 

No sentía nada, sino una somnolencia sedante, agradable. Quería dormir. Traté de comprender que había sido tocado, que iba a morir, pero no sentí miedo. Si así se moría, sin dolor, no tenía por qué preocuparme.

 

Me encontraba en un mundo de sueños. Un estupor nubló mi cerebro. Las visiones nadaron delante de mí. Vi la cara de mi madre con claridad asombrosa. Gritó: "¡Qué vergüenza¡ ¡Qué vergüenza¡ ¡Despierta, Saburo, despierta¡ Estás actuando como un derrotado. ¡Tú no eres un cobarde¡ ¡Despierta¡

 

Comprendí gradualmente lo que sucedía. El Zero caía hacia tierra como una piedra. Forcé mis ojos a abrirse y miré en torno mío, para ver un brillo rojo, escarlata llameante. Pensé que el avión estaba en llamas. Pero no podía oler humo. Continuaba mareado.

 

Empecé a parpadear. ¿Qué sucedía? ¡Todo estaba tan rojo¡ Palpé a ciegas con la mano. El bastón. Ya lo tenía. Todavía sin poder ver, tiré de él. Suavemente. El aparato comenzó a salir de su caída violenta. Sentí que la presión me hundía en el asiento, mientras el caza salía de su picado. La presión del viento disminuyó; yaa no golpeaba con tanta fuerza contra mi cara. Un pensamiento violento, atemorizante, se apoderó de mí.¡Podía estar ciego¡ Nunca tendría posiibilidad de regresar a Rabaul.

 

Actué por instinto. Traté de asir el acelerador con la mano izquierda, para aumentar la potencia. Me esforcé, pero mi mano se negó a moverse. ¡Nada¡ Desesperado traté de cerrar mis dedos.

 

No tenía sensación. Solo adormecimiento. Entonces traté de mover los pies en la barra del timón. Nada más se movió mi pié derecho, y el Zero patinó cuando el pedal cedió. Mi pié izquierdo estaba insensible. Apreté mis dientes con toda mi fuerza. No tenía sensaciones de ninguna clase.

 

Todo mi lado izquierdo parecía estar paralizado. Por varios minutos, intenté mover mi brazo o pierna izquierdos. Fué imposible. Aún no sentía aningún dolor. No podía comprenderlo. Había sido herido. Mal herido. Pero no podía sentir nada. Hubiera recibido con gusto el dolor en mi brazo y pierna izquierdos; cualquier cosa, con tal de que pudiera saber que mis miembros estaban intactos todavía.

 

Teníaa mojadas las mejillas. Lloraba; el llanto brotaba, Me ayudó ¡oh, cómo me ayudó¡La rigidez empeó a desaparecer. Las lágrimas lavaron en parte la sangre de mis ojos.

 

Todavía no podía oir nada. ¡Pero pude ver otra vez¡ Solo un poco, pero el rojo empezó a desvanecerse. La luz del sol que entraba en la carlinga me permitía ver las siluetas de los postes de metal.. La mira era una mancha delante de mí. Seguí mejorando y pronto pude ver los círculos de los instrumentos. Seguían borrosos, aunque podía ver los cuadrantes era imposible leerlos. Volví la cabeza y miré por un lado de la cabina. Grandes formas negras se deslizaron junto a las alas a tremenda velocidad.

 

Tenían que ser barcos enemigos. Eso significaba que debía estar a unos 90 m. sobre el agua. Entonces capté los sonidos. Primero capté el zumbido del motor y luego denotaciones secas, repetidas. ¡Los barcos estaban disparando contra mí¡ El Zero osciló con la onda expansiva de la Flak¡ Fue extraño, pero no hice nada. Los sonidos de las granadas quedaron atrás. Ya no podía ver las formas negras en el agua. Había volado fuera de su alcance. Pasaron varios minutos. Seguía sin hacer nada, intentando pensar con dificultad.

 

Mis pensamients llegaron en fragmentos. Otra vez quise dormir. A través de mi estupor comprendí que nunca podría volar de regreso a Rabaul. No podría hacerlo, en la forma como me sentía. Ni siquiera lograría llegar a Buka, a menos de 480 kms. de distancia. Por varios minutos me atrajo la idea de picar hacia el mar a toda velocidad, como la solución a mi impotencia.

 

 

 

 

(Esta noche sigo con las elucubraciones de Sakai. Parece sufrir un estado de duermevela; siempre peligroso. ¿Lograría superar ese estado de somnolencia? Su probado instinto de supervivencia tendría trabajo extra si quería salir de esta indemne.)

 

Saludos

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Buenasss

 

(Parece mentira cómo Saburo Sakai pudo recordar todos estos confusos pensamientos al escribir el libro "Samurai" en 1957. Es decir tanto tiempo después de ocurridos los hechos... Pues va a seguir unas páginas más a este tenor. Es normal que se te queden imágenes grabadas, pero conservarlas todas tan vívidas quince años más tarde, muestra cuán profundas e indelebles fueron estas emociones.

 

Sigamos experimentándolas al leer el relato.)

 

 

 

 

Estaba siendo estúpido. Traté de obligarme a despertar. Me maldije: ¡ésa no era forma de morir¡ Sin embargo, si tenía que morir, lo haría como un hombre. Mis pensamientos iban y venían, pero supe que mientras pudiera controlar el aparato, mientras pudiera volar, haría todo lo que pudiera para llevarme conmigo uno o más enemigos.

 

Fue una tontería, pero pensé que estaría defraudando a algún piloto enemigo si me estrellaba en el mar, sólo porque aceptaba lo inevitable sin luchar. Sabía el gran valor de las victorias aéreas para un piloto de caza. Si tenía que suceder ¿por qué no morir en combate? ¿Por qué desaparecer solo y sin ser visto, una zambullida silenciosa y una explosión no oída por nadie?

 

Ya no podía pensar en forma razonable. ¿Dónde estaban los cazas? Maldije y grité a los Wildcat que aparecieran para demostrarle por última vez mi valor.

 

-¡Vengan¡ -grité-. ¡Aquí estoy¡ ¡Vengan a pelear¡

 

Debí rabiar por varios minutos en mi cabina como un loco. Volví lentamente a mis sentidos; comprendí poco a poco la ridícula inutilidad de mis acciones. Empecé a apreciar la suerte increíble que me mantenía vivo hasta entonces. Había sobrevivido antes a muchas crisis pero ninguna tan seria como esta. Anteriormente, las balas pasaron a centímetros de mi cabeza y más de una vez rozaron mis brazos hiriendo la piel, pero sin causarme mayores daños ¿Qué me sucedía? ¡Tenía posibilidades de vivir¡ ¿Por qué rechazarlas? Y de pronto quise vivir, quise llegar a Rabaul.

 

Comprendí que lo primero que debía hacer era examinar mi herida. No sabía aún dónde había sido herido o con cuánta gravedad. Estaba recuperando la confianza en mí mismo, pensando y actuando al fin razonablemente. Pero todavía no podía mover mi mano izquierda. Agité mi mano derecha al aire, deshaciéndome del guante.

 

Llevé la mano cuidadosamente a mi cabeza, temeroso de lo que podría encontrar. Sentí el casco de cuero viscoso y pegajoso. Supe que era sangre. Entonces palpé la hendidura en el casco, en la parte superior de mi cabeza. La depresión era profunda y estaba pegajosa por la sangre. Hurgué con cuidado. ¿Era demasiado profunda? Mis dedos tocaron algo duro. Temí aceptar la verdad. Mis dedos se hundieron mucho, más allá del casco. Eso "duro" solo podía ser mi cráneo, abierto por las balas. Tal vez lo tenía fracturado. Solo pensarlo fue desalentador. Los proyectiles podían haber llegado al cerebro, pero sin penetrar mucho. Recordé algo que leí alguna vez respecto a las heridas en combate. El cerebro no podía sentir dolor. Pero quizá las balas fueran el orígen de la parálisis de mi lado izquierdo.Estos pensaamientos surgieron poco a poco. ¿Cómo puede uno estar sentado en la cabina de un avión averiado, semiciego, paralizado a medias, metiendo los dedos en un agujero en la cabeza de uno y ser objetivo al respecto? Comprendí lo que había sucedido. Lo supe; eso fué todo.

 

Moví los dedos sobre mi cara. La tenía inflamada. Sentí lágrimas en la piel; tal vez pedazos de metal. No estaba seguro. Pero también tenía sangre allí y sentí varios colgajos de piel.

 

El Zero siguió zumbando adelante, el funcionamiento de su motor firme. Mi cabeza continuaba aclarándose. Actué más y más racionalmente. Traté de oler. No noté olor de gasolina, así que ni el motor ni los tanques de combustible habían sido tocados. Ése fue mi descubrimiento más alentador, desde la batalla. Con los depósitos intactos y un motor eficiente, el caza podría volar muchos kms. El viento pareció aumentar su fuerza, mientras se aclaraba mi mente. Golpeaba mi cabeza. Miré hacia adelante, entrecerrando mis ojos. No tenía vidrios en mi parabrisas. No era extraño que lo sintiera tan fuerte; entraba en la cabinaa más de 300 km/h. Sentí que la sangre se me secaba en la cara. Pero la parte superior de mi cabeza estaba húmeda todavía y el viento tiraba de la profunda hendidura en mi cráneo, que se sentía como si todavía estuviera sangrando. Supe que debía taponar la herida, o pronto perdería el sentido, ahora por pérdida de sangre.

 

Un dolor repentino me envolvió. ¡Mi ojo derecho¡ Empezó a latir, mientras el dolor aumentaba. Lo toqué con mis dedos y los retiré enseguida. El dolor se hizo insoportable. Puse la mano otra vez sobre mi ojo derecho; mi visión siguió igual. ¡Estaba ciego de ése ojo¡

 

Cada aviador japonés lleva 4 vendajes triangulares en los bolsillos de su traje de vuelo. Saqué uno y traté de humedecerlo con saliva, mordiendo el extremo. ¡No tenía saliva en la boca¡ Sentí una sed terrible. Tenía la boca seca, como algodón.

 

Seguí mordiendo y masticando; el extremo del vendaje se humedeció lentamente. Limpié mi ojo izquierdo con el vendaje humedecido, inclinándome hacia delante para evitar la presión constante del aire. ¡Dió resultado¡ Mi visión se aclaró poco a poco y en menos de un minuto pude distinguir claramente los extremos de las alas. Suspiré, aliviado.

 

Duró solo unos segundos. Al erguirme, sentí un dolor intenso en la cabeza y luego volví a sentirlo. El dolor surgía y desaparecía, en ondas. No perdí tiempo en aplicarme el vendaje a la herida de la cabeza, pero tan pronto como retiré mi mano, el viento lo arrancó y lo arrastró a traves de los vidrios rotos.

 

La desesperación me invadió. ¿Cómo iba a poner un vendaje en mi cabeza? ¡Tenía que detener la henorragia¡ Mi mano izquerda estaba inutilizada y únicamente podía utilizar la derecha para aplicar el vendaje. Pero necesitaba esta mano derecha para sostener el bastón y mover el acelerador. El viento que entraba aullando en la cabina complicaba más la situación.

 

Saqué una segunda venda. Tan pronto como la puse sobre mis piernas me fue arrebatada por el viento. La 3ª y la 4ª siguieron rápidamente el mismo camino. ¿Qué podía hacer? Estaba casi frenético. El dolor de mi cabeza aumento; ya era una palpitación profunda y cada ola sucesiva de agonía era más intensa que la anterior.

 

 

 

 

(Seguiremos mañana. Saburo está lejos de encontrarse medianamente bien. Pero al menos sabe lo que tiene que hacer, ya que ha escogido vivir y volver. Y hará todo lo que esté en su mano... derecha, porque la izquierda no le responde. Y todo esto en la más profunda de las soledades.)

 

Saludos

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Sakai, Saburo Leyenda de Colin Kelly, by Robert Taylor. Derribo del B-17 sobre Clark Field, 10 diciembre 1941

 

sakaisaburoleyendadecol.jpg

 

Sakai, Saburo.Rabaul. Su Zero con el volcan Hanabuki al fondo. Le servía de referencia.

 

sakaisaburorabaulsuzero.jpg

 

Sakai despega de Raabaul 8-8-1942 hacia Guadalcanal. Cuadro de B Freudenthal

 

sakaidespegaderaabaul88.jpg

 

Sakai, Saburo. No eran Wildcat, eran Avenger. Guadalcanal 8-8-1942. By M Chenev.

 

sakaisaburonoeranwildca.jpg

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